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Entrevista a Horacio Verbitzky: «Veo muy felices a Cristina y Alberto»

Fuente: Jorge Fontevecchia | Perfil Fecha: 15 de septiembre de 2019 Es el kirchnerólogo más influyente. Mucho más importante para el Frente de Todos que Jaime Duran Barba para Macri, porque a Verbitsky más que interpretar la realidad le apasiona modificarla. Cómo se le explica a un extranjero ese país en el que el 2015 la gente votó a Mauricio Macri para que no continúe el kirchnerismo y apenas cuatro años más tarde vota al kirchnerismo para que no siga Macri? —Es lo que pasa en todo el mundo. En Estados Unidos votan a los republicanos para que no sigan los demócratas y a la inversa. —La alternancia es de partidos, más institucional que personalizado. —Hubo mucha saga familiar. Ha habido muchos padres e hijos que han sido presidentes. También sucede en muchos lados. En Chile, por ejemplo, están los Alessandri, los Frei. Me parece que somos menos excepcionales que lo que solemos creer. CORRUPCION. “Es cuestionable que un contratista del Estado haya alquilado hoteles de la familia presidencial, aunque no sea un delito”. “Hay motivos para pensar que Macri ‘pasee’ por Comodoro Py”. (Foto: Juan Obregón) —¿Y cómo puede ser que después de tantas críticas y errores cometidos en los dos gobiernos, ambos tengan tantos votos? —El pluralismo en las sociedades es así. Algunos nos critican, otros votan. Si hubiera una anomalía es que el actual gobierno haya intentado destruir a Cristina Fernández de Kirchner, así como a lo largo de la historia se intentó muchas veces destruir al peronismo. Una anomalía que fracasa, porque el peronismo es representativo de un sector muy importante de la sociedad argentina. Es algo sobre lo que escribió Jaime Duraqn Barba en PERFIL. “Un fracaso de Alberto implicaría un fracaso histórico de Cristina Kirchner.” —Siempre dijo que Cristina Kirchner tenía un núcleo importante y consolidado. —Tuvo una pelea muy dura con Macri por ese tema, que le recriminaba que hubiera dicho algo así. ¿Cómo era posible afirmar que Cristina Kirchner pudiera ser reelecta? Duran lo dijo hace más de dos años. —Hablás de peronismo y no de kirchnerismo. Hace pocos meses, muchos de los gobernadores, Alberto Fernández y el mismo Sergio Massa estaban en Alternativa Federal. —Es un proceso más largo. Ya lleva un año y medio. Alberto se volvió a reunir con Cristina hace un año y medio. —¿Hay algo de aquella Alternativa Federal en el componente del voto a la fórmula Fernández/Fernández? —Todos los que estuvieron en Alternativa Federal están en el Frente de Todos, a excepción de Juan Manuel Urtubey y Roberto Lavagna. —Y Miguel Angel Pichetto. Si Cristina se hubiera presentado sin Alberto, ¿el resultado electoral hubiese sido muy distinto? —Si Cristina era candidata no hubiera sido muy distinto del actual. Si Alberto se hubiera presentado sin Cristina habría obtenido resultados parecidos a los de Florencio Randazzo en 2017. De hecho, cuando Cristina le comunicó su voluntad de dejarle a él el espacio presidencial, Alberto le dijo: “Pero si vos podés ganar, vos vas a ganar”. La respuesta fue: “Sí, yo voy a ganar, pero después hay que gobernar y para gobernar hay que hacer una coalición más amplia. Y eso lo podés hacer vos”. —En el hipotético caso de que Alberto Fernández ganara con 62% superando al propio Juan Perón en porcentaje de votos, ¿tendría un capital político propio distinto del de Cristina o seguiría siendo el triunfo de Cristina Kirchner? —Son indisolubles Cristina y Alberto. Es una fórmula de unidad. Unidad y reencuentro personal, incluso de reencuentro afectivo. No hay votos de Alberto que no sean de Cristina, como no hay votos de Cristina que no sean de Alberto. Se vota una fórmula. Ahora, si la pregunta es ¿quién tracciona los votos? La respuesta es la de Alberto: Cristina. “La popularidad de Axel Kicillof es uno de los grandes misterios de la política argentina.” —El dijo que el 80% de los votos son de Cristina. ¿Pasa lo mismo en la provincia de Buenos Aires o allí el 100% son de Cristina? —Hay personalidades distintas, hay historias diferentes, pero existe un proyecto en común. Alberto presidente y Axel gobernador serán la expresión de un mismo proyecto. No va a haber contradicciones. Existirán matices vinculados a las historias personales, las  políticas, las diferentes alianzas, pero dentro de un mismo proyecto. Hay mucha especulación, por interés o por intención, en buscar una brecha entre Alberto y Cristina, pero en este momento no la hay. Mi opinión es que no la va a haber tampoco en el futuro. “DUJOVNE dijo que nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el gobierno. No explicó por qué iba a ser distinto”. (Foto: Juan Obregón) —El kirchnerismo ¿es algo distinto del peronismo, tiene continuidad biológica, más allá de Cristina? —Hay una renovación propia de las edades de las personas y de los momentos del país, pero dentro de un mismo proyecto, como una continuidad. Tampoco ahí veo contradicciones. —¿Fue un error creer que el peronismo se podía dividir, ¿que una cosa era el kirchnerismo y otra cosa era el peronismo federal, republicano? —El peronismo se puede dividir, se puede reunificar, se puede volver a dividir, se puede volver a reunificar. Eso es lo que no entiende el antiperonismo, ni lo va entender nunca. Y es lo que le produjo esa indigestión al Gobierno el 11 de agosto, porque no se lo esperaba. Vos hablás con gente del Gobierno y te dicen: “No quisimos ver lo obvio”. La reunificación del peronismo es imbatible. A menudo, los elefantes pasan por delante y uno no los ve porque se detiene en un granito que tiene en un dedo. —¿Un error de diagnóstico? —Durante el primer año efectivo de gobierno de Macri, en 2016, hubo un movimiento muy fuerte dentro del peronismo para correr a Cristina Kirchner y Máximo Kirchner, para desbarrancar a todo lo que se caracterizaba como kirchnerismo. Se demonizaba a la letra K. Es algo que duró hasta diciembre del 16, cuando se avizoraba la elección de medio término. Eso pasó cuando se

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¿Por qué no lo hicieron antes?

