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Cruzar el abismo

Fuente: Horacio Verbitsky | El cohete a la luna Fecha: 15 de diciembre de 2019 La relación de la Argentina con Estados Unidos es una de las cuestiones principales a las que debe prestar atención el gobierno del Presidente Alberto Fernández, dado el rol decisivo del accionista mayoritario del FMI. A su vez, el organismo internacional es clave para la renegociación de la descomunal deuda contraída en apenas cuatro años por el alegre gobierno anterior. Bajo la conducción de Fernández, la Argentina debe cruzar un abismo, sobre un inestable puente de troncos. Llegar a la otra orilla no es imposible, pero un paso en falso puede precipitar una caída mortal. Del acuerdo que pueda alcanzarse, tanto con el FMI como con los acreedores privados, depende la disponibilidad de recursos para revertir la estanflación que dejó como herencia Maurizio Macrì, sin lo cual el nuevo gobierno no tendría futuro. La nueva directora del Fondo, Kristalina Georgieva, muestra hasta ahora buena disposición, como si la Argentina pudiera ser el leading case para mostrar un cambio radical respecto de sus predecesores. Más frágil que el Kristal Fernández presentará la campaña nacional contra el hambre en la ciudad más castigada por esa aberración, la entrerriana Concordia, sede de la primera capital alternativa donde sesionará el gabinete nacional. Ese programa prioritario y las diversas medidas de recuperación del poder adquisitivo de salarios y asignaciones y de contención de precios son los pasos iniciales de un giro de 180° en la política económica, aquello que Alberto ha definido como poner plata en el bolsillo de los argentinos. En su primera conferencia de prensa, el Ministro de Economía Martín Guzmán advirtió que esos fondos no provendrán de la emisión monetaria, declaración que sorprendió a quienes preveían otro curso de acción. Como expone en otro artículo de esta edición Guillermo Wierzba, las fuentes fiscales que quedan para hacer política económica y evitar la continuidad del descenso de la actividad económica son la reasignación de las partidas previstas para el pago de deudas, las retenciones al sector agropecuario, al minero y a las grandes empresas industriales con competitividad  exportadora, los impuestos a los activos de los argentinos en el exterior, a los bienes personales y los tributos a los bancos que tuvieron ganancias extraordinarias debidas a los negocios con LEBACs y LELIQs y a las altas tasas de interés. El primer paso fue el decreto que modificó el esquema de retenciones. El enojo de las cámaras patronales no es razonable: Alberto procedió al amparo de la ley y no como Maurizio Macrì, y la alícuota para la soja estuvo por debajo de lo que estaba facultado para imponer. En septiembre, Macrì fijó una retención de 4 pesos por dólar exportado, medida para la que el Congreso no lo había facultado. ¿Por qué los autodenominados constitucionalistas ni el sector protestaron? Tal vez porque en tiempos de alta inflación, una alícuota fijada en pesos se iría extinguiendo más temprano que tarde, tal como ocurrió. En cambio, Fernández invocó el artículo 81 de la ley 27.467, sancionada en diciembre de 2018. Allí se establece que, de acuerdo con el Código Aduanero, el Poder Ejecutivo podrá fijar una alícuota del 12% para mercaderías que no estaban sujetas a derechos de exportación y hasta del 30% para las demás. En vez del 12% el gobierno se contentó con el 9% para carne, maíz, trigo y otros cereales. Y con la soja también se detuvo 3 puntos por debajo del 30% que le permitía la ley. No es seguro que las entidades valoren este self restraint, pero sería bueno que supieran que dentro del gobierno hubo incluso quienes pensaron en llegar al 35%, mediante un artículo en la ley de emergencia en ciernes. Esto se relaciona con las negociaciones entabladas con los acreedores. Guzmán fue recibido en Washington por Georgieva a pedido de Alberto Fernández, quien la llamó para comunicarle mucho antes del anuncio público que el joven académico de Manhattan sería su ministro. —¡Tenemos un amigo común con — respondió Georgieva, en referencia a Joseph Stiglitz, quien ya había hecho sondeos en Washington sobre lo que podía esperar la Argentina. El respaldo del premio Nobel de Economía obra como un reaseguro para Georgieva ante la incertidumbre de un cambio en las prioridades del organismo. Aun así, la primera respuesta de la nueva directora gerente del Fondo ante la solicitud de que se reuniera con Guzmán antes del cambio de gobierno, fue que no podía apartarse del procedimiento establecido, que requiere un previo dictamen de la línea del organismo sobre un proyecto oficial. Fernández replicó que la línea tendría una actitud defensiva, porque el Fondo es corresponsable de la situación argentina, y luego de mucho insistir consiguió la excepción pedida. En la segunda parte de la reunión, Georgieva hizo pasar al nuevo encargado de la Argentina, el venezolano Luis Cubbedu, quien desplazó al italiano Roberto Cardarelli. Un venezolano, oh casualidad. Son cuatro años, no dos Tanto en ese encuentro de Guzmán con Georgieva, como en los que se han venido sosteniendo con los tenedores privados de papeles argentinos, el nuevo gobierno plantea que durante cuatro años no podrá afrontar pagos de capital ni de intereses. Cuatro, no dos como se ha venido publicando en diversos medios. Es decir, todo el mandato de Alberto Fernández y de su Vicepresidente CFK. En principio habría asentimiento, aunque faltan detalles no menores por definir. Por ejemplo, algunos acreedores privados pretenden que los intereses que no se paguen en esas 200 semanas se capitalicen, lo cual engrosaría aún más la factura a partir de 2024. Es lo que Scalabrini Ortíz llamó atarse a la rueda del interés compuesto. En cambio, el gobierno plantea que se practique una quita sustancial en los intereses, que refleje las condiciones actuales del mercado mundial, donde el 8% anual que paga la Argentina se ve como un fósil de otra era, cuando la tasa de interés de los nuevos convenios apenas levanta de cero, e incluso hasta en Alemania los bancos están recibiendo depósitos con tasas negativas, es

