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Qué importa esclarecer el atentado AMIA, si podemos meter resa a Cristina

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 15 de DIC 2017 ¿A quién le conviene el fallo de Bonadio? se pregunta Gabriel Ziblat en una concisa y muy acertada nota referida a la reciente resolución del juez en la causa por “traición a la patria”[1]. El autor descarta todo beneficio posible de Cristina Kirchner, del gobierno de Mauricio Macri, e inclusive, personalmente del mismo juez Bonadio. Su conclusión es totalmente estremecedora. “No está claro quién se beneficia con este fallo. Lo que sí queda claro es que la Argentina suma un papelón más en torno a la investigación del atentado a la AMIA, con 85 almas a las que sólo les queda reclamar memoria, porque la Justicia parece cada vez más inalcanzable”. No hay duda que la descripción de “papelón” es muy apropiada, solo que Ziblat pasó por alto un detalle muy significativo de esta saga en el análisis de la búsqueda de beneficiarios del discutido fallo. El autor de la nota no prestó la suficiente atención a la conveniencia de DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) y ciertos sectores del liderazgo judío argentino en el enjuiciamiento de la ex presidenta argentina por traición a la patria. Mientras que Macri guardaba silencio y el gobierno mostraba síntomas de incomodidad por considerar un exceso las solicitudes de detención del Bonadio[2], DAIA daba su asentimiento escondiéndose detrás de la farsante excusa que seguramente “Bonadio conocerá algo que no conocemos”[3]. Sepultar la justicia Desde el momento en que el fiscal Nisman presentó la acusación original por traición a la patria argentina, esta institución judía, que dice ser “la representación política de la comunidad judía argentina” y presiona reiteradamente al gobierno nacional argentino en favor de intereses de Israel, no dejó de ser una de las partes mas activas en el frente y en la retaguardia del empuje de la acusación en contra de la ex presidenta de los argentinos, su ex canciller y otros funcionarios y vinculados. Estos esfuerzos comenzaron de inmediato con la decisión del juez Rafecas de desestimar la acusación de Nisman en febrero de 2015 y continuaron con un permanente fogoneo de la causa a distintos niveles. En forma paralela, el juez Rafecas recibió el trato según la conocida tradición judía que la valoración de todo dictamen de encumbrados personajes o jueces no judíos se mide con la regla de la conveniencia. En tanto y en cuanto Rafecas se dedicó a investigar y publicar obras referidas al holocausto judío, la colectividad judía local lo alabó y condecoró. La desestimación mencionada ya es otro cantar. Como consecuencia de ello, Waldo Wolf, Diputado Nacional y ex vicepresidente de DAIA, solicitó su juicio político en virtud de «supuestas maniobras realizadas para “desacreditar” al fallecido fiscal Alberto Nisman, quien antes de aparecer muerto en confusas circunstancias había denunciado a la ex presidenta Cristina Kirchner por encubrir a los iraníes acusados de volar la AMIA”[4]. O eres mi amigo incondicional, o eres mi enemigo. No hay medias tintas. El trágico acontecimiento de la dudosa muerte del fiscal Nisman determinó que, tras una década de investigación del difunto fiscal, las pesquisas del atentado de AMIA pasen a jurisdicción de un nuevo grupo de fiscales. Transcurridos casi 3 años de trabajo de la nueva Unidad Fiscal AMIA se puede decir, con alto grado de certeza, que el proceso de esclarecimiento del caso está estancado e inclusive da pasos atrás en relación al legado de Nisman. A principios de este mes la FBI de EE.UU. informó que los restos recuperados por esa unidad de investigación argentina de ninguna manera pertenecen a Ibrahim Ferro, mencionado como el conductor suicida en el atentado de AMIA por el fallecido fiscal. Este resultado, por el momento, tira por el suelo una de las principales hipótesis del dictamen de Nisman que culminó acusando a los iraníes[5]. Esta histórica constelación en el devenir institucional argentino se presentó como una oportunidad imperdible para que DAIA logre uno de sus encubiertos objetivos: convertirse en un significativo factor de poder en el ámbito nacional de ese país. Dar un escarmiento al gobierno anterior frente a toda la sociedad local se convirtió en el cometido mas importante, a tal punto, que la investigación del atentado de AMIA pasó a un segundo plano. Desde el momento que se les cruzó la gran e inmediata oportunidad de meter presa a Cristina, no hay ninguna urgencia ni mayor importancia en invertir grandes esfuerzos en dilucidar lo ocurrido hace más de dos décadas. DAIA y Cristina en tiempos de romance Sin que reconozcan la deliberada intención de deslindar responsabilidades de una misión que los desconcierta, directivos de DAIA comenzaron a barajar el proyecto de procesar judicialmente a los acusados por Nisman en un juicio en ausencia. En pocas palabras, cerrar el caso por conveniencia, inclusive, a costa de sepultar históricos principios de la justicia argentina. Con el objetivo de nacionalizar este proyecto, en el ambiente judío se llegó al absurdo de proponer la disparatada idea que ese nuevo marco judicial es lo más apropiado para juzgar prófugos de la dictadura militar argentina. Lo mas descabellado de la proposición lo constituye el ejemplo en que se basan. Aníbal Gauto es un argentino imputado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Argentina en la década del 70 del siglo pasado. Gauto es un prófugo de la justicia argentina y hoy reside en Israel con ciudadanía local, país que por el momento se niega a ponerlo a disposición de la justicia argentina. El juicio en ausencia “permitirá avanzar en causas como las que se mencionan (atentado a la Amia y Aníbal Gauto) y lograr destrabarlas y avanzar a una sentencia, logrando lo que parece no ser posible de otra forma procesal”[6]. A la justicia la sepultan, pero se sienten muy satisfechos de cerrar el caso. En otro aspecto, no solo se trata de un proyecto desatinado, mucho peor es la equiparación intrínseca en el proyecto de las conductas de Israel a Irán. La conclusión no da lugar a dudas. O se debe dar tratamiento indulgente

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“Este gobierno no se va a frenar por la vía del diálogo”

