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Un paso adelante, con mandatos

Fuente: Mario Wainfeld | Página 12 Fecha: 07 de ABRIL 2017 La huelga general fue contundente, tuvo acatamiento masivo, resultó un éxito de acuerdo a sus premisas. Es muy difícil discernir cifras de apoyo y ausentismo: son siempre motivo de disputa y sin duda varían según ciudades, regiones o ramas de actividad. El oficialismo, como cualquier gobierno en estos trances, clama que la adhesión de los gremios de transporte desnaturaliza la cuenta, es una especie de gol con la mano marcado por alguien que no es Diego Maradona. El argumento es trillado y baladí: aquí o en la Cochinchina el transporte es crucial para configurar una medida de fuerza. Las multitudinarias y plurales manifestaciones de marzo sirven para comprender el contexto, de creciente crítica o hasta rechazo al Gobierno. El presidente Mauricio Macri está a días de cumplir un tercio de su mandato. Le queda un largo trecho por recorrer pero se conocen, desde hace rato, el rumbo y los lineamientos de su modelo. Los ganadores son un puñado de actividades: sectores concentrados del agro, minería, bancos y especuladores financieros… y empiece a parar de contar. Correlativamente, los perdedores son los trabajadores (los informales en mayor medida), la actividad industrial, en especial la ligada al consumo interno, el pequeño comercio. Posiblemente una amplia mayoría de los argentinos, claro que no todos. La Confederación General del Trabajo (CGT) comprobó que es la máxima central de la Argentina, la única que puede congregar en su derredor una protesta de esta magnitud. El triunviro Héctor Daer lo resaltó, criticando (con inusual delicadeza) a quienes optaron por otras modalidades de protesta. Ocurre que la “unidad en la acción” no equivale a conducir al conjunto, lo que se verificó en los cortes de calles y rutas promovidos por la izquierda, en la conferencia de prensa por separado de las dos CTA, en insinuaciones sobre acciones futuras. El oficialismo puede negar la contundencia del paro y su congruencia con el contexto social. Sin embargo, sobran indicadores que concuerdan con el diagnóstico. Solo un necio podría soslayarlos. En el oficialismo los hay, en especial en las primeras líneas. —- Señalemos algunas muestras que no emanan del universo de los huelguistas. Son recientes, acudimos a ellas para no repetir el torrente reseñado en columnas anteriores. La Cámara de Industriales Panaderos de la Ciudad de Buenos Aires solicitó que “se terminen los abusos que se están cometiendo con las tarifas de luz, gas y agua por parte de las empresas que prestan los servicios a las panaderías”. Denunció “aumentos indiscriminados que superan entre un 100 y un 200 por ciento de un mes al otro”. También que “un alto porcentaje de las facturas llegan vencidas” Los cierres de panaderías, explican los empresarios del rubro, se repiten cotidianamente. La Federación Industrial de Santa Fe evalúa que “en febrero de 2017 se padeció una nueva y acentuada caída de la actividad de un 8,2 por ciento respecto del mismo mes de 2016. Reseñan ramas de actividad damnificadas “producción de acero, industria textil y alimentaria, edición e impresión, madera y muebles, carne bovina, diversos productos de metal y la producción automotriz, entre otros”. El cuadro es similar al de otras provincias. Los índices oficiales comprueban que se utiliza el 60 por ciento de la capacidad instalada. Un síntoma del desmantelamiento del aparato productivo, que no cesa. Muchas protestas “pequeñas” se realizan en las empresas o fábricas que cierran sus puertas, suspenden o despiden. Son menos espectaculares que las marchas del mes pasado o que el paro general pero igualmente sintomáticas. —- Las cámaras de TV y la narrativa oficial se focalizaron en pocos piquetes realizados en zona metropolitana. Su discurso, con honrosas excepciones, ensalzó la actitud represiva de las fuerzas de seguridad. La izquierda radical ejercitó autonomía y se diferenció de la CGT. Fueron ilustrativas algunas escenas de piquetes: manifestantes cara a cara de una horda de Robocops, a medio metro o menos. Con los rostros visibles, demostraron temple y organización. Hay que tenerlos para no “sacarse” frente a la sobreactuación policial y para no permitir que se infiltraran provocadores. La metodología, como todas, es discutible pero había ahí orden, militancia, convicciones. Las fuerzas de Seguridad terminaron dando rienda suelta a su idiosincrasia, reprimiendo. Los episodios se suman a otros más brutales y recientes cometidos por la Policía Bonaerense. Dejar esposada a una menor durante horas, agredir a mujeres y chicos, causando la pérdida de un embarazo a una ciudadana. Los líderes de la CGT rezongaron por la centralidad que los medios confirieron a dichos piquetes, por sobre la generalidad mucho más vasta. Se embroncan porque “roban cámara”. Es así, nomás. Hay un interés convergente de los medios y esos manifestantes que no implica, para nada una alianza de intereses, dato que conviene diferenciar. — Las dos CTA optaron por una praxis diferente, una tercera posición, por así decir. Renunciaron a la acción callejera ayer pero persistieron en convocar una Marcha Federal antes de fin de mes. Calibraron que este jueves convenía un clima tranqui pero no quisieron quedar pendientes de los ritmos, sin duda más cansinos, de la CGT. —- Como los surtidos precedentes de marzo ayer se (con)vivió un día muy pacífico, en todo el territorio nacional ejercitando un derecho democrático. Los contados lunares los produjeron “las fuerzas del orden”. La CGT demostró su poder relativo, con unidad y organización (por usar el vocabulario caro a la tradición peronista). Sus dirigentes salen fortalecidos, legitimados en su terreno. También condicionados por su mandato, por sus propias palabras, por los signos inequívocos que emiten las bases. No consiguieron capitalizar plenamente el acto del 7 de marzo, ayer tampoco se quedaron con todo el rédito. Les es arduo sumar en la diversidad, con compañeros de ruta que les desconfían y proponen alternativas. El futuro cercano de la CGT, más allá de relatos, se desarrollará en el terreno gremial-institucional. En las paritarias, en las que (da la impresión) los dirigentes se han atado al mástil o quemado las naves. Nada es definitivo ni

