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Israel provocó la Guerra de los Seis Días en 1967

Fuente: James North | Mondoweis Fecha: 09 de JUNIO 2017 Título completo: Israel provocó la Guerra de los Seis Días en 1967 y no estaba luchando por su supervivencia Soy lo suficientemente mayor como para recordar claramente cómo se informó acerca de la Guerra de los Seis Días en su momento. Casi todo lo que se nos dijo entonces era falso, ya que los principales historiadores de la época hoy lo reconocen. Vamos a empezar con la forma en que la crisis fue cubierta cuando sucedió, hace 50 años: Gamal Abdel Nasser, el líder de Egipto, fue representado como un demagogo peligroso, muy popular en el mundo árabe, que quería destruir a Israel. La prensa occidental lo demonizaba con regularidad y era claramente el líder árabe más reconocido hasta Saddam Hussein. En mayo de 1967 Nasser hizo su movimiento. Ordenó a las Naciones Unidas retirar las tropas de mantenimiento de la paz de la península del Sinaí, donde habían estado sirviendo como un cortafuegos para evitar conflictos entre Egipto e Israel. A continuación, mediante el cierre del estrecho de Tirán a la navegación internacional, Nasser intensificó el bloqueo del puerto del sur de Israel, Eilat, lo que comenzó a estrangular el país. Mientras tanto, Nasser estaba conspirando con otros países árabes, principalmente Siria y Jordania, para lanzar una invasión conjunta y empujar a Israel al mar. La existencia misma de Israel estaba en peligro. Por lo tanto, Israel lanzó un ataque “preventivo” el 5 de junio, por temor a no tener otra opción si se trataba de sobrevivir. Afortunadamente, a pesar de las probabilidades en contra de Israel, este ganó la guerra en sólo 6 días. Para protegerse de otro ataque, Israel ocupó el Sinaí, los Altos del Golán y Cisjordania. La ocupación fue la consecuencia puramente accidental de una lucha por la supervivencia de Israel. Cincuenta años después esta corriente principal de narrativa permanece sin respuesta en la imaginación popular. Justo el otro día, un reportero del New York Times afirmó como un hecho que en 1967 “Israel desafió la aniquilación urdida por sus vecinos árabes”. Norman Finkelstein, el distinguido académico, ha hecho más que nadie para descubrir la verdad sobre la Guerra de los Seis Días. En una extensa entrevista en su oficina de Brooklyn, refutó punto por punto la narrativa de los principales medios de comunicación. Se puede encontrar su relato revisionista detallado en un capítulo de su ya clásico Image and Reality of the Israel-Palestine Conflict, complementado por otra obra: Knowing Too Much: Why the American Jewish Romance with Israel is Coming to an End. Finkelstein es conocido como una persona combativa, un hombre que no ha tenido miedo de luchar por la verdad a pesar del daño a su carrera a lo largo del camino. Pero lo que también es vital reconocer es que es un estudioso serio, talmúdico en su intensidad, y que nadie ha desafiado con éxito su investigación. Finkelstein hace hincapié en que en la actualidad, ningún académico, cualquiera que sea su orientación política, respalda la narrativa de los principales medios de comunicación. Comienza por identificar lo que ha denominado las “dos mentiras más grandes”. La verdad es que Nasser y los demás líderes árabes no tenían absolutamente ninguna intención de invadir Israel en junio de 1967. Y la existencia de Israel nunca estuvo en la más mínima duda, ya que tanto los líderes israelíes como los estadounidenses sabían que Israel podría fácilmente ganar cualquier conflicto, incluso en contra de una coalición de estados árabes. Finkelstein insiste en que no podemos entender la Guerra de los Seis Días sin volver 11 años antes, a la crisis del canal de Suez en 1956. Ese año el líder egipcio Nasser nacionalizó el Canal e Israel, Gran Bretaña y Francia lanzaron una invasión conjunta no provocada a Egipto para revertir el estado de la vía fluvial. Sin embargo Estados Unidos, bajo el presidente Dwight Eisenhower, se opuso al ataque y presionó a la fuerza de invasión tripartita para retirarse y dejar el Canal de Egipto. Suez fue una catástrofe para las tres naciones invasoras y el primer ministro británico Anthony Eden fue obligado a renunciar. Mientras tanto la reputación de Nasser en el mundo árabe y en África, Asia y América Latina, alcanzó nuevas cotas. Norman Finkelstein argumenta que el registro histórico muestra que en 1967 Israel anhelaba completar su misión fallida de 1956. En primer lugar, dice, “el principal objetivo de Israel era neutralizar a Nasser para dar un golpe de muerte a estos árabes engreídos y terminar con lo que se denominaba ‘nacionalismo árabe radical’”. Continúa con que el gobierno de Israel tenía un objetivo secundario, “la conquista de las tierras que había codiciado, pero no logró alcanzar en el 48: Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y el Golán”. Los líderes israelíes tenían sólo una gran duda: ¿cómo iba a reaccionar EE.UU.? Si Israel atacase, ¿forzaría a Estados Unidos a humillarse como lo hizo en 1956? ¿O Washington miraría hacia otro lado? Finkelstein desafía las narraciones convencionales con las consideraciones de los eventos específicos en los meses previos a la guerra. Su análisis no es del todo inusual y es compartido en gran medida por otros estudiosos. Sostiene que los hechos demuestran que Israel no estaba cuidando pacíficamente sus propios intereses, sino que provocaba regular y violentamente a sus vecinos árabes. En noviembre de 1966, en la acción militar más grande desde la invasión de Suez, Israel atacó la ciudad cisjordana de Samu, entonces bajo dominio jordano, matando a 18 soldados jordanos y destruyendo 125 casas. Israel continuó instigando a lo largo de su frontera con Siria en abril de 1967, lo que provocó una batalla aérea en la que seis aviones sirios fueron derribados, incluyendo uno sobre Damasco. Voces en el mundo árabe comenzaron a acusar a Gamal Abdel Nasser, el líder de los árabes, de quedarse quieto sin hacer nada. Entonces Nasser pidió a las Naciones Unidas que retirara las fuerzas de paz asentadas en el Sinaí egipcio, sobre todo para

