Internacionales

Estados Unidos, Internacionales, Portada

Angela Davis en la Marcha de Mujeres

21 de ENERO 2017 Angela Davis, nació en Estados Unidos en 1944 y es una filósofa, política marxista, activista afroamericana y profesora emérita distinguida del Departamento de Historia de la Conciencia en Universidad de California en Santa Cruz, Estados Unidos. En 1969 fue expulsada de la Universidad de California, donde impartía clases de Filosofía como profesora auxiliar al descubrirse su afiliación al Partido Comunista de Estados Unidos. Estuvo relacionada con el movimiento Panteras Negras. Se vio también involucrada en el caso de «Los hermanos de Soledad», por el cual fue acusada de asesinato y secuestro en 1972. El caso alcanzó repercusión mundial, lo que impidió su condena. Fue absuelta en 1973. Ronald Reagan, se opuso a que a Davis diera clases en ninguna de las universidades estatales. En 1974 pasó a formar parte del Comité Central del Partido Comunista de los Estados Unidos. En 1976, tras publicar su autobiografía, regresó a la docencia. Años más tarde, en 1984, presentó junto a Gus Hall, el entonces líder del PC, su candidatura a la vicepresidencia de su país. En 1979, Davis visitó la Unión Soviética donde recibió el Premio Lenin de la Paz. A principios de los ’90 Davis regresó a la Universidad de California, dictando cursos en el campus de Santa Cruz. En 2006 fue galardonada con el premio Thomas Merton en reconocimiento de su lucha por la justicia en Estados Unidos y en el mundo. En diciembre de 2014 recibió el Doctor Honoris Causa de la Universidad de Nanterre, Francia. Fue la oradora más clara y contundente en el acto de la Marcha de las Mujeres en Washington, EEUU. En su discurso anticapitalista, anti heteropatriarcal y anticolonial realizó un pantallazo de gran parte de los conflictos que padece y produce Estados Unidos. A su vez, incitó a la población a resistir y a luchar organizados durante los próximos años del gobierno de Donald Trump. Link al video

America Latina, Internacionales, Portada

¿Qué se juega en las elecciones de Ecuador?

Autor: Juan Manuel Karg*/RT 5 de ENERO 2017 Ecuador inaugurará el calendario electoral 2017 para América Latina y el Caribe: el próximo 19 de febrero habrá elecciones presidenciales, decisivas para la región en su conjunto por lo que allí se pone en juego. El correísmo, de la mano de la dupla Lenin Moreno-Jorge Glas, se juega la continuidad de la Revolución Ciudadana, que gobierna desde enero de 2007 en un verdadero «cambio de época» para el país, tal como le gusta llamar a su presidente, a raíz de las transformaciones operadas en la vida de millones de personas. El pasado 3 de enero comenzó la campaña electoral. «El futuro no se detiene» es la principal consigna de la campaña de Moreno, haciendo hincapié en los logros de la «década ganada», formulación tomada de lo que fuera el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina. La oposición conservadora a Correa, en tanto, se ha embanderado con la idea de «cambio», inspirandose en la campaña de Macri, que forzó el ballotage y ganó la elección bajo la consigna de «Cambiemos» —y fugaces promesas, incumplidas a un año de gobierno—. Así, el banquero Lasso utiliza el poco creativo slogan «vamos por el cambio», mientras que Viteri habla de un «cambio positivo». Como se verifica, una campaña que se «argentinizó» a poco de comenzar. El objetivo del correísmo es concreto: Moreno deberá sacar más de 40 puntos y una distancia de 10 respecto a su adversario más cercano para evitar la segunda vuelta electoral. Es un escenario posible, visto y considerando la imagen positiva con la que cuenta el primer vicepresidente de Correa y la propia gestión de la RC, sumado a la creciente dispersión opositora. Por ahora, y más allá de slogans, la oposición se basa solamente en denuncias de casos de corrupción —PetroEcuador y Odebrecht— que el propio gobierno ya había detectado. El caso de la constructora de origen brasileño que sacude a la política regional es el más emblemático para ilustrar ello: el gobierno de Alianza País (AP) la expulsó en 2008, siendo el único antecedente concreto en América Latina. Sobre el caso PetroEcuador, Correa fue contundente: «el país puede tener la seguridad de que jamás tolerarán esas corruptelas. Aquí no habrá impunidad, ni perdón, ni olvido, no se puede jugar con los recursos del pueblo». Tanto AP como sus aliados nucleados en el frente Unidos afrontan un desafío complejo en la actualidad regional: ordenar una sucesión prolija y eficiente dentro del espacio de los gobiernos nacional-populares, progresistas y de izquierda de la región, a raíz imposibilidad de ir a las urnas con su principal dirigente y cuadro político, Rafael Correa. Las experiencias de Brasil y Argentina ilustran las dificultades concretas de reemplazar a las figuras mejor valoradas de estos espacios políticos, algo que Bolivia quiere evitar intentando repostular nuevamente a Evo Morales Ayma en 2019 —tal como definió recientemente el congreso del Movimiento al Socialismo, barajando para ello cuatro posibilidades concretas—. Un triunfo en primera vuelta del correísmo podría significar una revitaliuzación del espacio nacional-popular, progresista y de la izquierda continental tras dos años -2015 y 2016- donde la derecha retomó la iniciativa por todas las vías posibles —incluído el golpe institucional en Brasil—. CFK, Lula y Lugo, tres ex presidentes que mantienen buena aceptación popular en sus países, esperan buenas noticias de parte del correismo: este espacio continental debe mostrar un rápido triunfo electoral como forma de reposicionamiento frente a la restauración conservadora en curso, algo que más al norte ya hicieron recientemente Danilo Medina (República Dominicana) y Daniel Ortega (Nicaragua). Macri y Temer, en tanto, anhelan un forzado ballotage que pueda proyectar en el horizonte un escenario de mayor incertidumbre, con mayor polarización de cara a un eventual segundo turno. Las declaraciones de Viteri en cuanto a una hipotética salida de Ecuador del ALBA —Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América— en caso que su propuesta resulte ganadora ilustran que hay en juego proyectos antagónicos sobre la integración regional, tal como sucede con la política doméstica. ¿Sumará Correa el plus carismático que permita a Alianza País un triunfo en una sola vuelta? ¿Lograrán Lasso o Viteri forzar un ballotage que hoy parece difícil, pero que de consumarse podría modificar el escenario? Son las dos preguntas que hoy se hacen buena parte de los analistas en torno al desenlace posible de esta contienda que será decisiva. Falta para saberlo: primero habrá más de un mes de campaña que será seguido con atención por la región en su conjunto. *Politólogo UBA / Analista Internacional When discussing men’s sexual health, a common question that arises is how many erections per day is considered normal. The answer can vary significantly, as it depends on factors such as age, health, and individual differences. Younger men might experience more frequent erections, while the frequency might decrease with age. It’s crucial to remember that occasional variations are normal and do not necessarily indicate any health issues. https://brainerdclinic.com/how-many-erections-per-day/ In terms of male sexual health, it’s quite common to ponder over the question of how many erections per day is typical or normal. Generally, the frequency of erections can be influenced by a variety of factors including age, physical health, and emotional well-being. For most men, experiencing erections during the night or early morning is a common occurrence and is considered a sign of good erectile function. However, it’s important to understand that individual experiences can vary widely.

