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Orfandad y gloria

Fuente: Horacio González | La Tecl@ Eñe Fecha: 26 de noviembre de 2020 Quizás el hombre sea una pasión inútil, como dijo un filósofo. Cuando ese filósofo murió, una conmoción recorrió los ambientes culturales de Europa y América Latina. Murió Maradona y la conmoción fue mayor, distinta y absorta. No la podemos medir. No podía ser una pasión inútil. Pero no era posible identificar claramente porqué. Era una figura esencial que no podía representarnos a todos, en razón de que el todo siempre está limitado por nuestra inacabada imaginación. Pero lo más cercano a esa representación incompleta pero que ahora nos hiere de una manera inconcebible, no cabe duda de que lleva el nombre de Maradona. Nombre deshecho que se hacía pleno en un vacío trascendental, y que resurgía como una aureola extraña que siempre caía, y en su caída contenía un nuevo resurgimiento. El héroe que alguna fue preso ante la voracidad de los fotógrafos, que vivió internaciones y curaciones extremas, que fue protagonista de excesos que nadie se sentía en condiciones de cuestionar, actuaba bajo un trasfondo glorioso, apolíneo cuando era dionisíaco, y misterioso cuando se despedía una y otra vez del fútbol despertando un oleaje de amor tatuado en el lamento popular, ese maradoooo, maradoooo, que al estirar la vocal más astuta, que se cierra sobre sí misma sin agregados, garantizaba la combinación exacta de aire, asfixia y viento. Cuando se grita Maradona suspendido en la o, ésta se va alargando y trasmutando en una u. Travesura de las vocales en las tribunas donde cuando se quiere, hay versificación y cuando no un lánguido lamentó. Maraduuuu… la plegaria gloriosa y huérfana. Maraduuuu. Como Gardel fue el canto, Maradona fue el fútbol. Pero ambos fueron ídolos de masas, por lo tanto, el cine en uno, la televisión en otro, fueron fundamentales. El origen oscuro, la familia sin linaje, la pobreza grisácea, la calle de tierra, y la luminosidad que se extendió a la mitología del gran espectáculo donde cada uno se movió cargando aquello de lo que no eran conscientes. Ahora parece que los acercan, como extrañas piras encendidas, tiempos y estilos diferentes. Hay un modo en que se había alojado cada uno en una concavidad secreta y multitudinaria, aparentemente callada, pero compuesta de un amor latente que sin darnos cuenta estaba esperando ser el lecho de muerte. De ese momento solitario y de abandono, surgiría el santuario que en las canchas de todo el mundo ya se estaba preparando. Gardel cantó el tango canción del golpe del 30. No importaba. Maradona se tatuó al Che en su brazo y el gol contra los ingleses -los dos, cada uno a su forma- son goles guerrilleros. Pero los compromisos políticos parecen laterales, sin ser guerrilleros. Importan más en Maradona, que fue politizando su cuerpo tatuado, o que hizo de la política un tatuaje. ¿Tatuaje de qué? De cierta rebeldía de un barro primordial que enviaba hacia lo alto, sean Fidel, Chávez o Kirchner, con una fidelidad que se mantuvo más que la de muchos políticos. También se mostraba con diversas autoridades mundiales como un tótem inefable, cuya garantía eran un par de gambetas que fueron interpretadas como las necesarias fintas de la patria irredenta, y que lanzaba sus frases con arrebatos de pureza que resultaban tan formidables como salidos de una religiosidad abrupta. “La pelota no se mancha”, y ahí parecía un monje besando su ostia, con el estadio ululando esa “oooo…” que se hundía como una letra lánguida y premonitoria en las tribunas hirvientes. Su leyenda él mismo la sabía. Dijo por televisión de Macri, que dice fango para no decir barro. La idea persistente era la de ir del barro al palacio y del palacio al derrumbe médico, y de ahí a preguntarle a Fidel Castro cómo sería posible unir a América Latina. Se movía ente construcciones metafóricas que su sensibilidad había registrado, quizás escuchando a las tantas voces periodísticas que lo seguían como un enjambre y esas palabras él las reutilizaba. Cumplía con papeles que le habían asignado y también sabía burlar sus mismas actuaciones. Al percibir que ya estaban grabados en el museo de la televisión esos goles mágicos, la prestidigitación del esquive, la frenada en seco sin perder el control de la pelota, intuía que esos frescos de Massacio o Tintoretto que pintaba en la cancha, eran parte de un relato que no poseía ningún relator deportivo -de los tantos que lo acompañaron rebautizándolo de mil maneras-, sino que los iba a tratar él mismo. Y se lanzó a investigar el mundo, como si fuera un arqueólogo o un politólogo dislocado, y así conoció y repudió poderes, apoyó a las izquierdas con una conciencia política que enternecía por su candor y obligaba a criticar al fútbol en su conjunto como un formidable negocio, un negocio de grandes corporaciones, que antevió con lucidez, mucho más que cualquier otro jugador de su renombre. En ese sentido fue la contracara de Pelé y de tantos otros. Sus numerosas frases salían de un diccionario donde convivían la admonición moral contra el fútbol de la corporaciones -la pelota no se mancha-, hasta la mordacidad genuina y risueña de un “Grondona es tan rápido que le pone un supositorio a una liebre”, que seguramente es de su factura. Siendo así, sus ingenios verbales, que tenían notorias impertinencias, seguían sus maniobras geniales en la gramilla con aquel objeto que no se mancha, y sufrían también las mismas recaídas que su cuerpo. Ese cuerpo que pasaba de obeso a reincidente, de reincidente a recobrado, y de recobrado a obeso. Sus transfiguraciones fueron circulares e infinitas. Su manejo de los símbolos era equivalente al de la pelota. Con eso lanzó frases con denuestos contra los poderosos con los que trataba. La efectividad de esa actitud no había que buscarla en las razones de la política sino en la expresión de las pasiones de quien sabía que era tolerado por quienes denostaba -que lo veían ya perdido- y agasajado por los líderes políticos a los que

