Economia

Economia, Nacionales, Politica, Portada

Alberto Fernández candidato y Cristina vice: salir del laberinto por arriba

Fuente: Claudio Scaletta | Página/12 Fecha: 18 May 2019 La economía no es sólo un conjunto de técnicas para jugar a las matemáticas con el funcionamiento de los grandes agregados de las cuentas nacionales o de las finanzas. La economía incluye entre sus variables analíticas a las relaciones de poder, lo que significa también al conflicto social. Esto es así por más que desde el siglo XIX la que hoy funciona como corriente principal de la ciencia haya intentado extirpar de su corpus teórico, con singular éxito, tanto al poder como al conflicto entre clases sociales. El lector comprenderá que el párrafo que antecede, de carácter general, habla del presente. Frente al verdadero derrumbe del modelo macrista, que comenzó a manifestarse a partir del irresponsable regreso al FMI tras la larga corrida iniciada en marzo-abril de 2018, los economistas preocupados por los problemas del desarrollo comenzaron a pensar en las alternativas de salida para lo que será la peor herencia económica recibida por cualquier gobierno, al menos desde el siglo XX. Una herencia de mega endeudamiento y deterioro social que demandará un lento, pero persistente, proceso de reconstrucción. Prácticamente no existe sector de la economía, pública y privada, que no haya sido gravemente deteriorado, desde la industria a la salud pública, desde el entramado de pymes de todos los sectores al sistema de ciencia y técnica. Los ganadores de la fiesta neoliberal fueron realmente muy pocos. Desde lo estrictamente económico, desde la técnica de la ciencia, no hay nada muy complejo para decidir. En el presente una de cada dos máquinas de la industria están apagadas. La capacidad instalada ociosa se encuentra en niveles récords de desocupación. La buena teoría económica sabe que de las recesiones se sale con demanda. Será necesario poner lentamente plata en el bolsillo de los consumidores para que el parate productivo comience a revertirse. Continuar con el neoliberalismo es simplemente imposible. Por eso, cuando se pensaba en cómo resolver la grave herencia de los devastadores cuatro años de macrismo todos los caminos conducían a la política, no a la economía. Los reflectores se enfocaban juntos en la llamada grieta, que no es otra cosa que el estado de situación de la lucha de clases. Y allí, en la grieta, las fuerzas en pugna eran, son terribles. Pocos gobiernos asumieron el poder con una alianza de clases tan sólida y extensa como el macrismo. Esa alianza incluía, entre otros, al grueso del poder sindical, a las asociaciones empresarias del campo, la industria, la construcción y las finanzas, a la famiglia judicial y la tropa de los servicios de inteligencia, a los medios de comunicación hegemónicos, a la mayoría de los gobernadores, incluidos muchos “peronistas”, y a embajadas varias, entre ellas la estadounidense. En términos gramscianos, el macrismo consolidó un bloque histórico impresionante y si no logró consolidar una nueva hegemonía fue porque falló en la construcción de su base material. La razón fue una sola: su rotunda miopía, dogmatismo e impericia en el manejo de la economía. Cuando se repasa su libro se encuentra que la principal “autocrítica” de CFK fue precisamente sobre la construcción de alianzas durante su segundo gobierno, una falta que atribuyó en parte al haber perdido a quien siempre se había ocupado “de esas cosas”, su compañero Néstor Kirchner. En los últimos meses resultó claro que quien estaba ocupándose de la tarea, la indispensable y benemérita rosca, era el hoy ungido Alberto Fernández. Pero al mismo tiempo también fue claro que a pesar del fracaso económico del macrismo, el bloque histórico anti K se mantenía bastante intacto. El macrismo perdía apoyos por abajo, no por arriba. La estrategia nunca dejó de ser frenar a cualquier precio al impredecible “populismo”. Un detalle sobre el cuadro de situación que quizá no fue suficientemente atendido fue que Jair Bolsonaro, un esperpento, pero también el presidente de Brasil, la principal potencia regional estaba militando fuerte contra la candidatura de CFK. No sólo hubo invocaciones divinas, sino la insistencia de que Argentina, si nuevamente se imponía CFK, estaba destinada a ser “todavía peor” que Venezuela. La actitud de Bolsonaro, que en esto funcionaba como alter ego del Departamento de Estado, adelantaba que las condiciones externas para un eventual gobierno de Cristina serían terribles desde el primer día. Sin reservas, endeudado, con términos del intercambio deteriorados y con la geopolítica en contra. Otro dato duro fue la reacción de la prensa del régimen al tibio intento de frenar la guerra judicial contra la ex presidenta. Hasta llegó a reeditarse un pseudo cacerolazo. A la complejidad de tensiones de este escenario se sumaba que el bloque histórico que motorizó el ascenso del macrismo preparaba una tercera fuerza para intentar entrar al balotaje o, como sucedió con los votantes massistas en 2015, para que esos votos se vuelquen contra CFK en una potencial segunda vuelta. El renunciamiento histórico de Cristina con el que los argentinos iniciaron el sábado desarmó todas estas operaciones y en pocas horas consiguió la mentada unidad del peronismo. Si el primero objetivo fue “desengrietar” y bajar tensiones ya fue ampliamente logrado. En las próximas semanas operará un acelerado realineamiento político. Cristina salió del laberinto por arriba. Perlo la nueva historia recién empieza.