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Bye, bye, Thatcher

Fuente: Jorge Argüello* | Perfil Fecha: 04 de JUNIO 2017 Marcados a fuego por los liderazgos de Margaret Thatcher en los 80 y de Tony Blair en los 90, conservadores y laboristas han decidido romper con esos legados. El Brexit tiñó casi por completo la campaña electoral de Gran Bretaña, desde el inesperado llamado a las urnas de la primera ministra conservadora Theresa May hasta los picantes cruces con su rival laborista, Jeremy Corbyn, pero aquí, en suelo inglés, epidérmicamente se percibe que los británicos definirán mucho más que esa histórica ruptura. Detrás del polvo que levantó el referéndum de 2016 que decidió el Brexit y eyectó al premier tory David Cameron (2010-16), sucedido por May, en los dos grandes partidos del Reino Unido se verifican transformaciones ideológicas de grandes implicancias, más allá de a quién veamos festejar el próximo viernes por la noche en Londres. Marcados a fuego durante los últimos treinta años por los liderazgos de Margaret Thatcher en los 80 y de Tony Blair en los 90, conservadores y laboristas han decidido romper con esos legados. Es más audaz en el caso de May, ex ministra del Interior, que llegó al 10 de Downing Street sin ganar ni siquiera una elección interna del partido. Gran Bretaña escenificará el fin de dos épocas. Desde ya, el Brexit encaja en ese proceso. De hecho, May abandonó la idea de gobernar hasta 2020 con una envidiable mayoría propia en el Parlamento heredada de Cameron y llamó inesperadamente a elecciones generales, con el propósito de consolidar su liderazgo, argumentando que propios y adversarios complican las negociaciones del Brexit. En estos últimos días, cuando Corbyn se acercó en las encuestas, May volvió a agitar el Brexit para atraer votos entre sectores medios-bajos ganados por la fobia a la UE y a los inmigrantes, y para diferenciarse de su rival, aun cuando el veterano dirigente laborista ha insistido en que, Brexit mediante, el Reino Unido puede estar mejor fuera de la UE. Bye, bye, Thatcher. Cuando uno toma contacto físico con la actual política británica, comprueba sin embargo que ha ocurrido otra ruptura. La campaña puso sobre el tapete desde renacionalizaciones de servicios y aumento de impuestos a empresas y ricos, hasta inversiones en obras públicas y la recuperación de la asistencia social, la salud y la educación públicas, pasando por crear bancos públicos y poner topes a las tarifas. Cuando todos los partidos quieren una economía que funcione para todos, no para unos pocos, uno se da cuenta de que el neoliberalismo es el verdadero perdedor. El libre mercado dañó el tejido social y dejó a millones en el camino. Ahora, los programas electorales de todo el espectro político lo asumen, sintetizó en estos días el académico local Tim Jackson, un reconocido experto en desarrollo sustentable. En efecto, primero fue el turno del manifesto conservador. Para empezar, el programa tory ataca a los establishments: “En lugar de seguir una agenda definida y establecida por las elites de Westminster, gobernaremos en favor de la mayoría de la ciudadanía británica”. El reposicionamiento ideológico lleva a los tories a preferir una economía que asocie al Estado con los privados, bajo un fuerte liderazgo que sólo el gobierno puede proveer. La perplejidad es mayor cuando uno lee: “Creemos en estas cosas porque somos conservadores y no a pesar de ser conservadores. El conservadurismo nunca ha sido la filosofía que han descripto los caricaturistas. No creemos en los mercados libres sin restricciones. Rechazamos el culto al individualismo. