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Cincuenta años, cincuenta mentiras

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 01 de JUNIO 2017 Supongamos que la ocupación esté justificada. Digamos también que Israel no tiene elección. Ni siquiera la llamemos ocupación. Digamos que fue reconocida por el derecho internacional y que el mundo la aplaudió. Supongamos que los palestinos están agradecidos por su presencia. Sin embargo, todavía existe un pequeño problema: todo se basa enteramente en mentiras. Desde el principio hasta el final, todo es un paquete de mentiras. No hay una palabra de verdad asociada con ella. Si no fuera por estas mentiras, habría colapsado en su podredumbre hace mucho tiempo. Si no fuera por estas mentiras, es dudoso que alguna vez hubiera sucedido. Estas mentiras, de algunas de las cuales la derecha se enorgullece («por el bien de la Tierra de Israel es permisible mentir»), son suficientes para hacer que cualquier persona decente retroceda con repulsión. Uno no necesita de sus otros horrores para convencerse de esto. Comenzó con la cuestión de cómo llamar a los territorios. En la Radio de Israel se decidió usar el término «territorios temporalmente retenidos». Esta fue la mentira No. 1, dando a entender que la ocupación era temporal y que Israel tenía la intención de evacuar esos territorios, que éstos eran solamente una moneda de cambio en la búsqueda de paz. Esta es probablemente la mayor mentira y es ciertamente la más decisiva. Es la que ha permitido la celebración de su aniversario jubilar. La verdad es que Israel nunca pensó en terminar con la ocupación. Su presunta temporalidad sólo puso al mundo a dormir con su engaño. La segunda gran mentira fue el argumento de que la ocupación sirve a los intereses de seguridad de Israel, que es una medida de autodefensa de una nación indefensa acosada por enemigos. La tercera mentira fue el «proceso de paz», que en realidad nunca tuvo lugar, y que en todo caso sólo pretendía comprar más tiempo a la ocupación. Esta mentira tenía muchas patas. El mundo era un cómplice, continuamente mintiéndose a sí mismo. Hubo discusiones, presentaciones de mapas (todos ellos semejantes), se llevaron a cabo conferencias de paz con numerosas rondas de conversaciones y cumbres, con enviados corriendo hacia adelante y hacia atrás, y mayormente con charlatanería vacía. Todas ellas estaban basadas en una mentira, que era la suposición de que Israel incluso contemplaba poner fin a la ocupación. La cuarta mentira, obviamente, es el emprendimiento de los asentamientos. Este proyecto nació y se crió en una mentira. Ni un solo asentamiento se estableció  honestamente, comenzando con la estadía de una noche en el Park Hotel en Hebrón, continuando con la de los «campos de trabajo», «campamentos de protección», «excavaciones arqueológicas», «reservas naturales», «espacios verdes” “zonas de protección del fuego” «relevamiento de tierras», los puestos avanzados y las expansiones. Todas estas fabricaciones cometidas entre guiño y  guiño, culminando con la mayor mentira en este contexto, la de «tierras estatales», una mentira que sólo se puede comparar con la de los «ausentes actuales» referida a los palestinos de Israel. Los colonos mintieron y los políticos mintieron, el ejército y la Administración Civil en los territorios mintieron,  todos mintieron al mundo y a sí mismos. Desde la protección de una torre de antena creció un mega-asentamiento y de un fin de semana en ese hotel de Hebrón creció la peor de las calamidades. Los miembros del gabinete que ratificaron, los miembros de la Knesset que hicieron un gesto con la cabeza y los guiños, los oficiales que firmaron y los periodistas que blanquearon, todos sabían la verdad. Los norteamericanos que «condenaron» y los europeos que se «enfurecieron», la Asamblea General de la ONU que «convocó» y el Consejo de Seguridad que «decidió», ninguno de ellos tuvo la intención de seguir con ninguna acción. El mundo también se está mintiendo a sí mismo. Esta manera es conveniente para todos. También es conveniente emitir las mentiras cotidianas que cubren los crímenes cometidos por las Fuerzas de Defensa de Israel, la Policía de Fronteras, el Shin Bet, el Servicio Penitenciario y la Administración Civil, todo el aparato de ocupación. Es conveniente usar un lenguaje desinfectado, el idioma del ocupante tan apreciado por los medios de comunicación, el mismo lenguaje que utilizan para describir sus excusas y justificaciones. En Israel no hay blanqueo como el que describe la ocupación y no hay otra amplia coalición que se expanda y la apoye con tal devoción. La única democracia en el Medio Oriente que emplea una tiranía militar brutal y el ejército más moral que mata a más de 500 niños y 250 mujeres en un verano, ¿puede alguien concebir una mentira más grande que esta? ¿Puede alguien pensar en un mayor autoengaño que la opinión predominante en Israel, por la cual todo esto se nos impuso, que no queríamos esto, que los árabes tienen la culpa? Y todavía no hemos mencionado la mentira de los dos estados y la mentira acerca de Israel que busca la paz, las mentiras sobre la Nakba de 1948 y la «pureza» de nuestras armas en esa guerra, la mentira sobre que el mundo entero está contra nosotros y la mentira sobre que ambos lados son culpables. Desde  que Golda Meir emitiera el que «nunca perdonaremos a los árabes por obligar a nuestros hijos a matarlos» a «una nación no puede ser un ocupante en su propia tierra», las mentiras son seguidas por otras mentiras. No se ha detenido hasta el día de hoy. Cincuenta años de ocupación, cincuenta sombras de mendacidad. ¿Y ahora? ¿Otros cincuenta años? Traducción: Dardo Esterovich  