Fuente: Diego Sanchez | Revista Zoom Fecha: 11 de DIC 2017 El titular de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, recibe a Zoom horas antes del blitzkrieg judicial de Claudio Bonadio contra Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Zannini y otros dirigentes kirchneristas. En la calle, el sonido de los redoblantes y las vuvuzelas, banda de sonido habitual de un centro porteño que no escatima su conflicto diario, evoca como un eco lejano la multitudinaria movilización que Palazzo junto a otros líderes gremiales, como Pablo Moyano y Hugo Yasky, realizaron hace poco más de una semana, en protesta por el paquete de reformas impulsado por el gobierno nacional. Una movilización tan masiva como ambivalente que no pudo evitar la media sanción en el Senado de la reforma previsional pero que fue lo suficientemente estruendosa como para que el triunvirato de la CGT le quitara su apoyo a la reforma laboral, colocándole un manto de duda al paquete de leyes que el gobierno quiere sancionar antes de las fiestas y que será la última batalla política de un 2017 en el que ni el oficialismo ni el sindicalismo más combativo quieren quedar como derrotados. En esta entrevista, Palazzo afirma que “si logramos concentrar esfuerzos vamos a evitar que se sancionen estas leyes” y asegura que esta alianza gremial con el moyanismo y las dos CTA, suerte de remake del MTA, es un nuevo actor político que tanto el gobierno como la oposición deberán tener en cuenta a la hora de hacer política en el futuro. Además, habla de las detenciones en Independiente, club del que Palazzo no solamente es hincha sino también candidato en las próximas elecciones en la lista que encabezan Hugo y Pablo Moyano, y confiesa que la movilización que reunió a la crema del sindicalismo más combativo fue un mensaje tanto para Casa Rosada como para la CGT. “Este gobierno no se va a frenar por la vía del diálogo” La movilización que convocaron desde la Corriente Federal, el moyanismo y las dos CTA fue multitudinaria pero no logró evitar la media sanción en el Senado de la reforma previsional. ¿Fue una primera batalla perdida? Nosotros ya ese mismo día suponíamos que la votación iba a resultar de ese modo. Porque más allá de la gran concentración de compañeros que se dio en esa marcha, no menos cierto es que el gobierno había avanzado en un acuerdo con los gobernadores, que son los que en algunos casos, no en todos, dieron los votos para que se apruebe semejante par de leyes. No obstante eso, sabemos que la pelea no se agota. Todavía falta que se trate en Diputados y, si logramos concentrar esfuerzos, quizás podamos volcar voluntades para que no se sancionen estas leyes. De todas formas, independientemente de que aspiramos a tener un buen resultado, creo que el hecho más novedoso es que se ha ampliado un espacio de confrontación con las políticas del gobierno. Y a partir de ahora no es tan fácil para el oficialismo sacar leyes, ni para los legisladores de la oposición prestarle los votos. Han terminado pagando un costo político altísimo, tanto el gobierno como los legisladores de la oposición que acompañaron la iniciativa del gobierno, porque con esta marcha logramos visibilizar que lo que hicieron fue votar para meterle la mano en el bolsillo a los jubilados. De otra forma, esto hubiera pasado sin pena ni gloria, y con el silencio de gran parte del Consejo Directivo de la CGT. ¿Este nucleamiento gremial se piensa como un nuevo actor político, como un espacio que excede el debate puntual de estas reformas? Me parece que a partir del momento de la conformación de este espacio, lo que se ha generado es un espacio de pensamiento y de resistencia que va a ser tenido en cuenta y que va a ir agrandado su poder de influencia en la medida en que pase el tiempo y el gobierno continúe con este tipo de política. Mientras un sector de la CGT siga dialogando, y ese diálogo sólo sirva para que le quiten derechos a los trabajadores, y los trabajadores vean que hay otro espacio en el que puedan referenciarse, creo que vamos a ser un actor importante dentro de la confrontación y las problemáticas que se van a vivir en el país en los próximos años. No es sólo lo legislativo lo que tienen que mirar cuando discuten algo. También ese núcleo social que se ha conformado y que empieza a tener incidencia en la calle. ¿La marcha fue un mensaje para el gobierno pero también para la CGT? Fue un mensaje para ambos. Para el gobierno para que interprete que hay un modo de pensar distinto dentro del movimiento obrero y que se manifiesta en una expresión de rebeldía del poder orgánicamente establecido. Y para los compañeros de la CGT es decirles que nosotros no estamos dispuestos a la unidad a cualquier costa. La unidad tiene que ser con contenido y con una vocación de confrontar cuando se afecten intereses de los compañeros trabajadores y de los compañeros jubilados. Si la CGT no entiende ese camino, nosotros estamos en nuestro derecho de conformar este espacio con otras expresiones sindicales y otras expresiones sociales para confrontar con el gobierno. ¿Hoy ustedes no barajan una ruptura con la CGT, pero tampoco la descartan? No estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa en la CGT, este es el tema central. No estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa que una mesa chica de dirigentes decida acordar con el gobierno, más cuando se quitan derechos de los trabajadores y de los jubilados. Ese es el mensaje que tienen que interpretar. ¿Y cree que la CGT interpretó ese mensaje? Creo que ambos lo hicieron. Por un lado la oposición, que salió a frenar la reforma laboral. Y por otro la CGT, que no había abierto la boca y de golpe salió a decir que se opone a la reforma previsional. Bueno, si se oponen salgan a la calle y protesten, o hagan las medidas que tengan que hacer para que no prospere.

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La OMC como organización criminal

Fuente: Atilio Borón | www.atilioboron.com.ar Fecha: 10 de DIC 2017 En esta nota nos ocuparemos de la primera, dado que en estos días se está celebrando en Buenos Aires la reunión Cumbre de esa organización. La OMC es la sucesora del Acuerdo General de Comercio y Aranceles Aduaneros pactado a la salida de la Segunda Guerra Mundial. Creada el 1ª de Enero de 1995 durante los años del apogeo del infausto Consenso de Washington (hoy repudiado por el gobierno estadounidense) tiene por misión, al igual que el acuerdo que le precedió, sentar las bases comerciales, financieras y jurídicas (el derecho de propiedad, sobre todo intelectual para preservar las marcas y las patentes de los gigantescos oligopolios que dominan la economía mundial) en el marco del neoliberalismo global;  organizar la aplicación de todo tipo de sanciones y represalias sobre los países que violan sus reglas y regulaciones; y perpetuar la actual división internacional del trabajo por la cual los países ricos lo son cada vez más mientras que los pobres se distancian cada vez más de los primeros. Por supuesto, las reglas de la OMC jamás fueron sometidas a discusión democrática alguna y es la expresión más refinada del orden mundial que desea el imperialismo y sus grandes transnacionales. Podría decirse que la OMC es el ministerio de hacienda del imperio. Se trata de una agrupación con tintes mafiosos, que se encarga de organizar el chantaje y la extorsión ejercidas por el imperialismo y sus principales aliados y empresas sobre los países más débiles. Por ejemplo, sólo algunos gobiernos tienen acceso a la sistemática recopilación de datos sobre comercio y aranceles que maneja la OMC. Las organizaciones sociales, representantes de la enorme mayoría de la población mundial no tiene acceso alguno a sus deliberaciones —¿o conspiraciones?—  e inclusive, como se ha demostrado escandalosamente en la Cumbre de Buenos Aires, tampoco se permite la participación efectiva de organizaciones interesadas en promover un orden internacional más justo. Por otra parte, es evidente que nada funciona en el seno de la OMC si no existe un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea. El problema actual es que el gobierno de Donald Trump se ha parcialmente apartado de la OMC porque, a su juicio, la expansión del neoliberalismo global ha terminado por debilitar a la economía norteamericana, no así a sus grandes transnacionales y la Casa Blanca está retomando las nunca del todo abandonadas banderas del proteccionismo. Y la Unión Europea, lo sabemos, es “librecambista” en los rubros que le conviene y en el campo de la retórica, pero furibundamente proteccionista en los demás, sobre todo en agricultura. La estructura mafiosa de la OMC se revela, entre muchas otras cosas, en una cláusula que exige a los nuevos miembros su adhesión completa de la totalidad de los acuerdos pre-existentes, los cuales no pueden ser sometidos a revisión. Quien entra acepta todos, y si no se queda afuera y sufre las consecuencias de la marginación del comercio mundial. Pero esto no es lo más grave. Hay otras dos reglas que deben aceptar todos los miembros de esta mafia de cuello blanco, que apadrina paraísos fiscales, el control monopólico de los mercados y la preeminencia de las grandes potencias. Uno, el compromiso de garantizar la “liberalización progresiva” de los diversos sectores de la economía  y la irreversibilidad de las reformas neoliberales. El papel ideológico-político se torna absolutamente evidente a partir de este compromiso de estabilizar el holocausto social, económico y ambiental producido por las políticas neoliberales. Dos, gracias a las presiones del gobierno de George W. Bush en la época de gloria del Consenso de Washington la OMC comenzó a incluir en su jurisdicción el “comercio de servicios” y no, como antes, tan sólo el de bienes manufacturados, minerales y productos agropecuarios. Así, pasaron progresivamente a ser regulados por esta organización lo intercambios de “servicios” tales como las comunicaciones, las finanzas, el transporte, el turismo pero también la salud y la educación, adquiriendo de este modo el rango universal de mercancías y sepultando la noción de que se trataba de derechos de exigencia  imperativa no susceptibles de ser regulados por las leyes del mercado. Esto quiere decir que a menos que los pueblos salgan a defender con fuerza e inteligencia sus derechos en pocos años más absolutamente toda la vida económica y social del planeta estará regida por las leyes del mercado. Y en materia educativa, por ejemplo, será ilegal sostener a la educación pública porque sería considerada por la OMC como una práctica discriminatoria que impide la libre competencia en el mercado educativo mundial. Así como se sanciona a un país que subsidia a un producto de exportación se haría lo mismo con quien subsidie su educación o su salud, con las desastrosas consecuencias que son de esperarse. Por eso la OMC se ha ganado en buena ley esta caracterización como una organización mafiosa y criminal, que ha sembrado pobreza  y explotación económica a lo ancho y a lo largo del  planeta, como lo muestran las láminas que acompañan esta presentación. Por eso también es necesario diseñar una estrategia mundial para neutralizar el proyecto planetario de la OMC. Luchas nacionales o locales aisladas, por abnegadas y heroicas que sean, no controlarán a esta mafia criminal. Se requiere la organización de todos los pueblos del mundo en una “anti-OMC”, o una nueva internacional de los pueblos, que coordine las luchas en los diferentes países para defenderse de la catástrofe que nos amenaza si los planes de la OMC llegaran finalmente a prevalecer. Por algo hablaba Chávez de la necesidad de fundar un Quinta Internacional.

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Una reforma constitucional totalizadora

Fuente: Juan Manuel Bassus | Hamartia Fecha: 09 de DIC 2017 Hay quien cree que el paso de los años tiende a volver a la gente más conservadora y basta una mirada al currículum de muchos de los que peinan canas para comprobarlo. Pero también hay excepciones que rompen los estándares: el caso de Eduardo Salvador Barcesat es uno de ellos. Su historia de vida revela una línea de conducta que se mantuvo incólume con el pasar de los años. Como joven profesor de derecho, renunció a su cátedra ante el arribo de cada una de las dictaduras. Fue miembro fundador y primer Secretario General de la Asociación Americana de Juristas,  co-Presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, integrante del Secretariado Internacional de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas, experto UNESCO en Derechos Humanos y Convencional Nacional Constituyente en 1994. Hoy, a sus 77 años, aboga por una nueva reforma constitucional que rompa con el viejo texto que, a su entender, está hecho a medida de un país agroexportador y para pocos; y llama a ponerle límites desde el estado a la “mano invisible del mercado” porque siempre termina “posándose en el trasero del pueblo”. Usted participó de la reforma constitucional de 1994, ¿cómo fue esa experiencia? Efectivamente, participé integrando lo que por entonces era el Frente Grande. Cuestionamos judicialmente la reforma, fundamentalmente por dos aspectos. Uno, el de votar en paquete 13 iniciativas, denominado técnicamente núcleo de coincidencias básicas, que no era más que el Pacto de Olivos. Éste era producto de la desconfianza recíproca que se tenían los dos caudillos políticos de aquel entonces, Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsín. Me parecía una brutalidad, porque uno no puede apoyar ciertas iniciativas con las que está de acuerdo al precio de votar aquellas con las que desacuerda. Ellos temían que, de hacerlo de otra manera, no se respetase el acuerdo y el equilibrio —o el negocio, como le decían— se rompiese. Es más, llegamos a proponer en la convención constituyente que preservaran ellos el pacto y que los restantes convencionales que no éramos firmantes pudiésemos votar una por una las iniciativas. No se aceptó y eso motivó que nos levantásemos junto con varios partidos provinciales para abstenernos. De ahí que el núcleo de coincidencias básicas es la cláusula que logró menor número de votos. El otro tema de la impugnación, mucho más profundo, es sobre la lectura que se hizo del artículo 30 de la Constitución Nacional, que es el que regula el mecanismo de la reforma. Yo invito al lector a que lo examine y verá que dice que la competencia del Congreso es la de declarar la necesidad de la reforma, pero ésta será efectuada por una convención o asamblea constituyente convocada al efecto. Es decir que el Congreso no tiene más atribución que declarar la necesidad; es la asamblea constituyente la que decide si la reforma va a ser total o parcial y con qué contenidos. Esto responde al pensamiento de Alberdi, que entendía que la reforma constitucional debía ser una tarea por fuera de la coyuntura. Es decir, quienes están en los poderes constituidos tenían que dedicarse a sus propias funciones, mientras que el poder constituyente tenía que tener una amplitud y una visión diversa, tenía que regular para el futuro, para dar un cauce de crecimiento a la Nación. Esto ha sido tergiversado a lo largo de nuestra historia, ya que siempre el congreso se ha metido a definir los alcances y naturalezas de las reformas. El Pacto de Olivos fue, tal y como lo definieron sus actores, un negocio. Menem se llevó la reelección y los radicales, once senadores sin pasar por ninguna elección. Pero en el Congreso se habilitaron temas y esto dio lugar a lo mejor de la reforma constitucional del año 1994. Lo más fenomenal que tuvo la reforma es que se incorporaron algunos mecanismos de democracia participativa, la señera cláusula del artículo número 36 que condena al golpe de estado y la usurpación del poder político, y la incorporación de los principales tratados de DD.HH. con jerarquía constitucional. Es decir, que la ley suprema de nuestra nación hoy es el texto de la Constitución más el de los tratados internacionales de DD.HH. Es muy novedoso que se hayan habilitado incorporaciones constitucionales a través de la ratificación de tratados internacionales de DD.HH. La Constitución argentina se ha ido enriqueciendo con esos textos que fueron votados después de la reforma del año 94. En ese aspecto, es una de las constituciones más modernas. ¿Qué falló en aquella reforma? Un gran error fue el voto en paquete de las 13 iniciativas que conformaban el núcleo de coincidencias básicas para radicales y peronistas. Por otro lado, la intervención del Congreso más allá de sus atribuciones implicó que no se pudiese tocar la parte dogmática del texto constitucional. Fue atávico y cavernario declarar intocable la primera parte de la Constitución, que es el texto de 1853/60, que obviamente está hecho a la medida de un país agroexportador, rentístico y fiduciario que no tiene nada que ver con los requerimientos del siglo XXI. Pareciera que en este sentido hubiera una tara en las principales fuerzas políticas argentinas, porque también cuando Alfonsín, en el período 1985-87, intentó sin lograrlo la reforma constitucional, se declaraba intangible el primer capítulo de “declaraciones, derechos y garantías”. ¿Por qué le parece necesaria una nueva revisión del texto constitucional? Para enfrentar los desafíos del siglo XXI se hace necesaria una reforma constitucional totalizadora que arranque por la parte dogmática de la Constitución. Los retos fundamentales de una nueva Constitución son: La integración de Latinoamérica y el Caribe. Si esa integración no tiene inscripción constitucional, ocurre lo que está pasando ahora, que vienen gobiernos regresivos y tiran abajo la unidad poniéndose de furgón de cola de la potencia hegemónica dominante. Necesitamos unirnos con quienes tenemos una historia en común, también hay razones geográficas y geopolíticas. En comunidad con los pueblos y gobiernos progresistas de Latinoamérica, debemos enfrentar temas como la deuda