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En qué lado hay que estar

Fuente: Eduardo Aliverti | Marca de Radio Fecha: 21 de noviembre de 2020 El Gobierno recuperó iniciativa y hasta sus contendores admiten que perdieron centralidad de agenda. A partir de ahí puede discutirse cómo se sitúa cada quien frente los asuntos en danza, pero es innegable que hoy la oposición corre detrás de las instalaciones temáticas oficiales y no al revés. Que por fin se haya debatido y sancionado en la Cámara baja el propósito de aplicar un tributo a las grandes fortunas (apenas 360 de ellas significan el 60 por ciento del monto imputable); que el Presidente se comprometa a empujar la legalización del aborto como decisión de salud pública imprescindible; que ya esté en marcha un operativo fenomenal para la vacunación masiva contra el coronavirus (aunque comunicado con una dosis excesiva de optimismo, quizá); que se lance una gran ofensiva de obra pública, son ingredientes positivos. Una consideración similar correspondería a que el arreglo con el FMI fue trasladado al año próximo, con Biden asumido pero, sobre todo, con un panorama económico (muy) eventualmente más claro si es que todas o alguna de las vacunas producen efecto. Nada de eso significa un horizonte despejado, ni por asomo. Los números inflacionarios; el nuevo festival de bonos para controlar la cotización del dólar; la incertidumbre por cómo se ejecutará cierta recuperación con los índices de desempleo y falta de trabajo que deja la pandemia; atravesar diciembre; el interrogante inmenso de la vuelta a clases; los haberes jubilatorios, son componentes angustiantes. Pero por algo será que la oposición, a falta a de disparadores más atrayentes, se concentra en la novela aburrida del Ministerio Público Fiscal; el pedido de indagatoria a Carrió por la red de espionaje macrista; la obsesión continua por cada señal intrascendente de Cristina contra Alberto y viceversa; el militar la palabra “ajuste” nada menos que desde sus antecedentes espantosos, que la llevaron a la derrota. Una mirada rápida a los sumarios de la prensa opositora revela que noticias frívolas, ligadas mayormente al mundo del espectáculo, a los escándalos de personajes mediáticos, a “la inseguridad”, al deporte, son principales. Cualquiera diría que hay una relación inversamente proporcional entre eso y el hecho de que el grueso confrontativo no da muestras de saber para dónde desembuchar, excepto por el agotador denuncismo anti K y la protección al macrismo vandorista. Tienen además un intríngulis complejo con la sobreexposición de los cruzados libertarios. Los Milei o los Espert aseguran griterío y extravagancias antipopulistas para satisfacción del panelismo televisivo; pero a la vez, con elecciones legislativas a la vista que habilitan -como siempre- toda cana al aire de un sector del electorado, corren el riesgo de estimular la división del voto gorila. Sería más útil observar otros aspectos. Hay un dato de enormidad pedagógica, no solamente simbólico, que Alejandro Bercovich recordó el viernes en su columna de BAE Negocios, con base en lo que otro colega, Hugo Alconada Mon, publicó en su libro La raíz de todos los males. Se trata del aporte solidario y extraordinario que Mauricio Macri les pidió a los dueños de grandes haciendas para la campaña presidencial de 2015: un 1 por ciento de sus patrimonios. Es la mitad de lo exigido a esos magnates en el proyecto que recibió media sanción de Diputados, para ayudar en la emergencia. “Aquella contribución era sobre el total y no sólo sobre lo declarado, tal como el propio autor ratificó más tarde bajo juramento ante el juez platense Ernesto Kreplak. La ventaja era que podía integrarse en efectivo o en especie, porque el comité de campaña prefería todo ‘barrani’ para no exceder el gasto permitido”. La cuestión es que Macri recaudó unos 7500 millones de pesos, a valores de hoy, para sufragar actos, medios y cartelería; una cifra once veces superior a lo declarado por los recolectores cambiemitas ante la Cámara Nacional Electoral. Como señala Bercovich, el subregistro difícilmente pueda ser impugnado con autoridad moral por el Frente de Todos, pero sí expone la contradicción de los grandes contribuyentes que, si era por Macri Presidente, estaban bien predispuestos a la exacción privada mientras ahora se indignan por la estatal. Es también en el libro de Alconada Mon donde figuran como aportantes macristas los miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que el jueves agregaron su grito en el cielo por el “impuesto a la riqueza”: Rocca, Bulgheroni, Roggio, Eurnekian, Pescarmona, Escasany, Elsztain, su ruta. Como elemento mucho más directo -aunque en el mismo sentido- puede tomarse el tweet que, desde su cuenta oficial, lanzó el bloque del PRO. Fue tarde cuando quisieron borrar que, ante a la imposición del aporte a patrimonios individuales portentosos, en tanto representantes del 46 por ciento de la Cámara de Diputados votarían a favor de los intereses del 0,02 por ciento más rico de la población argentina. Y por si poco fuese en materia de sincericidios, colmaron el vaso las declaraciones de Soledad Acuña, ministra de Educación porteña, en su diálogo con el humorista Fernando Iglesias. La formación docente es uno de los vectores de lo que dijo la funcionaria, y lo abordó con una superficialidad que espanta al mínimo rigor requerido. Es llamativo que ni uno solo de los cuadros o figuras académicas de que dispone la derecha se dispuso a respaldarla. Se borraron del mismo modo colegas y autoridades mayores del gobierno de la Ciudad, ayudadas por un periodismo independiente al que le pareció mejor no insistir con el tópico so pena de embarrarla más todavía. Nadie discutiría con seriedad que es todo un tema cómo se forman los educadores, y precisamente por eso es una ofensa inaguantable que Acuña lo haya remitido a la proveniencia de clase, el ventajerismo de la pobreza, la edad, la militancia política. Todo eso en medio de cómo vienen cargándose los docentes una coyuntura inédita y dramática, más allá de factores individuales que nunca pueden ser elevados al rango de conjunto del área. En percepción absolutamente subjetiva, la ministra no se dio cuenta o relativizó que sus afirmaciones trascenderían y, más bien, se sintió en una charla reservada de compinches. Si

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Un paso más hacia una nueva estructura fiscal