Estados Unidos, Internacionales, Portada

Trump y los judíos estadounidenses

Autor: Dardo Esterovich/Convergencia 30 de NOVIEMBRE 2016 El general Omar Torrijos, expresidente de Panamá que murió en un sospechoso accidente de aviación que muchos calificaron de intencional, acuñó una frase que se ajusta como anillo al dedo a lo sucedido en la elecciones de Estados Unidos: «En política no hay sorpresas, hay sorprendidos”. En efecto, no es sorpresivo que una parte importante de la población, especialmente la del centro del país y en particular la de los Estados denominados Rust Belt (cinturón oxidado), estuviera enojada con las políticas neoliberales del gobierno de Obama y sus antecesores. El problema era cuantificar ese enojo y si iba a cambiar su voto tradicional. Las políticas neoliberales que se comenzaron a aplicar desde la presidencia de Regan, destruyeron millones de puestos de trabajos industriales en Pennsylvania (acero), Michigan (automotriz), Wisconsin y Ohio (pymes y medianas empresas autopartistas y proveedoras de grandes industrias). Las multinacionales se trasladaron a México y al Sudeste Asiático donde los costos laborales e impuestos eran mucho más bajos al mismo tiempo que esto presionaba a la baja los salarios domésticos. Los tres primeros estados mencionados, tradicionalmente demócratas, fueron ganados por los republicanos por escasísima diferencia y sus 46 electores podían haberle dado el triunfo a H. Clinton. Evidentemente los encuestadores no pudieron o no quisieron —para favorecer a la candidata de Wall Street— evidenciar la magnitud del enojo. Sin embargo, ignoraron sus propios sondeos realizados cuando estaba por finalizar la interna demócrata y Trump ya era ganador de la republicana. Esos sondeos indicaban que si la confrontación era Trump-Sanders, el ganador sería el demócrata; en cambio si fuera Trump-Clinton el ganador sería el republicano. Entonces la sorpresa no fue tanta. Sobre la cuestionable calidad democrática del sistema electoral estadounidense podemos señalar que el triunfo de Trump para el Colegio Electoral no se reflejó en la cantidad de votos totales. Los últimos resultados conocidos le dan a Clinton 64.247.231 votos (47.9%) y a Trump 62.240.741 (46.4%), una diferencia de 2.006.490 votos (1.5%). Por márgenes porcentuales muy parecidos resultaron electos presidentes en Venezuela, Brasil y Argentina en las últimas elecciones en esos países. A esto se le agregan innumerables denuncias sobre el deficiente funcionamiento del voto electrónico y de fraude informático particularmente en los lugares donde Trump ganó por muy poco margen. Independientemente de lo anterior, el análisis de los votos marca que Trump logró perforar ciertas fidelidades como la de la clase obrera blanca en los denominados estados oscilantes, logrando porcentajes que no lograron otros candidatos republicanos en elecciones anteriores. En el padrón general Clinton ganó entre las mujeres por el 10% de los votos, mientras que el electorado femenino blanco le dio el triunfo a Trump también por un 10% pese a las declaraciones misóginas del candidato. Los electores que se declaran católicos están divididos: los blancos votaron mayoritariamente por Trump mientras que los hispanos lo hicieron por Clinton. Entre los blancos evangelistas el triunfo de Trump fue abrumador: (80% a 16%). Clinton recibe la mayoría de los votos de gente con alto nivel de educación e ingresos superiores a u$s 200.000 (48 % a 45 % de Trump). Salvo Obama en este nivel de ingresos (5 % de la población) siempre ganaban los republicanos, señal que esta vez Wall Street se inclinó por Clinton. El grado de rechazo a ambos candidatos es muy alto, Clinton 54 % en contra y 44 % a favor, Trump 61 % en contra y 37 % a favor. Si se lo compara con los votos recibidos se concluye que, salvo los que votaron los candidatos alternativos, muchos emitieron su vota a pesar de no tener opinión favorable por su elegido. Respecto a cómo se está conduciendo la lucha contra ISIS, la mayoría opina que va muy o algo mal (52 %) contra bien o algo bien (42 %). La mayoría opina que el principal problema es la economía (52 %) seguidos muy distante por el terrorismo (18 %), la política exterior (13 %) y la inmigración (12 %). Es interesante comprobar que pese al discurso xenófobo de Trump contra los inmigrantes, es el tema que menos preocupa a la población estadounidense. Toda esta información ha sido tomada del informe de Data Point, un destacado grupo interno de análisis político de la cadena de televisión NBC News, sobre la base de la encuesta en boca de urna llevada a cabo por la misma cadena. Los que quieran profundizar en los resultados pueden hacerlo en la página web de NBCNews. En este marco general veamos cómo se comportaron los estadosunidenses que se asumieron como judíos. La encuesta en boca de urna fue encargada, como lo viene haciendo durante las elecciones de los últimos años, por JStreet* y conducida por GBA Strategies a nivel nacional. El voto de los judíos siguió siendo fiel a los demócratas recibiendo Clinton el 70% de los votos contra el 25% de Trump, el 3% de Johnson (Partido Libertario) y 2% de Stein (Partido Verde). Los números coinciden con la encuesta realizada por el New York Time y se corresponde con el promedio de las últimas elecciones presidenciales. El apoyo a Clinton fue mayor entre los no ortodoxos que entre éstos. Los que no se identificaron con ninguna de las corrientes religiosos fueron el 29% del total lo que representa el mayor porcentajes con respecto a otras minorías. La encuesta mostró que Israel no es un ítem clave para los votantes judíos. Entre 10 temas de mayor preocupación, ocuparon los tres primeros puestos la economía, la atención de la salud e ISIS y el terrorismo, igual que en la población estadounidense en general, mientras que Israel ocupó el 8vo. lugar. El 81% de los americanos judíos apoya la solución de dos estados para el conflicto israelo-palestino, porcentaje semejante a año anteriores y el 78% opina que Israel debe detener la construcción de los asentamientos en Cisjordana. También una substancial mayoría, el 63% apoya el tratado nuclear con Irán. Al igual que el resto de sus compatriotas, ambos candidatos tuvieron un

