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Supermiércoles

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 02 DIC 2017 El remolino de interrogantes que dejó el hundimiento del ARA San Juan funciona como metáfora del país. La Armada anunció que ya no se buscarán sobrevivientes y no hubo una declaración, un gesto mínimo presidencial hasta que en el Gobierno se dieron cuenta del malestar que produjo esa falta de sensibilidad. El mismo día del anuncio de la Armada, Mauricio Macri habló al asumir como presidente in pectore del G-20: “Nos sumamos a un diálogo global sin alzar la voz enojados” dijo, al tiempo que el derechista Financial Times se sorprendía por el autoritarismo reflejado en la decisión del gobierno argentino de impedir el ingreso al país a más de 60 representantes de ONG’s internacionales que normalmente participan en estas reuniones. Una súpersemana con un supermiércoles. El Senado aprobó las reformas a pesar de la masiva marcha que expresó su repudio en la puerta del Congreso. Sin asumir, Cristina Kirchner había jurado como senadora pocos minutos antes. Los legisladores que la siguen, votaron en contra. Y pocos minutos después en Comodoro Py hubo profusión de perpetuas para los criminales del GT de la ESMA. Un supermiércoles en una supersemana donde pese a que siguen los juicios a los represores, el gobierno se cansó de usar los mismos argumentos que ellos para justificar el crimen de Rafael Nahuel. Una semana donde el gobierno desconoció una exigencia irrevocable de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, contraviniendo así lo establecido en la Constitución. Y Milagro Sala compareció en otro juicio absurdo y les gritó a los jueces que ya tenían la condena escrita por el gobernador Gerardo Morales, una verdad más grande que una casa. La desaparición del ARA San Juan con sus 44 tripulantes a bordo proyecta la gran sombra de una tragedia que interpela al gobierno, deriva sobre recortes y ajustes, sobre las consideraciones de lo que se gasta y sobre su sensibilidad frente al drama de seres humanos. Como un cuerpo desaparecido, su hallazgo daría algunas respuestas. Pero no aparece, y la perspectiva de que eso suceda son mínimas. Millones de jubilados aparecen como las víctimas de otro hundimiento social aprobado en un Senado con restos del naufragio del peronismo en las urnas y manos levantadas. Los senadores radicales, los del PRO y los peronistas que responden al senador Miguel Angel Pichetto levantaron la mano para empezar a hundir a los jubilados. Después Pichetto reconoció que les había tocado “la ingrata tarea”, manos levantadas para desfinanciar a los jubilados, sacarles impuestos a los ricos y recortarles consumo a los sectores medios y bajos. En la puerta del Congreso, decenas de miles de trabajadores expresaban su indignación ese miércoles. No era una protesta resignada, ni serena. Había indignación, había enojo con los legisladores que votarían en el recinto. Cada una de las reformas, laboral, provisional, impositiva y fiscal implica un ajuste a sus bolsillos, un recorte a sus derechos, un deterioro en su futuro. No estaba toda la CGT. Una parte optó por una vía más conciliadora. Pero los que convocaban, por lo menos en cuanto a su composición, expresaban a los mismos sectores que se opusieron a las reformas laborales del menemismo y la Alianza. Las CTA, la izquierda, los movimientos sociales y los gremios combativos que en su momento agrupó el MTA. Los unieron nuevamente las políticas neoliberales cuya esencia se define por una brusca transferencia de recursos de los trabajadores hacia los sectores concentrados de la economía. Otra vez la calle, las mismas identidades, los mismos problemas. Para los que estaban en la calle y los que serán afectados por estas reformas, hubo un cambio con Macri, pero no fue para adelante, sino para atrás. Los escenarios parecen salidos de una máquina del tiempo, el vértigo de “esto ya lo vi” agrega un dramatismo sin tiempo, el de las calamidades que nunca quedan atrás y siempre vuelven. Este retorno vertiginoso al pasado resultó desconcertante por la efectividad inesperada del impacto cultural arrasador de la derecha sobre la sociedad. Antes del retroceso económico se produjo un brutal retroceso cultural que no se explica sólo por errores y limitaciones del kirchnerismo sino fundamentalmente por el intenso bombardeo mediático y la mesa inclinada de un sistema donde el mapa de medios concentrados y un poder judicial feudal, siempre favorecen a los poderosos. De lo que menos se trata en esa maquinaria cultural de la derecha es de la lucha contra la corrupción, el centro está puesto en el rechazo de cualquier política solidaria. La denuncia de la corrupción es una excusa, una palanca que deriva hacia la otra idea que busca destruir el fundamento de una sociedad solidaria, desprestigiar y difamar como mentirosas y demagógicas a las políticas de distribución del ingreso y ampliación de derechos. La reivindicación del republicanismo y la independencia de la justicia también es otra excusa que no respetan, como lo demostró Milagro Sala al hablar el jueves en el juicio absurdo por la causa de las bombachas. Cuando entró a la sala denunció a los jueces: la condena ya está decidida en la gobernación. “Peleen ustedes por sus derechos, los periodistas, tengan independencia, no se dejen llevar por Gerardo Morales, que no va a estar gobernando toda la vida, tengan dignidad, defiendan al país, a ustedes los periodistas los usan para que hablen mal de mí, dos años diciendo a los jujeños que soy la peor basura de Jujuy” dijo. Eso fue el jueves, el martes había llegado el exhorto de la CIDH para que devuelvan a Milagro a su domicilio. Pese a que los pactos internacionales, como el que administra la CIDH, están reconocidos en la Constitución, el gobierno argentino y el jujeño lo ignoran olímpicamente, lo cual es un fuerte retroceso también en los derechos humanos. Milagro se solidarizó con los trabajadores que rechazaron la reforma laboral y gritó “¡Basta de matar a los hermanos mapuches, peleen por sus tierras!” Puso la mira fuera del tribunal, le dio a ese cuadro espesor y

