Nisman

Comunicados y Declaraciones

Homenaje a Nisman, un cinismo monumental

El 18 de enero se cumplen cuatro años de la muerte de Alberto Nisman y la derecha vernácula —incluida la judía expresada por la DAIA y la AMIA—, junto a la que gobierna Israel, no pierden oportunidad en presentar al exfiscal como un héroe. Este año se inaugura en Israel un monumento en homenaje a Nisman cercano a los que recuerdan a las víctimas de los atentados a la Embajada y a la AMIA y aledaño a los rinden homenaje a los 2.000 argentinos judíos desaparecidos por la dictadura cívico-clerical-militar. Resulta evidente la desesperación que les genera el hecho de que la Causa en la que se pretende adjudicar la muerte de Nisman a un asesinato se está desmoronando. Este homenaje resulta una obvia operación de la Cancillería argentina en connivencia con el Gobierno israelí. El Gobierno de Israel, escondiéndose detrás del Fondo Nacional Judío (KKL) — una ONG que es una cuasi agencia gubernamental— en un acto de injerencia inadmisible en la política interna argentina, toma partido en una controversia en la cual la Justicia argentina aún no se ha pronunciado sobre la causa de la muerte de Nisman. El comunicado del KKL —erróneamente adjudicado en un principio a la Cancillería israelí y en el cual anunciaba la presencia de altas autoridades parlamentarias y gubernamentales junto al embajador argentino Mariano Causino— convocando al homenaje dice en su texto que a Nisman lo asesinaron. Ante la enorme repercusión y repudio por esa afirmación injerencista, rápidamente cambiaron “asesinado” por “encontrado muerto” adjudicando el error a la desafortunada redacción de una persona que no conocía a fondo el caso y que pertenece a una oficina de prensa ¡tercerizada! Cosas del neoliberalismo… El grado de desaprensión de este ida y vuelta en clave de comedia de enredos muestra que poco les interesa la persona de Nisman salvo para ser utilizada como herramienta geopolítica en la disputa de Israel con Irán. En el marco de la política local, otro que pretende llevar agua para su molino es el hoy diputado de Cambiemos y exvicepresidente de la DAIA Waldo Wolff. Anunció que presentará un insólito proyecto de ley en el Parlamento para promover la construcción —en el edificio de la AMIA—  de un monumento en homenaje al fallecido fiscal. Esta propuesta mereció un decidido comunicado de Memoria Activa —al que adherimos en todos sus términos— en el cual se hacen una acertada pregunta: ¿Un homenaje a Nisman o un monumento al encubrimiento? El LLAMAMIENTO Argentino Judio denuncia una vez más, como lo viene haciendo desde hace cuatro años, la espuria utilización de la muerte de Nisman tanto en la política local en favor de los intereses de la derecha neoliberal hoy en el gobierno, como en la geopolítica internacional a favor objetivos que nada tienen que ver con el interés nacional. La presencia de las dirigencia de la AMIA y la DAIA en la inauguración del monumento en Israel muestran una vez más su alineamiento y subordinación a las derechas de aquí y de allá, conducta por la cual deberán rendir cuentas ante la historia.   Marcelo Horestein – Secretario Jorge Elbaum – Presidente

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La DAIA y la AMIA ante la historia

