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¿Cómo defendemos las instituciones?

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 07 de OCT 2018 ¿Es antidemocrático expresar el deseo de que se vayan los actuales gobernantes? Cada vez que alguna persona públicamente conocida se pronuncia de ese modo se activa el piloto automático del periodismo monopólico -incluido su segmento más “neutral”- para repudiar esos dichos. La voz de orden es la “defensa de las instituciones”. Hace diez años no era así como pensaba el actual presidente y su partido, cuando la furiosa manipulación política de la tragedia de Cromañón habilitó el juicio político contra Aníbal Ibarra en la ciudad de Buenos Aires y generó las condiciones para el ascenso de Macri al centro de la escena política nacional. La presidencia es, por cierto, una institución de las más importantes de la república pero su duración en el cargo no lo es, en la medida que la Constitución habilita el juicio político en su contra, dadas ciertas premisas y cumplidos ciertos procedimientos. Claro que para la memoria política argentina, la cuestión no es solamente un problema de leyes y de constitución, sino que está atravesada por el mal endémico de la república durante gran parte del siglo anterior. La intervención pretoriana de las fuerzas armadas -casi siempre a nombre de las oligarquías legales y con un sentido de persecución e injusticia- generó una legítima y muy mayoritaria valoración por el cumplimiento del mandato presidencial. Cuando recuperamos el estado de derecho y el voto realmente universal, sin vetos ni proscripciones, el deseo colectivo de que sea el voto popular el que juzgue el desempeño del presidente se convirtió en una de las premisas del buen funcionamiento de las instituciones. Sin embargo, en dos ocasiones desde entonces los presidentes no terminaron su período de gobierno; fue el caso de Alfonsín y de De la Rúa, quienes, en ambos casos rodeados de un clima de crisis general y de desorden social, renunciaron anticipadamente. Un lugar común de la ignorancia disfrazada de análisis político atribuye a la acción de la oposición peronista esas crisis y esas alteraciones de los tiempos institucionales previstos. Claramente no fue la oposición la que en diciembre de 2001 ordenó la cruel represión que terminó con la muerte de decenas de personas en aquellas caóticas jornadas. La duración estricta del mandato del gobierno es un principio que no rige en buena parte de los actuales regímenes democráticos. Una parte importante de ellos son gobernados por regímenes parlamentarios, muy diferentes entre sí pero con el principio común de que el jefe de gobierno no puede mantenerse en su cargo desde el mismo momento en que pierde el apoyo de la mayoría de los parlamentarios. Un debate muy transitado en las últimas décadas -a veces casi excluyente entre politólogos y constitucionalistas-gira en torno de las bondades y de los problemas del presidencialismo y el parlamentarismo. Esta nota no se internará en ese territorio. La mención se limita a quitarle a la duración del mandato la aureola de santidad que lo identifica con el “buen funcionamiento de las instituciones”. ¿Puede hacer lo que quiera un gobierno mientras dura el período previsto para su recambio? ¿Es la duración prevista del mandato un valor superior al “bienestar general”, para mencionar el principio que invoca el preámbulo de nuestra constitución? Claro que, llegados a este punto, aparece el obvio problema de quién puede determinar cuándo se está actuando en la dirección de ese principio o cuándo no. Pero justamente de eso se trata, de la deliberación política. Y no de su reemplazo por candorosas o fraudulentas apelaciones a la defensa de las instituciones como modo de enfrentar fuertes y fundados cuestionamientos a la actual gestión de Macri. Una impresionante maquinaria mediática trabaja hoy para defender una serie de formulaciones que emite el gobierno: tormentas, cosas que pasan, esfuerzos circunstanciales del pueblo y futuros luminosos. Hoy ni los más acérrimos ideólogos del neoliberalismo otorgan crédito a esos productos de la publicidad, que a medida que pasa el tiempo se van volviendo ya no solamente mentirosos sino también ofensivos y provocativos para una gran parte de nuestra sociedad. El debate es político y no jurídico. Hay que dirimir lo que políticamente conviene y después darle el marco jurídico, sin olvidar que detrás de lo político y lo jurídico se juegan vidas, proyectos individuales y colectivos, derechos elementales que nadie que se reclame democrático puede ignorar. Claro, lo mejor es que esos debates políticos tengan lugar en el proceso de elecciones presidenciales para las que no falta tanto tiempo. Pero tampoco se puede ignorar o degradar la suerte concreta de millones de argentinos, bajo el argumento del respeto por los tiempos institucionales. Nadie puede negar que el deseo de que esta lamentable experiencia política termine lo más rápido que se pueda abarcar a una parte importante de nuestro pueblo. Se trata, claro, de una parte que no es la dueña de los grandes medios, ni influye gran cosa en la conducta de los tribunales, ni dispone de grandes capitales. Pero así y todo existe. Se pronuncia, sale a la calle y protesta. No son facciosos ni provocadores ni antidemocráticos; simplemente tienen un juicio o un punto de vista. Tan respetable, en principio, como los de quienes por conformidad con las políticas en curso o temor por las derivas de la crisis, prefieren mantener este estado de cosas hasta la elección. Por eso la retórica del presidente en los últimos días, esa que habla del “veneno social” y de las “personas envilecidas” tiene que ser repudiada. Porque tiene el designio de suplantar el debate político por la amenaza. Desde que empezó la gestión, ese discurso está en primer plano. Y ya acumula mucho dolor, mucha persecución y mucha violencia. Y ya que de instituciones estamos hablando, no está demás decir que mal se puede defenderlas apoyando y/o aceptando la entrega del poder de decisión soberana sobre nuestros recursos y nuestras políticas a las manos del FMI como hizo y hace este gobierno. ¿Tiene más importancia la duración del mandato presidencial que el ejercicio