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Sí, podemos

Autor: Uri Avneri/Gush Shalom 7 de ENERO 2017 Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los bombarderos alemanes aterrorizaron a Gran Bretaña, un pequeño grupo de valientes aviadores los enfrentaba todos los días. Su esperanza de vida estaba numerada en días. Una vez, un genio en el ministerio de propaganda ideó un cartel: «¿Quién tiene miedo de la Luftwaffe alemana?» Cuando se colocó en una de las bases de la Royal Air Force, una mano anónima escribió debajo: «Firmar aquí». En cuestión de horas, todos los aviadores habían firmado. Éstos eran los hombres sobre los cuales Winston Churchill dijo: «¡Nunca tantos debieron tanto a tan pocos!» Si alguien hoy diseñara un cartel preguntando «¿Quién tiene miedo de los colonos?» Yo sería el primero en firmar. Tengo miedo. No por mí. Por el Estado de Israel. Por todo lo que hemos construido durante los últimos 120 años. Últimamente, más y más personas en Israel y en todo el mundo han estado diciendo que la «solución de dos Estados» está muerta. Finito. Kaput. Los colonos finalmente la han matado. La paz ha terminado. No hay nada que podamos hacer al respecto. Sólo podemos sentarnos en nuestro cómodo sillón delante del televisor, suspirar profundamente, beber nuestra copa y decirnos: «¡Los asentamientos son irreversibles!» ¿Cuándo lo escuché por primera vez? Hace unos 40 años —o hace 50 años—, el conocido historiador israelí Meron Benvenisti lo usó por primera vez. Los asentamientos, proclamó, han dado lugar a una situación «irreversible». No hay solución de dos estados, sobre la que mis amigos y yo estábamos insistiendo. Lo sentimos, es irreversible. En ese momento, había menos de cien mil colonos en Cisjordania, la Franja de Gaza e incluso algunos en el Sinaí. Ahora, este eslogan se puede escuchar en todas partes. Irreversible. La gran masa de los colonos ha hecho de la solución de dos Estados una ilusión. Se dice que ahora hay unos 450 mil colonos en Cisjordania y otros 150 mil en Jerusalén Oriental ocupada. No pueden ser removidos sin una guerra civil, de judíos contra judíos. Así que dejemos de hablar de la solución de dos estados. Pensemos en otra cosa. ¿Una solución de un solo estado? ¿Un estado del apartheid? ¿Ninguna solución en absoluto? ¿Un conflicto eterno? No creo que haya un problema humano que no tenga solución. No creo que la desesperación sea una buena consejera, aunque puede ser cómoda. No creo que nada en la vida sea «irreversible». Excepto la muerte. Si uno se enfrenta a un problema que parece irresoluble, uno tiene que mirarlo, analizarlo y considerar las posibles salidas. Se dice que el general Bernard Montgomery, comandante británico en el norte de África, tenía una foto de su adversario, el legendario general alemán Erwin Rommel, en su escritorio de su cuartel general. Para sus asombrados visitantes, explicaba: «Quiero preguntarme a cada momento: ¿Qué estará pensando?» Si tratamos de imaginar a los colonos, vemos ante nosotros una masa de 650 mil fanáticos, creciendo en número cada día. Realmente espantoso. Pero no es aterradoramente real. No existe una masa de colonos. Hay varios tipos de colonos. Si queremos idear un medio para superar este problema, primero tenemos que desmontarlo. Veamos los diversos grupos, uno por uno. Primero están «los colonos de calidad de vida». Ellos van a Cisjordania, encuentran un lugar rodeado de pintorescos pueblos árabes y se establecen allí en tierras que probablemente pertenecen a algún aldeano árabe. Miran por la ventana a hermosos minaretes y olivos, escuchan el llamado a la oración y son felices. Consiguen la tierra por nada o casi nada. Vamos a llamarlos “Grupo 1”. Puesto que no son fanáticos, no será demasiado difícil reasentarlos en Israel. Encontrar un lugar agradable, darles un montón de dinero, y se mueven sin demasiados problemas. Luego están los «asentamientos de la frontera». Allí los colonos viven en pueblos y aldeas muy cerca de la antigua Línea Verde, la frontera pre-1967 que sigue siendo la frontera legal del Estado de Israel. La mayor parte de los colonos viven allí. Existe un acuerdo tácito entre Israel y los palestinos de que estos asentamientos serán incluidos en el «intercambio de territorios» previsto por prácticamente todos los que se ocupan de la «solución de dos Estados». La base es un intercambio de 1 a 1, de igual valor. Por ejemplo, a cambio de los «bloques de asentamientos», Israel podría ceder territorio junto a la Franja de Gaza. Los hijos e hijas de las familias dentro de la Franja, el área más abarrotada del mundo, recibirían la oportunidad de construir sus hogares allí, cerca de sus familias. Llamemos a este tipo de colonos «Grupo 2». A este grupo pertenecen muchos de los colonos ultra-ortodoxos, que realmente no se preocupan por la locación. Sólo tienen familias muy grandes, siguiendo el mandamiento de Dios. También necesitan vivir juntos en comunidades atestadas, ya que muchos mandamientos de su credo exigen que se agrupen en instituciones específicas. Los ultra-ortodoxos («haredim» en hebreo, que quiere decir los «temblorosos» ante Dios) viven en ciudades terriblemente superpobladas en Israel, Jerusalén Oeste, Bnei-Brak, etc. Necesitan más tierra y el gobierno está dispuesto a complacerlos, pero más allá La Línea Verde. Uno de estos lugares es Modi’in Illit, frente a la aldea árabe de Bil’in, donde durante muchos años sus habitantes han maniafestado cada viernes contra la toma de tierras. Por último, pero no menos importante, están los colonos ideológicos, los fanáticos, los que fueron enviados allí por Dios mismo. Vamos a llamarlos “Grupo 3”. Constituyen el corazón del problema. Eliminar este núcleo duro es un trabajo muy difícil y peligroso. Lo difícil depende de varios factores. En primer lugar: la opinión pública. Mientras estos colonos sientan que el grueso del público en general israelí los apoya, sólo podrán ser removidos por la fuerza bruta. Pero la mayoría de los soldados y policías pertenecen precisamente al mismo público en general. Esta batalla sólo puede ser ganada si es precedida por un cambio en la opinión pública. Para lograr esto, se necesita mucho trabajo