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Corrupción y obra pública

Fuente: José Massoni* | Horizontes del Sur Fecha: 30 de NOV 2017 Por estos días, los medios de información y propaganda llegaron ya al borde del monopolio de formación de sentido y difunden mentiras sistemáticas para aniquilar la oposición efectiva, mientras el gobierno asfixia económicamente a los muy pocos que restan, añadiendo muertes mapuches, amenazas explícitas y encubiertas, despidos, cierres de agencias y, si es necesario, causas penales construidas por sus agentes de servicios judiciales, tanto jueces como fiscales. A dos años de gobierno sin resultados positivos, ni a la vista, se oye de votantes del macrismo que “no están saliendo bien las cosas… ¡es que se llevaron todo!” mientras los bombardean con fotos de Boudou, De Vido y Milagro Sala detenidos, cuando en ninguna academia de derecho del mundo occidental se podrá encontrar una sola opinión que avale esas decisiones, ni aún si por el principio de equidad se pusiera en prisión –por hallarse en las mismas condiciones procesales- al Presidente y a todos sus ministros. Veamos en perspectiva el cuadro argentino. Nuestro país estuvo siempre dentro del sistema de producción capitalista, no se inscribió en otro, ni un día. Es verdad que en cualquier sistema aparece corrupción. Pero en el capitalismo la corrupción es inherente a su funcionamiento: el meollo creador es la apropiación privada de la producción colectiva, el mayor valor surge de la parte no pagada –apropiada– del trabajo vivo de los asalariados de cualquier calidad o categoría intelectual: hoy como siempre, para los patrones el salario es un “costo” y pugnan por bajarlos y aumentar la explotación para aumentar sus ganancias particulares. Ese origen genera egoísmo individualista, entronización del dinero como sinónimo de éxito, crea categorías morales acordes y a partir de allí múltiples formas de corrupción en el literal sentido de pervertido, vicioso, venal. En el estricto plano de lo vulgarmente llamado corrupción, las empresas consideran el delito de cohecho una inversión que puede ser necesaria para desplazar competidores. Hasta hace poco en países de la Unión Europea se deducía de impuestos lo “invertido” en sobornos en el extranjero. En nuestra patria, siempre capitalista, siempre (y en todos los gobiernos) se cometió algún acto de corrupción, en imprescindible colusión de personas privadas y funcionarios públicos. Sobre la cuestión, en “Los orígenes del derrumbamiento ético argentino”, más específicamente en el capítulo III titulado el “Estado de la corrupción en la Argentina y el mundo”1 traté de explicar el aumento cuantitativo enorme que aconteció en la dictadura cívico-militar de 1976 y en la década de los 90´ porque –dejando a un lado los crímenes de lesa humanidad- en el plano económico las privatizaciones de las empresas estatales en los países emergentes implican, además de coimas sin parangón por los valores en juego, la pérdida del patrimonio social, como bien lo explica Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, director del Banco Mundial y asesor de Bill Clinton, en “Como hacer para que funcione la globalización”2. Luego vinieron los que “se robaron todo”, que tomaron un país en 2003 con 100 mil millones de dólares de PBI y lo dejaron en 2015 con 600 mil millones de PBI, logrado en minoría de poder, dentro de los marcos de la institucionalidad democrática y aún mejorándola. Pero además de ese crecimiento del país sin precedentes históricos, también hubo denuncias de corrupción. Aparecida la del caso Skanska -constructora sueca- Néstor Kirchner expulsó del gobierno al día siguiente a los dos funcionarios mencionados en ella y se tramitaron dos causas –una penal federal, otra penal económico- que por el lado privado argentino involucraba a Techint; luego de una pericia de los expertos de la Corte Suprema, por sus conclusiones la Cámara Federal revocó los procesamientos que se habían dictado en primera instancia. En 2016, la sala IV de la Cámara de Casación -la misma que dictó la jurídicamente inicua confirmación de una condena a Milagro Sala- dio vuelta la causa Skanska como una media (contrariando sin vergüenza jurisprudencia pacífica de décadas) y le ordenó al juez de primera instancia que actuara rápidamente, lo que éste prestamente hizo procesando, entre otros, al que el gobierno quería, este es, a Julio De Vido. Se apagaron ya los ruidos que hizo en su momento “el valijero” Antonini Wilson: nuestro país insistió tenazmente para lograr su extradición pero Estados Unidos, donde había sido detenido, la negó, porque, curiosamente, era un colaborador del FBI. Se investigó nada menos que a la ministra de Economía Felisa Miceli por el hallazgo de dinero en su escritorio y, ya renunciada, se la condenó en fallo firme por resolución de la Corte Suprema de abril de 2015. Una denuncia contra la ministra de Defensa Nilda Garré por venta de armas a una firma norteamericana fue sacada del ojo público cuando se comprobó que nada delictuoso había ocurrido. La fenomenal operación mediática por “la embajada paralela” en Venezuela, que apuntaba tanto a los Kirchner como a Chávez, también originó investigaciones, pero corrió el mismo destino cuando se comprobó que todo eran mentiras. Se juzgó y condenó a empresarios supuestos amigos del gobierno, directivos de Southern Winds. Se procesó por dádivas y enriquecimiento ilícito al secretario de transportes Ricardo Jaime, al borde de juicio oral por esas causas. Los medios periodísticos dejaron de interesarse por Ulloa y Albistur, tampoco se investigaron hechos oscuros que involucraron a Marcelo Midlin y Eduardo Elsztain, actuales apoyos empresarios y beneficiarios del macrismo. Sólo he mencionado algunos de los casos que trata el libro citado, pero todos ellos y la experiencia viva en la Oficina Anticorrupción me permitieron afirmar que “a nivel de los actos de corrupción conocidos o sospechosos con verosimilitud, pretender que prolifera la corrupción en los actos de gobierno [kirchnerista] en igual medida o mayor que en la época menemista, es una falsedad enorme”, destacando la diferencia cualitativa de que ya en 2006, el comienzo de la investigación del caso Skanska se debió a una denuncia de la AFIP, organismo del Poder Ejecutivo3. Desde diciembre de 2015 hemos vuelto al mundo. Lo que significa

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Sobre la depresión kirchnerista

Fuente: Ricardo Aronskind* | La Tecl@ Eñe Fecha: 13 de NOV 2017 Luego de las PASO se vieron los primeros síntomas. Y después del 22 de octubre, se acentuaron los sentimientos negativos. Me refiero a un estado de ánimo sombrío que cubrió a parte del amplio espectro kirchnerista. Debo decir que me sorprendió el efecto que logró Cambiemos sobre el electorado nacional y popular. No espero que el público despolitizado esté alerta ante las maniobras manipulativas del gobierno. El estado de credulidad hace que muchos elefantes pasen inadvertidos. Pero creo que un público politizado, que posee una mirada muy crítica de lo que es el macrismo, y que está alertado sobre sus capacidades de confundir y engañar, no debió haber caído en la trampa psicológica implícita en la demora en la entrega de datos, para borronear la victoria de Cristina en las PASO, contra la descomunal campaña mediático-judicial. En la elección de legisladores, el 22 de octubre, cuando Cristina conquistó aún más votos, pero donde perdió ante un candidato que recibió una transfusión de votos anti-k desde un massismo en declinación, el clima se volvió más lúgubre. Cambiemos era claramente la primera fuerza nacional, había ganado en los principales distritos, y en todos los barrios de la CABA. Sus políticas socialmente regresivas, pro-empresariales, endeudadoras, su colosal venta de fantasías, parecían ser convalidadas. La desaparición y muerte de Santiago Maldonado no habían afectado a una parte del electorado satisfecho por el espíritu derechista que animaba al gobierno. No es para festejar. Pero ¿es para ver totalmente negro el panorama político del país? A partir de ese momento se escucharon en nuestro espacio todo tipo de reflexiones fatalistas: “se quedan 8 años”… “se quedan para siempre”… “son imparables”… “vienen por todo”… etc., etc. A eso se añadió un ingrediente que nunca falta, ante cualquier gobierno exitoso en sus primeras elecciones: aquellos que explican el resultado, y que lo empiezan a ver como… positivo. “Derecha democrática y moderna”, por ejemplo. Se percibía en muchos una sensación de debacle, de país que había cambiado profundamente, que se derechizaba a alta velocidad, que aceptada la eliminación de los logros de los 12 años kirchneristas en forma pasiva, y en algunos casos, con alegría. Incluso hasta el “consenso alfonsinista” sobre la relevancia ética de los derechos humanos parecía cuestionado. Franjas del peronismo que participaron en el Frente para la Victoria acordaban, e incluso tendían a acompañar a la actual gestión neoliberal. Todo parecía disgregarse. Una sensación de extrañamiento en relación a la sociedad se extendía, que llegaba incluso a una decepción con el propio país. Se había evaporado un sueño, y no quedaba nada… Algunos compañeros habían pasado de las expectativas que el macrismo se derrumbara rápidamente, envuelto en un segundo “20 de diciembre”, o que sería ampliamente vapuleado en las urnas por una súbita iluminación popular… a las peores visiones apocalípticas… Problemas de lectura histórica: Entiendo que en algunos compañeros pueden haber funcionado una serie de imágenes e ilusiones que llevaron a una lectura errónea del momento presente. “La caída del paraíso al infierno” Quizás en esta polarización subyace una lectura parcial de la historia pasada: la del kirchnerismo, y también la del período previo al kirchnerismo. Vale la pena, entonces, puntualizar algunos hechos que, si se les da la adecuada importancia, nos permiten entender el momento actual no como un rayo que cayó en un día soleado, sino como parte de un trabajoso conflicto en el que hace rato estamos inmersos. 1- Hay que recordar que la experiencia kirchnerista surge de una catástrofe social y económica. Catástrofe que no fue espontánea, sino que se incubó desde 1989 –en las que gana el Partido Justicialista- hasta 2001, cuando cae el gobierno de la Alianza UCR-Frepaso: más de 11 años de neoliberalismo. Se puede sostener que Menem mintió groseramente cuando ganó en 1989. Pero no mintió en 1995, cuando ya teníamos 18% de desempleo y un parte grande de la sociedad entraba en la precariedad económica más absoluta. El PJ apoyó masivamente ese período nefasto de la historia nacional, sin sufrir escisiones significativas. En 1999 ganó la Alianza, que “luchaba contra la corrupción” (menemista) pero con la que “un peso es un dólar”, o sea que sostenía la continuidad total del modelo económico-social neoliberal que había implantado el menemismo. Les tocó a ellos vivir el descalabro de una política económica que asumieron como propia. 2- Cuando se derrumba el delirante experimento económico de la “convertibilidad”, al fin de 2001, la inmensa mayoría de la sociedad argentina pasa por una situación gravísima de miseria, desempleo y privaciones. Sin embargo, a comienzos de 2003, o sea que a menos de un año y medio del estallido de la “convertibilidad”, los candidatos neoliberales abiertamente partidarios del experimento de los ´90 que se presentan a las elecciones (Menem y López Murphy), sacaron el ¡42%! de los votos. Por una alquimia electoral inventada por Duhalde gana las elecciones Néstor Kirchner con el 22% de los votos al no presentarse Menem al ballotage. No es un dato anecdótico: en el momento en que se inicia el ciclo kirchnerista, los votos abiertamente neoliberales (en su versión populista conservadora o “pura” y pro-norteamericana) son el 42% del electorado. 3- La reaparición de un proyecto neoliberal en 2015, no es entonces un problema de “memoria” de los argentinos: en 2003, a poquísimo tiempo de una catástrofe social como no conocíamos desde los años ´30 del siglo XX, una fracción importante de la población seguía insistiendo en apoyar a las políticas que nos llevaron al abismo. ¿Cómo habían entendido lo que había pasado? ¿Qué es lo que habían votado? ¿Por qué insistían en un modelo violentamente antipopular? Alguien puede señalar que históricamente en las elecciones argentinas hay un 20% de sectores abiertamente de derecha, muy conservadores, neoliberales en lo económico y autoritarios en lo político. Pero a ese porcentaje se sumaban más de 20 puntos de sectores medios y populares, menemistas, radicales, liberales o despolitizados. 4- Recordemos también que Néstor Kirchner fue la tercera opción de Duhalde, luego de que un candidato conservador como Reutemann

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Macri y la fiesta de la codicia

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 02 de NOV 2017 Un 60 por ciento de los argentinos votó en la última elección contra las políticas de la Segunda Alianza, conformada por el PRO y el radicalismo que “baja las banderas”. A pesar de este guarismo potencialmente incómodo –e incluso explosivo–, los CEOs de Cambiemos han decidido redoblar sus esfuerzos por volver a convertir a nuestro país en un centro exportador de materias primas, complementado con un territorio fértil para un mercado de capitales “golondrina”, apto para la obtención de gigantescas rentas financieras: también como una geografía para inversiones gananciosas garantizadas con costos laborales mezquinos. Los tres objetivos coinciden con las exigencias del tipo de globalización neoliberal suscripta y exigida por las metrópolis internacionales y sus organismos multilaterales. Este es el objetivo que Macri intentó exponer el último lunes 30 de octubre frente un conjunto de invitados escogidos para legitimar el relanzamiento del programa de la derecha argentina, redefinida desde 1975 hasta la actualidad, pero partícipe de un mismo patrón de jerarquización social. La escena grandilocuente fue planificada con altisonancias mediáticas y su eje central fue quebrantar la resistencia del mundo del trabajo. Los accionistas y gerentes de las empresas monopólicas, trasnacionales y financieras, que hoy controlan la administración del Estado, han asumido la moderada victoria electoral como una nueva oportunidad para darle continuidad a la tarea iniciada por Celestino Rodrigo, Martínez de Hoz, Sourrouille y el menemismo, consistente básicamente en quebrar la tenacidad de los sectores laborales, opuestos a primarizar la economía e insertarla en la globalización financiera y trasnacionalizada. El contenido central del discurso de Macri el lunes último fue exponer el cambio de matriz de distribución del ingreso en favor de los empresarios, con el pretexto de la competitividad generada por los salarios (de los trabajadores) de los países emergentes. Las baterías de medidas anunciadas han sido promovidas y aprobadas por organismos como el FMI y los mercados financieros, porque básicamente buscan reconvertir a los trabajadores locales en sujetos privados de los derechos conquistados desde 1930 hasta la actualidad. El modelo de “apertura al mundo” del neoliberalismo no supone una incorporación de tipo industrial, ni basada en la sustitución de importaciones, y/o en la ciencia y en la tecnología. Pretenden una “competitividad” de salarios bajos, y una “complementariedad” con los países centrales –prometedores de inversiones– con fuerza de trabajo (asalariada) peor paga, con menos derechos, con menor formación profesional y, por lo tanto, menos “costosa”. El componte básico para beneficiar a los sectores más acaudalados de una sociedad son la generación de desocupación, la caída de los salarios, la precarización y el disciplinamiento –o la compra– de los sindicalistas para que sus referentes pierdan –o limiten– su capacidad de respuesta frente a toda ofensiva empresarial. Las medidas específicas anunciadas en el marco de una espectacularización de la (pseudo) franqueza y con cuidados aditamentos de evangelización esperanzadora son: La disminución de lo que los CEOS designan como “costo laboral”, para convertirlo en “competitivo” en relación comparativa a países menos desarrollados del mundo, que –obviamente– carecen de sindicalización y se capitalizan sobre la base del trabajo deshumanizado y precarizado. Destruir el entramado jurídico-laboral que morigera la capacidad de los sectores empresarios para contratar, despedir, flexibilizar e indemnizar. Esto incluye tanto al foro laboral –histórica y mayoritariamente comprometido con los derechos de los trabajadores– como a los abogados laboralistas, asiduos encargados de defender a los asalariados. Lo que Macri denomina “industria” de los juicios laborales ha sido el retén jurídico ante el que la mezquindad empresaria tuvo que negociar despidos, indemnizaciones y la salvaguarda de derechos sociales conquistados. Reducir las jubilaciones en un 30 por ciento –mediante el revalúo del cálculo–, para subsanar el déficit (producto de la baja de las retenciones, la caída en la tributación y el creciente endeudamiento externo). Achicar el Estado –sobre todo en su sector operativo, no en sus niveles de dirección, subsecretaría y secretaría– con el objeto de limitar la capacidad de movilización de los gremios ligados a ATE, que han sido los más fuertes oponentes al desguace de los programas orientados a los sectores más vulnerables. Y reducir el Estado, además, para que sus recursos sean utilizados o cooptados por el mundo privado. Reducir la alícuota de ganancias para los empresarios que reinviertan utilidades, es decir, sus ganancias en su empresa. Este beneficio potencial supone caída en la recaudación impositiva y refuerza la inercia del achicamiento estatal propuesto por los CEOS. Disminuir las multas que el empresario abona cuando no registra trabajadores: dichas multas deben ser hoy garantizadas a los asalariados mientras que el macrismo propone que se reorienten a la seguridad social. Indultar, amnistiar –es decir, “blanqueo”– a todos los empresarios que no hicieron aportes sociales a sus empleados. Esta medida contribuye a desfinanciar el sistema jubilatorio, contribuyendo a legitimar delitos empresarios contra la seguridad social. Desfinanciar el sistema de obras sociales sindicales mediante la reducción de aportes patronales y el achicamiento de las coberturas dispuestas hasta el día de hoy dispuestos por el PMO (Plan Medico Obligatorios) Apertura de la posibilidad del empresariado para modificar las formas y modalidades de trabajo, incluyendo los horarios de revista, el no abono de horas extras y la reducción del cálculo indemnizatorio. A esto se le suma la creación de prácticas laborales para jóvenes –situadas para aumentar el “ejercito de reserva” (cantidad de desocupados) que sean capaces de aceptar trabajos con salarios miserables– para que el resto de los trabajadores se vean en la encrucijada de ingresar con remuneraciones “competitivas” (más bajas), equivalentes a las aceptadas por los jóvenes. El plan “laboral” incluye, por último, la habilitación discrecional del ministerio de trabajo para suspender gremios y sindicatos. Todas estas medidas, algunas anunciadas por el presidente y otras por las carteras de Trabajo y Hacienda, son parte del programa que el neoliberalismo dispone para los países que se integran “pasivamente” a la globalización. Esta complementación marginal con los países desarrollados exige las políticas enunciadas por Cambiemos. El reverso de la trama supone un modelo de

