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El sabor amargo de la propia medicina

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha: 05 de ABR 2018 Quizás en estas horas Alejandro Fantino haya evocado la ya lejana noche del 11 de abril de 2017, cuando puso su programa, Animales sueltos, al servicio de la crucifixión televisiva de Alejandro Cacetta, quien hasta entonces presidía el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Orquestado desde la sombra por el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, y con ejecución a cargo del panelista Eduardo Feinmann, el asunto fue tan grotesco que hasta ciertos aplaudidores del régimen como el realizador Juan José Campanella y el crítico Gustavo Noriega no disimularon su indignación al respecto. Claro que no era la primera ni la última trapisonda del otrora relator de fútbol en la materia. En cambio, el influyente columnista del diario La Nación, Carlos Pagni, supo ser más prolijo en el ejercicio del infundio. Tanto es así que en diciembre de 2015 la jueza federal Sandra Arroyo Salgado lo bendijo con la sorprendente nulidad de su procesamiento por integrar –junto al ex titular de la SIDE, Juan Bautista “Tata” Yofre; el ex jerarca del Ejército, general Daniel Raimundes; el director del portal Seprin, Héctor Alderete; el periodista Roberto García y dos agentes de inteligencia– una “red clandestina de espionaje” abocada al hackeo de correos electrónicos pertenecientes a políticos, empresarios, personajes de la farándula y funcionarios del gobierno kirchnerista. Sin embargo el destino fue impiadoso con ambos comunicadores. El lunes pasado Fantino no era el de siempre. Dolido y, por momentos, con los músculos faciales gambeteando un “pucherito”, abrió su programa con una frase que lo decía todo: “Mirtha Legrand me desilusionó”. Ya se sabe que en la última emisión del ciclo de la nonagenaria diva, una de sus invitadas, la señorita Natacha Jaitt le atribuyó un hábito atroz, la pedofilia, al igual que a otras figuras públicas. “¡Quiero saber quién está detrás!”, clamó Fantino una y otra vez. Lo cierto es que aquel muchacho sencillo y entrador se veía en una situación que jamás imaginó para sí. Vueltas de la vida. No menos contrariado, pero con gélida templanza, Pagni también utilizó su propio espacio en la señal LN+ para editorializar esa circunstancia. “Mirtha Legrand ofreció su programa para una operación”, sostuvo de una manera casi quirúrgica. Aquel hombre, un asiduo pasajero de las cloacas del Estado, sabía perfectamente de lo que hablaba. Dicen que el que avisa no es traidor. “Llamen a los bomberos, va a salir fuego de esta mesaza”, escribió Nacho Viale el domingo a la tarde en Twitter para promocionar el programa de su abuela, del cual es productor ejecutivo. A la hora señalada, la antorcha humana llegó al canal con una parva de papeles, escoltada por un abogado y una presunta vestuarista, además de su hermano, Ulises, quien oficiaría de apuntador. Ya es conocido el cariz que tomaron los acontecimientos delante de las cámaras. Y los nombres que esa boca vomitó. “A mí me contrató una empresa para investigar al señor que en su momento trabajaba en TN, un tal C.P. (por Pagni). Conozco mucho la noche. Por eso me contrataron”, esgrimió Natacha no sin un toque de candidez, para así legitimar su pretendido papel de fisgona. No contenta con eso, publicó luego en Twitter una foto con la mujer que la acompañaba junto al siguiente epígrafe: “Gracias @PoleroAna, gran amiga de años por couchearme en La noche de ML”. Aquella señora de 66 años era en realidad una ex agente de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Sin duda fue un gran momento de la televisión argentina: el espionaje como espectáculo en tiempo real, con casi 11 puntos de rating. Fue también un semillero de hipótesis conspirativas de variada catadura, cuyos supuestos actores desvelan en estas horas a los especialistas. Más allá de eso, en el affaire Jaitt anida una nueva manifestación de la criminología mediática. La misma que en los últimos tiempos resultó útil para vincular, por ejemplo, a Aníbal Fernández con el apodo “La Morsa”; o para probar la corrupción kirchnerista a partir del falso testimonio de la no menos apócrifa secretaria Miriam Quiroga; o para encarcelar a Julio De Vido en base a una pericia plagiada de Internet. La lista es extensa, pero anudada al calor de un denominador común: el impacto de las maniobras de prensa por sobre la verdad de los hechos. En tal sentido no está de más reproducir una reflexión que la abogada Graciana Peñafort –quien patrocina a Héctor Timerman, entre otros– acaba de publicar en su cuenta de Twitter: “En cada uno de estos casos (se refiere a los que tuvieron por víctimas a ex funcionarios del gobierno anterior) se violó el principio de inocencia, el derecho al buen nombre y al honor, el derecho a defensa y del debido proceso. Los medios de comunicación, embanderados de odio, fueron los ejecutores de esas violaciones de derechos y garantías”. “Varios de los periodistas que formaron parte del pelotón de fusiladores mediáticos están siendo acusados de un delito horrible. ¿Es legítima defensa la venganza? ¿Es lícito lanzarse sobre ellos como una jauría enloquecida? Claro que de ninguna manera”. Tal, por cierto, es el lado ético y legal de la cuestión. Pero, además, hay algo, quizás un fantasma apenas disimulado, que sobrevuela al ejercicio de la impostura como política de Estado: su descontrol. Porque toda “operación de inteligencia” supone una lucha denodada contra el azar. Sin embargo, cuando el azar se impone, ello a su vez significa el triunfo de la estupidez sobre las manifestaciones más oscuras de la voluntad. ¿Será por eso que los hacedores de la “posverdad” prueban ahora su propia medicina?   Nota relacionada Entre caníbales

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La justicia en los tiempos de Macri