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Lo urgente y el largo plazo

Fuente: Carlos Heller *| Página/12 Fecha: 15 de diciembre de 2019 El Presidente, en su discurso ante la Asamblea Legislativa, convocó a todos los argentinos y las argentinas a que se pongan de pie. Hubo allí una alusión implícita al pasado inmediato: si hay un llamado a levantarse es porque antes se ha sufrido una caída. De allí partimos: de una Argentina que está en el suelo o ha dejado de caminar. Fue una de sus pocas referencias al pasado. En general, el país al que se refirió fue el del futuro inmediato. Su agenda de problemas urgentes fue acompañada con una serie de propuestas también urgentes. Una de ellas, la que ya venía anunciando: resolver el problema de la inseguridad alimentaria de más de 15 millones de personas en un país que es uno de los mayores productores de alimentos del mundo.  Esa es la primera prioridad: que quienes padecen hambre dejen de padecerlo. Lo resume una de las frases del discurso: “los marginados y excluidos de nuestra Patria, los afectados por la cultura del descarte, no sólo necesitan que les demos con premura un pedazo de pan al pie de nuestra mesa. Necesitan ser parte y ser comensales en la misma mesa. De la mesa grande de una Nación que tiene que ser nuestra «casa común»”, citando expresiones habituales del Papa Francisco. Hay una nueva prioridad en esta Argentina inmediata: son quienes denominó “los últimos”, de los que hay que ocuparse de modo urgente para después poder llegar al resto de la sociedad. Para ello, uno de los instrumentos propuestos es el Plan Integral Argentina Contra el Hambre. Pero, en simultáneo, adelantó la convocatoria a trabajadores, a empresarios y a diversas expresiones de la sociedad para poner en marcha un conjunto de Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia que además contribuyan a encender los motores de la economía. En ese marco, el Presidente se refirió al próximo envío al Parlamento de un proyecto de Ley “para institucionalizar un Consejo Económico y Social para el Desarrollo, que será el órgano permanente para diseñar, consensuar y consagrar un conjunto de políticas de Estado para la próxima década”. La idea es que “en este ámbito plural se diseñen los grandes pilares institucionales y productivos de mediano y largo plazo —sin discusiones coyunturales—, rumbo a un desarrollo humano integral e inclusivo”. Así, lo urgente aparece naturalmente articulado con el largo plazo. Desde el Plan Integral Argentina Contra el Hambre hasta el Consejo Económico y Social para el Desarrollo, pasando por otra serie de anuncios en la misma línea, el Presidente presentó ante la Asamblea Legislativa los principales pilares de otro proyecto de país, opuesto y alternativo al modelo neoliberal que tanto daño le produjo a la mayoría de los argentinos y las argentinas. En otro pasaje de su intervención, además de referirse a la situación de las PyMEs, el Presidente adelantó que “la economía popular y sus movimientos organizados, el cooperativismo y la agricultura familiar, serán también actores centrales de estas políticas públicas”. La totalidad de las propuestas aparece contextualizada en un marco aún más amplio: la construcción de un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social, una idea adelantada por la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner un tiempo atrás. El Presidente llamó a este acuerdo social “fraterno y solidario” y afirmó que “supone unir voluntades y articular al Estado con las fuerzas políticas, los sectores productivos, las confederaciones de trabajadores, los movimientos sociales, que incluyen al feminismo, a la juventud, al ambientalismo”. “Vamos a sumar en ello, también al entramado científico–tecnológico y a los sectores académicos”, completó. Es decir: un Estado que moviliza a toda la sociedad en el diseño y puesta en marcha de un conjunto de consensos estructurales. Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno fue la prórroga del Presupuesto de 2019. Según lo afirmado por el Presidente en su discurso, “sus números (los del borrador del Presupuesto 2020) no reflejan ni la realidad macroeconómica, ni las realidades sociales, ni los compromisos de deuda que realmente han sido asumidos”. Se trata de un Presupuesto para otra política, la que fue derrotada en las últimas elecciones. Sus previsiones sobre inflación, tipo de cambio y producción son absolutamente ficticias. De todos modos, se planea aprobar uno nuevo durante 2020. Un Presupuesto adecuado, según palabras del Presidente, sólo “puede ser proyectado una vez que la instancia de negociación de nuestras deudas haya sido completada y, al mismo tiempo, hayamos podido poner en práctica un conjunto de medidas económicas, productivas y sociales para compensar el efecto de la crisis en la economía real”. De allí, el objetivo de negociar con el FMI y el resto de los acreedores para tener resuelto ese frente lo más rápido posible. Tal como afirmó el ministro de Economía, Martín Guzmán, “no venimos a hacer ninguna promesa rimbombante, eso nunca funciona, (…) lo que nosotros venimos a hacer aquí es resolver lo que es una muy profunda crisis económica y social (…) y el problema del virtual default que ha dejado la administración anterior”. Y agregó: “no vamos a ir sobre una dinámica desestabilizante de más ajuste, más recesión y más carga de deuda”. Guzmán puntualizó además que el programa de metas fiscales que se acordó con el FMI “no funcionó y ya se cayó”. Junto a estos anuncios en el plano económico y social, el Presidente adelantó otras iniciativas. Se refirió al “gran pacto educativo”, a las políticas ambientales activas —inspiradas en la Encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco— y a los derechos de las mujeres, sobre los que aseguró que “Ni una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república”. También anunció una reforma integral del sistema federal de justicia y la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia con el objetivo de impulsar una reestructuración profunda de todo el sistema de inteligencia del Estado. Lo hizo recurriendo a una frase emblemática de la cultura democrática en nuestro país: “Nunca Más”. “Nunca Más a una justicia contaminada por

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La autopsia de Nisman: otra mentira que se cae

Fuente: Raúl Kollmann | Página/12 Fecha: 15 de diciembre de 2019 Fue otro de los mitos armados por los operadores de Cambiemos. Aseguraban  que no se escuchaba para que no se sepa lo que pensaban «realmente» los forenses. Pero sí se escucha. Qué dicen los médicos durante el procedimiento. Otra mentira y van… Durante casi cuatro años se argumentó que el Cuerpo Médico Forense (CMF), que depende de la Corte Suprema de Justicia, manipuló la autopsia de Alberto Nisman y que la mejor prueba era que la autopsia se fotografió y se grabó en video, pero sin audio, sin que se pueda escuchar lo que estaban diciendo los forenses. «Escondieron sus verdaderas conclusiones», era la versión difundida por los operadores judiciales-mediáticos de Cambiemos. La realidad es que el audio está en la causa judicial y la defensa del informático Diego Lagomarsino, al volver a estudiar el video, se encontró con que el audio está normalmente en la grabación. Durante la semana que pasó, los abogados de Lagomarsino, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, le pidieron al fiscal y al juez que manden a trabajar técnicamente el video, limpien el audio de ruidos y lo incorporen en la causa judicial. La autopsia hecha en la Morgue por el CMF concluía que «no había participación de terceras personas en la muerte de Alberto Nisman», algo que le adelantó por teléfono, el titular de la Morgue, Fernando Trezza, a la fiscal Mónica Fein en la mañana del 19 de enero de 2015, horas después del hallazgo del cuerpo. Eso también consta en la causa:  la fiscal dejó asentada en un acta de la llamada telefónica y lo hizo pública ante el periodismo esa mañana. Pero de inmediato empezó el bombardeo contra el CMF para deslegitimar la conclusión, al punto que se envió a hacer un estudio posterior a la Gendarmería, la fuerza que estaba al comando de Patricia Bullrich. El estudio, al que trataron de darle jerarquía llamándolo interdisciplinario, concluyó lo que el gobierno de Cambiemos pedía: que a Nisman lo mataron, le pegaron una tremenda paliza que incluyó la fractura de la nariz, golpes en la boca, los riñones y una pierna, y además lo habían dormido usando ketamina, una droga que ni siquiera se utiliza para dormir a seres humanos ni pudieron determinar cómo se le suministró al fiscal. Para lograr semejante conclusión, el juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano evitaron que hubiera confrontación de ideas y de diagnósticos con el CMF, o sea que no permitieron que los forenses –los mayores expertos del país en autopsias– participaran del estudio. El audio es, según le contaron expertos a Página/12, el normal de cualquier autopsia. Como en cualquier cirugía hay comentarios personales, chascarrillos y sobre todo indicaciones de cómo exhibir lo que se está haciendo ante las cámaras. En la transcripción realizada por este diario hay muchas imprecisiones, básicamente por desconocimiento de las denominaciones técnicas. Estos son algunos tramos: 1:01:01 «Ponele un chorrito muy suave de agua» pide la operadora de video para que se pueda grabar. 1:01:45 «Le corto acá antes de sacarle», dice uno de los autopsiantes. 1:03:04. «Cuando lo sacamos lo damos vuelta», otro forense. 1.04:50 «Temporal izquierdo» 1:06:40. «¿Te muestro Bubi?». Bubi es Héctor Di Salvo, el forense a cargo de la autopsia. 1:06:50. «Están cayendo pedacitos de plomo», seguramente se refiere a trozos del proyectil alojado en el cerebro del fiscal. 1:08:24 «Recorrido transversal de derecha a izquierda». 1:09.24 «Peñazco temporal izquierdo lo tenías nombrado pero no el territorio». Los diálogos son de ese estilo, en medio del ruido de los instrumentos, que en algunos casos hacen inaudibles partes de las frases. También hay diálogos que no tienen nada que ver con la autopsia: los forenses se quejan de las llamadas de «los putos periodistas» que según ellos obtuvieron sus números de celular a través del fallecido forense Osvaldo Raffo. Además acotan «se ocupan de esto porque no hay noticias en enero». Por supuesto igualmente hablan de las facturas que venden en determinada panadería y hacen algunos chistes sórdidos sobre su trabajo. En ningún momento hablan de una conclusión global: van analizando órgano por órgano, mencionan la trayectoria del proyectil y en ningún momento hablan de golpes o de otras lesiones, como después dibujó la Gendarmería. La mayor parte del tiempo habla la operadora de video, que tiene el micrófono en la cámara. Los médicos no tienen micrófono sino que todo se registró a través de lo que captó la operadora. Ella misma sugiere en algún tramo que los forenses deberían tener solapero, o sea el pequeño micrófono puesto en las solapas, inhalámbrico, como hay en la televisión. La operadora sugiere tomas en todo momento. «Cuando lo empieces a coser grabo un poquito y nada mas. Falta lo que llegó recién». «Usted abre del lado derecho y yo voy del lado izquierdo ¿si?». «Saco la muestra para el alcohol». «Lo molesto de este lado doctor Vega? Asi hacemos una toma distinta, si no es muy aburrido. Nadie lo va a ver. Ni pelota le van a dar». Lo trascendente es que está el audio de la hora, 46 minutos y 16 segundos que duró la operación. La jugarreta de Cambiemos fue tratar de desvirtuar lo hecho por el CMF, que realiza miles de autopsias por año. Con ese objetivo, intentaron minimizar el adelanto, que es algo habitual, transmitido por Trezza. De inmediato llegó la orden de bajarle el tono a la conclusión y luego empezaron con un continuo horadar de lo hecho. Por ejemplo, la Gendarmería sostuvo que a Nisman le fracturaron la nariz, o sea que eso se le habría pasado a la médica que lo revisó en el baño de Le Parc, a los dos forenses que hicieron la autopsia y a los trece forenses que luego firmaron las conclusiones en una junta médica. Sostuvieron que la hora de la muerte estaba mal calculada, pese a que Trezza es uno de los mayores especialistas en el tema a nivel mundial. Y mediáticamente argumentaron que no se había grabado el audio para esconder algo. Los abogados de Lagomarsino decidieron estudiar nuevamente la

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No es tiempo de ponerse las pantuflas