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Sé vos

Fuente: Martín Rodríguez* Fecha: 02 de ABRIL 2017 La clave para construir un anti macrismo lúcido es no ser lo que el macrismo se representa que sos. Para no hacer, como llama Pablo Touzon, “resistencia infinita”. Un gobierno que se recuesta sobre su polarización es un gobierno que se corre del “centro” y abre una oportunidad para ser aprovechada. Vayamos por partes a decir algo sobre lo obvio. Las comparaciones autoconscientes y manifiestas entre las plazas. Lo que los manifestantes dicen y reafirman de sí y de los otros. Las dividimos en dos: las plazas de izquierda/peronistas y las plazas republicanas. ¿Qué se discute superficialmente en torno a ellas? Su organización: cómo se llega, qué se come, cómo se presentan en escena. En general ese corte de cómo se llega lo subrayan los republicanos: dicen que los otros llegan en colectivo, mientras ellos llegan solos, en auto, en transporte público. Sin estigmas podemos decir que la primera sociología de una marcha nace efectivamente de ahí: de cómo y de dónde llegan los que llegan a la plaza. ¿Cómo se llega a una plaza? Estamos hablando de clases sociales. Otro tip republicano es la división entre organizados y espontáneos. Otorgando a “lo organizado” una sola interpretación: se trataría de manadas de personas arrastradas por punteros que les pagan y alimentan para que vayan. No entra un solo matiz. Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que un matiz por el ojo del manifestante. TN hizo su cobertura preventiva (hasta que comprobó que había gente) y abrió el micrófono con ese riesgo enorme: ¿qué dicen las personas que van? En muchos casos confirman nuestros prejuicios calentitos. Pero otros dicen sus cosas: sus dolores y sus miedos. Había mucho de inseguridad y hartazgo con el paro docente. Es decir: madres y padres que envían sus hijos a la escuela pública. La figura de la noche: Vidal. La insistencia del cronista era histórica: se basaba en destacar la falta de contenido político que cada uno de los manifestantes desmentía con el contenido político de su mensaje. Se puede decir que: hay organización y espontaneidad en cada plaza, amén de las distintas tecnologías de esa “organización”. Dicho rápido: las plazas kirchneristas siempre estuvieron pobladas por familias, parejas y grupos de amigos que llegan en transporte público, “sueltos”. En un gran cronista de plazas como Mario Wainfeld, se puede hallar la descripción de ese detalle. (Y se trata de un peronista.) Los dos materiales del estigma (“colectivos y choripanes”) conforman más bien un subrayado en disputa que revive los prejuicios anti peronistas y monta en el propio peronismo un riesgo: sólo funcionar en espejo. ¿Así que odian el chori? Entonces viva el chori (el concepto goriperonismo de Pablo Touzon, hacer un peronismo afirmado sobre lo que los anti peronistas dicen que es). El gobierno atacó con tarifazos a las capas medias, dañó la moral de la ciencia argentina, redujo presupuestos universitarios… ¿estamos seguros que tiene sólo un inconveniente con los pobres? Insisto: el problema entonces es… construirse en espejo. Y construirse en espejo tiene un problema: quién empieza el movimiento del espejo. Es el huevo y la gallina. Ayer se pudo ver que un grueso de la manifestación eran personas que probablemente hayan sido mortificadas por medidas macristas (Aranguren) pero que adhieren a este gobierno porque son OPOSICIÓN DE LA OPOSICIÓN. Sobre ese error se basó el cristinismo en su fase final de gobierno. Ayer fue una marcha de la oposición de la oposición, en esa especie de “día de la marmota” del señor Leuco (un gobernado mental por Cristina). A su modo, y en buenos términos, también sus bases le cantaron a Macri “¡poné la fecha!”, ya que le impusieron, como dice Alejandro Sehtman, un liderazgo intenso que rechaza. Y le pusieron palabras en la boca de un modo tan literal que en el video de saludo Macri fue obediente: dijo choripanes y dijo colectivos. Le dijeron: sos nuestro jefe. El colmo del momento paradójico (lo que mi amigo Santiago Diehl me explicó alguna vez bajo el concepto de “doble vínculo”) es el trato de los medios y el gobierno a los manifestantes: les dieron la orden de ser espontáneos. “Sé espontáneo”, parecía decirle cada cronista al vecino que abría la boca en su micrófono. Pero sigamos. La mente en espejo funciona así: si TN valora sólo lo espontáneo, entonces debemos valorar sólo lo organizado. Hay un derecho en juego: no sos lo que el otro dice que sos ni aunque lo resignifiques. Cada uno es lo que quiere ser. Contra el discurso presidencial del chori no se sale sólo con un “¡viva el chori!”. Esta idea sobrevalorada de que todo lo ponemos bajo el paraguas de lo organizado es falsa. Peronistas: el 17 de octubre combinó las dos cosas. Sandra Russo en la primera convocatoria del Facebook de 678, en el viejo 2010, entrevistada en una plaza inesperadamente llena, dijo la palabra maldita, dijo: espontáneos. Dijo y se desdijo. Dijo y se sintió extrañada (“¿la dije?”) y la tomó de las alas como a una mariposa que se le escapó de la boca, y laguneó un poco, reponiendo el contraste tranquilizador: nosotros organizamos. ¿Por qué negar que ese valor también subyace debajo de la valorización de “lo político”? Una cosa necesita de la otra. Otra posible forma de ver la división es entre “politizados” y “apolíticos”; si lo pensamos a través de los usos de la plaza pública. Digamos: en los protocolos de esa “ocupación”. Si una marcha politizada está llena de banderas particulares (agrupaciones, partidos, sindicatos, movimientos sociales, centro de estudiantes), la de los apolíticos apela a una sola bandera (la nacional), como si sólo fuera posible expresarse a través de la máxima abstracción universal de la bandera celeste y blanca (cada vez más celeste, cada vez más blanca), ya que lo contrario sería político. Una república universal que se siente amenazada por las partes. Sociedad y Estado versus política. Un partido político (PRO) celebrando una marcha