Fuente:  Carlos Heller* | Tiempo Argentino Fecha: 8 de septiembre de 2019 (*)Presidente Partido Solidario Los hechos de esta semana terminaron de confirmar que los principales funcionarios del gobierno sabían cómo detener la fuga de capitales y el derrotero que venía mostrando el tipo de cambio, pero no lo hicieron antes. Es la conclusión obvia a la que se arriba transcurridos los primeros días de la implementación de regulaciones sobre el mercado de cambios. Estos días el dólar se mantuvo relativamente estable y con ello comenzó a menguar la salida de depósitos en dólares, verificándose un elevado porcentaje de renovación. Ya señalamos que estas medidas van en la dirección correcta. Lo que hay que subrayar es que no dejan de ser tardías y que han generado evitables costos para la sociedad. Ante ello, la pregunta que es: ¿por qué no lo hicieron antes? Una primera respuesta tiene que ver con la cuestión ideológica, arraigada en los preceptos del libre mercado y del Estado canchero. En este punto, los recientes controles cambiarios terminaron de bajar la última bandera que le quedaba a un gobierno que asumió prometiendo que una de sus primeras medidas sería la eliminación del denominado «cepo». Por esta razón, se excusan en que son «medidas transitorias», que «no nos gustan», y que si Macri es reelegido «al otro día las levantan». Suena a déjà vu de campaña 2015, con la diferencia de que hace más de tres años son quienes están en el gobierno. Siguen sin hacerse responsables de los daños que han causado y sus interlocutores son los inversores y el FMI, a tal punto que el presidente señaló: «Hemos cumplido con todo», al ser consultado sobre si esperaba el desembolso de 5400 millones de dólares del organismo. En paralelo, dijo: «Se están atendiendo todas las necesidades de la gente». Cumplir con el FMI, cuidando en paralelo a los argentinos y las argentinas, una contradicción más de la posverdad que tratan de construir. Si además de las reservas y la estabilidad cambiaria quisieran cuidar a la gente deberían implementar otro tipo de medidas. Por ejemplo con los alimentos, que en general están atados al nivel y la evolución del dólar. Por eso en otros tiempos, como ocurrió con el trigo, se obligaba a garantizar el abastecimiento del mercado interno, para desacoplar el precio de bienes de primera necesidad, como los fideos y el pan. El razonamiento sirve para otros bienes que afectan la canasta básica, cuyos precios van muy por encima del promedio de inflación minorista. El gobierno sigue sin dar cauce a los pedidos de declarar la Emergencia Alimentaria, lo cual indica que niega el principal problema que afecta a la población. ¿Acaso el programa con el FMI no era novedoso en cuanto a que permitía proteger a los más vulnerables? La renuencia del gobierno a ir contra su sesgo desregulador (en este caso en materia de cambios) le costó muy cara a la sociedad. Mirando hacia atrás, en particular hacia la crisis cambiaria que comenzó en abril de 2018, de haber establecido normas para detener la fuga tal vez no se hubiera siquiera planteado la posibilidad de volver a pedirle prestado al FMI. Lo mismo podría decirse si no se hubiera reiniciado el ciclo de endeudamiento que incrementó la exposición financiera externa del país. Desregulación extrema y endeudamiento, dos caras de la misma moneda. De hecho, economistas que en su momento criticaban los controles de cambios ahora dicen que son necesarios. Rodolfo Santángelo, socio de Carlos Melconian, afirmó: «Argentina no está para tener libertad de cambios, no estuvo en el 2015 tampoco». Reconocimientos tardíos, pero que contradicen el manual ortodoxo que sigue este gobierno. En términos prácticos la renuencia no debe ser vista como errores, mucho menos como capricho, sino como parte de una cuestión más estratégica. Inestabilidad de los mercados mediante, la vuelta al FMI en 2018 constituyó el gran puntapié para empezar a avanzar en las reformas estructurales que piden los mercados, ya sea con el actual acuerdo stand by, o en su defecto en un hipotético segundo mandato macrista (que incluya un préstamo de facilidades extendidas, que otorgue mayores plazos, pero que también incluiría más exigencias). La lógica que guió la decisión a esta altura es clara: de seguir el actual gobierno, el camino estaría más que allanado; de ganar una fuerza alternativa, se terminaría imponiendo la condicionalidad. La frase del FMI sobre que la deuda era sostenible, pero «con baja probabilidad», terminó volviéndose certeza con el «reperfilamiento», haciendo al FMI corresponsable de la situación actual. Es parte de la herencia más impactante que dejará esta administración. Entre los «éxitos» que este gobierno tendrá para mostrarles a los mercados está la fuerte contracción del salario real, por la vía de la inflación. Lo que sí no pudo hacer es darle un carácter permanente, lo que hubiera requerido otro mandato, de forma tal de ir también por el lado de la flexibilización laboral. Los últimos datos siguen revelando los impactos del modelo. Según el Indec, la construcción cayó entre enero y julio un 8,3% contra un año atrás. Algo similar ocurrió con la industria, cuya producción se redujo un 8,4% interanual. La mayor caída se dio en Otros Vehículos de Transporte (-44,7%) y en Vehículos Automotores (-23,2%). En este contexto, la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) indicó que la producción automotriz alcanzó a 213.643 unidades en los ocho primeros meses del año. Significa un 64,5% menos que la producción de idéntico período de 2015. Esto excede la coyuntura más reciente. Todos los datos van en el mismo sentido. Ratifican que esta política de ajuste no ha hecho más que contraer la economía y el empleo. Tienen que ver con un modelo que se expresa en un PBI que, en base a las proyecciones del REM, caerá un 4,4% en estos cuatro años; en una deuda pública que si antes de asumir Macri estaba en el 49,5% del PBI, llegaba al 88,5% en el primer trimestre de este año; y en un desempleo que