Fuente: Carlos Heller | Tiempo Argentino Fecha: 22 de noviembre de 2020 (*) Diputado Nacional Frente de Todos Presidente Partido Solidario Luego de una extensa sesión en la Cámara de Diputados, el proyecto de ley de “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia” obtuvo media sanción el miércoles pasado. El propio título del proyecto transmite la idea general de la iniciativa. Cabe señalar que el debate contó con la presencia de varios ministros y funcionarios del Poder Ejecutivo, entre otros, los ministros Martín Guzmán (Economía) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Daniel Arroyo (Desarrollo Social), escueta enumeración que no mengua la importancia del resto de los funcionarios presentes. El aporte es solidario y extraordinario porque estamos ante una situación de emergencia. Se pretende alcanzar a aquellas personas humanas que son titulares de grandes fortunas. Si bien lo mencionamos en otras oportunidades, no está de más recordar que la actual situación de la Argentina es particularmente extraordinaria, no sólo por los efectos de la pandemia sanitaria sino por la difícil coyuntura que veníamos atravesando durante los años anteriores. Entre 2015 y 2019 los ingresos tributarios y de la seguridad social disminuyeron en 3,1 puntos porcentuales del PIB, esencialmente por medidas tomadas por el gobierno anterior, tendientes a reducir los gravámenes sobre los sectores con mayor capacidad contributiva, y además por la significativa caída en la actividad económica. La tasa de desempleo llegó a niveles históricamente bajos en 2015: 5,9% para luego terminar en el 9,8% en 2019. A ello se suma el abrupto endeudamiento externo contraído con acreedores privados y con el FMI, que además se tradujo principalmente en formación de activos externos (fuga de capitales) y no se reflejó en inversiones para reactivar la economía. Al mismo tiempo, implicó una fuerte carga de intereses en el gasto público, que incrementó el déficit fiscal total mientras que el déficit primario (sin los intereses de la deuda) se redujo a costa de un fuerte ajuste con negativas implicancias en el bienestar social. Entonces, a la ya de por sí delicada coyuntura económica que transitaba la Argentina, se sumaron los inesperados efectos de la pandemia sanitaria.PUBLICIDAD Una pandemia que la Secretaria Ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, definió como “la peor crisis en 100 años” en su intervención en las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA. La Cepal prevé una caída del PIB del 9,1% para la región de América Latina y el Caribe, lo que implicará, según sus proyecciones, un retroceso de 10 años en los niveles de PIB per cápita. Como consecuencia de ello, el organismo también proyecta que el desempleo en la región alcanzaría a 44 millones de personas, el mayor aumento desde la crisis financiera global; la pobreza podría alcanzar a 231 millones de personas. Todas ellas cifras alarmantes. Para atender esa emergencia social se necesitan medidas que apunten a aumentar los ingresos fiscales para que estos sean re direccionados a las distintas necesidades de sus poblaciones. Tal como señaló Bárcena, “una situación excepcional requiere respuestas excepcionales”. Es por ello que, volviendo a la Argentina, cabe mencionar que el “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia” abarca al 0,02% de la población total, unas 10.000 a 12.000 personas humanas, aproximadamente. Son aquellas cuyo patrimonio resulte mayor a los 200 millones de pesos al momento de la entrada en vigencia de la ley. Se establecen escalas porcentuales para los aportes de forma progresiva, que van del 2% del patrimonio, al 3,5% para aquellas personas que poseen más de 3.000 millones de pesos de patrimonio, lo que redundará en una recaudación estimada superior a los 300.000 millones de pesos. Según los datos brindados por la AFIP, basándose en las declaraciones juradas de bienes personales a diciembre de 2019, en un extremo se encuentran 2.274 contribuyentes alcanzados con patrimonios de entre 200 y 300 millones de pesos, mientras que las 253 personas humanas con patrimonios por encima de los 3.000 millones de pesos aportarían el 50% del total recaudado. Varias fueron las repercusiones de distinta índole que tuvo este proyecto a pesar de que, en los hechos, abarca a una porción muy minoritaria de la población. Una de las últimas conocidas es un comunicado de la UIA difundido luego del tratamiento del proyecto en Diputados. Entre otras cuestiones, el mismo plantea dar cumplimiento al aporte requerido mediante un importe equivalente en inversiones productivas, lo cual eliminaría la generación de recursos indispensables para los destinos que el Aporte establece aplicar. Entre ellos, un 20% se utilizaría para subsidiar a las PyMEs que son verdaderas generadoras de empleo y actividad en el mercado interno; además de ayudar a financiar los gastos sanitarios, en especial las vacunas, que permitirán volver a una situación productiva y de demanda más normales; a los estudiantes para que se capaciten, a los habitantes de los barrios populares, y a inversiones en gas para reducir la dependencia externa de este producto. Pero además, esta propuesta de la UIA omite una de las características fundamentales del proyecto: los contribuyentes son personas humanas, no empresas. En definitiva, pareciera que lo que genera incomodidad en algunos sectores no es sólo la magnitud ni el alcance del proyecto, sino el precedente que implica su aprobación. Les “preocupa” el antecedente de medidas de redistribución de la riqueza, entre las que se inscribe el Aporte Solidario. Y podemos decir que este proyecto es un paso más hacia un sistema fiscal más equitativo y progresivo, un tema que se está analizando en el Gobierno. Algunos datos alentadores Se conoció esta semana el nivel de Utilización de la Capacidad Instalada de la Industria para el mes de septiembre 2020: 60,8%. Esta cifra resulta ser mayor a la registrada hace exactamente un año, en septiembre de 2019 (57,7%) cuando la pandemia sanitaria aún no había llegado. Este dato es coincidente con el registro de producción industrial para ese mes que marcó una variación interanual positiva (3,4%) luego de varios meses de caída. Por su parte, Adefa, la cámara que nuclea

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Los pobres ricos que tienen tristeza