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Despacito

Fuente: Claudio Scaletta | Suplemento Cash Fecha: 03 DIC 2017 Uno de los términos más usados por la mayoría de los analistas para definir a la actual política económica es “gradualismo”. La expresión puede parecer extraña cuando la economía experimenta un verdadero cambio de régimen, un shock económico. Sin embargo, resulta de interés repensar la definición desde la perspectiva de quienes la formulan. La Alianza Cambiemos se propone, como lo hizo la última dictadura cívico-militar y el menemismo, una transformación de largo plazo en las relaciones de poder entre el capital y el trabajo. En las dos primeras experiencias, la insustentabilidad de los modelos puestos en marcha evitó la consecución de los objetivos de máxima, pero las semillas quedaron latentes, desde la reforma financiera de Martínez de Hoz a las privatizaciones de Carlos Menem, sin olvidar los valores sociales inoculados durante los dos períodos. Se trata de transformaciones que pueden definirse, por aproximación, como la búsqueda de un proceso de “latinoamericanización” de la economía local. El objetivo es reducir la participación en el ingreso de los trabajadores de ingresos medios y altos, una situación contraria a la que caracterizó a la Argentina en las etapas de auge de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones. El resultado global de la redistribución perseguida es, al final del camino, la caída de la participación de los salarios en el ingreso y, con ello, del poder de negociación de los trabajadores y del peso real de sus sindicatos en el mundo del trabajo. Los requisitos básicos para avanzar en este camino son dos. El primero es la descomplejización de la estructura productiva. Una muestra de que tal cosa ya sucede desde diciembre de 2015 se encuentra en que el empleo industrial cae mes a mes. Decisiones como la apertura importadora y el acuerdo Mercosur–Unión Europea, del que jamás se explicaron los beneficios presuntos, refuerzan el proceso. De modo sintético el objetivo es lograr que la base productiva se concentre en el agro y sus manufacturas derivadas y en las commodities industriales, como los productos de las industrias metálicas básicas. Es el mundo gobernado, en la esfera del capital, por las grandes firmas exportadoras del agro, las biotecnológicas, por empresas como Arcor, Techint o Aluar, asociadas a su vez con el “gran conductor” del capitalismo contemporáneo, las finanzas globales. Estas firmas trabajan en conjunto y en comunidad de objetivos con el millar de multinacionales que conducen de hecho la economía mundial. El dato central es que en el presente no existen tensiones intracapitalistas sobre la definición del modelo económico. El objetivo es claro, un mundo que ofrezca la menor resistencia posible a la libre circulación de capitales y de mercancías y en el que los países periféricos no cuestionen su lugar en la división internacional del trabajo y acepten un modelo de desarrollo dependiente. El segundo requisito es el cambio de las reglas que definen el mundo del trabajo, que ya en la segunda etapa del actual gobierno, se expresará en la reforma laboral. Su objetivo no es otro que el de la vieja flexibilización, cuya última aparición fue en el año 2000 con la tristemente célebre Ley Banelco. El proyecto no puede considerarse separado de las reformas previsional y fiscal. La reforma previsional significa, vía el cambio en la fórmula de actualización, una potente transferencia presupuestaria desde los jubilados a otros usos, entre ellos al fondo del conurbano bonaerense, un recurso que se considera clave para una eventual reelección de la fuerza gobernante. Al mismo tiempo, la reforma laboral eliminará los aportes patronales a los salarios hasta un tope en principio de 12.000 pesos. Es decir, se desfinanciará a la Anses, un círculo vicioso para trabajadores pasivos y destinatarios de ayuda social, además de un agujero en las cuentas públicas. La medida presenta un segundo resultado tácito, impondrá un tope salarial, ya que superar la barrera liberada de aportes significará un alto costo para el empleador: comenzar a pagar aportes. La opción sería pagar un plus en negro, lo que se supone la nueva legislación busca combatir. En sus propios términos, entonces, el gobierno avanza con “gradualismo” hacia un nuevo régimen económico cuyo objetivo es reducir la participación del salario en la distribución funcional del ingreso. El capital, que ahora gobierna sin mayores mediaciones políticas, aprendió de sus errores y sabe que el avance que se propone debe compatibilizarse con la resistencia social a la que podría generar. La complejización preexistente de la estructura productiva también complejizó la estructura de clases asociada, clases que, a priori, no serían tan fáciles de doblegar. Sin embargo, todo sería posible con el gradualismo suficiente. El economista sraffiano Fabio Petri, profesor de la Universidad de Siena, explica los procesos de pérdida de ingresos de los trabajadores con el siguiente ejemplo: “imagínese irónicamente –decía– que una clase de invasores imponen a toda la población el estilo de vida de las personas sin hogar. Sucederá que la gran mayoría no estará dispuesta a reducir su estilo de vida. Si para un desamparado sin hogar su estado es el resultado de un lento proceso de degradación, para la gente normal una fuerte caída en el nivel de vida es simplemente insoportable”. Nótese que lo que media entre la situación del desamparado y la “gente normal” es el tiempo transcurrido. Si Cambiemos consigue tiempo, si no trata de cambiar las condiciones de vida de los trabajadores de un día para otro, podría lograr el objetivo de cambiar el patrón de distribución del ingreso heredado de los regímenes nacional–populares. En caso contrario podría ocurrir la segunda consideración de Petri: “hay un nivel de consumo por debajo del cual no vale la pena vivir, y por defenderse de caer en él vale la pena poner en peligro la vida”. Hoy parece mucho, pero el desenlace de la puja distributiva siempre es incierto. Dado este componente de incertidumbre la Alianza gobernante decidió enviar señales claras a sus contrincantes. No sólo regulará la velocidad de las transformaciones para que la población se acostumbre al cambio, sino

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Un semillero de desgracias sangrientas

Fuente: Ricardo Ragendorfer | TiempoAr Fecha: 02 de DIC 2017 La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, demoró 36 horas en esgrimir una explicación sobre el asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel, baleado por la Prefectura. Y sus palabras fueron en realidad una declaración de principios: el Poder Ejecutivo «no tiene que probar lo que hace una fuerza de seguridad». ¿Acaso fue un exabrupto? Todo indica que no. Porque semejante tesitura fue apuntalada por prestigiosas voces; entre estas, la de Mauricio Macri («Hay que volver a la época en que la voz de alto significaba entregarse»); la de Gabriela Michetti («El beneficio de la duda siempre lo tienen las fuerzas de seguridad»); la del ministro de Justicia, Germán Garavano («La violación de las leyes va a tener consecuencias») y la del diputado del PRO Waldo Wolff («Se debería tomar medidas contra el juez si no actúa»). A modo de remate, «La Piba» –tal como sus allegados aún llaman a esa señora de 62 años– hasta suscribió una resolución para que los uniformados «no obedezcan órdenes de los jueces si consideran que no son legales», lo que sin duda será un semillero de sangrientas desgracias. ¿Se podría suponer que esa fue una iniciativa de su propio cuño o una medida debidamente consensuada en las más altas esferas del poder? Alguna vez se sabrá en qué despacho oficial –y con qué funcionarios– fue ideada y pulida tal «doctrina» que legitima, entre otras peligrosidades, el pogrom contra los pueblos originarios. El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, otro alfil de tal política, expresó en un comunicado el disgusto gubernamental ante la realización de una mesa de diálogo con representantes de la comunidad Lafken Winkul Mapu, ya que ello hizo que el juez federal de Bariloche, Gustavo Villanueva, frenara la represión. Lo cierto es que aquella circunstancia también causó un cisma entre él y la Bullrich, su –hasta entonces– socia en el asunto. Por tal motivo, en relación al crimen de Rafael, ella soltó: «Es el juez quien debería buscar pruebas, y ya está perdiendo bastantes días». Un encono injusto hacia el hombre que obedeció con suma docilidad los dictados segregacionistas del Poder Ejecutivo. De hecho, fue Villanueva quien llevó a juicio –para su extradición a Chile– al lonko Facundo Jonas Huala en base a testimonios obtenidos bajo tortura. Fue también Villanueva –quien tras la anulación de ese proceso– ordenó otra vez su detención una hora después de que el Presidente, de visita oficial en el país trasandino, recibiera un pedido al respecto de la mandataria anfitriona, Michelle Bachelet. Y su último servicio a la causa civilizatoria ocurrió el 23 de noviembre, cuando dispuso desalojar del lago Mascardi a 30 personas con una task force compuesta por 400 efectivos de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal. La faena fue bestial; entre los detenidos hubo niños de uno a cuatro años cuyas muñecas fueron precintadas. Algunos pobladores lograron huir al monte. Entre ellos estaba Rafael. Ahora es casi un chiste que ese sujeto deba esclarecer su muerte. Ya se sabe que en el sur el vínculo entre los magistrados y el gobierno tiene tales dobleces. Y el juez Guido Otranto es un ejemplo de ello. Ese sujeto fue el garante de la impunidad en la causa Maldonado. Pero su exagerado empeño tiñó de impudicia el sano ejercicio de la «posverdad» judicial. Y fue apartado por un simple tecnicismo: «temor de imparcialidad». Así llegó la hora del juez Gustavo Lleral, quien descomprimió esa penumbra. ¿Había que cambiar algo para que nada cambie? Así al parecer lo había interpretado el presidente de la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, Javier Leal de Ibarra. Aquel hombre –nada menos que el vicario patagónico de Ricardo Lorenzetti– fue el bastonero de dicho enroque. Y ahora la pesquisa bailotea en un limbo procesal. La investigación por la muerte de Rafael va hacia el mismo camino. El juez, basándose en «rumores surgidos en las redes sociales», acaba de aplazar la inspección en el lugar de la muerte. Y por falta de materiales no se tomaron muestras para determinar la presencia de pólvora en manos de los prefectos. El doctor Villanueva no tardó en aprender la lección.