Economia, Nacionales, Portada

Urgencia electoral

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 05 de MAY 2019 Tras la debacle que mostraron las últimas encuestas, el gobierno está tratando de retomar la iniciativa. En este marco no hay que perder de vista las herramientas a las que recurre, con miras a la próxima contienda electoral. Desde el anuncio de una batería de medidas que no llegan a mover el postrado consumo interno, al permiso para contener la suba del dólar cuando haga falta, todos los movimientos oficiales pueden explicarse a partir de la urgencia electoral. Urgencia compartida no sólo por el gobierno argentino sino también por la administración de Estados Unidos, que no quieren retrocesos respecto del rumbo actual. Por eso, en lo que fue un acto de instalación electoral, el oficialismo hizo un llamado a garantizar la «gobernabilidad». El viernes el presidente pidió: «Firmemos de nuevo consensos sobre las cosas básicas que vamos a respetar, herramientas que nos permitan decirle al mundo que esto que empezamos vamos a continuar (…). Es un momento de tener generosidad, de sentarse en una mesa y acordar, llevar tranquilidad, llevar futuro a la casa de todos los argentinos». Es evidente: la denominada «gobernabilidad» es entendida como un consentimiento para seguir construyendo una Argentina para pocos. Entre los puntos principales de los diez que forman parte del texto que elaboró el gobierno figura el «cumplimiento de las obligaciones» con los acreedores. Es el discurso que quieren escuchar los mercados, que además incluye nociones como una reforma laboral «moderna» (adjetivo que intenta evitar el verdadero significado: la flexibilización de las condiciones de trabajo para incrementar la ganancia de las grandes empresas). O la mención a la «sustentabilidad del sistema previsional», a lo que habría que preguntarles: ¿sustentable para quién? Seguro que no se piensa en sustentar un mejor vivir para los jubilados. Son las propuestas del Fondo. Por eso no hay mención alguna a la palabra crecimiento. Mucho menos al combate a la pobreza. Banderas que fueron cayendo por su propio peso, porque se contradicen con el esqueleto de las políticas neoliberales. Lo que de verdad importa son los «cómo», y no los «qué». Por supuesto, con este gobierno esos «cómo» no se pueden decir, pues impera la máxima del «si lo decía no me votaban». En forma coordinada, los grupos empresarios más grandes del país salieron a expresarse favorablemente sobre estos diez puntos del gobierno, acompañados además por distintas asociaciones empresariales. Sostengo que ha sido una acción coordinada puesto que los documentos se conocieron casi al mismo tiempo, y además repiten conceptos prácticamente idénticos, como los de la AEA y el G6, que comparten en su seno a varias grandes empresas. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) es presidida por Jaime Campos, contando entre sus diez vicepresidentes a representantes de Arcor, Techint, Bagó y los Grupos Miguens y Roggio, entre otros. El G6 está integrado por la Unión Industrial (UIA), la Sociedad Rural (SRA), las Cámaras de Comercio y de la Construcción, la Bolsa de Comercio y la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA). En ambas declaraciones se menciona la importancia de la certidumbre y estabilidad para el sector productivo, la trascendencia del largo plazo, todo ello para «generar un clima favorable para las inversiones y la generación de empleo». Parecen los mismos discursos que se daban antes de las elecciones del 2015, hablan de generación de empleo e inversiones como si estas variables no hubieran estado ausentes en estos tres años y medio que se viene aplicando el modelo que están apoyando. Este es el posicionamiento de los grandes grupos, el «círculo rojo» que hasta hace una semana estaba criticando ácidamente la gestión de Mauricio Macri por las menores ganancias que están pudiendo obtener en este clima de recesión extendida, o por las grandes dificultades financieras y productivas que están teniendo algunas de las prominentes empresas firmantes. Distinta es la visión de algunas asociaciones de pymes, como la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), que también emitió un comunicado que tiene por título «NO a los acuerdos de espaldas a la sociedad» en el cual advierte que «los 10 puntos del acuerdo que promueve el gobierno nacional constituyen un certificado para la continuidad y profundización de las políticas de desregulación, endeudamiento y ajuste que condujeron a la actual crisis», y sostiene que «no se nombran la industria, las pymes, el trabajo, la producción, la ciencia y técnica, como tampoco la salud ni la educación». Asimismo, Apyme llama al debate de otro modelo productivo, «cuando están cerrando más de 40 pymes por día y cada mes se pierden 15 mil empleos». Estos datos y reflexiones indican la difícil situación de la producción que intenta ser invisibilizada por este modelo y por este «acuerdo» de los diez puntos de la posverdad. El gobierno de Macri está dejando un tendal crítico en materia productiva y social, que no podrá ser solucionado si se apuesta a las mismas recetas. Esta semana se logró contener al dólar, al amparo del permiso para intervenir en el mercado cambiario, manteniendo las altas tasas de interés. Más de la misma frazada corta, que deja a la intemperie a los sectores de la producción y al empleo. Volviendo a las declaraciones del presidente, sostuvo: «este es un año histórico, bisagra, donde se define si tendremos 25 años de crecimiento o volvemos a sumirnos en la oscuridad o la confrontación». La elección de estos términos no resulta casual. Ante los pésimos indicadores económicos y el creciente malestar social, la estrategia del miedo es casi la última carta electoral que tiene este gobierno. Sobre lo que sí parece haber cada vez mayor consenso es sobre que después de las elecciones será necesario encarar un nuevo proceso de renegociación de la deuda, independientemente de quién gobierne. Se precisa una renegociación de los términos de una deuda que es pura responsabilidad de este gobierno y condujo al país a una situación de extrema vulnerabilidad y dependencia. No hay que perder de vista que fue el propio FMI el que ya