Autor: Jorge Elbaum/Convergencia 30 de NOVIEMBRE 2016 Cuando se escriba la historia del rol de la DAIA en relación a la causa del atentado de la AMIA y al caso Nisman, los lectores de los informes quedarán impresionados por el inusitado y desmedido rol asumido por una institución que nació en 1935 para enfrentarse a los nazis y a la judeofobia. El primer dato que irrumpirá como evidencia será la connivencia con el estado menemista, que llevará a la institución en la figura de su ex presidente Rubén Beraja a ser cómplice del encubrimiento, para ser juzgada en compañía de los servicios de inteligencia, el juez de la causa y los fiscales intervinientes. El segundo elemento remitirá al vínculo que la propia institución consistió en entablar con los familiares y amigos de las víctimas, basado en el desconocimiento de su dolor, el desprecio de su rol como querellantes y el permanente ninguneo de sus puntos de vista. El tercer elemento, quizás el más grave, es la decisión estratégica de acompañar el giro ideológico reaccionario —como integrante y motorizador local del mismo—, pretendiendo alinear “lo judío”, al bloque conservador local e internacional, que desprecia inmigrantes, abona respuestas militaristas a todo conflicto internacional y plantea el enfrentamiento civilizatorio pregonado por Huntington en la década del 90 del siglo pasado. Este último indicador asume, además, características más complejas y peligrosas: pretende instaurar la idea de que asumen la “representación” de todos los judíos argentinos, reduciendo su historia compleja y plural a una unanimidad singular y derechizada. La DAIA y la AMIA han deicidio oponerse a todo proceso emancipador y construir como “enemigos” a todos los movimiento y fuerzas que pretenden cambios sociales. Este deslizamiento –cada vez más profundo y descarado— se ejecuta desde un sentido común persecutorio, según el cual, todos los posicionamientos progresistas y/o populares asumen un lugar de inmediata enemistad y conjura contra Israel y todas las tradiciones judías. Ese mecanismo de engaño ya ha sido descripto y explicado por las ciencia sociales en diferentes periodos históricos: se trata de tomar la parte por el todo, instituyendo justificaciones que amparen decisiones y posicionamientos prefijados. De esta manera, todos los que apoyan a los familiares de las víctimas del atentado —tal cual lo sugirió el ex presidente de al DAIA, Rubén Beraja, recientemente, refiriéndose al periodista “Tuni” Kollmann— “no pertenecen a la comunidad judía”. La operación de “reduccionismo judío”, es parte de una estrategia geopolítica que pretende encolumnar a todos los sectores reaccionarios en el mismo paraguas de “sociedades libres”, manteniendo la amenaza extorsiva sobre todo intento de democratización, emancipación o superación de inequidades a nivel global. La DAIA es parte de esas políticas de tenaza, que muchos analistas y periodistas están incapacitados de denunciar so pena de ser cuestionados como antisemitas o judeófobos. La DAIA que usurpa una identidad colectiva y plural, y que al mismo tiempo busca reducir dicha identidad a una visión reaccionaria del mundo, borrando todo vestigio de progresismo, se ha convertido en un ariete neo-conservador con un rol similar al asumido en la edad media por Torquemada. El viraje incluyó la articulación internacional con los sectores republicanos de Estados Unidos, que se oponían a cualquier tipo de negociación con Irán, ya sea para limitar su desarrollo nuclear, como para acordar mecanismos de comparecencia de los imputados en la Causa AMIA. En el primer caso apoyaron la fracasada intentona del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien llegó a dirigirse al Congreso de los Estados Unidos para exigirle a Obama y a los parlamentarios demócratas que desaprobaran el tratado —denominado 5 +1— que limitaba la proliferación nuclear persa. Esta operación simbólica desarrollada tanto por la DAIA como por la AMIA ha anexado un nuevo capítulo, el último miércoles 26 de octubre de 2016, con la visita a la Corte Suprema de Justicia. Por parte del Tribunal participaron Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. Como “representantes” de los judíos argentinos concurrieron el Director Ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano, Claudio Epelman —entidad que está presidida por el millonario brasileño Jack Terpkins— y su asesor, Adrián Werthein, fuerte empresario local ligado a emprendimientos agrícolaganaderos, de seguros y de telecomunicaciones. Por parte de la DAIA concurrió su vicepresidente, Alberto Indij, y por la AMIA Thomas Saieg, actual titular de la mutual de la calle Pasteur, quienes se presentaron como voceros de una colectividad que nadie recuerda cómo es que fueron elegidos como representantes. Quizás una de las particularidades más sugestivas del ágape haya sido la participación de cuatro magistrados: Mariano Borinsky, Marcos Grabivker, Marcelo Aguinsky y Gustavo Meirovich, una pequeña parte de los operadores judiciales que proviniendo de tradiciones judeo-argentina fueron invitados por adscribir al rol asumido por la DAIA y la AMIA en los dos últimos años. Según testigos de la reunión realizada en el «Salón Oval» del Palacio de Justicia, los integrantes de la AMIA y la DAIA se habrían referido al ex fiscal Nisman como la última víctima del atentado de 1994, señalando la indudable connivencia entre los perpetradores de la masacre de 1994 y los responsables de la muerte del fiscal. Estos comentarios fueron realizados, curiosamente, en presencia del juez Mariano Borinsky que —como miembro de la Sala I de la Cámara de Casación Penal— debe expedirse a la brevedad, junto con otros dos magistrados, sobre el pedido de la DAIA para que la denuncia del ex fiscal Nisman sea reabierta, permitiendo de esta manera la continuidad del acoso a la ex Presidenta y a su ex canciller. Durante este último bienio, tanto la AMIA como la DAIA fueron parte integrante de una campaña desembozada para culpabilizar a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a su canciller, Héctor Timerman, de connivencia con el terrorismo internacional, por el solo hecho de haber enviado al Congreso de la Nación, para su aprobación, un memorándum de entendimiento con la Republica Islámica de Irán. Dicho “memorándum” estaba destinado a lograr la comparecencia de los imputados en la causa del atentado de 1994,