Fuente: Luis Kon | Revista Convergencia Fecha: 28 de MAR 2018 Hace casi tres siglos, un aristócrata conservador, llamado Charles de Secondat, conocido por sus títulos de nobleza como Barón de Montesquieu, diseñó un sistema tripartito de gobierno, que habría de conformar las bases de los regímenes republicanos. Sin sustraerse a los intereses de su clase, Montesquieu estaba animado sin embargo, por desterrar los regímenes absolutistas. Aun confrontando con la monarquía, le otorgó la facultad de ejecutar las leyes, pero delegó en otros grupos de la nobleza o de los estados llanos, la misión de elaborarlas estableciendo que un tercer estamento, el judicial, sería el encargado de interpretarlas. Un siglo después, desaparecidas o restringidas substancialmente las funciones de la nobleza, gobiernos civiles, estrictamente republicanos, comenzaron a gestionar las políticas públicas, subordinados a esta separación. Viene a cuento este antiguo antecedente, fundante para las democracias modernas, porque en una de sus frecuentes muestras de sincericidio, el Presidente Macri declaró el año pasado, en la Bolsa de Comercio, que necesitaba jueces que lo representen y que si eso no se cumplía, saldría a buscarlos. Es posible que Macri desconozca estas cosas diseñadas por Montesquieu, porque no es su fuerte el conocimiento del pasado. Sobre esos principios tal vez es posible que registre su existencia, pero así como tuvo la ocurrencia de mandar en un cohete a la luna a unos quinientos sesenta opositores, alumbre la idea de que con los jueces que emiten fallos que lo contrarían podría hacerse lo mismo y mientras tanto, ir nombrando a adherentes de su espacio. La composición y orientación del Poder Judicial con la que se encontró el macrismo en diciembre de 2015, mantenía las tendencias dominantes de signo regresivo que lo caracterizan desde los primeros años de la organización nacional y desde 1890, mucho no han cambiado, tanto convalidando gobiernos de facto desde 1930 en adelante, respaldando la violación de derechos humanos o produciendo todo tipo de obstáculos a las políticas pùblicas de signo progresista de inclusión social o profundización de la democracia. Tendencias dominantes, que afortunadamente, tuvieron siempre segmentos disidentes que aùn minoritarios dentro de la corporación judicial, generaron alguna esperanza renovadora. El kirchnerismo iluminó este panorama negativo con los nombramientos que entre 2003 y 2005, conformaron la nueva Corte Suprema y la denuncia de aquellos que habían conformado la mayoría automática del menemismo. Sus propuestas fueron de un pluralismo tan amplio, que habilitaron cortesanos autores de estrategias alineadas con corrientes opositoras, a pesar que su llegada a la Corte no provenía de opciones de esos sectores. En 2013, logró sancionar una suma de proyectos democratizadores que entre otras cosas intentaban que en la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura, la voluntad popular se expresara electoralmente para designar alguno de los cargos. Estas leyes naufragaron ante la reacción desplegada por la corporación, que se sintió atacada en sus privilegios y en sus modos de irse nombrando entre ellos, con mayorías donde magistrados y abogados articulaban los mecanismos para nombrar nuevos jueces, permitiendo reciclar eternamente esa composición del aparato judicial. Varios fallos decretaron la inconstitucionalidad de esas reformas y a partir de ese momento, los ataques se incrementaron, particularmente en el ámbito de la justicia federal, con resonantes procesos como el del memorándum con Irán, la causa Ciccone, la trágica muerte del fiscal Nisman, los allanamientos espectaculares en la Patagonia, la recepción de cualquier denuncia por más disparatada e infundada que fuera y otros notoriamente conocidos. Siempre con gran apoyo mediático de los medios tradicionales y un contorno periodístico más propio de la farándula que de la investigación informativa. *** En esas condiciones, asume el nuevo gobierno. Una de sus primeras medidas fue el intento de completar la integración de la Corte, con dos jueces adictos, a través de un DNU. Una fuerte resistencia cívica lo hizo desistir de esa variable de urgencia, pero no de sus objetivos finales. Con mayores precauciones, luego de ese traspié, las estrategias para ir cooptando el Poder Judicial y particularmente la justicia federal, se desenvolvieron con más cuidado. Muchísimas medidas dan cuenta de ello. Para las limitaciones de espacio que tiene este trabajo, podrían seleccionarse dos demostraciones inequívocas de ese proceder invasivo. La primera fue y es el hostigamiento y la persecución de magistrados independientes que no producían fallos a la medida del gobierno. Entre otros Gils Carbo, Rozansky, Freiler, Rafecas, Arias, Ballesteros, Farah, varios del fuero laboral y otros que fueron obligados a renunciar o se los removió, con la mayoría adicta al gobierno que pasó a comandar el Consejo de la Magistratura, con mecanismos poco claros. Algunos se agotaron y así renunciaron Gils Carbo, Rozansky y Maria Laura Garrigos de Rebori. El caso de Gils Carbo es emblemático. Desde el año 2000, cuando era fiscal general ante la Cámara Comercial, mantuvo enfrentamientos constantes con jueces de ese tribunal que observaban una conducta muy laxa en los procesos concursales que obtenían enormes licuaciones de pasivos en concordatos logrados con mayorías espurreas y otros procedimientos abusivos. También en desenmascarar a las sociedades “off shore” que pretendían encontrar protección jurisdiccional para encubrir lavado de dinero o evasiones impositivas. Eso le ganó la antipatía de los grandes estudios corporativos y su nombramiento no fue bienvenido en la misma medida que abrió un sendero renovador en el resto del aparato de las fiscalías. El establecimiento de varias unidades de acción, con dotaciones aptas para abordar la trata de personas, el lavado de dinero, la evasión, la violencia de género, el tráfico de drogas y los juicios vinculados al terrorismo de Estado, caracterizaron su gestión. Para un gobierno de empresarios ligados al mundo de las off shore, con causas pendientes como la del vaciamiento del Correo Argentino o radicación de activos en paraísos fiscales, Gils Carbo resultaba incompatible en ese mundo de negocios. Le inventaron una comisión inmobiliaria con la que no tuvo ninguna vinculación y al fin, incapaz de continuar resistiendo un bombardeo mediático incesante, renunció. Hoy no se habla más de la inmobiliaria y una jueza de