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La unidad en la diversidad

Fuente: Edgardo Mocca | Página/12 Fecha: 8 de septiembre de 2019 El cruce entre el resultado de las primarias y la grave crisis económica ha creado un ente fantasmal: el gobierno de Alberto Fernández. No tiene ministros ni puede dictar decretos, no distribuye las partidas presupuestarias ni representa al país fuera de sus fronteras; pero de este “nuevo gobierno” parece depender la suerte de los argentinos durante este complejo pasaje de su historia. La pregunta que funciona en esta extraña realidad es ¿qué va a hacer Fernández cuando deje de ser una esperanza, una amenaza o una sombra y efectivamente ejerza el poder institucional-legal? Y en consecuencia se espera que cada acto, cada palabra, cada silencio del candidato sea un signo del futuro que nos espera. Lo extraordinario, lo históricamente inédito de la situación es que será una elección –muy próxima y a la vez muy lejana- la que le otorgue o le niegue el gobierno. Y una elección si es democrática es conflictiva; las únicas elecciones que no lo son pertenecen a otro tipo de regímenes. Entonces no cabe hacerle al candidato las preguntas que podrían hacérsele a un presidente electo. Entre otros motivos la imposibilidad de contestar esas preguntas tiene que ver con la responsabilidad política: las respuestas podrían complicar mucho una transición de por sí nada sencilla. Lo más que se le puede pedir a Alberto, y no es poco, es que desarrolle la campaña electoral en ciernes y, al mismo tiempo, no contribuya a hacer crecer el fantasma de la ingobernabilidad en este raro calendario político argentino. O sea, una buena campaña para ganar la elección y mucha prudencia para no debilitar las instituciones. No es poca cosa… Curiosamente la maquinaria mediática razona dentro de este tembladeral como si el presidente todavía en funciones no tuviera ninguna responsabilidad en la cuestión. Dan por descontada su derrota y se concentran en la preparación del día después de su desalojo de la casa de gobierno. Tan original posición tiene el fundamento, explícito o no, de que las zozobras del país se deben al triunfo del Frente de Todos en las primarias: la doctrina acuñada por el presidente la mañana siguiente a la elección. Macri es una hoja al viento, pero una hoja que no tiene que caer. No faltan algunos escribas que ensayan escenarios inverosímiles de recuperación, de vuelco electoral y otras ensoñaciones de ese tipo. Se entiende, la idea es presionar a Alberto con vistas a su debilitamiento para el momento de asumir y, de paso, mantener viva esa mínima esperanza que expresaron las personas que salieron a la calle hace unos días para apoyar al presidente. La consecuencia del surgimiento de este gobierno fantasmal es que aparece otro curioso género: el de las especulaciones sobre la “interna” de la “administración Fernández”. Por supuesto que el plato fuerte de este otro espécimen imaginario es la relación entre el candidato más votado en las primarias y Cristina Kirchner. Como se sabe las especulaciones tienen como punto de apoyo la real e indiscutible diferencia en la trayectoria de ambos durante los últimos diez años (exceptuado el breve lapso pasado desde su reencuentro). La pregunta de tan desconcertante ejercicio del análisis político es cómo serán las relaciones entre distintos sectores que componen el frente de todos, una vez que lo virtual haya dejado paso a lo real. Pero, claro, las especulaciones sobre lo que va a ocurrir dentro de noventa días no incumben en absoluto al futuro, sino que están destinadas a operar en el presente. Cuando Juan Grabois dijo que en el país hace falta una reforma agraria se puso en acción el mecanismo que alimenta toda esta imaginería, el proyecto de encerrar al frente en el interior de sus diferencias y debilitar la confianza pública en su próximo gobierno, no en diciembre sino desde ahora. Y de paso frenarlo aunque sea un poco en su esperado crecimiento electoral. No hay que olvidar en este punto que además del gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires hay otro paquete muy pesado en juego, el del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la patria chica natal del macrismo. Como era de esperar, la respuesta a esos dichos fue la aclaración desde muchos importantes referentes del Frente del carácter individual de las declaraciones de Grabois. Sea por las declaraciones o por las aclaraciones, el suceso tiene un impacto en el interior de los vencedores de agosto. Lo más fácil –casi un reflejo condicionado- es decir que el responsable de la situación es quien hizo esas declaraciones. Y eso es completamente natural porque la prioridad de hoy es mantener y si es posible incrementar el caudal electoral del peronismo y sus aliados, a lo que podrían no contribuir los dichos del dirigente social. Ahora bien, se podría mirar la cuestión desde otro ángulo. Porque el Frente se ha presentado en sociedad como unidad en la diversidad y en eso consiste su potencia; eso es justamente el gran triunfo del campo popular de los últimos meses bajo el impulso central de la decisión de Cristina que construyó la fórmula. Si eso es una riqueza, un activo ¿por qué negarlo de modo vergonzante? Por otro lado, la reacción violentamente descalificadora por parte del establishment político-mediático tiene una estrategia detrás de sí, la de extorsionar a Alberto, la de hacerle llegar el mensaje que dice que su suerte está atada a una serie de condiciones. La primera de ellas es que no produzca ningún gesto favorable y ni siquiera ambiguo ante propuestas, frases o lo que sea, que puedan comportar un riesgo aunque sea mínimo para las posiciones históricas de los poderosos del país, como si esos sectores no tuvieran nada que ver con este desastre. En una entrevista concedida al diario italiano La Stampa, el papa Francisco dijo que el aporte de cada uno a la unidad es su propia identidad. Puso el ejemplo del diálogo ecuménico al que él, sostuvo, solamente puede aportar desde su condición católica. No está mal

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Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

