Medio Oriente

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El «Acuerdo del Siglo» no es un acuerdo, pero sí es de este siglo

Fuente: Kevin Ary Levin * | Nueva Sión Fecha:  31 enero 2020 El plan anunciado por Trump y Netanyahu es evidencia de la aparición en escena de un nuevo Medio Oriente, donde gobiernos de la región ya no necesitan ni siquiera fingir apoyo a la causa palestina. El pasado martes, Donald Trump y Biniamin Netanyahu anunciaron ante una sala llena de periodistas, representantes de monarquías árabes y ningún palestino el largamente prometido plan de la administración para la paz entre israelíes y palestinos que ya hace mucho tiempo tomó el nombre rimbombante (¿qué en la era Trump no lo es?) de «Acuerdo del siglo». En el documento, atribuido al heredero inmobiliario y yerno presidencial convertido en alto diplomático Jared Kushner (cuya fundación familiar, bajo su dirección, donó docenas de miles de dólares a los asentamientos judíos en Cisjordania), se delinea un proyecto basado a grandes rasgos en la anexión israelí de partes de Cisjordania (incluyendo asentamientos y la frontera con Jordania), la negación del derecho de retorno de los refugiados palestinos y la afirmación de la soberanía israelí sobre una Jerusalén indivisa. A los palestinos les ofrece la meta en última instancia de la creación de un Estado palestino desmilitarizado en las zonas no anexadas por Israel, en un plazo de cuatro años si están dadas las reformas ordenadas y con consentimiento israelí. Ese Estado tendría un túnel que conectaría a Gaza con Cisjordania y una promesa de inversión de unos 50 mil millones de dólares para mejorar la calidad de vida de los palestinos, aunque el programa ofrece pocos detalles sobre cómo se producirían y de dónde provendrían las inversiones. El futuro Estado palestino limitaría entonces con Israel y (en su frontera sur) con Egipto y quedaría delimitado por un trazado complejo e improbable de fronteras controladas por Israel, con el objetivo de dejar intactos todos los asentamientos judíos en Cisjordania. El plan también deja abierta la posibilidad de transferencia al Estado palestino del llamado «Triángulo», un conjunto de localidades árabes ubicadas del lado israelí a lo largo de la frontera con Cisjordania. El programa establece objetivos que están muy por debajo de la mínima exigida por los palestinos en aspectos clave y reconoce sólo las demandas israelíes (que en realidad son en buena parte demandas de colonos y de halcones en materia de seguridad) en aspectos clave como fronteras, Jerusalén y derecho del retorno de los palestinos. De forma aún más clara, la voz de los palestinos no fue incluida en la redacción del plan. Si el plan se juzgara entonces de acuerdo a sus chances de ser aceptado por los palestinos, estaríamos entonces hablando de un plan claramente condenado al fracaso. Vale la pena pensar entonces cuál es la lógica detrás de proponer un «acuerdo» que jamás será acordado. La clave la podemos encontrar en la forma en la que el plan da a entender la línea de tiempo de las acciones a tomar. Un análisis más cercano revela que Israel puede obtener todos los beneficios de forma más o menos inmediata, mientras que los relativamente bajos incentivos prometidos a los palestinos constituyen objetivos a largo plazo y condicionados. El rechazo de los palestinos permite solidificar la narrativa según la cual los palestinos son rechazadores seriales de iniciativas de paz, lo cual significaría que en realidad sólo buscan la destrucción de Israel. Este argumento (que, por cierto, ignora la baja calidad de estas iniciativas en el pasado y las instancias en las cuales la negativa estuvo del lado israelí) le otorga a Israel una luz verde para avanzar con el plan de forma unilateral ante la supuesta ausencia de un interlocutor. El plan no puede ser pensado en un vacío: constituye de hecho un paso más en el reconocimiento legal de la gradual anexión de Cisjordania que Israel viene implementando mediante la construcción de asentamientos, instalación de infraestructura y desarrollo institucional. Esta situación refleja una realidad subyacente al texto del documento: el plan es una declaración de lo que se impondrá, al menos parcialmente, una vez confirmado el rechazo de los palestinos a colaborar en su propia degradación nacional. Es a la vez una forma de afirmar ante sus fieles la habilidad política de Bibi y de Trump, dos líderes que hacen frente a crisis políticas y legales al interior de sus países y que, mediante este acuerdo, demuestran que tienen dotes de estadistas que les otorgan el poder de rediseñar las relaciones de poder a nivel internacional e imponer sus propias condiciones sobre otros. Si esto es suficiente para enterrar la idea de un acuerdo, hace falta aclarar que el «Acuerdo del Siglo» es sólo media mentira, en tanto es, efectivamente, una consecuencia del Medio Oriente del siglo XXI. Es que este 2020 comienza con una crisis en el liderazgo palestino, que se encuentra fragmentado, desprestigiado y tiene pocos éxitos políticos y económicos que mostrar ante su propia población, con un proceso de reconciliación entre sus principales facciones políticas paralizado y una dirigencia anciana y en muchos sentidos desconectada de la realidad. Un final para el tema palestino La era Trump lanzó a los palestinos a una crisis política sin precedentes. Nunca antes el supuesto árbitro del proceso de paz, Estados Unidos, había actuado de forma tan evidente como juez y parte, haciendo eco de todos los argumentos de Netanyahu. Conscientes del fracaso del proceso diplomático de Oslo y de su creciente desconexión con la realidad en el terreno, el liderazgo palestino sabía también que no tenía ningún interés en permitir una escalada de violencia contra un Israel más fuerte que ellos y mucho más fuerte que nunca a nivel político. Se dedicaron entonces a esperar que esta realidad cambie mientras buscaban contener la situación, estrategia que nunca podía rendir muchos frutos para empezar. Sumándose a esta realidad interna, vemos el aislamiento político de los palestinos a nivel regional, provocado por el abandono en varios países del histórico apoyo (muchas veces sólo nominal y a menudo contraproducente) a los palestinos en su lucha por la autodeterminación nacional.