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Comunicados y Declaraciones

La DAIA y el encubrimiento

Autor: Dr Luis Kon / Comisión de Asuntos Jurídicos 10 de ENERO 2017 La reactivación de la denuncia formulada hace dos años por el fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner, el excanciller Héctor Timerman y otros acusados, que fuera impulsada con gran empeño por la conducción actual de la DAIA, no tiene como objetivo lograr el esclarecimiento del atentado a la AMIA. Pretenden —junto con otros objetivos relevantes que expondremos más adelante— desviar la atención del público y beneficiar a los acusados de encubrimiento que están siendo hoy juzgados por el Tribunal Oral Federal 2, integrado por los jueces Jorge Luciano Gorini, Néstor Costabel y Karina Perilli. Para llegar al actual juicio oral fue necesario que —luego de diez años— se anularan las diligencias tramitadas por el destituido juez Galeano quien montó un artificio para cerrar la causa acusando a inocentes de la autoría del atentado. Dicha escenificación parece haber contado con la complicidad de todos los que actualmente están siendo juzgados acusados de las diabólicas maniobras. Uno de los implicados es el expresidente de la DAIA, Rubén Beraja, quien está acusado en el proceso que se tramita desde el 6 de agosto de 2015. La imputación que pesa sobre el exdirigente comunitario es el haber encubierto a los autores del atentado construyendo “pistas falsas” y desviando la investigación de modo intencionado, con detenciones arbitrarias, permitiendo la pérdida de diez valiosos años que demoraron el avance del proceso. Los otros exfuncionarios acusados son el expresidente Carlos Menem, el exsecretario de la exSIDE, Hugo Anzorreguy; el comisario Jorge “Fino” Palacios; el exjuez Juan José Galeano; los exfiscales Eamon Mullen y José Barbaccia; el testigo (comprado) Carlos Telleldín y el almirante Juan Carlos Anchezar también integrante de la exSIDE. Se suman a los procesados el abogado Víctor Stinfale y otros personajes menores. Sin estar vinculados, formalmente, buena parte de los miembros de las comisiones directivas de DAIA —contemporáneos y sucesores de Beraja— mantienen indudables compromisos con quien fuera también titular del Banco Mayo. Como titular de esa entidad financiera fue juzgado y condenado por defraudaciones al Estado ejecutadas mediante autopréstamos, maniobras financieras en el exterior y otros delitos que provocaron la desaparición de la institución bancaria. Es en este sendero de caída libre de la autoproclamada “representación política de la comunidad judía” en el que sus inescrupulosos operadores utilizan un suceso político para intentar borrar su trayectoria vergonzante. La polémica decisión del gobierno kirchnerista de intentar avanzar en el proceso judicial firmando un Memorándum de Entendimiento con el gobierno iraní con la intención de lograr la declaración de los sospechosos presuntamente implicados en el atentado, le dio a la DAIA la pretendida oportunidad de disimular su bochornoso presente. El Memorándum ha sido utilizado por la DAIA para victimizarse y generar una actividad judicial destinada, por un lado a lograr la declaración de inconstitucionalidad del tratado y, por otro, para plegarse a la denuncia del exfiscal Nisman contra la expresidente de la Nación. Dicha acción fue ejecutada en oposición a la opinión de las organizaciones de familiares de las víctimas que, sin mucho entusiasmo, apoyaban cualquier medida que sacara la investigación de su estado de parálisis, al tiempo que criticaban la actuación del fiscal Nisman a quien acusaban de (a) viajar mucho sin producir resultados, (b) acumular documentación inútil para el progreso de la causa y (c) dilapidar recursos. La iniciativa de al DAIA se instaló en oposición al Congreso de la Nación que había ratificado el Memorándum para convertirlo en Tratado a pesar que el mismo no resultaba ser tan beneficioso para los propios iraníes quienes nunca llegaron a aprobarlo. En 1996, mientras Beraja, el juez Galeano y el titular de la SIDE, con el aval del gobierno menemista, disponían una pista falsa, Cristina Kirchner integraba el grupo de legisladores —en conjunto con “Chacho” Álvarez y Federico Storani— que conformaron la Comisión Bicameral destinada a fiscalizar la investigación del atentado y evitar que terminara consagrando un estado de impunidad como había sucedido con el atento a la Embajada de Israel. Durante aquel período, Cristina Kirchner firmó un dictamen en disidencia cuestionando la investigación sin referirse a la labor de Galeano por entender que quitarle respaldo supondría hacer caer el proceso. Ese proceder estuvo guiado por una conducta auténtica encaminada a esclarecer el atentado. Es más, dejó de respaldar a Galeano, mientras otros legisladores lo hacían, cuando las diferentes agrupaciones de Familiares de las Víctimas le advirtieron acerca de lo que sucedía en el Juzgado. La DAIA no ignora, ni puede desconocer, cuál fue la actitud de la expresidente y los integrantes de esa Comisión. Tampoco puede eludir el motivo por el que las organizaciones de familiares —en abrumadora mayoría— tomaron distancia de la institución comunitaria y pasaron a denunciarla. No puede ignorar que carece de representación, incluso, en referencia a los familiares de las víctimas, salvo tres o cuatro a quienes usa como propaganda frente a la prensa. No lo ignora pero intenta simularlo una y otra vez y apuntando la mirada hacia otro lado. Como coronación de ese comportamiento, y respondiendo a su actual posicionamiento al que fue arrastrada por una dirigencia cooptada por el oficialismo, con la complicidad de un enorme blindaje mediático, la DAIA se alinea con la derecha republicana de EE.UU. y la política exterior israelí, en consonancia con el flamante presidente Donald Trump y el reposicionamiento del gobierno macrista. La dirigencia de la DAIA decide jugar —con aparente éxito publicitario— una carta que la convierte en denunciante de un encubrimiento inexistente. Frente a esos hechos, desde el LLAMAMIENTO Argentino Judío sostenemos que la DAIA sólo habla en nombre de un reducido número de argentinos judíos, aquellos que se encuentran complotados —únicamente— para desacreditar, escarmentar e inhabilitar políticamente a la expresidenta de la Nación. Dr. Luis Kon Comisión de Asuntos Jurídicos

