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Fuente: Horacio Verbitsky | El cohete a la luna Fecha: 23 de SEPT 2018 Cuando Maurizio Macrì pisa el umbral del último año de su mandato, los aprontes para la sucesión, tanto en la Alianza Cambiemos como en los peronismos, coinciden con el debate de las distintas posiciones ante el proyecto de presupuesto elaborado bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional y con las cambiantes tácticas oficiales para contener la disparada del dólar. El vocero del Fondo, Gerry Rice, dijo que ese presupuesto es “una parte fundamental del plan de las autoridades para fortalecer la economía argentina y dar confianza”.  Extraoficialmente el gobierno hizo trascender que además de adelantar los desembolsos previstos en el acuerdo de mayo, el FMI ampliaría el préstamo a 65 o 70.000 millones de dólares y esto bastó para que el dólar se tomara un respiro. El acuerdo se anunciaría el lunes 24, cuando Lagarde reciba a Macrì en Washington. La tradición nacional Incrementar entre el 30 y el 40% los ya insólitos 50.000 millones del FMI es una desmesura que recuerda la admiración con que hace 130 años la revista británica The Banker sostuvo en su artículo Gaucho Bankingque “en materia monetaria, la imaginación de los argentinos no tiene límites”. Un cuarto de siglo más tarde, el viajero francés Jules Huret escribió sus impresiones sobre el país: “Hay una elite de hombres, entre el Jockey Club y el Club del Progreso, entre Florida y la Plaza de Mayo, que irradia hacia todos los centros de la actividad nacional. Tiene los ojos puestos sobre las buenas oportunidades de compra y venta de tierras, los datos confidenciales de la Bolsa y los precios que le llegan. Conoce las grandes empresas que se van a crear, las concesiones forestales que restan por otorgar, los proyectos de construcciones de fábricas, de molinos, los ingenios, las concesiones de ferrocarriles, de puertos, los contratos proyectados para proveer maquinarias y herramientas, las grandes obras públicas a emprender. Esta élite sabe todo esto y cuenta con los medios más seguros —y a veces los más oscuros y torcidos— para adelantarse a los competidores, bajo el ojo vigilante del capitalismo inglés y del capitalismo belga”. En 1911, cuando Huret firmó estas observaciones, el primer Macrì no había llegado a la Argentina, donde se casó con la heredera de una de las mayores familias terratenientes, ni habían nacido los primos Toto y Nicky, todos ellos entusiastas cultores de la tradición nacional. La ampliación a 65 o 70.000 millones de dólares surgió durante las negociaciones del ministro Nicolás Dujovne con la madame del FMI, Christine Lagarde. La solicitud inicial del gobierno fue que se adelantaran los desembolsos previstos en el acuerdo stand-by para 2019 y 2020. La objeción obvia fue que quien sucediera a Maurizio Macrì encontraría secas las pilas de todos los timbres financieros por apretar. Esto es grave, dado que nadie cree que en medio de una profunda y duradera recesión la inversión privada pueda entibiar la era del hielo económico. Así se realizara el 100% de las obras viales licitadas con el régimen de participación público-privada (PPP), sería apenas una gota en el terreno reseco por el derrumbe del consumo privado, cuya incidencia en el PIB es del 75% contra menos del 20% de la inversión. El tercer componente de la demanda agregada es el saldo comercial. La proyección de crecimiento en el presupuesto es inverosímil, dada la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el proteccionismo generalizado y la caída de los precios de los productos que exporta la Argentina. De hecho, lo que sigue creciendo es el monto de las importaciones. La única verdad es la economía real El presupuesto merece un análisis detallado, que se realiza en otras notas de esta edición. Aquí basta con señalar esas inconsistencias. Suponer que dentro de 15 meses se podrá comprar un dólar por los mismos 40 pesos que la última semana, cuando la inflación prevista para este año se acerca al 50% y para el próximo oscila entre el 20 y el 30%, es un prodigio de imaginación de cuyo cumplimiento los técnicos del FMI no pueden tener ninguna expectativa de cumplimiento. Si simularan lo contrario (y hasta ahora no hay más que expresiones genéricas de buena voluntad y versiones sin fuente responsable) habría que buscar en otro lado las razones. Por vía de hipótesis: en noviembre sesionará en Buenos Aires la cumbre presidencial del G20 y hasta entonces el sistema financiero global hará todo lo necesario para sostener al actual gobierno argentino, porque cualquier cambio en menos de dos meses sería una complicación que las potencias mundiales prefieren ahorrarse; la burocracia del Fondo ató su suerte a la de Macrì, de modo que un nuevo default daría lugar a una purga implacable; cada dólar que ingresa al barril sin fondo del Tesoro y el Banco Central sirve para proveer la materia prima indispensable para la fuga, que es una pieza central del régimen de valorización financiera del capital que reapareció en 2015. el gobierno estadounidense está aprovechando la permeabilidad del argentino para avanzar temas centrales de su agenda, como el control de la producción de petróleo y gas no convencionales y de la presencia china en la región; la militarización de las fronteras con el pretexto del narcotráfico y la criminalización de la protesta social alegando que se utilizan métodos terroristas. El horrible proyecto de ley antiterrorista de Macrì fue inspirado por los amigos norteamericanos. En los últimos meses han pasado por Buenos Aires tres oficiales superiores de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos: el secretario de Defensa, general James Mattis; el jefe del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Mark Milley. más recursos implica lubricar la bicicleta financiera (su nombre más elegante es carry trade), con nuevos productos surgidos de la imaginación sin límites que asombraba a la revista de los banqueros ingleses en 1888. Después de las LEBACs y las LETES ahora es el turno de las LECAPs, Letras del Tesoro Capitalizables que ofrecen ganancias suculentas a quienes