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Súper tasa y súper recesión

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 07 de OCT 2018 El gobierno de Cambiemos nos ha insertado en un modelo que depende del humor de los mercados, que ejercen un chantaje permanente; ni siquiera permite respiros, exige estar pendiente de lo que sucede con la tasa norteamericana, o en Wall Street, o de los problemas de algún país en desarrollo como ocurrió con Turquía. El gobierno va a fondo con la suba de tasas y con ello trata de contener el alza del dólar y el impacto sobre la inflación. Con las tasas también influye (de modo negativo) en el nivel de actividad. Es una lógica que sólo conforma a los mercados. El ministro Nicolás Dujovne afirmó esta semana que la economía argentina está en recesión y que va a estarlo por un tiempo más. «Cuando quebremos la tendencia inflacionaria, iremos acompañando con una tasa de interés que irá bajando», añadió. La «súper tasa» de las Leliq por encima del 70% anual se traslada, aumentada, a las pymes y a los sectores de la producción. Los últimos datos de la industria muestran una caída del 5,6% interanual en agosto, la cuarta en forma consecutiva. La consultora Moody’s señaló que «el aumento de la inflación, las tasas de interés extraordinariamente altas y la consiguiente caída de la actividad económica están reduciendo significativamente el crecimiento de los créditos en los bancos argentinos». Según el economista cercano a la filosofía económica del gobierno, Juan Carlos de Pablo: «Un ataque a una crisis tiene que ser un fenómeno de un fin de semana. Esto ya lleva varios meses y te va transformando la naturaleza del problema (…). La duración (de las tasas altas) es muy importante. No es lo mismo tener una tasa estrafalaria un fin de semana que varios meses». Por eso vale preguntar: ¿durante cuánto tiempo se mantendrán las tasas «estrafalarias»? Es imposible dar un pronóstico certero, pero lo cierto es que el sesgo del programa monetario no dejará lugar para respiros. Es lo que se espera de todo plan de «estabilización» que baja del FMI: altas tasas de interés y flotación del tipo de cambio son los ingredientes esenciales. El dólar completó la semana a la baja, con fluctuaciones. El título de portada de Ámbito (viernes 5 de octubre) intenta explicar el motivo de la volatilidad: «Dólar y Bolsa, afectados por el mal clima mundial». Significa que la tendencia no puede desvincularse del contexto global, que impacta internamente a partir de las políticas de desregulación y deuda indiscriminada que abraza este gobierno. Lo problemático es que las perspectivas globales anticipan más tensiones financieras, no menos. El Banco de Basilea (BIS), que nuclea a los bancos centrales de 60 países, centrales y periféricos, afirma: «En el ámbito financiero se observa fragilidad. Los mercados de las economías avanzadas continúan sobrevalorados y las condiciones financieras siguen siendo demasiado laxas. Sobre todo, el volumen de deuda es excesivo: en relación al PBI, la deuda global (privada y pública) supera claramente los niveles previos a la crisis. El exceso de deuda fue una de las principales causas de la crisis, y paradójicamente ahora tenemos más». Un reconocimiento de lo poco que se ha hecho desde la crisis de las hipotecas y, lo peor, una proyección de lo que puede venir. Los países «emergentes» ya comenzaron a sufrir los coletazos. «La actitud de los inversores hacia los activos de los emergentes se tornó claramente negativa. El común denominador fue el endurecimiento de las condiciones de liquidez dado el cambio de dirección de la política monetaria de la Reserva Federal, el dólar fue el principal canal de transmisión de ese cambio de política monetaria.» Lo lógica es que los impactos sean mayores cuanto más deuda en dólares se posea. Al respecto, es ilustrativo un pasaje en el que el BIS menciona a nuestro país (algo no habitual): «Aunque las empresas han sido importantes prestatarios (tomadores de deuda) en dólares estadounidenses, la emisión de deuda soberana también ha desempeñado un papel destacado (…). Un buen ejemplo es Argentina, donde se ha producido un acusado incremento de la emisión de títulos de deuda soberana desde principios de 2016». El propio FMI afirma algo similar. «La deuda pública como privada ha registrado un récord histórico y se sitúa en los 182 billones de dólares, lo cual representa un incremento del 60% respecto de 2007», y agrega: «estimamos que las economías emergentes, excluida China, podrían enfrentarse a flujos de salida procedentes de la cartera de deuda de hasta 100 mil millones de dólares, un nivel similar al de las salidas de capital registradas durante la crisis financiera mundial». A este mundo nos llevan el gobierno y el FMI. No es de extrañar que aquí el invierno económico y social se extienda y venga con temperaturas cada vez más por debajo de cero. Apoyo de las cúpulas El Foro de Convergencia Empresarial publicó un comunicado de apoyo al gobierno. Este colectivo está formado por varias cámaras empresarias, entre ellas la Asociación de Bancos de Argentina, que agrupa a los bancos extranjeros (ABA), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la Cámara de Comercio de EE UU en Argentina (Amcham), la SRA, e institutos como la Fundación Mediterránea e Idea. En un formato breve, pero con todo lo esencial. Respaldan el nuevo acuerdo con el FMI y apoyan el equilibrio fiscal «a lograrse mediante una reducción del gasto improductivo nacional, provincial y municipal, encarando una reforma administrativa del sector público que permita reducir la asfixiante presión impositiva sobre empresas e individuos». Es decir, que el ajuste lo pague la sociedad vía menos prestaciones públicas, a costa del beneficio impositivo para los firmantes y sus representados. En este sentido, sin decirlo expresamente, rechazan el aumento de las retenciones a la soja y otros productos. Apelan a que «las organizaciones sindicales como las no gubernamentales se comprometan con el fin de mantener la paz social». Esto nos lleva a varias preguntas ¿acaso la paz social está en manos de los sindicatos y organizaciones sociales, cuyos miembros son los que