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Supermiércoles

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 02 DIC 2017 El remolino de interrogantes que dejó el hundimiento del ARA San Juan funciona como metáfora del país. La Armada anunció que ya no se buscarán sobrevivientes y no hubo una declaración, un gesto mínimo presidencial hasta que en el Gobierno se dieron cuenta del malestar que produjo esa falta de sensibilidad. El mismo día del anuncio de la Armada, Mauricio Macri habló al asumir como presidente in pectore del G-20: “Nos sumamos a un diálogo global sin alzar la voz enojados” dijo, al tiempo que el derechista Financial Times se sorprendía por el autoritarismo reflejado en la decisión del gobierno argentino de impedir el ingreso al país a más de 60 representantes de ONG’s internacionales que normalmente participan en estas reuniones. Una súpersemana con un supermiércoles. El Senado aprobó las reformas a pesar de la masiva marcha que expresó su repudio en la puerta del Congreso. Sin asumir, Cristina Kirchner había jurado como senadora pocos minutos antes. Los legisladores que la siguen, votaron en contra. Y pocos minutos después en Comodoro Py hubo profusión de perpetuas para los criminales del GT de la ESMA. Un supermiércoles en una supersemana donde pese a que siguen los juicios a los represores, el gobierno se cansó de usar los mismos argumentos que ellos para justificar el crimen de Rafael Nahuel. Una semana donde el gobierno desconoció una exigencia irrevocable de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, contraviniendo así lo establecido en la Constitución. Y Milagro Sala compareció en otro juicio absurdo y les gritó a los jueces que ya tenían la condena escrita por el gobernador Gerardo Morales, una verdad más grande que una casa. La desaparición del ARA San Juan con sus 44 tripulantes a bordo proyecta la gran sombra de una tragedia que interpela al gobierno, deriva sobre recortes y ajustes, sobre las consideraciones de lo que se gasta y sobre su sensibilidad frente al drama de seres humanos. Como un cuerpo desaparecido, su hallazgo daría algunas respuestas. Pero no aparece, y la perspectiva de que eso suceda son mínimas. Millones de jubilados aparecen como las víctimas de otro hundimiento social aprobado en un Senado con restos del naufragio del peronismo en las urnas y manos levantadas. Los senadores radicales, los del PRO y los peronistas que responden al senador Miguel Angel Pichetto levantaron la mano para empezar a hundir a los jubilados. Después Pichetto reconoció que les había tocado “la ingrata tarea”, manos levantadas para desfinanciar a los jubilados, sacarles impuestos a los ricos y recortarles consumo a los sectores medios y bajos. En la puerta del Congreso, decenas de miles de trabajadores expresaban su indignación ese miércoles. No era una protesta resignada, ni serena. Había indignación, había enojo con los legisladores que votarían en el recinto. Cada una de las reformas, laboral, provisional, impositiva y fiscal implica un ajuste a sus bolsillos, un recorte a sus derechos, un deterioro en su futuro. No estaba toda la CGT. Una parte optó por una vía más conciliadora. Pero los que convocaban, por lo menos en cuanto a su composición, expresaban a los mismos sectores que se opusieron a las reformas laborales del menemismo y la Alianza. Las CTA, la izquierda, los movimientos sociales y los gremios combativos que en su momento agrupó el MTA. Los unieron nuevamente las políticas neoliberales cuya esencia se define por una brusca transferencia de recursos de los trabajadores hacia los sectores concentrados de la economía. Otra vez la calle, las mismas identidades, los mismos problemas. Para los que estaban en la calle y los que serán afectados por estas reformas, hubo un cambio con Macri, pero no fue para adelante, sino para atrás. Los escenarios parecen salidos de una máquina del tiempo, el vértigo de “esto ya lo vi” agrega un dramatismo sin tiempo, el de las calamidades que nunca quedan atrás y siempre vuelven. Este retorno vertiginoso al pasado resultó desconcertante por la efectividad inesperada del impacto cultural arrasador de la derecha sobre la sociedad. Antes del retroceso económico se produjo un brutal retroceso cultural que no se explica sólo por errores y limitaciones del kirchnerismo sino fundamentalmente por el intenso bombardeo mediático y la mesa inclinada de un sistema donde el mapa de medios concentrados y un poder judicial feudal, siempre favorecen a los poderosos. De lo que menos se trata en esa maquinaria cultural de la derecha es de la lucha contra la corrupción, el centro está puesto en el rechazo de cualquier política solidaria. La denuncia de la corrupción es una excusa, una palanca que deriva hacia la otra idea que busca destruir el fundamento de una sociedad solidaria, desprestigiar y difamar como mentirosas y demagógicas a las políticas de distribución del ingreso y ampliación de derechos. La reivindicación del republicanismo y la independencia de la justicia también es otra excusa que no respetan, como lo demostró Milagro Sala al hablar el jueves en el juicio absurdo por la causa de las bombachas. Cuando entró a la sala denunció a los jueces: la condena ya está decidida en la gobernación. “Peleen ustedes por sus derechos, los periodistas, tengan independencia, no se dejen llevar por Gerardo Morales, que no va a estar gobernando toda la vida, tengan dignidad, defiendan al país, a ustedes los periodistas los usan para que hablen mal de mí, dos años diciendo a los jujeños que soy la peor basura de Jujuy” dijo. Eso fue el jueves, el martes había llegado el exhorto de la CIDH para que devuelvan a Milagro a su domicilio. Pese a que los pactos internacionales, como el que administra la CIDH, están reconocidos en la Constitución, el gobierno argentino y el jujeño lo ignoran olímpicamente, lo cual es un fuerte retroceso también en los derechos humanos. Milagro se solidarizó con los trabajadores que rechazaron la reforma laboral y gritó “¡Basta de matar a los hermanos mapuches, peleen por sus tierras!” Puso la mira fuera del tribunal, le dio a ese cuadro espesor y