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Enojos, malestar y discrepancias por la carta de la DAIA

Autor: visavis 23 de DIC 2016 Título original: Enojos, malestar y discrepancias a partir de la difusión de la carta de la DAIA Luego de un año de gestión de la actual Comisión Directiva de la DAIA surgió un problema inesperado que generó molestias y enojos contra el secretario general de la institución, Santiago Kaplun, por la carta que se difundió en los medios de comunicación, en la que relata una historia sobre qué hubiera pasado con la causa de la denuncia de Nisman si Daniel Scioli fuera presidente y Aníbal Fernández el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Esta misiva generó un profundo malestar y discusiones acaloradas que terminaron hasta altas horas de la noche en la reunión del Consejo Directivo de la DAIA. El mismo día, pero a la mañana, Santiago Kaplun junto con Alberto Indij, Gabriel Camiser y Ariel Cohen Sabban concurrieron a la audiencia de la Sala I de la Cámara de Casación Penal para defender su postura para la apertura de la denuncia de Alberto Nisman. En esa reunión del Consejo Directivo trascendió que había personas que estaban en desacuerdo con la carta difundida, y como no se pudo llegar a un consenso de cómo continuar con este tema, se realizó una votación en la que levantaron la mano solo siete personas, un número que llama la atención teniendo en cuenta que el Consejo Directivo de la DAIA está integrado por 27 dirigentes, sin incluir a los vocales suplentes que no están habilitados para votar. http://visavis.com.ar/?p=67847&utm_source=newsletter&utm_campaign=12327-Mailing+Vis+a+Vis+20-12&utm_medium=email&ct=t(Mailing+Vis+a+Vis+20-12)&utm_source=newsletter&utm_campaign=12327-Mailing+Vis+a+Vis+20-12&utm_medium=email&ct=t(Mailing+Vis+a+Vis+20-12  

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La DAIA, el derrotero de la vergüenza

