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Macri y la “revolución cultural”

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 27 de AGOSTO 2017 Del estado de alerta en las horas previas a las elecciones, el gobierno pasó a un ataque de euforia y a una sensación de impunidad que inunda el clima político argentino. Estaba claro –fue señalado en esta columna el día mismo de la votación– que la importancia central del resultado electoral no consistía en sus consecuencias institucionales, o en el anticipo de sus posibles consecuencias en octubre, sino en el mensaje político que esas elecciones emitieran. El macrismo trabajó intensamente tanto en evitar un resultado electoral claramente adverso, como en construir una interpretación propia de ese resultado. La inolvidable noche electoral del 13 de agosto fue la puesta en escena de ese proceso de construcción. Y sus consecuencias empezaron a verse en las horas siguientes. En la CGT se desarrolló pocas horas después el intento de sus sectores más conciliadores de borrar del mapa la movilización anunciada para el pasado martes; esa decisión hubiera significado ni más ni menos que la convalidación sindical de la interpretación macrista de la elección. El vergonzoso operativo político-judicial contra el juez Freiler –que contó con la estelar participación de los jefes de dos de los tres poderes del estado argentino– es una manifestación de cómo entendió Macri el resultado. “Entendimiento” no alude a una comprensión racional de los números, sino a un postulado táctico–estratégico: hay que comprender lo sucedido como un triunfo drástico y como la llave para destrabar los obstáculos políticos del rumbo neoliberal adoptado. El macrismo se orienta hacia una práctica cada vez más autoritaria. Se acumulan las pruebas en ese sentido; la actuación de la ministra Bullrich ante la desaparición forzada de Santiago Maldonado es tal vez la más elocuente: las leyes, los organismos internacionales e incluso los hechos ampliamente comprobados parecen no interesarle mayormente a la ministra que parece estar segura de su absoluta impunidad. La fórmula preelectoral del macrismo hacia octubre parece combinar un fuerte impulso “estacional” a la obra pública, un intento de aminorar el mal humor popular (hasta que votemos podremos mirar el fútbol por televisión y pagar las tarifas de los servicios en cuotas), con una escalada intensa de agresión a las oposiciones políticas, sindicales y sociales. Parece ser el momento elegido para avanzar en una batalla cultural sobre qué país somos y hacia dónde tenemos que ir. Algunos dicen que hay una novedad histórica en el macrismo; es perfectamente aceptable, todo acontecimiento político –en este caso la conquista por la derecha del gobierno a través de la vía electoral– produce una novedad. Lo que es decididamente inaceptable es que lo nuevo esté en el libreto que organiza la política. Sus temas son los de siempre: la modernización argentina significa postergación de los trabajadores, debilitamiento de la industria nacional, entrega de los recursos naturales, endeudamiento ilimitado, represión de la protesta, flexibilización laboral, desregulación general de la economía. Todo envuelto en el gran recurso retórico de proponer este rumbo y sus consecuencias como una “transición”, después de la cual nuestro país se convertirá en Australia. Por supuesto el libreto reserva un lugar a sus adversarios ideológicos: el de la corrupción, el engaño, la violencia y todo cuanto una sociedad tiene que rechazar. Si hay un esfuerzo honesto por registrar los hechos históricos argentinos de por lo menos varias décadas a esta parte, la coherencia histórica del proyecto de los grupos dominantes no se puede ignorar. La realidad íntima de Cambiemos no está en los guiones que prepara Durán Barba, está en la roca dura ideológica del establishment local y global. Cada tanto lo actualizan la Sociedad Rural, IDEA y otras autoridades culturales de la nación. El ataque es contra la “diferencia argentina”. Esa estructura material y cultural que se empezó a construir a mediados de la década de los 40 del siglo pasado. En pocas palabras esa estructura podría definirse como industria nacional, trabajo digno, sindicatos fuertes, derechos sociales, estado activo en la redistribución de la renta. Eso es lo “antiguo” que vienen a destruir los “modernos”. Es la vieja querella, el empate hegemónico del que habló en su tiempo Juan Carlos Portantiero. Es la enorme dificultad histórica de las clases dominantes de destruir ese nuevo tejido, esa nueva conformación cultural de la Argentina, eso que Halperín Donghi llamaba “la larga agonía de la Argentina peronista”. Si hay algo central en el discurso del presidente es su obsesión por el mundo del trabajo. Extraña circunstancia: al movimiento obrero hace mucho que se lo da por desaparecido. Y se lo hace desde distintos ángulos; desde el protagonismo de nuevos colectivos sociales, desde la supuesta pérdida de peso de la condición asalariada, desde la burocratización de los sindicatos, desde la corrupción de sus dirigentes, desde la denuncia de “prebendas” para distintos sectores trabajadores, etc. Sin embargo, parece que la munición gruesa apunta hacia ahí. El debilitamiento del movimiento obrero parece haber sido colocado como la madre de todas las batallas. Es el reconocimiento de una verdad elemental y hace rato reconocida y estudiada: la de que toda la extraordinaria riqueza acumulada por los pequeños círculos oligárquicos del mundo tiene su fuente y su razón en el trabajo de los seres humanos. En esa capacidad de transformar el mundo material de acuerdo a un plan previo que es nuestra exclusividad en el mundo de los seres vivos. La movilización del 22 finalmente tuvo lugar. Muchas serían las observaciones posibles de los problemas que afronta el mundo sindical argentino. Pero la sola realización, multitudinaria además, del acto de masas en la Plaza de Mayo es un triunfo del campo que enfrenta la política del macrismo. La idea de sobreponer un determinado resultado electoral a una protesta legítima de los trabajadores es claramente insostenible: un treinta y pico por ciento de los votos estaría autorizando cualquier atropello estatal en cualquier orden de las cosas. Lo que se está jugando no es eso. Hay una determinación gubernamental, fuertemente alentada desde los grandes grupos económicos de avanzar contra los derechos legales de