Fuente: Dardo Esterovich*  Fecha: 8 de septiembre de 2019 En estos días, cuando desde la Casa Rosada y la prensa hegemónica adicta tratan de involucrar en  el derrumbe del modelo neoliberal al Frente de Todos para condicionar al futuro gobierno, acusándolo de ser responsable por acción -¡haber ganado por amplia mayoría, 16 puntos, las elecciones PASO!- o por omisión –no haber apoyado en estas circunstancias  las políticas del FMI-, la derecha de la colectividad argentina judía que parecía haberse llamado a sosiego, vuelve a arremeter de una manera burda poniéndose otra vez a la vanguardia de la falacia y la mentira, utilizando nuevamente contra la ex presidenta, senadora y candidata a vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner la acusación de encubrimiento por la firma del Memorándum con Irán. Esta vez le tocó jugar con un comunicado a la Organización Sionista Argentina (OSA). El mismo comienza con dos párrafos que textualmente dicen: “La expresidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, manifestó que «con Macri terminamos consumiendo naranjas de Israel» Es una paradoja del destino que la señora Fernández, promotora del Memorándum de encubrimiento con Irán, utilizara el ejemplo de las naranjas israelíes.” Luego sigue con una reseña edulcorada del desarrollo económico israelí para forzar un absurdo reclamo. Sería excelente para nuestro país que la expresidenta referenciara todo lo bueno que ha sucedido en Israel para aplicarlo en la Argentina apuntando a su resurgimiento y no utilizar políticamente un dato mínimo como si comprar naranjas israelíes fuera la raíz de todos los males de nuestro país. Si uno quisiera saber cuándo hablo o escribió la ex presidenta lo de las naranjas de Israel y en qué contexto, debería ir al buscador de Google. Allí se enteraría que fue durante la presentación ante una multitud de su libro Sinceramente en la ciudad de La Plata el sábado 31 de agosto de este año. Tenemos ya algunas respuestas al misterio con que arranca el comunicado de la OSA: habló en la presentación de su libro. Casi con seguridad en el libro no escribió sobre las naranjas de Israel. Entonces ¿cómo aparecieron en la presentación? En el video de la presentación (1) en el minuto 42, analizando la doble vara que se adoptó para evaluar las políticas de su gobierno con las del actual a las que se refiere en su libro, hace referencia a la apertura indiscriminado de las importaciones como una de las multicausales de la restricción externa, escases de dólares, responsable de la grave crisis que estamos soportando. Es allí donde ejemplifica con  algunos productos que perfectamente se pueden obtener localmente y entre algunos otros como manzanas y vinos, aparece, sí, ¡la naranja de Israel! Bueno, ahora conocemos el contexto. ¿Es casual lo que oculta el comunicado de la OSA? Definitivamente no. Si lo hubiera explicitado no podrían escribir los absurdos que le siguen. En el segundo párrafo habla de una paradoja del destino.  Según la Real Academia de la Española la palabra paradoja significa “Hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica”. Si le agregamos “destino”  significaque ese hecho o expresión tuvo lugar en un tiempo distinto. ¿Dónde está en este segundo párrafo lo aparentemente contrario entre las naranjas de Israel y la promoción del Memorándum? No existe, porque para que esto sea una paradoja tiene que haber una cierta aparente conexión. Pero para la OSA  esto es muy complicado. No importa. Escribámoslo igual pero de la manera que logremos nuestro objetivo: Llamar al Memorándum de Entendimiento con Irán, como Memorándum de encubrimiento.Ya está, ya juzgamos y ya sentenciamos. Que el juicio sobre la absurda acusación del ex fiscal Nisman todavía no se ha sustanciado y duerme  la siesta en Comodoro Pro por la falta de pruebas y el temor a la declaración como testigo del ex Director de Interpol Ronald Noble que haría derrumbar la falsa acusación, es apenas un detalle. Para la OSA es cosa juzgada. El último párrafo, ni los más renombrado sofistas griegos podrían desentrañar tamaño dislate. Luego de recomendarle a la ex presidente que se referenciara las bondades de la experiencia de la economía israelí para sacar a nuestro país de la crisis, ignorando las diferencias objetivas entre las economías de ambos países, los contextos mundiales distintos y las significativas ayudas económicas que aun recibe Israel por parte del gobierno estadounidense -no del FMI- y de las comunidades judías del mundo, termina acusándola de utilizar políticamente a las naranjas israelíes como los causantes de todos los males de nuestro país. Demasiada presunción e ignorancia. Si la política de apertura de los mercados a las importaciones se hubiera limitado a las naranjas israelíes posiblemente en  nuestro país no hubieran cerrado tantas fábricas y las economías regionales no estarían en coma. Y a las naranjas las estaríamos disfrutando por son de muy buena calidad. Pero no tienen remedio. La derecha de la colectividad argentina judía sufre del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Y esa obsesión tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner (1)(https://www.youtube.com/watch?v=mDOUYNvaDNE *Secretario General del LLAMAMIENTO Argentino Judío  

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Argentina: Cambiemos en el ojo del huracán

Fuente: Carlos A. Villalba | Estrategia.la Fecha:   6 de septiembre de 2019 Las elecciones internas de agosto pasado en la Argentina dieron vuelta las interpretaciones relacionadas con la situación real del país y le dieron una visibilidad irrefutable a la opinión popular acerca del gobierno de Mauricio Macri y, también, sobre la fórmula que construyó Cristina Kirchner, con Alberto Fernández a la cabeza. En un país que empieza a acostumbrarse a respetar su constitucionalidad -aún en el marco de una democracia “sucia” o de “baja intensidad” como la actual-, la ciudadanía concurre a las urnas un domingo de sol y, en diez horas, da vuelta todo, invierte el témpano y muestra los dos tercios que rechazaban al gobierno, por encima del tercio que, hasta aquella jornada, lo acompañaba. En tres años y diez meses la gestión de la Alianza Cambiemos (PRO, Unión Cívica Radical, Coalición Cívica) empeoró todos y cada uno de los aspectos de la vida social y económica del país; en función del plan de negocios que los grupos económicos instalaron, se hundió a millones de argentinas y argentinos en la pobreza y la indigencia, además de rematar las posibilidades de estabilización económica y financiera que le daba el desendeudamiento externo logrado por el kirchnerismo y comprometer el futuro de varias generaciones y destruir el valor de las empresas más importantes del país, con YPF en el valor más bajo de su historia. La bomba les estalló en las manos, antes de ir a refugiarse,a partir de diciembre, en sus palacios internacionales. En tierra queda una situación de destrucción, que incluye a las estructuras partidarias armadas para imponerse al gobierno anterior, una práctica de las “alianzas” argentinas que, solo han servido para inflar globos de triunfo una vez y, después, salir tan “volao” como el Pedro Navaja de Rubén Blades. La implosión del sistema partidario del gobierno llega al borde del sainete, con un Juntos por el Cambio convertido en “desunidos por la derrota”, con el mascarón de proa de un Miguel Pichetto extraviado en los canales sin rating que todavía lo convocan y ya rosqueando para convertirse en auditor opositor, el PRO en terapia intensiva y Macri, ahora sí, listo para una jubilación eterna, aunque con las cuentas bancarias cargadas y a buen recaudo del cepo con corral que le puso a la ciudadanía. La rebelión de los orcos, los elfos, los hobbits o lo que sean…  Aunque se dice que las derrotas “no tienen dueño”, la debacle de Cambiemos tiene responsables, al menos para las distintas tribus que empezaron a multiplicar facturas desde la misma medianoche de ese domingo en que el Presidente ordenó a la gente que se vaya a dormir, mientras sus asistentes descolgaban los racimos de globos amarillos que se quedaron sin la ya no tan mágica Ciudad de Tan Biónica. La pelea no tiene límites ni fronteras: radicales contra macristas, radicales versus radicales, gobernadores contra ministros, operadores contra políticos y, claro, Elisa Carrió contra todos y todas y todas y todos contra Durán Barba. Orcos se llamaban los monstruos de la mitología celta; orcos denominó J. R. R. Tolkien a su raza de criaturas usadas como soldados por los grandes villanos de su “Señor de los Anillos”. Los macristas “puros” y cibernéticos, con desprecio, siempre llamaron orcos a los miembros del sector negociador, “rosquero” y encargado del “trabajo sucio”, encabezado por Emilio Monzó, uno de los dirigentes más hábiles de Cambiemos, que llegó a la presidencia de Diputados después de haber sido, por ejemplo, ministro macrista de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y, antes, titular de la cartera de Asuntos Agrarios de la por entonces peronista provincia de Buenos Aires. Extraviado en su nube de troles y focus group, el jefe de Gabinete Marcos Peña y la gobernadora María Eugenia Vidal, dejaron a él y a su tropa fuera de las listas nacionales, del mismo modo con que antes lo habían apartado de la mesa chica de la Casa Rosada. En respuesta, el grupo liderado por el también ex randacista de Carlos Tejedor no tuvo empacho en tirar la primera piedra, y también la segunda. Con una simpatía que no caracteriza al pasado de su familia bahiense, el ex jefe del bloque de diputados oficialista, Nicolás Massot, comparó al estratega presidencial Durán Barba con el «manosanta» del actor cómico Alberto Olmedo, un charlatán que se hacía pasar por curandero brasileño para ganar dineros y manosear cuerpos femeninos, en una época en que el enfoque de género todavía no se hacía sentir en la sociedad local. Más directo aún, el círculo de Monzó “aceptó” con rapidez la muerte de Cambiemos junto a la de su gobierno y empezó a orejear los cartones que conducen a un nuevo continente partidario. El asunto importa mucho a los macrismos, cuyos cálculos les dicen que podrán aferrarse a alguna palmera antes que el huracán Dorian los destruya con su coletazo, para usar una figura del repertorio de un sistema partidario que oculta tras los ejemplos climatológicos e hídricos sus fracasos, errores y derrotas. La retaguardia porteña a la que aspiran se complementaría, en sus fantasías, con bancadas legislativas nacionales y bonaerenses de peso suficiente como para refutar los planes del Frente de Todxs, que estará cerca del quórum propio en Diputados, con mayoría holgada en el Senado nacional, y con una oposición al fenómeno Axel Kicillof (amplio ganador de las internas en la provincia de Buenos Aifres) fragmentada en la Legislatura platense. Para intentar alguna resistencia necesitan que no haya fugas, y aquellos despreciados “orcos” hoy son guerreros tan resentidos como peligrosos. A pesar de los desplantes en su contra, Monzó aceptó que lo resucitaran de urgencia e integrar la comisión presidencial que se reunió el lunes 2 con Sergio Massa junto al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en las oficinas del primer candidato a diputado nacional bonaerense por la lista de Los Fernández. Una boina blanca arrastrada por los vientos Casi sin derecho a reivindicar sus orgullos blasones populares de origen, al remanente radical del Siglo XXI