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País de enemigos

Fuente: Graciana Peñafort | El cohete a la luna Fecha: 23 de SEPT 2018 Una de las partes más tristes de perder a alguien que querés y con quien conviviste, es ese momento espantoso en el cual no tenés más opción que reacomodar y deshacerte de las cosas que dejó ese otro tan querido como ausente. Nunca estás más solo que en ese momento en que sos el único que toma decisiones en un espacio que supo ser común. Y que ya no lo es. Cuando abrís un cajón para vaciarlo y todo tiene un olor que reconoces como cotidiano y que sabes va a desaparecer con el correr de los días. Doblar la ropa de otro que ya no va a usar. Seleccionar qué conservar y qué no, entre papeles y objetos que aun guardan el rastro de esas otras manos. El dolor infinito de desarmar lo cotidiano. Recuerdo la última vez que me separé. Recuerdo con especial dolor el momento en que tuve que sacar de la mesa de luz los libros de él, que habían quedado ahí. Fue lo último que hice. Pasé meses sin poder tocar esa mesa de luz ni los libros que ahí estaban. Dormía de espaldas a esa mesa de luz hasta que pude hacerlo. Y cuando conseguí juntar fuerzas, valor y resignación y sacar esos libros, lloré desconsoladamente durante horas. Y yo era afortunada. Solo era una separación. Sabía —y sé— que sólo se trataba de un desarmar un mundo de dos que se había acabado. Pero que en el mundo aun estábamos los dos, intentando volver a ser felices. Cada uno por su lado. Me consoló saber que estábamos vivos. Que ese final, por doloroso que fuese, era también un principio. Cuánto más terrible y triste de modo irremediable si hubiese tenido que hacer todo esto en el contexto de una muerte. Yo no sé si CFK es una sentimental. Pero el fin de semana pasado me acordé del dolor de sacar los libros de la mesa de luz, cuando ella mostró lo que Bonadío había hecho en su casa de Calafate. Porque recordé que en esa casa es donde Néstor murió. Deseo fuertemente que CFK no haya tenido las memorias de su cotidianeidad con Néstor ahí, a merced de Bonadío. O que no le tenga apego a ese tipo de cosas. Que lo que hizo ese juez, por el modo en que lo hizo, sólo haya sido un ultraje a la propiedad y no a la memoria. Esta semana como pocas quedaron de manifiesto las múltiples facetas del Poder Judicial. En Mendoza se dictó sentencia por los delitos de lesa humanidad cometidos contra 86 víctimas de la última dictadura militar. Fue el Tribunal Oral Federal Nº 1. Mientras tanto, la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza tuvo una efímera secretaria, cuya designación fue tan dura y públicamente cuestionada en virtud de carecer de los antecedentes y la experiencia mínimos para ser designada en ese cargo, que finalmente renunció a su sorprendente promoción. Más lejos de las montañas azules con las que crecí y que extraño, la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Py está a punto de recibir a su más flamante miembro. Tampoco concursó para ocupar ese lugar, sino que fue trasladado por el Consejo de la Magistratura. Que en estos días parece más una agencia de turismo interno de jueces que el órgano que constitucionalmente tiene a su cargo seleccionar mediante concursos públicos postulantes a las magistraturas. Y no es que los concursos sean una maravilla, a decir verdad, pero parecen un poquito menos caprichosos que estos traslados a dedo, sin mayores justificativos que la voluntad política de colonizar instancias judiciales. El flamante miembro de la Cámara de Apelaciones de Comodoro Py será uno de los jueces que deberá resolver las apelaciones que como catarata cayeron sobre la resolución del doctor Claudio Bonadío, que ordenó los procesamientos de muchos en la causa de la fotocopias del cuaderno de Centeno, el chofer con aspiraciones literarias. Las 551 páginas de la resolución de Bonadío son claro ejemplo de dos cosas: de lo mal que funciona una parte de la justicia federal sin controles y sin límites constitucionales y de las muchas veces que escribo Bonadío en esta computadora, tantas que al olvidarme del acento, me aparece el corrector señalándome que está mal escrita la palabra Bonadío. La coincidencia, puedo afirmar, no es casual. Sé que muchos no han podido leer la resolución. Entre otras cosas porque estuvo sólo un breve lapso disponible en la página del Centro de Información Judicial de la Corte Suprema. Señalan los que conocen los pasillos de la Corte que es eso una consecuencia del pequeño golpe de estado que sufrió Lorenzetti y que impactó también en la conducción del CIJ. He sido siempre muy crítica con el funcionamiento del CIJ pero señalo que en cualquier caso, la publicación de las sentencias es un aporte imprescindible al ejercicio del derecho a la información de la sociedad. Prefiero que exista el CIJ a que no exista. Y prefiero que publique las sentencias a que no las publique. La directora del CIJ explicó que son los jueces de primera instancia quienes deciden qué sentencias se publican en la página del CIJ y cuáles no. La breve publicación de la sentencia me hizo sospechar, en un arranque de optimismo carente de fundamento, que Bonadío tuvo un atisbo de vergüenza por lo que había escrito y por eso prefirió que nadie más lo pudiera leer. Sé que no fue así. Bonadío sabe que su sentencia es un verdadero mamarracho y que la única forma de validarla es que las personas no la puedan leer y sólo pueda leer lo que otros dicen de esa sentencia. Va una última reflexión estúpidamente optimista. Bonadío tiene más confianza en los múltiples house organs que en la solidez de sus escritos como juez. Ante esa falta de confianza, la solución del poder fue nombrar jueces de apelaciones que estén dispuestos a olvidar lo que saben