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 22 de noviembre de 2020 Al calor del debate sobre el aporte solidario a las grandes fortunas, el último jueves las propaladoras comunicacionales del establishment local difundieron las 20 propuestas del Grupo Constituya, un nuevo think tank de la derecha argentina que prioriza la protección de los colectivos más opulentos de la sociedad para sobrecargar el peso de la crisis sanitaria en las mayorías populares. Su programa insiste en favorecer a los más poderosos. Promueven la reducción de salarios, la eliminación de la doble indemnización y la potestad para aplicar suspensiones y/o despidos. Se autodefinen como un colectivo digital ciudadano, apartidario, plural y con raigambre federal, pese a que sus iniciativas no difieren de las motorizadas por la actual oposición. Sustentan visiones ortodoxas, sus integrantes son porteños y varios de sus integrantes fueron funcionarios o asesores del cuatrienio macrista. Es decir, ni apartidarios, ni plurales, ni federales. Coherentes con el resto de los colectivos comprometidos en imponer un sentido funcional a los intereses de los grupos concentrados, el Grupo Constituya se muestra compasivo con los multimillonarios, a quienes considera discriminados y víctimas de políticas confiscatorias. Insisten, además, que dicho aporte redundará en una serie de abominaciones gigantescas. Las  cuatro advertencias de estos defensores de los millonarios son: Se generará una reducción de la inversión local; Se incrementará la desconfianza externa y se perderán oportunidades de inversión extranjera; Se perderán empleos; Se ahondará la recesión como producto de la presión fiscal. La primera proposición asevera que una política de índole aperturista, orientada a la desregulación creciente del mercado, es más recomendable para garantizar el incremento de la inversión. Sin embargo, la performance evidenciada en este rubro por parte del macrismo alcanzó en 2019 el mismo guarismo que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2015, un 17 % del PBI. No hubo cambios pese a la flexibilidad otorgada a los capitales y la promocionada lluvia de inversiones. En donde sí hubo sustanciales modificaciones fue en la fuga de capitales, que no dejó de incrementarse durante el cuatrienio macrista, llegando a triplicar los valores durante tres de los cuatro años de su gestión: La segunda afirmación busca fomentar el pánico en relación a una supuesta pérdida de inversiones externas productivas. Sin embargo, si se observa con detenimiento la  Inversión Extranjera Directa (IED) en las últimas décadas, su comportamiento estructural aparece como autonomizada de las políticas decididas por los diferentes gobiernos. La IED en América Latina y Argentina es cada vez menos relevante dado que sus flujos se han trasladado al sudeste asiático y hacia regiones donde no existen regulaciones laborales. En el año 2000, la IED en nuestro país representaba 0.91 % del total global. En 2010 ese porcentaje se redujo al 0.43 %. Y en 2019 –bajo la mendaz euforia macrista– al 0.19 %.  Esa pendiente es similar a los guarismos que se observan en América Latina: en el año 2000 –plena efervescencia neoliberal local, protagonizada por Domingo Cavallo– el total de la IED de Argentina suponía el 20 % del total latinoamericano. En 2010 se desplomó al 5.39 % y en 2019 alcanzó apenas el 3 % del total. Diversas razones pueden explicar esta mala performance. Pero la más importante radica en que la IED elige costas donde el trabajo carece de derechos y la Argentina no ha sido el mejor lugar para sojuzgar a las sindicales. La inversión externa se resiste a ingresar porque no logran imponerse las flexibilidades laborales que exigen. Extorsiones La tercera presunción se vincula con la pérdida de empleos que ocasionará el aporte extraordinario. Esta aseveración también supone una falacia de origen, basada en la teoría de que las políticas promercado, motorizadas por la ortodoxia, garantizan la empleabilidad, y que –por el contrario– las políticas tributarias progresivas son perniciosas para la inclusión laboral de índole formal. La realidad empírica no parece coincidir con esa hipótesis: el empleo privado (el más valorado por la narrativa neoliberal argenta) decreció en el cuatrienio macrista en forma progresiva y absoluta, tanto en su volumen como al interior de los sectores de las grandes empresas, las medianas, los pequeñas y las microempresas. Todos resultados antagónicos a las jactancias del libre mercado. La cuarta advertencia apocalíptica se vincula con la potencial recesión que, advierten, va a generar al aporte extraordinario, como producto de la denominada presión/carga fiscal. Según Luciano Laspina, uno de los diputados del interbloque de JxC, el proyecto de Ley “es confiscatorio. El Estado absorbe una parte sustancial de la renta o de la propiedad”. Sin embargo, en términos tributarios, Argentina no aparece entre los países con mayor presión tributaria. Viene debajo de Uruguay y Brasil en el ranking internacional de ingresos fiscales clasificado por la OCDE, el centro de análisis de los países ricos que admira el establishment local. La UIA es otra de las organizaciones que funcionan como guardaespaldas de los magnates. En su defensa aseveran que el aporte “profundizará aquellos problemas que impiden emprender el camino de la recuperación sostenida”. Sin embargo, el FMI exige el incremento de los impuestos a los sectores más ricos: “Los gobiernos deben tomar medidas para mejorar el cumplimiento tributario, y evaluar la aplicación de impuestos más altos para los grupos más acaudalados y las empresas más rentables”. El director del Departamento de Finanzas Públicas de ese organismo multilateral, Vitor Gaspar, justificó la recomendación en la necesidad de invertir los ingresos resultantes en el financiamiento de los servicios críticos, como las redes de salud y de protección social, en una crisis que ha afectado de manera desproporcionada a los segmentos más pobres de la sociedad”. La derecha argentina se sitúa, sin sonrojarse, a la mismísima diestra del FMI. Hay quienes sienten que al proteger a los poderosos se transforman en sus pares, buscan ser como ellos para participar, aunque sea marginalmente, de sus lujos. Otros, son subyugados por prosaicos intereses crematísticos: apuestan a recibir las migajas monetarias que los empresarios reservan para sus fieles servidores. En este grupo se destacan diversos comunicadores del establishment, habituales empleados de la trifecta mediática, que son seducidos por sobresueldos

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Protocolos flexibles para una negociación enrarecida