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El mago sin dientes

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 04 de NOV 2017 Como fue Tula en los del menemismo, el Mago sin Dientes es el emblema de los actos de Cambiemos. Así, por arte de magia, Julio De Vido y Amado Boudou fueron convertidos en los protagonistas principales del especial Mauricio Macri del lunes. El gran secreto de Fu Man Chu, Mandrake y del mayor de todos ellos, René Lavand: poner la atención en un lado y hacer desaparecer las cosas del bolsillo del otro. Argentina fluye entre dos grandes acantilados, como esos ríos de El Señor de los Anillos. De un lado el programa de ajustes anunciado el lunes por Macri, que describe un país sin solidaridad. Del otro lado la inmensa movilización del miércoles convocada por la familia Maldonado, que representa un país con una gran fuerza solidaria. Son alturas formidables y opuestas. Entre las dos hay honduras infranqueables como si no formaran parte de la misma sociedad, dos países, dos culturas, dos historias. No es la famosa grieta que armaron los publicistas del oficialismo sobre la antinomia “k” y anti “k”. Estos dos inmensos peñones que enmarcaron esta semana de los argentinos perfilan otra grieta que no tiene nada que ver con la campaña de los periodistas oficialistas ni con Jaime Durán Barba. Es la reiteración de dos países en pugna, una disputa subterránea, sorda, profunda, que se ha representado en cada etapa del país en formas políticas diversas, pero que siempre ha estado allí, con democracia o sin ella, en cada discusión sobre economía, sobre lo social o lo económico. Un enorme acantilado expresa al país brutal, el de la ley de la selva y el mercado, donde siempre gana el más fuerte. Y el otro gran peñón se eleva sobre una conciencia de comunidad-nación y solidaridad que construyen los sectores populares con el entramado de sus verdaderos intereses. La convocatoria de la familia Maldonado fue en un día de semana, en horas laborables, después del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, lo que para el gobierno significaba el fin de la cuestión. No era el mejor momento para una convocatoria. Sin embargo, decenas de miles de personas asistieron a expresar su solidaridad con la familia que, además de perder a uno de sus miembros, había sido fuertemente hostigada por los medios oficialistas y las autoridades. Decenas de miles desbordaron la Plaza de Mayo. Es un país que existe y está. El otro país se pronunció en el discurso de Mauricio Macri en el CCK el lunes. Anunció una reforma laboral que elimina las ocho horas de trabajo y facilita los despidos de trabajadores; una reforma previsional que le sacará cien mil millones de pesos por año a los jubilados al cambiar el índice de actualización, y una reforma fiscal que aumenta los impuestos a las personas y les saca impuestos a las empresas. Un programa ambicioso de ajuste, recortes y transferencia de riqueza de pobres a ricos. Son las medidas que siempre quisieron aplicar las derechas, democráticas o autoritarias. Son los puntos por los que presionan los organismos financieros internacionales. Cada uno de ellos favorece a los ricos, pero Macri habló como si fuera al revés: Para definir los objetivos de su propuesta sanateó con “combatir la pobreza”, “crear empleo” y “lograr equilibrio fiscal”. En realidad, busca desesperadamente lograr equilibrio fiscal, pero sobre la base de crear más pobreza y precarizar el trabajo. Con la misma gambeta agregó que “cada uno deberá ceder un poco, empezando por los que tienen poder”. Insistió con que “hay que perderle el miedo al cambio” y a “despojarse de etiquetas y prejuicios”. Dijo que disminuir la pobreza es la principal meta de su administración pero a los únicos que atacó con nombre y apellido fue a los trabajadores judiciales y a los empleados de la Biblioteca del Congreso. En el CCK lo escucharon sindicalistas, legisladores, gobernadores y miembros del Poder Judicial. Casi todos ellos venían negociando algunos de los anuncios y varios se sintieron traicionados. Los gobernadores fueron impactados por los impuestos al tabaco y al vino. La CGT anunció que se reuniría con los gobernadores para no dejar pasar la reforma laboral en el Congreso. Los jubilados no tienen representación. Perderán en silencio alrededor cien mil millones de pesos, lo que, si se divide por el total de beneficiarios, cada uno perdería alrededor de 12 mil pesos por año. No es un cálculo. Macri lo anunció con alegría: “Con este cambio vamos a ‘ahorrar’ cien mil millones de pesos”. Varios periodistas del oficialismo salieron a respaldar: “Cada uno tiene que ceder algo” se escucharon en la televisión los ecos del Presidente. Ese discurso representa al modelo donde el poderoso siempre gana porque impera la ley del más fuerte y el Estado no protege al más débil. Está bien representado por el mago sin dientes y por el lenguaje melindroso que usó Macri, típico de los magos cuando quieren hacer desaparecer algo, como plata de los bolsillos de la gente. Es la Argentina que se opone a la que salió a la calle el miércoles en un acto solidario. Casi no hay intercambio entre las dos orillas. Los paquetes vienen completos. Hace tiempo que los radicales desaparecieron de las movilizaciones por los derechos humanos porque compraron el discurso del neoliberalismo macrista. Gran parte de los jubilados votó las listas de Cambiemos, igual que trabajadores y capas medias. Esa masa se referencia en Macri hablando en el CCK. Hay discursos de una crueldad insana para justificar la desaparición de Santiago Maldonado, en boca de buenas personas que dejan de serlo en ese instante. Las medidas que se anunciaron el lunes perjudican a trabajadores, capas medias y jubilados, muchos de los cuales en este momento se sienten plenamente representados por ese discurso. Aunque pareciera que ese respaldo es espontáneo, para sostener a esa masa aglutinada detrás de un discurso que claramente los perjudica hay un gran esfuerzo del macrismo. No hace falta pensar mucho. Los dos hechos más importantes