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La figura del arrepentido

Fuente: David Iud* | Revista Convergencia Fecha: 07 SEPT 2018 Cómo funciona en el derecho el “arrepentimiento” de un delito? En estos días en que tanto se habla del asunto, vamos a explicarlo en los términos más simples posibles. La primera “Ley del Arrepentido” (Ley Nº 25.241) que tuvo el país, la sancionó el Congreso el 23/2/2000 “con miras a esclarecer los atentados contra la AMIA y la embajada de Israel”, (diario “La Prensa” 11/9/2000). Fue infructuosa, no se esclarecieron esos atentados. Y escandalosa, aquellos tiempos eran los del “pago” de cuatrocientos mil dólares a Telleldin para que delate a varios policías de la Provincia, después sobreseídos. En la Ley Nº 25.241, solo podían arrepentirse terroristas y traficantes de droga. La Ley 27.304, del 19 de Octubre de 2016, amplió la aplicación a una variedad de delitos, entre ellos, al cohecho contra la administración pública. Si una persona imputada de un delito aporta datos con los que, “contribuye a averiguar el destino de los instrumentos, bienes, efectos, productos o ganancias del delito”, al “arrepentido” se le reduce la escala penal que le corresponde. El “arrepentido” firma un “acuerdo de colaboración” con el Fiscal, que es presentado al Juez para su homologación. El Juez solo puede homologarlo si “el imputado hubiera actuado voluntariamente”. El “arrepentido” es una persona que admite y confiesa haber cometido un delito. Queda procesado y debe recibir condena. Logra, reducción de pena. Es inconstitucional, por los Arts. 18 y 120 de la Constitución El Art. 18 dice que nadie “puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso” Es el “Principio de Legalidad”, complementado por el límite impuesto en el mismo artículo “nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo”. Por eso dice la Ley que el Juez solo puede homologar el acuerdo si “el imputado hubiera actuado voluntariamente”, ya que de lo contrario se violaría la clausula constitucional antes citada. Pero, en la práctica, hay vehementes indicios de que no ha sido así en la causa “cuadernos”. Se ha detenido gente solo porque aparecieron unas fotocopias donde dice que estuvieron involucrados en tal o cual hecho. Sin que se haya encontrado el original. ¿Es voluntaria la declaración de alguien detenido, al que se le dice que lo van a soltar si declara… “tal cosa”? Pero además el Art. 18 tiene “otra cara” y es que debe ser penado quien resulta responsable de un delito en un juicio basado en Ley anterior al hecho del proceso. Y, por el Art. 120, los integrantes del Ministerio Público Fiscal están obligados a perseguir a los autores de los delitos que ellos conozcan. La vigencia del principio de legalidad en la Argentina impide a los fiscales firmar “acuerdos de colaboración” con los acusados. No pueden comprometerse a pedir menos pena de la que la Ley dice que deben pedir. Por supuesto el lector se remitirá a la práctica de los acuerdos entre fiscal e imputado vigente en los Estados Unidos, dramatizada en infinitas series y películas. Lo que ocurre es que el sistema legal norteamericano es completamente distinto al nuestro. La Constitución de los Estados Unidos no contiene el principio de legalidad. Las garantías judiciales y procesales, tienen una expresión distinta de la de nuestra Constitución. Como no existe la cara afirmativa del principio de legalidad, tampoco existe su contracara, la obligación de los fiscales de perseguir todos los delitos de los que tengan conocimiento. Por eso, los fiscales pueden elegir que delitos persiguen y cuáles no, y también, pueden pactar con los imputados reducción de pena a cambio de colaboración. Esta práctica de elegir qué delito perseguir y cual no, o pactar reducciones de pena, se conoce como “Principio de Oportunidad”. El Principio de Oportunidad es opuesto al principio de legalidad. Pero eso la Ley, al instalar en nuestro sistema el “Principio de Oportunidad” viola nuestra Constitución, que establece el Principio de Legalidad. La Ley del Arrepentido, quiebra la congruencia del sistema legal, rompe su lógica. Pero no es todo, en materia constitucional. El caso “cuadernos” nos ha mostrado a un Fiscal y un Juez asociados en conseguir el mismo objetivo, el “arrepentimiento” de la mayor cantidad posible de empresarios –incluyendo a un par de ex funcionarios del Estado-, con el manifiesto objetivo de incriminar a una persona, la ex presidenta de la Nación. Esto, produce otra violación a la Constitución. Existen en el universo del derecho penal comparado dos grandes grupos que corresponden uno al sistema penal “inquisitivo” y otro, el del sistema penal “acusatorio”. En el sistema inquisitivo (llamado así por su remoto origen en las prácticas de la inquisición española), que fue nuestro sistema hasta la Constitución de 1994, no hay separación neta entre las funciones del Juez y el Fiscal, y por lo tanto, el Juez no es imparcial, sino que se confunde con la acusación. Pero, en la Reforma Constitucional de 1994, se incorpora el Art. 120 que establece la independencia del Ministerio Publico Fiscal como “órgano extra poder” (se entiende extra poder judicial). Pasamos al sistema “acusatorio” El Fiscal y el Juez deben actuar en forma independiente, con funciones distintas. El Fiscal tiene el deber de acusar ante cada delito que sea de su conocimiento. El Juez, debe juzgar de manera imparcial. No puede acusar, debe juzgar, es otra cosa. Sin embargo, el asunto “cuadernos” nos está mostrando a un Fiscal coligado con un Juez. Se ha instalado en la opinión pública nacional, a través de los medios, una interpretación viciosa de la “Ley del Arrepentido” Se naturaliza que el Juez “está para perseguir al delincuente” aún antes de que haya sentencia que establezca como conclusión razonada del derecho que el imputado tiene responsabilidad penal. Estas violaciones constitucionales transforman en nulo todo lo actuado en este sonado caso. Finalmente, es interesante observar que, según la Ley, no solo aplica “el arrepentido” a los casos de cohecho. También aplica al prevaricato, al contrabando, y a los “funcionarios de instituciones financieras” (el BCRA es una institución financiera) “que