Fuente: Alejandro Bercovich | BAE Negocios Fecha: 19 de noviembre de 2020 El aporte solidario y extraordinario que les pidió Mauricio Macri a los dueños de grandes fortunas para solventar la campaña presidencial de 2015, según publicó el periodista Hugo Alconada Mon en su libro La raíz de todos los males, era el 1% de sus patrimonios. La mitad de lo que les exige para que ayuden a capear la corona-crisis el proyecto de Ley que acaba de recibir media sanción en Diputados. Claro que aquella contribución era sobre el total y no solo sobre lo declarado, tal como el propio autor ratificó más tarde bajo juramento ante el juez platense Ernesto Kreplak. La ventaja era que podía integrarse en efectivo o en especie porque el comité de campaña prefería todo barrani para no exceder el gasto permitido.https://78687cf61a6d016a46b0524f85eeb118.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html Aquella colecta fue tan provechosa que le permitió a Macri oblar $1.760 millones (unos $7.500 millones de hoy) entre actos, medios y cartelería. Once veces más que lo declarado ante la Cámara Nacional Electoral, siempre según Alconada Mon. Un subregistro que difícilmente pueda impugnar con autoridad moral el Frente de Todos, pero que sí expone la contradicción de los grandes contribuyentes entonces bien predispuestos a la exacción privada y ahora indignados por la estatal. El ejemplo más nítido son los miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que ayer sumaron su disgusto al del resto de las cámaras patronales y que en La Raíz… figuran como aportantes de 2015: Rocca, Bulgheroni, Roggio, Eurnekian, Pescarmona, Escasany, Elstzain y siguen las firmas. Muchos acaudalados accedieron a aquel aporte tentados por lo que prometía el candidato: que el 99% restante de sus patrimonios aumentaría durante su mandato mucho más de lo que él les pedía. No fue así. El Grupo Financiero Galicia de los Escasany, por ejemplo, pasó de valer U$S 3.251 millones el día que asumió a U$S 2.044 millones el día que le entregó la banda presidencial a Alberto Fernández. Hoy, corona-crisis mediante, vale poco más de U$S 1.000 millones. A Jorge Horacio Brito, autoproclamado «banquero peronista» pero hermanado con sus competidores en el repudio al aporte extraordinario, no le fue mucho mejor: el valor del Macro cayó con Macri de U$S 3.298 millones a U$S 1.970 millones y a la mitad desde que gobierna el candidato que votó el patriarca. Son pérdidas muy cuantiosas. Mucho más que un aporte del 2% que se recupera rápido si el patrimonio está dolarizado, como ocurre con el 43% de lo que declaran los potenciales alcanzados por el tributo según la AFIP. Lo que se juega en el rechazo a esa alícuota, más que dinero, es poder. Por eso cuando un par de socios de AEA le advirtieron a Matías Kulfas que irían a tribunales contra el nuevo tributo, el ministro de Producción no intentó siquiera disuadirlos. «Ellos van a seguir viviendo acá y tienen que seguir haciendo negocios acá. ¿Vos pensás que van a dejar de hacer un negocio, si lo ven rentable, porque los indigna un impuesto a su patrimonio?», le dijo después a un colega del gabinete que le preguntó por la amenaza.https://78687cf61a6d016a46b0524f85eeb118.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html Positivos y negativos Kulfas recibió a la misión del FMI que encabeza Julie Kozack el martes mismo, mientras se trataba el aporte en Diputados. Hubo que hablar de biocombustibles y movilidad sustentable por Zoom, porque los ocho enviados del Fondo todavía estaban aislados tras el PCR positivo de Luis Cubeddu el sábado por la noche. Setenta y dos horas y tres análisis negativos después, el economista venezolano recibió la venia para volver a ver gente en persona. Igual que Sergio Massa, aislado apenas por 48 horas hasta que un alta médica de curiosa factura le permitió ir en persona a presidir el final del debate y la votación. Son excepciones a los protocolos muy llamativas para un país que ya asoma cuarto en el ranking de muertos por millón de habitantes. Excepciones que ni siquiera consiguió el Presidente, aislado dos semanas en la casa de huéspedes de Olivos tras haber estado en contacto estrecho con el infectado Gustavo Beliz en el viaje para despedir a Evo Morales. Pero que algunos funcionarios de segunda línea sí se autoarrogan, como el jefe de la Unidad de Información Financiera (UIF), Carlos Cruz, quien se reunió a fines de la semana pasada con la misión del Fondo y encabezó este lunes como si nada varias reuniones virtuales de trabajo desde su despacho frente al Obelisco. La «compañera Julie», como rebautizó cariñosamente el negociador argentino Sergio Chodos a Kozack, se puso un poco más estricta en las reuniones virtuales de esta semana. La mayor presión que ejerció sobre Martín Guzmán en las videoconferencias que mantuvieron casi a diario fue respecto del déficit fiscal previsto para 2021. No solo quiere que sea menor (un 3,5% del PBI frente al 4,5% que estima el Presupuesto) sino que procura que se financie más con deuda y menos con emisión monetaria.https://78687cf61a6d016a46b0524f85eeb118.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html Lo que Kozack evitó recomendar abiertamente es el recorte de subsidios a los sectores más pobres. «Bajen gasto pero sean inteligentes. Que no tenga costo social», ordenó en uno de esos encuentros virtuales. Sobre las jubilaciones, después del desenganche de la inflación que ya había anunciado Guzmán antes de su llegada, no hizo falta que hablara. Tampoco -ay, AEA- se quejó por el impuesto a los dueños de grandes fortunas. Al revés. «La alternativa a bajar el gasto es subir impuestos», soltó en otra reunión. Lo interesante es que lo que vaya a recaudar el tributo está en un limbo: no figura en el Presupuesto 2021 y ya no llegará a percibirse este año. ¿Será la llave para terminar de cerrar la grieta entre el 3,5% y el 4,5% y «anclar con el Fondo» como pide a gritos Carlos Melconian, enemigo del impuesto? Sería toda una ironía. La carta al Fondo de los senadores del Frente de Todos, que contrastó por su crudeza con la diplomacia market-friendly que despliega Guzmán cada vez que habla con Kozack o Georgieva, sorprendió al jefe del Palacio de Hacienda y lo hizo protestar ante el Presidente. Cecilia Todesca, en cambio, destacó que exhibía al