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Irrenunciabilidades

Fuente: Benjamín Malamud Lerner* | Ecos de Punilla Fecha: 01 de NOV 2017 Retornan gracias a una hasta ahora saludable memoria, hechos, acontecimientos de lo vivido, especialmente aquellos que por su trascendencia marcaron en cada uno de nosotros, una impronta o generaron una respuesta que los hace imborrables, configurando o que “decidimos ser” en lugar de parecer. Por la magnitud de los conflictos, que se generaron y el componente emocional que las rodeó, uno no desearía que se reiteraran, pero la historia de idas y vueltas en cuanto a derechos y deberes sociales, tiende a reiterarse y retorna, “ya no como tragedia sino como farsa o comedia” –al decir Carlos Marx –, y ese retorno es lo que me impulsa a esta nota. Transcurrían los primeros meses de la dictadura militar en el 76, cuando un representante de la administración de la Clínica donde ejercía mi función de Pediatra, me exigiera que renunciara a un derecho logrado gracias a una decisión del Colegio Médico de Punilla (CMP), por el cual, los médicos que nos desempeñábamos en el ámbito privado y atendíamos las Obras Sociales y mutuales con convenios con nuestro CMP, receptáramos nuestros honorarios a través del sistema bancario y no por las clínicas. Mi no renunciamiento trajo como consecuencias por un lado la negativa a que se le hicieran estudios a un lactante internado, razón por la cual elevé una nota al CMP, en ese entonces intervenido como todas las entidades gremiales. Por otro lado que llegara al gobierno de la Intervención Militar de Córdoba una denuncia de mi presunta condición de terrorista. Gracias a la gestión del Director de la Clínica, el Dr. Enrique Castelli, la denuncia fue desestimada. Retorna en el presente, al igual que durante las administraciones neoliberales de la dictadura y de gobiernos legítimamente elegidos, como el de Menem y De la Rúa, una reforma del sistema laboral que entre otras “desvirtudes” impone “el renunciamiento a conquistas laborales sensiblemente relacionadas con la calidad de trabajo y de vida de los trabajadores, aunque también con efectos indirectos que se manifiestan en sus familias. En ellas si bien lo peor que puede ocurrir es encontrarse desocupados, también la “sobreocupación”, incluso sin reconocimiento de horas extras, priva a los hijos en momentos especiales del desarrollo de su personalidad, de la presencia de las figuras y modelos parentales y a su vez ese tiempo es ocupado por las imágenes televisivas o mediáticas, cargadas de consumismo, violencia, banalidades y una transculturización, donde hasta nuestro idioma se hace añicos. Otros efectos indeseables surgen especialmente, cuando la trabajadora es la mujer, con “mecanismos socializadores infantiles debilitados, incremento del divorcio y familias monoparentales, de depresión, de estrés laboral y de suicidio”.(1) Según la ley de contratos de trabajo, bajo este principio de irrenunciabilidad, “el trabajador está imposibilitado de privarse, voluntariamente, de las garantías que le otorga la legislación laboral, aunque sea por beneficio propio. Lo que sea renunciado está viciado de nulidad absoluta”. “Ni la dictadura, con Alfredo Martínez de Hoz, se animó a tanto”, según el presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, M. Cremonte. Y es solo un aspecto de una “reforma” por la que se “retorna” a modelos abusivos de siglos pasados en la relación laboral. Otra irrenunciabilidad a la que no deberíamos someternos es a la búsqueda de la verdad, incluyendo de fuentes de información confiables, en momentos que la monopolización autoritaria mediática procura que aceptemos las seudo verdades o mentiras como una realidad inobjetable. Hasta el Papa se ha mostrado alarmado por «noticias falsas, esa información infundada que contribuye a generar y alimentar una fuerte polarización de opiniones». La desinformación acerca de donde estaba Santiago Maldonado, no es solo una muestra de ello, sino también del gran objetivo del modelo neoliberal convertido en neocolonial: procurando colonizar, atemorizar, desgastar y adormecer nuestras propias conciencias. Que en la acosada Página 12, prestigioso medio condenado desde el ejecutivo por revelar sus inconcebibles transgresiones o delitos impositivos, no haya publicado el tradicional editorial de Horacio Verbitzky este domingo, nos sirvió como alarma del avance del poder hacia la libertad de expresión. Sin embargo otro censurado periodista (Roberto Navarro) le dio un lugar para que podamos ver y escuchar ese mismo domingo desde nuestra computadora o celular, no desde el televisor, la denuncia de la incorporación en nuestro país del sistema Israelí Pegasus, por el cual ese mismo celular le permite al biopoder, saber todo o casi todo de nosotros (sí, espiarnos) y especialmente de los propios periodistas, tal como lo denuncia quien fuera la “entrevistadora estrella” de la CNN Carmen Aristegui. (2). Las libertades individuales son irrenunciables. Concluyo, para señalar que como defensores de la Vida, “del bios” no podemos renunciar de recordar a quienes por salvaguardar la naturaleza y los pueblos nativos de quienes de ella dependen, en lo que llamamos Patria Grande Latinoamericana, han pagado con su vida ese atrevimiento. Los nombres de 3 irrenunciables mártires, me convocan a hacerlo: Chico Méndez, Berta Cáceres y Santiago Maldonado. Chico Méndez fundó la «Unión de los Pueblos de la Selva», una especie de sindicato que pretendía luchar por las reivindicaciones de los indígenas, los «siringueros», y otros habitantes de la región (La Amazonia) que viven de la caza y pesca.(3) Incluso recibió el premio «Global 500», de las Naciones Unidas por la defensa incansable de los recursos naturales. Su asesinato el 22.12 88 por hacendado Darly Alves da Silva y su hijo Darci, luego condenados o absueltos “ no cambia para nada la triste realidad de Brasil”. Es en esta Amazonia donde Temer autoriza la instalación una poderosa base militar de EEUU: el enemigo, Venezuela. Berta Cáceres, una líder de los pueblos originales hondureños, es asesinada el 3.3 16 siendo los culpables los ejecutivos de una empresa hondureña a cargo de una hidroeléctrica, a la que la activista se oponía (4) y con fuertes relaciones con el corrupto poder estatal, tal como venían denunciando sus familiares con escaso éxito hasta hace muy poco tiempo. Coordinaba el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de

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El huevo PRO de la serpiente