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Cambiemos: negar y rezar

Fuente: Ricardo Aronskind | El cohete a la luna Fecha: 9 de SEPT 2018 Antes del descalabro de abril y mayo, el cálculo económico-electoral de Cambiemos incluía la perspectiva de una contracción económica en la segunda mitad del año, que se superaría en los primeros meses de 2019, para ir ganando consistencia y acrecentar la fuerza electoral a medida que se acercaran las elecciones de octubre. El dibujito de la trayectoria económica prevista para este año tenía la forma de una curva descendente, que luego invertía la tendencia y repetía, de alguna forma, el “éxito” de 2017. Pero el descalabro cambiario, reflejo del descalabro de la re-regulación caótica a favor del capital protagonizada por Cambiemos, empezó a modificar el cuadro. El susto del macrismo a partir de la huida del capital especulativo fue tan grande, que corrió a abrazarse a una de las instituciones madre del capitalismo que les gusta, el FMI. Ese organismo, con evidente visto bueno norteamericano, aportó todo lo posible para incrementar los fondos líquidos macristas para sobrellevar la contingencia, pero sin renunciar a su línea previsible e inexorable: el ajuste fiscal. Si algo faltaba para completar el cambio de escenario fue la sumatoria de impericias, confusiones y caos interno que derivaron en el salto del dólar a más de cuarenta pesos, para luego moderarse un poco. Ese desborde de desorganización económica, definitivamente, dejó atrás las moderadas curvas de contracciones y expansiones manejables desde el tablero de medidas que admite el recetario macrista. Explotó el termómetro En un artículo anterior en El Cohete, advertíamos del peligro social que representaba “un dólar a 30”, porque si bien volvía más viable el modelo macrista en materia externa –o en todo caso, demoraba su crisis—, lo hacía muy dañino en lo social y por lo tanto inviable políticamente. Pero el dólar hoy está en 37. Es un número catastrófico en términos de las derivaciones de precios relativos e impacto en tres cuartos de la población argentina. Es mortífero en el contexto regulatorio de este gobierno. Todos los experimentos neoliberales que hemos vivido en nuestro país tienen ciertas características inconfundibles en cuanto a la vivencia social: nos hunden a todos, querámoslo o no, en el más atroz cortoplacismo, dependientes todos de una variable volátil que siempre está al borde de algún precipicio al que estamos permanentemente por caer. Por lo tanto, que el dólar frene de subir, y que se estacione en un nivel grotesco, desproporcionado, parece un alivio. Pero es una catástrofe. El día que arribó a casi 42$, si hubiera un gobierno nacional en Argentina, se debieron haber tomado mínimas medidas de defensa del bienestar básico de las mayorías y del mercado interno: desdolarización inmediata de todas las tarifas públicas, establecimiento de retenciones en serio, capaces de compensar el impacto del delirante aumento de la divisas en los costos de alimentos básicos de la población, y prohibición de indexación automática –y caprichosa— al dólar de los precios finales de los bienes e insumos fundamentales. Nada de eso se hizo, y ahora, con el dólar a 37, a 35, o a 42, vendrá un tremendo golpe adicional inflacionario sobre el grueso de la población argentina. Esto es fundamental: todavía no hemos visto nada, a pesar que ya el deterioro productivo y salarial es palpable. Lo que pasó –el salto del dólar— fue un terremoto en el centro de Pacífico; ahora el tsunami se viene hacia las costas de la sociedad real, que ya está parcialmente inundada. Si se observa bien, el gobierno de Cambiemos ha logrado que el acceso o no al alimento de parte de la población dependa hoy de las timbas diarias en el mercado de cambios, cuyo trasfondo es la fragilidad financiera provocada por la actual gestión. Mayor desaprensión social, imposible. Efecto acumulativo En el mundo de los neoliberales, muchos de los cuales hoy se dicen opositores, es cuestión de jugar con el formato de la curva que mencionábamos al comienzo: un poquito más profunda (habrá más recesión), un poquito más larga (la reactivación comenzará en mayo). Siempre dejando espacio para la esperanza de poder repuntar y llegar victoriosos a derrotar nuevamente al populismo en 2019. Lo que no parecen comprender los analistas de Cambiemos y sus repetidores en todo el sistema de dominación mediático, es que las “cosas que pasaron”, provocadas por ellos mismos, desbarataron todos los planes económico-políticos del neoliberalismo vernáculo. La profundidad de la contracción económica es inconmensurable: el gobierno ha puesto en marcha todos los mecanismos posibles para promover la contracción económica. Caída del salario y del consumo; derrumbe de la inversión privada; reducción del gasto público y de la obra pública. Sólo promesas exportadoras de escasa relevancia en el corto plazo y de casi nulo impacto en la dinamización del mercado interno. Han asumido compromisos internacionales para endurecer aún más las restricciones: todo lo negociado con el FMI, incluido el completamente fantasioso déficit 0 para 2019, apuntan a que no haya prácticamente ninguna política pública impulsora de la demanda. No hay freno para una declinación que ya empezó en mayo pasado. Ignoran que todos los factores contractivos puestos en marcha se potencian mutuamente: la destrucción de ingresos personales y empresariales provocadas por el tarifazo, destruye ventas y puestos de trabajo, que a su vez destruye empleo, consumo e ingresos. Es un proceso acumulativo que no tiene freno en el esquema actual. El gobierno se ha juramentado ante todos los dioses a contribuir en esa dirección. Los derrumbes previsibles no son normales. Por ejemplo hoy, comienzos de septiembre en localidades del interior, ya el 30% de la población no puede afrontar las tarifas energéticas. Hace meses hay sectores poblaciones que piden prestado para pagar tarifas… (¿Cuándo se corta la cadena?). Los créditos UVA se transformaron en trampa mortal para quienes creyeron en la milagrería neoliberal. La morosidad crediticia en general va a espiralizarse, así como las largamente reportadas interrupciones en la cadena de pagos. ¿Cuánto tiempo demorará en que esto afecte la salud de las carteras bancarias? Siguen pensando en un esquema de

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Señales desde la cloaca de los servicios