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Manifestaciones en Israel

Fuente: La Arena | www.laarena.com.ar Fecha: 29 de MAYO 2017 Más de 20.000 personas se congregaron en Tel Aviv para rechazar medio siglo de ocupación en los territorios palestinos. El lema fue “Dos naciones una esperanza”. La izquierda israelí logró congregar a miles de personas en Tel Aviv en una la manifestación con el lema “Dos naciones una esperanza: en contra de 50 años de ocupación”, para rechazar medio siglo de ocupación de los territorios palestinos. La protesta, liderada por la ONG pacifista israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora), reivindicaba con eslóganes escritos y gritados que “cincuenta años es suficiente” y “judíos y árabes se niegan a ser enemigos”. Según los organizadores, acudieron 30.000 personas, cifra que varios medios, como los diarios Haaretz y Times of Israel, rebajaron a 15.000. El evento comenzó con un vídeo en el que el asesinado primer ministro israelí y Nobel de la Paz, Isaac Rabin, decía que tiene que haber dos países para dos pueblos, en un volumen atronador y entre la emoción de los manifestantes. Después, los muchos artistas y políticos invitados iban tomando posiciones sobre el escenario para abordar la cuestión que los reunía: la defensa de la solución de los dos estados, por la que apuesta la comunidad internacional para resolver el conflicto entre israelí, y que pasa por el fin de la ocupación y la creación de una Palestina independiente. “Conectar todos” El dirigente de la plataforma política Campo Sionista y líder de la oposición, Isaac Herzog, expuso convencido de que “un país con dos pueblos no es judío”, como pretende defender Israel con un proyecto de ley que es revisado en el parlamento y que define el país, en el que los árabes son una minoría del 20%, como “hogar nacional del pueblo judío”. “Tenemos que poner el ego a un lado y conectar, todos, en un gran bloque político que no quiere un estado binacional, que no quiere media democracia”, afirmó ante la marea de pancartas y globos que llenaban la plaza, citado por la agencia de noticias EFE.Con la manifestación, parte de los ciudadanos israelíes lanzaron su mensaje a las puertas de que el próximo 5 de junio se cumplan los 50 años del inicio de la Guerra de los Seis Días, en la que Israel ocupó parte del Golán sirio, Cisjordania, Gaza y el Este de Jerusalén, que los palestinos reivindican como la capital de su estado. “Liberados” Una posición que choca frontalmente con la de las autoridades israelíes, que celebraron la efeméride esta semana, siguiendo el calendario hebreo. Fue precisamente durante la ceremonia de inicio de los eventos conmemorativos, el pasado domingo en la Ciudad Vieja de Jerusalén, cuando Netanyahu, afirmó: “Hace cincuenta años volvimos al corazón de nuestra capital y nuestro país, y hace cincuenta años no conquistamos, sino liberamos”. Entretanto, poco antes del inicio de la protesta más de 800 presos palestinos en cárceles israelíes suspendieron la huelga de hambre que mantenían desde hace 40 días, tras alcanzar un acuerdo con el Servicio de Prisiones de Israel, que aceptó restablecer las dos visitas familiares mensuales, una de las reivindicaciones que reclamaban, informó el liderazgo palestino y el IPS.

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Crímenes y delitos de Donald Trump