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Viejos, pobres y zurdos

Fuente: Carlos Alberto Rozanski | Página/12 Fecha: 18 de noviembre de 2020 La elección de características de determinados universos de personas como instrumento de estigmatización y eliminación física, no es nueva. Alcanzó su punto más alto en la doctrina nazi, enunciada por Adolfo Hitler, Führer (líder) de Alemania entre 1933 y 1945 y cuyas consecuencias, el mundo conoce. Los grupos eran seleccionados para su descalificación, concentración y posterior exterminio, no sólo por características físicas, sino, además, por sus costumbres, inteligencia, habilidades, gustos culturales, etc. De ese modo llegaban al concepto de raza y la supervivencia a partir de la aptitud. La noción actual de meritocracia, replicada hasta el hartazgo por la dirigencia de los nuevos grupos que se enuncian superiores, tiene sus raíces en aquellos brutales tiempos de la humanidad. No es casual que el entrenador de Macri y su equipo, haya sido Jaime Durán Barba, quien definió a Hitler como “Un tipo espectacular”. Tampoco lo es que desde antes incluso, de la elección presidencial de 2015, la principal técnica de captación de votos del PRO-Cambiemos, haya sido la manipulación inspirada en Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolfo Hitler. De ese modo. con la estructura vertebral de los medios hegemónicos de comunicación, la reiteración de la mentira, construyó verdad en nuestro país. Si bien esas ilegalidades permitieron el saqueo inédito de la Argentina, no alcanzaron para conservar el poder formal en 2019, debiendo replegarse para rearmar su discurso, con miras al 2023. La aspiración de máxima es lograr el retorno al gobierno en ese año, y de mínima, obtener impunidad para sus crímenes. La concreción del primer objetivo, depende de la eficacia en las técnicas de manipulación, y la respuesta que sea capaz de dar el actual gobierno. En cambio, el segundo, está casi garantizado por la permanencia en sus cargos del sector más reaccionario del poder judicial que fue cómplice del saqueo macrista. En cualquier caso, los crecientes discursos de odio y su difusión a través de quienes, permeables a esos discursos, queman barbijos, niegan vacunas, defienden a los multimillonarios y demonizan los “populismos”, son alarmantes. Precisamente porque se diseñan para generar alarma en un sector de la población, y de ese modo, obtener algún rédito político que mejore su deslucida imagen partidaria. Es en ese contexto, que se inscribe el curioso discurso de la ministra de Educación de Horacio Rodríguez Larreta, Soledad Acuña. Describir a los estudiantes de carreras docentes como viejos, pobres y de izquierda, no es casual. Todos sabemos que esa imagen no se corresponde con la realidad, pero no es el caso. A ningún dirigente del PRO le interesa la realidad, sino la construcción que de ella se haga para manipular. Hay que recordar que quien era ministro de Educación de Macri, Esteban Bullrich, sabía que el corazón de los jóvenes hacia el mismo ruido que el de cualquier ser humano. Sin embargo, rodeado de militantes, susurrando, los convencía que el sonido cardiaco era: “si, se puede”, si, se puede”. La actual ministra Acuña, se formó en el Colegio alemán Primo Capraro de San Carlos de Bariloche. Su director cultural durante el periodo de formación de la ministra, se llamaba Erich Priebke. Era un oficial del ejército nazi que una vez descubierto en Bariloche, fue extraditado a Italia y condenado a prisión perpetua por el asesinato de 335 personas incluyendo niñes, en las conocidas Fosas Ardeatinas. Nadie mejor que ella para definir, en un acto de brutal sinceridad, lo que considera característico de quienes estudian carreras docentes. Viejos, fracasados e incultos son algunos de los adjetivos que utilizó. Con los mismos prejuicios con que los nazis descalificaban como seres humanos a los judíos, homosexuales, con síndrome de Down o gitanos, Soledad Acuña, intentó humillar a los docentes. Sin embargo, la historia ha mostrado que del mismo colegio donde se formó la ministra, han egresado numerosos alumnos de ideas nobles que honran la cultura y jamás ofenderían de ese modo la condición humana. Eso prueba que la educación, si bien es un elemento fundamental en la formación de les niñes, lo que define, es la decisión que tomen de adultos de honrar o degradar la vida.

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“A la sombra de las luces”

Escribe Todorov en “Goya, a la sombra de las luces”: Nuestra mente sólo conoce imágenes de las cosas, nunca las cosas en sí. Los hechos son siempre ambivalentes y son frecuentes los cambios de perspectiva. Los buenos se convierten en malos, y las víctimas de ayer son hoy verdugos. Septiembre 1982, cárcel de Villa Devoto. Salgo en libertad y voy con familiares de preses a tomar un vino al bar que está frente al penal. Estoy sentada charlando y veo por la ventana a una mujer en la vereda que me hace señas para que me acerque. Me levanto mientras quienes me acompañan le hacen gestos para verificar si quiere hablar conmigo. Lo confirma y empiezo a caminar hacia la puerta del bar mientras me pregunto ¿qué querrá este fantasmón?  Los demás me piden que no vaya, que tenga cuidado. Tienen sus motivos, aún hay desapariciones. Me encuentro con la mujer. Es una de las enfermeras del penal, y me pide que sigamos caminando hacia la esquina para que no nos vean los guardias que vigilan desde la pasarela. Todo se desarrolla muy rápido entre nosotras. La mujer está ansiosa por decirme algo y yo tengo miles de interrogantes, y miedo, porque lo que está pasando me resulta  incomprensible. En un momento detiene su marcha, me mira a los ojos y me dice algo así como: Quiero que sepa, y lo tenga en cuenta, y que se lo diga a las personas con las que se va a encontrar, que siempre voy a ayudar a sus compañeras y que no voy a hacer nada que las pueda perjudicar. La miré,  atiné apenas a agradecerle y volví al bar.  Con esa enfermera había hablado muy pocas veces. En el bar me sentí nuevamente  presa,  pero esta vez porque no entendía qué estaba pasando. Si bien me habían dejado libre, mi futuro era muy incierto y empezaba para mí un período de mucha inseguridad y riesgo personal. ¿Qué podía garantizarle yo, en esa situación, cuando mi futuro era tan impredecible y de tanta fragilidad? ¿Qué la llevó a pensar que yo podía interceder por ella y ante quiénes? Y el juego de espejos víctima – victimaria se me presenta reflejado en lo que queda del vino. Berta Eugenia Falicof CABA, septiembre /2020