Economia, Nacionales, Portada

Plan elecciones

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 21 de ABR 2019 Al ser consultado por los errores en las proyecciones de la inflación, durante la conferencia de prensa del miércoles, el ministro Nicolás Dujovne contestó: «nosotros no hemos hecho pronósticos sobre la inflación para este año, sabíamos que la inflación para el primer cuatrimestre iba a ser más alta que en el resto del año». Una observación cuestionable, pues aún resuenan los ecos de los anuncios del ministro Dujovne en diciembre de 2017, cuando sostuvo: «las metas de inflación no se van a cambiar: ratificamos las metas del 15% para este año (2018), 10% para 2019 y 5% para 2020». También cabe citar al presidente Mauricio Macri, quien en febrero de este año sostuvo: «está empezando a bajar la inflación», justo un día antes de conocerse el fuerte incremento inflacionario de enero (2,9 por ciento). Una colección de posverdades. Macri sigue sosteniendo que es necesario «bajar más rápido el déficit» para lograr bajar la inflación. Una solución que no encuentra sustento en la realidad. Por ejemplo, el tratado de Maastricht, constitutivo de la Unión Europea, contempla un margen de déficit fiscal del 3% del PBI como parte del conjunto de herramientas de políticas públicas que los estados tienen para impulsar la actividad económica. El Estado tiene una función social que amerita la utilización de políticas fiscales expansivas para garantizar el bienestar de la sociedad. En nuestro país, la inflación sigue en niveles inaceptables, luego de haberse aplicado una receta con una fuerte dosis recesiva de políticas ortodoxas con tasas de interés récord, congelando la emisión de dinero y persiguiendo la meta de déficit fiscal primario cero. La última imagen registrada de lo que se dio en llamar «inflación Congreso» es ejemplificadora. Varios legisladores en aquel entonces opositores, algunos de los cuales ocuparon y ocupan importantes cargos en la actual administración, mostraban con dedo acusador un cartel con la variación mensual de precios del 1,52% para octubre de 2015 y del 25% interanual. Un nivel a todas luces inferior al 4,7% de marzo de 2019 y del 54,7% interanual. Más aún, al interior de este último índice se observa que los alimentos fueron los que mayor incremento registraron: 6 por ciento. Una situación que viene ocurriendo hace varios meses y es por eso que el valor de la Canasta Alimentaria, utilizada para determinar los niveles de indigencia y pobreza, viene aumentando a un ritmo aún mayor al del índice general de precios. Las medidas anunciadas por algunos ministros el pasado miércoles no son más que un paliativo insuficiente y temporario para intentar disimular las inevitables consecuencias negativas del actual modelo económico. La denominación de «Plan Elecciones» se me ocurre una de las más adecuadas, ya que es bochornoso que se diga que los acuerdos de precios son hasta octubre, o el «congelamiento de tarifas» hasta fin de año, es decir, para pasar las elecciones. Otro enfoque desde la cuestión monetaria también indica similar intención: los U$S 60 millones que el Tesoro puede subastar diariamente para contener el dólar alcanzan hasta fines de noviembre, luego de finalizada una eventual segunda vuelta, medida complementada con el congelamiento de las bandas del dólar en los valores actuales, también hasta fin de año. Varios analistas dejaron en claro que este es sólo un intervalo para, si Macri logra ser reelecto, aplicar luego un nuevo torniquete recesivo sin contemplación alguna. El acuerdo con 16 empresas para mantener los precios por seis meses de 60 productos esenciales de la canasta básica fue definido por Dujovne como «un acuerdo de caballeros». Trae a la memoria el acuerdo para no reducir empleos que firmó Macri con empresarios en mayo de 2016 y que finalmente no se cumplió. Una actitud que apela a la «buena voluntad» de los grandes conglomerados económicos del sector, sustentada en la idea de resignar algo de rentabilidad por unos meses para intentar crear la expectativa de que algo está mejorando en vísperas de las elecciones. En los 60 productos seleccionados no hay verduras, frutas, ni carnes, pero sí muchas harinas. Las únicas proteínas pasan por los lácteos y, casualmente, la leche más barata aumenta un 40% debido a un oportuno cambio de marca por parte de la empresa proveedora, a $35,80, muy cerca del precio promedio de varias marcas que tomó el Indec para la elaboración del IPC de marzo para GBA: $39,65. En el caso del kilo de azúcar, en Precios Cuidados se encuentra a $ 34,25, cuando el Indec la relevó a $ 31,63 en marzo último. La decisión de «suavizar» en el tiempo los aumentos de las tarifas de servicios públicos implicaría un incremento aún mayor al ya registrado (152% interanual) de los subsidios en el gasto público. Según señala el comunicado oficial, los incrementos serán absorbidos por el gobierno nacional, por un valor de $ 9000 millones según estimó Dujovne. Dado que se mantiene el objetivo de déficit fiscal primario cero, y se prevé menor recaudación por la caída de la actividad económica, entonces, o se recorta similar volumen de otros gastos, o se incrementan los impuestos, o ambos a la vez. De allí que lo terminamos pagando todos (menos las empresas prestadoras de servicios públicos), más aún cuando los beneficios están centrados en el AMBA y La Plata. ¿Será una respuesta a las exigencias de los candidatos del PRO en ese área? Otro tema preocupante es que el comunicado oficial se refiere a estas medidas como dirigidas «a las familias». Una gran duda: ¿Acaso las pymes seguirán soportando los aumentos tarifarios? Habrá que esperar la letra chica de las medidas para este grupo, y analizar cómo impactará en las empresas, aunque el principal problema que enfrentan es la baja de la demanda en el mercado interno, la suba de costos y la competencia de los importados. En el caso de los préstamos a jubilados, se pueden utilizar para refinanciar los viejos créditos o para otros destinos como pagar servicios públicos o remedios. Son a «tasas bajas de mercado» entre el