Autor: Llamamiento Argentino Judío 21 de DICIEMBRE 2016 El doctor Santiago Kaplun, hasta hace poco funcionario del gobierno nacional y Secretario General de la DAIA ha solicitado la reapertura de la denuncia de Alberto Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman En su presentación ante la Cámara de Casación solicitó la lectura de una carta de la entidad, dirigida al tribunal, situación que fue desechada por los magistrados, pero que terminó siendo difundida por los medios hegemónicos de comunicación. El bochornoso hecho se puso en evidencia al pretender leer, en la audiencia llevada a cabo en día 19 de diciembre en la Cámara de Casación Penal N° 1, un texto en el que se relataba una imaginaria situación política —una ucronía— consistente en una supuesta obtención de la presidencia por parte del Frente por la Victoria. En el texto, sin ninguna argumentación jurídica —hecho que fue señalado por la presidenta del tribunal al prohibirle su lectura— tuvo como objetivo montar un show jurídico-mediático para descalificar al gobierno anterior. Semejante despropósito demuestra por enésima vez que la querella de la DAIA tiene como única orientación las motivaciones políticas partidarias, en obscena consonancia con la ofensiva de la alianza gobernante, de índole revanchista contra todo lo que suene nacional y popular. Kaplun, que es abogado, sabía que el procedimiento de las audiencias orales no le permitiría la lectura de un documento. El dirigente de la DAIA sólo buscaba el efecto político-mediático y para ello se encargó de hacerlo llegar con anticipación a su vocero oficial, el diario Clarín. Dicha estrategia pone en evidencia, una vez más que a los dirigentes de la DAIA no les interesan los muertos en el atentado de la AMIA, ni la verdad, ni la justicia en la Causa. Sólo les importa cumplir de manera cabal su genuflexo rol de alineamiento con el PRO y con el juego geopolítico asociados a la derecha republicana estadounidense e israelí. Las tradiciones judeo-argentinas son mayoritariamente herederas de las luchas por la justicia social, del cooperativismo y de la solidaridad social. La DAIA —por el contrario— sólo representa a quienes buscan construir una identidad empresarial, ajena a los verdaderos orígenes de la historia judía en nuestro país. El LLAMAMIENTO Argentino Judío repudia la conducta de la DAIA en su pretensión de impulsar la reapertura de una causa rechazada y cerrada dos veces en las instancias judiciales y señala taxativamente que la entidad no representa a toda la colectividad argentina judía.

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«Desratizar» Nota en Página 12