Fuente: Amy Goodman y Denis Moynihan | Democracy Now Fecha: 19 de MAYO 2017 El presunto intento del presidente Donald Trump de socavar la investigación del FBI sobre su ex asesor de seguridad nacional, el teniente general Michael Flynn, y su posterior despido del director del FBI, James Comey, ha inspirado un sin fin de especulaciones en los medios de comunicación hegemónicos sobre la posibilidad de que sea sometido a juicio político. Sin duda, las pruebas presentadas por el periódico The New York Times, junto con todo lo ocurrido durante los primeros meses de gobierno de Trump, amerita una investigación independiente. Tal vez, como en el escándalo de Watergate de 1974, que forzó al presidente Richard Nixon a renunciar caído en desgracia para evitar el proceso de juicio político y destitución, el encubrimiento del delito termine siendo mayor que el delito mismo. ¿Pero qué pasaría si a Donald Trump se le hiciera rendir cuentas por sus verdaderos delitos, como matar civiles en ataques con aviones no tripulados, causarles sufrimiento o la muerte a los refugiados al negarles asilo y conducir el planeta hacia una catástrofe climática? ¿Qué sucedería si Donald Trump mantuviera sus promesas de campaña, tan indignantes como incendiarias, que, de ser implementadas, en su mayoría constituirían crímenes? Lamentablemente, el poder presidencial excesivo, y a menudo letal, ahora se considera algo normal. A los pocos días de asumir el cargo, el presidente Trump, durante una cena con su yerno Jared Kushner y otros asesores, aprobó un operativo militar del equipo especial SEAL 6 de la Marina estadounidense en Yemen. El ataque le costó la vida al integrante de los SEAL “Ryan” Owens, así como la pérdida de un helicóptero estadounidense. ¿Pero qué se supo de las bajas civiles? Pese a las declaraciones del gobierno de Trump de que la ofensiva recopiló amplios datos para inteligencia, han surgido informes de al menos 30 muertes de civiles; entre ellos, varios niños. Según Reuters, autoridades militares de Estados Unidos dijeron: “Trump aprobó su primera operación encubierta de antiterrorismo sin suficiente información de inteligencia, apoyo terrestre ni preparativos de respaldo adecuados”. Esto fue solamente un operativo militar en Yemen entre miles, en una devastadora guerra civil exacerbada por el armamento y apoyo de Estados Unidos a Arabia Saudí, que está arrasando Yemen. Trump visitará Arabia Saudí esta semana, el primer país extranjero al que irá como presidente. Donald Trump es el comandante en Jefe, y su orden casual en medio de esa cena condujo a la muerte violenta de decenas de personas inocentes. ¿Acaso no se trata de un crimen? A mediados de abril, el ejército estadounidense lanzó una bomba sobre un presunto objetivo del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por su sigla en inglés) en Afganistán, que estos días no atrae la atención de los medios, a pesar de que la guerra más larga en la historia de Estados Unidos ha llegado a su 17º año, con promesas de Trump de extenderla y enviar miles de tropas terrestres más al terreno. Pero esta no era una bomba común. Trump dejó caer sobre territorio afgano lo que el Pentágono ha calificado como “la madre de todas las bombas” (MOAB, por su sigla en inglés). La bomba GBU-43/B es la mayor bomba no nuclear del mundo. Se encuentra en el arsenal estadounidense desde principios de la guerra en Irak, pero nunca se había usado hasta que el comandante en jefe Donald J. Trump asumió el cargo. El Dr. “Hakim” es un médico que ha hecho trabajo humanitario en Afganistán durante más de una década. Hakim trabaja en Voluntarios por la Paz en Afganistán, un grupo interétnico de jóvenes afganos dedicados a crear alternativas no violentas a la guerra. Recientemente dio su opinión sobre el primer despliegue de la MOAB en una entrevista con Democracy Now!. En declaraciones desde Kabul, se mantuvo de espaldas a la cámara por temor a sufrir represalias si era identificado: “Creo que es un insulto llamarla ‘La Madre de Todas las Bombas’. Esta mañana, cuando estaba hablando con un integrante de Voluntarios por la Paz en Afganistán, Ali, él dijo: ‘¿Alguna madre le haría eso a la Madre Tierra? ¿O se lo haría a algún niño?’ El efecto es lo que el ejército estadounidense o lo que los ejércitos de todo el mundo quieren infligirles a los ciudadanos comunes; es decir, miedo, pánico, hambre, ira”. Los medios de comunicación hegemónicos han asumido un tono más opositor desde que Donald Trump asumió el cargo, sin embargo, vuelven a alinearse cuando Trump se involucra en acciones militares. Entonces, los medios declaran, que Trump está actuando como un “presidente”. El mismo artículo del periódico The New York Times que sostenía que Trump interfirió en la investigación sobre las relaciones entre Flynn y Rusia contenía otra sorprendente revelación. El medio informó que “según uno de sus asesores, el señor Comey debería considerar encarcelar a los periodistas por publicar información clasificada”. La libertad de prensa es la base de nuestra sociedad democrática. Trump también se ha comprometido a ampliar las leyes de difamación para que sea más fácil perseguir a quienes lo critican. Rod Rosenstein, vicefiscal general, acaba de nombrar al ex director del FBI Robert Mueller como asesor especial para supervisar la investigación en curso de la presunta influencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016. Mueller debería evaluar los hechos enérgicamente y hacer públicas sus conclusiones. Pero la investigación completa de los crímenes de Donald Trump debería ir mucho más lejos. Traducción: Inés Coira

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«Necesitamos directas ya y de un plan popular de emergencia»