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 09 de SEPT 2018 La santa triple alianza compuesta por servicios de inteligencia, medios de comunicación hegemónicos y fracciones del poder judicial viene montando recurrentes operaciones dispuestas a ocultar el profundo deterioro económico y social generado por las políticas neoliberales del gobierno macrista. Cuánto más profundo es el deterioro económico y social, más columnas de humo se producen para nublar la catástrofe. Entre los manotazos de ahogado irrumpe, desordenadamente, el hedor de las cloacas más espurias, proveniente de los sótanos del espionaje ilegal, asociados a persistentes vínculos funcionales con magistrados impresentables y con agencias de inteligencia extranjeras. El último 13 de agosto, el abogado Francisco Montanaro, letrado defensor del Auditor General de la Nación Javier Fernández, recusó al juez Claudio Bonadío bajo la imputación de ser parcial y de pretender confundir a su cliente con Antonio Horacio Stiuso, alias Jaime. La imputación contra el integrante de la Auditoria se fundamentó en el testimonio del ex juez Norberto Oyarbide, quien sugirió que Stiuso y Javier Fernández le habían exigido que acelere un fallo. La recusación de Montanaro fue rechazada por la Cámara, pero promueve una línea de interrogantes sobre el rol autónomo de los servicios de inteligencia y el entramado orientado a extorsionar al sistema judicial en su conjunto para proscribir (y/o encarcelar) a Cristina Fernández de Kirchner y –con ella— a la referente política de un porcentaje creciente de la sociedad argentina. En el escrito presentado por Montanaro se atribuye a Bonadío –a partir de las fotocopias de los (supuestos) cuadernos del suboficial del ejército Oscar Centeno— haber confundido de ex profeso a Fernández y Stiuso. En las reproducciones publicadas por el diario La Nación aparece una anotación marginal en la que se consigna: “19/10/15. 19.50 hs. lo llevé al Licenciado Baratta y Nelson a Andonaegui 2148, decían que tenían que ver a ´J´ de Javier de inteligencia me parece”. Según Montanaro, el juez Bonadío eludió esas dos relevantes líneas con el objeto de brindarle una cobertura (y salvoconducto) a quien hoy es su aliado en la guerra contra el kirchnerismo: “Entonces recién este profesional –refiere Montanaro— pudo correr el velo de la trama y deducir que la anotación del día 19 de octubre de 2015 inicialmente contenida en las actas indagatorias precedentes y omitida en la que le fuera aplicada a mi asistido, tenía que ver con la presencia de J, resultando de público y notorio en el ámbito judicial y político que J, no es otra persona que “JAIME, nombre de guerra del Agente de Inteligencia y Director de Operaciones de la SIDE, ANTONIO STIUSO.” Otro de los datos aportados por Montanaro remite a que el domicilio de Javier Fernández coincide con la dirección de oficinas cuya titularidad pertenecía al grupo Veintitrés, del cual formaban parte Sergio Szpolski, Darío Richarte y Juan José Gallea. Este último, también con iniciales “J”, fue director de finanzas de la SIDE en época de la primera Alianza, luego gerente financiero del Grupo Veintitrés –del que figuraba Szpolski como titular— y en la actualidad recuperó su anterior puesto de gerente financiero de la AFI, dirigida ahora por Gustavo Arribas y Silvia Madjalani. También, por obra de la más absoluta casualidad, dos de ellos —Richarte y Gallea— fueron socios de varias empresas, entre las que se encontraban Panificadora Balcarce y Magnum Sabores, donde revistió como empleada jerárquica, durante cinco años, la actual esposa de Antonio Horacio Stiuso, María Cecilia Rossero. El escrito de Montanaro asocia la causa de los cuadernos con la intencionalidad de Bonadío de proteger (“desplazar de la escena”) a Stiuso, junto a su entramado político/comercial conformado por el vicepresidente de Boca Juniors (Darío Richarte) adláter del presidente de la comisión directiva, Daniel Angelici, y de Juan José Gallea. Según Montanaro, la protección hacia “Jaime” se encuentra íntimamente ligada al rol cumplido por el ex espía en varias de las operaciones mediáticas acaecidas en los dos últimos años. Por detrás del estrecho desfiladero, entre la prevaricación y la protección de socios, que Bonadío recorre desde hace en su denodado afán por perseguir a CFK y demás funcionarios kirchneristas, se divisa, cada vez con mayor claridad, un entramado de servicios carentes de gloria, de la cual Stiuso parece ser una de las puntas de la madeja.

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¿Fríamente calculado?

Fuente:  Carlos Heller | TiempoAR Fecha: 09 SEPT 2018 Las consultas de los analistas financieros eran apasionadas, y se sucedían día tras día a medida que subía el valor del billete: no se entendían los motivos de la disparada del dólar. «¿Cómo es que las fuertes ventas del Central no llegan a calmar al billete?», se preguntaban. «¿Cómo es que está subiendo la divisa norteamericana con muy poco volumen de transacciones?» Las respuestas eran tan variadas que en realidad no eran respuestas, sino intentos de explicar lo desconocido. Marcelo Bonelli comentó el viernes, que «David Lipton, el vicedirector del Fondo, fue quien monitoreó y autorizó en las últimas jornadas al BCRA a intervenir en el mercado de cambios. Hubo contacto directo con Luis Caputo». También aclara: «Es confidencial, pero se conoce que los funcionarios de Washington alentaban –en las últimas dos semanas– la suba de la cotización» (Clarín, 17.09.18). Hace tiempo que vengo sosteniendo que el gobierno nacional se siente cómodo con el aumento del dólar, porque le soluciona varios frentes: reduce las salidas de divisas por turismo, achica el saldo de las Lebac en dólares (hoy alcanzan a los U$S 16 mil millones, cuando en abril de este año llegaban a los U$S 68 mil millones). Pero, por sobre todo, achica el salario en dólares, uno de los principales objetivos del gobierno, para «mejorar la competitividad» y lograr la «llegada de inversiones directas». Los datos «revelados» por Bonelli llevan a pensar que la «tormenta de frente» venía desde el FMI y del propio gobierno argentino, que comulga con las ideas del primero, con el objetivo de depreciar la moneda argentina y adjudicar dicha conducta a los siempre esquivos «mercados», a la situación internacional y hasta a los «cuadernos», que vienen sirviendo para múltiples justificativos por parte del oficialismo. Siguiendo con los dichos de los personajes de Chespirito, o «estaba todo fríamente calculado» o fue «sin querer queriendo». Lo cierto es que se instaló una fortísima devaluación en la economía argentina con un efecto sin atenuantes sobre el poder de consumo de la población. Un ejemplo: ante una cosecha de trigo que se estima récord, el precio de la bolsa de harina de 50 kg pasó de $ 250 en febrero a unos $ 750 en junio y actualmente se está cotizando entre los $ 1000 a $ 1200 (como en otros productos, hay una gran anarquía en los precios). Esto llevaría al kilo de pan a un precio de entre $ 80 y $ 90. Para Kantar Worldpanel, en la segunda mitad de 2018 el consumo masivo vivirá una de sus peores caídas históricas, con una baja de casi 5% en el volumen de ventas de artículos de la canasta básica: alimentos, bebidas, tocador y limpieza. Una cruel cara del ajuste. Días difíciles La diputada Elisa Carrió sostuvo que se vienen seis meses donde los argentinos vivirán «los días más terribles» de la historia y a partir de julio de 2019 comenzarán a verse los resultados del programa de ajuste impulsado por el gobierno nacional. Para Carrió, esos resultados serían positivos («Yo estoy viendo una luz, la salida al final del túnel», expresó), al contrario de lo que esperan muchos analistas. Leyendo entrelíneas a Carrió, pareciera que la estrategia del gobierno es ajustar fuerte desde ahora, incluso más de lo necesario, para luego intentar dar un alivio previo a las elecciones (una mejora que partiría de los muy bajos niveles a los que se llegará) con la intención de evitar la fuga de votos del oficialismo. Los análisis de Moody’s no ven la luz al final del túnel, al menos en el próximo año. «La caída (del PBI) va a ser mucho más fuerte de lo que se dice, creemos será del 3% este año», dijo Gabriel Torres, su gerente en Nueva York. «Si bien no tenemos un modelo, el año próximo va a haber caída. Vas a tener una corriente algo negativa por lo fiscal y las tasas altas que no van a bajar. Lo bueno será la cosecha.» Una caída que, según Torres, podría extenderse a 2020. Recientemente, la BBC entrevistó al Nobel Joseph Stiglitz, quien fue claro al definir las medidas del actual gobierno argentino: «Cuando llegó, (Macri) confió demasiado en la idea de que habría un ingreso de capital de inversión extranjera. Y cometió un gran error al recortar los impuestos a la exportación, que eran una importante fuente de ingresos, al aumentar el déficit, el monto que tenía que tomar prestado, el costo de los alimentos, y reducir los salarios reales de los trabajadores». El Nobel también reflexionó: «Los términos que Macri acordó con los ‘buitres’, el enorme obsequio después de que Argentina sacrificó tanto, creo que fue desmesurado y le planteó a Argentina un problema a futuro». El Nobel propuso incluir, en la reestructuración de la deuda, un nuevo reperfilamiento de los vencimientos, en especial de los de corto plazo. Para sostener tal opción, Stiglitz observó que «de lo contrario, los costos que probablemente se impongan a través de la austeridad serían demasiado grandes». El Nobel no evalúa que esta reestructuración excluya a Argentina de los mercados internacionales, y citó que «en el caso de Grecia, han sido (los funcionarios del FMI) los defensores más firmes de la necesidad de reestructuración». Creo que habrá que ver si para el FMI Grecia es igual a Argentina. Al menos, esperemos que los próximos ocho años de nuestro país no se parezcan a los durísimos últimos ocho de Grecia. Es la política En su columna, Bonelli describió la situación: «los banqueros tienen dudas por dos cosas: cómo hará Argentina para cumplir sus pagos en el 2020 y qué continuidad política habrá después de las elecciones». Sostiene que quieren ver un acuerdo de Macri con el peronismo «racional». Y que esa es la condición para que el FMI amplíe el monto del préstamo de U$S 50 mil millones. La aprobación del Presupuesto 2019 es esencial, y ya hay varios gobernadores que estarían dando su aceptación y