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Nuestras riquezas y recursos naturales son la garantía de pago de la deuda externa

Fuente:  por Eduardo S. Barcesat*| Perfil Fecha: 29 de mayo de 2019 1: Antecedentes Todas las emisiones de deuda externa hechas por el actual Gobierno están sometidas a condiciones humillantes para la Nación Argentina. Al habitual renunciamiento a nuestra soberanía legislativa y jurisdiccional, se le suman la anticipada renuncia a discutir la legitimidad de dicho endeudamiento, la renuncia a pedir rebaja de la tasa de interés, pedir recomposición de la deuda o moratorias. No obstante, lo más penoso es que el Gobierno ha renunciado a la inmunidad soberana sobre los bienes del art. 236 del Código Civil y Comercial de la Nación; esto es, el conjunto de las riquezas y recursos naturales existentes en el territorio de la Nación Argentina, y las empresas de capital estatal, sean nacionales, provinciales o municipales. Esta entrega y sumisión está pactada en las resoluciones dictadas por el Ministerio de Finanzas, entonces a cargo del prominente miembro del“dream team”, Luis Caputo. Por su extensión, más de 500 fojas, estas resoluciones no fueron publicadas en la edición papel del Boletín Oficial, sino en su página web. 2: La materia jurídica, el control de validez Antes de ingresar a considerar o hablar de cómo se van a pagar los futuros vencimientos de intereses y servicios de esta gigantesca deuda, si se renegocia y cómo, corresponde, previamente, el examen de su validez. Y ello porque la expresión “deuda” remite, necesariamente a conceptos jurídicos y reivindicamos nuestra incumbencia. Hablar de deuda implica abordar el examen de los actos jurídicos que dieron lugar a la misma, y todo acto jurídico tiene que ser examinado en cuanto a su validez, también denominado “control de constitucionalidad”. Ese control comporta, en primer lugar, el examen de si el acto jurídico ha sido generado por quién tiene la competencia para hacerlo y si ha seguido el procedimiento reglado en la normativa superior. En la semántica constitucional se nomina a estos requisitos, competencia y procedimiento, como “control de legalidad”. Si este examen es satisfecho, se examina la “razonabilidad” del acto en cuestión, tema de apreciación más laxa que la del control de legalidad. Pues bien, entrando ya en la materia de esta deuda externa, debe decirse que conforme el art. 124 de la C.N., las riquezas y recursos naturales son de titularidad originaria de las provincias en cuyo territorio se encuentran. Sin embargo, ningún gobierno provincial fue consultado previo a que los mismos fueran puestos en garantía del pago de esa deuda. Es más, he comprobado que sus autoridades desconocían la situación, por la forma solapada en que operó la entrega de dicha garantía a los acreedores externos. Esta lectura debe integrarse con otra cláusula constitucional, la del art. 75, inc. 4º de la C.N., que faculta al Congreso de la Nación a contraer empréstitos sobre el crédito de la nación, no así sobre el de las provincias. En este control de legalidad deben invocarse dos disposiciones del derecho internacional de los derechos humanos, y que tienen jerarquía de cláusulas constitucionales (art. 75, inc. 22º, C.N). Se trata de los arts. 1º de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de Naciones Unidas, de Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales, que tienen la particularidad de ser el mismo texto, por el énfasis puesto por la conciencia jurídica universal en afirmar el derecho de auto o libre determinación, la independencia económica y la titularidad de los pueblos sobre el conjunto de sus recursos y riquezas naturales. Estos Pactos son las normas de mayor jerarquía del derecho internacional de los derechos humanos, y son vinculantes e imperativos para todas las naciones, sus gobiernos y las personas, físicas o jurídicas. Mal puede entonces satisfacerse el control de legalidad (validez) de esos actos jurídicos celebrados por quién carece de la competencia y del dominio para hacerlos. 3: ¿Qué hacer? Además de haberse denunciado este obrar usurpativo por parte del Gobierno Nacional, lo que lesiona el deber de obediencia a la supremacía de la Constitución Nacional (art. 36, C.N.), en la causa penal (Nº 2752/2016, Juzgado Federal Nº 7, Fiscalía Nº 6), en la que se investigan, por sucesivas denuncias, tanto la espuria negociación con los “fondos buitre”, como estos actos de endeudamiento, y el acuerdo con el FMI, impulsamos que los Gobiernos Provinciales y Municipios, emitan sendas disposiciones dejando establecido que sus riquezas y recursos naturales, así como las empresas estatales de capitales provinciales o municipales, no serán puestos en garantía de ninguna deuda externa contraída por el actual Gobierno Nacional. A la fecha, los gobiernos provinciales de Neuquén y Santa Cruz ya han emitido sus respectivas leyes repudiando el ejercicio usurpativo, y el Chaco y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, están tramitando igual dispositivo, y también Municipios como el de Río Grande en Tierra del Fuego. Hay quiénes preguntan: ¿Con esto alcanza para repudiar la deuda? Respondemos, también con soporte en acendrados principios generales de la dogmática y normativa jurídica, de todas las naciones, que: en el derecho no se escucha al que alega su propia torpeza, y que ninguna acción tiene quién ha sido parte del acto nulo. Y cerramos esta nota de opinión invocando, una vez más, la doctrina de la CSJN, que no ha sido modificada por ningún pronunciamiento posterior, dictada en el precedente CLARENS LTD- C/GOBIERNO ARGENTINO S/ EXEQUATUR (año 2014), que declaró nula y lesiva del orden público constitucional argentino, una sentencia del Juez neoyorquino, Thomas Griesa, favorable al reclamo de un fondo buitre, que se pretendió hacer valer y cobrarse ante la jurisdicción argentina, lo que le fue denegado, siguiendo el brillante dictamen de la entonces Procuradora General de la Nación, la doctora Alejandra Gils Carbó. Este es el saber de los juristas que aportamos en resguardo de nuestras riquezas y recursos naturales, así como de la racionalidad del discurso del derecho y de las prácticas jurisdiccionales.- * Profesor Titular Consulto; Fac. de Derecho; UBA.