Fuente: Jaoana Tavares | Brasil de fato Fecha: 18 de MAYO 2017 João Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y del Frente Brasil Popular, analiza en el escenario político brasileño, el papel de Globo, las divisiones en el campo golpista y habla sobre la necesidad de construir un gobierno de transición y la construcción de un proyecto popular para Brasil. ¿Cuál es el interés de O Globo en divulgar esos audios y por qué ellos insisten con elecciones indirectas? La red Globo se transformó en el principal partido de la burguesía brasilera (PBB). Ella cuida de los intereses del capital utilizando su fuerza de manipulación de la opinión pública y articulando los sectores ideológicos de la burguesía, o sea, el poder judicial, algunos fiscales, la prensa en general, etc. Ellos saben que Brasil (y el mundo) vive una crisis económica, social y ambiental causada por el modus operandi del capitalismo. Y eso aquí en Brasil se transformó en una crisis política, porque la burguesía precisaba tener hegemonía en el congreso y en el gobierno federal, para poder aplicar un plan de colocar todo el peso de la salida de la crisis sobre la clase trabajadora. Por lo tanto, O Globo es la mentora y gestora del golpe. Sin embargo, la salida Temer fue un tiro en el pie, ya que su banda, como reveló Eduardo Cunha, era un bando de lumpens, oportunistas y corruptos, que no estaban preocupados con el proyecto burgués de país, sino solo con sus billeteras. La operación carne podrida fue otro tiro en el pie, que ayudó a desacreditar esa banda del Pmdb, pues varios de ellos estaban involucrados y provocaron a un sector de la burguesía agro-exportadora. Ahora ellos necesitan construir una alternativa a Temer. La forma de salir se decidirá en las próximas horas y días, si por una renuncia, si lo detienen en el Tribunal Supremo Electoral o si aceleran el pedido de impeachment en el Congreso. Y en las próximas semanas decidiremos a quién colocar en el lugar. Muchos factores incidirán y el resultado no será algún plan maquiavélico de algún sector, mismo de la Globo, sino que será el resultado de la lucha de clases real, de cómo las clases se comportarán en las próximas horas, días y semanas. ¿Cómo se organiza el campo golpista? El campo golpista está dividido desde 2014. Y eso nos ayuda. Porque en los golpes anteriores, de 1964, y después en el gobierno de Fernando Hernique Cardoso de 1994, la burguesía estaba unida, tenía un comando único, tenía un proyecto de país y tenía una retaguardia importante en la capital estadounidense. Ahora ellos no tienen proyecto para el país. Perdieron la retaguardia gringa pues se alineaban con Hillary Clinton. Quieren salvar sólo sus intereses económicos particulares. Como dice el sociólogo tucano (N.E. por el tucán que tiene el logo del PSDB, el partido de Cardoso y Aécio) Jose de Souza Martins, “la reforma previsional y laboral son las medidas capitalistas que aumentan la explotación de los trabajadores pero son contradictorias con un proyecto capitalista de país”. Ellos no tienen comando único. Están divididos entre el poder económico (Meireles, JBS) el grupo de lumpens del PMDB (Juca, Padilha, Temer, Moreira Franco), que tienen el poder de las leyes, y comienzan a tener fisuras, como el caso de Renan. Y el grupo ideológico de Globo – poder judicial. Hay muchas contradicciones internas entre ellos. Y por eso también ellos no tienen claro, ahora, a quien colocar en el lugar de Temer. Lo ideal para ellos sería proscribir a Lula, tener un gobierno de transición, que fuese aceptado por la mayoría de la población, podría hasta ser la ministra Carmen Lucia (N.E. Presidenta del Supremo Tribunal Federal), hasta octubro de 2018, y ahí intentar ganar las elecciones. Además, esa división aparece también en las candidaturas de ellos, aún no consiguieron construir un FHC, un Collor. Están tanteando a la opinión pública presentando a Doria (N.E. Intendente de San Pablo, empresario perfil Macri), Huck (N.E: Luciano Huck es un presentador televisivo), etc., pero ellos saben por las encuestas de opinión pública que son inviables y sólo pospondría aún más la crisis política. ¿Qué pueden hacer los trabajadores y organizaciones populares en este momento? Nosotros estamos debatiendo, ya desde el año pasado, en el ámbito de los más de 80 movimientos populares y organizaciones políticas que forman parte del Frente Brasil Popular, que la salida que interesa a la clase trabajadora son un conjunto de medidas complementarias. Primero sacar a los golpistas y suspender todas las medidas legislativas que vienen tomando contra el pueblo. Después tener un gobierno de transición, que convoque a elecciones presidenciales para octubre de 2017. Y que se discuta una forma de hacer una reforma política inmediata, que garantice la voluntad del pueblo, y se elija un nuevo congreso. Y el nuevo gobierno, asuma el compromiso, ya en campaña de convocar para 2018 a una asamblea constituyente exclusiva, a parate del congreso, para constituir un nuevo modelo democrático de régimen político – electoral en el país. Paralelamente a eso, construimos un PLAN POPULAR DE EMERGENCIA, que priorizó más de 70 medidas de emergencia que el gobierno de transición y el nuevo gobierno deberían impelemntar, que en nuestra opinión, sacaría al país de la crisis económica, social y política. Y después, durante la campaña electoral, discutir un nuevo proyecto de país, que tome en cuenta la necesidad de reformas estructurales de mediano y largo plazo, como la reforma tributaria, la reforma de los medios de comunicación, la reforma agraria, los cambios en el pago de los intereses y del superávit primario y la propia reforma del poder judicial. Pero para que todo eso suceda, los trabajadores, las masas, necesitan urgentemente ganar las calles. La fuerza del pueblo sólo se ejerce en las calles, en las movilizaciones, ocupaciones y presión de masa. Creo que en las próximas horas y días habrán varios plenarios para debatir fechas concretas de movilización. De nuestra parte, creemos que

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Palestina. ¿Quién pasará a la historia, el carcelero o el huelguista de hambre?