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Detrás del maquillaje

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la Luna Fecha: 07 de OCT 2018 El lunes 1° de octubre el ex juez Carlos Rozanski, el constitucionalista Eduardo Barcesat, el diputado nacional Horacio Pietragalla y el Llamamiento Argentino Judío presentaron una denuncia ante la justicia federal contra Mauricio Macri. El motivo de la imputación fue un mensaje difundido a través de su cuenta oficial, de la red social Twitter, en la que utilizó fraseología literal extractada del libro Mein Kampf (Mi Lucha) de Adolf Hitler. En el mensaje de Macri se empleaban los conceptos de “veneno social” y “personas envilecidas”, con que el dirigente nazi se remitía, en el primer cuarto del siglo XX, a quienes consideraba sus enemigos,  judíos y comunistas. La presentación realizada en la justicia federal recayó en el juzgado de María Romilda Servini de Cubría y la fiscal actuante será Paloma Ochoa. [1] La denuncia detalla que el primer mandatario incitó a la violencia colectiva contra opositores políticos al identificarlos como “veneno social”, y convocó a su aislamiento cual si fuesen sujetos leprosos en plena modernidad tardía. La apelación a esa persecución contra quienes sustentan opiniones divergentes no mereció ningún comunicado por parte de la AMIA ni la DAIA. Ambas entidades se han alineado como indudables apéndices del gobierno macrista y se encuentran más preocupadas en eludir los escándalos sexuales y las acusaciones de abuso contra sus dirigentes, antes que repudiar discursos repudiables como éste. El marketing que rodea a la derecha empresaria argentina, agrupada en el PRO y Cambiemos, no ha podido desligarse de la pátina discriminatoria que le es intrínseca y que está grabada en los inicios de su conformación histórica. El modelo hegemónico actual de los sectores reaccionarios es una combinación entre programas económicos neoliberales, autoritarismo represivo recubierto por fraseología jurídica y blindaje mediático. Mediante la articulación inestable de esos componentes se ha buscado disimular las banalizaciones de los Derechos Humanos y el carácter estigmatizador hacia diferentes sectores sociales, especialmente hacia los sectores populares, los migrantes, las mujeres y las orientaciones sexuales disidentes. Sin embargo, un racconto mínimo de los deslices discursivos muestra con claridad aquello que se ha pretendido enmascarar un lustro atrás como la expresión de una nueva derecha. En diciembre de 2010, a raíz de la ocupación del Parque Indoamericano, en la Ciudad de Buenos Aires, tanto Macri como su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, atribuyeron la intrusión en Villa Soldati como el producto de una “inmigración descontrolada”, catalogando despreciativamente a quienes se veían en la necesidad de ocupar tierras ante la carencia de viviendas. El 12 de septiembre de 2013, luego de ser parte de una rememoración sobre el Holocausto (sufrido durante la Segunda Guerra Mundial por gitanos, discapacitados, homosexuales, Testigos de Jehová y judíos), el actual Presidente afirmó que “hay que terminar con el tema de la memoria… hay que mirar para el futuro… dejar el pasado atrás”. Pocos meses después, su principal consejero comunicacional, Jaime Durán Barba, afirmaba suelto de cuerpo que “Hitler era un tipo espectacular”. El 22 de abril de 2014 el ingeniero recibido en la UCA señaló que “a todas las mujeres les gustan que les digan un piropo. Aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada. No puede haber nada más lindo…, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés”. El 21 de marzo de 2015 sugirió, convencido, que la homosexualidad es una enfermedad y un homosexual “no es una persona ciento por ciento sana”. El desprecio por migrantes, la memoria de las víctimas y la misoginia se ha sumado al permanente etiquetamiento hacia los mapuches. Su estigmatización redundó en dos asesinatos aún velados por los vericuetos de una Justicia dispuesta a trabajar al servicio de los poderosos. La recurrente adjudicación de supuestos componentes subversivos y terroristas entre los activistas de los pueblos originarios fue utilizada por el macrismo, además, para asociarlos al chavismo venezolano. Esto motivó que en diciembre de 2016 el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) difundiese cuestionamientos hacia la Argentina en relación con la situación de pueblos originarios, los afrodescendientes y los migrantes, “quienes enfrentan un agravamiento de su discriminación”. Por su parte, el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj subrayó el 25 de agosto de 2016, en relación a la Shoá, que nunca se pudo determinar fehacientemente si las víctimas “fueron 6 millones ó 5 millones”. Su intención fue minimizar la bandera de los 30.000 desaparecidos, cuyo número fue puesto en duda reiteradamente por varios funcionarios gubernamentales. En ese mismo tenor de desprecio e ignorancia, el ministro de Educación, Esteban Bullrich, definió a los nazis el 26 de marzo de 2017 como parte de una “dirigencia que no supo unir”, en un acto realizado en la Casa de Ana Frank en Ámsterdam. Tiempo antes, en una gira por el sur del país, expresión que era necesaria una “nueva campaña al desierto” esta vez de índole educativa. Existen menos distancias entre Bolsonaro, Trump y Macri de lo que se supone. Los tres son la expresión de un modelo restrictivo de las garantías y libertades públicas, mediadas por específicas particularidades nacionales. El supremacismo injerencista del presidente de Estados Unidos, la prepotencia militarista y represiva de Bolsonaro y los lapsus hitleristas de Macri responden a patrones sustentados en una raíz común: la restricción a la democracia, la conservación de privilegios y la apelación a la resolución violenta de los conflictos sociales. El neoliberalismo siempre se ha presentado con bigotito chaplinesco. La imagen principal es de Sebastián Miquel [1]. Denuncia completa: https://bit.ly/2zKZ385

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BlackRock blanqueó sus dudas sobre la reelección de Macri