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Matar al líder de la Jihad Islámica no consiguió nada para Israel. Entonces, ¿por qué hacerlo?

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 14 de noviembre de 2019 Una vez más ha llegado la unidad sacrosanta. Una vez más, somos un pueblo, sin oposición ni debate público, un desfile unánime de hombres y porristas en los medios, derramamiento de sangre sin remordimientos, como siempre sucede en estas situaciones repugnantes, «silencio, estamos disparando». Israel finge una división entre la gente, que siempre se une mágicamente con cada asesinato. Discutimos sobre la vida pero estamos de acuerdo con la muerte, siempre que los muertos sean árabes. Si acordamos automáticamente de esta manera sobre cada acción militar, entonces no hay realmente ninguna polarización o debate, y eso es realmente malo. Aún debe nacer una oposición judía que condene una acción violenta de las Fuerzas de Defensa de Israel cuando comience. La resistencia llega solo cuando esa acción comienza a fallar. Entonces las personas se animan a protestar, pero siempre es demasiado tarde. Al principio solo puede surgir la cuestión marginal del momento, ese refugio de cobardes. Deberíamos haberlo hecho antes, debería haber sido más tarde, pero no ahora; la operación actual, por ejemplo, está aparentemente manchada por consideraciones electorales, como si eso pudiera probarse. Si el derramamiento de sangre es inevitable, entonces el momento no es importante. Y si es criminal y dañino, ningún momento cambiará eso. Solo decide. Incluso el odio al primer ministro Benjamin Netanyahu ha sido olvidado: Yair Lapid se congratula del ataque, Benny Gantz lo elogia como «la decisión correcta» y Amir Peretz dice: «Lo más importante es proporcionar un respaldo completo a las FDI». ¿Por qué? ¿Siempre? Si. Uno puede aceptar el argumento de que Baha Abu al-Ata fue responsable del constante lanzamiento de cohetes contra Israel, pero uno debe saber que el asedio en la Franja de Gaza es responsable de más cohetes que todos los comandantes de la Jihad Islámica y Hamas juntos, y por supuesto, nadie habla de eso. Abu al-Ata creció en la Franja de Gaza en condiciones que ningún israelí puede comprender, y eligió el camino de la resistencia militar, que es brutal. También hay israelíes que han elegido servir a su gente en el ejército. El asesinato de Abu al-Ata no sirve para nada. ¿Qué ganamos con esto? ¿Cómo ha servido su asesinato y el de otros para los intereses de Israel? Si incluso esta pregunta nunca se debate, entonces somos víctimas de una parálisis cerebral grave. ¿La situación de Israel es más segura el día después del asesinato? ¿Están las comunidades del sur en mejor forma? ¿La Jihad islámica es más débil? ¿La IDF se ha fortalecido? Las respuestas son no y no. Ninguno de los generales o analistas ha logrado explicar lo que Israel ha ganado con todo esto. Se merecía la pena de muerte. Bien, te escuchamos, pero ¿qué ganamos con eso? Aquí hay una evaluación provisional: más odio en Gaza, incluso si hay lugar para más odio hacia aquellos que destruyeron la vida de cinco generaciones de personas y no se han detenido. Se ha derramado mucha sangre y se sigue derramando: 22 palestinos asesinados en la Franja de Gaza hasta el miércoles por la noche, destrucción y miedo sembrados en ambos lados que no logran nada. Y, por supuesto, existe el firme conocimiento de que surgirá un heredero de Abu al-Ata que será muchas veces más extremo y peligroso, al igual que aquellos que reemplazaron a los cientos de líderes y comandantes que Israel ha matado a lo largo de los años, todo en vano. Nada resultó de las aclamadas eliminaciones de Khalil al Wazir, Ahmed Yassin, Abdul Aziz Rantisi, Thabet Thabet, Ahmed Jabari o Abbas Musawi; Los heroicos asesinatos de todas estas personas fueron en vano. Israel no obtuvo nada de ninguno de ellos excepto más sangre derramada. ¿Por qué Israel continúa sus asesinatos selectivos? Porque puede Porque estas son historias heroicas. Porque ama a los combatientes palestinos muertos. Porque la lujuria por la venganza y el castigo lo vuelven loco. Porque así es como les muestras a las personas que estás haciendo algo y no te estás conteniendo. Porque así es como puedes ejecutar personas mientras dices que Israel no tiene la pena de muerte. Porque esa es la forma de evitar la solución real. Porque nadie tiene el coraje de hablar sobre la verdadera solución: levantar el bloqueo y hablar directamente con Hamas. Porque todos aquí aplauden asesinatos y nunca se atreven a cuestionarlos. Pregúntales en Kahol Lavan (Azul y Blanco, el partido de Gantz) y en el Partido Laborista, pregúntales a casi cualquier israelí si se oponen. Todos estamos a favor. Traducción : Dardo Esterovich