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 13 de MAYO 2017 Al final, la historia juzgará. Y ¿a quién recordará la historia, a Gilad Erdan o a Marwan Barghouti? El comerciante de neumáticos de Ramat Aviv Guimel (antes Savion), que vive, por cierto, en una calle con el nombre de un asesino judío, o el activista del Centro de Detención de Khison (antes prisión de Hadarim)? ¿Al carcelero o al prisionero? ¿Al que ocultó los dulces o a la persona que se los comió? ¿Al ministro o al “archi-asesino”, como le llamó el corresponsal de Canal 2 Moshe Nussbaum? ¿Cuál de los dos lucha por una causa más justa? ¿Cuál de ellos de hecho lucha? ¿Cuál de ellos ha sacrificado algo en el curso de su vida? Y ¿quién es responsable de más derramamiento de sangre? ¿A quién le interesa más la paz? Al final, la historia juzgará. En realidad, la historia decidió hace mucho tiempo. Erdan ni siquiera será una nota al pie de página. Como ministro responsable de la Policía y la policía de fronteras de Israel, también es responsable del derramamiento de sangre que causen. En cuanto a Barghouti, ha trabajado a favor de la paz mucho más que Erdan, hasta que perdió la esperanza y con razón. Erdan lleva el pelo mejor cortado, su traje es de diseño y su reloj de lujo brilla en la oscuridad. La última vez que vi a Barghouti llevaba un Casio barato. Ambos estudiaron ciencias políticas y Erdan también estudió derecho. Ha tenido, sin duda, mejor educación. Erdan fue a una escuela secundaria religiosa y Barghouti no. Erdan trabajó para la Asociación de Constructores, Bargouti, no. Ambos tienen cuatro hijos y Erdan les dedica más tiempo, porque puede verlos. A la misma edad que Erdan estudiaba en su yeshiva, Barghouti se sumó a la lucha palestina. A la misma edad que Erdan era un oficial adjunto, Barghouti ya había sido detenido por primera vez. Cuando Erdan condenó los Acuerdos de Oslo, Barghouti llamaba a las puertas en Israel y trataba de convencer a la gente de la importancia de la paz. Erdan puede ser el “hombre de la década en la lucha contra los accidentes de tráfico” (como la organización de la seguridad vial O Yarok le ha llamado), pero el hombre de la década en la lucha de verdad es Barghouti. Erdan nunca ha luchado por nada en su vida, a excepción de su puesto en las listas de la Knesset. Diputado de la Knesset en cinco legislaturas y ministro de tres gobiernos, nunca ha sacrificado nada en el altar por una idea. Ni siquiera ha luchado por la radiotelevisión pública que tanto le costó crear; se plegó, se quedó en silencio y débilmente sucumbió, intimidado por el primer ministro Benjamin Netanyahu. Erdan no es del tipo de los que están dispuestos a pagar un precio personal por nada. Barghouti ha sacrificado su vida, su familia y su destino por las ideas más elevadas. Barghouti es un luchador por la libertad. Erdan lucha en las primarias de su partido. Barghouti es un gato callejero. Erdan es un perrito faldero. Barghouti está en huelga de hambre, y Erdan le tendió una trampa. Hay que atribuirle el mérito a Erdan y al Servicio de Prisiones de Israel. No tienen vergüenza, ni siquiera la más mínima. Adelante carceleros, grabarle, vosotros que os hacéis los héroes a costa de los más débiles. Seguir grabando en los retretes, en los cuartos de baño y debajo de ellos, y transmitir los cortes en horario de máxima audiencia. Poner una trampa de ratón y publicitar todas vuestras capturas, almas miserables. Les va a encantar en las agrupaciones del partido Likud. Erdan vs Barghouti. “No puedo dar detalles sobre quién la puso [la cámara]. Cuando me jubile podré revelarlo”, dijo el ministro Tortit, como estuviera guardando un secreto. El John Le Carré israelí también elogió el “trabajo de inteligencia” del Servicio de Prisiones de Israel. ¡Menudo trabajo de inteligencia! No puede haber nada más patético, ni lo habrá. El hombre que es responsable de una fuerza policial que enseña a los niños a asegurarse de la muerte de un hombre herido indefenso o cómo lanzar a perros contra seres humanos está, naturalmente, también orgulloso de la labor heroica del Servicio de Prisiones en la Operación Tortit. 1-0 a favor de Erdan. El archi-carcelero venció al archi-terrorista. Barghouti se comió la oblea; la batalla está decidida. Barghouti no está en huelga de hambre, porque dio un mordisco. Pero en un día de huelga de hambre, incluyendo la de Tortit, Barghouti ha sacrificado más que Erdan en toda su vida por algo. Y en un solo día de huelga de hambre Barghouti está luchando por una causa más justa que cualquier problema sobre el que Erdan haya pensado, incluyendo su lucha contra los accidentes de tráfico. ¡Salud, Erdan, el héroe del momento! La historia se acordará de Barghouti. Traducción: Enrique García

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Venezuela: no callar, pero para decir la verdad Fuente: Atilio Borón