Fuente: La Política OnLine Fecha: 05 OCT 2018 Black Rock y otros fondos de los más grandes de Wall Street advirtieron que Macri tiene la reelección complicada y así lo hicieron saber este viernes a Bloomberg, ya que observan que cuanto más medidas de política económica se compromete el Gobierno a tomar para llevar tranquilidad a los inversores, más se deteriora su popularidad y su capacidad para dar continuidad a su proyecto político. El riesgo electoral así aumenta y consiguientemente la desconfianza del mercado en la capacidad de repago de la deuda, en un loop muy negativo para sus intereses. Durante la visita de Macri a Nueva York de la semana pasada, Macri mantuvo varias reuniones con algunos de los fondos más importantes que operan en Wall Street. En ese momento, el diálogo giró más sobre las dudas por el diseño político de Macri y Marcos Peña que por el descalabro macroeconómico, como reveló LPO en exclusiva. «Discúlpeme Presidente, usted dice que va a hacer el ajuste y reelegir, pero o hace el ajuste en serio y no reelige o no lo hace y reelige», fue la reflexión, palabras más palabras menos, de uno de los interlocutores que tuvo Macri en su paso por Wall Street, la semana pasada. «Usted quiere que invirtamos en Argentina, pero al mismo tiempo mantienen a Cristina viva y ahora hay riesgo de que gane. Y sabemos que si gana va a desconocer la deuda y planteará una reestructuración», le dijeron a Macri. «Es la paradoja argentina», sintetiza el artículo que lleva las firmas de Ben Bartenstein y Patrick Gillespie. «El recién asumido presidente del Banco Central, Guido Sandleris, subió la tasa 8 puntos porcentuales desde que comenzó su régimen monetario hasta ofrecer las tasas de interés más altas del mundo en términos nominales a la vez que logra planchar el tipo de cambio y que retroceda 7,1% en una semana, otorgando la mayor rentabilidad real de corto plazo de todo el globo y aun así el riesgo país no baja: desde el viernes pasado a hoy el riesgo país subió 46 puntos básicos y llegó a los 669 puntos», señala la nota. En Wall Street reconocen el esfuerzo por estabilizar el tipo de cambio y el compromiso de Nicolás Dujovne con eliminar el déficit fiscal. «Aun así, los administradores de fondos desde Alliance Bernstein LP hasta BlackRock no están convencidos de que Macri será capaz de continuar al frente del Gobierno el tiempo suficiente como para salvar la economía», se lee en el artículo de Bloomberg. BlackRock es un amigo íntimo de la administración macrista. En la primer corrida fue protagonista central de la emisión de bonos a la carta que les hizo el entonces presidente del Banco Central, Luis Caputo, para que entren dólares al país. Pero la tremenda devaluación subsiguiente los hizo perder fortunas y despertó un enojo que por lo visto continúa. Los grandes operadores de Wall Street le hicieron saber a Macri que no veían un planteo político consistente detrás de su declarada voluntad de reelegir. Sin un acuerdo con una parte del peronismo racional, lanzado a un proceso de ajuste fuertísimo y jugando a agitar la grieta con Cristina, les pareció un combo muy peligroso. Y así se lo expresaron. Los bonos argentinos, consiguientemente, vieron esta desconfianza reflejada en sus paridades. Este viernes solo los bonos que rendían más del 11,5% vieron sus precios mejorar. Para los demás las cotizaciones fueron en baja. El Century, por ejemplo, cayó 1,06% hasta los 75,90 dólares dejando la tasa interna de retorno (TIR) en 9,88%, la misma que la de un Bonar 37. Solo por encima de las bonos de más corto plazo como el Bonar 19 (5,95%) o el Bonar 21 (5,96%). Ya los bonos con vencimientos más largos como el Bonar 22 (10,05%), el Bonar 25 (11,23%) o el Global 27 (10,57%) rinden tasas de dos cifras. Y parece que las paridades tienen sendero a la baja. «La determinación del gobierno de Argentina para hacer lo correcto no está en duda; pero su habilidad para hacerlo durante el tiempo suficiente, sí» dijo Isabelle Mateos y Lago, jefa de estrategia multi-activos del Instituto de Inversión de Black Rock, el think tank de la administradora de activos en Nueva York. «Esto ha evitado que los mercados se recuperen más convincentemente hasta ahora». Los motivos esgrimidos son de público conocimiento: la aprobación de Macri cayó a principios del mes pasado al 31% conforme el país entraba en su segunda recesión en tres años y el peso se convirtió en la moneda más devaluada del año (detrás del bolívar venezolano). Además no tiene margen para tomar medidas poco ortodoxas con tal de impulsar la alicaída economía sin que se despierte mayor desconfianza en el Gobierno – afectando al dólar- y la oposición le pase factura. «Incluso acudir al FMI es impopular entre los argentinos, quienes culpan al organismo por la debacle económica de 2001, dijo Priscila Robledo, una economista de Continuum Economics en Nueva York, quien espera que los activos de argentina caigan incluso más en la segunda mitad de 2019 por la derrota de Macri», agregan Bartenstein y Gillespie al tiempo que destacan que la popularidad del presidente nunca estuvo tan baja. En tanto, el administrador de fondos de NCH Capitial, James Gulbrandsen, desde Río de Janeiro explicó que él redujo la exposición de los más de 3.500 millones de dólares que administra al riesgo argentino a cero a comienzos de 2018 porque «la gente siempre vota con la billetera» y la economía típicamente se impone sobre la indignación por la corrupción. Para Gulbrandsen, lo más probable es que «si vuelve el peronismo, los mercados tiren la toalla con Argentina», independientemente de las diferencias que pueda haber entre Sergio Massa, Cristina Kirchner o Juan Manuel Urtubey.

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Calcaterra, el primo de Macri, sigue siendo el dueño de IECSA

Fuente: Ari Lijalad | El Destape WEB Fecha: 03 de OCT 2018 Ángel Jorge Antonio Calcaterra, el nombre completo del primo de Mauricio Macri, siguió vinculado a IECSA y, por ende, a la megaobra del soterramiento del Sarmiento pese a que aseguró que había vendido la empresa. La información surge de la investigación realizada por el fiscal Franco Picardi, que actúa en la causa vinculada a las coimas por el otorgamiento del proyecto que encabezaban IECSA y Odebrecht junto a Ghella y Comsa. La investigación del fiscal Picardi revela que Calcaterra nunca se desligó de IECSA a pesar de que informó que la vendió. De hecho, siguió vinculado a través de una offshore en Delaware, que comparte con Marcelo Mindlin, quien ofició de comprador de IECSA. Esa offshore es la accionista de IECSA, hoy rebautizada SACDE. Si siempre se sospechó que el primo Ángelo actuaba de prestanombre de los Macri, ahora, luego de esta venta ficticia, todo parece indicar que el mismo rol le cabe a Mindlin. La línea, tal como consta en el escrito del fiscal Picardi, es la siguiente: En 2007 IECSA tenía dos tipos de accionistas. Por un lado los mayoritarios, que eran ODS y el propio Calcaterra. A su vez, ODS estaba integrado por Calcaterra y Latifer, una empresa del grupo Ghella, otro de los socios en el soterramiento. Por otro lado, los socios minoritarios eran de nuevo Calcaterra y Latina Infraestructura Ferroviaria e Inversiones (Latifer). En criollo, Calcaterra participaba en IECSA por 3 vías distintas. Por su parte, Latifer lo hacía por 2 vías, por su participación en ODS y como minoritario. En marzo de 2017, Calcaterra anunció la venta de IECSA a Pampa Energía, el holding comamdado por Mindlin, uno de los empresarios predilectos de Macri y a quien muchos indican como otro de los frontman del Presidente. Los Mindlin le cambiaron el nombre de IECSA a SACDE, pero mantuvieron en el directorio a hombres clave de los Macri-Calcaterra como Santiago Ramón Altieri y Juan Ramón Garrone. Macri les dio un beneficio especial. Suspendió la necesidad de contar con financiamiento externo y decretó que la obra la financiara el Estado Nacional. Supuestamente su primo ya no estaba en el medio. Los papeles, ahora, demuestran otra cosa. Fue todo una puesta en escena, ya que Calcaterra nunca salió del juego. El fiscal Picardi detalló que el pase de manos fue de ODS (cuyos socios, vale recordar, eran Latifer y Calcaterra) a la firma Emes Energía Argentina LLC. Esta es una offshore radicada en la guarida fiscal que opera en Delaware, Estados Unidos. Picardi aclara que solo vendió Calcaterra, mientras Latifer continuó como accionista. Un dato clave. “Al respecto -detalla el fiscal Picardi-, cabe destacar que Emes Energía Argentina LLC fue constituida el 3/05/2016 en el Estado de Dellaware, Estados Unidos (…) su directorio se encuentra conformado por Damián Miguel Mindlin, Raúl Warat, Santiago Ramón Altieri, Ghella Spa y Ángel Jorge Antonio Calcaterra”. Según la web opencorporates.com, esa sociedad tiene domicilio en el 251 Little Falls Drive en Wilmington, Delaware. Es la sede central CSC, una empresa dedicada justamente a la administración de firmas offshore. Es decir: casi un año antes de vender IECSA, Calcaterra pasó a integrar esta offshore junto con Mindlin, a quien supuestamente le vendió. Y esta offshore con Calcaterra, Mindlin e incluso Ghella en el directorio es la que se quedó con las acciones de ODS, que tenía el control de IECSA (hoy SACDE). Otros directores, Altieri y Warat, también integran la offshore y la nueva SACDE. “Concretamente, de lo expuesto se desprende que, más allá de la modificación de la denominación social de Iecsa SA a Sacde SA., como así también de la transferencia del paquete accionario de Grupo Ods SA a Emes Energía Argentina LLC, los accionistas y las personas físicas detrás de las estructuras societarias señaladas, seguirían siendo las mismas”, afirmó Picardi. Pero los vínculos de Calcaterra no terminan ahí. La otra accionista de IECSA es Latifer. El fiscal Picardi cita el Boletín Oficial del Registro Mercantil de Madrid del 26 de junio de 2017, donde figura que la única socia de Latifer es Emes Energía Argentina LLC, la offshore que comparten Calcaterra y Mindlin. Es decir, otra vez Calcaterra llega por varias vías a IECSA, supuestamente vendida, y, por ende, al soterramiento del Sarmiento. “Había varios que me decían que podía seguir con la empresa, pero la verdad es que iba a resultar muy complicado”, le dijo Calcaterra al diario La Nación cuando anunció que le había vendido IECSA a los Mindlin y sus socios. Cuando le preguntaron por el monto de la operación respondió que era confidencial. Ante el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos «Storsionelli», Calcaterra afirmó: “Fui accionista desde el año 2007 y hasta marzo de 2017”. Los documentos que ahora revela el fiscal Picardi demuestran otra cosa. Al momento de considerar el rol de Calcaterra en el esquema de pago de coimas, el fiscal Picardi afirma: “Al tiempo en que él poseía la capacidad de tomar decisiones en la empresa, ocurrieron las tratativas para lograr la adjudicación del contrato, se habrían efectuado las negociaciones en torno al pago de coimas y valuación de la obra, recibidos los desembolsos y materializado el pago de aquéllas”.