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De las plazas a las urnas

Autor: Horacio González / Nuestras Voces 26 de Marzo de 2017 En pocos meses más habrá elecciones y ahora ya contamos con el piso existencial y humano expresado por las últimas concentraciones multitudinarias que no obstante, se hallan segmentadas por distintas identidades y preferencias políticas y sindicales. De allí debe salir un gran Frente aunque no de cualquier manera: debe ser preciso y fijar sus objetivos reparadores sin las glosas y pie de páginas provenientes de la costumbrista zona de ambigüedades de tantos agentes políticos a la caza y a la pesca. Nadie puede prever cómo se expandirán y resolverán las tensiones que han surgido a la luz en la últimas manifestaciones, donde más de un millón y medio de personas salieron a la calle a disputarle al gobierno lo que de un modo más genérico, al límite de lo que ya no puede más tolerarse, llamaríamos el sentido de las cosas. Pero las cosas son la historia, su marcha general en la conciencia colectiva con sus obvios desgarramientos, y la vida popular emancipada, que tendrá que sacudirse los punzones de hierro clavados por especialistas inquisidores, lo que hace decir a una parte de la porción más castigada de la población que “se robaron todo”. Frase no impenetrable pero que aún se escucha sobre el gobierno anterior, a la que hay que visitar con otra pedagogía, otras marchas, otras interpretaciones de lo sucedido y por suceder, más la explicación que sumen las lecciones implícitas y duras que asesta la gran catedrática que nunca descansa, “ella, la más cruda realidad”. Esta marcha por el aniversario del golpe del 76 –un importante punto de coincidencia de todas las fuerzas populares que al mismo tiempo mantienen fuertes diferencias entre sí–, es el clivaje mayor de debates en el cuerpo heredado de interpretaciones sobre la historia colectiva. Toda la década del 70 está en discusión, sobre todo la cuestión de los derechos humanos, ante la cual el gobierno comenzó con una avanzada de desmontaje que condensa lo que desde hace tiempo dicen los editoriales de La Nación y Clarín o la señora Fernández Meijide, y demás testimonios de un proyecto integral de revisión del lenguaje con el que se estableció un horizonte inestable pero duradero de enjuiciamiento a los represores de antaño, con sus sólidos correlatos jurídicos, hoy debilitados por un gobierno que mantiene presas políticas. I Macri comenzó por decir, hace ya dos años que los derechos humanos eran un “curro”, pensamiento brutal que se expresó más suavemente, pero con la misma impertinencia y el mismo contenido en el cartel con el que se fotografiaron los diputados y diputadas de Cambiemos; Macri dejó en un mensaje “tuiteado” un párrafo del prólogo del Nunca Más, lo que nos obliga a retomar esos textos, que aunque siempre cuestionamos, al menos en muchos aspectos de ese prólogo, debemos releerlos en nuestros territorios sedimentados en tiempo y sangre, para volver a integrarlo serenamente en nuestros renovados argumentos. La Plaza no dejó pasar el tema, pues su pensamiento en flujo y mensurado por cuadras y cuadras de rostros animosos, decían “30 mil”. La cifra no es sólo simbólica, como dice el Secretario de Derechos Humanos, que no se cansa, en cada retorcida frase que dice, de desmentir el título institucional del que es portador. Es una cifra del destino moral del país que sigue teniendo un efecto reconstructivo y social de hondo significado. La discusión sobre la cifra de desaparecidos se convirtió en una olla burbujeante de dictámenes apresurados y mezquinos. En su momento, Lopérifdo fijó con tiralíneas la cifra en 9 mil, “académica y científicamente”, generando grandes reacciones que lo fueron arrinconando, sin que el gobierno atinara a defenderlo, mientras preparaba nuevas andanadas sobre la iconografía instituyente de la noción moderna de derechos humanos en la Argentina. Muchos funcionarios repitieron ese número, el arcano matemático de la refutación de toda una historia dolorosamente ocurrida, y el talismán de la matriz agraviante de la memoria, la justicia, las militancias y el accionar de los organismos de derechos humanos. Luego Macri, sabiendo que pisaba terrenos resbaladizos –así son todos los que se transitan por la historia– se desentendió: sean 30 mil o 9 mil, hay que asistir a las víctimas, ambigüedades dichas al pasar, con el rostro impávido; no es su tema y esforzadamente actúa como socorrista de un simple accidente de tránsito cuando habla de lo que también define, sin que se mueva un pelo, “la mayor tragedia del siglo”. Por esto la Plaza fue sutil, dijo negacionistas pero toma nota de que también ellos hacen equilibrios sórdidos sobre el tema. En eso todavía no convencieron del todo, como a la señora que dice airada “los anteriores se robaron todo”, logro áureo de la publicidad macrista en sus mejores tiempos de coaching por correspondencia, voces mecánicas telefónicas, redes sociales “afectivas” y televisión animal suelta y dicha por ellos mismos, intratable. Si pudiera decir Macri algo cercano a lo que piensa, diría lo mismo que Videla en su discurso inaugural: “Se acabó un ciclo histórico”. Incluso lo dijo pero en términos genéricos. La Plaza debería instruirlo sobre la manera en que fracasan estos cortes con tijeras abruptas, deshumanizadas y sin historia la pleamar de la sociedad argentina. Gobierna con sus frases premasticadas y mantiene encorsetado su “inconsciente”, que a veces expresa la vicepresidenta, que olvidó las dos o tres lecciones de republicanismo tomadas en el Instituto Hannah Arendt, lugar donde nadie lee verdaderamente a esa filósofa, que de vivir, hubiera impedido que usen su nombre sin comprender la complejidad de su pensamiento, que debemos hacer nuestro. Pero para “sinceramiento” sigamos la carrera en ascenso de la señora Michettti, y las nuevas investigaciones de la conocida institutriz prusiana, candidata provincial massista, que parece una empleada de Adrián Mercado, movedizo asesor inmobiliario. La polémica sobre los 70 prosiguió en medios tonos en los funcionarios destacados por Macri a cubrir ese frente: Garavano haciendo un molesto surfing donde siempre predominan “las dos violencias” y algún que otro eufemismo sobre los derechos,