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La era de la mitocracia

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha: 23 de AGOSTO 2017 En su cuadro La perfidia de las imágenes (1928), René Magritte exhibe una pipa con la siguiente frase: “Ceci n’est pas une pipe (‘Esto no es una pipa’)”. Fue su modo de cuestionar la relación entre los símbolos y las cosas basada en la semejanza representativa. ¿Se puede aplicar dicho concepto a la administración de un país? ¡Si, se puede! Y va un ejemplo de reciente data: la forma bestial en que una horda de uniformados irrumpió en la comunidad mapuche de Cushamen justo antes de que Santiago Maldonado fuera secuestrado hizo que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, retomara aquella idea casi 90 años después, al señalar: “No hay indicios de que la Gendarmería haya actuado con violencia”, cuando un impactante video emitido por TV exponía precisamente su aterrador accionar. De igual manera, muchos funcionarios –incluido el propio Presidente– suelen negar hechos y circunstancias de la realidad aún existiendo imágenes y otros soportes documentales no menos elocuentes que prueban lo contrario. Es posible que ellos, pese a sus conductas surrealistas, jamás hayan oído hablar del célebre pintor belga, y que sus increíbles justificaciones fueran sólo fruto de un apego corporativo por el embuste. Pero con una frecuencia que supera el ejercicio razonable de la “posverdad”, tal como se le llama al reemplazo de información genuina por falacias con efectos emotivos. Porque el gran aporte del macrismo a la política fue haber ideado un sistema donde la falsificación de los registros fácticos ya es una razón de Estado. Y que podría denominarse “mitocracia”. Tanto es así que únicamente durante el lapso comprendido entre el 13 y el 17 de agosto los dos actos más sonados de la agenda gubernamental –junto a la ya mencionada exposición de la señora Bullrich en el Senado– estuvieron teñidas por esa tendencia; a saber: la manipulación del escrutinio de las PASO y la maniobra en el Consejo de la Magistratura para suspender y enjuiciar al camarista federal Eduardo Freiler. Por su sofisticación en el campo de la dramaturgia y también debido a la presencia en su trama de figuras estelares vinculadas a los tres poderes de la República, este último caso es a todas luces digno de ser reconstruido. A la hora señalada La primera escena de esta historia se remonta al mediodía del 10 de diciembre de 2015, cuando el flamante presidente Mauricio Macri leía su discurso ante la Asamblea Legislativa. Entonces, tras un leve carraspeo, de pronto soltó: “En nuestro gobierno no habrá jueces macristas. A quienes quieran serlo les digo que no serán bienvenidos si quieren pasar a ser instrumentos nuestros”. Y una salva de aplausos estalló en el recinto. Dieciocho meses después, tras desayunar frugalmente en su oficina, el ministro de Justicia, Germán Garavano, decidió cancelar todas sus audiencias y también ordenó que no le pasaran llamadas. Salvo la que alguien haría desde el Consejo de la Magistratura. Su reloj marcaba las 9.00 de la mañana del 17 de agosto de 2017. En aquel mismo momento el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, recibía en su despacho a los senadores del Frente para la Victoria (FpV) Mario Pais, Ruperto Godoy y Virginia García. El clima era cordial pero tenso. La máxima autoridad judicial de la Nación debía tomarle juramento al primero de ellos por su ingreso al Consejo de la Magistratura en reemplazo del segundo, quien había sido eyectado de allí por no tener título de abogado. “El gran aporte del macrismo a la política fue haber ideado un sistema donde la falsificación de los registros fácticos ya es una razón de Estado. Y que podría denominarse ‘mitocracia’” Aquel asunto había tenido un vidrioso libreto previo. Y su “producción ejecutiva” corrió por cuenta del doctor Alejandro Fargosi, un propagandista de la última dictadura que supo representar al PRO ante dicho Consejo, además de haber sido postulado por el Gobierno para la Corte Suprema y ser asesor de Macri, mientras litigaba contra el país en nombre de un fondo buitre ante la CIADI (el órgano de arbitrajes del Banco Mundial) después de la recuperación de Aerolíneas Argentinas. Él fue quien denunció a Godoy por falta de diploma ante el juez en lo contencioso administrativo, Enrique Lavié Pinto, quien no tardó en darle la razón. La Cámara del fuero –también con rapidez– avaló la exclusión del senador y de inmediato ordenó ejecutar la sentencia. Lo cierto es que al diputado del PRO e integrante del Consejo, Pablo Tonelli, le había asombrado gratamente la celeridad del doctor Lavié Pinto, dado que en su caso personal no podía sentir lo mismo: desde el año pasado el juez desatendía una denuncia contra él por “usurpación” en ese cuerpo de una banca que el FpV tenía asignada hasta 2018. De modo que la Corte Suprema tuvo que tomarle juramento en un acto sorpresa realizado en febrero de 2016 casi a hurtadillas, sin invitados y después de firmar una acordada igualmente subrepticia, que convalidaba la votación de los consejeros macristas sin tratar un planteo de los disidentes. Ahora, durante la mañana de ese jueves, a Tonelli se lo veía ansioso. El plenario del Consejo estaba convocado para las 10.00. Y el tema del camarista Freiler figuraba en la mitad del orden de aquel día. Tal vez entonces pensara en la manera de apurar esa cuestión. Mientras tanto en el despacho de Lorenzetti, los senadores advertían una deliberada lentitud del anfitrión. Y la urgencia de Pais por ocupar su flamante sitial en el Consejo para asistir al plenario –y así frenar la decapitación de ese magistrado– se tornaba dramático. Freiler encabezaba la lista de jueces “malditos” que Macri quiere echar porque no le agradan sus decisiones; éste, en su caso particular, incurrió en los siguientes pecados: haber insistido en la indagatoria de los popes de Clarín y La Nación por el despojo de Papel Prensa, resolver el apartamiento del juez Claudio Bonadío de la causa Hotesur y avalar la desestimación de la denuncia dibujada por el

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Macri: diferencia entre Poder y Hegemonía