Economia, Nacionales, Portada

Todo está guardado en la memoria

Fuente: Carlos Heller | Página 12 Fecha: 07 de ABR 2019 Hubo un 2 de abril de 1982 en el que tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Esa irresponsable aventura de la dictadura cívico militar dejó un saldo de 649 compatriotas muertos y miles de heridos en los campos de batalla. Pero hubo otro 2 de abril. Fue en 1976, cuando el recién nombrado ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz anunció por cadena nacional su plan económico durante más de dos horas. Ambas fechas están relacionadas y fueron días muy tristes en la historia nacional. Por un lado, las políticas económicas de Martínez de Hoz, anunciadas ese 2 de abril de 1976, precipitaron en el tiempo una crisis que se tradujo en fuerte recesión y aumento del desempleo y de la desigualdad social. Por otro lado, la decisión de Leopoldo Fortunato Galtieri de declararle la guerra al Reino Unido el 2 de abril de 1982 fue, según coinciden varios trabajos sobre la etapa, un intento de mejorar la relación con la sociedad, que se había deteriorado a partir de la aplicación sistemática de aquellas políticas económicas y represivas. Un reclamo justo se utilizaba para intentar recomponer el vínculo crecientemente dañado entre la dictadura y la sociedad. “Todo está guardado en la memoria”, canta León Gieco. En la memoria está el recuerdo vivo de nuestros veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas, que lucharon con patriotismo en batallas que no habían elegido y a las que llegaron desprotegidos por las conducciones militares. Pero también está el anuncio de ese plan económico devastador con el cual la dictadura intentó subordinar la economía argentina al capital financiero internacional. ¿Qué proponía aquel plan? La propuesta impulsaba la eliminación de los controles de precios y de los controles cambiarios; la liberación del comercio exterior, libertad de exportación a través de la eliminación de impuestos, libertad de importar eliminando todo tipo de prohibiciones, liberación de las tasas de interés y reforma financiera, liberación de controles a los alquileres, eliminación de las tarifas políticas de los servicios públicos, eliminación de subsidios, libertad de contratación de los salarios, libertad para las inversiones extranjeras “bajo reglas justas y sanas”, libertad para la transferencia de tecnología. José Alfredo Martínez de Hoz, descendiente de una familia de terratenientes fundadora de la Sociedad Rural Argentina, era directivo del Consejo Empresario Argentino, una entidad muy parecida al actual Foro de Convergencia Empresarial, creado en noviembre de 2013. Ambas expresan el mismo conglomerado empresarial integrado por los sectores económicos concentrados. Y ambas se constituyeron en oposición abierta a las políticas implementadas por los gobiernos populares y democráticos que ganaron las elecciones en 1973, en 2003, en 2007 y 2011. Hay un hilo conductor entre las propuestas del Consejo Empresario Argentino, el programa de la dictadura de Martínez de Hoz, las iniciativas del Foro de Convergencia Empresarial y las políticas implementadas por Cambiemos. En el medio, se ubican también los planes diseñados por Domingo Cavallo en los años del menemismo. En síntesis: es la idea del Estado facilitador o “canchero” que prepara el terreno para que intervenga con exclusividad el mercado. El Estado sólo tiene un rol subsidiario. En su discurso inaugural como ministro, Martínez de Hoz había afirmado: “Se abre, señores, un nuevo capítulo en la historia económica argentina. Hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”. Años después, en 2017, según diversas fuentes periodísticas, el borrador del proyecto de ley de “reforma laboral”, impulsado por el gobierno, afirmaba que la norma serviría para “promover la liberación de las fuerzas de la producción y del trabajo de todos aquellos mecanismos regulatorios y fenómenos distorsivos que impiden el desarrollo de las empresas”. Siguiendo ese hilo conductor, encontramos a los mismos sectores económicos proponiendo similares políticas a lo largo del tiempo. Lo único que varía son los modos de llegar al Estado: a través de un golpe militar o del voto popular. Martínez de Hoz decía que lo único que hace falta es decisión política y que un gobierno electo por el voto popular tenía más legitimidad para concretar las reformas estructurales que se proponía implementar. El plan económico de la dictadura desembocó en una guerra. El plan de Macri está conduciendo al país a una crisis de grandes proporciones. Pero hubo, también, un 2 de abril de 1916. En esa fecha, ocurrieron las primeras elecciones presidenciales con la Ley Saénz Peña, que estableció el voto universal, secreto y obligatorio. Fue el nacimiento de la democracia de masas en la Argentina, complementada a partir de 1951 con la incorporación del voto femenino. Desde entonces, los proyectos antipopulares llegaron al Estado, la mayoría de las veces, por golpes militares. Y, cuando lo hicieron por vía democrática, fue ocultando o cambiando sus verdaderos programas de gobierno. Ocurrió con el menemismo. Pasa con Cambiemos. El deterioro del actual gobierno es inocultable. Ya se habla de una inflación del orden del 4 por ciento para abril. Intentan frenarla con más recesión. Pero el resultado, hasta ahora, es recesión con inflación. Mientras, más del 48 por ciento de los pibes menores de 14 años son pobres. Cae el salario, se derrumba el consumo, cierran pymes, aumenta el desempleo y todo ello va consolidando la exclusión de amplios sectores de nuestra sociedad. En pocos meses habrá elecciones nacionales en la Argentina. Nuestro desafío es construir la unidad más amplia y diversa posible con el único límite en el proyecto que aplicaron la dictadura, el menemismo y ahora Cambiemos. El gobierno que llegó por vía democrática debería irse derrotado por la democracia. Todo está guardado en la memoria. También estos años de sufrimiento de las mayorías populares. Nota relacionada Árbol de decisiones        

Economia, Nacionales, Portada

El terraplanismo económico

Fuente: Ricardo Aronskind | El cohete a la luna Fecha: 10 de MAR 2019 El terraplanismo es un movimiento internacional que intenta refutar la idea de que la Tierra es redonda. Sostiene que es plana, y que hay una gigantesca conspiración para ocultar esta realidad. Lo más interesante del caso de esta secta, es que no la afectan ni las demostraciones teóricas, ni las fotos satelitales, ni los mapas de navegación, ni los testimonios de los astronautas, ni toda la ciencia astronómica. No le importa la evidencia empírica. Siempre hay gente para todo, y mientras no tengan a su cargo diseñar los planes de estudio de las escuelas primarias, no resultan demasiado peligrosos. El problema empieza cuando miembros de estas sectas o grupos de creencias delirantes llegan a puestos de mando en la sociedad. En el caso de los terraplanistas es relativamente fácil para la gente común advertir el carácter delirante del grupo, ya que tiene bastante bien asentados los conocimientos científicos sobre cómo funciona el universo, las estrellas, y qué lugar ocupa la Tierra en el sistema solar. En cambio, con la economía pasa una cosa muy diferente. Se podría decir que las creencias más disparatadas pueden pasar por buenas, dada la poca formación económica que tiene la mayoría. En ese espacio dónde las creencias no se basan en conocimiento riguroso, sino en lo que parece más evidente (por ejemplo, que el sol da vueltas alrededor de la Tierra, como podemos observar todos los días), es por donde se filtran los terraplanistas económicos. Que han pasado de la etapa de la secta a la de gran movimiento social, con credenciales propias y gran prestigio académico. Vamos a ver cómo funciona el terraplanismo económico con la explicación de lo que ocurre en la Argentina de nuestros días. ¿Todo gira en torno del dólar? Los resultados de más de tres años de gobierno macrista pueden analizarse en dos terrenos que nos permiten separar grandes grupos temáticos: el de la economía real —la producción y el empleo—, y el de la actividad financiera. Los diarios de estos días son un catálogo de desastres en la economía real, con caída de empresas, derrumbe de ventas, despidos de personal, multinacionales que se van, desempleo en ascenso acelerado, negocios cerrados, etc. En la economía real es imposible ocultar el fracaso completo del neoliberalismo de Cambiemos, para cualquier persona de a pie. Lo sorprendente es lo que ocurrió en el sector financiero y monetario, donde se suponía que tenían su fuerte los expertos económicos gubernamentales. En abril-mayo del año pasado protagonizaron una catástrofe de proporciones, con una devaluación inocultable del 100% y la consiguiente llamada urgente al FMI para que evitara que este gobierno de derecha y aliado incondicional de Estados Unidos sucumbiera en el default. Luego de varios meses a los tumbos, en los que se perdieron reservas equivalentes a los dólares que el Fondo estaba suministrando, se logró contener la situación en torno a un tipo de cambio de menos de 40 pesos. La hegemonía ideológica y mediática del gobierno es tal, que esa victoria circunstancial pasó a ser una suerte de credencial de éxito y de pasaporte para nuevas maravillas que nos esperarían en el futuro. En realidad se trata de una situación transitoria, sumamente endeble. Compañeros del Cohete a la Luna y de otras publicaciones han advertido en numerosas oportunidades con total claridad que la estabilidad que logró el gobierno es completamente precaria, y que puede ser alterada por los más diversos factores internos y externos. No hace falta que vengan Forbes o alguna otra publicación extranjera –que nunca sabemos en qué negocio están— para decir lo que cualquier economista crítico puede ver con claridad: que el nuevo “gran mérito” del gobierno es haber frenado el dólar ofreciendo tasas de interés extravagantes en dólares que asfixian a la economía real y atraen a capital volátil interno y externo, dispuesto en cualquier momento a pasarse a la divisa fuerte y retirarse de la economía. Sólo la deserción intelectual de los economistas que están en todos los medios oficialistas permite ocultar ante la población la explicación real de lo que está ocurriendo en nuestro país. Estamos frente a un fenómeno de “terraplanismo de masas”. Expliquemos: el dólar en la Argentina ha cobrado la importancia que tiene por razones de larga data, que tienen que ver tanto con los problemas irresueltos de balanza comercial que tiene el país, como con el mal manejo de un servicio público muy importante –la provisión de una moneda nacional confiable— que han tenido numerosas gestiones económicas a lo largo de décadas. El dólar pasó a ser una moneda en la cual ahorrar –debido a la alta inflación—, pero también una moneda con la cual especular, dados los colapsos cíclicos del sector externo. Desde Martínez de Hoz y su “libre movimiento de capitales”, pasó a ser el puente necesario para sacar fondos del país y colocarlos en el exterior. Desmontar todo lo que la sociedad ha colocado en el dólar a lo largo del tiempo no es sencillo pero es posible, y obliga a tener una clara visión de los problemas que han llevado a esta situación. Tener una moneda nacional relativamente estable, una relación comercial equilibrada con el resto del mundo y un nivel de endeudamiento reducido no son problemas complejos desde el punto de vista teórico: sabemos qué debe hacerse para conseguir esas metas. Pero el problema no reside allí, sino en el terraplanismo económico. Neoliberalismo argentino, o el terraplanismo al poder No hay gestión neoliberal que no endeude fuertemente al país, aumentando los problemas del sector externo de la economía y por lo tanto la necesidad de dólares y las presiones alcistas. No hay gestión neoliberal que no des-sustituya importaciones, destruyendo entramado industrial, creando mayores necesidades de dólares para comprar productos, insumos y repuestos en el exterior. Algunas de esas gestiones, como la de Martínez de Hoz y la de Macri, también se ocuparon de destruir el valor de la moneda local, provocando fuertes procesos inflacionarios. La de

Economia, Nacionales, Portada

«La Argentina está expuesta a un riesgo exterior mucho más grande que cualquier país del mundo»

Fuente: Santiago Asorey | Ag. Paco Urondo Fecha: 07 MAR 2019 AGENCIA PACO URONDO dialogó con el director del Centro de Economía Política (CEPA), Hernán Letcher, sobre la inestabilidad financiera y la crisis económica y social que atraviesa el país. «En el caso que se den vuelta los inversores extranjeros y que parte de la cartera local se dolarice vas a tener un problema grave. No te alcanzan los dólares de la cosecha, ni los del FMI», señaló. Agencia Paco Urondo: La Revista Forbes en su edición mexicana emitió un diagnóstico muy duro afirmando que la «Argentina está a un paso del colapso económico». El dólar volvió a subir en estos días. ¿Qué lectura realiza de este momento económico? Hernán Letcher: En términos generales, la Argentina tiene un nivel de exposición a cualquier riesgo exterior mucho más significativo que cualquier país del mundo. Esto está relacionado con la desregulación absoluta de la cuestión cambiaria. En ese escenario, en cualquier año electoral vos tenés incertidumbre, pero particularmente lo que vemos en este momento es un aumento muy significativo de los plazos fijos, como resultado de la eliminación progresiva de Lebac del año pasado. Para los bancos la convirtieron en Leliq y para la gente de a pie en plazos fijos, que tienen plazos de vencimiento de 30 y 90 días. En los próximos noventa días se vencen todos esos plazos fijos. Es decir: 2 mil millones de pesos. A eso hay que adicionarle que tenés el bono Lecap, que están en manos de inversores, mayoritariamente extranjeros. En el caso que se den vuelta estos inversores extranjeros y que parte de la cartera local se dolarice vas a tener un problema grave. No te alcanzan los dólares de la cosecha, ni los del FMI. Probamente tengas una corrida. APU: A ese escenario hay que sumarle un panorama laboral complejo, se conocieron 1.500 suspensiones en Renault, 600 despidos en Metalpar, 1.000 suspensiones en Peugeot… HL: Ahora se publicaron datos de la caída industrial de 10,4%. Es el resultado de un modelo económico que claramente va en contra de la producción nacional. El nivel de tasas también actúa en contra de la producción nacional. Lo único que sorprende es la intensidad; teniendo en cuenta que estamos viviendo en una economía con el 45% de la capacidad no utilizada. Eso significa un montón de plata sin sentido. Nada hace pensar que pueda cambiar demasiado en el futuro. APU: Uno de los aspectos positivos que intentó rescatar el Gobierno fue el de la reactivación del mercado inmobiliario, a través de los créditos UVA. ¿Qué evaluación hace de esa lectura? HL: Los créditos UVA actualizan capital por inflación. Con un atraso de unos sesenta días. Toda la inestabilidad cambiaria del año en una porción muy significativa se trasladó a precios, hoy la tenés en la cuota del UVA. La gente que ha tomado créditos UVA ha hecho un muy mal negocio, lamentablemente. En el futuro habida cuenta de que la inflación va seguir creciendo probamente la cuota se les escape y suba. APU: ¿Pero su capital en dólares no se mantiene resguardado? HL: Eso es una falacia porque las unidades inmobiliarias han bajado un diez por ciento su valor en dólares. Además, el que quiere comprarse una casa quiere comprarse una casa. Si hubiese querido hacer un negocio financiero con la devaluación hubiese comprado dólares y ya. No se da ni siquiera ese escenario donde se mantiene el capital resguardado. Se intentó instalar que no ibas a perder la plata porque en última instancia vendías. Da la impresión que se puso un poco más complicado. Suele ocurrir que en momentos de fuerte retracción hay una caída de las ventas y con eso cae el precio de las unidades. Paso en los 90; no había razón para que no pasara ahora también. APU: ¿Cómo imagina que el Gobierno intentará afrontar el año electoral en el plano económico? HL: El Gobierno tiene previsto realizar tres cuestiones. Por un lado, el aumento de las AUH, que es el adelantamiento de los aumentos futuros. Para mí eso no va tener impacto porque no se trata de una nueva inyección de dinero sino sostener el mismo pago que realizó el año pasado a través de dos bonos. Son en total unos 15 mil millones de pesos. La segunda medida es la que tiene con los créditos Argenta. Estamos hablando de una bomba de tiempo. Entre jubilados, AUH, pensionados no contributivos, deben a la ANSES 85 mil millones de pesos. El objetivo del Gobierno es duplicar eso. Es una locura. Porque estás prestando plata a personas que están mal económicamente, que tienen ingresos magros. No tienen capacidad de repago. Les estás dando una mochila de plomo. Eso puede tener impacto de cara al proceso electoral. El tercer eje es que los salarios le ganen a la inflación. Me parece muy difícil. El Gobierno está pensando en paritarias públicas de 35%. Arrancaron con una inflación en 23% pero hoy probamente esté en 32%. De acá a dos meses no sé si terminarán con las expectativas de 35% de inflación anual.