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Por qué los desaparecidos son 30.000: la mejor explicación

Autor: infonews 24 de MARZO 2017 La desarrolló el escritor Martín Kohan en un programa de radio. Tan contundente fue que la conductora, Romina Manguel, confesó: «Es la primera vez que lo entiendo». En fechas como la de ayer, pero también en otras ocasiones, sectores políticos que buscan relativizar el horror de la última dictadura eligen como vía el cuestionamiento a la cifra de 30.000 desaparecidos. Algunos como provocación, e incluso también ciudadanos honestos con buena intención, se preguntan: ¿si hay 8000 casos comprobados, por qué se sigue hablando de 30.000? Más allá del reconocimiento de la propia dictadura, que hasta 1978 ya admitía que llevaba desaparecidas 22.000 personas, hay una razón más de fondo por la cual aquella estimación inicial de 30.000 continúa siendo la correcta. En diálogo con Romina Manguel en el programa Va de vuelta, que se emite por Radio Nacional, el escritor Martín Kohan explicó las razones por las cuales permanece por el momento inamovible. Tan buena fue su exposición, que la conductora confesó: «Es la primera vez que lo entiendo». Estas fueron parte de las palabras de Kohan. Debajo se puede escuchar también el audio: «La discusión no es entre 8000 casos probados y 30.000 casos no probados. A mi criterio, lo que la cifra 30.000 expresa es que no hay pruebas porque el Estado no da la información respecto de lo que pasó. La represión fue clandestina y fue ilegal, no pasó por ningún sistema judicial, fue tan clandestina como los centros clandestinos de represión y de tortura. Y la cifra de 30.000 expresa que no sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados.» «Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Es la lógica perversa de la dictadura: ‘¿Te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000′» «Entonces la cifra total de desaparecidos hay que postularla, no probarla en términos de una prueba de comprobación empírica. No hay comprobacion empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Como si contáramos con toda la información. Es entrar en la lógica perversa de la dictadura que es ‘¿te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000’. No, pude probar 8000 y sabemos que hay miedo a denunciar, miedo a represalias». «Se postula una cifra a partir de la estimación de los casos no denunciados, porque mucha gente no se anima a hacer la denuncia por miedo. Todavía hay razones para temer. Julio López fue desaparecido en plena democracia, con una democracia relativamente consolidada». «Entonces existe la necesidad histórica y política de estimar una cifra, de correrse de la lógica de la verificación, porque al que le toca hacer esa verificación es el Estado. El Estado es el que tiene que informar a cuántos asesinó y dónde están sus cuerpos, a cuántos bebés robó y dónde están ahora. El Estado tiene que informar. La dictadura nunca reveló sus archivos». «A esa clantestinidad de la represión, a ese cinismo macabro de no revelar dónde estaban los cuerpos de los desaparecidos y tener a los familiares buscando en muchos casos hasta hoy, al hecho macabro de que los secuestros producidos en aquel momento siguen siendo secuestros porque sigue habiendo hijos de desaparecidos que no sabemos dónde ni en manos de quién están, al hecho macabro de no dar esa información se responde con la cifra 30.000, que es justamente la denuncia expresa de que la información fehaciente no la tenemos, y no la tenemos por el carácter criminal y clandestino de la dictadura. El que ajusta de 30.000 a 8000, o la sola apertura de esa discusión, en estos términos, incurre a mi criterio en una canallada». Audio de la entrevista: http://radiocut.fm/audiocut/martin-kohan-sobre-la-cifra-de-30000-desaprecidos/ Nota Relacionada La particular memoria de Avruj

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Una plaza de memoria y futuro