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La verdad que hay que ocultar

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 09 SEPT 2018 Durante los años de los gobiernos kirchneristas -particularmente en la última etapa- el plan A de la derecha argentina fue el final catastrófico de la experiencia. Una Argentina en llamas después de años de populismo era una garantía para el futuro, el escarmiento para cualquier nuevo intento por cambiar las reglas de juego de la democracia neoliberal. Y además del escarmiento, el final incendiario crearía las condiciones para reabrir el experimento neocolonial “interrumpido” por la catástrofe de 2001. ¿Quién podría levantar la cabeza en contra de un ajuste salvaje en nombre de una política que defendiera el mercado interno, valorizara el trabajo y protegiera a los más pobres? La escena de estos días es lo más parecido a ese incendio regenerador largamente esperado. La particularidad es que el sueño se hace realidad en medio de la gestión de un elenco de fundamentalistas pro-mercado y que esa realidad es exclusivamente el resultado de las políticas puestas en marcha desde el primer día de gobierno de Macri. Devaluación, desregulación, ganancias adicionales para la cúpula del poder económico, endeudamiento sideral y sin antecedentes, baja de salarios que hacen caer la demanda, apertura a las importaciones que agrede a las pymes, fomento de la timba financiera y la fuga de capitales. De esto se trata. Ahí está la clave de la política de hoy. En el hecho de que la catástrofe es el producto de la política de Macri. Y que esta consiste justamente en la reversión de las políticas populistas del período anterior. El barullo de los gurúes económicos para tratar de demostrar que la causa de todo es la impericia del “equipo económico” muestra cuál es la verdad que hay que ocultar. A salvo Macri –sobre todo si se decide a poner de ministro de Economía (no de Hacienda) a alguien del corazón de la city–; y a salvo el modelo, claro está que depurado de gradualismos insensatos. La retórica del Presidente está en esa misma sintonía. ¿Qué lograron las tormentas, Brasil, Turquía, los cuadernos y otras yerbas? Lograron que a los argentinos no nos quede otro remedio que dejar de gastar como si fuéramos ricos. Profecía autocumplida: los trabajadores terminan advirtiendo que vivieron doce años en una mentira, bajo la forma de un grado modesto pero real del mejoramiento de su calidad de vida. Esto ha quedado demostrado. Lo demostró Macri con su política. Entonces la propuesta es: ahora sí. Ahora empieza realmente el ajuste, la vuelta a la realidad que pone a cada uno en su lugar. Y por eso tenemos que pasar por la recesión, la inflación descontrolada, el aumento de la pobreza, la desocupación y sus secuelas sociales, culturales y espirituales. Toda la retórica gira entonces en torno de esta monumental mentira, la de ocultar que lo que vivimos es el resultado lógico y esperable de la política de este gobierno. Y reemplazar esa verdad evidente a imprecisas y vagas alusiones a los “últimos setenta años” o a la corrupción del gobierno anterior, puesta en escena con el espectáculo fantástico de un poder judicial desquiciado. Sobre el país se descargan dos plagas que interactúan entre sí: la brutal agresión económica y social contra la gran mayoría de la población y la psicopática manipulación informativa desatada por opinólogos de todo género, a través de la cadena nacional de los oligopolios mediáticos. Todo consiste en borrar la verdad e instalar la mentira, disfrazada de opinión independiente. La distancia entre el país real y el país virtual va superando todos los límites. Y los tonos discursivos que va adquiriendo están en el límite con lo patético. Con tono épico nos anuncia el presidente que ha llegado la hora de la verdad. Y la verdad consiste en que hay que aprender a vivir con menos recursos. Se le podría preguntar al presidente –o a cualquiera de sus ministros, de sus periodistas, de sus analistas– ¿por qué? ¿Hay que aprender a vivir con menos recursos que los que teníamos antes de que este gobierno asumiera y el gobierno no tiene ninguna responsabilidad en esto? Lo absurdo de la escena no sería de todos modos tan grave como el daño político que está en condiciones de provocar. Muchísimos argentinos y argentinas viven en medio de una gran incertidumbre que día a día va virando hacia la angustia y la bronca. La sensación masiva de haber sido víctimas de un fraude político colosal no está tan lejana. El problema principal es cómo reacciona la política institucional frente a este estado de ánimo popular. El ministerio de Seguridad acaba de dar la clave de la interpretación oficial: detrás de cada conflicto social hay un conocido referente kirchnerista. Más pluralista, el ministro de Educación había denunciado una “campaña de desinformación impulsada por los kirchnero-trotskistas” detrás de la movilización en defensa de las universidades. Es decir la hoja de ruta del gobierno va en la dirección de la violencia, como lo demuestran además las declaraciones de algunas terceras líneas del macrismo a propósito de la muerte de un chico de 13 años en medio de una protesta popular. A partir de ahora hay argentinos y argentinas de bien, dispuestos a aceptar el ajuste que nos merecemos por derrochones, por un lado, y los promotores de la violencia social por otro. La política institucional tendrá un desafío muy bravo en la discusión parlamentaria del presupuesto. Como el título de esta discusión es “déficit cero” es aconsejable rastrear en la web este concepto. Así nos encontraremos en una épica exactamente igual en los discursos de De la Rúa y Cavallo unos pocos meses antes del derrumbe más absoluto de nuestra historia. Ningún parlamentario puede ignorar qué significa realmente “déficit cero”. Aquellos que lo convaliden con su voto saben a qué consecuencias habrán de enfrentarse. En algunos casos tendrán que resolver si suman este voto a otros que permitieron el endeudamiento salvaje, el bloqueo de la ley de democratización de los medios y el avance sobre un amplio abanico de