Economia, Nacionales, Portada

Esquiva realidad

Fuente: Calrlos Heller | TiempoAr Fecha: 24 de FEB 2019 Las recurrentes contradicciones discursivas del gobierno reflejan las dificultades que tiene para lidiar con una realidad que le resulta cada vez más esquiva y dificulta sus aspiraciones electorales. En su gira por Asia, Macri brindó una serie de entrevistas a medios locales y dejó frases interesantes. Comenzando por la pobreza, supuestamente el principal objetivo de campaña, el presidente sostuvo que hay que entender «que el primer responsable del 30% de pobreza que tenemos es la corrupción», aunque luego alternó y dijo que «el principal causal de pobreza es la inflación. Siempre la inflación estafa al que menos tiene» (La Nación, 22/02/19). No importan las verdaderas causas que mueven a ambas variables, todo sirve para el argumento de profundizar el ajuste: «si persistimos (…), si lo podemos ratificar este año (el Presupuesto) en 2020 va a seguir bajando la inflación y en los próximos años vamos a tener un dígito». Como siempre el futuro venturoso está allá adelante, aunque cada vez más lejos. Si bien a la hora de las explicaciones las culpas son más bien ajenas y suelen tomar la forma de herencias o tormentas, esta vez Macri desempolvó un argumento que descoloca aún más. El presidente dijo, en cuanto a la pobreza, que «hay que pensar que no sólo está el número que marca el INDEC: hay una pobreza estructural de la que en la Argentina durante años nadie se ocupó. ¿A qué me refiero? ¿No es menos pobre aquel que hoy en el barrio ve que el narco perdió el control del barrio y no tiene que estar sometido porque las fuerzas de seguridad están presentes? ¿No es menos pobre el que ahora tiene calle de pavimento y los días de lluvia puede salir en el colectivo sin enterrarse en el barro? ¿No es menos pobre el que vive en esos más de 500 barrios que hemos urbanizado, con cloacas y agua potable?» (Clarín, 21/02/19). Suena parecido a cuando se trató de instalar la idea del crecimiento invisible, pero ahora con la pobreza. O cuando comentó, en la radio de Buena Esperanza, «entendimos que no podemos vivir de lo prestado». Justo este gobierno, que fue líder en endeudamiento entre los países emergentes. Distintos capítulos del Seminario de Posverdad que presenciamos desde fines de 2015, y que queda más en evidencia a medida que los datos empeoran. Una de las estadísticas conocidas en estos días fue la de las canastas que determinan los niveles de pobreza e indigencia: en enero de 2019 arrojaron un incremento interanual de casi el 56 por ciento. Es decir que para aquellas familias en situación económica más vulnerable que destinan la mayor parte de su ingreso a alimentos y servicios básicos, la inflación es aún mayor que la del índice general que fue del 49,3% en enero. Si bien este sesgo en contra del poder adquisitivo de los más pobres es un rasgo que estuvo presente a lo largo de la gestión de Cambiemos, a partir de mediados de 2018 y luego de la fuerte devaluación, la brecha se vuelve cada vez más amplia. Un ejemplo más de que nos encontramos con que las promesas de campaña del actual presidente están en las antípodas de las crudas consecuencias de sus políticas. En este marco, acaba de retornar a Washington la misión del FMI, encabezada por Roberto Cardarelli, que mantuvo varias reuniones. Tras un encuentro con dirigentes sindicales, el funcionario del Fondo afirmó «todos estamos preocupados por la situación económica (…). Nosotros creemos que va a ser mejor en 2019, pero claro que hay riesgos, como siempre». A pesar de las incoherencias discursivas y los impactos sociales, el plan sigue su curso. Según comenta Marcelo Bonelli (Clarín, 22/0219): «El burócrata va a dar vía libre al giro de fondos para Argentina. Cardarelli admite en la intimidad que el apoyo del FMI es una contribución de Washington para lograr la reelección de Macri»·. El apoyo no es gratuito y deja una economía profundamente condicionada de cara al futuro. Siguiendo con las contradicciones, al ser consultado sobre la necesidad de renegociar con el FMI, Macri señaló (La Nación, 22/02/19): «nos hace no creíbles, no confiables. Lo más importante en la vida es la confianza. Por eso les pido a los argentinos que, más allá de lo que hemos vivido, tengan confianza en lo que estamos haciendo». La profundización del modelo está cantada. Pero hay que decir que fue este gobierno el que ya renegoció una vez el acuerdo, aunque en ese caso la salida elegida no fue cuestionada por los mercados ni el FMI, al implicar un mayor endeudamiento y concesiones aún más duras, entre ellas el déficit fiscal primario cero y el congelamiento de la base monetaria. La única credibilidad que se persigue es la de los inversores externos especulativos. Mientras tanto, los problemas se siguen acumulando. La caída en la actividad continúa haciendo mella en las empresas argentinas. Paradójicamente, ocurre luego de que la semana pasada el presidente Macri anunciara un «alivio impositivo» para las pymes de economías regionales (que terminó siendo más generalizado de lo que expresó el mandatario, ya que también alcanza a las grandes empresas). Ahora se conoció el dato de cantidad de pedidos de «Procedimientos Preventivos de Crisis» (PPC) en 2018. Según lo informado por el Ministerio de Producción, el año pasado 108 firmas solicitaron un PPC, 30% más que 2017 y el triple de las registradas en 2015. Dentro de las afectadas en 2018 se encuentran Longvie, Editorial Atlántida, Alpargatas, Supermercados Toledo y Musimundo, entre otros. ¿Pero qué es en los hechos un PPC? El mecanismo se instauró en 1991 (Ley 24.013). Es una alternativa al Concurso Preventivo o Quiebra, que ofrece una instancia de diálogo entre el empleador y los sindicatos con intervención del Ministerio de Trabajo, previa a la «comunicación de despidos o suspensiones por razones de fuerza mayor, causas económicas o tecnológicas». ¿Será esta resolución otro punto en el cual sigue apretando el zapato, según los