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Kerry se confiesa y el pueblo judío se envilece

Autor: Daniel Kupervaser 30 de DICIEMBRE 2016 El duelo mediático entre John Kerry y Benjamín Netanyahu que prosiguió a la votación en el Consejo de Seguridad de ONU se convirtió en el canto del cisne de los interminables roces entre los gobiernos del Primer Ministro israelí y Obama durante los 8 últimos años. De esta batalla entre “caballeros” se pueden obtener algunas conclusiones muy interesantes. Paradójicamente, todo comenzó como en un idilio repleto de coincidencias a principios del año 2009. Discursos de los máximos dirigentes de ambos países, ámbitos académicos de prestigio internacional y, finalmente, un objetivo idéntico: solucionar el conflicto palestino-israelí por medio de la formula “dos estados para dos pueblos”. Pese al optimismo que reinaba en el ambiente, este autor pronosticó desde un principio que esa fantasía utópica seria sepultada a poco tiempo de su concepción y antes de su parto. “Hoy, a cuatro meses de los famosos discursos que crearon tantas expectativas, a tan solo un mes de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas, marco programado para la apertura de las negociaciones palestino-israelíes, se puede afirmar sin mayores riesgos de equivocación que el estado palestino es un mortinato. Murió sin conocer el mundo. Le dieron tantas cachetadas y lo asfixiaron hasta que lo mataron antes que nazca”[1]. En estos días, como lo dice un reconocido analista de Medio Oriente, “Kerry se acordó un poco tarde. La solución de dos estados no está en peligro, ella ya murió”[2]. A esto se le puede agregar que, solo por conveniencia, algunos de los actores centrales de esta farsa se esfuerzan por demostrar que agoniza en sus últimos momentos de vida, pero el corazón aun late. La performance de Kerry en representación del gobierno de Obama fue patética en su aparición en conferencia de prensa destinada a dejar como herencia histórica los principios prácticos de la implementación de la solución de dos estados. La imagen que se proyectó no puede ser interpretada de otra manera más que la de un pobre feligrés que se arrodilla en el confesonario frente a su párroco para confesarle que pecó durante 8 años defendiendo y protegiendo a delincuentes internacionales que se ocuparon de usurpar tierras a campesinos que tenían bajo su dominio por la fuerza de las armas. Más vale tarde que nunca. Al menos se debe admirar su sinceridad. Está reconociendo delante todo el mundo que durante 8 años todas sus peroratas estaban destinadas a servir intereses israelíes escondiendo los verdaderos acontecimientos detrás de las bambalinas. El canciller Kerry, tácitamente, da a entender que el silencio hasta ahora de la administración de la potencia número uno del mundo es el resultado de la dominación por parte del poder de Jerusalén que tiene la suficiencia de manipular su país con la inmensurable capacidad de injerencia de instituciones judías locales. La aparición de Netanyahu ante las cámaras, como réplica a la de Kerry, se convirtió en uno de los mejores ejemplos de implementación de la estrategia de disuasión de Israel. Lejos de refutar las claras acusaciones de campaña oficial de rateo de tierras, la furia del Primer Ministro de Israel se encargó de desbaratar todo intento futuro que esta actitud de Obama pueda en alguna oportunidad futura convertirse en antecedente de algún otro sirviente de Israel que habitando la Casa Blanca no entienda bien las reglas de juego. En su réplica, Netanyahu se basó en dos argumentos básicos. En el primero afirmó que “El discurso de Kerry fue una gran decepción. Se ocupó obsesivamente de las colonias israelíes en vez de ocuparse de la raíz del conflicto: el rechazo palestino a reconocer Israel como Estado Judío bajo los límites que sean”[3]. Como segunda motivación, Netanyahu no admite que se critique a Israel. “Medio Oriente entero arde en llamas, países enteros se desmoronan, el terrorismo arrasa con todo, y durante toda una hora el Canciller Americano ataca a la única democracia en Medio Oriente que se mantiene estable en la región”[4]. Como se mencionó en artículos anteriores, el segundo argumento es ridículo pues asume a Israel como delincuente, solo que hay otros más sanguinarios. El primero es más disparatado aún. Es inadmisible la exigencia de reconocer a Israel como Estado Judío, desde el momento en que los Tratados de Paz firmados con Egipto y Jordania se firmaron solamente con el Estado de Israel sin ningún agregado. Está claro que esa condición de Netanyahu esconde oscuros propósitos racistas respecto de ciudadanos israelíes no judíos, o simplemente es un pretexto para eternizar el status quo. Netanyahu y el liderazgo del pueblo judío propone esperar pacientemente otros 20 días para poner todo el peso de su futuro en manos de Donald Trump, “nuestro maestro, rabino y Rey de los Mesías, por siempre jamás”. El pueblo judío ya no necesita las Tablas de Moisés. Ahora dispone de un nuevo manantial divino que alimenta de justicia la nueva escala de valores del judaísmo moderno. Un nuevo presidente estadounidense que asume los próximos días con un oscuro curriculum de racismo, xenofobia, sexismo, machismo y dudosas relaciones con grupos neo nazis. Las direcciones comunitarias judías de la diáspora no pueden quedar fuera de este juego sucio. El mismo Congreso Judío Mundial aprovecha la condición de ciudadanos judíos estadounidenses de sus miembros para convertirlos en agentes de intereses foráneos y así movilizarlos detrás de este objetivo israelí. “Toda la comunidad judía y el establishment judío están luchando activamente en contra de cualquier nuevo paso que todavía el gobierno norteamericano este decidido a dar sobre este tema. El asunto no se terminó con la última resolución”[5]. Desprecian a Trump, pero para cuidar los intereses de Israel en su conquista de Cisjordania no tiene ningún problema en codearse con el nuevo presidente tapándose la nariz. Si se pudiera adjudicar esta problemática conducta a Netanyahu y su coalición, siempre existiría una alternativa de cambio. Esto es una ilusión. Lamentablemente, se trata de un problema que afecta a la gran mayoría de la sociedad israelí y el pueblo judío, probablemente, por muchos años, y tal vez generaciones.