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Corrupción y obra pública

Fuente: José Massoni* | Horizontes del Sur Fecha: 30 de NOV 2017 Por estos días, los medios de información y propaganda llegaron ya al borde del monopolio de formación de sentido y difunden mentiras sistemáticas para aniquilar la oposición efectiva, mientras el gobierno asfixia económicamente a los muy pocos que restan, añadiendo muertes mapuches, amenazas explícitas y encubiertas, despidos, cierres de agencias y, si es necesario, causas penales construidas por sus agentes de servicios judiciales, tanto jueces como fiscales. A dos años de gobierno sin resultados positivos, ni a la vista, se oye de votantes del macrismo que “no están saliendo bien las cosas… ¡es que se llevaron todo!” mientras los bombardean con fotos de Boudou, De Vido y Milagro Sala detenidos, cuando en ninguna academia de derecho del mundo occidental se podrá encontrar una sola opinión que avale esas decisiones, ni aún si por el principio de equidad se pusiera en prisión –por hallarse en las mismas condiciones procesales- al Presidente y a todos sus ministros. Veamos en perspectiva el cuadro argentino. Nuestro país estuvo siempre dentro del sistema de producción capitalista, no se inscribió en otro, ni un día. Es verdad que en cualquier sistema aparece corrupción. Pero en el capitalismo la corrupción es inherente a su funcionamiento: el meollo creador es la apropiación privada de la producción colectiva, el mayor valor surge de la parte no pagada –apropiada– del trabajo vivo de los asalariados de cualquier calidad o categoría intelectual: hoy como siempre, para los patrones el salario es un “costo” y pugnan por bajarlos y aumentar la explotación para aumentar sus ganancias particulares. Ese origen genera egoísmo individualista, entronización del dinero como sinónimo de éxito, crea categorías morales acordes y a partir de allí múltiples formas de corrupción en el literal sentido de pervertido, vicioso, venal. En el estricto plano de lo vulgarmente llamado corrupción, las empresas consideran el delito de cohecho una inversión que puede ser necesaria para desplazar competidores. Hasta hace poco en países de la Unión Europea se deducía de impuestos lo “invertido” en sobornos en el extranjero. En nuestra patria, siempre capitalista, siempre (y en todos los gobiernos) se cometió algún acto de corrupción, en imprescindible colusión de personas privadas y funcionarios públicos. Sobre la cuestión, en “Los orígenes del derrumbamiento ético argentino”, más específicamente en el capítulo III titulado el “Estado de la corrupción en la Argentina y el mundo”1 traté de explicar el aumento cuantitativo enorme que aconteció en la dictadura cívico-militar de 1976 y en la década de los 90´ porque –dejando a un lado los crímenes de lesa humanidad- en el plano económico las privatizaciones de las empresas estatales en los países emergentes implican, además de coimas sin parangón por los valores en juego, la pérdida del patrimonio social, como bien lo explica Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, director del Banco Mundial y asesor de Bill Clinton, en “Como hacer para que funcione la globalización”2. Luego vinieron los que “se robaron todo”, que tomaron un país en 2003 con 100 mil millones de dólares de PBI y lo dejaron en 2015 con 600 mil millones de PBI, logrado en minoría de poder, dentro de los marcos de la institucionalidad democrática y aún mejorándola. Pero además de ese crecimiento del país sin precedentes históricos, también hubo denuncias de corrupción. Aparecida la del caso Skanska -constructora sueca- Néstor Kirchner expulsó del gobierno al día siguiente a los dos funcionarios mencionados en ella y se tramitaron dos causas –una penal federal, otra penal económico- que por el lado privado argentino involucraba a Techint; luego de una pericia de los expertos de la Corte Suprema, por sus conclusiones la Cámara Federal revocó los procesamientos que se habían dictado en primera instancia. En 2016, la sala IV de la Cámara de Casación -la misma que dictó la jurídicamente inicua confirmación de una condena a Milagro Sala- dio vuelta la causa Skanska como una media (contrariando sin vergüenza jurisprudencia pacífica de décadas) y le ordenó al juez de primera instancia que actuara rápidamente, lo que éste prestamente hizo procesando, entre otros, al que el gobierno quería, este es, a Julio De Vido. Se apagaron ya los ruidos que hizo en su momento “el valijero” Antonini Wilson: nuestro país insistió tenazmente para lograr su extradición pero Estados Unidos, donde había sido detenido, la negó, porque, curiosamente, era un colaborador del FBI. Se investigó nada menos que a la ministra de Economía Felisa Miceli por el hallazgo de dinero en su escritorio y, ya renunciada, se la condenó en fallo firme por resolución de la Corte Suprema de abril de 2015. Una denuncia contra la ministra de Defensa Nilda Garré por venta de armas a una firma norteamericana fue sacada del ojo público cuando se comprobó que nada delictuoso había ocurrido. La fenomenal operación mediática por “la embajada paralela” en Venezuela, que apuntaba tanto a los Kirchner como a Chávez, también originó investigaciones, pero corrió el mismo destino cuando se comprobó que todo eran mentiras. Se juzgó y condenó a empresarios supuestos amigos del gobierno, directivos de Southern Winds. Se procesó por dádivas y enriquecimiento ilícito al secretario de transportes Ricardo Jaime, al borde de juicio oral por esas causas. Los medios periodísticos dejaron de interesarse por Ulloa y Albistur, tampoco se investigaron hechos oscuros que involucraron a Marcelo Midlin y Eduardo Elsztain, actuales apoyos empresarios y beneficiarios del macrismo. Sólo he mencionado algunos de los casos que trata el libro citado, pero todos ellos y la experiencia viva en la Oficina Anticorrupción me permitieron afirmar que “a nivel de los actos de corrupción conocidos o sospechosos con verosimilitud, pretender que prolifera la corrupción en los actos de gobierno [kirchnerista] en igual medida o mayor que en la época menemista, es una falsedad enorme”, destacando la diferencia cualitativa de que ya en 2006, el comienzo de la investigación del caso Skanska se debió a una denuncia de la AFIP, organismo del Poder Ejecutivo3. Desde diciembre de 2015 hemos vuelto al mundo. Lo que significa