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 31 de OCT 2017 Desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri, distintos periodistas e investigadores describieron al modelo del PRO y de “Cambiemos” como la expresión de una derecha moderna, republicana y democrática. La expusieron, incluso, ajena a los modelos tradicionales corporativos y discriminatorios, característicos de las diferentes formas que asumieron a lo largo de la historia. Gran parte de sus análisis se concentraron en la discursividad, la cultura política, la observación de sus usos tecnocráticos, su presentación pública y sus manifestaciones comunicacionales. Todos esos análisis dejaron de lado llamativamente dos aspectos centrales de cualquier caracterización política situada: su vínculo con la esfera de la producción y el trabajo y su impronta en relación a la utilización de la violencia “legítima” del Estado. La escena marquetinera del macrismo no solo obnubiló votantes, esperanzados con una derecha dialoguista y republicana, sino que sedujo –al igual que en tiempos de la primera Alianza- a distintos observadores que confundieron la delicadeza infantil de los globos y su musicalización evangélica de optimismos abstractos, con un territorio fértil para la construcción de equitativos consensos ciudadanos. Esos mismos referentes “biempensantes” postularon una “pacificación” de las álgidas discusiones políticas que se diversificaron como producto de la reimplantación, durante doce años, del Proyecto Nacional. Los medios hegemónicos, y sus intelectuales orgánicos, caratularon de “grieta” a lo que supuso un nuevo patrón de distribución de la renta, donde se beneficiaba a los trabajadores y desocupados, cuestionando la matriz instalada desde 1976 hasta los inicios del siglo XXI. La “concordia” anunciada tuvo, desde sus orígenes, la subyacente intencionalidad de disolver la capacidad de transformación que se anidaba en la continuidad -y profundización- del debate público ciudadano, con el sector más empobrecido de la sociedad, empoderado como sujeto social legitimado. La publicidad de una “derecha moderna” duró poco y sus difusores hacen en la actualidad malabarismos teóricos para explicar las mutaciones de aquello que estaba en su origen. Paralelamente, el gobierno de cambiemos empezó a mostrar a su “rey desnudo”, apelando a una discursividad más autoritaria y persecutoria, combinándola con las consabidas frases hechas, eslóganes e invitaciones a esperanzas abstractas y meritocráticas. La escenificación “popular” del macrismo se instituye en la actualidad a partir de fotos carentes de espontaneidad, montadas en calles desiertas o rutas despejadas de potenciales opositores. Todos sus movimientos exponen la identidad intrínseca y estructural de un modelo oligárquico que requiere de tres condiciones para perpetuarse: (a) acoplarse a las corrientes internacionales que disciplinan a los trabajadores, para garantizar su renta, (b) reimplantar el sitial de privilegios para sus grupos hegemónicos, para legitimar su dominación, y (c) apelar a la represión como mecanismo de visibilización de autoridad. Históricamente se denomina “reaccionarios” a los sectores que responden con violencia ante la potencial o real irrupción de cambios sociales. En nombre de su “orden social”, los sectores portadores de privilegios son –y han sido- capaces de despedazar a quienes se atreven a desafiar un estatus quo en el que asienten su espacio de prerrogativas. En la actualidad, el modelo neoliberal rentista se ha lanzado brutalmente a la recuperación del terreno perdido en Latinoamérica desde inicios del siglo. Esta restauración incluye, como en todos los procesos similares sucedidos en el último siglo, la utilización del miedo a los “extraños” y la apelación al enfrentamiento de la “corrupción” como dos caras de la misma moneda, dispuestas para la reimplantación de una tasa de ganancia acorde a sus expectativas, Tanto Europa como América se encuentran atravesados por el mismo intento de “restauración” que tiende a etiquetar a migrantes, minorías y desocupados como los peligros instituidos que deben ser disciplinados, reprimidos, segregados o encarcelados. El terrorismo internacional y el narcotráfico son los subterfugios para instalar peligros e hipótesis de conflicto. Mientras Trump sugiere expulsar a los niños y adolescentes latinoamericanos que permanecen sin sus familias en Estados Unidos e intenta construir un muro a lo largo de la frontera con México, Macri, su ministra de seguridad, Patricia Bullrich, y sus medios de comunicación afines, buscan relacionar la desaparición de Santiago Maldonado con movimientos subversivos ligados con guerrilleros kurdos y con las (disueltas) Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Los datos cotidianos de los últimos años contribuyen a conformar un clima de época que exige la implantación de una agenda pública que justifique intervenciones, inversiones en material de seguridad, armamentos, discursos belicistas y políticas represivas. Luego de la masacre en Las Vegas, Trump acusa al “mal supremo” de ser la causa de los casi sesenta asesinados, sin hacer referencia a los empresarios fabricantes de armas o a políticas de control de las mismas. Las “amenazas” se multiplican y el lenguaje de la multilateralidad diplomática es sustituido por permanentes advertencias de intervenciones militares –en Venezuela, en Corea del Norte, en Irán- contribuyendo a una escalada de belicismo discursivo (con ecos nucleares) desconocido en los últimos cincuenta años, desde la denominada crisis de los misiles hasta nuestros días. El aislacionismo británico expresado en el “Brexit”, la irrupción del partido neonazi “Alternativa por Alemania” que cuestiona las políticas de Merkel por considerarlas permisivas, la presencia de discursos fascistas en Francia, enunciados por el partido de Marine Le Pen que humillan diariamente a los musulmanes, los discursos islamofóbicos de Geert Wilders y su Partido por la Libertad holandés y la guerra civil en Siria completan un escenario de inestabilidad cuyo trasfondo es la crisis económica producida por la financiarización de la economía mundial, y sus consecuentes conflictos migratorios, derivados de la ausencia de proyectos internacionales de desarrollo sustentable. Esta inestabilidad es acompañada por otro aspecto del mismo proceso, consistente es un nuevo ciclo de endeudamiento, especialmente por parte de varios Estados latinoamericanos, entre ellos el nuestro, que presagian un futuro de mayor sumisión a los centros financieros internacionales, quienes reiterarán sus exigencias de desregulación, flexibilidad laboral y achicamiento del gasto público. Esta situación brinda un clima propicio para formatear “chivos expiatorios” y fantasmas capaces de instalar la existencia de “grupos de alta peligrosidad social” o simplemente instaurar modelos de jerarquía social