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«Las medidas de austeridad ralentizarán la economía e impondrán un alto costo en la gente»

Fuente: Gerardo Lissardy | BBC News Mundo Fecha: 06 de SEPT 2018 El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz lanza un consejo para el presidente argentino, Mauricio Macri: debería pensar en reestructurar la deuda del país. «Si eso excluye a Argentina de los mercados internacionales, que probablemente no lo hará, puede que no sea tan malo», sostiene el estadounidense Stiglitz en entrevista con BBC Mundo. Argentina vive una nueva crisis económica con una gran devaluación del peso y una subida de las tasas de interés al 60%, la más alta del mundo. El país teme que aumente la inflación, la incertidumbre y sobrevuela de nuevo el fantasma del default o cesación de pagos. Macri ha recurrido a la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero de momento no ha insuflado confianza en la economía. A juicio de Stiglitz, quien fuera economista jefe del Banco Mundial, los errores del pasado de Macri limitan su margen de acción y los costos de las medidas de austeridad que busca imponer podrían ser demasiado grandes sin un reperfilamiento o hasta una posible quita en la deuda. «Este es un problema particular para Argentina, pero una gran crisis para Argentina podría claramente afectar a los otros países (de la región) a través de varios canales», advierte. Lo que sigue es un resumen del diálogo que Stiglitz mantuvo con BBC Mundo tras participar de un evento organizado por la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT) en Nueva York. Usted recomendó en junio (en un artículo junto al economista Martín Guzmán) cambios en la política macroeconómica argentina. ¿Qué piensa sobre las medidas que está aplicando el gobierno? Lo que escribí originalmente es que Macri, cuando llegó, confió demasiado en la idea de que habría un ingreso de capital de inversión extranjera. Y cometió un gran error al recortar los impuestos a la exportación, que eran una importante fuente de ingresos, al aumentar el déficit, el monto que tenía que tomar prestado, el costo de los alimentos, y reducir los salarios reales de los trabajadores. Acabamos de hablar en una conferencia sobre la importancia de la desigualdad, y esa fue una medida que aumentaba la desigualdad porque reduce los impuestos a algunos de los argentinos más ricos y el precio lo pagan algunos de los más pobres. No he seguido todo lo que ha hecho, pero por lo que he visto, ahora subió impuestos a exportaciones como parte de un paquete nuevo. Si lo hubiera hecho originalmente, no estaría en la situación extrema que está ahora. Así que ese es un movimiento en la dirección correcta. Nuestra opinión también era que una parte crítica del error fue el enfoque excesivo en las metas de inflación… Y que se estaba atrayendo más capital especulativo… Exacto. Los tipos de interés excesivamente altos atraen capital que viene por algún tiempo y luego se va. Lo que me preocupa es que una vez que se crea una crisis, como parecen haberlo hecho estas políticas de mala gestión de una forma previsible, el margen de maniobra está muy limitado. Las medidas de austeridad que parece estar imponiendo obviamente ralentizarán la economía e impondrán nuevamente un alto costo en la gente común. Otro instrumento es la reestructuración de la deuda. ¿Usted recomienda eso como una opción? Sí, creo que debes incluir la reestructuración de la deuda. De lo contrario, los costos que probablemente se impongan a través de la austeridad serían demasiado grandes. Hay mucho optimismo irracional, tanto de parte de los prestatarios como de los prestamistas. ¿Sugiere algún tipo específico de reestructuración de deuda? Espero al menos una necesidad, probablemente, de un nuevo reperfilamiento, lo que significa aplazar los pagos inmediatos. Pero sospecho, dada la magnitud de los errores económicos que se han cometido en los últimos años, que tendría que haber una quita en la deuda. ¿De nuevo? De nuevo. Después de la crisis de 2001, hubo una filosofía de que Argentina debería evitar endeudarse mucho en el exterior. Y fue, no quiero decir una bendición, pero no una mala cosa que Argentina haya sido excluida de los mercados internacionales. Fue una especie de disciplina que hizo que Argentina enfrentara las realidades de las restricciones presupuestarias, no necesariamente hechas de la mejor manera, pero al menos evitó una post-crisis. Los términos que Macri acordó con los «buitres», el enorme obsequio después de que Argentina sacrificó tanto, creo que fue desmesurado y le planteó a Argentina un problema a futuro. Y luego los términos en los que pides prestado también son inquietantes. Cualquiera del lado del prestamista debería haber hecho el tipo de análisis que yo y otros hicimos, darse cuenta de que tal vez no era algo bueno. Obtuvieron tasas de interés más altas, una prima de riesgo, y cuando te pagan más por la prima de riesgo tienes que enfrentar el riesgo. Ahora es el momento. Si eso (la reestructuración de la deuda) excluye a Argentina de los mercados internacionales, que probablemente no lo hará, puede que no sea tan malo. ¿Algún consejo a Argentina sobre su negociación con el FMI y qué errores evitar del pasado? Los errores del pasado fueron una austeridad excesiva, la pérdida de autonomía económica nacional… Hay una enorme lista de condiciones que eran inapropiadas para un país en particular. La buena noticia es que en algunas negociaciones recientes han sido más flexibles. En el caso de Grecia, han sido los defensores más firmes de la necesidad de reestructuración. Entonces uno tendrá que ver cuáles son las demandas particulares que impone el FMI. ¿Hay posibilidades de un efecto contagio para el resto de la región, en América Latina? ¿O este es un problema particular de Argentina? Este es un problema particular para Argentina, pero una gran crisis para Argentina podría claramente afectar a los otros países a través de varios canales. Y particularmente en este momento concreto porque los países de todo el mundo con grandes déficits de cuenta corriente, como Turquía, o grandes déficits presupuestarios enfrentan problemas. Hay varios países, no voy a mencionar

