Por: Pablo Gorodneff
Gilles Deleuze, citando a Spinoza, escribió: “La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en sus esclavos. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos». Uno de los afectos tristes, también según Spinoza, es el desprecio.
El Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de la Universidad Nacional de General San Martín desarrolló una investigación sobre el alcance y la propagación de los discursos de odio en la Argentina, cuyo crecimiento resulta alarmante, a los que define como aquellos que promueven, incitan o legitiman “la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de su pertenencia a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social”, en la esfera pública digital.
En uno de sus módulos investiga las derivas del antisemitismo en la pandemia. Ante la pregunta sobre el grado de acuerdo con la frase «Detrás de la pandemia del Coronavirus hay figuras como Soros y laboratorios de empresarios judíos que buscan beneficiarse económicamente» un 30 % de los encuestados manifestó estar “muy de acuerdo” y un 7 % estar “de acuerdo”, o sea que cuatro de cada diez encuestados tienen este prejuicio antisemita. Cabe recordar, que estas ideas encontraron eco en las marchas que, fogoneadas por figuras de la oposición, se oponían a la cuarentena.
Antivacunas, terraplanistas, nostálgicos de la dictadura y antisemitas de todos tipo se daban cita en el centro porteño, desafiando todas y cada una de la normas de cuidado. Así, tratando de sembrar la desconfianza y la desazón, llamaron “infectadura” al conjunto de personas que nos daban consejos para cuidar nuestra vida, y “veneno” a la sustancia, que quedaría luego demostrado, llegó para protegernos de los efectos del Covid.
En las ultimas semanas, y coincidiendo con el inicio de la campaña electoral, los políticos que buscan un lugar en listas de la derecha nos ofrecieron un festival de ejemplos en cuanto a discursos de odio se refiere: desde banalizar una vez más la Shoá llamando “fuhrer” a una ex presidenta de la Nación, hacer chistes sobre lo bueno que sería atropellar a los chicos a que asisten al Colegio Carlos Pellegrini, hacer negacionismo sobre el número de desaparecidos, negar los derechos nacionales sobre Malvinas, para finalmente desplegar toda su violencia misógina contra una actriz que se “atrevió” a visitar al presidente para defender los derechos de sus pares. Grave es también que varios medios de comunicación consientan o incluso alienten la utilización de estos violentos modelos discursivos en su programación.
Estamos en periodo preelectoral y el aire se carga de preguntas: ¿Quiénes piden nuestro voto? ¿Con qué argumentos? ¿Por qué algunos nos quieren ver odiando? ¿Quién se beneficia con el autodesprecio? La respuesta estará, una vez más, en nuestra cabeza y en nuestras manos.
Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos de la Universidad Nacional de General San Martín:
El antisemitismo en Argentina: tramas e interrogantes
Informe LEDA #3 – Junio 2021