Fuente: Jorge Alemán* | La Tecl@ Eñe Fecha: 18 de AGOSTO 2017 Son los distintos analistas que a partir del triunfo electoral se interpelan por la eficacia de la cultura macrista y especialmente por su eficacia política. En muchos casos se suele insistir en que la oposición es negligente y descuidada a la hora de desentrañar la lógica de dominación macrista. Según esta vertiente, las burlas y las críticas de nuestro «bando» no toman en serio ni como corresponde, el funcionamiento del dispositivo macrista en sus verdaderos alcances. Describamos algunos de estos aspectos y su posible eficacia. 1) El clima de contemporaneidad que rige su escenografía, discursos plagados de sintagmas de la autoayuda, un régimen de stand up generalizado que apela permanentemente a las potencialidades del «individuo», músicas livianas, cuerpos de bicisendas, calidad de vida new age, etc . Alentando siempre la idea de que lo «otro» es arcaico y ya abandonado por la historia. 2) El «funcionamiento en equipo» que a su vez no borra las individualidades, el estilo descontracturado de permanente progreso donde fracasar es imposible y donde la Capital Federal es la caja de resonancia perfecta para este espíritu de los tiempos. 3) La Señora Vidal, tal vez su máximo capital simbólico, de apariencia virginal, despojada de todo interés personal y de toda referencia a la interpretación política y siempre amenazada por lo oscuro de fuerzas terribles: las mafias y el narco, que tienen como condición para mantener su potencia amenazante el no ser nunca nombradas en su especificidad. 4) La permanente preocupación por el dolor de los otros, el sufrimiento que esto les procura y la apelación a inventar actividades emprendedoras para como lo suelen explicar los manuales, aprovechar la desgracia para reinventarse en una nueva actividad exitosa. No obstante estos gestos que consolidan la idea de que la clase media es el vector que unifica y estabiliza a la nación está siempre asediada por lapsus, deslices en la enunciación y distintos gestos y fórmulas de desprecio clasista que permiten el retorno de lo reprimido, retorno que revela un arcaico y antiguo rechazo por lo popular. Son los puntos de fuga del dispositivo macrista. Pero la tesis que nos proponemos defender es que esto no procede de una inteligencia macrista ni de asesores ultra especializados que saben manipular a las masas en su favor. Son los propios dispositivos del Neoliberalismo, su régimen de Poder, el que ha producido una novedad a escala mundial. Una novedad que ha tardado sin embargo mucho tiempo en prepararse, como suele ocurrir siempre con las novedades. Esta novedad consiste en haber logrado desconectar el malestar económico- social de cualquier modalidad emergente de un proyecto transformador. Dicho en otros términos, el Neoliberalismo es una mutación del Capitalismo donde la relación con la Causa está rota hasta nuevo aviso. O en términos marxistas “las contradicciones» no son ya operativas. En este horizonte hay una «mala noticia”, la maquinaria capitalista logra como lo indica la palabra “Dispositivo” poner todo a disposición, contaminando a la política con lo que llamaríamos “ultrapolítico», a saber: infiltrando a la política clásica con fenómenos identificatorios, fantasmáticos. Estos fenómenos se captan mejor cuando se observa el exterior constitutivo del macrismo: el espectro kirchnerista y sus equivalencias metafóricas en Venezuela y el Populismo. A la “hipermodernidad» macrista la amenaza un futuro que viene del pasado: la experiencia nacional y popular. Toda su supuesta contemporaneidad sobreactuada cruje cuando vislumbra que el proyecto popular no está muerto. Entre otras cosas, porque la verdadera experiencia moderna y republicana aconteció bajo el kirchnerismo. «A la ‘hipermodernidad’ macrista la amenaza un futuro que viene del pasado: la experiencia nacional y popular. Toda su supuesta contemporaneidad sobreactuada cruje cuando vislumbra que el proyecto popular no está muerto. Entre otras cosas, porque la verdadera experiencia moderna y republicana aconteció bajo el kirchnerismo… Los políticos macristas son mediadores evanescentes e intercambiables que cuentan con jugar con la corriente a favor de una maquinaria neoliberal con una potencia en la producción de nuevas formas de subjetividad…» Los políticos macristas son mediadores evanescentes e intercambiables que cuentan con jugar con la corriente a favor de una maquinaria neoliberal con una potencia en la producción de nuevas formas de subjetividad, que encuentra su ejemplo mayor en aquellos que son capaces de atentar contra sus propios intereses por odio hacia los otros. En este aspecto el macrismo es una variante con su propia especificidad, del poder neoliberal y no una hegemonía. La Hegemonía siempre se construye con lo que «no hay «, con el vacío como punto de partida, por ello nada va a «volver» y está todo por reinventar. Su condición primera es no tener como punto de partida el régimen de dominación neoliberal y por tanto verse obligada a construir con fragmentos una voluntad contra hegemónica. Algo bien diferente del poder homogeneizante de la maquinaria capitalista. Ardua y desigual tarea si se tiene en cuenta el dispositivo mediático -judicial a disposición de la trama neoliberal. *Profesor honorario de la UBA, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina).