Economia, Nacionales, Portada

Los costos del «único camino»

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 10 de FEB 2019 Muchas veces, las expresiones de funcionarios, economistas o políticos que se destacan en los medios no resultan las más sustanciosas. Las que aparecen en segundas líneas pueden ser las más importantes. Comencemos con dos ejemplos recientes: Ejemplo 1: Luego de haber decidido fuertes aumentos de tarifas en su paso por el gobierno, el exministro Juan José Aranguren no cree que «la energía sea un derecho humano», porque es escasa y «todo bien escaso es costoso». Un enfoque mercantilista: la energía, si bien puede ser discutible cuán escasa es, satisface necesidades humanas esenciales, en especial a medida que la tecnificación se integra a nuestras vidas, a la vez que cumple un papel esencial en el desarrollo económico y social, según lo define la OIT. Precisamente, esas características le otorgan todas las cualidades de servicio público y, por lo tanto, requiere un tratamiento especial por parte de las autoridades públicas. Esta información fue destacada por casi todos los medios, pero quedó relegada otra información más que preocupante que dio Aranguren: «los usuarios pagaban el 10% de lo que costaba generar energía eléctrica» y actualmente «se está en el 50% porque los subsidios continúan” (El Cronista, 06.02.19). Si luego de los fortísimos aumentos que se han producido en la tarifa de luz los usuarios no llegan a cubrir más del 50% del costo total, eso indicaría que todavía falta otra ronda de aumentos que serán aún más impagables. Una información al margen que sirve para reforzar la memoria. Revisando papeles, encontré una nota de La Nación de febrero de 2015 cuyo título reza: «Si gana Macri la luz será gratis para hogares pobres», y resume las expresiones de Aranguren, quien en ese entonces se perfilaba como ministro de Energía. El ahora exministro también estimaba que ese beneficio llegaría a cubrir las necesidades eléctricas de una familia tipo, alcanzando a 2 millones de hogares, cerca de un 16% del total. Aparece con claridad cómo el macrismo fue construyendo la «posverdad» y las falsas promesas de campaña. Ejemplo 2: Las recientes declaraciones de Mauricio Macri, quien reconoció que «nos está costando (reducir la inflación) más de lo que imaginé, reconozco que fui demasiado optimista». La observación no entraña ninguna novedad. Pero lo preocupante, en este caso, es la definición de cómo encarará este problema a futuro: «la inflación se combate no gastando más de lo que uno tiene». Un enfoque simplista de la inflación, que alaba el ajuste fiscal y no tiene en cuenta, por ejemplo, el fuerte doble impacto sobre los precios de los incrementos tarifarios; primero sobre el consumo de las personas y sobre los costos de las empresas que pagan la factura, y luego su traslado a los precios de los bienes y servicios que se producen. Ni hablar de la traslación del aumento del dólar: según la política actual, el dólar podría subir hasta un 30% sin que el BCRA tome medida alguna, pues está dentro de la zona de no intervención cambiaria definida junto con el FMI. De todas formas, «Guido Sandleris le preparó un informe reservado al presidente, donde asegura que no habrá abruptos saltos del dólar antes de las elecciones», según relata Marcelo Bonelli (Clarín, 08.02.19). En la nota, el periodista revela un encuentro de Macri con economistas, a los cuales les expresó que en el hipotético caso de ganar las elecciones «eso sí, el primer día del nuevo mandato, hago todo lo que tengo que hacer en economía». Para saber qué es todo lo que tiene que hacer, estaría esperando un informe, siempre según Bonelli, de un grupo liderado por Miguel Ángel Broda e integrado por Ricardo López Murphy, José María Dagnino Pastore, Domingo Cavallo y Guillermo Calvo. Pareciera que esta información sería suficiente para imaginarse qué panorama económico nos espera si triunfa Macri: «nada de gradualismo» y un fuerte ajuste que seguirá por mucho tiempo, no sólo por las exigencias del FMI, sino por las propias políticas del gobierno. Esta «confesión» de Macri parece un cambio de estrategia comunicacional. Los problemas económicos son los dominantes en las encuestas de opinión, una cuestión que el gobierno viene evitando abordar, tratando de enfocar el debate en otros temas como seguridad, narcotráfico y corrupción. Pero la imagen positiva del oficialismo sigue bajando. Como tienen casi nada que ofrecer desde lo económico, parece que comenzaron a reconocer algunas falencias, pero siempre dentro del discurso inquebrantable: este es el único camino, el del ajuste, el del FMI. La dura realidad Se acaba de conocer un nuevo relevamiento del Indec sobre la industria manufacturera, que reemplazó al Estimador Mensual Industrial (EMI). El Índice de Producción Industrial Manufacturero, que releva los datos de 85 sectores de la actividad, evidenció una profundización de la caída que ya venía informando el EMI: en diciembre la actividad manufacturera cayó un 14,7% interanual, y el acumulado de todo el año muestra una merma del 5,0%, un verdadero desplome industrial. Más aún, los grandes rubros evidencian una evolución negativa acumulada. Desde alimentos y bebidas (-2,8%) a productos textiles (-36,3%) y otros equipos de transporte (-54,9 por ciento). La construcción también mostró un descenso del 20,5% interanual en diciembre, y un crecimiento acumulado del 0,8%, debido al arrastre positivo en los primeros meses del año. Para enero, el índice de insumos Construya, anticipador de la tendencia de la producción, cayó un 20,1 por ciento. Por su parte, la encuesta de supermercados mostró una reducción de las ventas, medidas en cantidades, del 12,5% en noviembre, comparado con igual mes del año anterior. En el caso de los centros de compra (shoppings) la caída fue del 16,3 por ciento. Paralelamente, fue en la industria en la que se destruyó la mayor cantidad de puestos de trabajo (en los once meses de 2018), unos 63 mil puestos, seguida por el comercio con 33 mil puestos menos y la construcción con una baja de 23 mil trabajadores. Son parte de las consecuencias sociales de la gran recesión que se vive. Como una muestra de