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La Revolución de la Alegría

Fuente: Hugo Presman | La Tecl@ Eñe Fecha: 02 OCT 2018 En la Argentina, todo lo que se inició como “revolución” (en realidad desde la contrarrevolución) terminó, como no podía ser de otra manera, en un gigantesco fracaso: Revolución Libertadora, Revolución Argentina, Revolución de la Alegría. La primera, los hechos la transformaron en “fusiladora”; la encabezada por Juan Carlos Onganía fue arrasada por los vientos que venía a controlar; y ahora padecemos la Revolución de la Alegría, que seguramente la historia le aplicará un adjetivo altamente descalificador. Toda restauración en nuestro país tiene matices pero un mismo propósito: terminar con el populismo en aras de regresar a la “racionalidad”. Pero acá es cuando las palabras cambian su significado. En el diccionario del poder, se denomina “fiesta” cuando las mayorías mejoran su situación, se amplían sus derechos y acceden a bienes y servicios de los que carecían. Para los artífices de esta “Revolución de la Alegría”, se llama fiesta a la posibilidad de que los asalariados puedan comprar un aire acondicionado, un celular, cambiar la heladera, una estufa o un lavarropa; tener paritarias libres, acceder por primera vez a la universidad, lograr leyes de protección del trabajador rural y de las empleadas de casas particulares; acceso a la jubilación de millones de argentinos que quedaron a la intemperie por los propulsores de las AFJP; establecer la igualdad de género por ley; entregar computadoras en las escuelas; implementar planes FINES para que terminen el secundario los que no habían podido hacerlo. Esto es apenas un muestrario reducido de un enorme collar de conquistas. Hoy en la Revolución de la Alegría, no sólo que todo lo obtenido es sistemáticamente destruido o queda muy lejos, sino que los beneficiarios de “la fiesta” no pueden comprar lo que antes sí podían ni tampoco los pueden usar porque la electricidad, el gas, el transporte han tenido aumentos siderales. Las boletas de los servicios despiertan ansiedad y angustia de tal magnitud que Alfred Hitchcock hubiera envidiado. Y hay que desmentir que el macrismo haya procedido falazmente cuando habló de la Revolución de la Alegría. Porque hay quienes tienen una alegría desbordante, aunque sean muy contenidos y no la expresen, e incluso que hasta para disimular formulen algunas críticas de circunstancia. Los especuladores financieros, los exportadores, los bancos, el multimedio Clarín, los blanqueadores, los fugadores de dólares, los CEOS que integran el gobierno en diversos niveles, la mayoría de los cuales tienen su patrimonio en dólares y en el exterior, tienen una alegría desbordante. Es decir: Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta no mintieron cuando hablaron de “La Revolución de la Alegría”. No tuvieron tiempo de decirte que era para poquitos. El resto tiene que pagar la fiesta. Ahí la están pagando: las miles y miles de empresas que cierran, los obreros desocupados que engordan el índice de desocupación, los jubilados con haberes que cada vez quedan más lejos de los precios de sus necesidades básicas, con las prestaciones reducidas del PAMI y los remedios gratuitos reducidos a su mínima expresión; los trabajadores que aún tienen trabajo con sus sueldos devaluados y con el amenazante telegrama de despido como disciplinador, los maestros con sus sueldos depreciados y cientos de escuelas cerradas; los hospitales desguazados, del cual el Hospital Posadas es un símbolo, por cuyos corredores circulan más gendarmes que médicos, las industrias arrasadas, los científicos e investigadores arrinconados como si fueran innecesarios y que no tardarán en reemplazar el CONICET por Ezeiza, y a un orgullo nacional como el INVAP reducido en su actividad y posibilidades. En el país de “La Revolución de la Alegría” los ciudadanos votan, pero el presidente sólo les habla a los mercados. En el país de “La Revolución de la Alegría” los ciudadanos votan, pero el que gobierna es el FMI. En el país de “La Revolución de la Alegría” se hacen presupuestos donde se suprimen o se limitan los subsidios a los discapacitados o se raciona la leche de los merenderos. La fiesta hay que pagarla con la desnutrición infantil, con la indigencia creciente, con los sin techo durmiendo en las veredas, en los espacios que dejan los locales cerrados. En el país de “La Revolución de la Alegría” no existe la economía real. Como en un casino donde sólo se habla de la ruleta, los tragamonedas, Black Jack, Craps, Bingo, Punto y banca, aquí sólo importa la cotización del dólar, las tasas de interés, los bonos con todo tipo de denominaciones como Bonar, Lebac, Bono Dual (PEDO) Bote, Letes, Lecap, Leliq, y siguen los nombres. En el país de “La Revolución de la Alegría” hay una racionalidad extraña: los que ganan en dólares, pagan las retenciones en pesos y los que ganan en pesos, tienen que pagar servicios, combustibles y peajes, los derivados de las materias primas que se exportan, dolarizados. En este país tan particular, los derechos de los trabajadores son considerados privilegios, y los privilegios de los poderosos, derechos. En el país de “La Revolución de la Alegría” la política exterior es un manual de genuflexión hacia los países poderosos con especial preferencia hacia EE.UU En el país de “La Revolución de la Alegría” lo que se quiere extirpar es lo que el populismo le dio a “los nadies”: dignidad. Esa dignidad expresada sintéticamente por un cabecita negra, que ningún manual de sociología podría sintetizar con tanta precisión,  al preguntársele por qué es peronista, respondió: “Porque desde que estuvieron Perón y Evita, nunca más tuve que mirar al patrón o al policía, bajando los ojos” En el país de “La Revolución de la Alegría”, al Poder Judicial, que no es la justicia, con mayor intensidad que en otros gobiernos, medios hegemónicos, poder económico, el macrismo y la embajada norteamericana, le escriben muchas de las sentencias. En el país de “La Revolución de la Alegría” Cristina Fernández, según la precisa definición de José Pablo Feinmann es “el hecho maldito del país neoliberal” En el país de “La Revolución de la Alegría” pocos, muy pocos están eufóricos