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Mirar de frente

Fuente: Alejandro Mosquera | La barraca Fecha 23 de OCT 2017 El triunfo de Cambiemos en los principales bastiones populares y su extensión territorial con excelentes guarismos en todo el país expresa la consolidación del Macrismo como maquinaria electoral y como fuerza política de gobierno. A la vez la dispersión de la oposición, las mil variantes del pan-peronismo, la buena elección de Cristina pero que perdió en la provincia, la derrota del peronismo colaboracionista, el buen papel de la izquierda trotskista pero distante de las luchas por el poder, son los condimentos para analizar de frente el nuevo escenario político, sus posibilidades. Algunas primeras reflexiones que intentan apuntar a un debate necesario para comenzar un etapa de reconstrucción de una alternativa política con capacidad de mayorías para luchar contra el ajuste, el achicamiento de la democracia y de los derechos y endeudamiento masivo, y sobre todo para derrotar a la derecha democráticamente en el 2019. EL PRO-Cambiemos El poder real ha construido una fuerza política (PRO-Cambiemos) con capacidad e inteligencia para plantear una agenda de reformas neoliberales y a la vez consolidar su apoyo electoral. Subestimar esta fuerza es un yerro que se paga en el desarrollo de estrategias que en muchos casos son funcionales al oficialismo. La idea del engaño, de la estafa electoral no alcanza a explicar la magnitud del apoyo popular. Hay una disputa sobre valores, sentidos, una batalla cultural que impone también sus correlaciones de fuerza. Es más determinante en la estrategia del poder la grieta por ellos construida, estimulada y propagandizada hasta el hartazgo. El radicalismo ha sido prácticamente deglutido por el PRO. Cambiemos es verticalmente dirigido por la mesa chica del PRO. Y los cacicazgos territoriales radicales que perduran no conforman una fuerza política nacional. El PRO ha logrado construir ofertas de posibles relevos del liderazgo (hoy indiscutido) de Mauricio Macri: Peña, Vidal, Larreta. Cuestión que el espacio nacional-popular no logró en 12 años de hegemonía y gobierno. El nuevo escenario deja al gobierno con la capacidad de situar en el centro político su agenda de reformas, que más allá de las formas de lograr los consensos en el Congreso, son básicamente el tradicional plan neoliberal.   El No Macrismo El peronismo presenta diversas variantes que van desde el colaboracionismo abierto, a los pactos de gobernabilidad, a la oposición y la resistencia al ajuste. La división ha sido funcional al PRO-Cambiemos. Los dos ejemplos más evidentes son la provincia de Buenos Aires y el Chaco. Los sectores colaboracionistas y los gobernadores que se allanaron al chantaje del gobierno central recibieron un golpe electoral. El caso paradigmático ha sido el Gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, que defendió tantas las políticas del Macrismo, criticó tanto a Cristina Fernández de Kirchner, que ayudo a que el electorado terminara apoyando mayoritariamente a Cambiemos, hundiendo aparentemente su idea de lanzarse como candidato a Presidente. El kirchnerismo logró situarse como segunda fuerza en el orden nacional, pero los efectos de la derrota de CFK todavía no están claros. Oportunamente en el discurso de anoche la expresidenta marcó correctamente el desafío de la unidad para construir una alternativa, que se suma a la idea de continuidad de Unidad Ciudadana, y a un poco entendible señalamiento solo será posible esa unidad teniendo como columna central a su fuerza política. En la Ciudad de Buenos Aires el triunfo de Elisa Carrió y Rodríguez Larreta fue arrollador, que se explica por el aval que tiene la gestión de la ciudad, por ser el distrito donde más penetro la estrategia de la grieta, y también se pagan años de falta de una estrategia de poder del espacio nacional y popular, y un privilegio de acuerdos restringidos y al reparto de cargos que a una ampliación del frente amplio plural e inserto en las particularidades y necesidades de los porteños. Si bien Cambiemos gano holgadamente en Santa Fe, el papel de Agustín Rossi alienta la posibilidad de una política de construcción de un frente amplio fuera del territorio bonaerense. El massismo ha sido uno de los principales derrotados en estas elecciones. La pérdida de votos a favor del PRO-Cambiemos muestra a las claras que su respaldo en anteriores elecciones estaba ligado a su anti-kirchnerismo, que su política de poner como centro de su crítica a CFK y el colaboracionismo con el gobierno ayudó a que se debilitara a favor del oficialismo. Si bien parece lesionado en sus deseos de encabezar un proceso de renovación y unidad del peronismo sin el kirchnerismo, es un espacio político que tiene capacidad de maniobra y sus votos en el Congreso serán necesarios tanto para enfrentar las leyes neoliberales o para lograr los apoyos que necesita el gobierno para llevarlas a cabo. Si fuera por el discurso después de los resultados electorales de su líder parecen acercarse a esta última variante, aunque no parecen las convicciones de Solá ni de Mendiguren. Veremos. En el caso de Florencio Randazzo varias cuestiones quedaron ratificadas. La más evidente que contar con el sello del PJ no trae aparejado los votos que tiene el peronismo en la provincia de Buenos Aires. La derrota sufrida, sobre todo por sus guarismos y quedar últimos detrás del trotskismo, lo deslegitiman para liderar un proceso de “modernización” del peronismo. Y les será muy difícil que en la conciencia popular de los sectores más activos no quedé a flor de piel que fueron funcionales al triunfo de Vidal y Cambiemos. Faltan actores para una Alternativa Cuando se revisa toda la extensión del país se constata la desaparición de las fuerzas de centro-izquierda, de izquierdas populares o nacional-populares y transformadores por fuera del kirchnerismo. Una parte de sus expresiones políticas y dirigenciales abandonaron sus postulados para sumarse más o menos abiertamente a las fuerzas de la derecha en sus variantes neoliberales o conservadoras, otros conservaron identidad pero asumieron las políticas de la derecha. La derrota del Socialismo en Santa Fe habrá que estudiarla en esas coordenadas para no achicar la política solo a candidatos, la gestión o la polarización.

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Los ojos

Fuente: Jorge Elbaum | Página 12 Fecha: 21 de OCT 2017 Nosotros queríamos que vean sus murales, sus dibujos hechos con palitos en la tierra pedregosa de Chubut, que se tomen el tiempo para ver cómo hacía pacientemente sus tatuajes sobre la piel desnuda. Queríamos que sepan que él estaba emparentado con las causas chiquitas de pueblos dolidos y estábamos desesperados por hacer visible aquello que no se ve en los monitores ni en las letras borrosas de varios periódicos. Eso que sólo puede apreciarse en la luz que se dibuja en los charcos de agua, alguna mañana: que el pibe no andaba por ahí para salir en la foto. Muchos buscábamos palabras debajo de todas las cosas, en los rincones, en la memoria de otras décadas, para poder poner en evidencia que Santiago andaba con sujetos vulnerables, cuyas inmensas y peligrosas posesiones eran sus identidades, sus palabras, sus enojos y sus tierritas reivindicadas. Llegó un momento en que nos empezamos a desesperar por transmitir la obviedad de una historia que hace de policías, gendarmes y prefectos los grupos de tareas adiestrados nuevamente contra los humildes. Ahí fue que nos obstinamos en ejemplificar analógicamente que no es posible culpabilizar por la violación a una mujer por la simple utilización de una falda cortita: que acompañar a los que exigen, a los que demandan, a los que se expresan, no podía originar la pena de muerte. Nosotros queríamos que mirasen sus rastas pero sin dejar de mirar sus ojos. Que hubiesen tenido el coraje de enfrentarse a su proyecto vital colmado de noches inmensas, veranos de mar, fueguitos cordilleranos y sonrisas cómplices. Que lograsen sentir la compasión orientada a la pureza del tipo que se solidariza con los más necesitados, que pudiesen conmoverse con un pibe que no se desespera por entrar a empujones en los palacios lustrosos, donde se mercantilizan voluntades, para congregar razones ordenaditas de odio y dinero. Nosotros queríamos que advirtiesen lo evidente, lo que hay oculto hoy entre brumas catódicas y los discursos cínicos, apurados por la marcha de uniformes blindados, con augurio de violencias. Por eso nos desesperábamos para que supiesen identificar a quiénes están allá, del otro lado del río: los aceros del extractivismo, los terratenientes devotos de empresarios/gobernantes, los inversores que compran tierras con artificios financieros garantizadas por manejos neoliberales y pagaderos por la sociedad toda. Nosotros estábamos ilusionados con transmitir la evidencia de que Santiago acompañaba a quienes descienden de las víctimas de las “Campañas al desierto”. Que fue a abrazarse con los nietos de los fusilados de la Patagonia trágica. Que escoltaba a los mapuches porque desconfiaba de las lógicas miserables y crueles instaladas en nombre de las sacrosantas verdades del mercado. Nosotros estábamos ilusionados con la posibilidad de identificar, de señalar, a los pretorianos perseguidores de toda ternura, armados una y otra vez –hasta los dientes– en nombre de sus brutales razones de meticulosa eficiencia. Nosotros queríamos transmitir –como un virus protector– su esperanza en la fraternidad, su indignación, su sensibilidad ante el crujir de los otros, su rechazo a todas las formas encargadas de triturar ilusiones. Queríamos que sea él quien nos haga el tatuaje de una estrella en cada ojo para poder mirarnos con un poco más de ternura y esperanza. Pero, lo que más queríamos, lo que más esperábamos, era que estuviese vivo.

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