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Danza con globos

Fuente: Carlos Rozanski* | Página 12 Fecha: 15 de AGOSTO 2017 Las elecciones del domingo pasado en nuestro país transcurrieron con particular tranquilidad y entusiasmo. Millones de personas fueron a los lugares indicados, con distintas expectativas, pero una actitud que los abarcó a todos, que fue la de la conciencia de ejercer su derecho a expresarse. Era un día feliz, y como se suele decir, una fiesta de la civilidad. Por la noche, la mayoría de los votantes se sentaron en sus casas frente a los televisores, para saber si el resultado obtenido coincidía con sus sueños. También, muchos dirigentes y militantes se acercaron a los respectivos “bunkers” para el tradicional “aguante”. Cada medio de comunicación, desde sus propios intereses e ideología, desarrollaba los títulos que ilustraban las pantallas. A la hora señalada, 9 de la noche, los argentinos estábamos pendientes de lo que se había prometido, que eran los números oficiales de la votación realizada. Mientras, una muy selecta minoría, quienes tienen el poder formal y quienes manejan los hilos del poder real, se dedicaban a otra tarea. Ponían en marcha un plan siniestro, cuidadosamente elaborado, que consistía en una puesta en escena, de música estridente, baile contagioso, canapés elegantes, y miles de globos de colores cayendo desde un alto techo. No interesó en ningún momento, cuando se pensó el programa, el verdadero resultado de la votación popular. Porque siempre bailarían ellos, los dueños de los globos. Eso, porque si realmente hubieran ganado –en uno o más lugares del país–, los discursos serían de agradecimiento, felicidad, plenitud, amor y comprensión. Y si hubieran perdido –en uno o más lugares del país–, el escenario previsto era idéntico. Agradecimiento, felicidad, plenitud, amor y comprensión. Y semejante ficción era posible porque, quienes desde el poder —formal y real—, y desde la propiedad de los principales medios de comunicación –varios manchados con la sangre de las víctimas del terrorismo de Estado–, contaban con una patética condición, la eficiencia de su psicopatía. Porque sólo individuos sin conciencia, sin remordimiento alguno, sin sentimiento de culpa, y sobre todo sin que les importe un milímetro el prójimo, pueden ser capaces de planificar lo vivido en nuestro país, desde las 21 horas del domingo hasta las 4,30 de la madrugada del lunes. Con órdenes precisas y muy fríamente calculadas, se dosificó la información no sólo para transmitir una imagen ganadora, sino que, aun habiendo perdido, como les constaba, en la provincia de Buenos Aires, festejaron eufóricos un supuesto triunfo en el distrito más importante del país. Y entonces, los canapés, las bebidas, la música y el baile, invadieron cada espacio del elegante lugar, en una sádica escena en la que la realidad –haber perdido– no tenía ninguna importancia. Y luego de la excitación típica de los triunfalismos planificados, se fueron. Los trabajadores del lugar, comenzaron a pinchar los globos que quedaban en el piso y a barrer el salón. Se apagaron las luces. Lejos de allí, desde Salta hasta Tierra del Fuego, millones de argentinos, sorprendidos por el espectáculo presenciado, veían a altas horas de la noche, que las pantallas de sus televisores mostraban un cambio que sería irreversible en los resultados de la provincia de Buenos Aires. Fueron tomando conciencia que los dueños de los globos los habían engañado. No sólo con los números de la provincia ni con el manejo brutal de la información, sino con el fraude social de quien, sin remordimiento alguno, subestima y daña gravemente a la gente y a la institucionalidad. Porque millones de ciudadanos que confían en la democracia y en el voto popular fueron estafados, aunque por suerte, por poco tiempo. Ello, ya que el pueblo, más temprano que tarde, va a triunfar sobre la perversión de un puñado de psicópatas que sólo disfrutarán un rato de una gloria, tan efímera como los globos de colores que se fueron pinchando el domingo a la noche. * Ex juez federal.

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¿Qué se votó ayer?

Fuente: Fernando Borroni | AM750 Fecha: 14 de AGOSTO 2017 No es oportuno hacer análisis apresurados. Me parece que sí es oportuno formular algunas preguntas que seguramente las respuestas las iremos construyendo de cara a octubre; y después algunas afirmaciones que, creo que sí, se pueden rescatar de lo que sucedió ayer en las elecciones. Preguntas para sumar a la confusión generalizada: ¿Qué se votó ayer? ¿Es un voto a favor del gobierno? ¿A favor de las políticas económicas del gobierno? ¿Se votó una política económica? Me lo pregunto. ¿Fue un voto ideológico? No importa lo que estés viviendo, no importa lo que esté pasando, pero vos no volvés… ustedes no vuelven y en ese ustedes el campo nacional y popular a través de sus dirigentes. ¿Se plebiscitó al kirchnerismo o se plebiscitó al Gobierno Nacional? ¿Qué pasó con el tarifazo? ¿Nos creímos que impacta… o impacta y en realidad cuando medimos los números, en el fondo, al gobierno tan bien no les fue? ¿No importa nada Santiago Maldonado? Pregunto… ¿De la represión…? Son todas preguntas que uno fue escuchando y haciéndose uno mismo. Y ahí están… dejémoslo ahí. Algunas afirmaciones… quien no quiera ya entender de cómo se manipulan (los resultados) mediáticamente, que haga terapia. Ayer tuvimos una clase de la manipulación mediática. Recordé “1984” libro de George Orwell… el torturador y el torturado. El torturador ponía frente al rostro del torturado… frente a sus ojos cuatro dedos y le preguntaba “¿Cuántos dedos ves?” Y el torturado decía “cuatro”, y el torturador mientras le mostraba cuatro le decía: “no, son tres”. Y lo seguía torturando y le preguntaba “¿cuántos dedos ves?” Le mostraba cuatro y el torturado decía “cuatro” y el torturador decía “no, son tres”. Eso vimos ayer. La televisión nos decía “son cuatro” mientras nos torturaban con esa maquinaria sistemática, pero para nosotros había otra información que decía que los números son distintos, pero no… Es esto, es esto lo que hay que ver. Es esto lo que hay que instalar. ¿Por qué? Porque la noticia está por encima de la realidad. Y la noticia cada vez se condice menos con la realidad, y ahí tenemos un problema. Recién Marcos, un compañero, me dijo “¿sabés lo que pasa? el poder tiene razón… el poder tiene razón”. Largo… para discutirlo. “Roma no paga traidores” Segunda afirmación, un viejo dicho. Bueno Roma no paga traidores, el kirchnerismo si paga traidores. Y ayer se los cobró. Flaco favor le hizo Randazzo al campo nacional y popular ¿no? ¿O ahora habría que analizar que los votos de Randazzo simpatizan con Cristina pero había…? Pero cuando contamos los porotos Flaco favor… casi seis puntos. La estrategia de Alberto Fernández a la perfección. (Gustavo) Campana dice no hay neoliberalismo sin traición. Pongámosle abajo “no hay Bullrich sin Randazzo”. Tercera afirmación: la subestimación, está claro, que no la podemos poner más en juego. La estrategia de Duran Barba de querer poner un cuatro de copas en la cabeza de la lista como Esteban Bullrich —porque total tenían su marca registrada que era María Eugenia Vidal— campaña que muchos analizábamos como que no iba a ser efectiva, finalmente lo fue. Ganen o pierdan por 1 o 2 puntos, lo fue. Tampoco subestimemos a Cristina Fernández de Kirchner, quien nunca perdió una elección y que “el monstruo”, después de un año y medio que se fue del gobierno, frente a un aparato judicial inquisidor, con los medios de comunicación atacándola a la yugular, sin esa campaña tan fuerte como otras campañas, está por encima del 30% en la provincia de Buenos Aires. Una última. No hay una gran avenida del medio. Las avenidas del medio se caen en el medio de la grieta y la tibieza, con tibieza se paga. Ahí está… Sergio Massa. Recién Adrián Stopelman me decía “perdieron con un boxeador que no subió al ring” y ahí hay otra pregunta. ¿Subió Cristina Kirchner al ring? ¿Subirá de cara a octubre? Quiero terminar con esto: no es, lejos está de serlo, de traer sobre la mesa, como que uno dijo en algún momento algunas cosas. No. Hoy podría haber hecho un editorial que hace mucho tiempo lo titulé “El problema de homenajear al verdugo”. Algo de eso vimos ayer. O traer otra más vieja que se titulaba “Los pueblos se suicidan”. La batalla cultural es bastante más larga y bastante más profunda de lo que creemos. Transcripción del Editorial de Fernando Borroni en el programa matinal conducido por Víctor Hugo Morales y Gustavo Campana en AM750 Audio: http://radiocut.fm/audiocut/columna-de-fernando-borroni-que-se-voto-ayer/  