Estados Unidos, Internacionales, Portada

El aislamiento de EU

Autor: Noam Chomsky/La Jornada 31 de DIC 2016 El 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó por unanimidad la resolución 2334, con la abstención de Estados Unidos. La resolución reafirmó que la política y prácticas de Israel al establecer asentamientos en territorios palestinos y otros territorios árabes ocupados desde 1967 no tiene validez legal y constituye una seria obstrucción para lograr una paz amplia, justa y duradera en Medio Oriente (y) llama una vez más a Israel, como potencia ocupante, a regirse escrupulosamente por la Cuarta Convención de Ginebra de 1949, rescindir sus medidas previas y desistir de llevar a cabo cualquier acción que resulte en un cambio del estatus legal y la naturaleza geográfica y que afecte materialmente la composición demográfica de los territorios árabes ocupados desde 1967, incluida Jerusalén y, en particular, a no transferir partes de su propia población civil a los territorios árabes ocupados. Reafirmado. Un asunto de cierta importancia. Es importante reconocer que la 2334 no es nada nuevo. La cita anterior es de la resolución 446 del Consejo, del 12 de marzo de 1979, reiterada en esencia en la resolución 2334. La 446 fue aprobada 12-0 con la abstención de Estados Unidos, al que se unieron Reino Unido y Noruega. Las diferencias primordiales son que ahora Estados Unidos está solo contra el mundo entero, y que es un mundo diferente. Las violaciones israelíes a las órdenes del Consejo de Seguridad, y al derecho internacional, son ahora mucho más extremas que en 1979 y suscitan mucha mayor condena en gran parte del mundo. Por tanto, hay que tomar más en serio los contenidos de las resoluciones 446-2334. De ahí la intensa reacción a la 2334, tanto en cobertura como en comentario y, en Israel y Estados Unidos, en considerable histeria. Esas son impactantes indicaciones del creciente aislamiento de Estados Unidos en la escena mundial. Esto es, con Obama. Con Trump, es probable que el aislamiento se incremente, y de hecho así ha sido incluso antes de que asuma el poder. El paso más significativo de Trump en promover el aislamiento estadunidense se dio el 8 de noviembre, cuando obtuvo dos victorias. La menor fue en su país, donde ganó el voto electoral. La mayor fue en Marrakech, Marruecos, donde unas 200 naciones se reunían para tratar de poner algún contenido real en los acuerdos de París de diciembre de 2015 con respecto al cambio climático, los cuales quedaron como promesas más que como el tratado que se pretendía, porque el Congreso republicano no aceptaría compromisos vinculantes. Al llegar los votos electorales el 8 de noviembre, la conferencia de Marrakech se desvió de su programa sustantivo hacia la cuestión de si podría haber alguna acción significativa para enfrentar la severa amenaza de catástrofe ambiental ahora que el país más poderoso de la Tierra está levantándose de la mesa. Esa fue, sin duda, la mayor victoria de Trump el 8 de noviembre, de verdadera trascendencia. También definió el aislamiento de Estados Unidos respecto de los más severos problemas humanos jamás enfrentados en la historia del planeta. El mundo puso sus esperanzas de liderazgo en China, ahora que el Líder del Mundo Libre ha declarado que no sólo se retirará del esfuerzo sino, con la elección de Trump, aplicará medidas de fuerza para acelerar la carrera hacia el desastre. Un asombroso espectáculo, que pasó virtualmente sin comentario. El hecho de que Estados Unidos esté solo ahora en su rechazo al consenso internacional se reafirmó en la declaración 2334, en la que perdió incluso a la Gran Bretaña de Theresa May. La razón por la que Obama optó por la abstención en vez del veto es una pregunta abierta: no tenemos evidencia directa. Pero hay algunas suposiciones plausibles. Hubo algunas reacciones de sorpresa (y escarnio) después del veto de Obama en febrero de 2011 a una resolución del Consejo de Seguridad que llamaba a adoptar una política oficial en Estados Unidos, y tal vez sintió que sería demasiado repetirlo si quería salvar algo de su maltrecho legado entre sectores de la población que tienen cierto interés por el derecho internacional y los derechos humanos. También vale la pena recordar que entre los demócratas liberales, si no en el Congreso, y en particular entre los jóvenes, la opinión acerca de Israel-Palestina ha virado hacia la crítica a las políticas israelíes en años recientes, tanto que el núcleo del apoyo a esas políticas se ha desplazado a la extrema derecha, incluida la base evangélica del Partido Republicano. Tal vez esos factores influyeron. La abstención de 2016 causó furor en Israel y en el Congreso estadunidense, tanto entre republicanos como en prominentes demócratas, incluso con propuestas de retirar fondos a la ONU en represalia por el crimen del mundo. El primer ministro israelí Netanyahu denunció a Obama por sus acciones deshonestas contra Israel. Su oficina acusó a Obama de coludirse tras bambalinas con esa conjura del Consejo de Seguridad, y presentó partículas de evidencia que apenas se elevan al nivel del humor enfermo. Un alto funcionario israelí añadió que la abstención reveló el verdadero rostro del gobierno de Obama y que ahora entendemos con qué hemos estado tratando en los ocho años pasados. La realidad es muy diferente. Obama de hecho ha roto todos los récords de apoyo a Israel, tanto diplomático como económico. La realidad es descrita con exactitud por el especialista del Financial Times en Medio Oriente, David Gardner: “Los tratos personales de Obama con Netanyahu tal vez fueron ponzoñosos con frecuencia, pero ha sido el más pro israelí de los presidentes: el más pródigo con la ayuda militar y el más confiable en el ejercicio del voto estadunidense en el Consejo de Seguridad… La elección de Donald Trump hasta ahora ha traído poco más que espumarajos de tuits sobre éste y otros embrollos geopolíticos. Pero los augurios son ominosos. Un gobierno irredento en Israel, inclinado hacia la ultraderecha, se ve unido ahora por un gobierno nacional populista en Washington que transpira islamofobia”.