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¿Qué quiere decir “terminar con la grieta”?

Fuente: Edgardo Mocca | Página/12 Fecha: 25 de agosto de 2019 Se dice habitualmente que Macri incumplió todas las promesas electorales formuladas en 2015. Es cierto, con alguna salvedad. Primero hay que decir que en la casi totalidad de los casos, esas promesas no constituían el programa real de gobierno de la segunda Alianza; eran simples y llanas mentiras. Hubo, en cambio, una promesa que era el gran programa macrista: el final de la grieta. La grieta fue una fórmula construida por los grandes medios de comunicación para aludir a un cierto estado de cosas caracterizado por una tensión social persistente, una división binaria de la sociedad que atravesaba todos los ámbitos sociales y separaba familias, grupos de amigos y otras formas de convivencia. Claro que la palabra grieta no era una denominación casual ni neutral. En el interior de esa fórmula había y hay una implícita atribución de responsabilidades en el surgimiento de esa realidad. ¿Cuándo y por qué surgió la grieta? Fue a principios de 2008 y tuvo en el conflicto entre el gobierno y las patronales del campo su expresión central. Es decir, la grieta habría empezado con el gobierno de Cristina Kirchner. Y se habría profundizado cuando en las emisoras de radio y televisión públicas aparecieron y se desarrollaron voces y programas destinados a “atacar” a los críticos de ese gobierno, particularmente a los periodistas. El sistemático ataque mediático al gobierno de entonces y particularmente de su presidenta no forma parte del diagnóstico.   La grieta así interpretada se convirtió en un arma de combate político de aquellos tiempos y todavía también de estos. Existe, claro, otra interpretación de los hechos. La que alude a la reaparición de un viejo antagonismo de la historia argentina, cuya formulación podría plantearse en términos de cuáles deben ser los límites del poder de las clases privilegiadas, cómo es y cómo debe ser la relación entre el poder del capital y las autoridades políticas resueltas por la voluntad soberana del pueblo. Si se mira con atención, se verá que es una querella que hoy recorre el mundo, como lo ilustra sistemáticamente el papa Francisco en cada una de sus intervenciones. Ese conflicto recorre la historia argentina y está en la base de la larga saga de golpes de estado, gobiernos ilegales, persecuciones y violencia que la atraviesa. Ese fue el conflicto que se jugó en la época de Yrigoyen, en la década infame, en el surgimiento del peronismo y su derrocamiento violento, más cerca de nosotros, en el golpe de 1976 con su saga de crímenes y despojos, y en los años de democracia electoral. En la década del 90 pareció que el empate se había roto catastróficamente: el “mercado” gobernaba a voluntad y el gobierno de turno tenía como única función preservar ese dominio, con el respaldo electoral del pueblo. La catástrofe de la convertibilidad sería el fin de esa etapa. Volvamos atrás. Macri prometió cerrar la grieta. Esa promesa le valió el triunfo electoral ante una sociedad fatigada del conflicto. Y el modo de cerrar la grieta era la eliminación de uno de los dos contendientes, la conversión de Cristina y sus seguidores en una secta radicalizada, divorciada del pueblo y carente de potencia política; eventualmente perseguida y encarcelada, lo que efectivamente ocurrió y ocurre. Al servicio del cumplimiento de esa promesa se puso la propaganda mediática –ahora prácticamente liberada de toda contestación influyente-, el sector adicto de la corporación judicial, los servicios de inteligencia, las fuerzas represivas. Y el resultado es el que se conoce: fue Cristina Kirchner la que enunció ante todo el país la fórmula presidencial en la que ella tendría un rol secundario. Es decir, la fórmula de Macri (del poder del capital representado por sus propios miembros) para terminar con la grieta fracasó de modo rotundo. Ahora hemos llegado a una situación muy curiosa. Macri necesita del candidato del Frente de Todos para dotar a su gobierno del mínimo de oxígeno necesario para terminar en pie hasta el fin del mandato. En otras palabras, necesitan la ayuda del perverso peronismo que no deja terminar en paz a ningún mandatario que no provenga de sus filas. El problema es que el proveedor de ese oxígeno es también el adversario electoral del presidente. Lo necesita pero también necesita provocarlo y deslegitimarlo para tener alguna chance en la elección de octubre. Solamente podría intentar remontar la paliza del 11 de agosto si lograra recrear el miedo al triunfo del populismo y a la perspectiva de convertirnos en “Venezuela” A la luz de este recorrido, sería bueno revisar la fórmula para cerrar la grieta. No se puede hacer suprimiendo la lucha por el poder y la existencia de proyectos de país diferentes que entran en conflicto. Eso se intentó muchas veces, la última de ellas fue la sangrienta dictadura surgida en 1976 a impulso del poder económico concentrado que en esa época usaba el nombre de Asamblea permanente de entidades gremiales empresarias (APEGE). Macri lo intentó durante un período en el que la conciencia antidictatorial siguió siendo suficiente para frenar sus ínfulas autoritarias, aunque no evitó un enorme deterioro del estado de derecho. Cerrar la grieta no es suprimir el conflicto sino reconocerlo, organizarlo, encauzarlo pacíficamente. Asegurando la plenitud de la libertad política y al mismo tiempo enderezando la cancha, habilitando voces diferentes, compensando las enormes y crecientes asimetrías de poder. Por ejemplo, una contribución a cerrar la grieta sería cerrar el chorro de ganancias inauditas de los oligopolios energéticos obtenidas con las privaciones que sufren millones de familias y con el cierre masivo de empresas causado por el demencial aumento de las tarifas de luz y de gas entre otras. La regla primera para ir cerrando la grieta sería la del reconocimiento colectivo del poder de tomar decisiones por parte del nuevo gobierno, siempre sobre la base de la ley y la Constitución. Y la segunda podría ser la de asegurar la libertad de opinión, no solamente para los oligopolios mediáticos, sino para toda la sociedad,