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Represión y totalitarismo plutocrático

Fuente: Raúl Zaffaroni* | La Tecl@ Eñe Fecha: 07 de AGOSTO 2017 El gobierno de Macri ya tiene una presa política y, al parecer, ahora un desaparecido. Por cierto, debemos ponernos de pie y reclamar la aparición con vida del joven Maldonado y, por ende, denunciar y repudiar la actual ola represiva y la lamentable conducción política de las policías que, en detrimento de las tareas propias de ese servicio civil, distrae esfuerzo y personal en represión y vigilancia política, al tiempo que la defectuosa conducción permite el surgimiento de conductas desviadas en las propias instituciones. No obstante, más allá de nuestros penosos datos folklóricos nacionales, lo cierto es que el actual gobierno, siguiendo el modelo de Chile, pretende criminalizar como terroristas a los Mapuche. Pero la ley que introdujo la figura penal de terrorismo en nuestra legislación fue extorsionada al gobierno anterior por el GAFI, so pena de fuertes sanciones económicas a nuestro país. En síntesis: lo que nos sucede dista mucho de tener su origen en la Argentina, pues es producto de un cambio sustancial en el poder planetario. Sin este contexto, no comprenderemos qué nos está sucediendo y, en consecuencia, no sabremos contra quién luchar. La Tercera Posición peronista es un buen punto de arranque para entender el presente: se trataba en sustancia de rechazar, por un lado, al totalitarismo stalinista y, por el otro, la explotación del hombre por el hombre del capitalismo. Lo que no se podía vislumbrar con claridad en ese momento, era que el primero era un totalitarismo en acto, en tanto que el segundo también lo era, pero en potencia. Desde que se implosionó el primero, el segundo viene desplegando todo su potencial de totalitarismo plutocrático, arrasando los estados sociales de derecho y cualquier intento aún discretamente keynesiano, para dar paso al reemplazo de los soviets y sucedáneos por la dictadura de los Ceos de las corporaciones transnacionales. No puede menos que llamar la atención la facilidad y rapidez con que los regímenes del totalitarismo implosionado se adaptaron al nuevo. Poco va quedando de la democracia: los políticos de los países elegidos como sede de los Ceos mayores que concentran riqueza en función de los negociados y sueldos que se asignan, son hoy meros gestores de los intereses de las corporaciones, nosotros estamos en manos de Ceos de segunda categoría, los medios masivos monopolizados crean realidad y formatean la subjetividad de sus receptores decidiendo elecciones, los estados pasan a ser marionetas en sus manos y, si molestan, se los destruye militarmente o se lo debilita corrompiendo su institucionalidad. Este esquema de poder sostiene a una humanidad cuyo 1% concentra en riqueza el equivalente a lo que la mitad más pobre de nuestra especie necesita para subsistir o para morirse con paciencia, dos tercios de la humanidad se halla en estado de necesidad y un tercio consume lo que no necesita para vivir, aunque para sostener esta situación se estén destruyendo con celeridad las condiciones de habitabilidad de la especie en el planeta. El catecismo ideológico de este totalitarismo plutocrático corporativo es la versión laica de la Divina Providencia recreada como mano invisible del mercado, aunque usurpe desvergonzadamente el nombre del viejo liberalismo. El actual totalitarismo plutocrático corporativo pretende configurar un modelo de sociedad con un 30% de incluidos y un 70% de excluidos. Para eso requiere contener a los excluidos, lo que hace formateando subjetividad mediante sus corporaciones de medios masivos y, necesariamente, con represión. La represión se legitima mediante una abierta confesión del ideal totalitario con una distopía de orden: una sociedad con seguridad total y libre de toda amenaza, con extrema prevención, tolerancia cero a la desviación, vigilancia y generalizado control tecnológico, con desconfianza al extranjero y al extraño, estigmatización de la crítica e institucionalización masiva. Esta distopía de orden no está exenta de contradicciones, en las que no se repara puesto que su enunciado no apela a la razón sino a la emotividad: no se explica la necesidad del fuerte aparato tecnológico de control si, al mismo, deposita una irracional confianza en la función preventiva y disuasoria de la punición y la prisionización. Estamos, pues, en lucha contra un totalitarismo que hoy (a diferencia de los tiempos en que se enunciaba la Tercera Posición) está en franca expansión en acto. El joven Maldonado puede ser el Felipe Vallese de esta etapa que, por cierto, no se abre por nuestros folklóricos avatares argentinos. Es menester usar las neuronas que la biología o Dios nos ha dado y poner los dedos en el enchufe de la conciencia nacional y regional, para ponernos de pie. Hoy todos debemos ser Mapuche: Queremos al pibe Maldonado vivo. *Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires  

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Campeones morales

Fuente: Horacio Verbitsky | Página 12 Fecha: 30 de JULIO 2017 El Gobierno no pudo remover a De Vido pero cree que igual le sirve como argumento electoral aunque ya deterioró su relación con los gobernadores. En cambio pudo excluir a Biscay, justo cuando la bola de Lebacs se le viene encima, como vaticinó el ex director del Banco Central. En la primera licitación posterior a las elecciones, podrían ser canjeadas en forma compulsiva por un bono. De acuerdo al método de cómputo nacional de Peña Braun, Cristina les sacaría siete puntos a Macrì y Carrió sumados. La Alianza Cambiemos insistió en debatir la exclusión del Congreso de un diputado opositor por la vaporosa causa de “inhabilidad moral”, pese a que sabía la dificultad de obtener los dos tercios de votos presentes necesarios. El rechazo tuvo variedad de motivos. Algunos se opusieron porque temían sentar un precedente que luego pudiera volverse en su contra. Otros entendieron que se trataba de una puesta en escena para relegar del debate electoral la situación económica, como recomendó el consultor Jaime Duran Barba. No faltaron quienes vieron imposible cuadrar la propuesta de exclusión con la taxativa letra del artículo 66 de la Constitución, que habla de inhabilidad sobreviniente a la incorporación, no por hechos anteriores a la elección como sería en este caso. Otra razón para el rechazo fue la presunción de que el paso siguiente sería la negativa a incorporar a la ex presidente CFK si resultara electa al senado en octubre y la exclusión del ex ministro de Economía Axel Kicillof, como bramaron las heroínas radicales cívicas libertadoras Margarita Stolbizer y Elisa Carrió y el peronista cheto de PRO Eduardo Amadeo. Y también hubo quienes bien saben que si algún tango pecaminoso bailó Julio De Vido, no estuvo solo en la pista. Burguesía Nacional RIP El propio presidente Maurizio Macrì y el ministro de Obras Públicas Rogelio Frigerio (n) ejercieron presiones reservadas y públicas sobre los gobernadores. Cualquiera fuese el resultado, entendían que un exaltado debate sobre los presuntos delitos contra la administración pública cometidas en el periodo 2003-2015 debilitaría las chances electorales de Cristina y de aquellos que pusieran menos énfasis en el repudio al ex ministro, quien alegó que durante su gestión se llevó a cabo el mayor plan de obras públicas de la historia. Faltan apenas dos semanas para comprobar la exactitud o el error de este razonamiento. El gobierno no puede contar con buenas noticias económicas pese al entusiasmo del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Comprensible si se atiende a la magnitud de su fortuna, la segunda más alta del gabinete nacional, pero de difusión poco conveniente, ya que 74 de los 97 millones que declaró el ministro encargado de conseguir inversiones extranjeras están en el exterior, insuperable metáfora de las imposibilidades de Cambiemos. Nieto del empresario de la construcción Israel Dujovne e hijo del ex decano de Arquitectura de la UBA Berardo Dujovne, el ministro de Macrì no proviene de la tradicional oligarquía diversificada y trasnacionalizada, pero es notorio que ha adoptado sus pautas de conducta, prueba concreta de la extinción de la añorada burguesía nacional del primer peronismo. Toda acción tiene también efectos no buscados, en este caso la puesta en tensión del vínculo del gobierno nacional con los gobernadores que rehusaron plegarse a la estrategia oficial, cuyas secuelas acaso se hagan más evidentes después de los comicios legislativos de este año. Por lo pronto, la votación en la que el oficialismo no quedó a pocos votos sino muy lejos de la meta, ha resentido el proyecto de una Liga de Gobernadores peronistas conjurados contra CFK. Acicateado por los buenos pronósticos a favor del candidato de PRO Héctor Baldassi, quien podría superar al candidato de Unión por Córdoba, Martín Llaryora, el gobernador Juan Schiaretti se lanzó a la captura del voto antikircherista, que en su provincia es aun más fuerte que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También logró incorporar a sus filas a varias de las figuras en las que el kirchnerismo confió en Córdoba, como el ex diputado, rector de la Universidad e intendente de Villa María, Martín Gill. La construcción política del kirchnerismo no pudo ser más desastrosa. En la elección de 2007, mientras Ricardo Jaime apoyaba a Schiaretti, Alberto Fernández respaldó a Luis Juez, con lo cual lograron malquistarse con todos. Luego Carlos Zannini depositó su confianza en el intendente de Villa María Eduardo Accastello, y se ilusionó con las promesas de Schiaretti, quien en 2015 le hizo creer que luego de la elección provincial en la que seguiría a José de la Sota, en la presidencial apoyaría a la fórmula del Frente para la Victoria. Por eso la fiscalización fue delegada en la esposa de Schiaretti, Alejandra Vigo. Sin fiscales propios, el resultado fue el peor del país. Este año Vigo encabeza la lista del cordobesismo y Accastello declinó postularse, por lo que la representación del kirchnerismo fue asumida por el joven y poco conocido dirigente de la CTA, Pablo Carro, pobre pero honrado. ¿Cómo frenar a Cristina? Aunque Cristina gane la elección en la provincia de Buenos Aires, los gobernadores impedirán que vuelva a la conducción del justicialismo, sentenció Schiaretti al inaugurar un tramo de la autopista Córdoba-Río Cuarto. La admisión sobre ese posible triunfo es llamativa en alguien que no lo desea y refleja el estado de ánimo general entre quienes no creyeron que Cristina se presentara y luego se ilusionaron con que su candidatura no resultara atractiva. La certeza de Schiaretti sobre el día después quedó dañada con la votación sobre De Vido. Sólo él y otros cinco gobernadores (Chubut, Misiones, Neuquén, Salta y Santa Fe) se alinearon con Macrì. Cinco integran la alianza gobernante (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, Corrientes, Jujuy y Mendoza), dos no tienen legisladores que les respondan (Tierra del Fuego y Río Negro) y once desoyeron el reclamo oficial (Catamarca, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Santa Cruz, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán). También el