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Sobre “éxodos” y quiebras

Fuente: Carlos Heller (*) | Tiempo Argentino Fecha: 8 de noviembre de 2020 Los argumentos de los sectores opositores para intentar incidir en la agenda del gobierno y en el rumbo de las políticas suelen ser variados. Entre ellos está el que dice que las empresas se están yendo del país porque acá “no te dejan producir”. No es más que posverdad. Hay una realidad y es que la “salida” generalizada de empresas ocurrió durante los anteriores cuatro años, bajo la forma de cierres y quiebras. Es la postal más evidente de las consecuencias de un modelo que prometía “lluvia de inversiones” y generó todo lo contrario. Respecto de las que ahora se estarían yendo, ¿estarán pensando en las MiPyMEs, que representan el 99,8% de las firmas del país, y que ya resistieron en la prepandemia las consecuencias del brutal achicamiento del mercado interno? Para nada, se habla de las empresas más grandes, la mayoría de capitales extranjeros, algunas de ellas que sólo generan trabajo de bajísima calidad. Es importante tener presentes estos números, ya que en general se recurre a una falsa retórica que trata de hacer pasar el interés de unos pocos como si fuera el del universo más amplio, y de esta forma intentar incidir en la opinión pública y en las políticas. Para desmitificar argumentos, resulta interesante un informe que elaboró el Ministerio de Desarrollo Productivo, donde se comenta que para justificar un supuesto “éxodo de empresas” se recurre a ejemplos de lo más variados. Desde empresas que anunciaron su salida (varias aerolíneas, como Latam Argentina) afectadas por la pandemia, un fenómeno global; a otras que sólo implicaron un cambio de manos (Glovo, que pasó a manos de PedidosYa) o la búsqueda de un socio local (Falabella). También están aquellas noticias que involucraron falsas partidas (como Starbucks o Burger King). Salvo en el caso de Glovo, son todas empresas que fueron impactadas negativamente por la pandemia. Pero que además contaron con el auxilio del Estado a través del programa ATP para el pago de parte de los salarios, algo que mucho no se menciona. El informe del Ministerio de Desarrollo Productivo menciona que “hubo éxodo de empresas en Argentina −sea por retiro o por cierre− durante el período 2015-2019, cuando, producto de equivocadas políticas macroeconómicas y nulas políticas productivas, el país sufrió tres años de recesión sin que mediara pandemia alguna”. Entre 2015 y 2019, sigue el documento “cerraron o se fueron empresas de todos los tamaños: pequeñas, medianas y grandes (…). De acuerdo a datos de AFIP, son más de 25.000 las empresas que dejaron de existir en Argentina entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019. No se veía tamaña destrucción empresarial desde la crisis de 2001-2002”. Queda claro que lo que determinó la gran desaparición de empresas fue un modelo insostenible para los hogares y la mayoría de las compañías. Por eso es crucial que el país vuelva a la senda del crecimiento. Es un proceso que viene promoviendo el gobierno para recuperar lo perdido durante las dos pandemias (la heredada y la del Covid). Otro argumento contrario al interés general es el de la devaluación, que no sólo no es necesaria sino que sería otro duro golpe. Respecto de su impacto en las empresas, según el Observatorio PyME, “si el Gobierno logra controlar el tipo de cambio y evitar un salto violento del dólar, el 51% de las PyME industriales prevé recuperar el nivel de producción pre-pandemia en diciembre 2020 y el 33% durante el primer semestre de 2021. El restante 16% prevé alcanzarlo en el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022 (…). Si, por el contrario, ocurriera un salto devaluatorio antes de fines de año, el principal impacto será sobre el poder de compra del mercado interno y no sobre el balance comercial (externo) de las PyME. No habrá más exportaciones y tampoco mayor protección contra las ya muy deprimidas importaciones. Es decir, la devaluación de la moneda postergará el ritmo de recuperación de las PyME locales y alejará al país del patrón de recuperación mundial”. Una opinión que refuerza la convicción del gobierno de no convalidar una devaluación, además de estar mostrando que tiene las herramientas para conseguirlo. Respecto de quiénes buscan beneficiarse, un dato a no perder de vista es que las exportaciones argentinas están concentradas en relativamente pocas empresas, al igual que ocurre en el resto de los países de América Latina. Según datos oficiales, en Argentina, para el año 2018, el 1% de las empresas que más exporta concentró el 73% de las exportaciones totales en un año, y el 10% de las empresas más exportadoras es responsable de casi el 95% del total anual de exportaciones. Tranquilizando y apoyando la recuperación Las políticas que buscan tranquilizar la economía, cuidar los ingresos y apoyar la recuperación, comienzan a mostrar resultados, y lo hacen aplicando lo prometido en la campaña electoral. Éstas van a contramano de las recomendaciones de quienes piden ajustes que jamás derivaron en los resultados prometidos.  En octubre se volvió a registrar una mejora de la recaudación en términos reales (descontada la inflación), producto tanto de la paulatina recuperación de la actividad económica como de la desaceleración del nivel general de precios. En concreto, la recaudación tributaria subió en octubre un 43,9% interanual, observándose por segundo mes consecutivo un aumento superior a los 5 puntos porcentuales en términos reales. Es un buen ejemplo del círculo virtuoso que se busca consolidar y que contrasta con lo que ocurría en los dos años previos. En esos años se veían caídas reales de la recaudación, producto del ajuste de la actividad económica, de la creciente inflación y de la reducción de alícuotas impositivas siguiendo un espíritu regresivo. Otro tipo de paradigma, tanto económico como social. Entre los indicadores de la actividad, el Índice de Producción Manufacturera del Indec evidenció en septiembre un crecimiento del 4,3% respecto al mes anterior, y un aumento del 3,4% respecto a igual mes de 2019, el primer incremento interanual positivo en este