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La vuelta de la política

Fuente: Claudio Scaletta | Página/12 Fecha: 25 de agosto de 2019 Desde el domingo 11 todo comenzó a suceder muy rápido. Primero se dejó correr el dólar como castigo, no sólo por improvisación. Fue cuando hasta el tránsfuga Miguel Ángel Pichetto reforzó los dichos presidenciales y afirmo que, con la devaluación, la sociedad estaba pagando los costos de su voto. Pero el desatino sistémico duró poco. El propio poder económico se asustó por las furias desatadas con más devaluación. A nadie le conviene que el macrismo “se vaya por la ventana”. Hubo un consenso de parar la pelota y la política acompañó. Sólo pasaron unos pocos días de shock hasta que comenzó a asumirse que la experiencia macrista tenía el boleto picado y que, con toda la suerte, apenas conservaría el poder en su plaza de origen, la Ciudad Autónoma del resto del país. Para la siempre improbable figura del observador imparcial el espectáculo fue vertiginoso y, vale reconocer, no estuvo exento de indignidades. Sobresalieron los garrochazos de los periodistas ultraoficialistas para seguir siéndolo aun con cambio de gobierno. En menor medida y sin ir a los extremos, desde el periodismo de guerra a las tribunas de doctrina comenzaron a descubrir los defectos de Macri, que ya no es Mauricio. La estampida llegó también a los funcionarios, según informó el sitio “Mundo Empresarial” cinco mil CEOs que en 2015 apostaron a una nueva épica mudándose al sector público vuelven a engrosar la demanda de trabajo privado. Fueron los primeros en asumir, aun antes de las PASO, que el conchabo termina en diciembre. Los consultores especializados explican que no será fácil reubicarlos, pero que prevalecerá el ajuste por precio. Al mismo tiempo, según cuentan los asesores económicos de Alberto Fernández, los grandes empresarios que hasta el 10 de agosto bregaban por la continuidad de Macri ahora hacen fila para entrevistarse con el seguro próximo presidente. Lo mismo sucede con los representantes de los inversores del exterior, desde bancos a fondos de inversión. El poder económico tiene ideología y mucha conciencia de clase, pero siempre fue esencialmente pragmático para adaptarse a los cambios de poder. Y aunque haya cambiado de discurso, hoy sabe lo mismo que sabían antes de las elecciones, que un gobierno de Alberto Fernández supondrá un cambio de enfoque en la política económica, pero ninguna ruptura con el denominado “orden establecido”, tanto por historia personal, como por voluntad. Todas las entrevistas de la prensa hegemónica inquirieron hasta el cansancio al candidato del Frente de Todos sobre la posibilidad de estas rupturas. Quizá el cénit de la insistencia se haya alcanzado en la entrevista pública realizada el pasado jueves en tierras del grupo Clarín, donde con cierto patetismo se le volvió a preguntar a Fernández si caería en default, si intervendría en el Poder Judicial, si reinstauraría el Cepo, si amaba al régimen venezolano, si se pelearía con Estados Unidos, si intervendría el Indec. Sólo faltaba que le pregunten si volvería a “matar a Nisman”… No faltó. También hubo preguntas sobre el caso Nisman y hasta por la vuelta de 678. El candidato respondió una y mil veces no, que no habrá rupturas. Y hasta le tiró algunos centros a la ortodoxia económica, aunque situándose siempre en el lugar del pragmatismo. Podrá gustar más o menos, pero Alberto Fernández expresa algo que no fue suficientemente destacado: la vuelta a la política como espacio para dirimir el conflicto social, lo que hoy quiere decir el fin de esa confrontación que se denominó “la grieta”. No se trata del fin de la verdadera grieta, que es la lucha de clases, sino de la grieta que constituyó primero el eje de la guerra mediática contra el kirchnerismo y luego, el eje del modo de ejercer el poder del macrismo. La experiencia cambiemita pasará a la historia por tres elementos principales, la mega deuda tomada en tiempo récord y su herencia de condicionalidades y miseria, la persecución política a la oposición, incluidas las prisiones arbitrarias y la destrucción de las empresas de los “enemigos”, y la profundización de la grieta hasta el punto extremo de asociar al adversario político con la delincuencia, lo que en la práctica significa la negación de la democracia. La síntesis provisoria es que no habrá rupturas porque no dan los tiempos históricos, es decir las relaciones de fuerza, pero sobre todo porque lo que la sociedad parece necesitar después del trauma macrista es, precisamente, la vuelta de la política. Las rupturas demandarán algo más de tiempo para la construcción de consensos. Para terminar una pequeña digresión. Los días previos a las últimas primarias fueron testigo de un caso de manipulación de mercados que, mirando hacia el futuro, debería funcionar como ejemplo a combatir. Se trata del uso de encuestas falsas para manipular precios de acciones y bonos, una movida que se presume delictiva antes que inescrupulosa. Estas encuestas fueron lideradas por la consultora Elypsis y permitieron que unos pocos ganen millones a costa de quienes creyeron en la información basura. Los economistas de la firma trabajaron hasta el último minuto del viernes 9 en convencer a los inversores que “Juntos por el Cambio” se impondría en las primarias, lo que impulsó el precio de los papeles locales. En sus propios términos fue una jugada brillante, porque a priori se sabía que había muchos interesados en comprar la carne podrida, tanto desde el gobierno como desde los principales medios de comunicación, que el sábado 10 hicieron tapa con el boom del mercado. Fue un cóctel perfecto entre el interés económico de unos pocos y quienes estaban ansiosos por creer en sus deseos. Los resultados fueron dos. El primero fue permitirle a los inversores con buena información salir a mejor precio de papeles que se sabía se depreciarían. El segundo fue macroeconómico y mucho más gravoso en términos sociales, pues exacerbó el pánico de los mercados apenas conocido el resultado electoral, acelerando la caída del martes 13 y la devaluación y llevando el riesgo país a las nubes. Se trata de un accionar que, por el buen funcionamiento de los mercados, no debería quedar impune.