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La Guerra y la Paz

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 22 de septiembre de 2019 Las elecciones en Israel del último 17 de septiembre y los bombardeos en las refinerías sauditas de Abqaiq y Khurais sitúan a Medio Oriente, nuevamente, en el epicentro de la conflictividad global. En el primer caso porque la votación vuelve a poner en evidencia la situación irresuelta de la ocupación colonial de Palestina, y en el segundo porque la disputa entre la República Islámica de Irán y la monarquía arábica evidencia una escalada sin precedentes, desde que ambas teocracias se disputan el control y la autoridad política y espiritual sobre la totalidad del mundo musulmán. El triunfo del candidato de la lista Azul y Blanca (Kajol Labán) –liderado por el ex jefe del Estado Mayor Benny Gantz– por sobre el Likud (histórico partido de la derecha israelí comandado por Bibi Netanyahu), plantea la posibilidad de conformar una nueva alianza dentro de la Kneset, el parlamento israelí. El modelo parlamentario unicameral de 120 bancas requiere 61 escaños para postular un primer ministro. Gantz obtuvo 33 escaños mientras que Netanyahu alanzó los 31 diputados, guarismos que no permiten alcanzar la mayoría necesaria para conformar gobierno. Más allá de los debates entre las diferentes listas, que se sucederán en las próximas semanas para nominar al primer ministro, el dato más sorpresivo de las elecciones es el tercer lugar alcanzado por la Lista Unida (o Conjunta, Ra´am), liderada por Ayman Odeh, un abogado comunista proveniente de la ciudad de Haifa, quien alcanzó los 13 escaños. Ra´am alcanzó la tercera bancada en importancia en el parlamento, con votos provenientes de la izquierda israelí y del 20 % de los ciudadanos no judíos que habitan Israel. Los partidos mayoritarios suelen jactarse de que Israel es la única democracia del Medio Oriente, pero ese postulado suele eludir la realidad incontrastable de que 4 millones de palestinos están privados de derechos ciudadanos plenos y sus tierras –sobre todo dentro de Judea y Samaria— vienen siendo usurpadas por colonos identificados dentro de la ultraderecha israelí. La suspensión unilateral de las negociaciones destinadas a garantizar una solución pacífica a la ocupación militar ha sido respaldada por el gobierno republicano de Donald Trump, quien además impulsó el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, ciudad que también forma parte de la disputa territorial. La derecha israelí considera a esta ciudad como su capital indivisible mientras que los palestinos y la mayoría de la comunidad internacional la consideran como un centro urbano que debe albergar a ambas capitales (la de Israel y Palestina), en el marco de una división urbana consensuada. Las elecciones vuelven a poner en agenda la cuestión del recientemente proclamado Estado Judío y las amenazas de Netanyahu respecto a la anexión arbitraria y unilateral de porciones de territorio palestino. Estos anuncios, reñidos con el derecho internacional, obligan a los israelíes a plantearse la encrucijada central que las elecciones no pueden eludir: la integración de los territorios palestinos en un país multicultural y plurinacional, con el consiguiente otorgamiento de ciudadanía plena a los 4 millones de palestinos (aceptando que una lista Árabe Unida pueda convertirse en una potencial mayoría o primera minoría a futuro), el reforzamiento del carácter de apartheid social y territorial sobre la población de Cisjordania y Gaza, y el reconocimiento de la soberanía palestina con el consiguiente abandono de la ocupación militar y colonial. Misiles en el golfo pérsico El conflicto entre Arabia Saudita e Irán no es ajeno a este otro conflicto. Teherán promueve un estado islámico y avala la confrontación de Hamas (sunitas ligados a los Hermanos Musulmanes, instalados en Gaza) y de Hezbolá (chiitas, ubicado en el sur del Líbano) contra la Autoridad Nacional Palestina. Esa división es utilizada por la derecha israelí y Donald Trump para darle continuidad a una política colonial sobre quienes continúan privados de derechos soberanos y permanecen como víctimas de la justicia militar de ocupación. La confrontación de Irán con Estados Unidos, de todas formas, no se expresa únicamente en el conflicto palestino-israelí, sino que reviste aristas geopolíticas de otro tenor: los ayatolas han defendido una política autónoma de las imposiciones de Washington en la región y eso les ha ocasionado un hostigamiento permanente cuya expresión actual es la multiplicación de sanciones económicas y financieras. Arabia Saudita, en ese marco, se ha constituido en el socio privilegiado de Washington dentro del mundo musulmán, utilizando el antagonismo de Irán con Estados Unidos para limitar la expansión chiita que se produjo en la región, después del triunfo de la revolución de Jomeini en enero de 1978. Para hacer más efectiva la disputa, tanto Riad como Teherán apelaron a ancestrales rivalidades religiosas vinculadas al enfrentamiento entre sunitas y chiitas. El Islam, fundado por Mahoma en el siglo VII, tiene dos ramas principales: los que siguen la Sunna (tradición que se referencia en los seguidores de los primeros califas) y los chiitas, partidarios del yerno de Mahoma, Alí. Sus diferencias son doctrinales, pero se expresan en términos políticos: los chiitas creen que la sociedad civil debe estar regida por la autoridad religiosa, mientras que los sunitas descreen de este principio. El ataque con drones y misiles contra las refinerías arábigas se vincula con la lucha que sunitas y chiitas desarrollan en Yemen, Siria y El Líbano. En esos tres países, Irán y los sauditas rivalizan por el control o la hegemonía. En Yemen, en el marco de una guerra civil que ya lleva 15 años en la que la minoría de los zaidíes (conocidos como hutíes) son perseguidos y bombardeados en forma sistemática por una alianza comandada por los sunitas saudíes. En Siria, después de una década de enfrentamientos en la que Irán defendió al gobierno de Bashar al Assad (ligado a la identidad alauita, cercana al chiismo), mientras que los saudíes apoyaron a varios grupos insurgentes. Según cálculos de los organismos de las Naciones Unidos, este conflicto produjo, hasta la fecha, 5 millones de desplazados, medio millón de muertos y un millón de heridos. Teherán