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El bumerán que vuelve

Fuente: Alejandra Dandan | El Cohete a la Luna Fecha: 25 de MAR 2018 Podés patearla o tirar directo, dijo la piba de La Poderosa. El niño agarró la pelota con una foto pegada de Juan Miguel “El Nazi” Walk, comisario mayor y director de investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con prisión domiciliaria en su casa de Mar del Plata. ¡Vamos!, volvió a decir la piba. El niño pateó directo a un arco de cancha, armado en medio de la Avenida de Mayo. No le falló la puntería. La piba dijo: ¡Adentroooo! Y el niño volvió a meter a Walk, de alguna manera, adentro de esa red callejera, esa suerte de prisión social de la que pese a todo, los genocidas ya no pueden escapar. La conmemoración del 42 aniversario del golpe de Estado volvió a tener ese aire de fiesta de la democracia. El pedido de cárcel común y efectiva para los responsables del horroroso exterminio de este país atravesó cada una de las postales del día: stencil en la calle, cartones transformados en pecheras, pasacalles con la palabra genocidas, remeras y hasta enormes retratos tamaño real preparados por primera vez por un grupo de sobrevivientes de la ESMA con todos los ‘malos’ más simbólicos sobre los que sobrevuelan vientos de impunidad. La calle abrió así su diálogo con el escenario, donde las domiciliarias aparecieron como parte de las consignas de la convocatoria del 24M de los organismos de derechos humanos. “A 42 años del golpe cívico-militar —decía—, denunciamos el mismo plan económico y sostenemos la misma lucha: por eso, hoy marchamos contra el ajuste, la represión y la impunidad. ¡Por una democracia sin presos y presas políticos ni genocidas sueltos!” Cientos de miles de mujeres y varones acudieron a la cita cuyo punto de encuentro fue la cabeza de la bandera de los detenidos desaparecidos, que ingresó alrededor de las tres de la tarde a la Plaza de Mayo, con la primera mitad liberada contrarreloj para esta marcha. Desde el escenario, integrantes de Madres, Abuelas, Hijos, Familiares, CELS y la Liga, entre otros organismos, leyeron el documento consensuado que tuvo entre sus subrayados muy especialmente el diálogo con la calle. Allí entró el 2×1 y las domiciliarias: “El pañuelazo de un millón de personas en todas las plazas del país”, que frenó el intento de liberar con el 2×1 a los genocidas encabezado por el gobierno y la Corte Suprema. Y el reconocimiento a “la lucha del pueblo”, volvió a oírse en fragmentos que recordaron que fue la movilización “la que posibilitó que se revocara el privilegio que permitió al genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz pasar el verano en una casa con pileta en Mar del Plata”. Ese pueblo que desde hace dos años sale a la calle para frenar intentos de retroceso en todos los frentes, volvió a ser evocado desde el escenario. “A los ciudadanas y ciudadanos que están en las calles —dijo Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo—, queremos decirles que las Madres los abrazan”. Por ahí arriba también pasaron nombres que marcaron la agenda política del último año: Santiago Maldonado y su familia, su madre Elena y su hermano Sergio pisaron el escenario. Rubén, el hijo de Julio López. Y Carlos Zannini, recién liberado de la cárcel. Y el diálogo con la calle retumbó transformado en un silbido cuando el documento recordó la participación de la cúpula de la Iglesia sentada en la mesa de Videla o a los grupos económicos beneficiados por la dictadura. Dijeron Clarín, La Nación. Y la calle dijo: —¡¡Uhhh!! La Nueva Provincia de Massot, la editorial Atlántida, la Sociedad Rural Argentina. Y la calle repitió el silbido. Ledesma de Blaquier. La Ford, ahora en juicio. La Fiat. Mercedes Benz. La embajada de Estados Unidos detrás de todo, dijeron. Y la corporación judicial, que rechazó “miles y miles de hábeas corpus”. El Mundial. Malvinas. Y en el presente, las políticas de vaciamiento de los programas de memoria, verdad y justicia. Y la calle volvió a silbar. “También queremos destacar que cuando hay voluntad política, los derechos humanos pueden ser políticas de Estado”, dijo Estela Carlotto en el tramo de su lectura. “Así quedó demostrado durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, donde muchas de nuestras banderas se hicieron realidad. Hace 14 años, un 24 de marzo, Néstor Kirchner bajó los cuadros de Jorge Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar. Esos genocidas murieron juzgados y condenados a prisión perpetua y en una cárcel común gracias a la lucha del pueblo. Por eso le reiteramos al gobierno que no permitiremos ni un retroceso en Memoria, Verdad y Justicia”. A las dos de la tarde Ramiro Pérez se compró su remera de Juicio y Castigo. Delegado del Ferrocarril Urquiza, parte de la Juventud Sindical, llegó con su organización pero también hizo recorrido aparte. Dijo que estaba ahí porque sí, porque es una fecha clave en su rol como delegado gremial. Cuando tenía 19 años y empezaba medicina, de lo que más se acuerda es de su madre diciéndole: No te metas en el centro de estudiantes. “Creo que me dio mucha vergüenza por mi vieja, yo terminé militando, pero entendí que ellos pertenecen a una generación que miró para el costado, criados por familia de milicos”. No dijo si su madre era una de cientos de señoras muy grandes que anduvieron por las calles enganchadas entre las multitudes, porque había muchas, pero perfectamente podría serlo: pasó el tiempo y la vida, su madre ahora es delegada de sanidad. La vendedora de las remeras del Juicio y Castigo tenía otras con 30.000, otras con pañuelos, ese símbolo una y otra vez recuperado por la calle. Y en una esquina puso a flamear bien a la vista una con la cara de Cristina y el Vuelve. Dijo que le sobró de la época de la campaña, pero, ¿viste?, agrega: Volvió. —¡¿Ustedes vieron a ese grupo de senegaleses tocando batucadas adelante de la Chilinga?!—, pregunta emocionada Ana González, antropóloga y militante—. ¡Acabo de decirles: ¡Massar

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“Aplicar mal la prisión preventiva es violar la ley”