Fuente: Ricardo Aronskind* | La Tecl@ Eñe Fecha: 11 de diciembre de 2019 La victoria electoral es sólo el comienzo de un camino largo hacia el despliegue de todo el potencial nacional. El sendero hacia la segunda victoria está por comenzar: lograr construir gobernabilidad, realizar una buena gestión, evitar ser desestabilizado desde adentro o desde afuera, volver a poner al país en funcionamiento productivo. Recién la tercera victoria será la vencida: la consolidación de un modelo económico y social de desarrollo viable y sustentable, que garantice buenas condiciones de vida y de progreso para todo el pueblo. En otro artículo que publicamos en La Tecl@ Eñe, “Las 3 victorias”, señalamos que la victoria electoral era sólo el comienzo de un camino largo hacia el despliegue de todo el potencial nacional. El sendero hacia la segunda victoria está por comenzar: lograr construir gobernabilidad, realizar una buena gestión, evitar ser desestabilizado desde adentro o desde afuera, volver a poner al país en funcionamiento productivo. Pero recién la tercera será la vencida: la consolidación de un modelo económico y social de desarrollo viable y sustentable, que garantice buenas condiciones de vida y de progreso para todo el pueblo. Entender qué fue el macrismo para saber qué tendremos enfrente: El gobierno macrista termina, dejando detrás de sí problemas de todo tipo, algunos más fácilmente abordables que otros, algunos que requieren simplemente voluntad política, pero otros mucho más trabajosos, que requieren no sólo la determinación del equipo de gobierno, sino una tenaz acción colectiva para poder superar los obstáculos que deja el gobierno de Cambiemos. La pobreza, la deuda interna y externa, la precariedad financiera del Estado, las áreas gubernamentales debilitadas o vaciadas, los “derechos adquiridos” de sectores económicos parasitarios, las dinámicas sociales del “sálvese quien pueda”. Pero tan importante como eso, es entender que el gobierno de Alberto Fernández no llega a un paraje desértico, a una casa derrumbada, y sólo tiene que ponerse a trabajar con tesón y energía para lograr volverla a restaurar. Los que han dañado la casa, los que han tirado abajo paredes, perforado el techo y roto las cañerías, siguen viviendo allí y se consideran los dueños legítimos del bien que han arruinado en forma sistemática. Si: los actores que parieron al macrismo, continúan, están. Son los que empeñosamente apoyaron todo cuanto se pudo hacer en su momento para debilitar al gobierno de Cristina Kirchner, los que promovieron oposiciones salvajes, los que impulsaron todas las formas de desestabilización –tanto económica como política- y son también los que apoyaron fervorosamente todas las políticas que impulsó el macrismo. Hoy, alguno de ellos aparecen golpeados, y sus directivos parecen preguntarse qué pasó. Pero otros factores de poder, especialmente Estados Unidos y sus seguidores europeos, no parecen en absoluto lamentar lo realizado durante la gestión macrista, y es perfectamente coherente que sea así: lo que parece contradictorio o fracasado desde una mirada interna, argentina, parece totalmente consistente desde el exterior: el macrismo fue perfecto en ofrecer el territorio nacional a los negocios de las corporaciones multinacionales. El gobierno de Macri coincidió perfectamente con lo que desean las potencias que globalizaron el planeta en forma neoliberal: abrió la economía, no tuvo política exportadora, puso en crisis a la producción nacional, endeudó al país en sumas brutales y acompañó la política exterior de Estados Unidos de recolonización en América Latina, además de firmar un ruinoso tratado de libre comercio con la Unión Europea. Más no se puede pedir, de un gobierno colonial. Limitaciones propias: La coalición triunfadora tiene, a nivel electoral-social, dos componentes muy importantes: la mayoría de sus votantes han sido kirchneristas, peronistas, radicales, desarrollistas o izquierdistas, que siempre consideraron al gobierno de Cambiemos hostil hacia un proyecto nacional y popular. Pero hay otro sector que se incorporó más recientemente, que se sintió defraudado por el macrismo, o simplemente pensó que se trataba de otra cosa, que creyó las mentiras de Macri. Dados los pésimos resultados, que no son una entelequia intelectual, sino daño concreto a millones de personas y miles de empresas, optó por el Frente de Todos, como antes lo hacía hecho por el macrismo o el massismo. Es un voto volátil, muy sujeto a resultados puntuales y sin una visión fundamentada de los problemas nacionales. Tan volátil es, que después de 12 años de kirchnerismo eligió creerle al neoliberalismo, a los empresarios chantas, a la publicidad individualista de la globalización. Hoy votó a Alberto. A nivel político, la coalición triunfadora tiene dos componentes: un bloque kirchnerista que soportó 4 años de estigmatización y persecución, con una líder indiscutible y un conjunto de acendradas convicciones populares y patrióticas, y un espacio institucional más amplio, conformado por gobernadores, intendentes y sindicalistas mucho menos atraídos por las políticas transformadoras y muy reacios a sostener conflictos con el poder real. Todos quieren hoy combatir la pobreza, y todos aceptan políticas de reactivación económica. Hasta allí llegan las coincidencias. Es importante recordar que en el conflicto del campo contra el gobierno nacional, en 2008, cuando la confrontación tomó ribetes golpistas, una parte del bloque que acompañaba al kirchnerismo se apartó del gobierno y ensayó otros propuestas, con De Narváez y luego con Massa. El gobierno de Alberto, más allá de su estilo dialoguista y su disposición negociadora, si quiere modificar claramente la actual configuración distributiva del país, se encontrará con enemigos claros. Chocará con los sectores económicos que entendían que estaba bien lo que hacía Macri: el agronegocio, el sector financiero, las empresas públicas privatizadas, la minería y el negocio petrolero con rentabilidades estrafalarias. Además, encontrará las resistencias de todos los monopolios internos que se han acostumbrado a obtener ganancias abusivas sin control alguno de las autoridades. En ese espacio hostil militarán también los medios de comunicación que ocultaron la corrupción del gobierno de Cambiemos, así como el descalabro económico y social, en aras de consolidar el proyecto neoliberal. Y, como apoyo de masas, estarán también los sectores medios que vienen de un largo proceso de manipulación que los hace hostiles a cualquier proceso redistributivo e igualitario. Alberto suele citarlo

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Los desafíos de Alberto Fernández en materia económica