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Sin una solución de dos estados, Israel está condenado a una “muerte demográfica”, afirma el PM palestino

Fuente: Enlace Judío – México Fecha: 30 de julio de 2019 “Israel se encuentra hoy ante un gran desafío: la solución de dos Estados o una muerte demográfica”, dijo Shtayyeh en un discurso en una reunión de la Internacional Socialista, una organización que reúne a partidos socialistas de todo el mundo, en el Hotel Carmel en la ciudad de Ramalla, informó el sitio The Times of Israel. “Por primera vez desde 1948, el equilibrio demográfico está a favor de los palestinos. Entre el río Jordán y el mar Mediterráneo hay 6,8 millones de palestinos: 3 millones en Cisjordania, 2 millones en Gaza y 1,8 millones en 1948 [Israel]. Los israelíes son 6.6 millones. Los palestinos son 200,000 más que ellos. “O la solución de dos Estados o una muerte demográfica; ya sea la solución de dos Estados o ningún Estado democrático o judío; ya sea la solución de dos Estados o un régimen racista en la práctica y en lo legal; o la solución de dos Estados o no hay paz ”, declaró. El liderazgo palestino con sede en Ramallah, incluido el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, ha dicho constantemente que apoya una solución de dos Estados. El primer ministro Benjamí Netanyahu ha dicho en el pasado que apoya la solución de dos Estados en principio, aunque no en los últimos años. También ha declarado que no se creará ningún Estado palestino mientras esté en el cargo y ha sugerido la aplicación de la soberanía israelí sobre partes de Cisjordania. Además, muchos ministros en el gabinete de Netanyahu han manifestado firmemente su oposición a la solución de dos Estados. Shtayyeh también arremetió contra Jason Greenblatt, representante de negociaciones internacionales del gobierno del presidente norteamericano Donald Trump, por los comentarios que hizo en el Consejo de Seguridad de la ONU la semana pasada. “El señor Jason Greenblatt cree, como dijo en el Consejo de Seguridad, que las aspiraciones del pueblo palestino no equivalen a derechos nacionales”, dijo. “Ese es el nivel más alto de blasfemia política y el nivel más alto de prejuicio contra los derechos nacionales del pueblo palestino”. Greenblatt dijo al Consejo de Seguridad el martes pasado: “Comencemos por reconocer que no hay atajos y que las ficciones del consenso internacional, la legitimidad internacional, los argumentos sobre quién tiene razón y quién está equivocado como una cuestión de derecho internacional, y las aspiraciones expresadas como derechos no lograrán la paz”. También declaró que si bien los palestinos pueden aspirar a una capital en Jerusalén Este, no tienen derecho a una. “Es cierto que la OLP y la Autoridad Palestina continúan afirmando que Jerusalén Oriental debe ser una capital para los palestinos. Pero recordemos: una aspiración no es un derecho”, dijo, y sostuvo que “las aspiraciones pertenecen a la mesa de negociaciones”. Shtayyeh también se reunió el lunes con miembros de una delegación del partido de izquierda israelí Meretz que asistieron a la reunión en Ramallah, dijo en un comunicado Elad Wolff, portavoz de la expresidenta del partido Tamar Zandberg. El primer ministro de la Autoridad Palestina dijo a los miembros de la delegación, entre los cuales estaban Zandberg y el legislador Mossi Raz, que los palestinos apoyan las conversaciones de paz con Israel, pero él “expresó reservas” sobre el Estado judío y las políticas de la administración norteamericana.