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible…

Autor: Ben White / Middle East Monitor 27 de DIC 2016   Título completo: Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible sin acabar con la ocupación israelí Mientras Israel y sus defensores promueven un marco despolitizado de mejoras económicas para los palestinos bajo la ocupación, un nuevo documento de la ONU es de lectura obligada. El mes pasado el Equipo de la ONU en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) publicó un informe de 180 páginas sobre “el estado de desarrollo en Palestina cuando la ocupación israelí entra en su año 50”. [El informe] “ Leave No One Behind: A Perspective on Vulnerability and Structural Disadvantage in Palestine” [No dejar a nadie atrás: una perspectiva sobre la vulnerabilidad y la desventaja estructural en Palestina] se centra en particular “en los grupos de palestinos más vulnerables y desfavorecidos y en las limitaciones a las que se enfrentan” y “analiza los factores que llevan a esta vulnerabilidad”. La conclusión principal del informe es categórica y un toque de atención para todas aquellas personas que todavía creen que es posible promover el “desarrollo” palestino sin abordar la actual ocupación colonial de Israel. “Cualquier discusión sobre el desarrollo en Palestina debe empezar con el hecho de que la limitación mayor y más visible al desarrollo palestino en la ocupación”, afirma el informe. Para la mayoría de los palestinos, continúa, “prácticamente no hay ninguna esfera de la vida que no toque la ocupación”. El informe añade además que “las herramientas para cambiar radicalmente esta vulnerabilidad fundamental no están en manos de los palestinos que hacen las políticas de desarrollo ni del Grupo de Desarrollo de la ONU”. Esto se debe a que “solo se puede acabar con esta vulnerabilidad acabando con la ocupación militar de Palestina” o “a corto plazo, mitigando sus medidas más perniciosas”. En otras palabras, “el desarrollo (y la ayuda humanitaria) solo puede mitigar los efectos de la ocupación”. El informe afirma que la ocupación israelí “tiene impacto sobre el movimiento de personas y mercancías, fragmenta el territorio geográfica y sociopolíticamente, estanca el crecimiento económico y restringe el uso palestino de recursos críticos, como la tierra, el agua y los minerales”. Y añade que “con los mismos instrumentos pone obstáculos para que la Autoridad Palestina (AP) elabore políticas, su gobernanza y preste de servicios”. Los políticos y diplomáticos deberían conocer este conciso y elocuente resumen. La conclusión es clara: sin voluntad política de presionar a Israel para que acabe su ocupación entregar ayuda monetaria a la AP o para proyectos de desarrollo en los TPO es igual que tirar dinero a un pozo sin fondo. El informe aborda una serie de formas específicas que tiene la ocupación israelí de tierras palestinas de obstaculiza el desarrollo, de las cuales lo que sigue no es sino una muestra. En primer lugar, están las restricciones israelíes al movimiento de personas y mercancías que “se implementa por medio de un complejo sistema de checkpoints, permisos, bloqueos militares de carreteras, colonias, carreteras circunvalación [de las colonias], regímenes legales paralelos y el Muro [de Separación]”. Estas restricciones “han fragmentado el paisaje palestino” y “han creado comunidades aisladas, han minado la cohesión social, roto una identidad común y reducido la actividad económica dentro y entre las fracturadas poblaciones palestinas del territorio”. Las restricciones al movimiento de mercancías, por ejemplo, “perjudican gravemente a la economía palestina y su potencial de crecimiento” y contribuyen a limitar “la capacidad de funcionamiento del sector privado, por no hablar de su capacidad para prosperar y generar empleo”. El informe señala que cuando Israel impuso en los TPO su régimen de comercio exterior y fiscal “se permitía el flujo de mano de obra y de productos palestinos a Israel bajo restricciones no recíprocas» y las importaciones a los TPO “estaban sujetas a las estructuras y cuotas arancelarias israelíes”. A consecuencia de ello “los productores palestinos vieron cómo se cortaban progresivamente sus relaciones con su socios comerciales tradicionales y tuvieron que reorientar el comercio hacia la economía israelí”. Con el tiempo “los exportadores palestinos perdieron gran parte de su ventaja competitiva, mientras que los productos israelíes disfrutaban de un acceso sin obstáculos a los mercados palestinos”. En segundo lugar, además de controles discriminatorios del movimiento y de las trabas comerciales, la colonización israelí de los recursos naturales obstaculiza aún más el desarrollo palestino. Según el informe, “las colonias, zonas militares y reservas naturales israelíes, y el Muro [de Separación] constituyen el 44 % de toda Cisjordania, incluido el 70 % de la llamada ‘Zona C’, en el 30 % de la cual “la construcción está fuertemente restringida”. Esto se debe a que el régimen de planificación de Israel en la Zona C y en el ocupado Jerusalén Oriental es “discriminatorio y restrictivo”, afirma el informe, y contrariamente al derecho internacional humanitario, “no está ideado para beneficiar a la población protegida”. El sector agrícola está limitado por “restricciones a los recursos esenciales de la tierra y del agua” , mientras que de forma similar el sector industrial “está profundamente afectado por las limitaciones a la tierra disponible y por las posibilidades limitadas de abrir canteras y extraer minerales”. Además de la colonización de la tierra, “Israel controla todos los recursos compartidos de agua superficial y subterránea”, utiliza el 85 % de estos y deja solo el 15 % para uso palestino. “Las restricciones relacionadas con el agua afectan a los medios de vida de las comunidades al aumentar la pobreza e incrementar aún más la vulnerabilidad”. En tercer lugar, fundamental desde el punto de vista de cómo la comunidad internacional se ha comprometido hasta la fecha con esta cuestión, incluso “los intentos palestinos de superar estos muchos obstáculos al desarrollo están igualmente circunscritos por la ocupación”. Así, por ejemplo, “el gobierno palestino no tiene control de sus fronteras (tierra, mar o aire) ni de sus ingresos aduaneros”. Carece de “acceso y de prerrogativa política sobre la Zona C”, el 60 % de Cisjordania, y su “espacio fiscal” también está sujeto a restricciones (por ejemplo,