Fuente: Atilio Boron | Blog de Atilio Boron Fecha: 12 de MAYO 2017 En varios trabajos recientes diversos analistas y observadores de la vida política latinoamericana han reprochado a los intelectuales y militantes de izquierda su silencio ante lo que está ocurriendo en Venezuela. Ese silencio, dicen, sólo refuerza los peores rasgos del gobierno de Nicolás Maduro. Este reclamo lo hizo hace unas pocas semanas un destacado intelectual venezolano, Edgardo Lander, y más recientemente, en una producción especial de Página/12, lo reiteraron dos colegas de Argentina: Roberto Gargarella y Maristella Svampa.[1] Nadie podría estar más de acuerdo que el autor de estas notas sobre la necesidad de hablar acerca de lo que realmente está aconteciendo en Venezuela. Tras las huellas de los fundadores del materialismo histórico Gramsci decía, con toda razón, que “la verdad siempre es revolucionaria”. Y el aforismo del fundador del PCI es más importante hoy que nunca antes, cuando el virus posmoderno ha instituido a la “posverdad” ¡como un criterio de verdad!, abriendo paso a cuantas tergiversaciones y mistificaciones puedan ocurrírsele a quienes precisamente quieren ocultar tras una cortina de sofismas y falsedades lo que está sucediendo en nuestras sociedades —y muy especialmente en Venezuela— y, de ese modo, favorecer a los planes de la contrarrevolución en marcha. Desafortunadamente las buenas intenciones de Gargarella y Svampa de hablar sobre Venezuela y decir lo que allí está sucediendo termina con una frustración. Y esto es así porque en su nota no hablan de lo que en verdad ocurre en ese país sino que reproducen con pequeñas variantes el relato que la oposición ha construido para decir lo que ella necesita que se diga que está ocurriendo en Venezuela. Esa narrativa tramposa, que desfigura a sabiendas la realidad para promover su agenda restauradora, ha contado con la inestimable ayuda de los sempiternos agentes sociales y políticos de la reacción, que jamás se equivocan al elegir amigos y enemigos: los medios hegemónicos a nivel mundial (vulgo: “prensa libre”), perros guardianes del orden capitalista; la internacional de la derecha dirigida, con dinero de Estados Unidos, por José M. Aznar y Álvaro Uribe y toda su parafernalia de políticos y periodistas comprados y tanques de pensamiento alquilados y, por si lo anterior no bastara, apoyada también por el gobierno de Estados Unidos desde el nacimiento mismo de la Revolución Bolivariana. No sorprende por lo tanto constatar que en las tres o cuatro páginas escritas por nuestros autores se acumulen numerosos errores de apreciación así como llamativas ausencias. Comencemos por estas. Ausencias Primera ausencia: el gobierno de Estados Unidos. Un análisis sobre cualquier país de las Américas que no mencione ni una sola vez —no digamos analice, apenas mencione— al gobierno de Estados Unidos y al imperialismo es insanablemente erróneo. De allí jamás podría brotar un análisis correcto de la situación. Es un error tan grave e irreparable —obliterado empero por el prejuicio que informa al paradigma dominante en las ciencias sociales contemporáneas— como el que cometería un astrónomo que al analizar al sistema solar obviara cualquier mención o análisis del papel de Júpiter en la dinámica global del sistema, haciendo caso omiso del hecho que su masa equivale a casi dos veces y medio la suma del total de los demás planetas que componen el sistema. ¿Qué diríamos de nuestro astrónomo? Que pese a sus buenas intenciones no tiene nada serio para decir; es más, no puede tener nada serio para decir, porque su análisis ha soslayado lo principal. No lo único que importa pero sí lo más importante. A estas alturas del siglo veintiuno me dispenso de la necesidad de explicar, por archiconocido, lo que es el imperialismo y como actúa en lo que amablemente sus agentes y voceros califican como “nuestro patio trasero.” El capitalismo contemporáneo lo que ha hecho es exacerbar hasta lo indecible su carácter imperialista y no sólo en Latinoamérica. Recuerden el escarmiento sufrido por el pueblo griego cuando se “equivocó” al rechazar el brutal programa de ajuste que le proponía la Troika en Europa, “error” que fue corregido en una reunión a puertas cerradas en Bruselas; o la gigantesca multa que el banco francés Paribás tuvo que pagar por transgredir una ley del Congreso de EEUU que penalizaba a cualquier institución bancaria del mundo, estadounidense o no, que mediara en las relaciones comerciales entre Irán, Sudán y Cuba con el resto del mundo. Es decir, la ley estadounidense es la ley del mundo. O las casi mil bases militares que Estados Unidos tienen en todo el mundo, caso absolutamente único en la historia. Eso es un imperio, desde Roma hasta hoy. Y el centro hegemónico del imperio es Estados Unidos, “la nación indispensable” para mantener vivo al capitalismo en la faz de la tierra. Por supuesto, sus teóricos y estrategas prefieren obviar el término imperialista por su desagradable olor, pero la realidad del imperialismo es inocultable y por eso se esmeran en referirse a ella con nombres más amables. Los expertos del Pentágono y del Departamento de Estado, la CIA o el Consejo Nacional de Seguridad prefieren hablar de “primacía”, “superioridad” y, los más audaces, de “hegemonía” porque son conscientes que palabras como imperio o imperialismo son indigestas para el delicado estómago de la opinión pública estadounidense. El eufemismo puede jugar con las palabras e intentar enturbiar la visión de la cosa, pero esta sigue allí. No por casualidad uno de los más incisivos estrategos del imperio, Zbigniew Brzezinski, inicia su más reciente libro sobre la situación actual de Estados Unidos en el sistema internacional con una sorprendente sección dedicada a la “declinante longevidad de los imperios”, tácita asunción de que Estados Unidos lo es pues de lo contrario no se entiende la razón por la cual ese autor se enfrasca en una discusión que es marginal al objetivo de su trabajo.[2] De lo anterior se sigue que los imperios —aunque se autodenominen, como en el caso de Estados Unidos, “líder del mundo libre” o “primacía americana”— forjan una relación radicalmente asimétrica con los países

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Resistencia del pueblo venezolano

Fuente: Adolfo Pérez Esquivel* Fecha: 28 de ABRIL 2017 Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano que no cede en su embestida con el objetivo de derrocar al gobierno electo democráticamente. Tarea para la cual cuenta con cómplices, internos y externos, entre ellos, el Presidente Macri de Argentina. La oposición venezolana se niega al diálogo con el gobierno. No han respetado las instancias propuestos por la UNASUR y facilitadas por el Papa Francisco, junto con varios ex presidentes a fin de llegar a acuerdos que garanticen la Paz social, y que ayuden a encontrar soluciones a las dificultades que vive el pueblo, que hoy sufre el desabastecimiento económico provocado por las grandes empresas. Los golpistas están montando una fuerte campaña internacional denigrando y acusando al gobierno venezolano de ser una “dictadura”, pero la realidad venezolana no es un hecho aislado en Latinoamérica. Hay crisis impuestas por los EEUU, que no quiere perder su influencia y control continental, y busca impedir la autodeterminación de los pueblos a través de golpes blandos que hagan retroceder en las conquistas sociales, culturales y políticas que tantos esfuerzos costó alcanzar. Ya pasó en Honduras, Haití, en Paraguay y en Brasil, los golpes blandos exitosos. Los medios de comunicación están al servicio de los grandes intereses económicos y políticos, buscan desacreditar al gobierno venezolano propagando noticias falsas para provocar el deterioro general. Pero el pueblo veenzolano debe reclamar a todos sus represnetantes, del oficialismo y la oposición, que haya diálogo entre ellos y organizaciones sociales, iglesias, partidos políticos, sindicatos, movimientos estudiantiles, organizaciones empresariales, con el objetivo de encontrar alternativas superadoras de la violencia que vive el pueblo venezolano. Diálogo para no perder las conquistas sociales alcanzadas por la revolución bolivariana en las últimas décadas. No hay democracia perfecta, pero toda democracia es perfectible, es el gran desafío en nuestro continente. Si los pueblos participan y son protagonistas de sus propias vidas y constructores de su propia historia, va a encontrar su propio camino sin someterse al coloniaje de la gran potencia. * Premio Nobel de la Paz

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B’Tselem no obedece a Netanyahu. Ni tampoco el mundo