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Una prestigiosa investigadora del Holocausto cuestionó a Netanyahu por sus lazos con Polonia y Hungría

Fuente: Radio jai Fecha: 9 julio 2019 La destacada historiadora judía Deborah Lipstadt, conocida por su papel en la lucha contra la negación del Holocausto, criticó las relaciones del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, con los gobiernos derechistas de Polonia y Hungría. Lipstadt, quien incluso le ganó una demanda por difamación a David Irving, un negador del Holocausto, denunció la política de acercamiento de Netanyahu con algunos estados centroeuropeos que, según su mirada, están «blanqueando» su papel en la destrucción sistemática del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Para Israel, afirmar que lucha contra el antisemitismo y luego abrazar cálidamente a los gobiernos nacionalistas en Budapest, Varsovia y Vilna es «hipócrita y contradictorio», sentenció. «Quiero saber cómo tiene todo un ministerio dedicado a combatir el antisemitismo y el BDS (el movimiento anti-Israel Boicot, Desinversión y Sanción), y tiene un gobierno cuya política es complacer al gobierno polaco, que «trata de volver a escribir la historia del Holocausto, y con un gobierno húngaro que está involucrado en el antisemitismo», dijo Lipstadt a The Times of Israel. Más adelante, la historiadora reflexionó: «No soy primer ministro y no tengo que participar en política. En mis declaraciones, la vida de ninguna persona será amenazada o mejorada. Así que entiendo que tienes diferentes cálculos. Pero no juegues con los polacos, los húngaros y los lituanos, y luego reclama para ti el manto de ser la dirección principal para combatir el antisemitismo en este mundo. No funciona «. En un aparente intento por apuntalar el apoyo diplomático para Israel en las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros organismos internacionales, Netanyahu ha estado buscando durante algún tiempo fortalecer los lazos con las naciones de Europa Central, ignorando las polémicas políticas de los líderes de esos países sobre el Holocausto. «Estás durmiendo con personas que han usado el antisemitismo, que han reescrito la historia del papel de sus países en el Holocausto, que están blanqueando la historia de sus países», dijo la profesora de Historia Judía Moderna y Estudios del Holocausto de la Universidad de Emory. «Los estás levantando, les estás dando un sello kosher. Y los judíos en ese país están en completo shock”, sentenció. La académica nacida en Nueva York instó al gobierno israelí a «tomar una postura más firme» contra los esfuerzos de los países de Europa Central para blanquear su rol en la Shoá.

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La acusación de Israel a un palestino por violación revela la podredumbre moral

Fuente: Editorial de Haaretz Fecha: 26 junio 2019 El anuncio del martes del defensor general militar de que retiraba la acusación contra Mahmoud Qatusa por el cargo de violar a una niña de 7 años y su puesta en libertad no es suficiente para poner fin a este duro asunto. El caso permite una mirada aterradora sobre la podredumbre que se ha extendido al «sistema de justicia» que Israel ha creado para sus súbditos palestinos que viven bajo la ocupación militar. En el patio trasero de la democracia israelí existe un mundo legal paralelo donde se asume que los palestinos son terroristas a menos que se demuestre lo contrario. Est falla general incluye a todos los miembros del sistema: la policía, que mantuvo a Qatusa bajo custodia durante dos meses sin pruebas suficientes; los fiscales militares, que presentaron una acusación aunque el archivo carecía de pruebas suficientes; los medios de comunicación, que en lugar de servir como el perro guardián de la democracia se humillaron con un diálogo enfermo que implica que la reserva de la última palabra sobre la violación de niñas pequeñas dependen de los gustos y los caprichos políticos; y los políticos, que vieron este incidente impactante como nada más que una oportunidad para sembrar el miedo y ganar votos. La semana pasada, el jefe de Yisrael Beiteinu, Avigdor Lieberman, describió el caso como un «ataque terrorista bien planeado contra una niña» y declaró que exigiría la pena de muerte para el «terrorista despreciable». Uno de los líderes del partido de la Derecha Unida el ministro de Transporte, Bezalel Smotrich, se unió a él: “Si solo fuera posible imponer la pena de muerte a esta escoria. Tal monstruo no merece respirar el aire en nuestro mundo”. El ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, dijo que tal incidente debe ser investigado como un» incidente nacionalista». Es por eso que la decisión del Abogado General Militar fue un evento dramático. Este no es un asunto técnico menor, sino un cambio de sentido. A medida que continúa la investigación de la violación, ahora también debemos investigar las acciones de la policía que mantuvo al sospechoso tras las rejas durante dos meses sin pruebas suficientes, y con las imperfecciones que llevaron a la acusación. El Abogado General Militar Sharon Afek anunció que él y la policía llevarán a cabo un proceso adecuado para sacar conclusiones del asunto. Pero es difícil entender por qué sigue tratando a Qatusa como sospechoso. ¿Se atrevería Afek a conferir tal marca de Caín a un ciudadano judío que fue víctima de una serie de imperfecciones? El asunto de Qatusa expuso una podredumbre moral general cuyas raíces son el racismo y el nacionalismo malignos. Este es el resultado de líderes afectados por un microbio racista y nacionalista que a través de un proceso largo y constante han infectado a más y más ciudadanos. Para liderar los cambios necesarios para evitar la repetición de tales casos, debemos terminar con el gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, el tronco del árbol del cual crecen todas estas ramas podridas. Traducción: Dardo Esterovich    