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«En 2000 y en 2001, la Argentina tuvo superávit primario»

Fuente: Enrique de la Calle | Agencia Paco Urondo Fecha: 06 de SEPT 2018 En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, el economista Mariano Kestelboim analizó la situación económica del país. «Este modelo fracasó hace rato. Siempre que se lo quiso aplicar en la Argentina terminó en catástrofe», afirmó. APU: Para romper el hielo: ¿Cree que el dólar finalmente se estabilizó en torno a los 40 pesos?  Mariano Kestelboim: Es apresurado decir eso. Hay una inercia inflacionaria muy importante que se aceleró por la disparada del tipo de cambio. Después están los ajustes de los servicios públicos. La única manera que le queda al Gobierno para parar la espiral inflacionaria tiene que ver con anclar el salario, que es lo que ya hizo el macrismo. Por supuesto que no estoy de acuerdo con esa política. Estas bestias anclaron el salario. La otra cosa que deberían hacer tiene que ver con frenar los aumentos tarifarios, pero no hay nada de eso. Las prepagas, los combustibles, el transporte, el gas, la electricidad van a aumentar de acá a fin de año. Por eso va a persistir la dinámica inflacionaria. Estimo una inflación del 45% anual. Ese escenario va a empezar a impactar sobre la competitividad del tipo de cambio. No veo una estabilidad en el valor del dólar. Sí, creo que el salto brusco ya lo dio. APU: El propio Gobierno reconoce que la economía va a caer más del 2% en 2018 y no va a crecer en 2019. Algunos especialistas hablan de números aún peores. Con esas cifras se complica el escenario electoral para el oficialismo. ¿Cuál es la sustentabilidad política del proyecto macrista? MK: En principio, una aclaración. Ese número de caída del 2,4% en 2018 no es un número oficial del Gobierno. Creo que es un borrador que trascendió, pero no sé si el Gobierno quería que se conociera. Más allá de eso, creo que la actividad económica va a caer más de un 2,4% este año. Vamos a una caída muy pronunciada. Creo que al Gobierno no le quedó otra alternativa. Lo otro que le quedaba a Macri era sacar a todos los funcionarios y elegir a otros. APU: ¿Este modelo económico está acabado? MK: El modelo fracasó hace rato, lo vengo diciendo hace un tiempo. Este modelo económico es la tercera vez que se aplica en el país y siempre terminó en catástrofe. El modelo neoliberal en la Argentina no funcionó y todo indica que no va a funcionar de nuevo. Estamos padeciendo la aplicación de ese modelo. APU: El Gobierno pone énfasis en «bajar el déficit a cero» pero se refiere al déficit primario. Porque el déficit total, el que incluye el pago de la deuda externa, está en una situación cada vez peor. Usted suele recordar que durante la fenomenal crisis de 2001, la Argentina tuvo superávit primario (pero un déficit total muy alto). ¿Es así? MK: Es así, esas son las estadísticas públicas. En los 90 no se hacía hincapié en el déficit primario, sino en el total. Cuando se hablaba de déficit fiscal 0, se hablaba del financiero, del que incluye el pago de servicios de la deuda. Así debe ser, además. Hablar de déficit fiscal primario es una novedad de estos tiempos. Existe la variable, pero es una novedad que los funcionarios le den tanta relevancia sin ver qué pasa con el déficit total. En Brasil pasa lo mismo. Cuando hablan de déficit, se refieren al primario. APU: ¿Durante los años 2000 y 2001 el país tuvo superávit primario? MK: Siempre dio positivo. APU: ¿Cuál es la situación del déficit total, en comparación con 2015, cuando asumió Cambiemos? MK: Estamos en el 6% del PBI. En 2015 era de 4,8% del PBI. APU: Con un PBI cayendo, ese número va a tender a crecer… MK: Exacto. APU: Con todos estos números en rojo vuelve una y otra vez el interrogante sobre la sustentabilidad del programa económico de Cambiemos. ¿Está terminado? Ayer, Elisa Carrió decía que se viene un fin de año difícil pero que la economía estará creciendo a mitad del 2019.  MK: No sé. No tiene sustento eso que dice Carrió, no veo por qué la economía va a estar creciendo en 2019. En el mejor de los casos va a haber un estancamiento. En el mejor de los casos. No veo ninguna posibilidad de que crezca.

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