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Ojalá fuera increíble

Fuente:  Eduardo Aliverti | Página/12 Fecha: 7 de noviembre de 2020 Es probable, o enteramente verosímil, la relación entre haberse frenado la corrida cambiaria, ausencia de noticias malignas en el escenario económico, “relajamiento” pandémico-oficial en el AMBA y que, entonces, el cuco haya pasado a ser la vacuna rusa. Si es por monstruos amenazantes podrían incorporarse el fallo de la Corte sobre los jueces trasladados -acerca de lo cual se escuchó que es la “disolución de la República”- y el futuro en torno de la Procuraduría General de la Nación; pero se convendrá que son temáticas incapaces de mover el amperímetro popular.PUBLICIDAD Esto último es salvo que se encuentre “masividad” en la banda callejera contra la dictadura kirchnerista. El ministro de Economía pasó a ubicarse como protagonista, con la diferencia de que, ahora, lo es más por lo que demostraría ser una posición de fuerza que su paciencia y sapiencia académica (“acusación” que siguió cargando, a pesar de la exitosa conducción del acuerdo con los bonistas). Martín Guzmán concedió el jueves una extensa entrevista radiofónica a Víctor Hugo Morales, tras esa mini-cumbre que el lunes pasado lo juntó con la más poderosa y virulenta de las entidades corporativas que se oponen al oficialismo. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) es comandada en los hechos por Clarín, Techint y Arcor, y son datos sobresalientes que a la reunión concurrió el propio Héctor Magnetto y que éste tuvo -al menos- dos intervenciones casi obviamente provocadoras. Una fue para cuestionar que, sin previo aviso, el Gobierno hubiera resuelto declarar como servicio público a telefonía y televisión por cable, a más de congelarles las tarifas. La otra, descripta con precisión por el colega Leandro Renou en su cobertura para este diario, fue cuando se plegó a la queja de Federico Braun, de la cadena supermercadista La Anónima, quien había disparado con que “no sabemos si éste es un país que quiere ser capitalista o no”. Magnetto, entonces, agregó que “ni siquiera sabemos si hay propiedad privada”, para que, en su firme tono shaolin, Guzmán le respondiera de inmediato que era mejor “hablar en serio”. “Mesa de póker” y “piscina con tiburones” fueron algunas de las metáforas empleadas a fines de significar ese cónclave, del que en forma rápida tuvo que retirarse el fotógrafo de ceremonial porque estaba claro que el aire se cortaba con cuchillo y de ninguna manera habría no ya retrato conjunto, sino tan siquiera alguna sonrisa. Gracias si saludos con el codo al despedirse. De la reunión trascendieron otros detalles, como el reclamo de Carlos Miguens, del grupo homónimo dueño de generadores eléctricas como El Chocón y Central Puerto y dedicado, entre otras, a la actividad minera, quien le dijo al ministro que tiene que “comprar dólares en la Bolsa para pagar importaciones” y que, mientras tanto, carece de alternativas que no sean “defaultear deuda afuera”. El ministro, siempre imperturbable, le contestó que comprendía el planteo pero refutándole que, si los dejaba tomar deuda en pesos, lo único que querrían/harían todos ellos es usarlos para irse al dólar. En ése u otro momento (varían los datos cronológicos, no su confluencia de sentido), el CEO de Clarín también habló de la necesidad de una corrección devaluatoria: “Ni el FMI nos pide tanto, Héctor”, fue la réplica. En la entrevista citada, Guzmán naturalmente no entró en puntualizaciones de ese tipo; pero dejó la frase que las abarca y potencia: “Importa mucho el dialogo, pero la conducción la tenemos nosotros. Quien gobierna somos nosotros”. Tamaña obviedad debería ser nada más que eso, pero en estas circunstancias es determinante que el ministro -en línea también básica con las acciones del Presidente y, cómo no, la carta de Cristina- le marque el territorio a la crema del establishment. Hace dos semanas, con la cotización del dólar rayando los 200 pesos, la estabilidad de Guzmán parecía pender de un hilo y desde el Gobierno no se fue muy enfático que digamos en desmentirlo. A través de diferentes herramientas intervencionistas, cuya solidez y prospección quedan en manos de expertos técnicos que sin embargo nunca deben juzgarse por encima de la credibilidad política, esa eterna amenaza verdolaga aminoró en forma abrupta. Algo macizo o considerable parece haber en la resistencia y ejecutividad de Sacachispas Guzmán, porque de lo contrario no se entiende que sorteara todas las dificultades del arreglo con los bonistas externos; ni que, munido de tener última palabra frente a las diferencias con el manejo del Banco Central, se las arreglase para frenar la corrida cambiaria. El poder económico-financiero, expresado a través de sus vasallos mediáticos como ya debería saberse por memoria histórica, no da un segundo de respiro. Si el dólar que “le interesa la gente” se desplomó en las cuevas es porque se recurre a una emisión monetaria descontrolada, que pasará la factura más temprano que tarde. Si acaso hubiera arreglo con el FMI será porque el Gobierno aceptará un bruto ajuste fiscal, jamás reconocido como tal sino cual equilibrio macro, y no porque la carga se depositará -esperemos- en quienes más tienen. Si hay alguna recuperación productiva, muy leve e imperceptible y partiendo de que sólo radica en asomar unos pelos de la cabeza afuera de las aguas pandémicas y macristas, es por obra de que desde el fondo sólo cabe subir y no porque se tomaron medidas asistenciales que impidieron estallidos. Y por las dudas, si acaso fuese que a “la gente” se le ocurriera confiar un poquito, siquiera visto por descarte y ya que la oposición es un adefesio de consignas vacuas acerca de riesgos institucionales, está el apriete de que se asfixia a la propiedad privada; de Argenzuela; de Maléfica digitando hasta el último movimiento de cada funcionario y cada vacancia; de Albertítere en consecuencia; de Grabois como la representación comunista papal; de Rosenkrantz, como única barrera cortesana contra la impunidad cristinista; del Diego como representación de la negrada falopera que ejemplifica lo que no debemos ser como Nación; de la violencia de mapuches, falsos o reales; de un observatorio noticioso con control parlamentario mudado a pogromo K; de que el pase

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