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Cómo Netanyahu explota las tensiones entre Estados Unidos e Irán

Fuente:  Akiva Eldar | Al-Monitor Fecha: 25 junio 2019 Su contribución a la retirada de Estados Unidos en 2018 del acuerdo nuclear con Irán se considera uno de los mayores logros del primer ministro Benjamin Netanyahu. Su campaña contra la amenaza iraní combinada con una alianza cercana con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha producido un enorme capital político para Netanyahu. Sin embargo, un año después de la salida del acuerdo, la política de sanciones que defendió no ha logrado poner a Irán de rodillas. Por el contrario, Teherán anunció el 17 de junio que cuadruplicaría el ritmo de su producción de uranio enriquecido de bajo grado y superaría el límite de 300 kilogramos establecido por el acuerdo nuclear con las potencias mundiales. Por lo tanto, mientras los iraníes están subiendo la apuesta ante Trump, el presidente estadounidense -el as de Netanyahu en la cubierta- está buscando una trampa para escapar de un enfrentamiento con Teherán. Y mientras Netanyahu el 23 de junio posaba para las fotos en el valle del Jordán con el asesor de seguridad nacional de los EE. UU. John Bolton, Trump expresó sus reservas sobre su halcón traficante de guerra y condena a las personas que «quieren arrastrarnos a la guerra». La única campaña en la que Trump está interesado desde ahora hasta noviembre de 2020 es la de las elecciones presidenciales. El New York Times informó que el veterano presentador de Fox News, Tucker Carlson, fue quien convenció al presidente de que abortara el ataque contra objetivos iraníes y trajera a los bombarderos a casa. Según informes, Tucker le dijo a Trump que en lugar de provocar un cambio de régimen en Teherán, como Bolton esperaba, una nueva guerra en el Medio Oriente provocaría un cambio de régimen en Washington. Los líderes árabes están conscientes del enfoque de Trump. Los jefes de los estados de la Liga Árabe no se apresuraron a aceptar la invitación al foro económico que el presidente inició en Bahrein. Mientras enviaban funcionarios de nivel bajo a medio para discutir la ayuda a los palestinos, sus ministros de finanzas se dirigieron a El Cairo para discutir el mismo tema. Los líderes árabes se negaron a cooperar con el intento de Estados Unidos de enmascarar el callejón sin salida en su política a favor de Israel y la presión sobre la Autoridad Palestina. Por lo tanto, además de los vanos intentos de Netanyahu de aislar a los palestinos y desarrollar un atajo diplomático público con los estados del Golfo, liderados por Arabia Saudita, Netanyahu tampoco ha logrado poner a Irán de rodillas. Contrariamente a los comentarios del embajador estadounidense David Friedman en una entrevista del 8 de junio al New York Times, los palestinos sí “tienen un veto sobre el progreso». Pero junto con el hecho de no aislar o eludir a los palestinos, Netanyahu falló en otro nivel. El tercer lado del fracaso de Netanyahu, el triplete, consiste en la propuesta de los Estados Unidos de reabrir un corredor entre la Franja de Gaza y la Ribera Occidental. La iniciativa de «paso seguro» fue originalmente parte del Acuerdo de Oslo de 1993, pero desde que Hamas tomó el control de Gaza en 2007, Israel ha hecho de la separación de Gaza de Cisjordania un elemento central de su política. Y aquí viene la propuesta de Trump de construir un puente palestino en el corazón del territorio soberano israelí. La idea de «paso seguro» no parece excluir el control continuado de Hamas sobre Gaza y, por lo tanto, abriría las puertas a los que refutan el derecho de Israel a existir y les permitirá cruzar a Jerusalén y Cisjordania. Hamas no vendrá solo. La organización sunita está estrechando sus relaciones con los ayatolás. El 16 de junio, aproximadamente una semana antes de la reunión en Bahrein, una delegación de Hamas encabezada por el subjefe del movimiento, Salah al-Arouri, aterrizó en Teherán y se reunió con el ministro de Defensa iraní, Mohammad Alawi. Un comunicado emitido después de la visita decía: «Las partes reiteraron la necesidad de mantener los lazos para enfrentar los desafíos y peligros derivados de la obstinación de la administración de los EE. UU. para promover el ‘acuerdo del siglo’, que el pueblo palestino rechazó por unanimidad.” La aparente falta de preocupación de Netanyahu sobre el peligro de abrir Cisjordania a Hamas, una organización que él ha comparado con los nazis, se debe a su escepticismo sobre el acuerdo de Trump entre Israel y Palestina y su propia capacidad demostrada para encauzar al instigador. Véase, por ejemplo, el traslado de la Embajada de los Estados Unidos a Jerusalén, el reconocimiento de los Estados Unidos de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán y el aparente apoyo a la anexión israelí de partes de Cisjordania. Por un lado, Netanyahu, como Trump, no tiene ningún interés en una sesión fotográfica en el contexto de las escenas del campo de batalla y los cementerios. Por otro lado, Netanyahu, que también es ministro de defensa de Israel, tiene un gran interés en mantener la amenaza iraní en los titulares, al menos hasta las elecciones del 17 de septiembre, siempre y cuando los medios no profundicen en el escándalo de corrupción que involucra a él y su esposa En lo que a él respecta, los iraníes o sus representantes pueden bombardear un petrolero japonés en el Golfo de Hormuz todos los días e interceptar un avión no tripulado estadounidense cada dos, siempre y cuando Trump no incluya de repente al líder espiritual de Irán, Ali Khamenei, en su lista de regalos de Navidad. Lo hizo con Kim Jong-Un de Corea del Norte, cuyos dedos han estado colocados sobre el botón nuclear. El «conflicto de baja intensidad», como los analistas militares describen este tipo de enfrentamientos, es ideal para el primer ministro de Israel, pero no es una situación deseable para los ciudadanos. Intensificar el boicot a Irán podría resultar en una escalada y una guerra total. Cuando Trump aborta un ataque militar en el Medio