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Comodoro Py prepara la Navidad

Fuente: Raúl Kollmann | Página 12 Fecha: 03 DIC 2017 Todo indica que el comité de Cambiemos con sede en los tribunales de Comodoro Py prepara una estruendosa fiesta de fin de año de procesamientos. Todos apuntados directa o indirectamente sólo al gobierno anterior y en especial a Cristina Fernández de Kirchner. En los próximos días o semanas vendrán los procesamientos por el Memorándum de Entendimiento con Irán, por la muerte del fiscal Alberto Nisman, por la causa Hotesur y por enriquecimiento ilícito contra Amado Boudou. Y seguirán las presiones para que la ex mandataria sea citada lo más posible a Tribunales. La tragedia del ARA San Juan postergó alguno de los fallos. Es público y notorio que los magistrados juegan las cartas del impacto político de sus fallos, pero eso se hizo difícil en tiempos en que el país vive la conmoción por la pérdida del submarino y sus tripulantes. No obstante, la espera tiene límites y, desde esta semana, preparan la andanada contra la anterior administración. Nisman I Hay un fallo inminente –se menciona este lunes o martes– y es el del procesamiento de Cristina Fernández de Kirchner, Héctor Timerman y un conglomerado de dirigentes políticos por el Memorándum. Entre los imputados están Oscar Parrilli, Juan Martín Mena, Carlos Zanini, Andrés Larroque, Luis D’Elía, Fernando Esteche, el referente chiita en la Argentina Jorge Khalil y un supuesto espía, Alan Bogado, ahora sospechosamente cercano al gobierno de Cambiemos. Los trascendidos indican que hay un texto de 400 páginas listo para la firma y que Claudio Bonadio lo está corrigiendo. Es indudable que habrá procesamientos pero hay que ver en qué condiciones y por qué delitos. En Comodoro Py afirman que el juez dirá, en principio, que se trató de un encubrimiento porque supuestamente el texto del Memorándum favorecía a los iraníes. Sin embargo, dado que el escrito considera que los dos atentados fueron “actos de guerra”, la firma del tratado implicó, según esa teoría, una traición a la patria. Lo llamativo es que ni el fiscal Alberto Nisman ni el juez que investiga los atentados, Rodolfo Canicoba Corral, consideraron nunca las bombas en la AMIA y la Embajada de Israel como actos de guerra ni le pidieron al Congreso o al Ejecutivo que los evalúe de esa manera. Por supuesto nunca hubo ninguna declaración de guerra contra Irán, que es lo que formalmente hubiera sido necesario para que exista la traición a la patria. Los hechos muestran que no hubo ningún efecto real del acuerdo con Irán, ya que ni se levantaron las alertas rojas, ni hubo cambio de petróleo por granos, ni se armó ninguna pista alternativa a la que apuntó contra Irán. El ex secretario general de Interpol, el norteamericano Ronald Noble, fue categórico al afirmar que el gobierno argentino no hizo ninguna gestión para levantar las alertas rojas. A esto hay que agregar que el tratado fue votado por Diputados y Senadores. Por otra parte, la evidencia es que el Memorándum no fue favorable a Irán, algo que se demuestra con el hecho de que Irán no quiso convalidarlo. No lo hizo ni su parlamento, ni el gobierno de Teherán. Eso quedó patentizado en que nunca se hizo la entrega de las llamadas cartas reversales, es decir de aceptación. Una de las novedades del fallo sería que no va a precisar en qué se iba a beneficiar el gobierno de CFK con el acuerdo pero hablará de que se buscó “normalizar las relaciones”. La jugada apunta a no descalificar a Nisman en la cuestión de petróleo por granos –intercambio que nunca ocurrió– y para eso citará una vieja historia de las derechas norteamericanas e israelí, difundida inicialmente a través de la revista brasileña Veja. Según ese relato, funcionarios vinculados a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) proveyeron a Irán de material nuclear y a cambio hubo transferencias de fuertes sumas de dinero. Todo se habría hecho con la intermediación de Venezuela, para lo que se cuenta con supuestas declaraciones de custodios no identificados de Hugo Chávez y de ex ministros, tampoco identificados, todos ahora en Miami. En el paquete de esta historieta entrarían incluso los 700.000 dólares que se le encontraron, cuando intentó entrar al país, al venezolano-norteamericano Guido Alejandro Antonini Wilson, amparado por Estados Unidos. El supuesto espía Bogado –ahora con la camiseta de Cambiemos– habría hecho su aporte. Expertos consultados por este diario coincidieron en que es imposible mover ningún material nuclear, menos todavía a Irán, sin la detección de las grandes potencias, empezando por Estados Unidos, pero también Rusia, China y en esa zona, Israel o Arabia Saudita. Aún así, el fallo le daría entidad a la versión mencionándola en el texto. Nisman II Esta semana vencerían los plazos para que el juez Julián Ercolini resuelva en la causa en la que se investiga la muerte de Alberto Nisman. El magistrado indagó al informático Diego Lagomarsino, a quien imputó como cómplice de homicidio tras la pericia de Gendarmería que sostuvo que a Nisman lo mataron. El técnico reiteró en su declaración lo mismo que viene diciendo desde el primer día: que le prestó el arma al fiscal porque éste le mintió diciéndole que necesitaba la pistola para defender a sus hijas. Ercolini terminó de indagar el 22 de noviembre a los custodios de Nisman, quienes también ratificaron su versión inicial. En especial interesaba el custodio más antiguo del fiscal, Rubén Benítez, quien también repitió que Nisman le pidió un arma y que le formuló el mismo argumento que a Lagomarsino: que necesitaba el arma para defender a sus hijas. Tanto Benítez como Lagomarsino declararon que no sabían que las hijas seguían en Europa con la madre, la jueza Sandra Arroyo Salgado. La novedad es que el abogado Pablo Lanusse presentó un escrito de doce páginas en el que dice que la muerte de Nisman no se puede investigar al margen de la denuncia que el fiscal presentó contra Kirchner por el Memorándum. Lanusse, sin aportar un solo dato concreto, esboza un

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