Autor:  Eduardo «Wado» De Pedro / P. A. 24 de MARZO de 2017 Hoy en la Plaza de Mayo y en cientos de plazas y lugares de todo el país, los argentinos volveremos a decirle a aquellos que reclaman impunidad que este recorrido democrático de Memoria, Verdad y Justicia no tiene marcha atrás. A 41 años del Golpe que instauró la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia, marchamos por la memoria de los compañeros desaparecidos, pero también para recordar los efectos de aquel modelo económico ejecutado por Martínez de Hoz que en estos días quiere regresar de la mano de Macri y la Alianza Cambiemos. Hay un camino trazado por la sociedad a través a los organismos de Derechos Humanos, transformado en Política de Estado desde 2003 por Néstor y Cristina Kirchner, que convirtió al país en un referente internacional en la materia. Tres números grafican el camino construido que se hizo carne en el pueblo argentino: 120 nietos restituidos, 590 represores condenados y mil procesados por delitos de lesa humanidad. Profundizar, y no retroceder en este rumbo, es el desafío que nos tenemos que plantear para fortalecer nuestra todavía joven democracia. Pero a su vez debemos advertir que el reclamo y el ejercicio de memoria con respecto al Terrorismo de Estado lleva implícito la reivindicación de un país con industria nacional, con trabajadores bien pagos, una Nación con autonomía económica e igualdad social. Esa es la Argentina que desarmó la dictadura, y por eso vemos con profunda preocupación que el gobierno de Macri camine en esa misma dirección. Nos duele observar que el país sigue los patrones económicos que implantó la dictadura genocida: deuda, desocupación, desarticulación de la industria y fiesta de la timba financiera. Repasemos. La dictadura nos dejó a todos los argentinos una verdadera “pesada herencia”: la impagable deuda externa que condicionó a la democracia durante 20 años. Fue a partir de 2003 que Néstor y Cristina Kirchner a través de una valiente y patriótica renegociación de la deuda, que significó una quita del 70%, nos liberaron de esas cadenas que habían impedido el desarrollo y la autonomía nacional por mucho tiempo. Por esta razón, debemos pronunciarnos con firmeza contra el inmenso endeudamiento de más de 70 mil millones de dólares que emprendió en tan sólo 15 meses la administración Macri. Este nuevo ciclo de endeudamiento terminará hipotecando el futuro de las próximas generaciones. Las palabras de Rodolfo Walsh en su célebre Carta Abierta a la Junta Militar, que hoy cumple 40 años, retumban como un triste presagio: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. En materia de derechos humanos, entre el 2003 y el 2015 se implementaron una serie de políticas que buscaron la reparación de las víctimas de la dictadura, la sanción a los genocidas y la construcción colectiva de memoria. Pero también se avanzó en la construcción de un país en el que todos los argentinos pudieran vivir y crecer con sus derechos básicos asegurados. Trabajamos para que todos los habitantes de este suelo tuvieran trabajo, educación, una vejez con dignidad, una niñez con esperanzas y la posibilidad de elegir con libertad con quien compartir su vida. Para ellos creamos 6 millones de puestos de trabajo; construimos 2700 escuelas (1900 finalizadas y 800 en construcción) y 19 nuevas Universidades; y entregamos 5 millones de netbooks, apostando en serio por la educación pública que hoy está amenazada. Además, 3,5 millones de argentinos pudieron jubilarse y 3,5 millones de chicos accedieron a la Asignación Universal. También, gracias al matrimonio igualitario se casaron 12.500 parejas del mismo sexo. Nuestro desafío como hombres y mujeres comprometidos en la militancia por los derechos humanos es proteger esas conquistas del pueblo ante los embates de un gobierno neoliberal que intenta convertir otra vez a la democracia en una cáscara vacía a merced de las corporaciones económicas y mediáticas. Por esta razón, este año electoral será clave para que los argentinos nos expresemos con contundencia con el objetivo de ponerle un freno al saqueo y comenzar a construir una alternativa política con capacidad de dar soluciones a los problemas que generó Macri y la Alianza Cambiemos. En homenaje a los 30 mil compañeros desaparecidos, este 24 de marzo volvemos a marchar para saldar con más justicia y memoria aquellas heridas del pasado; y en homenaje a su lucha vamos a rebalsar de sueños la Plaza de Mayo, porque nuestro compromiso con su legado es construir una Argentina para todos y todas.

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“Es un símbolo del heroísmo”

Autor: Julio Maier / Página 12 22 de MARZO 2017 Tres veces nos preparamos –mi mujer y yo– para visitar a alguien que, injustamente, había perdido su libertad. Por diferentes razones, el deseo se cumplió con una demora considerable: el sábado posterior al carnaval jujeño. Visitamos a una persona a quien su provincia le había negado –contra toda opinión razonable y bajo el único fundamento del poder que en ese Estado y en nuestro Estado nacional desarrollan jueces y políticos– festejar los carnavales con libertad, famosos en nuestro país como fiesta provincial. No fuimos solos. Nos acompañó una pareja de amigos que concertó la visita y nos condujo hasta la cárcel de Alto Comedero un legislador provincial con vínculos con la organización barrial Tupac Amaru. Tampoco fuimos sin instruirnos previamente. A más de las lecturas correspondientes, cuya carpeta se ha robustecido considerablemente con el tiempo, el viernes visitamos las instalaciones centrales de la organización barrial en el centro de la ciudad de San Salvador de Jujuy, dotadas de lugares de esparcimiento deportivo, servicios de salud y consultorios médicos y dependencias administrativas, y, en especial, el establecimiento educativo con tres niveles de enseñanza, primaria, secundaria y terciaria. Según se pudo ver en nuestro rápido recorrido, todas esas instalaciones, salvo la escuela y el colegio, adolecían de un estado de semiabandono por carencia de presupuesto, consecuencia del encarcelamiento de quienes forjaron la idea de una vida mejor para el pueblo originario de la provincia, comprendidos allí aquellos sumergidos o excluidos por ser pobres, sin recursos, indefensos socialmente. Un jovencito, que mantiene su hogar conduciendo un automóvil de alquiler, fiel a su nacimiento como adulto dentro de la misma organización, fiel como pocos a su líder, Milagro Sala, y a los principios desarrollados por la organización barrial, apodado Diablo o Diablito, fue nuestro cicerone para mostrarnos el desarrollo de la organización barrial en Alto Comedero, con centro en el parque que ella misma creó en tierras fiscales, que apenas si regaba un arroyo, hoy entubado. Un templo, a semejanza del que constituye la estirpe aymara en Tiwanaku, Bolivia, el Kalasasaya, domina un parque inmenso, levantado en esos terrenos, y los llamados “piletones”, piscinas que me recordaron imágenes de mi juventud en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba, donde existían también, para quienes no podían pagar la piscina de un club o aprovechar la propia de su casa, grandes piletas de agua dulce que alguna vez sirvieron para entrenarnos en natación y waterpolo en un club de barrio que presidió mi padre y duró escaso tiempo. Toda esa obra monumental, que supo brillar mientras duró sin persecuciones la organización barrial Tupac Amaru, evitó el riesgo de vida e infecciones de niños y jóvenes al refrescarse y bañarse en las aguas de los ríos Grande y Chico –que atraviesan San Salvador con su contaminación y carga de animales muertos y en estado de descomposición–, y significó el solaz de padres y ancianos, y hasta fue lugar ceremonial. Hoy el lugar está prácticamente abandonado, deteriorándose por proscripción de sus cultores y falta de presupuesto. Observado el panorama desde el templo, también abandonado como todo vestigio de las culturas originarias de esta tierra, con más sus hombres y mujeres “no blancos” –por definirlos de algún modo–, todos sufren la pérdida no sólo de sus posesiones sino, antes bien, de todo aquello que representaba su dignidad de vida en la actualidad. El “hombre blanco” ha regresado a practicar su profecía, su masacre del pueblo indígena, condenándolo a la pobreza y a la indigencia, aun sin ejecución formal de una pena. La escuela de Alto Comedero, edificada y organizada por la organización barrial al lado de ese parque gigante, separada de él por unos cien metros aproximadamente, también monumental, parece conservarse, dado que el gobierno provincial, según hemos sabido recientemente, la titula y reivindica como propia al estar asentada en terrenos fiscales. A los costados de ese parque y prolongándolo florecen las casitas edificadas por cooperativas vecinales de la Tupac Amaru, que se distinguen por su tanque de agua, casi todos con la imagen de Tupac Amaru, algunos con las efigies de Eva Perón o del Che Guevara. Restan sólo por describir las cuatro fábricas situadas en el mismo barrio de Alto Comedero, que producían bloques, adoquines y caños de hormigón para la construcción (la “bloquera”), la fábrica de muebles con la finalidad de auxiliar a quienes ocupaban las casas construidas, la de ropa de trabajo, de vestir y deportiva, uniformes escolares, cortinas y ponchos para la organización y sus integrantes e, incluso, para el comercio (la “textil”, en la cual –exageración quizás de la equiparación de género– trabajaban tantas mujeres como varones, según nos dijeron) y el “Taller metalúrgico”, que producía aberturas para la construcción (puertas, marcos, rejas, parrillas, juegos de jardín, piletas de cocina y baño, etc.). Todas estas fábricas, sus equipos y obreros organizados por la misma cooperativa barrial, que proveían diversos útiles a la comunidad y cubrían necesidades de ella, están prácticamente abandonadas; sólo algunas personas, individualmente, aprovechan de ellas y sus equipos, sobre todo de la “textil”, para confeccionar alguna ropa para vender. Qué puedo decir como conclusión: ¡da lástima, hasta las lágrimas, que un esfuerzo así, quizás con errores pero nacido por amor a un pueblo expropiado, sometido a su suerte a través de tiempos inmemoriales, sea condenado, de nuevo, a vivir indignamente, como pidiendo perdón por su origen y por su fragilidad, carnadura de desventuras y dificultades, impuestas por su vulnerabilidad frente al poder político y económico, que sólo un pobre, un indigente, puede explicar de modo perfecto! No sé si estoy de acuerdo con todo lo que se hizo, en especial con el programa de educación –cualquiera de sus inclinaciones me genera dudas–, pero no podría desconocer, como otros habitantes del mismo suelo desconocen, que el emprendimiento en su conjunto es una muestra titánica de aquello que puede la voluntad y la solidaridad humanas. Por fin, nos encaminamos hacia la cárcel. Nos esperaban a las 2 de la tarde