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El hombre de Trump en Jerusalén está dañando el proceso de paz

Fuente: Editorial de Haaretz Fecha: 10-06-2019 Los comentarios del embajador estadounidense David Friedman la semana pasada, que implican que Estados Unidos está dando el visto bueno al gobierno de Israel para anexar unilateralmente parte de Cisjordania, equivalen a escupir a los palestinos. Y auguran un dolor de cabeza para cualquiera que busque una solución justa al conflicto israelí-palestino basado en la división de la tierra y el reconocimiento del derecho de ambos pueblos a la libre determinación. Friedman ha ayudado durante dos años a redactar el «acuerdo del siglo», junto con el yerno y asesor principal del presidente Donald Trump, Jared Kushner y el representante especial de Trump para las negociaciones internacionales, Jason Greenblatt. Friedman dijo en una entrevista con The New York Times: «Bajo ciertas circunstancias, creo que Israel tiene el derecho de retener parte, pero es poco probable, de Cisjordania». No especificó cuáles podrían ser esas circunstancias. También se negó a decir cómo responderían los Estados Unidos si el Primer Ministro Benjamin Netanyahu se moviera para anexar unilateralmente las tierras de Cisjordania. «Realmente no tenemos una opinión hasta que entendamos cuánto, en qué términos, por qué tiene sentido», dijo Friedman. Estas declaraciones, identificadas con la posición del derecho anexionista de Israel, destruyen la legitimidad de Friedman como un agente honesto y justifican retroactivamente los temores de los palestinos sobre el plan de paz de Trump. Después de tales comentarios, es difícil sorprenderse por las sospechas de los palestinos, que se expresan en parte por su intención declarada de boicotear la cumbre en Bahrein, donde se espera que Estados Unidos divulgue la sección económica del plan. En la entrevista, Friedman incluso acusó al gobierno de Obama al permitir la aprobación en 2016 de la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU -que establece que los asentamientos israelíes violan el derecho internacional- de dar crédito a los argumentos palestinos «de que toda Cisjordania y Jerusalén oriental les pertenecen”. «Ciertamente, Israel tiene derecho a retener parte de» la Ribera Occidental, dijo Friedman. Friedman está equivocado y es engañoso. Israel no lo tiene según el derecho internacional porque este es un territorio ocupado que no puede ser anexado. Esa fue también la posición de la administración de los Estados Unidos, hasta ahora. La retracción de esta posición es también la razón por la que cinco senadores demócratas presentaron la semana pasada una resolución que apoya una solución de dos estados y se opone a la anexión de cualquier parte de Cisjordania. Los demócratas saben lo que sabe el campo de paz de Israel: solo una solución de dos estados puede garantizar los derechos de ambos pueblos, y la anexión unilateral de los territorios es contraria a los intereses de Israel. Si los Estados Unidos son sinceros acerca de querer celebrar una conferencia de paz con la participación palestina y actuar como un intermediario honesto entre las dos partes, sus representantes deben ser neutrales. Friedman representa los intereses del derecho de los colonos, y no cumple con estas condiciones previas. Traducción: Dardo Esterovich

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Gracias a McDonald’s por recordarle a Israel que hay una línea verde, e incluso una línea roja