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Los usos del atentado

Fuente: Jorge Elbaum | Página 12 Fecha 17 de JULIO 2017 El pasado 11 de julio, un conjunto de legisladores ligados al oficialismo se reunieron en el Congreso de la Nación para firmar una “Declaración en memoria de las víctimas del terrorismo internacional”, bajo el patrocinio de la DAIA. La actividad se realizó en referencia al 23º aniversario del atentado en el que fueron asesinadas 85 personas, el 18 de julio de 1994. En la representación gráfica del evento divulgada por la DAIA, se observa una llamativa y unánime sonrisa en los rostros de los firmantes, incluidos el presidente de la entidad, Ariel Cohen Sabban y su vicepresidente, Alberto Indij. La paradojal alegría de los retratados en las pulcras escalinatas del Congreso de la Nación refiere indudablemente a los variados usos mediáticos y político generados por diversos sectores en relación a la masacre de 1994. Desde esa fecha fatídica, el gobierno del Estado de Israel, apenas sucedido el hecho, presionó para responsabilizar al Estado de Irán, sin contribuir con evidencias empíricas que permitieran juzgar a sus eventuales responsables. Dicha atribución de responsabilidad, gestionada en forma ajena a pruebas judiciales, que el gobierno menemista asumió como designio geopolítico propio, generó el empantanamiento de la investigación y la posterior implantación de pistas falsas. Su consecuencia fue el derrumbe de la Causa AMIA y el inicio del denominado “juicio de encubrimiento” donde son juzgados en la actualidad el ex juez Galeano, la SIDE menemista, y el presidente de la DAIA de entonces, Rubén Beraja, los fiscales de la causa, el comisario Fino Palacios, entre otros. Ese escándalo aparece como la primera intentona para utilizar el atentado, en este caso, al servicio de exigencias foráneas desligadas de la investigación jurídica local. Una segunda utilización del atentado estuvo orientada a saldar oscuras negociaciones por venta de armas, triangulaciones de pertrechos militares y sombrías vinculaciones entre servicios de seguridad nacionales e internacionales: Menem se había comprometido con Siria e Irán a colaborar en el desarrollo del primitivo programa nuclear persa, y una vez en el gobierno olvidó sus promesas, ante las repetidas presiones y exigencias del gobierno estadounidense. El atentado se convirtió –además de generar una masacre dirigida hacia los argentinos judíos– en una devolución de atenciones por “mejicaneadas” que no suelen ser dispensadas en el mundo de los traficantes de artefactos bélicos. Una tercera utilización del atentado fue vehiculizada por los sectores más conservadores de la colectividad judía argentina que pretendieron, desde el inicio, manipular sus consecuencias para hegemonizar una identidad histórica, obviando y ocultando los antecedentes progresistas ligados tanto a la tradición nacional y popular como al progresismo y la izquierda. El atentado fue usado por las instituciones AMIA y DAIA para sepultar todo vestigio de contacto con el pasado migrante y trabajador, optando por desplegar una alianza que había prologada por Rubén Beraja en su doble carácter de presidente de la DAIA y presidente del Banco Mayo. El atentado llevó a que ambas instituciones, ubicadas en Pasteur 633, se convirtieran en furgón de cola de la más rancia derecha argentina, la misma que otrora los humillaba, perseguía y despreciaba con lenguaje y etiquetamientos judeofóbicos. Esta tercera utilización incluyó la grosera exigencia de trasladar sin mediaciones el conflicto de medio oriente a la Argentina, imponiendo la agenda del gobierno del Likud (la derecha) israelí, consistente en la defensa de sus políticas coloniales y la continuidad de la ocupación de Palestina. Esto se llevó a cabo a través del intento de resignificar “lo judío” para adecuarlo funcionalmente a los intereses de Aipac, el lobby de la ultraderecha judeo-estadounidense, ligada al partido republicano y a los “fondos buitre”. La obvia externalidad de esta utilización los llevó a aceitar amistades reaccionarias de toda laya, incluso con quienes justifican a represores y defienden la teoría de “los dos demonios”. La provisión de cuadros orgánicos al servicio de la restauración del orden conservador, como los casos de Claudio Avruj, Sergio Bergman y Waldo Wolff, supone una de las más fuertes evidencias del giro con el que se pretende ocultar (y sepultar) la existencia de otras formas argentinas de ser judío, ligadas –por ejemplo– a los 1700 desaparecidos de ese origen. La cuarta y última utilización se relaciona con el ex fiscal Natalio Alberto Nisman, quien fingió que se dedicaba a la investigación del atentado para articularse con quienes le declararon la guerra política a los gobiernos progresistas de América Latina. En esa trayectoria, se unió con agencias de inteligencia extranjeras y con grupos de seguridad aliados a estos últimos. Se vinculó además con quienes desataron una campaña de desprestigio –basada en tergiversaciones y falsedades– sobre el accionar del gobierno anterior, en relación a la firma del memorándum con Irán. La muerte del fiscal se convirtió, hasta el día de hoy, en una disparatada cuña jurídica que incluye la acusación de “traición a la Patria” contra el ex canciller Héctor Timerman y Cristina Fernández de Kirchner y la delirante sospecha de homicidio del fiscal, decidida y/o ejecutada por el gobierno. Para que el atentado siga brindando oportunidades de utilización es necesario que nunca se llegue a saber a ciencia cierta quiénes fueron sus planificadores, sus ejecutantes y sus cómplices. Quizás la necesidad de seguir usando a las víctimas para beneficiar a los sectores más privilegiados de nuestra sociedad, o para lograr adscripciones geopolíticas ajenas a la realidad latinoamericana, expliquen por qué el actual gobierno decide proteger a los acusados del encubrimiento –que están siendo juzgados en la actualidad por el Tribunal Oral Federal Número 2– y por qué intentan motorizar un juicio en ausencia, que evita la indagatoria de los acusados, contribuyendo a decretar condenas ajenas a los procedimientos jurídicos, legitimados internacionalmente. Se cumplen 23 años. Mientras el atentado sea utilizado para resolver situaciones ajenas al hecho específico de la explosión sucedida el 18 de julio, continuaremos siendo rehenes de una impunidad que solo podrá ser enfrentada con las herramientas simbólicas desarrolladas por nuestro pueblo en las últimas décadas: Memoria, Verdad y Justicia.