Fuente: Carlos Heller* | Suplemento Cash – Página/12 Fecha: 1 de diciembre de 2019 El balance que presentó el actual ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, no hace más que dejar en evidencia la magnitud de los desafíos que deja este gobierno. Hacia el final de una nota en La Nación (27/11/19), “Luces y sombras de la herencia que dejamos”, lo resume todo. Allí habla de una “«cosecha» negativa por la inercia productiva y social (actividad, empleo, pobreza, inflación)”, y de una “«siembra» positiva por la mejor plataforma macro”. Respecto de esto último habla de un “equilibrio fiscal primario, menos impuestos, equilibrio externo, tipo de cambio competitivo (…)”. También sostiene que la deuda “es más un problema de liquidez (concentración de vencimientos) que de solvencia (tamaño de la deuda y capacidad de repago)”. Un tema a discutir. Si bien comienza pidiendo no evaluar la gestión “con prisma partidario”, lo que queda bien claro es que hay un intento deliberado de sacarse de encima las responsabilidades por lo hecho, para tratar de transformarse en auditores de lo que pasará de aquí en adelante. Pero el problema es que no sólo la “cosecha” es mala, sino que lo que dejan es un terreno absolutamente anegado. El discurso que subyace es totalmente discutible de entrada, ya que pone en igualdad de condiciones la mala cosecha productiva y social con los supuestos equilibrios macroeconómicos. ¿Vale acaso lo mismo reducir, para poner un ejemplo, un punto porcentual el desequilibrio fiscal primario que un punto porcentual del desempleo o la pobreza? ¿Cómo medir el impacto para el país de la insuficiencia alimentaria severa que sufren los menores de edad? Una hipoteca intangible que los números fríos no pueden registrar. Los últimos datos de la producción industrial indican que ya se llevan 17 meses de caídas interanuales (-5,1 por ciento en el mes de septiembre último). El sector de la construcción también acumula un año de caídas en su actividad. La casi inexistencia de crédito hipotecario, con la importante carga de los créditos UVA, y las tasas de interés que aún se encuentran en niveles excepcionalmente altos, constituyen un combo fatal al que se le suma la consecuente parálisis de los proyectos inmobiliarios a la espera de tiempos mejores. En materia de empleo se habla de que “no hubo una destrucción neta de puestos de trabajo”, aunque no alcanzó para albergar a la población activa que se fue incorporando, lo que explica el aumento del desempleo. El propio ministro dice que “buena parte de los puestos se crearon en el sector informal y cuentapropista”. Pero para Lacunza el problema es “la disociación entre la regulación vigente y la realidad del mercado de trabajo”. Según esta visión, se precisaría una gran desregulación laboral para resolver el problema del trabajo. En cuanto a los supuestos “equilibrios macroeconómicos”, hay que decir que no son tales. El gobierno deja un país muy condicionado por el tema de la deuda, altamente concentrada en el corto plazo, y mayoritariamente en dólares. En la Argentina de hoy el problema no es sólo de liquidez, también es de solvencia. Y quienes siguen insistiendo en ajustar la economía, sólo lograrían afectar la capacidad de repago. Por el bien del país, el próximo gobierno tiene una estrategia totalmente distinta. Respecto del intercambio comercial, la foto que se muestra también es engañosa. Si bien el saldo de la balanza ha pasado de ser deficitario a marcar un moderado superávit, éste se debe prácticamente en su totalidad a la fuerte caída de las importaciones, presente desde mediados del año pasado. Es fruto de la recesión económica y de su impacto en la demanda de bienes e insumos importados, que tenderá a subir cuando comience a retomarse el crecimiento, otro desafío a encarar. En materia fiscal, el equilibrio se traduce en desbalance claro si se contemplan los intereses de la deuda, que aumentaron sensiblemente en estos años. De hecho, en los 10 primeros meses de 2019 se obtuvo un superávit fiscal primario de 31.419 millones de pesos, pero los pagos por intereses de la deuda llegaron a los 551.757 millones de pesos, un 88,7 por ciento más altos que en igual período de 2018. Se precisa retomar el crecimiento cuanto antes y dar respuesta a la problemática social, recuperando los márgenes de soberanía y el rol regulador del Estado. Los desafíos no son pocos y la coyuntura demanda decisiones importantes. * Presidente Partido Solidario.

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El video de Cristina del 18 de mayo y la chismografía política

Fuente: Edgardo Mocca | El Destape Fecha: 1 de diciembre de 2019 El chisme político es el género que sobresale en las vísperas del 10 de diciembre. Los operadores que rodean a los líderes son, habitualmente personajes menores de la escena. Pero en el tiempo de descuento del gobierno de Macri, en los días previos al comienzo de una nueva experiencia política argentina estos actores ocupan fugazmente el lugar central. El periodismo de todos los signos asedia a los “íntimos” del presidente electo y les arrancan “revelaciones” sobre el gabinete que aflorará el día de la asunción. Las revelaciones son fugaces, se suceden vertiginosamente, se desmienten a sí mismas y no tienen ningún otro valor que la generación de expectativas de uno u otro signo. El establishment, a través de sus difusores –los medios de comunicación oligopólicos- ya han trazado su propio cuadro de situación. Según esos voceros, lo que se juega en estos pocos días es si Alberto Fernández se somete a los dictados de Cristina o se asume como líder de esta etapa de la república. Pero ¿cómo se establece la distinción entre uno y otro rumbo? Para los escribas del statu quo neocolonial es extremadamente fácil: si Alberto es consecuente con su campaña y se propone un modelo antagónico con el de Macri es un títere de Cristina; si en cambio los nombres del gabinete prometen “moderación” y esquivan cualquier tentación “populista”, significa que es un hombre “razonable” que sabrá poner distancias con quien le posibilitó el triunfo electoral. Naturalmente, existe en el interior del vasto y plural espacio social de apoyo al Frente de Todos, un humor simétrico al anterior: todo lo que no tenga prueba de calidad como recuperación plena de la experiencia de los gobiernos de Cristina despierta suspicacias y genera tensiones. Es bueno tener en cuenta los dos humores para poder evitar los correspondientes peligros que cada uno de ellos encierra. Las viudas periodísticas de la desastrosa experiencia macrista se sienten en el caso de pontificar qué es lo que debería hacer Alberto para pacificar y darle “gobernabilidad” al país. Las recomendaciones son amplias y diversas pero todas giran en torno a un eje, la ruptura de sus lazos con Cristina. Es el regreso del petitorio que la oligarquía argentina le presentó a Néstor Kirchner a través del entonces ceo del diario La Nación; solamente que el pliego no necesita como el anterior una larga especificación temática. Se limita a un “significante vacío”: romper con Cristina. Tienen de su lado una larga y muy transitada historia, la del “elogio de la traición” (con ese nombre, dos periodistas famosos de Francia publicaron un libro que aquí alcanzó una moda fugaz en la época de oro del menemismo). ¿De qué se trata? De la idea de que todo personaje central de la historia de un Estado tiene que estar dispuesto a traicionar (a sus votantes, a su historia, a sí mismo) en defensa de su convicción sobre qué es lo que su patria necesita de él aquí y ahora. A quien escribe no le parece esta una idea siniestra: cada personaje central de la historia lo es porque ha roto con todos sus prejuicios y todos sus dogmas para asumir las demandas de su época. Claro que hay traiciones y traiciones… Hay rebeliones contra el sentido común y los mitos construidos en los mundos culturales conservadores. Y también hay deserciones a proyectos políticos transformadores a cambio de ese fantoche de nuestros tiempos que ha tomado el nombre de “gobernabilidad”. Hay, a este último respecto, una discusión interesante en el aquí y ahora argentino del 10 de diciembre. Es el diagnóstico de la noche cerrada y prolongada que le espera al nuevo gobierno en su relación con el vecindario sudamericano. Es la reminiscencia del Perón de 1973 o del Alfonsín de 1983, rodeados ambos de dictaduras y sometidos a la presión del establishment para que eviten confrontaciones de consecuencias desastrosas. La receta actual de la gobernabilidad es la de adaptar el gobierno del frente a la nueva realidad de la región. Para eludir el habitual juicio moralista o ideológico respecto de la recomendación “realista” conviene poner en su lugar la experiencia histórica: ni los intentos del peronismo posteriores a la muerte de su líder por satisfacer las demandas del establishment (recordar el tristemente célebre ministerio de Celestino Rodrigo) ni los intentos de Alfonsín para negociar con los grupos económicos y con los militares nostálgicos de la dictadura llevaron a sitio alguno diferente del fracaso y el estallido de esas experiencias políticas. Si se quiere sumar comparación política, puede mencionarse el intento de Dilma Roussef de calmar a las fieras golpistas con planes de ajuste neoliberal, que terminó en su aislamiento político y su extrema debilidad en el momento de resistir al golpismo brasileño. Si la supuesta prudencia que aconseja -como decía el inmortal Fontanarrosa y su inefable Inodoro Pereyra a través del perro Mendieta- “negociemos Inodoro”- parece no llevar a ningún puerto aconsejable, tampoco el irredentismo y la negación de las complejidades reales parece un camino virtuoso. En realidad conciliadores y radicalizados deberían volver a escuchar el mensaje de Cristina del 18 de mayo último. Se ahorrarían –nos ahorraríamos todos- el estéril esfuerzo de interpretar los movimientos actuales de la fórmula ampliamente triunfante en octubre como un movimiento indescifrable y solamente accesible a los periodistas con “llegada” a ciertas supuestas intimidades del nuevo poder. Quien pueda comprender ese mensaje y actualizarlo sistemáticamente en la coyuntura podrá comprender mejor los tiempos que vienen que los supuestamente mejor informados. Ese día se dio a conocer un pacto político de alcance histórico: el que fundió la necesidad de terminar rápidamente con la pesadilla neoliberal macrista, con el reconocimiento del lugar histórico de la experiencia de Néstor y Cristina y con la necesidad de construir un nuevo punto de partida para la transformación del país. Un punto de partida que se proponga horadar la roca dura de un amplio conjunto social que, sin ser beneficiario de la desaforada acumulación de riquezas por los poderosos del país, sigue desconfiando