Fuente: Ailín Bullentini | Página 12 Fecha: 25 de MAR 2018 “Considerar que Carlos Zannini y Luis D’Elía deben estar presos es violentar el principio de igualdad ante la ley”, concluyó la fiscal general Gabriela Baigún. En diálogo con PáginaI12, la representante del Ministerio Público Fiscal ante el Tribunal Oral Federal número 8, que dirigirá el juicio oral por el delito de encubrimiento del atentado a la AMIA a través de la promoción del memorándum de entendimiento con Irán, explicó los argumentos de su dictamen, que propició la libertad del dirigente social y del ex secretario de Legal y Técnica, detenidos hasta ayer en Ezeiza. “Aplicar mal la prisión preventiva es violar la ley”, remata. –¿Cuáles son los elementos fundamentales de su dictamen?  –El primero es que el proceso se vive en libertad salvo excepciones que hagan indispensables medidas de coerción como la detención. Por otro lado está la garantía de inocencia que plantea que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario en una sentencia condenatoria. Pero además existen normas procesales que regulan estrictamente la excarcelación y que determinan que todo aquel que está imputado por un delito reprimido con una pena que no sea superior a los 8 años de prisión puede ser beneficiado con la excarcelación. En este caso, y esto es lo más importante para que la gente no se confunda, el delito con el que quedó elevada a juicio de todos los imputados de la causa que investigó el memorándum de entendimiento con Irán, es el delito de encubrimiento, previsto con una pena de 1 a 6 años de prisión. El delito por el que originalmente estas personas fueron indagadas, el de traición a la patria penado con entre 10 y 25 años de cárcel, fue descartado por la Cámara. Entonces, esa pena ya no es más la que afrontan. Si afrontan una pena inferior a los 8 años de prisión, pueden salir. –¿Qué sucede con el peligro de fuga o de interferencia en la investigación, razones por las que se les ha dictado la prisión preventiva a Zannini y a D’Elía? –Yo concluí que no hay razones para presumir que estando en libertad los imputados pueden eludir la acción de la justicia, es decir fugarse, o entorpecer la investigación, frustrarla. En el caso de Zannini, porque su calidad de ex funcionario no le da un poder residual parecido al poder que tenía cuando era funcionario. No puede entrar más a la Casa Rosada, ni a la Secretaría Legal y Técnica, ni acceder a documentación ni a funcionarios. También demostró arraigo, un trabajo y una residencia en Santa Cruz y familia en Argentina. Cuando fue citado a declarar no había intentado fugarse. En el caso de D’Elía, consideré que estuvo a derecho siempre. Y eso que yo fui la fiscal que lo acusó por el copamiento de una comisaría de La Boca, solicité pena de 4 años y 8 meses de cárcel. Cuando alegué no pedí su detención ya que sabía que debía quedar la sentencia firme para eso. Lo condenaron a 4, pero la sentencia fue recurrida. Cuando quede firme seré la primera en pedir su detención. Más allá de estos argumentos, hice una reflexión posterior: si en la actualidad, como pasa, los acusados que afrontan el juicio por el encubrimiento del mayor atentado en la historia argentina que por cierto aún sigue impune, pasaron todo el proceso penal en su contra y ahora el juicio en libertad, estoy hablando del ex presidente Carlos Menem, varios ex funcionarios de su gobierno y compañía, considerar que Zannini y D’Elía deben estar presos es violentar el principio de igualdad ante la ley. –No hay razón para un trato diferenciado ante la ley. ¿Qué consecuencias acarrea violar el principio de igualdad?  –Yo no pienso violar el principio de igualdad ante la ley. No voy a opinar sobre lo que hicieron los demás funcionarios judiciales. Actúo como actué durante toda mi carrera judicial como fiscal, de acuerdo a la Constitución y las leyes. Si los demás violan la ley, actúan en una misma situación de diferente forma frente a personas de diferentes partidos políticos, raza o religión el problema está en los otros. Hoy pueden ser partidarios del gobierno de turno pero, ¿y si mañana les toca juzgar a integrantes de ese gobierno? Por supuesto que no corresponde actuar de esa forma y entonces esa es la diferencia entre un funcionario independiente y uno que no lo es. Aquel que es independiente actúa y se pronuncia ante una situación igual de la misma manera sin importar a quién tenga enfrente como acusado. Sería terrorífico que sea de otra forma, de ahí la necesidad de jueces y fiscales independientes y de que el Estado los garantice. Aseguro que el día que se confirme la pena de D’Elía en la causa por el copamiento de la comisaría pediré su detención como vengo pidiendo hace años la del ex titular del PAMI Víctor Alderete, cuya pena de 3 años y 6 meses de prisión está firme pero se resisten a efectuarla. Fui desde 1995 hasta 2007 fiscal de juicio de San Isidro y renuncié por tener diferencias sustanciales con la forma en la que venía trabajando el fiscal general de San Isidro, Julio Novo, que terminó luego en juicio político. Durante los siguientes tres años y a pesar de haber ganado los concursos para la fiscalía general en Capital, no me nombraban así que me quedé sin trabajo por no querer trabajar con alguien que era deshonesto. –¿Cuáles son las consecuencias de aplicar mal las prisiones preventivas? –Aplicar mal la prisión preventiva es violar la ley. La ley es clara y establece condiciones precisas. –Se ha descalificado su dictamen bajo la “acusación” de que usted integra Justicia Legítima. ¿Lo entiende como una presión? –Parto por asegurar algo: no pertenezco a Justicia Legítima ni nunca lo hice, pero conozco a gente que sí lo ha hecho. Partir del prejuicio de que un funcionario judicial, por pertenecer a Justicia Legítima,

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DAIA: Los doce capítulos de la saña y el ocultamiento