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La xenofobia como signo del derrumbe

Fuente: Ricardo Ragendorfer | TiempoAr Fecha: 23 de SEPT 2018 Corta la sesión legislativa del 27 de marzo de 1910 cuando el diputado del Partido Autonomista Nacional, Lucas Ayarragaray, entretuvo a los presentes con el siguiente concepto: «Este país, que en su población ya tiene elementos étnicos bien inferiores, debe precaverse trayendo elementos de orden superior. Para ello resulta necesario seleccionar la corriente inmigratoria con la idea de incorporar elementos sanos, y poder así tener una raza futura bien construida». A casi once décadas de semejante proclama civilizatoria, recrudecen en Argentina los embates xenófobos del Estado. Pero se trata de una práctica que, en ocasiones, a sus hacedores se les escapa de las manos. Lo prueba el embarazoso episodio desatado el último miércoles por un simple operativo de rutina: la represión a un grupo de vendedores ambulantes senegaleses. El asunto siguió con la cacería de integrantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), quienes reclamaban ante la Comisaría 38ª la libertad de los primeros. El arresto de su máximo referente, Juan Grabois, supo visibilizar tal coreografía, y con un notable bonus track: su imagen viralizada al pronunciar una arenga, ya cautivo con los africanos. En aquel mismo instante, la vereda de la seccional se iba colmando de dirigentes políticos y sociales. Ellos, junto a una creciente multitud, presionaron para que por la noche no quedara ni un solo detenido. La escena final de la jornada tuvo un aura de epopeya. Tales dos extremos temporales del racismo autóctono sugieren que ese trastorno ideológico sobrevuela la historia nacional como un fantasma apenas disimulado. Aunque con sus propios matices. Ocurre que en la Argentina del Centenario la preocupación por el delito se entrelazaba con el miedo a lo desconocido y la aprensión a los cambios de la modernidad. Buenos Aires fue en ese sentido un gigantesco laboratorio. En la Gran Aldea que se asomaba al siglo XX con formas graduales de metrópoli, tales elementos abundaban: la inmigración en profusas proporciones, junto con el aumento demográfico y sus consecuencias babélicas, alentaron ciertos atavismos. Los más recurrentes: el debilitamiento de los valores religiosos, la desintegración de la familia y la caída en picada de la moralidad sexual. De allí –siempre de acuerdo con aquellas creencias– el peligro de una sociedad sometida por el crimen estaba apenas a un paso. Ahora, el espíritu de esas encrucijadas –escoltadas por la construcción del miedo y la siempre febril pugna por identificar un «enemigo público»– aún siguen activas. Sin embargo lo que antes fue una zona brumosa del progreso, en la actualidad es un signo del derrumbe. Un signo que bailotea en torno a las secuelas del proceso económico desencadenado a partir de 1976. Un proceso que aniquiló el tejido social del país, junto con las redes de solidaridad entre sus habitantes. Y que el macrismo resignificó de modo extremo y bestial. De hecho, los pogroms policiales contra migrantes llegados de África ya están naturalizados. Al respecto, basta con retroceder al 5 de junio, día en que –tal como se vio por TV y en las redes sociales– una horda de uniformados inmovilizaba a puñetazos y patadas al senegalés Kane Serigne Dame en medio de un charco de sangre y alaridos; el hombre tenía una fractura expuesta en un brazo. «Voy a mear en un vaso y se lo voy a dar», comentaba jocosamente un suboficial de civil. Eso sucedía en el barrio de Flores. En ese mismo instante se desarrollaba otro operativo de la Policía de la Ciudad en la avenida Pueyrredón, a la altura de Bartolomé Mitre, del barrio de Balvanera. Los mastines humanos del alcalde Horacio Rodríguez Larreta no tardaron en desalojar a los manteros africanos con forcejeos y palazos, además de saquear sus mercaderías, para después irrumpir en 27 viviendas de la zona, habitadas por inmigrantes. En la primera incursión hubo más de 20 detenidos; en la segunda, sólo cinco. Al frente de aquella task force estaba nada menos que el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo, acompañada por la sonriente fiscal Celsa Ramírez. Bien vale reparar en este personaje. Al igual que el ministro, la doctora tiene un padrino de lujo: el poderoso Daniel Angelici. Gracias a sus buenos oficios ella accedió –sin antecedentes que la avalen– a la Fiscalía Penal y Contravencional Nº 35, convertida ahora en una especie de sucursal jurídica del PRO. En agradecimiento a su mentor, ordenó el desalojo de una cooperativa que funcionaba en los terrenos de Casa Amarilla. Una grabación de las tratativas ilegales entre el representante legal de Boca, Claudio Lutsky, y ella fue emitido una y otra vez por televisión. Esa fue –diríase– su presentación en sociedad. Después acumuló más prestigio al calificar de «asociación ilícita» al sindicato del Subte; ella también fue quien pidió la detención de Néstor Segovia y otros 15 metrodelegados por el paro a mediados de mayo. Su triunfo procesal más impactante fue haber logrado una condena (30 horas de trabajos forzados y una multa de 500 pesos) para tres «trapitos» arrestados cerca de la cancha de Boca. Pero nada la entusiasma más que hostigar a inmigrantes africanos. En los últimos dos años firmó casi todos los operativos contra ellos. Y la mercadería secuestrada –por ejemplo, unos 70 mil productos en los procedimientos del 5 de junio– se transforman en «botín de guerra» que revende alegremente la policía. Sin duda, una gran discípula del diputado Ayarragaray.