Fuente Página 12 5 de OCTUBRE 2016 Por Jorge Elbaum* La convocatoria a “desratizar el Poder Judicial”, enunciada por el fiscal German Moldes la pasada semana asume reminiscencias históricas y sociales muy ligadas a las metáforas con las cuales se han estigmatizado, históricamente, a determinados colectivos y se han montado las bases para su posterior persecución. El hecho que el fiscal Moldes haya sido denunciado por el extinto Alberto Nisman como uno de los responsables de proteger a los encubridores de la Causa AMIA, en la cual lo “judío” aparece como un elemento central, resignifica la terminología adoptada para cuestionar a jueces y fiscales que no comparten sus criterios inquisitoriales. “Ratas judías” fue una de las formas de catalogación mediante la cual se inició el proceso de deshumanización que concluyó en las cámaras de gas. Gran parte del proceso de exterminio incluyó un pesticida utilizado a fines del siglo XIX para la desratización de vagones de ferrocarril y bodegas, el Zyklón B, elaborado por la compañía IG Farben, consorcio de tres empresas alemanas entre la que se destacaba la conocida Bayer. La analogía zoológica y la fumigación que conlleva el vínculo con los roedores fue recuperada creativamente por Art Spiegelman, el reconocido autor de la historieta Maus, relato de un sobreviviente para graficar y denunciar la vida de sus padres en los campos de concentración, instaurados por el nazismo. Las dos partes de Maus –“Mi padre sangra historia” y “Allí empezaron mis problemas”– se convirtieron en 1992 en la primera historieta en obtener un premio “Pulitzer”, otorgado por transmitir en forma artística y desgarradora la deshumanización (“ratización”) que requieren ciertos modelos de dominación para cometer sus crímenes desligados de la ética y de sus efervescencias culpabilizadoras. Cuando se define al otro como una rata y se convence al entorno de esa “cualidad” se llega al estadio en que el otro ya no merece el mas mínimo espacio de compasión. La primer etapa de todo proceso de discriminación requiere del “etiquetamiento”. Y este incluye convertir al otro, al enemigo, al inferior, al oponente, en algo no humano. El “otro” ya no es la expresión de una diferencia, un conflicto, un debate, una discusión, una “brecha”, un oponente político. El “otro” –ahora, para Moldes– se convirtió en algo no humano. En una rata. En algo que puede/debe desratizarse. Lo que de ninguna manera puede llegar a ser cuestionable porque “nos salva”, nos libra del peligro que la peste bubónica supone. El contagio. Las ratas contaminan. Así dicen los gatos nazis a los ratones judíos, en Maus. Desratizar es de alguna manera mejorar la especie. O –en la versión “Comodoro Py”– contribuir a un Poder Judicial sin múridos. Ante la peligrosa presencia de los roedores, es dable pensar en la utilización de del Zyklón B vernáculo, entre los pasillos y despachos de quienes no pretenden someterse a la hegemonía neoliberal del poder. Desratizar es aceptar una Justicia donde los ganadores son los encargados de definir quiénes son las ratas y quiénes son los hombres. Y en ese trámite no hay “enfrentamiento”, no hay un Otro con el cual difiero o entro en conflicto. El otro es una rata. Y con las ratas no se discute. Solo se las desratiza. Desratizar es una convocatoria a eludir el conflicto político. Es también una forma de clausurarlo. Ya no hay brecha. Ya no hay diferencias. Hay sólo hombres versus ratas. El sociólogo canadiense Erving Goffman analizó durante décadas el mecanismo por el cual algunos grupos sociales se dedican a estigmatizar a otros mediante clasificaciones inferiorizadoras. Dichos grupos utilizan “etiquetas” para reducir y esencializar a otros grupos y/o individuos para que sean reconocidos por una única cualidad o característica, generalmente negativa. Esos rotulamientos despectivos –una vez que se difuminan, se instalan y se instituyen como sentido común– aceleran una discriminación menos conflictiva, más “aceptada” por el entorno social, y por lo tanto más propicia para las segregaciones, las exclusiones y todas las violencias asociadas. Fue así como se logró convencer a la sociedad alemana del peligro del judío, el gitano y/o el comunista. Primero fue necesario “construir” un sujeto que sea digno del desprecio y el odio. Fue imprescindible instaurar una pátina de maldad sobre el grupo social etiqeutado. Y, frente a la peste de las ratas y a la evidencia de la maldad, solo queda “la defensa propia”. Es decir, desratizar. Para que sea posible asesinar pueblos originarios hay que catalogarlos –primero– de salvajes. Y hubo que justificar –paralelamente– que cortarle sus orejas era una evidente forma de civilización. Para esclavizar afrodescendientes con cierta legitimidad fue necesario nominarlos –y convencer de dicha caracterización– como sub-humanos, bestias de carga, cuerpos aptos para ser comprados y vendidos. Para enviar a personas con síndrome de Down a las cámaras de gas fue requisito catalogarlos inicialmente como portadores de “vidas que no merecen ser vividas”. Para detener musulmanes hay que “construirlos” –a todos– como terroristas. Para perseguir inmigrantes latinoamericanos hay que agruparlos como narcotraficantes actuales o potenciales. Para golpear a un individuo gay hay que instituirlo como integrante de un grupo de enfermos y pervertidos. Para lograr (poder) torturar una embarazada –en la ESMA o en cualquier otro centro de detención– fue imprescindible asociar a esa mujer con el “cáncer subversivo que corroe la sociedad”. Para continuar con la permanente sangría de femicidios es necesario persuadir a los varones (de ayer y de hoy) acerca del carácter de maldad intrínseca, debilidad y “brujidad” de la condición femenina. Después de Auschwitz la asociación con las ratas y la desratización no parece ser el discurso engolado y republicano que suelen vociferar quienes postulan el escéptico mundo de las normas. Pierre Bourdieu detalló hace unas décadas que toda clasificación (que hacemos) nos clasifica. Es decir: las formas que tenemos de ver el mundo, de nombrarlo, de caracterizar a los otros es la forma con la cual nos identificamos. Y la violencia simbólica –la de las palabras– es el territorio donde histórica y recurrentemente, se afilan las armas persecutorias de la violencia material.

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