Fuente: Jorge Elbaum | lilianalopezforesi.com.ar Fecha: 25 de MAR 2018 La DAIA comunicó el día de ayer que solicitará la investigación de los antecedentes de los jueces y la fiscal que ordenaron la libertad de Carlos Zannini y Luis D´Elía. La razón fundamental de la persecución instrumentada por la derecha de la colectividad judía tiene dos componentes centrales: por un lado, la defensa de intereses empresariales concentrados que —al igual que Clarín o los CEOs corporativos— requieren de la desaparición de todo modelo político (por ejemplo, el kirchnerismo) que desafíe privilegios. El segundo aspecto es el alineamiento desvergonzado con las políticas colonialistas y belicistas de la derecha israelí. Representada por el Likud y asociada a los republicanos estadunidenses. Esta adhesión busca, además, invisibilizar todo vestigio del judaísmo humanistas y popular asociado –en la historia de nuestro país—a las luchas sociales, el cooperativismo, el mutualismo, el anarquismo, el sindicalismo, la izquierda nacional, el nacionalismo popular y la memoria de 1800 desaparecidos argentinos-judíos, comprometidos por una Patria para Todxs. La DAIA soslaya (como era de esperar) la evidencia sobre el origen argentino-judío de la Fiscal Federal Gabriela Baigún y de la Jueza Federal del Tribunal Oral Federal Número 8, Sabrina Namer. Las posiciones de ambas ponen en evidencia la pluralidad de visiones y perspectivas al interior de quienes descendemos de esa colectividad. Transparenta además la incapacidad que posee la DAIA para extorsionar (identitariamente) a esos mismos integrantes, que desprecian crecientemente los turbios manejos elaborados en conjunto por Cambiemos, la DAIA y la AMIA. La DAIA ha demostrado que no duda en negar cualquier principio de veracidad con tal de malversar la identidad hebrea al servicio de intereses geopolíticos y corporativos funcionales con los sectores más concentrados de la economía argentina. La DAIA ha intentado constituirse en la única forma de ser judeo-argentino, engañando a la sociedad argentino acerca de su verdadera representatividad: no expresan a más que un 20 por ciento del colectivo judeo-argentino existente en nuestro país. Han montado una gran falacia tergiversadora que aprovechó la indiferencia de gran parte de la colectividad para apropiarse de la etiqueta “judía”, dada su inscripción en otras pertenencias identitarias. La DAIA fue parte, institucionalmente, del encubrimiento del atentado de 1994 al ser parte de una asociación ilícita destinada a acusar a policías de la provincia de Buenos Aires como partícipes de la masacre dl 18 de julio. Por ese motivo varios inocentes permanecieron años encarcelados. Beraja, Corach, Menem, Anzorreguy, Jorge “Fino” Palacios, Mullen y Barbaccia, han sido cómplices para tergiversar la causa y han impedido que la sociedad argentina sepa qué es lo que realmente pasó. La DAIA vuelve a participar de un segundo encubrimiento al intentar negar la obvia participación de Beraja en esa maniobra que requirió de 400.000 dólares de fondos reservados de la SIDE, entregados a Telleldín para que finja responsabilidades. La DAIA fue el artífice prioritario a través del cual se viabilizó la reapertura de la denuncia de Nisman, luego que ésta fuese desestimada por seis jueces. También fue el ariete con el que se pretendió establecer un Jury de enjuiciamiento a Daniel Rafecas. Los dos ejes de la acusación del fiscal fallecido se centraban en (a) la supuesta intención de “dar de baja” las alertas rojas, y (b) la existencia de negociaciones económicas justificatorios de dichas indulgencias. Ambas acusaciones fueron parte de una misma falacia destinada a contribuir al éxito electoral del macrismo.  La DAIA insiste en el entramado de camuflaje al sumarse a la denuncia fantasiosa de Natalio Alberto Nisman, cuya querella ha sido desestimada por el entonces titular de Interpol, Ronald Noble, quien afirma taxativamente que el fiscal fallecido mintió sobre la supresión de las alertas rojas. La DAIA suma un nuevo capítulo a su desfachatada búsqueda de impunidad al convertirse en cómplice del ministro Germán Garavano quien impidió que se desarrollen las acusaciones contra los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, tal cual lo ha denunciado –una semana atrás– el ex funcionario (de la eliminada secretaria de la Causa Amia) Mario Cimadevilla. El nombramiento por parte del ministro de justicia Garavano de Mariano Fridman —ex abogado de al DAIA y además adscripto durante casi una década al estudio de la Dra. Marta Nercellas, responsable de la defensa de Rubén Beraja— es un baldón más en la desvergonzada acción destinada a garantizar la impunidad. Los estatutos de la DAIA señalan que es una entidad cuyo objetivo central es la lucha contra la judeofobia y todo tipo de discriminación. Las tareas de persecución a exfuncionarios de gobiernos populares y militantes supone una tergiversación de sus propias motivaciones fundacionales. Los directivos de la DAIA Rubén Beraja, Alfredo Neuburger, Jorge Kirzsenbaum. Jorge Knoblovits, Claudio Avruj, Sergio Bergman y Waldo Wolff son los baluartes de una persecución (y una saña) claramente macartista, bajo un escudo artificiosamente identitario. La utilización de una historia social milenaria, el indecente blindaje tras un holocausto y/o el disfraz de legitimidad inscripto bajo los escombros de dos atentados sucedidos en nuestro país nunca podrán borrar la inmoralidad, el cinismo y la desvergüenza de haber usufructuado, comercial y políticamente, con el dolor y el sufrimiento de otr@s. La Memoria, la Verdad y la Justicia también serán pregonadas —frente a sus rostros— en las jornadas en las cuales tendrán que rendir cuentas frente a los tribunales, la sociedad y la historia de nuestra Patria.