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La manipulación del «mercado»

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 23 de SEPT 2018 El tipo de cambio cerró el viernes pasado en un valor de $ 38,16, luego de superar la barrera de los $ 40 el martes. El riesgo país, por su parte, bajó unos 185 puntos básicos durante el mes y se ubicó en los 590. ¿Qué ocurrió para que los mercados redujeran su presión financiera sobre Argentina? Si para el gobierno el problema eran principalmente los shocks externos, ¿qué pasó con el mundo hostil de hace unas semanas, con la agresividad de la FED o la guerra comercial entre Estados Unidos y China? Nada ha cambiado en ese punto. Un dólar en baja parece ideal para preceder a la noticia de que, en el nuevo acuerdo, el FMI permitiría ir hacia un sistema de flotación administrada del tipo de cambio entre bandas (crawling peg), se comenta, en torno al valor actual del dólar. Un sistema que mucho no gusta a los funcionarios del FMI, afectos a la flotación irrestricta del tipo de cambio, como la practicada hasta el momento en Argentina y que llevó a una gran devaluación con fuerte pérdida de divisas. ¿Logrará el BCRA mantener el tipo de cambio dentro de las bandas previstas? Difícil saberlo, pero claramente le resultará muy complicado con las normas de total liberalización de los flujos externos tomadas desde el inicio del gobierno de Macri, en especial el levantamiento de la obligación de liquidar divisas a los exportadores. Si ya se estaría dando un pasito atrás en la extrema liberalización con las bandas cambiarias, ¿no sería ahora el momento de colocar un plazo razonable para que los exportadores liquiden la totalidad de sus divisas? Una decisión esencial para librar la flotación del tipo de cambio (más ahora que sería administrada) de la especulación de los grandes exportadores. El relativo «buen humor» de los mercados en la semana contrastó con la acumulación de malas noticias vinculadas con otras variables importantes. La actividad económica mostró una caída del PBI en el segundo trimestre (-4,2 por ciento). El desempleo se situó cerca de los dos dígitos (9,6%), y seguramente siga subiendo. Una falta de empleo con dos caras: es una fotografía de la aceleración del proceso de ajuste, y también intenta ser un elemento disuasivo de la combatividad de quienes reclaman por sus derechos. En tanto, la canasta básica aumentó más que el índice de precios a nivel general, indicando cómo los aumentos de precios de los alimentos (muy vinculados al tipo de cambio) perjudican a los más pobres. Los «mercados», sabemos, reparan poco en estas variables. En realidad la única noticia que los hace reaccionar es la chance cada vez más cercana de que el FMI adelante, y eventualmente amplíe, los fondos del actual acuerdo, tras la presentación de un proyecto de Presupuesto que elaboró el gobierno y se ajusta a sus demandas. El vocero del FMI, Gerry Rice, afirmó que el proyecto «representa una parte fundamental del programa de las autoridades para reforzar la política económica y dinamizar la economía (…). Es un elemento clave en un período de dificultades financieras». Los mercados están acompañando al aparato comunicacional para tratar de instalar la falsa idea de «es esto o el abismo». No se sabe si el FMI esperará a que se trate el Presupuesto para firmar el nuevo documento, o si adelantará algunos fondos primero. Sea cual sea la secuencia, nada se modifica en lo esencial. Si el Presupuesto no se aprueba, los responsables de que no lleguen los préstamos del FMI serían presentados como los partidarios del «caos». La estabilización de las variables económicas, de ocurrir, no debiera llevar a confusión: es un elemento clave para tratar de mostrar, desde el gobierno, que los mercados han empezado de una vez a valorar los esfuerzos. El tándem FMI-gobierno trata así de maximizar sus chances electorales. Con vistas al tratamiento del Presupuesto en el Congreso, cabe evitar que el ajuste y el endeudamiento se vuelvan una política de Estado. Es preciso saber escapar del círculo de chantaje permanente. Presupuestando el ajuste El proyecto de Presupuesto 2019 se caracteriza por la dureza del ajuste, así como por las discutibles estimaciones que aplica. No nos olvidemos de que los «presupuestos de la verdad», denominados así por el gobierno macrista, arrojaron cifras muy alejadas de la realidad. Para 2017, la inflación se proyectó entre el 12% al 17%, y terminó en el 24,8 por ciento. Para 2018, el crecimiento presupuestado del PBI del 3,5% estaría terminando en una caída hasta el -2,4%, es decir 5,9% puntos del PBI de error. Por citar algunos ejemplos entre tantos. Una cuestión esencial que vengo comentando desde hace tiempo y que apareció en el debate presupuestario en Diputados: el déficit a tomar en cuenta es el financiero, que en este caso es del 3,2% del PBI, correspondiente exclusivamente a los pagos por intereses de la deuda, los que aumentarían un 48,9 por ciento. Las estimaciones reconocen una caída del PBI para 2019 del 0,5%; no obstante la cifra negativa, puede decirse que es una proyección más que optimista: con la caída de este año, el PBI tendría que crecer entre un 2% al 4% en los últimos dos trimestres de 2019 para promediar el año con el -0,5 por ciento. Pero más allá de los anabólicos que intenten darle a la economía antes de las elecciones, el ajuste que se propone en el Presupuesto 2019 dejará poco margen para un crecimiento de esa magnitud al final del año. Nicolás Dujovne sostuvo en Diputados: «en la Argentina de Macri no va a haber ninguna reestructuración de la deuda ni un ‘megacanje’». Habría que recordar que Macri es el presidente de la Argentina ejerciendo su mandato, y no el dueño de la Argentina. Dando por cierta la promesa del ministro, acerca de que no habrá reestructuración, no se entiende por qué figura el artículo 53 en el Presupuesto. Este autoriza al Ejecutivo a realizar operaciones de crédito público para reestructurar la deuda pública mediante su