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La sinceridad del Gobierno

Fuente: Eduardo Aliverti | Página 12 Fecha: 17 de JULIO 2017 Cristina en Mar del Plata, Massa en Tigre, Randazzo en Bolívar y Cambiemos en Pepsico. Así largó. Hasta que las imágenes de la represión ganaron el centro mediático, el foco oficial estaba puesto en otra de las llaves presuntamente maestras para ratificar y atraer voluntades electorales. Barrer a la situación económica del debate, según se supone que ya sabe cualquiera que no viva en un potus, es instrumentado a través del denuncismo anti K. Los protagonistas eran, y en ese rol retornarán una y otra vez, la procuradora general Alejandra Gils Carbó y el ex ministro Julio De Vido. En el caso de la primera, tal como lo habían adelantado voceros de prensa oficialista que reciben información de primera mano desde las usinas judiciales del macrismo, se pidió la indagatoria por eventuales irregularidades en la compra de un edificio y sospechosas comisiones pagadas a una inmobiliaria. Lo cierto es que el Ministerio Público Fiscal no pagó comisión alguna porque justamente lo estableció como una de las condiciones; y que fue la propia Gils Carbó quien ya había separado de su cargo al funcionario incurso en una irregularidad, que ella reconoce. La obsesión del Gobierno y de su aparato mediático por enchastrar mediante las falsedades y manipulaciones que sean necesarias llevó, incluso, a presionar para que la procuradora general fuese destituida mediante decreto, en lo que hubiera sido un escándalo anticonstitucional prevenido hasta por sectores amigos de la oposición y la denunciadora serial Elisa Carrió. Al advertir que semejante tensado de la cuerda no funcionaría, Casa Rosada dio marcha atrás y ahora espera el favor de las urnas para que la fuerza parlamentaria le habilite juicio político. En lo jurídico, el episodio quedará como otra de las bombas de humo que se lanzan con una frecuencia espeluznante pero, en términos propagandísticos, el Gobierno conjetura que taladrar permanentemente acerca de la corrupción kirchnerista acaba por redundar en más beneficios que riesgos. Mentir y mentir porque algo quedará, que en su última versión académica, un tanto más sofisticada, se denomina Posverdad. La secuencia reciente sobre De Vido abona el laboratorio práctico, con mucha más fuerza todavía porque el ex responsable de Planificación —después de Cristina— es un cuco prioritario respecto del que nadie pone las manos en el fuego, sin que por eso deba desatenderse una mínima rigurosidad en cómo se brindan y procesan los datos duros. Se venía de un show mediático espectacular en torno de supuestas y graves anomalías por contrataciones en la mina de Río Turbio, que ni siquiera consistían en acusaciones de soborno, ni sobreprecios, ni facturas truchas, sino en que los estudios de viabilidad del proyecto de Yacimientos Carboníferos Fiscales fueron puestos en mano de una universidad nacional y no de una consultora privada. Más aún, pobladores y mineros reclamaron por el cumplimiento de la obra que el gobierno de Macri paralizó, apenas asumido, enmarcado en la estrategia de ahorcar a Santa Cruz. A poco de andar el espectáculo, Luis Rodríguez, juez de la causa, informó que las pruebas reunidas no llegaban hasta el momento ni apenas para conformar el estado de sospecha, y dispuso el secreto de sumario en implícita referencia al desquicio del manejo mediático. Entonces, con esa acusación arruinada, ¿quién podía aparecer que no fuese Claudio Bonadio, para que (síntesis perfecta del título de Página|12 en la nota firmada por Raúl Kollmann el martes pasado) “el comité de Cambiemos en Comodoro Py” rescatase la mecánica de una denuncia por día y por lo menos? Bonadio dictaminó procesamientos contra De Vido y los secretarios de Transporte entre 2003 y 2014, esta vez por presuntos vueltos en los subsidios a líneas de colectivos. Como destaca el artículo, la hilacha política de la resolución del juez se percibe a simple vista, aunque cabría agregar que, “posverdad” mediante, la única simple vista que corre es la convicción previa de que cada quien se muna. Bonadio tomó la decisión cuando falta que declaren 251 empresarios del transporte en la misma causa, y no imputó a ninguno de los funcionarios provinciales del área que estaban encargados de certificar los kilómetros recorridos por los colectivos que fueron subsidiados. La medición de que se pagaron subsidios de más, por parte del juez, toma un puñado de líneas de colectivos a las que les aplica un cálculo de GPS que estaba derogado, y la usa para extenderlo a todas las líneas como si todas ellas hubieran recorrido menos kilómetros que los declarados. La nota de Kollmann es redonda en el señalamiento del artilugio inventado por Bonadio para sostener esta nueva avanzada de la coalición judicial-mediática. Pero, de vuelta, ¿a quién le importan los datos, siquiera para sospechar o curiosear que pueden emplearse con una intencionalidad manifiesta? También en la edición del martes de este diario, el sociólogo Gonzalo Arias (autor de Gustar, ganar y gobernar, de Editorial Aguilar) cita una frase de Doug Stamper, personaje de House of Cards que obra de mano derechísima del perfecto hijo de puta encarnado por Kevin Spacey como presidente de los Estados Unidos. “Si parece un hecho, es un hecho”, dice Stamper en la última temporada de la serie. Y como agrega Arias sobre, precisamente, “La posverdad en acción”, el peso de las impresiones es cada vez mayor porque vivimos a un ritmo en el que no hay demasiado tiempo para aclaraciones exhaustivas. “Las redes (sobre todo, podría añadirse, porque al fin y al cabo parten de una macro-agenda establecida aún por los medios tradicionales) tienen el potencial de provocar una exacerbación de las noticias falsas, debido a su facilidad para propagar con rapidez cualquier información, ya sea verdad o no (…) Una manifestación podemos interpretarla como un grupo de trabajadores reclamando por la situación económica o, desde otra óptica, un grupo de militantes violentos que afectan la paz”. Esa última provocación analítica es particularmente atendible tras los sucesos en Pepsico, pero por razones que desmentirían a la probabilidad de interpretar los hechos objetivos desde otra

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