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Acero y offshore

Fuente: Carlos Heller | TiempoAR Fecha: 24 de MAR de 2018 ¿Qué es una offshore? Una cuenta en el exterior. Un concepto amplísimo. Pero hay que señalar que la mayoría de las cuentas offshore están abiertas en guaridas fiscales. «Una offshore no es ilegal», definió tajantemente Mauricio Macri. No obstante, las críticas a varios funcionarios de su gobierno surgen porque tienen cuentas en guaridas fiscales. Islas Caimán, Vírgenes o Bermuda son las guaridas fiscales que primero vienen a la mente. Pero el podio en el ranking de secretismo elaborado por la Red de Justicia Fiscal (TJN) lo ocupa Suiza, seguida por EE UU (Delaware), Caimán, Hong Kong, Singapur, Luxemburgo y Alemania. Es un tema de interés de las naciones más poderosas, y por ello se les otorga un viso de legalidad. Aunque al escarbar un poco, fácilmente se encuentran diversas cuestiones objetables en la mayoría de las cuentas arraigadas en estas guaridas fiscales. La defensa de Macri apuntó a toda una forma de hacer negocios: «Es un instrumento que se utiliza para organizar inversiones y empresas». Podría preguntarse por qué los negocios no se pueden organizar desde el propio país. La respuesta es clara: porque en las guaridas no preguntan por el origen de los fondos. Las guaridas fiscales son regímenes de menor tributación. Entonces una multinacional que, por ejemplo, tiene sede física en EE UU abre una filial en Caimán y factura desde ahí sus operaciones internacionales. Así, paga una tasa del 5% o menos de impuesto a las ganancias. De no existir eso, la multinacional debería pagar 25% de sus ganancias al fisco estadounidense. Tal estrategia retrae recursos a los fiscos en donde se producen los servicios y las mercancías, restando financiamiento a la educación, la salud, la seguridad social y otras erogaciones prioritarias. Estas maniobras benefician a las multinacionales. Pareciera que el rol de las corporaciones está incluso por encima de los intereses de países centrales: se instalan donde tributan menos y eluden las leyes fiscales de sus países de origen. Volviendo a los dichos de Macri: «Si el que entra (a la función pública) tiene que andar explicando toda su radiografía de vida, qué es lo que hizo antes, con quién se asoció, con quién no, los tipos enloquecen». Y ante tal afirmación surge la pregunta, ¿qué tienen para ocultar? ¿Acaso no debería ser una condición indispensable la transparencia para encarar la función pública? Puede que algunas transacciones y negocios sean formalmente lícitos, pero muchos de ellos (y en especial para los funcionarios públicos) configuran una conducta reñida con la ética. Estas expresiones no configuran un enfoque aislado del presidente, responden a los postulados principales que inspiran sus medidas. Por ejemplo, en el proyecto de Ley de «Financiamiento productivo» que poco tiene de coincidente con su título (es principalmente la modificación de la Ley de Mercado de Capitales) se incorpora la figura de los «agentes administradores de inversiones». Estos se definen como aquellos que presten servicios habituales de asesoramiento financiero y administración de inversiones autorizados por la Comisión Nacional de Valores (CNV). En verdad, esta normativa intenta blanquear en nuestro país la actividad de «banca privada», mejor definida como «banca en secreto». Sabemos cuáles son los principales objetivos, aquí y en todo el mundo, de la banca en secreto: facilitar la inversión financiera del dinero «en negro», ya sea proveniente de la evasión fiscal u otros delitos. Y cobrar suculentas comisiones. La norma acaba de ser votada por el Senado, y si bien establece límites sobre estas actividades, son de difícil control. No es un dato menor que las operaciones de banca privada ya se realizaban en el país a pesar de que estaban prohibidas: ahora que están permitidas pareciera que tendrán mayor difusión. Acero y caramelos «Da lo mismo producir acero que caramelos», sostuvo el Secretario de Comercio de Martínez de Hoz. Una frase que superó el momento histórico en la cual se produjo y quedó como un potente resumen de las políticas de liberalización y desregulación. El tema ahora es que Donald Trump decidió suspender por el momento la aplicación de los aranceles de importación del 25% al acero y del 10% al aluminio, a Argentina, Brasil y la Unión Europea, entre otros, centrando sus medidas proteccionistas en China. El gobierno argentino solicitó esta exclusión, pero, ¿puede decirse que tuvo éxito?. Veamos. En los considerandos de la medida de excepción de Trump se menciona: «Estados Unidos tiene una importante relación de seguridad con Argentina, que incluye el compromiso compartido de apoyar mutuamente temas de seguridad nacional en Latinoamérica, particularmente la amenaza por la inestabilidad en Venezuela; nuestro compromiso compartido de afrontar los excesos globales de capacidad de producción de acero; la inversión recíproca en nuestras respectivas bases industriales y la fuerte integración económica entre nuestros países» (Clarín, 23.03.18). En la entrevista ya citada, Macri expresó respecto a la herencia recibida: «si no hacíamos nada nuestro destino era Venezuela». Se puede observar entonces cómo van ensamblando las piezas del rompecabezas político que está llevando a cabo el gobierno y su vinculación con la estrategia estadounidense. Además, ¿qué implica esa «importante relación de seguridad con Argentina»? ¿Hasta dónde se ve comprometida nuestra soberanía? ¿Cómo impactará esto en la vida diaria de la población? Conociendo la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Argentina, las respuestas a estos interrogantes surgen más fácilmente: estas relaciones casi siempre han favorecido los intereses del gigante del Norte. Y, luego de estos pedidos y lazos fortalecidos, y de quedar firme la excepción, Argentina volvería a la situación previa, aunque en un mercado del acero más enrarecido y probablemente con precios más altos. No parece gran ganancia. En este contexto, la Cámara Argentina del Acero (CAA) agradeció la gestión del gobierno. Su consejo directivo está integrado por tres representantes de Ternium Siderar, dos de Tenaris Siderca (ambas pertenecientes a Techint) y dos de Acindar (perteneciente a la mayor compañía siderúrgica mundial, Arcelor Mittal), llamativamente, todas con sede en Luxemburgo. La CAA informó el 5 de marzo: «gambeta de Techint en