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Por la desconfianza de Estados Unidos, Alberto mira a China

Fuente: Randy Stagnaro | Tiempo Argentino Fecha: 1 de diciembre de 2019 En Washington creen que el gobierno entrante no dispondrá de los recursos suficientes para cumplir con sus compromisos, pero no tienen en mente intervenir para cambiar esa situación. En tanto, advierten por las expectativas desmesuradas respecto del rol que podría cumplir la potencia asiática. «El principal problema de la economía argentina es la restricción externa», dice Matías Kulfas a quien quiera oírlo. El economista, que se perfila como un integrante del Gabinete de Alberto Fernández, repite que el programa económico del Frente de Todos debe tener como objetivo inmediato lograr un mayor ingreso de divisas a las arcas de Argentina. La urgencia por lograr las divisas responde a la resolución del problema de la falta de dólares para cumplir con todas las demandas: pago de la deuda –pública y privada– en moneda extranjera, pago de importaciones, giro de utilidades empresarias y pago de derechos, además de turismo y atesoramiento o fuga de capitales. El supercepo casi eliminó la demanda de dólares para atesoramiento de los individuos (en octubre compraron casi 4000 millones de dólares), y según las expresiones de los asesores económicos de Fernández, es casi seguro que esta restricción se mantenga después del 10 de diciembre. Pero el problema central persiste y es que en los siete meses que van desde este diciembre hasta junio de 2020, los vencimientos de deuda pública en moneda extranjera (excluyendo la intra sector público) suman 13.598 millones de dólares, según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). A ello hay que agregar los giros por las deudas privadas. Sin los recursos En la actualidad, la Argentina, siempre según Kulfas, se encuentra ante un escenario complejo. No tiene crédito internacional, no tiene buenos precios de sus exportaciones más importantes y tampoco tiene reservas en abundancia en el Banco Central. En este escenario, el presidente electo anunció que prescindirá de los más de 11 mil millones de dólares del préstamo stand by que aún no desembolsó el Fondo Monetario. El disparador de esta decisión fue que el FMI ya había resuelto antes no desembolsar esos fondos hasta que el nuevo gobierno presentara «un programa económico integral», según dijo 15 días atrás su titular, Kristalina Georgieva. Sin la plata del FMI, Fernández espera tener las manos libres como para encarar las negociaciones por la deuda pública que está en manos de los privados. Pero la distancia que adoptó el FMI respecto de la administración entrante tiene un condimento: está en sintonía con la que ejecuta el gobierno de Estados Unidos. Aunque en el FMI y en el Departamento de EE UU (su Ministerio de Relaciones Exteriores) se esfuerzan por mostrar que uno y otro tienen objetivos y métodos diferentes, y enfatizan que EE UU tiene apenas el 16% de los votos en el Directorio del Fondo, lo cierto es que en lo que respecta a la Argentina ambos actúan en sintonía. Mientras que el FMI retacea fondos a la espera de que Fernández presente el plan integral, desde EE UU se deja trascender que Fernández carece de los recursos necesarios como para cumplir con los compromisos que está asumiendo. Se trata de una posición distante que no augura un respaldo político y financiero, al menos para la primera etapa del gobierno que arranca el 10 de diciembre. El FMI postergó el desembolso del sexto tramo del stand by, equivalente a unos 5400 millones de dólares, tras las PASO del 11 de agosto. Aunque en un principio trató de justificar ese retraso con eufemismos, después de la asunción de Georgieva al frente del organismo, la explicación fue más directa: el acuerdo stand by estaba caído y el gobierno argentino debía presentar el plan económico integral. La distancia con que Washington observa el proceso argentino está matizada con las posiciones públicas que ambas partes se esfuerzan por dar a conocer. Por caso, el vicejefe del Departamento de Estado para América Latina, Kevin O’Reilly, dijo dos semanas atrás que «nuestro enfoque con Argentina es muy positivo» y que «vemos buenas perspectivas para trabajar con el gobierno entrante». Cinco días atrás, Fernández recibió la visita de Edward Prado, el embajador de EE UU en Argentina. El encuentro fue calificado como positivo por las dos partes, aunque del mismo no surgieron aún posiciones concretas de respaldo por la renegociación de la deuda pública argentina. El amigo chino En las cercanías de Alberto Fernández surgen ideas de lo más diversassobre China y el rol que le podría caber para respaldar al nuevo gobierno. En todos los casos se habla de una inyección de dólares que le daría holgura a la Argentina. Pero por ahora las cosas no pasarían de miradas y amagues amistosos. Hay varias razones para ello. «La idea de que China ocupará con sus fondos el lugar que dejará el tándem FMI-Estados Unidos está totalmente errada», le dijo a Tiempo Gustavo Girado, director de posgrado sobre Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús. «Eso es lo último que harían las autoridades de China porque sería comprase un problema más y echar leña al fuego de su disputa con Estados Unidos», agregó el especialista. Según Girado, una intervención de ese tenor de China sería vista por EE UU como una provocación toda vez que para Washington sigue vigente la idea de América Latina como patio trasero propio. Podría parecer una oportunidad para las autoridades chinas, que ven cómo EE UU interviene en Hong Kong, pero, al menos por ahora, no parece ser esta la opinión en Beijing. «En este escenario, intervenir en este espacio para suplir de fondos a la Argentina no es prudente», subrayó Girado. Así las cosas, la disputa estratégica que mantienen ambas potencias acentúa la debilidad de Argentina. Con todo, la relación económica entre China y Argentina puede pasar por alternativas menos contundentes. «China podría financiar obras de infraestructura. Hay muchas posibilidades de que con el nuevo gobierno se aceiten las relaciones políticas que faciliten esas inversiones», indicó Girado. Pero el