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La novela de Nisman

Fuente: Raúl Kollmann | Página 12 Fecha: 23 de SEPT 2018 Es viernes 16 de enero de 2015 a la tarde. Alberto Nisman se pone el piyama y no sale más de su departamento. Baja las persianas, se queda en ese ambiente lúgubre hasta el final. Lo abandonó su principal aliado, Jaime Stiuso, quien no le atiende las llamadas. Tres jueces le bajaron el pulgar a su denuncia contra Cristina Fernández de Kirchner porque “carece de entidad probatoria”, no tiene evidencias y no será tratada hasta febrero. Interpol le dá la espalda y el ex secretario de la organización, el norteamericano Ronald Noble, dice que la denuncia “es falsa”. Las entidades judías no lo respaldan y el kirchnerismo se prepara para confrontarlo en el Congreso el lunes 19: sabe que tiene pocos elementos para defenderse. El mundo se le viene encima. Piensa que lo van a echar de la fiscalía, que van investigar todo el dinero que tiene escondido y que van a exponer su vida fastuosa, rodeado de modelos pagadas, viajes y gastos que no podrá justificar. Hasta su familia rompe con él tras una feroz pelea. Esta es la dramática situación de las últimas 72 horas de la vida de Alberto Nisman que expone el periodista Pablo Duggan en el capítulo final de su apasionante libro: ¿Quién mató a Nisman? La preventa a través del link www.idea.me/nisman se convirtió en un éxito asombroso. Escape El libro de Duggan pinta la desesperada huida hacia adelante de Nisman en sus últimos días. Piensa que lo van a echar de la fiscalía y sabe que ese sería el derrumbe de su pequeño-gran imperio de poder, dinero, prostitución VIP y viajes. Por eso vuelve a las apuradas de Europa para presentar la denuncia por el Memorándum con Irán y esta convencido que nadie se atreverá a echar de su puesto a un fiscal que acusó a una presidenta y a un canciller. En su carrera atropellada, Nisman deja a su hija a solas, sin ropa y sin dinero, en el aeropuerto de Barajas para volverse a Buenos Aires antes de que se reintegre la procuradora Alejandra Gils Carbó. Supone que ella lo va a echar. Desesperado, presenta una denuncia desprolija, sin pruebas, mal escrita, sin las verificaciones más elementales. Los primeros resultados lo ponen en lo más alto. Pasó a ser la figura política–judicial más importante del país, tapa de diarios y revistas. “Más que nunca vislumbra un futuro brillante en donde ser el procurador general de la Nación, jefe de todos los fiscales, aparece en su cabeza. El miércoles 14, día de la presentación de la denuncia, se convierte en una locura, se desata el éxtasis para el fiscal. Todos hablan de él, todos quieren verlo. El fiscal está exaltado, habla por teléfono y tiene numerosas reuniones. Habla a borbotones, sus interlocutores lo miran asombrado. Queda claro que está obsesionado con lo que está haciendo, parece obnubilado, enfervorizado. Durante la tarde ocurre algo que lo entusiasma. (Patricia) Bullrich le escribe para invitarlo al Congreso a informar sobre la denuncia. Se lo nota un poco dubitativo al recibir la invitación. ¿Será bueno ir? Dice que sí, después que no, pone reparos a la presencia de la prensa, luego ensaya una explicación sobre el carácter secreto de su informe. Nisman no está seguro de que ir al Congreso sea una buena idea, pero de a ratos parece entusiasmarse. Imagina a un país pendiente de sus dichos. Finalmente, se decide: acepta ir el lunes”. (Capítulo final). “Muchísimas personas le mandan mensajes, a todos les dice que miren la web de Clarín en donde está en primera plana su denuncia. Todos lo felicitan, Nisman no puede pedir más. De repente es el ídolo de todos los que lo conocen. Los periodistas y los políticos lo buscan incansablemente, aún aquellos que él sabe que no lo quieren”. (Capítulo final) Problemas Pero todo empieza a derrumbarse el jueves 15. El juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, no sólo lo cuestiona por “falta de elementos probatorios” sino adelanta que lo investigará por haber trabajado la denuncia sin ningún control judicial, a escondidas, durante dos años. Es grave porque Canicoba le dice que en lugar de investigar el atentado contra la AMIA, que era su tarea, dedicó tiempo y dinero a otra investigación, sin autorización de un magistrado. El segundo golpe viene de la jueza de turno, María Servini de Cubría, que anunció que no había motivos para investigar la denuncia hasta febrero, por lo que le quitó urgencia e importancia al texto de Nisman. Lo devaluó de un golpe. El juez Ariel Lijo coincidió con Servini y los dos dijeron que el fiscal no aportó pruebas. Alguien que lo podría ayudar, alguien que siempre estuvo detrás de todo lo que hizo, el otrora poderoso jefe de Operaciones de la SIDE, Jaime Stiuso, no le contesta el teléfono. El podría aportar alguna prueba adicional, más convincente: no era fácil una denuncia sobre un Memorándum aprobado por las dos cámaras del Congreso. “Nisman habla con Alberto Massino, mano derecha de Stiuso. Se produce una conversación que lo deja muy preocupado. Massino le cuestiona su denuncia, el fiscal insiste con su idea de que lo iban a echar y le pregunta con insistencia qué opina Stiuso. Massino confiesa que Jaime está enojado porque el kirchnerismo lo señala como culpable de todo esto”. (Capítulo final) Respuesta Ese jueves a la tarde, el canciller Héctor Timerman presenta documentación categórica en conferencia de prensa. Cartas de los primeros meses de 2013, ya firmado el Memorándum, dirigidas por el gobierno argentino a Interpol. Queda claro que las autoridades del país exigían que se mantengan las órdenes de captura con alertas rojas. Todo lo contrario de lo que dice su denuncia. Y está por escrito. “Dijo Timerman: ‘ahora resulta que en vez de investigar a los sospechosos se dedicó clandestinamente a investigar a la Presidenta, es muy fácil desenmascarar las mentiras de Nisman’. El fiscal acusa el golpe. Empieza a dudar de su propia denuncia

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