Asia - África - Oceanía, Internacionales, Portada

La globalización ha muerto

Autor: Álvaro García Linera*  25 de DIC 2016   El desenfreno por un inminente mundo sin fronteras, la algarabía por la constante jibarización de los Estados-nacionales en nombre de la libertad de empresa y la cuasi religiosa certidumbre de que la sociedad mundial terminaría de cohesionarse como un único espacio económico, financiero y cultural integrado, acaban de derrumbarse ante el enmudecido estupor de las élites globalófilas del planeta. La renuncia de Gran Bretaña a continuar en la Unión Europea –el proyecto más importante de unificación estatal de los últimos 100 años– y la victoria electoral de Trump –que enarboló las banderas de un regreso al proteccionismo económico, anunció la renuncia a tratados de libre comercio y prometió la construcción de mesopotámicas murallas fronterizas–, han aniquilado la mayor y más exitosa ilusión liberal de nuestros tiempos. Y que todo esto provenga de las dos naciones que hace 35 años atrás, enfundadas en sus corazas de guerra, anunciaran el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad, habla de un mundo que se ha invertido o, peor aún, que ha agotado las ilusiones que lo mantuvieron despierto durante un siglo. Y es que la globalización como meta-relato, esto es, como horizonte político ideológico capaz de encausar las esperanzas colectivas hacia un único destino que permitiera realizar todas las posibles expectativas de bienestar, ha estallado en mil pedazos. Y hoy no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes; lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tipo de tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica, ante un mundo que ya no es el mundo de nadie. La medida geopolítica del capitalismo Quien inició el estudio de la dimensión geográfica del capitalismo fue Marx. Su debate con el economista Friedrich List sobre el “capitalismo nacional” en 1847 y sus reflexiones sobre el impacto del descubrimiento de las minas de oro de California en el comercio transpacífico con Asia, lo ubican como el primer y más acucioso investigador de los procesos de globalización económica del régimen capitalista. De hecho, su aporte no radica en la comprensión del carácter mundializado del comercio que comienza con la invasión europea a América sino en la naturaleza planetariamente expansiva de la propia producción capitalista. Las categorías de subsunción formal y subsunción real del proceso de trabajo al capital con las que Marx devela el automovimiento infinito del modo de producción capitalista, suponen la creciente subsunción de la fuerza de trabajo, el intelecto social y la tierra, a la lógica de la acumulación empresarial, es decir, la supeditación de las condiciones de existencia de todo el planeta a la valorización del capital. De ahí que en los primeros 350 años de su existencia, la medida geopolítica del capitalismo haya avanzado de las ciudades-Estado a la dimensión continental y haya pasado, en los últimos 150 años, a la medida geopolítica planetaria. La globalización económica (material) es pues inherente al capitalismo. Su inicio se puede fechar 500 años atrás, a partir del cual habrá de tupirse, de manera fragmentada y contradictoria, aún mucho más. Si seguimos los esquemas de Giovanni Arrighi en su propuesta de ciclos sistémicos de acumulación capitalista a la cabeza de un Estado hegemónico: Génova (siglos XV-XVI), los Países Bajos (siglo XVIII), Inglaterra (siglo XIX) y Estados Unidos (siglo XX), cada uno de estos hegemones vino acompañado de un nuevo tupimiento de la globalización (primero comercial, luego productiva, tecnológica, cognitiva y, finalmente, medio ambiental) y de una expansión territorial de las relaciones capitalistas. Sin embargo, lo que sí constituye un acontecimiento reciente al interior de esta globalización económica es su construcción como proyecto político-ideológico, esperanza o sentido común, es decir, como horizonte de época capaz de unificar las creencias políticas y expectativas morales de hombres y mujeres pertenecientes a todas las naciones del mundo. El “fin de la historia” La globalización como relato o ideología de época no tiene más de 35 años. Fue iniciada por los presidentes Ronald Reagan y Margaret Thatcher, liquidando el Estado de bienestar, privatizando las empresas estatales, anulando la fuerza sindical obrera y sustituyendo el proteccionismo del mercado interno por el libre mercado, elementos que habían caracterizado las relaciones económicas desde la crisis de 1929. Ciertamente fue un retorno amplificado a las reglas del liberalismo económico del siglo XIX, incluida la conexión en tiempo real de los mercados, el crecimiento del comercio en relación al Producto Interno Bruto (PIB) mundial y la importancia de los mercados financieros, que ya estuvieron presentes en ese entonces. Sin embargo, lo que sí diferenció esta fase del ciclo sistémico de la que prevaleció en el siglo XIX fue la ilusión colectiva de la globalización, su función ideológica legitimadora y su encumbramiento como supuesto destino natural y final de la humanidad. Y aquellos que se afiliaron emotivamente a esa creencia del libre mercado como salvación final no fueron simplemente los gobernantes y partidos políticos conservadores, sino también los medios de comunicación, los centros universitarios, comentaristas y líderes sociales. El derrumbe de la Unión Soviética y el proceso de lo que Gramsci llamó transformismo ideológico de ex socialistas devenidos en furibundos neoliberales, cerró el círculo de la victoria definitiva del neoliberalismo globalizador. ¡Claro! Si ante los ojos del mundo la URSS, que era considerada hasta entonces como el referente alternativo al capitalismo de libre empresa, abdica de la pelea y se rinde ante la furia del libre mercado –y encima los combatientes por un mundo distinto, públicamente y de hinojos, abjuran de sus anteriores convicciones para proclamar la superioridad de la globalización frente al socialismo de Estado–, nos encontramos ante la constitución de una narrativa perfecta del destino “natural” e irreversible del mundo: el triunfo planetario de la libre empresa. El enunciado del “fin de la historia” hegeliano con el que Fukuyama caracterizó el “espíritu” del mundo, tenía todos los ingredientes de una ideología de época, de una profecía bíblica: su formulación como proyecto universal, su enfrentamiento contra otro