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Los argentinos queremos goles

Fuente: Ricardo Aronskind | El Cohete a la Luna  Fecha: 25 de agosto de 2019 Lo inocultable La pelota tenía que elevarse, pasar por encima de la barrera de jugadores, y entrar en el ángulo del arco, en un lugar tal que el arquero no tuviera posibilidad de rozar el balón. Tenía que ser allí, porque si no, no habría gol, y el resultado del partido sería muy distinto. Y la pelota entró exactamente allí. Así fueron los resultados de las PASO del 11 de agosto. El macrismo había preparado un conjunto de artimañas –las que eran públicamente conocidas, y las que no— para minimizar el resultado previsto que favorecía al Frente de Todos. No sólo contaba con la dudosísima empresa SmartMatic –contratada para concretar la compulsión macrista de “electronizar” las elecciones para ponerlas a tiro de hackers contratados locales o extranjeros—, sino el muy buen manejo de tiempos y climas del que había hecho gala Cambiemos en 2017, la colaboración hiper-oficialista de los grandes medios, el visto bueno militante de las embajadas amigas, la solidaridad de la derecha global con un gobierno que consideran propio con justa razón. La trampa era viable y posible dentro de determinados límites. Todo estaba para diluir y eventualmente falsificar el resultado electoral, pero la pelota entró en el ángulo, y el hecho político fue indisimulable: 15 puntos de diferencia en Nación, 17 en Provincia de Buenos Aires. Abrumador. En esta misma columna habíamos consignado que “los mercados”, o sea los intereses alineados con este gobierno, en consulta con los analistas políticos amigos, consideraban que 6 era el número que separaba lo manejable de lo inmanejable por parte de Cambiemos. La frontera era 6. Nunca 10, nunca 15. Y ahí estaba la pelota del voto popular clavada en el lugar de lo políticamente irreversible. Comunicacionalmente se trataba de un acontecimiento in-ninguneable, como hubiera sido una diferencia de 5 puntos. Empezando por la prensa internacional, que por más conservadora que sea, no ha llegado aún a la degradación desinformativa de los medios locales. A partir de allí, ningún gobierno extranjero podía dejar de tomar nota, ni las grandes corporaciones, ni los bancos y los grandes fondos de inversión, de la debacle del gobierno de los mercados. Y por lo tanto el cerco mediático local quedó inutilizado, y hasta el propio Cambiemos, campeón de la negación y la manipulación de masas, debió conceder y aceptar un resultado ominoso para su futuro. A partir de allí florecieron los mil cactus del odio y el resentimiento interno, el clima de desbande, las reacciones que oscilaban entre redoblar el ataque furioso contra el “kirchnerismo” (que de ser una secta de corruptos y autoritarios se había ampliado hasta abarcar al 47% de la población), o encontrar formas de ir al rescate de los enojados, los confundidos, los desorientados por el pequeño detalle del hundimiento económico. Moviéndose hacia el centro No cabe duda que fue la decisión estratégica de Cristina Fernández la que creó este escenario. Fue también el acierto en la designación de un político mucho más articulado que el candidato del FpV de 2015. Alberto Fernández fue el puente hacia sectores del peronismo oportunistas o más conservadores, remisos a toda confrontación con nadie, y hacia sectores de la población sin definiciones políticas muy precisas. También es potable para los ex macristas superficiales. Quien esto escribe planteó, durante el período kirchnerista, que en muchos aspectos la gestión de Cristina se ubicaba en posiciones a la izquierda de lo que era un hipotético promedio social argentino. Fue una gestión que rozó los bordes de lo tolerable por una sociedad que tiene reservas de apatía y conservadorismo importantes, en todos los sectores. De todas formas, la buena gestión de ese gobierno, sus logros sociales, su voluntad integradora, ayudaron a atraer a un nuevo electorado y crearon las bases consistentes de un movimiento que, aunque desorganizado, es masivo y tienen una clara sensibilidad popular y progresista. Para la derecha local, muy retrógrada e ideologizada, la experiencia kirchnerista rozó el “chavismo”, cuando en realidad fue una combinación de instintos populares y soberanistas y medidas pragmáticas para resolver –sin dañar a las mayorías— diversos problemas que se fueron presentando a lo largo de 12 años. La acción propagandística de Cambiemos, que sólo fue la prolongación de lo que ya venían haciendo los grandes multimedios, apuntó al aislamiento y a la eventual desaparición del espacio social kirchnerista. Y algo logró en cuanto a generar rechazos pre-políticos no sólo contra la figura de Cristina, sino a todo lo que fuera popular o latinoamericanista. Bajo la máscara de la República, impulsaron un pensamiento conservador e individualista. La decisión de Cristina respondió específicamente a esa situación. Si bien importante, el kirchnerismo encabezado por su líder indiscutida, podría ser eventualmente segregado o aislado por una combinación de todas las fuerzas anti-k, por las razones que fueran. Alberto no es Cristina, como lo ha dicho reiteradas veces, y convoca a una coalición política diferente. Los denominadores comunes son más básicos, aunque resultan indispensables luego de la arrasadora gestión macrista. Es característico de los ciclos de derecha en Argentina, que cuando concluyen es tal el descalabro que la sociedad se debe unir en base a cuestiones mínimas y elementales: la vida, al final de la dictadura cívico-militar, la subsistencia en el derrumbe de la convertibilidad. El vasto espacio peronista, con sus gobernadores, sus intendentes, sus sindicalistas, parece dispuesto a acompañar un intento de gobierno en base a cuestiones muy básicas, como la restitución del poder adquisitivo del salario, la reactivación del mercado interno, el acotamiento de los negocios particulares a costa del resto de la sociedad. En un contexto normal, se diría que es una coalición de centro, que viene a administrar y encauzar una situación más que orientar el rumbo del país mediante transformaciones significativas. Pero en la Argentina, que está terminando de sobrellevar una experiencia extremista neoliberal por tercera vez, adquiere el significado de un gobierno popular y de progreso. Macri el malo A medida que se derrumba la imagen presidencial, la figura

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