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No nos iban a perdonar

Autor: María Pía López / Nuestras Voces 10 de MARZO 2017 El 8 de marzo terminó con una razzia policial en los alrededores de la plaza y veinte personas detenidas, golpeadas y maltratadas. Nuestra potencia es vista como amenaza y tratan, una vez más, de disciplinarnos. Este 8 de marzo no fuimos las de siempre, fuimos muchísimas más y aun llorosas de cansancio podemos decir que una felicidad profunda nos recorre. 8 de marzo extraordinario. Un documento complejo, cosido en conjunto por más de sesenta organizaciones. Capaz de albergar contradicciones y tensiones internas. Frentista, entusiasta y peleador. Una plaza entera aplaudió el pedido de libertad de Milagro y el resto de las compañeras y también el pedido de aborto legal, seguro y gratuito. Esa plaza plural respondía a la heterogeneidad sostenida de la convocatoria, al hilado que tramamos con paciencia de bordadoras, a la hospitalidad con la que se sostuvieron las asambleas hasta que fuera posible que brote una complicidad inesperada, una confianza mutua, una afinidad que desconocíamos. Fue un 8 de marzo extraordinario porque no éramos las de siempre. Si no muchísimas y muchísimos más. Que jamás hubieran marcado un 8, si no se sintieran conmovidas por un llamado a parar y fundar la vida que quieren vivir. Salimos del encierro de nuestros propios grupos, para alojar una vitalidad que no nos pertenece pero nos atraviesa, que al atravesarnos modifica nuestra propia sensibilidad. El 8 de marzo dejó de ser un acto consagrado en nuestras liturgias para ser un momento de confrontación y debate, de alianza de feminismo y antagonismo social, de apuesta a un sujeto político democrático y radical. El 8 de marzo dejó de ser un acto consagrado en nuestras liturgias para ser un momento de confrontación y debate, de alianza de feminismo y antagonismo social, de apuesta a un sujeto político democrático y radical. La calle era una maravilla, amorosa fiesta de los cuerpos bajo un calor que pegoteaba. Colectivos de artistas, performance callejeras, se mezclaban con sindicatos y partidos políticos. Si a algo se parecía esa calle era a la de los 24 de marzo: festiva, intergeneracional pero juvenil, dolida y alegre. La calle gritaba sus mil tonos, su crítica fervorosa al gobierno, su rabia por una violencia que crece contra nuestras vidas. En la calle supimos alojar el duelo por las muertas y también supimos de la fuerza de estar juntas. Antes estuvo el tren, viaje con decenas de compañeras, cantos y propaganda, agitación y alegría. Algunos pasajeros dicen: locas o algo así. Otros aplauden, se suman. Mujeres que aprenden los cantos y corean con nosotras. Y no estaban yendo a la marcha. Pero nos encontramos con ellas y por ese rato fuimos aliadas. La calle gritaba sus mil tonos, su crítica fervorosa al gobierno, su rabia por una violencia que crece contra nuestras vidas. En la calle supimos alojar el duelo por las muertas y también supimos de la fuerza de estar juntas. Me quedó retumbando un canto en la cabeza: sí se puede/ sí se puede /el paro a Macri / se lo hicimos las mujeres. Y es así. Mientras los dirigentes de la CGT huyeron de un escenario cuando sus representados se negaron a ser decorado de una escenografía, centenares de miles de mujeres nos organizamos para parar y movilizarnos. Mientras estalla la representación sindical tradicional, surgen nuevas rebeldías o vamos tanteando para encontrar modos en que nuestra protesta se haga escuchar. No nos iban a perdonar. La policía hizo razzia en los alrededores de la plaza, por pizzerías y calles y se llevó veinte personas, a las que golpeó y maltrató. La noche terminó para muchas activistas en veredas de comisarías, esperando noticias de las detenidas. A nuestra potencia la ven como amenaza y se trata, una vez más, de disciplinar. Amedrentar y ordenar el uso del espacio público. No nos iban a perdonar. Pero el canto sigue retumbando: a Macri el paro se lo hicimos las mujeres. Y aun llorosas de cansancio podemos decir que una felicidad profunda nos recorre.