Fuente: Hagai El-Ad* | SinPermiso.info Fecha: 27 de ABRIL 2017 El pasado 25 de abril, el primer ministro Netanyahu situó al ministro socialdemócrata alemán de asuntos exteriores, Sigmar Gabriel, ante un ultimátum durante su visita a Israel: o se reunía con B’Tselem o con Netanyahu, pero que con ambos era imposible. Gabriel se reunió con B’Tselem, convirtiendo a la pequeña ONG israelí en una alternativa de igual a igual con Netanyahu o, si se quiere, optando entre la ocupación o un acuerdo de paz que respete las fronteras de 1967. El director ejecutivo de B’Tselem explica de que se trata. SP Todo un ejército de políticos y jueces, de agentes de relaciones públicas y diplomáticos, de agentes penitenciarios y del servicio de seguridad Shin Bet, de policías y soldados, de burócratas y funcionarios para mantener la ocupación. Y a pesar de todo, Netanyahu tiene miedo. El primer ministro Benjamin Netanyahu no pudo impedir que el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania escuchará de B’Tselem algunos hechos sobre la ocupación esta semana. Este fracaso se suma al anterior de Netanyahu con el primer ministro de Bélgica, que también quiso ser informado de estos hechos hace unas semanas, ni tampoco pudo impedir su denuncia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hace unos meses. El mundo ha escuchado, oye y seguirá oyendo hablar de la ocupación, y sólo hay una cosa que el gobierno israelí puede hacer al respecto: poner fin a la ocupación. Los hechos son conocidos desde hace mucho tiempo. Menos de dos meses antes del 50 aniversario de la ocupación, todo el mundo sabe que Israel controla todo el territorio y a toda la población entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Saben que este control violento de millones de personas en Cisjordania (incluida Jerusalén oriental) y en la Franja de Gaza se concreta en una cruel rutina diaria de despojo, destrucción, matanza y subyugación de los palestinos, cada minuto de cada día durante medio siglo, a capricho de sus amos israelíes. Durante la mayor parte de su historia, y cada día que amanece, el estado ha optado por seguir controlando a los palestinos. Todas las instituciones administrativas, legales, de planificación y militares israelíes son complaces de ello. Pero no hay encubrimiento ético o legal que pueda ocultar las profundas implicaciones de esta violencia diaria. La gente decente hará todo lo que esté en su poder para acabar con esta injusticia. Si los hechos son conocidos, ¿de qué tiene miedo Netanyahu? El primer ministro y sus colegas de la coalición, junto con la mayoría de los partidos de la «oposición», no tienen ninguna intención de terminar con la ocupación. Se han acostumbrado a la situación imperante en el último medio siglo, en la que Israel gradualmente avanza sus intereses a espaldas de los palestinos sin pagar un precio internacional por ello. Es un «Israbluff» de proporciones históricas; Israel no cumple con los requisitos más elementales de una democracia, pero se beneficia de ser miembro del club de las naciones democráticas. Esto nos permite seguir gobernando sobre otro pueblo, desafiando los principios morales fundamentales y el derecho internacional. Como israelíes, no podemos resignarnos a la continuación de esta ocupación que dura ya 50 años y a las violaciones de los derechos humanos que implica. Pero mientras el mundo permanezca indiferente ante la situación y se abstenga de actuar, el Israbluff seguirá prosperando. Por esa razón, la comunidad internacional debe ser firme a la hora de explicar a Israel que sus acciones más allá de la línea verde cruzan líneas rojas. A lo que tienen miedo Netanyahu y todos los que apoyan el status quo es que esta linea de conducta internacional se concretice. Y ello debe alentar, y mucho, a los israelíes que se oponen a la ocupación. Los funcionarios internacionales que están ponderando sus políticas deben prestar mucha atención a estos hechos. Después de todo, B’Tselem es una organización pequeña, cuyo presupuesto anual apenas representa una décima parte de lo que se gasta en la seguridad de los colonos que viven en el corazón de los barrios palestinos de Jerusalén Este. El Estado, por otro lado, ha gastado durante 50 años miles de millones para preservar y mantener la atrocidad moral de la ocupación. La ocupación necesita un ejército entero de políticos y jueces, agentes de relaciones públicas y diplomáticos, agentes penitenciarios y del servicio de seguridad Shin Bet, de policías y soldados, de burócratas y funcionarios. Y a pesar de todo, Netanyahu tiene miedo. Fomentar esa ansiedad de los partidarios del status quo debe ser parte de nuestro plan de trabajo. El camino no violento para acabar con la ocupación depende de que se pueda persuadir al mundo, y especialmente a los amigos de Israel, que deben dejar claro a Israel que lo que fue no será y que la continuación de la ocupación provocará medidas internacionales. No obedecemos a Netanyahu. Tampoco el mundo. Sobre todo, no se puede ordenar que los hechos desaparezcan, ni tampoco se puede decretar que el mal se disfrace de justicia. Hoy, pocas semanas antes del 50 aniversario de la ocupación, existe la esperanza de que, manteniendo resueltamente la lucha aquí, en Israel, y en cualquier escenario internacional importante, se pueda acabar con la ocupación. * Director Ejecutivo de B’Tselem (Centro de Información Israelí para los derechos humanos en los Territorios Ocupados)

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Unidos contra los musulmanes