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El desbande

Fuente: Néstor Espósito | TiempoAR Fecha: 24 de MAR 2018 La sensación general es de «desbande». El diccionario de la Real Academia Española define el término como «desparramarse, huir en desorden» pero también «apartarse de la compañía de otros». Desde hace algunas semanas, la aparentemente sólida relación que había construido el gobierno con el Poder Judicial pareció comenzar a crujir. La Corte Suprema (al menos dos de sus miembros tienen pavimentada una avenida de ida hacia la Casa de Gobierno) busca una nueva independencia. La expresión gestual de Ricardo Lorenzetti el día que Mauricio Macri abrió las sesiones del Congreso no era la misma que cuando el líder del PRO asumió como jefe del Estado. Desde el propio seno de los jueces surgieron propuestas para reformar la Justicia que sostienen, básicamente, que la responsabilidad por el mal funcionamiento es del poder político. Y, como respuesta símbolo, descartan modificar las ferias judiciales y extender los horarios de atención al público (dos reclamos del presidente) a menos que haya un aumento de salarios del 30% por esas dos horas adicionales. En medio de ese clima pesado, el extitular de la Unidad AMIA, el exsenador radical Mario Cimadevilla (quien abrazó fervorosamente la creación de Cambiemos) denunció penalmente a su jefe hasta hace poco, el ministro de Justicia Germán Garavano, por encubrimiento de dos ex fiscales sospechados, a su vez, de haber encubierto la denominada «pista siria» del atentado contra la AMIA. Lo que hizo Cimadevilla es similar a lo que denunció el fiscal Alberto Nisman contra el anterior gobierno cuatro días antes de morir. De la misma gravedad, aunque sin la tragedia posterior de la muerte.  Hay otra diferencia: por aquella denuncia de Nisman hay gente presa; pero la de Cimadevilla casi no existe en las páginas de los principales medios. El presidente Macri, quien empujó con una presión insoportable la renuncia de la exprocuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, porque era «militante del kirchnerismo», eligió para sucederla a Inés Weinberg de Roca, cuyo perfil y antecedentes la muestran afín al gobierno. En sintonía con estos tiempos, parece necesario recordar que como jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Capital Federal, durante el gobierno local de Macri, firmó un fallo que avaló la facultad de la policía para pedir documentos a transeúntes en lugares públicos como forma de «prevenir delitos», aun cuando no mediare sospecha sobre el interceptado. Un tribunal de segunda instancia había determinado que «la policía no se encuentra autorizada a exigir la exhibición de documentación si no cuenta con un motivo válido para hacerlo». Weinberg hizo trizas ese criterio. «La policía tiene entre sus funciones la de prevenir delitos», dijo, e incluyó en esa figura a toda actividad de observación y seguridad destinada a impedir la comisión de actos punibles”. ¿Sostendrá Macri a Weinberg contra viento y marea? Por lo pronto, ya lo hizo para instalarla como jueza de la Corte porteña, pese a que uno de sus aliados, de la UCR y exprocurador del Tesoro, Ernesto Marcer, la cuestionó por «incompatibilidad en sus funciones», «omisiones» en relación con sus remuneraciones informadas cuando fue jueza en un tribunal en la ONU y  «sospechas con la designación en el poder de amigos y parientes». A ello se sumaron la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el exlegislador porteño por Proyecto Sur Rafael Gentilli. Macri fue paciente, y cuando tuvo asegurados los votos en la Legislatura consiguió que aprobaran el pliego. Weinberg también podría resultar funcional para otro debate que se viene: el aborto. Como camarista en lo Contencioso Administrativo y Tributario, firmó en 2012 un fallo en el que sostenía que no es necesaria la intervención de un juez para autorizar esa práctica cuando está permitida por excepción en el Código Penal.Defendiendo el artículo 86, sostuvo que la interrupción artificial del estado de gravidez «por un médico y con el consentimiento de la mujer encinta», no es punible «si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre». El presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, Jorge Rizzo, sostiene que Weinberg no está en condiciones de ser procuradora y especula con que podría tratarse de un globo de ensayo para finalmente nombrar al fiscal ante la Cámara de Casación Raúl Plee, quien aparece hoy relegado en esa carrera. No es el único herido. Un allegado al fiscal federal Guillermo Marijuan, quien aspiraba también al cargo, contó que en un diálogo con el Presidente, Macri le habría dicho que su momento como procurador podía ser tal vez en un segundo mandato, a lo que Marijuan replicó que entendía que su momento era ahora porque en el futuro, «con las cosas que están pasando, no sé si van a querer que sea el procurador».

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Toda la vida en una orilla

Fuente: Carlos Zelarayán | Revista Zoom Fecha: 23 de MAR 2018 Orillero Murió René Houseman, uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol argentino. Se había iniciado en Defensores de Belgrano. Y con apenas 20 años se erigió como figura del Huracán de Menotti, un equipo que gañó el Metropolitano de 1973, y quedó en el recuerdo por la belleza de su juego. Fue Campeón del Mundo con Argentina. El periodismo deportivo lo despide con un pesado gramo de cinismo. Recogen momentos que no entienden, transcriben un anecdotario que parece menos justo que pintoresco: el de un personaje entrañable, hecho de una marginalidad simpática, un duende de la infancia, el pícaro del grado, un animador de fiestas. Se lee como al pasar algo de la Villa del Bajo Belgrano, la indignidad de tener que ir a pedirle a la Asociación del Fútbol Argentino que contribuya con el tratamiento para darle batalla a una enfermedad impiadosa. Las escapadas de la concentración para ir a jugar picados de infarto. Olvidan aquellos años, el clima de época, los modos verdaderos en que la vida se cifraba en aquellos días hechos de sueños y de dientes apretados, de compromiso social y político. Ignoran la naturaleza invencible de las alianzas que se tejían en las orillas de un mundo que amenazaba con el terror. El 11 marzo de 1973, el general Alejandro Lanusse convocaba a elecciones luego de ocho años sin democracia y dieciocho de peronismo proscripto. Apenas dos días antes, seis jugadores de Huracán (Brindisi, Babington, Houseman, Russo, Alfio Basile y Jorge Carrascosa) y el DT Menotti firmaban una solicitada que pedía “un deporte para el pueblo” y apoyaba “el retorno incondicional del general Perón. Liberación o dependencia. Cámpora al gobierno, Perón al poder”. “Era como el equipo de la JP”, dijo alguna vez el historiador Felipe Pigna. En la Mirabé se veían remeras de la Juventud Peronista. Houseman —Quenó, Hueso, el Loco—participaba en el Movimiento Villero Peronista (que integraba la tendencia revolucionaria). Jugaba en la Villa del Bajo Belgrano, de donde surgió, y de donde no se fue jamás. En aquellos años, la hinchada del globo llevaba una bandera inmensa que decía “Far y Montoneros son nuestros compañeros”. “Si yo fuera millonario, me compraría una villa”, dijo René. La villa como lugar en el mundo, el de los potreros. La villa de los laburantes, de los pibes que sueñan, la de las madres y los padres que cuerpean el hambre, el abandono, el miedo; con una esperanza que se cose con hilachas. Ahí se forjó su temple. Ahí latía el corazón del fútbol argentino. Esos latidos, en aquellos años, se escuchaban en la tribuna, amplificados, y se jugaban en la cancha, en un fútbol de fiesta porque celebraba la lucha por un futuro para todxs, con la belleza como arma. “Saaaale el sol, el sol sale para el Globo, sale el sol para el Globo”, cantaban los hinchas. Un fútbol “nacional y popular”, con uno de sus ídolos (Brindisi) condecorado por Perón por su decisión de rechazar ofertas del exterior y seguir en el país y en la selección. Ese Huracán —escribió el sociólogo Roberto Di Giano— alimentó el imaginario de “una primavera futbolística y social”. Cinco jugadores en ataque. Achique, toques verticales, diagonales, goles. Huracán empezó aquel campeonato con seis victorias al hilo: 6-1 a Argentinos, 2-0 a Newell’s, 5-2 a Atlanta, 3-1 a Colón, 5-0 a Racing y 1-0 a Vélez. La primera rueda fue de 46 goles en 16 partidos. La sinfonía total fue en la décima fecha: 5-0 en Rosario a un Central poderoso. “Pocas veces he visto una superioridad tal de un conjunto sobre otro”, escribió tiempo después el Negro Fontanarrosa. “La hinchada de Central, que no es complaciente, tras el último gol de Houseman, se puso de pie, y, simplemente, aplaudió”. Apenas cobró su primer sueldo en Huracán, René lo repartió entre sus amigos de la Villa. “¿Cómo no lo iba a hacer? Si ellos me dieron un plato de comida cuando yo no tenía ni para un vaso de leche”, se justificó. Osvaldo Pepe había escrito por aquella época “Houseman se hizo jugador en una villa. Alma de villero al fin, se negó a dejarla cuando era campeón del mundo, figura en Huracán y cuando los doctores en moral le sugerían que los índices del progreso se miden por pertenencias materiales. Nunca le perdonaron su fidelidad al destino villero, su compromiso —consciente o inconsciente, espléndido en los dos casos— con los afectos cotidianos y su desapego a la acumulación en una sociedad que castiga y penaliza cualquier esfuerzo desprovisto de sentido productivo”. Ahora se murió René. En la orilla. Donde vivió. Donde soñó. Donde jugó y nos hizo jugar y soñar a todos. El loco. El Hueso. René. El fútbol. Algo de mí se muere con él. Algo muy querido, que yo seguía abrigando en el rincón más tibio de mi corazón. Me dormí mil veces jugando como él, en los potreros del sueño, allí donde hacemos el gol de nuestras vidas y nos abrazamos con los compañeros más queridos. El gol con el que queríamos hinchar el pecho de los viejos. Sacarlos del pozo en el que se mordían los labios porque no podían darnos lo que ellos querían, porque la cosa venía torcida y feroz. El gol que nos diga que esta vida (todavía) vale la pena. Se murió René y ahora soy yo menos él. Y lo que se lleva es toda mi infancia. Todos los sueños que me hizo soñar: el mundo todo en una pelota. Se murió René y el alambrado del Ducó se estremece de un frío que hiela el alma. Se murió René. Y el fútbol cruje fiero, porque su Hueso más sólido ya no está más para sostenerlo. René vivió, jugó, soñó, luchó toda la vida en una orilla. Orillero, Hueso, Quenó, Loco: gracias por todo.