, , ,
Internacionales, Medio Oriente, Portada

La resolución de la ONU es un aliento de esperanza

Autor: Gideon Levy /Haaretz/Israel 25 de DIC 2016 Título completo: La resolución de la ONU es un aliento de esperanza en un mar de oscuridad y desesperación El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó por establecer un Estado judío (junto a un Estado árabe) en la Tierra de Israel. Sesenta y nueve años después, el 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por intentar salvarlo. La resolución 2334 que fue aprobada el viernes es una ráfaga de buenas noticias, un aliento de esperanza en el mar de oscuridad y desesperación de los últimos años. Justo cuando parecía que todo iba cuesta abajo – la creciente ocupación cada vez más apoyada por Estados Unidos, con Europa galopando a la derecha – junto con Hanukkah vino una resolución que enciende una delgada vela. Cuando parecía que los malvados continuarían siendo victoriosos, vinieron Nueva Zelanda y otros tres países y le dieron al mundo un regalo de Navidad. Así que gracias a Nueva Zelanda, Venezuela y Malasia. Es cierto que el árbol de Navidad que han suministrado, con todas sus luces brillantes, pronto será eliminado; Donald Trump ya está esperando en la puerta. Pero la huella quedará. Hasta entonces, este regocijo temporal es una alegría, a pesar de la resaca esperada. Por supuesto, debemos preguntarle al presidente estadounidense Barack Obama con furia: ¿Recién ahora estás haciendo algo? Y debemos preguntar a un mundo frustrante: ¿Qué pasa con las acciones? Pero es imposible ignorar la decisión del Consejo de Seguridad que establece que todos los asentamientos son ilegales por naturaleza. El primer ministro Benjamin Netanyahu puede llamar a sus embajadores, mientras que su ministro de la derecha Yuval Steinitz puede gritar que la resolución es «injusta» (el tiene sentido del humor). Y el líder de la oposición Isaac Herzog puede balbucear que «tenemos que combatir la decisión con todos los medios.» Pero no hay una persona en el mundo con conciencia que no se regocije por la resolución. Tampoco hay un israelí decente que debiera caer en la propaganda que llama a la resolución «anti-israelí», una definición que los medios de comunicación israelíes se apresuraron a adoptar con su característica servidumbre, por supuesto. Esta decisión ha llevado a Israel de nuevo a la sólida tierra de la realidad. Todos los asentamientos, incluso en los territorios que han sido anexados, incluso en Jerusalén oriental, por supuesto, son una violación del derecho internacional. En otras palabras, son un crimen. Ningún país del mundo piensa lo contrario. El mundo entero lo piensa -todos los llamados amigos de Israel y todos sus llamados enemigos- por unanimidad. Lo más probable es que las herramientas de lavado de cerebro en Israel, junto con los mecanismos de represión y negación, traten de socavar la decisión. Pero cuando Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia se unen en una declaración tan clara, esto será un trabajo difícil. Así que usted puede decir «el mundo entero está en contra de nosotros». Usted puede gritar «¡antisemitismo!» Usted puede preguntar «¿Qué pasa con Siria?» Al final esta verdad clara como el cristal permanecerá: El mundo piensa que los asentamientos son un crimen. Todos los asentamientos y todo el mundo. Es cierto que el mundo no levanta un dedo para que los asentamientos sean removidos, pero tal vez algún día esto suceda. Sin embargo, ya será demasiado tarde, demasiado tarde. La Resolución 2334 distingue artificialmente entre Israel y los asentamientos, ya que está dirigido a éstos, no a la ocupación. Como si la culpa de Amona estuviera en sus colonos y no en todos los israelíes. Este engaño demuestra cuánto el mundo sigue tratando a Israel con indulgencia y vacila en tomar medidas en su contra, como lo hizo con la conquista de Crimea por parte de Rusia, por ejemplo. Pero los israelíes que no viven en Amona, que nunca han estado allí, que no tienen ningún interés real en su destino – la mayoría de los israelíes según parece- tienen que preguntarse: ¿Realmente vale la pena? ¿Todo esto por unos cuantos colonos a los que no conocen y que realmente no quieren conocer? La resolución 2334 es, sobre todo para las orejas israelíes, como un reloj de alarma que asegura despertarte a tiempo, como una sirena que te dice que vayas al refugio antiaéreo. Es cierto que la resolución no tiene valor concreto; es cierto, la nueva administración estadounidense promete borrarla. Pero dos preguntas no dejará de lado: ¿Por qué los palestinos no merecen exactamente lo mismo que los israelíes merecen?, y ¿cuánto puede un país, con todo su poder de presión, armas y alta tecnología, ignorar al mundo entero? En este primer día de Jánuca y Navidad, podemos disfrutar, aunque sólo sea por un momento, de la dulce ilusión que la Resolución 2334 suscitará estas preguntas en Israel. Traducción: Dardo Esterovich

Scroll al inicio