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El Likud contra lxs Fernández

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 1 de diciembre de 2019 La particularidad de la actual transición radica en la proliferación de operaciones dispuestas a socavar los proyectos de inclusión social, desarrollo productivo, soberanía política e integración regional, planteados en la campaña por el Frente de Todxs. Las acciones orientadas a condicionar al próximo gobierno no tienen antecedentes en cuanto a su diversificación y nivel extorsivo, si se las compara con otras transiciones políticas transitadas en Argentina. El objetivo básico consiste en restringir la capacidad decisoria futura del próximo gobierno, debilitando su vínculo con la base social que lo votó. Los poderes fácticos combinan la difusión de profecías distópicas, una cruzada de descrédito sobre potenciales funcionarios, chantajes más o menos explícitos y operaciones comunicacionales varias sujetas a claros mensajes extorsivos. Los encargados operativos de tramitar las imposiciones son corporaciones empresariales, organizaciones de la sociedad civil –de apariencia autónoma e independiente— y delegaciones diplomáticas. Todos ellos pretenden circunscribir y limitar cualquier forma de empoderamiento popular, como prerrequisito para garantizar la continuidad del entramado neoliberal, funcional a los intereses monopólicos. Dentro de este entramado se destaca el conglomerado de dirigentes pertenecientes a la derecha de la colectividad judeo-argentina, emparentados políticamente con el Likud israelí, el partido que lidera el actual primer ministro Bibi Netanyahu. Como alfiles en las sombras aparecen la DAIA y a la AMIA, junto a varios dirigentes acólitos insertos en el universo del PRO. El plan de hostigamiento desplegado combina tres dimensiones prioritarias: la relativa al aparato judicial, la vinculada con el antisemitismo y la sustentada en el terrorismo internacional. Para que dicha tarea sea más eficaz, ambas organizaciones intentan convencer a la sociedad argentina, con la colaboración de los medios hegemónicos, de que la única judeidad existente es la que ambas organizaciones pretenden expresar. Pese a congregar no más del 30 % de los integrantes de este colectivo, la derecha de la colectividad se desespera en presentarse como la identidad excluyente de una tradición que es evidentemente múltiple y plural. De hecho, una gran parte de la misma se percibe en las antípodas de sus marcos ideológicos y políticos. A pesar de esta debilidad la estrategia desplegada por el Likud se encuentra en fase de operativización, desplegada a través de tres ejes de intervención: dentro de la esfera de lo jurídico, en contacto con las percepciones del antisemitismo y en referencia explícita al contexto geopolítico:  La utilización de los atentados sucedidos en 1992 y 1994, con el objetivo de extorsionar a los funcionarios judiciales y a la opinión pública en general para lograr una adscripción a los intereses de la lógica neoliberal, funcionales a Washington y a Tel Aviv. Esta operatoria se lleva a cabo a espaldas de los tres grupos de Familiares de las víctimas de los atentados, Memoria Activa, 18 J y APEMIA. La búsqueda de movilizar en forma espuria la sensibilidad de quienes cuestionan toda forma de discriminación. La tentativa busca endilgarle al nacionalismo popular un compacto perfil antisemita, con el objeto de alertar a las comunidades judías de todo el mundo –especialmente a la estadounidense, la más influyente a nivel global— de que el Frente de Todxs posee (y/o disimula) un claro posicionamiento judeofóbico. El intento por asociar al peronismo con el terrorismo internacional, toda vez que decida renunciar a los alineamientos demandados por Washington y Tel Aviv (verbigracia: el chavismo o Hezbolá, o cualquier otra organización que sea etiquetada como enemiga de u opuesta a los mandatos imperiales). Trípode de acoso   Estas tres disposiciones han sido conceptualizadas por las usinas de análisis geopolítico del Likud, el partido político más numeroso de la derecha israelí, en la actualidad liderado por Bibi Netanyahu. Sus delegaciones diplomáticas, instaladas en América Latina, se apoyan en los sectores más conservadores al tiempo que trabajan por invisibilizar a las fracciones más progresistas de las respectivas comunidades judías locales. En referencia a la primera dimensión, uno de los encargados de encausar el hostigamiento es Waldo Wolff, quien se ha destacado como uno de los promotores de la candidatura de Patricia Bullrich a la presidencia del PRO. Bullrich, presidenta del PRO, a propuesta de la derecha israelí. En una de sus últimas declaraciones, referida a la asunción de lxs Fernández, aseveró que “la Argentina se encamina hacia su camino más oscuro desde el advenimiento de la democracia. Hay una mafia que va a agarrar la Justicia, los servicios de inteligencia y servicios de seguridad”. En ese marco, con la clara intención de reclutar socios para su cruzada, les exigió a sus colegas de la DAIA y la AMIA que impulsen una oposición abierta, similar a la efectivizada durante la última etapa del kirchnerismo, cuando no dudaron en recorrer embajadas para denunciar como “socios de terroristas” y “responsables de la muerte de Nisman” a Héctor Timerman y Cristina Fernández de Kirchner. De hecho, Sergio Bergman y Claudio Avruj –ambos funcionarios del gobierno macrista— fueron parte del entramando que contribuyó al encarcelamiento de Carlos Zannini y Fernando Esteche, por la firma del frustrado acuerdo con Irán. “Los valores no deben negociarse. Espero que no lo hagan”, advirtió Wolff ante sus colegas dirigenciales cercanos al Likud. En esa misma línea, el portal Vis a Vis (entre cuyos propietarios se encuentra Claudio Avruj) se encargó en los últimos días de acosar a Juan Martín Mena, por la misma causa del Memorándum. En dicho portal se lo catalogó de “ex espía” y de ser responsable de las “operaciones sucias” dentro de la AFI. Todas esas estigmatizaciones son claramente orientadas a cuestionar su potencial desembarco como funcionario gubernamental bajo la gestión de Axel Kicillof. El segundo capítulo también tiene al ex vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, como uno de sus promotores. A través de una nota enviada a la Agencia Judía de Noticias (AJN), señaló: “No tengo dudas de que la dirigencia judía argentina va a interpelar al Presidente electo Alberto Fernández”.  En esa misma lógica, la coautora del libro Asesinaron al Fiscal Nisman, Delia Sisro, impulsó la demonización de todos los integrantes de la