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24 de marzo de 1976

Fuente: Jorge Alemán | La Tecla Eñe Fecha: 23 de MAR 2018 Cuando ya anochecía en Buenos Aires la ciudad se había transformado en una cacería llevada a cabo por las fuerzas armadas. Se disipaba definitivamente la vana esperanza que algún sector bienpensante había elucubrado: el golpe iba a aminorar la ferocidad asesina de la Triple A de López Rega bajo el gobierno de Isabel. Por el contrario se confirmaba que la Triple A era la primera parte del ensayo de un genocidio planificado. Por razones inefables un compañero, Rodolfo Ladaga, y yo, atravesamos la ciudad hasta llegar a un café que frecuentaba mi Padre. Aún no sé qué buscábamos. De un modo lacónico mi Padre dijo con amargura “habrá que irse”. En nuestro caso ya no quedaba nada en pié, todos nuestros espacios estaban intervenidos. Recuerdo que cuando volví en Democracia, mi amigo Federico Caretti me pidió que conversara con su madre, quién padecía un “trastorno” por su senilidad. Fui a su casa y me argumentó obstinadamente que esa no era su casa, ni su calle, ni la iglesia de enfrente era la iglesia de enfrente. ¿Esta calle no es Marcelo T? pregunté amistosamente. Se parece, me dijo pero no es Marcelo T. La madre de mi amigo había perdido a su hijo, dirigente de la UES asesinado por las FFAA, y otro hijo se había muerto en el exilio. Los neurólogos llaman a este estado “síndrome de Capgras”. Sin embargo, cuando me retiré de la conversación tuve la certeza de que en su locura “senil” se alojaba la mejor descripción de lo sucedido. Así se lo comenté a mi amigo: Buenos Aires no está bombardeado, no hay cráteres, el obelisco sigue en su sitio etc., pero aquí hay algo que ha quedado dislocado para siempre y ninguna de nuestras calles ni nosotros ya seremos quienes creíamos ser. Un terremoto de gran magnitud pero invisible había tenido lugar, tal como lo dice Fabiana Rousseaux, un silencio agudo y eterno había penetrado las cosas en su ser íntimo. Pero la historia es el lugar donde lo reprimido retorna. Nadie festeja el día del alzamiento nacional franquista, salvo un  reducido grupo de ultraderechistas nostálgicos Ahora todo el mundo fue demócrata en España. En cambio en Argentina se fue imprevistamente construyendo un fenómeno político excepcional, incomparable, seguramente único en el mundo. Gracias a las Madres, Abuelas, Hijos, movimientos de derechos humanos y movimientos sociales, el 24 de marzo se resignificó en un acto colectivo de memoria militante. En este punto no se puede ignorar el papel de quienes gobernaban el Estado. Como si un performativo colectivo hubiera transformado una afrenta absoluta a la condición humana en un día de conmemoración militante que viene a mostrarnos que “no Todo” es matable. El 24 no es la resurrección pero si la mostración en acto de lo que no termina de morir nunca. La huella de lo que nunca termina de morir, lo que no puede ser asesinado del todo está siempre presente en el núcleo de cualquier proyecto emancipatorio. Por eso este acto, este día, es el que supervisa en última instancia a todo el proyecto político, el actual y lo que vendrá  también. El homenaje del 24 no celebra nada ni borra el insulto a la Humanidad que se perpetró. Pero rememora lo que ahora y siempre nos interpela, el deseo, “que hace que la vida no tenga sentido si produce un cobarde”.   * Profesor honorario de la UBA, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina). Poeta.

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