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La DAIA y la AMIA ante la historia

Autor: Jorge Elbaum/Convergencia 30 de NOVIEMBRE 2016 Cuando se escriba la historia del rol de la DAIA en relación a la causa del atentado de la AMIA y al caso Nisman, los lectores de los informes quedarán impresionados por el inusitado y desmedido rol asumido por una institución que nació en 1935 para enfrentarse a los nazis y a la judeofobia. El primer dato que irrumpirá como evidencia será la connivencia con el estado menemista, que llevará a la institución en la figura de su ex presidente Rubén Beraja a ser cómplice del encubrimiento, para ser juzgada en compañía de los servicios de inteligencia, el juez de la causa y los fiscales intervinientes. El segundo elemento remitirá al vínculo que la propia institución consistió en entablar con los familiares y amigos de las víctimas, basado en el desconocimiento de su dolor, el desprecio de su rol como querellantes y el permanente ninguneo de sus puntos de vista. El tercer elemento, quizás el más grave, es la decisión estratégica de acompañar el giro ideológico reaccionario —como integrante y motorizador local del mismo—, pretendiendo alinear “lo judío”, al bloque conservador local e internacional, que desprecia inmigrantes, abona respuestas militaristas a todo conflicto internacional y plantea el enfrentamiento civilizatorio pregonado por Huntington en la década del 90 del siglo pasado. Este último indicador asume, además, características más complejas y peligrosas: pretende instaurar la idea de que asumen la “representación” de todos los judíos argentinos, reduciendo su historia compleja y plural a una unanimidad singular y derechizada. La DAIA y la AMIA han deicidio oponerse a todo proceso emancipador y construir como “enemigos” a todos los movimiento y fuerzas que pretenden cambios sociales. Este deslizamiento –cada vez más profundo y descarado— se ejecuta desde un sentido común persecutorio, según el cual, todos los posicionamientos progresistas y/o populares asumen un lugar de inmediata enemistad y conjura contra Israel y todas las tradiciones judías. Ese mecanismo de engaño ya ha sido descripto y explicado por las ciencia sociales en diferentes periodos históricos: se trata de tomar la parte por el todo, instituyendo justificaciones que amparen decisiones y posicionamientos prefijados. De esta manera, todos los que apoyan a los familiares de las víctimas del atentado —tal cual lo sugirió el ex presidente de al DAIA, Rubén Beraja, recientemente, refiriéndose al periodista “Tuni” Kollmann— “no pertenecen a la comunidad judía”. La operación de “reduccionismo judío”, es parte de una estrategia geopolítica que pretende encolumnar a todos los sectores reaccionarios en el mismo paraguas de “sociedades libres”, manteniendo la amenaza extorsiva sobre todo intento de democratización, emancipación o superación de inequidades a nivel global. La DAIA es parte de esas políticas de tenaza, que muchos analistas y periodistas están incapacitados de denunciar so pena de ser cuestionados como antisemitas o judeófobos. La DAIA que usurpa una identidad colectiva y plural, y que al mismo tiempo busca reducir dicha identidad a una visión reaccionaria del mundo, borrando todo vestigio de progresismo, se ha convertido en un ariete neo-conservador con un rol similar al asumido en la edad media por Torquemada. El viraje incluyó la articulación internacional con los sectores republicanos de Estados Unidos, que se oponían a cualquier tipo de negociación con Irán, ya sea para limitar su desarrollo nuclear, como para acordar mecanismos de comparecencia de los imputados en la Causa AMIA. En el primer caso apoyaron la fracasada intentona del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien llegó a dirigirse al Congreso de los Estados Unidos para exigirle a Obama y a los parlamentarios demócratas que desaprobaran el tratado —denominado 5 +1— que limitaba la proliferación nuclear persa. Esta operación simbólica desarrollada tanto por la DAIA como por la AMIA ha anexado un nuevo capítulo, el último miércoles 26 de octubre de 2016, con la visita a la Corte Suprema de Justicia. Por parte del Tribunal participaron Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. Como “representantes” de los judíos argentinos concurrieron el Director Ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano, Claudio Epelman —entidad que está presidida por el millonario brasileño Jack Terpkins— y su asesor, Adrián Werthein, fuerte empresario local ligado a emprendimientos agrícolaganaderos, de seguros y de telecomunicaciones. Por parte de la DAIA concurrió su vicepresidente, Alberto Indij, y por la AMIA Thomas Saieg, actual titular de la mutual de la calle Pasteur, quienes se presentaron como voceros de una colectividad que nadie recuerda cómo es que fueron elegidos como representantes. Quizás una de las particularidades más sugestivas del ágape haya sido la participación de cuatro magistrados: Mariano Borinsky, Marcos Grabivker, Marcelo Aguinsky y Gustavo Meirovich, una pequeña parte de los operadores judiciales que proviniendo de tradiciones judeo-argentina fueron invitados por adscribir al rol asumido por la DAIA y la AMIA en los dos últimos años. Según testigos de la reunión realizada en el «Salón Oval» del Palacio de Justicia, los integrantes de la AMIA y la DAIA se habrían referido al ex fiscal Nisman como la última víctima del atentado de 1994, señalando la indudable connivencia entre los perpetradores de la masacre de 1994 y los responsables de la muerte del fiscal. Estos comentarios fueron realizados, curiosamente, en presencia del juez Mariano Borinsky que —como miembro de la Sala I de la Cámara de Casación Penal— debe expedirse a la brevedad, junto con otros dos magistrados, sobre el pedido de la DAIA para que la denuncia del ex fiscal Nisman sea reabierta, permitiendo de esta manera la continuidad del acoso a la ex Presidenta y a su ex canciller. Durante este último bienio, tanto la AMIA como la DAIA fueron parte integrante de una campaña desembozada para culpabilizar a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a su canciller, Héctor Timerman, de connivencia con el terrorismo internacional, por el solo hecho de haber enviado al Congreso de la Nación, para su aprobación, un memorándum de entendimiento con la Republica Islámica de Irán. Dicho “memorándum” estaba destinado a lograr la comparecencia de los imputados en la causa del atentado de 1994,