Fuente: Meron Rapoport* | Rebelión Fecha: 18 de ABRIL 2017 El ataque del 7 de abril en Estocolmo, en el que murieron cuatro personas y que la policía sueca describió como un acto de terrorismo perpetrado por un simpatizante del grupo del Estado Islámico (EI), no contó con mucha cobertura en la prensa israelí porque Suecia no es un lugar que los israelíes visiten a menudo. O tal vez porque la prensa israelí se ha acostumbrado a este tipo de ataques, pero los comentarios que aparecen en las páginas de noticias más importantes apenas mostraban compasión por las víctimas. “Si Suecia no se dedicara tanto a la ocupación, estos ataques desaparecerían”, fue la reacción típica, en mofa de la supuestamente falsa conexión –a los ojos de la mayoría de los israelíes- entre la ocupación de Israel y los ataques en su contra. A medida que agresiones como la de Estocolmo se hacen más frecuentes –desde Charlie Hebdo a Bataclan, Niza, Berlín y Londres-, la mayoría de los israelíes están cada vez más convencidos de que Europa está aprendiendo ya y de forma dura lo que nosotros, los israelíes, llevamos supuestamente sabiendo hace muchos años: que la guerra contra el Islam y el islamismo es inevitable y que Israel es el puesto de avanzada en el choque eterno entre civilizaciones. Un buen ejemplo de este tipo de enfoques lo tenemos en las manifestaciones del popular comentarista de televisión Zvi Yehezkely, experto en “cuestiones árabes” del Canal 10 de Israel. En su serie en cuatro capítulos, “Alá Islam”, Yehezkely retrataba una Europa bajo la amenaza de una minoría musulmana siempre creciente y deliberadamente segregada, empeñada en cambiar su carácter liberal y cristiano y crear un Estado de la Sharia. Los sangrientos ataques de París y otros lugares, que se produjeron sólo después, se consideraron como una confirmación de la predicción de Yehezkely, convirtiéndole en un profeta local. “El peligro musulmán” Esta actitud se deriva, desde luego, del creciente discurso antiárabe y antimusulmán en Israel de los últimos años. Pero hay también otro aspecto: si Europa viera la importancia del “peligro musulmán”, prosigue esta línea de pensamiento, entonces también comprendería —y agradecería— el fundamental papel de Israel en la guerra contra el “Islam radical”. Gracias a este enemigo común, Israel podría verse aliviado de su aislamiento. Esto puede explicar por qué la prensa israelí sigue muy de cerca cada incidente que pueda corroborar ese “peligro musulmán”. En consecuencia, también sigue cada logro de los dirigentes y partidos de extrema derecha que basan su retórica en la propaganda antiinmigratoria y antiislámica en Europa y otros lugares. El brexit fue favorablemente valorado en Israel a causa de su mensaje antiinmigración. La victoria de Donald Trump, con su prometida prohibición de la inmigración musulmana y su énfasis en el “terror islámico” fue aclamada en términos casi mesiánicos. También se dio especial cobertura a las recientes elecciones holandesas, en las que se había predicho que Geert Wielders y su Partido de la Libertad serían los ganadores, tras prometer el cierre de las mezquitas y prohibir la enseñanza del Corán. Su fracaso constituyó una decepción para muchos en Israel. Especial atención a Francia En ese marco, Francia ocupa un lugar especial en la política y la opinión pública israelíes. Su comunidad judía, con alrededor de 500.000 miembros, es la mayor de Europa Occidental y muchos de ellos, especialmente los que emigraron a Francia desde el Norte de África, tienen lazos familiares en Israel y visitan regularmente el país. Es más ortodoxa que otras comunidades judías en Europa Occidental y tiende a adoptar posiciones más derechistas, al menos en lo que se refiere al conflicto palestino-israelí. Francia tiene también la mayor comunidad musulmana de Europa Occidental y las relaciones entre estas dos comunidades se han ido deteriorando en los últimos años. En la prensa israelí se ha informado ampliamente sobre incidentes de acoso a judíos por parte de jóvenes musulmanes y, en un reciente artículo publicado en una página web israelí, se retrataba a Francia como el “país más antisemita de Europa”. Los sangrientos ataques contra un centro judío en Toulouse en 2012 y contra el supermercado judío en París en 2015, fueron considerados como una amenaza inmediata a la presencia judía en Francia. Las informaciones acerca de una marea de judíos franceses que quieren inmigrar a Israel han llenado los medios israelíes. La inmigración a Israel alcanzó la cifra de alrededor de 8.000 judíos en 2015. En 2016, cayó a 5.000 y, en los primeros meses de 2017 ha bajado aún más (tercer lugar tras Rusia y Ucrania), pero la impresión general en Israel es que Francia es un lugar peligroso para los judíos, cuando no un verdadero campo de batalla entre judíos y musulmanes. La batalla compartida Contra este telón de fondo, en Israel se percibe la batalla política contra la supuesta “islamización” de Francia casi como una batalla compartida. Las restricciones a vestir el hiyab en los espacios públicos, por ejemplo, fue recibida calurosamente en Israel. Aunque Israel está muy lejos de ser un Estado laico con valores laicos, la mayoría de los israelíes apoyan vehementemente que se salvaguarden esos mismos valores en Francia o en Europa en general, porque consideran que son herramientas para detener la “invasión musulmana” de Europa, un término ampliamente utilizado por la prensa de Israel. A este respecto, las ideas promovidas por Marine Le Pen y su Frente Nacional reciben una favorable acogida. Esto también se aplica a su dura oposición a la Unión Europea. La UE es considerada negativamente en Israel no sólo debido a sus posiciones en el conflicto palestino-israelí, si se comparan con las posiciones proisraelíes de Washington, sino también porque la misma idea de una unión trasnacional, donde se supone que el nacionalismo va a jugar un papel menor, va en contra de la actitud sumamente nacionalista en Israel. Un colapso de la UE haría felices a muchos israelíes. Pero a pesar de todos estos rasgos comunes, Israel se ha refrenado hasta ahora de alinearse con

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