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 7-06-2019 McDonald’s presenta: una hamburguesa modelo. No aparece en el menú y la compañía oscurece sus ingredientes, pero claramente el elemento estrella es un boicot a los asentamientos. No hay Big Macs en Ariel y no habrá McRoyales en Efrat. La derecha ahora exige que se impida a esta empresa traidora abrir una sucursal en el aeropuerto Ben-Gurion. Un grupo llamado Foro de Veteranos Discapacitados para la Seguridad de Israel publicó señales de advertencia esta semana en la entrada de los restaurantes de la compañía en Tel Aviv, siguiendo el modelo de las señales de advertencia que indican a los israelíes que no deben ingresar a la Autoridad Palestina. Califica al boicot de McDonald’s de los asentamientos como «una decisión vergonzosa» y está instando a un boicot a la compañía. Eso es lo que le sucede a una hamburguesa que busca elevar su cabeza y hacer más que solo vender una porción extra grande, que elige prestar atención a su conciencia y no solo ser una hamburguesa. McDonald’s es un socio principal en los delitos de la industria de la carne y el holocausto de los animales. Es un símbolo de la globalización y el capitalismo. Sus productos son perjudiciales para la salud de las personas y el medio ambiente, y no permite que sus trabajadores se sindicalicen. Sin embargo, ahora debemos aplaudir su política, que se remonta a 2013, cuando su franquiciado israelí, Omri Padan, se opuso a abrir una sucursal en Ariel. Por lo tanto, la gente de moral debe cruzar con desprecio las señales de advertencia de que la derecha ha colocado en las sucursales de la cadena y comprar demostrativamente una ensalada verde con chizitos como un acto de apoyo al coraje y la determinación de la compañía. No debe sufrir porque dio un paso que muy pocas compañías están dispuestas a dar, pero que todas las compañías deberían haber tomado hace mucho tiempo. La explicación oficial de la compañía puede parecer evasiva, pero va al meollo del asunto: Alonyal [la compañía franquiciada] nunca tuvo una licencia para abrir sucursales en Cisjordania». Boom. Hay una línea verde. Incluso hay una línea roja. Es cierto que esta separación es artificial y ya lleva mucho tiempo muerta. Es ridículo boicotear el asentamiento de Itamar pero no a Tel Aviv, que lo financia, lo protege y legaliza sus delitos. Sin embargo, McDonald’s ha emitido una declaración contundente: Cisjordania y Gaza no están aquí. Ha dicho que sí a Israel, no a la ocupación, que cuenta con más de 1,000 carteles de protesta en cada manifestación*. El franquiciado nunca tuvo una licencia en un terreno en el que Israel tampoco tuvo una licencia. Thomas Friedman escribió una vez que nunca habrá una guerra entre dos países que tengan sucursales de McDonald’s, una tesis que fue destruida por la Segunda Guerra de Líbano en 2006. Pero esta compañía ahora está rompiendo fronteras y, sobre todo, estableciendo fronteras. Los fabricantes de hamburguesas no son líderes morales. McDonald’s simplemente dijo lo que debería haber sido evidente para todas las empresas comerciales: el franquiciado en Israel no es necesariamente el franquiciado en las colonias de la ocupación. Muchas empresas israelíes e internacionales deberían seguir sus pasos. Del mismo modo que toda empresa que respeta la ley tiene la obligación de no traficar con propiedades robadas, tampoco debe operar en tierras robadas. Las compañías decentes no operan en áreas criminales. No invierten, no compran, no alquilan y no venden. Es peligroso allí, e ilegal. Y no hay otra manera de definir los territorios ocupados y los asentamientos construidos allí en violación del derecho internacional, excepto como zonas de delincuencia. ¿Puede una empresa respetuosa de la ley establecer un negocio legítimo en Ofra, un asentamiento en el que más de la mitad de las casas están construidas en terrenos privados que fueron robados por la fuerza a sus propietarios legales? Esto no tiene ninguna conexión con la ideología, ni siquiera con la moral, sino solo con el funcionamiento de la ley. La triste experiencia muestra que al final, los grupos de presión judíos e israelíes obtendrán una victoria. Forzaron a Airbnb* a capitular, y también pueden derrotar a McDonald’s. Pero hasta que el McDonald’s Drive-Thru abra en Ma’aleh Mikhmash, y esperamos que nunca lo haga, podemos sugerir que los colonos coman en McDonald’s dentro de Israel, o establecer una cadena de comida rápida alternativa: McDavid. En la década de 1980, cuando McDonald’s aún no había venido a Israel, una cadena con ese nombre operaba aquí. Fue demandado por la compañía estadounidense por la engañosa similitud de su nombre. La comida sabía horrible, y la cadena se cerró, dejando la ruina detrás de sí, y una sola sucursal. Notas de traductor * Se refiere a las manifestaciones semanales de los palestinos en la frontera de Gaza ** Empresa que posee una plataforma de software dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos. Traducción: Dardo Esterovich

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