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Navidad con Milagro: “Soy un testimonio ante el mundo de la maldad de este gobierno”

Autor: Jorge Elbaum*/La García 26 de DIC 2016 Llegamos a la prisión de Alto Comedero a las 14 hs. La visita a Milagro Sala supone un trámite especial para las centenas de visitantes un 24 de diciembre. Los integrantes del Servicio Penitenciario nos reciben con preocupación. Casi dubitativos. Como dudando acerca del futuro de Milagro y las posibilidades de que esto que hoy es cárcel, pueda transformarse –en un acto de prestidigitación política, tan característico en nuestro país– en una Milagro Sala empoderada y candidata exitosa de un futuro político provincial. Hay trescientos metros desde la entrada al Penal hasta el pabellón donde se encuentra detenida la líder del Movimiento Tupac Amaru. El trayecto es amenizado por nietos, hijos, hermanos y cuñadas que transportan la comida y la bebida para el almuerzo al aire libre que compartirá este cronista con Milagro y su esposo, Raúl Noro. El menú anunciado consiste en ravioles con pollo y/o carne, a elección de los comensales. La entrada y los abrazos con Milagro se congelan en un tiempo eterno. Como si Sala no quisiera quebrar esa cercanía con cada miembro de su familia…Cada abrazo incluye palabras, llantos y una quietud en el medio del patio del penal que estremece y duele. “Pensé que no llegaba a Navidad”, comenta Milagro luego de mostrarnos las mesas adornadas con guirnaldas que las detenidas desplegaron en cada una de las “ranchadas”: flores rojas y guirnaldas tricolores adornaban los parantes de cada uno de los sectores. Un pequeño arbolito de navidad, montado sobre un arbusto joven, con una estrella roja en el cima acompañaba la larga mesa de quince personas. Pensó que no llegaba, dijo, porque se le había pasado por la cabeza la idea del suicidio. “Me duelen mis hijos, mis nietos. Esto es muy duro. Y la injusticia se hace más grande cuando se escuchan las cosas que me endilgan. El que me hizo pensar fue Horacio Vervitsky. Cuando vino a visitarme, me agarró del brazo, me llevó a la canchita de futbol y me habló una hora y media. Horacio fue el que me hizo abandonar la idea de hacer una macana…Me explicó dos cosas: que yo no soy sola y que además soy un testimonio ante el mundo de la maldad de este gobierno. Que yo tengo que entender que hay mucha gente peleando ahí afuera por los presos y que no los puedo abandonar. Que esto es más grande que yo. Y que tengo que dar testimonio. Esa noche se me dio vuelta la cabeza. Horacio me había convencido. Se ve que alguien le dijo que yo andaba con esas ideas, que yo no iba a bancarme esta injusticia. El `Perro´ [así se conoce a Verbitsky en el mundo periodístico] me ayudó mucho. Y me prometió que me iba a acompañar en los juicios. Y cumplió…” El día de los alegatos -el ultimo miércoles– se lo vio la “Perro” sentado en el suelo del juzgado, de frene a Milagros, y en la tarima que funciona de base al estrado del circunspecto tribunal Todos los periodistas acreditados susurraban sobre la sencillez y la contracción al trabajo de quien muchos de los presentes catalogaban como el más importante periodista de nuestro país. En un cuarto intermedio de la sesión que duró catorce horas, dos jóvenes camarógrafos de las televisión local se acercaron a un periodista que se encontraba sentado junto a Verbitsky para cerciorarse sobre su verdadera identidad: “no puedo creer que un tipo e esa trayectoria se banque estar tanas horas en un juzgado…nuestros jefes mandan a los perejiles a cubrir eventos de larga duración…y este quía que es ´Gardel` se la re-banca…” Las charlas se dieron cruzadas. Familiares, políticas y acerca de la cotidianidad de la vida en la carcel y como se organizaban los compañeros de distintos puntos del país en solidaridad con ella. Cada veinte minutos el personal del Servicio Penitenciario llamaba a Milagro para hacerle insípidos planteos sobre el volumen de la música o el juego de los niños, marcando el territorio represivo en su mínima expresión de acoso sutil. Llegaron los brindis con pastafrola y gaseosas. Una navidad con Milagro en la cárcel suena a algo lacerante. Sobre la mesa se repetían en murmullos los relatos sobre el barrio de la Tupac destrozado por la perversidad de Morales y sus acólitos “republicanos”. Los ojos de “la negra” vidriosos por un brindis con barrotes, agradecían la solidaridad del Comité y las iniciativas que le acercaban al Penal para visibilizar su lucha. El sol pegaba fuerte aunque estábamos refugiados en una media sombra amarrada por las flores de papel. Los uniformados se desplegaban en las inmediaciones para magnificar su poder momentáneo. “El tiempo es raro –dijo un compañero– no sea cosa que esto gire… que la taba haga caprichosas vueltas en el aire y los acusadores sean los acusados”. Esa fue una de las últimas frases escuchadas antes que el primer turno de visitas de abandonara Alto Comedero. La curiosidad radicaba en la similitud con lo expresado por los integrantes del Servicio Penitenciario, cuando recibían las visitas a Milagro. Como si la escenificación montada por el gobernador de Jujuy tuviese la fragilidad de las flores de papel que adoraban la “ranchada”. Y nadie quiere arriesgarse a estar cerca del viento que la derribe. *Sociólogo, periodista. Presidente del LLAMAMIENTO Argentino Judío

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