Economia, Nacionales, Portada

Tiempo de reflexionar

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 27 de ENE 2019 La titular del FMI felicitó al gobierno argentino por la implementación del plan de «estabilización», el mismo día que se conoció que la actividad económica evidenció su caída interanual más fuerte de los últimos años, luego de ocho meses consecutivos de derrumbe. Un fuerte simbolismo. Quizá un indicador interesante para evaluar la situación sea el que mide la confianza del consumidor, que en enero mostró un descenso del 26,7% respecto de enero de 2018, según los datos de la Universidad Torcuato Di Tella. Este indicador se compone de mediciones en tres aspectos: situación personal, situación macroeconómica y propensión a la compra de bienes durables e inmuebles. En la medición de situación personal, los valores actuales son muchísimo más bajos que los obtenidos en el 2014 o en la crisis de 2008, y sólo se encuentran valores tan bajos de confianza en 2002. Este indicador es una orientación, pero a través de su análisis resulta claro que el ajuste se siente en la piel de la gente. Es una cuestión que el FMI conoce (por ello permite que el gobierno destine una pequeña porción de sus gastos «para minimizar los efectos del ajuste a los más vulnerables» –textual del acuerdo–) pero a la cual no le otorga gran importancia. La baja confianza puede entenderse al analizar los indicadores de producción: en la medición del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que arrojó para noviembre una baja del 7,5% interanual, el rubro «comercio mayorista y minorista» evidencia la mayor reducción, que alcanza al 17,0% interanual. Esta situación también se observa en las ventas de supermercados, que en el mismo mes de noviembre evidenciaron una caída del 12,5% (medidas en cantidades), reducción que en los autoservicios mayoristas llegó al 14,7% y al 16,3% en los centros de compra (shoppings). Si a este menor consumo le sumamos que la canasta básica alimentaria (que marca el nivel de indigencia) y la canasta total (que marca el nivel de pobreza) aumentaron el 53,5% y el 52,9% respectivamente (por encima de la inflación del 47,6% a nivel nacional), se completa un panorama de carencias para la población, en especial para aquellos sectores más vulnerables. En este contexto, es lógico que la actividad económica marque valores decepcionantes. El EMAE de noviembre generó preocupación y alerta. Las razones de la preocupación son varias. Por un lado, la mayoría de los rubros presentó fuertes reducciones: la ya mencionada del comercio; la industria cayó un 12,6%, y la construcción mostró una baja del 11,4 por ciento. Por otro lado, esta reducción tan aguda deja un arrastre muy negativo para el año que viene, de allí que se espera una caída del PBI en 2019 del 1,7%, según la estimación del propio FMI. El alerta está relacionado con que, con tan bajos niveles, no sería ilógico que hacia mediados de año el gobierno pueda exhibir algunas cifras positivas en los indicadores de actividad, dado que se parte del bajísimo nivel de 2018. Con esas cifras, desde el oficialismo se diría que la economía se está recuperando, lo cual a lo sumo podría caratularse como un rebote, pero tan débil que, como dijimos, no llegaría a evitar una baja del PBI este año. No obstante, esa supuesta «recuperación» podría ser utilizada como estrategia electoral por el gobierno macrista. Felicitación «por ahora» El elogio de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, fue cauto: «Felicito al ministro Dujovne y al presidente (del BCRA) Sandleris por los pasos de políticas decisivas que se han dado y el progreso hasta el momento, que han ayudado a estabilizar la economía». Esa mención de «hasta el momento» evidencia la prudencia de Lagarde para comprometerse plenamente con la gestión macrista; cabe recordar que el acuerdo con Argentina es muy exigente, por lo que aumenta las probabilidades de incumplimiento. Ese eventual incumplimiento deriva de la propia lógica del ajuste: a mayor caída de la producción, menores ingresos fiscales y, por lo tanto, más dificultades para lograr el déficit cero. Incluso, varios analistas sostienen que la proyección de ingresos en la que se basa el acuerdo es muy optimista. Más aún, hay que considerar la incertidumbre política debido a las elecciones que se expresará en los próximos meses, un tema muy sensible para «los mercados». Con relación a los resultados de las elecciones, el director del FMI para la región, Alejandro Werner, sostuvo que un cambio en la dirección de la política económica «siempre ha sido un riesgo considerable». También evaluó «la probabilidad que revisemos al alza nuestra expectativa de inflación para este año por encima del 20 por ciento». Es decir, apoyarían políticamente con waivers (perdones) en los casos de metas incumplidas: el tema es si esa dispensa puede llegar al no cumplimiento del déficit fiscal cero. Tanto para el FMI como para el gobierno, su plan ortodoxo es el único posible. Mauricio Macri no se cansa de repetir frases del estilo «es por acá, no hay otra alternativa, este es el único camino». Para el gobierno, las discusiones sólo se deben dar sobre los matices de cómo se aplica la política, pero no hay otra política: todo lo demás es populismo, es volver al pasado. Este planteo se parece a una vuelta al fin de las ideologías, al pensamiento único. Una reciente encuesta de Poliarquía sirve para reflexionar: si las elecciones para presidente fueran hoy, un 32% del electorado votaría al oficialismo, un 50% a la oposición, y un 18% «no sabe». Otra encuesta, de Elypsis, la consultora de Eduardo Levy Yeyati, economista con llegada a Wall Street, sostiene que por primera vez Cristina Kirchner tiene una imagen más positiva que Mauricio Macri, e incluso que María Eugenia Vidal. La imagen positiva de CFK viene en ascenso desde octubre, en coincidencia con el agravamiento de la recesión, trepando al 36 por ciento. Macri retiene el 24%, el más bajo desde que se inició la muestra. La imagen positiva de la gobernadora cae a medida que la recesión

Scroll al inicio