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¿Quién te creés que sos?

Fuente: Raúl Zaffaroni* | Página/12 Fecha: 1 de diciembre de 2019 En la esquina de mi barrio, cuando alguno exhibía más autoridad que la que le correspondía, se le decía ¿Flaco, quién te crees que sos? (a veces con una intercalación referencialmente fálica y casi siempre acompañada por el conocido e itálico gesto manual de interrogación). Ahora no estamos en la esquina de mi barrio, sino en una situación mucho más seria y grave, pero –lamentablemente- la nota del Secretario de Derechos Humanos de la Nación Argentina a la ONU, con motivo de la denuncia formulada por AJUS, Abuelas, Madres, Hijos, APDH, Liga Argentina, Familiares, Asociación Americana y otros organismos, debida a la abierta interferencia ejecutiva contra jueces y la consiguiente lesión a la independencia judicial –incluso verbalizada por el presidente-, creo que no merecería otra respuesta por parte del organismo internacional, que la habitual en la esquina de mi barrio, aunque –como es obvio- diplomáticamente se la formule en otro estilo más versallesco. El Relator Especial para la independencia de magistrados y abogados de la ONU, no ha hecho más que, en principio, tener por presentada la denuncia de los organismos, todos de larga y probada trayectoria en la materia y, por ende, dado también que los hechos denunciados se documentaban con información del dominio público, solicitar al gobierno argentino las explicaciones correspondientes. En verdad, en el caso, no debía ni podía ni le hubiese correspondido hacer otra cosa. El actual gobierno –que no nos ahorra papelón internacional alguno- en lugar de ofrecer las explicaciones correspondientes (si las tenía) por vía del Ministerio de Relaciones Exteriores, al parecer encargó al Secretario de Derechos Humanos que denuncie al Relator Especial ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU por excederse en sus funciones y por parcialidad. No queda claro si se lo encargó alguien o si el Secretario se atribuyó ese encargo, porque no sería la primera vez que actúa internacionalmente en nombre de este gobierno tan particular, siendo el Ministro de Relaciones Exteriores el último en enterarse. En tal supuesto, su nota no tendría más valor que la de un ciudadano. Pero, en cualquier caso –es decir, aunque se lo hubiesen encargado-, su nota no es la respuesta que le solicita la ONU, porque ni siquiera está dirigida al Relator Especial que la requiere, sino que se trata de una denuncia contra éste, formulada ante el Consejo de Derechos Humanos de ese organismo En otras palabras: la respuesta a la ONU no se ha dado y, por ende, se la deja como tarea al futuro gobierno nacional que, como es de esperar, deberá restaurar la imagen internacional de los argentinos, deteriorada por un régimen que -en cuatro años- sólo se ocupó de endeudarnos con glotona celeridad sin precedentes. En cuanto a la denuncia misma, no cabe otra reacción que la de la esquina de mi barrio. ¿Quién se cree que es el Sr. Secretario para imputar parcialidad al Relator que –como es de ley- se limitó a dar al gobierno la oportunidad de ser oído? Es raro que un régimen acostumbrado a llamar a indagatoria y a procesar con tan alegre generosidad se queje cuando le dan la oportunidad de ser escuchado, o sea, la de ejercer un elemental acto de descargo. Por otra parte, en lo personal, no admite comparación la trayectoria del Relator con la del Secretario, pues le lleva kilómetros de ventaja en la materia: jurista, canciller, juez de la Corte IDH, presidente de la Corte, etc. El Secretario debería saber de quién se trata antes de faltarle el respeto a Diego García Sayán, difamándolo por supuesta parcialidad, en una nota que más bien evoca las respuestas a organismos internacionales de tiempos estalinistas o nazistas. ¿Acaso no recuerda el Secretario que nuestra Corte Suprema también habló de “exceso en las atribuciones”, esa vez de órganos jurisdiccionales? ¿No se le ocurre que si cada país sancionado es el juez de la competencia de los órganos jurisdiccionales supranacionales se acabó el derecho internacional? ¿No fueron sus representantes quienes hicieron suya la insólita posición de la Corte Suprema como propia del gobierno argentino? ¿Se olvidó de esta vergüenza? Es claro que tampoco recuerda otros papelones, como el del famoso “dos por uno”, en que dieron marcha atrás por presión popular masiva, terminando la cuestión con dos votos que abrieron el camino para la aplicación retroactiva de una ley penal más gravosa, so pretexto de “ley interpretativa”. ¿Ignora el Secretario y algunos jueces que la retroactividad de leyes penales más gravosas sólo se admite en sistemas totalitarios? ¿Estos son los méritos que tuvo la gestión de su gobierno y la suya propia para permitirse el derecho a difamar a un Relator Especial de larguísima y probada trayectoria internacional? En síntesis –y para no abundar más- lo cierto es que el gobierno no ha respondido el requerimiento de la ONU, puesto que no ha dado las explicaciones del caso, tarea que queda a cargo de la futura administración, tal como algunos habíamos previsto. Lo único que no previmos, porque el disparate siempre es difícil de prever, fue la insólita nota con que el Secretario cierra su episódico y poco lucido paso por la función. * Profesor Emérito de la UBA

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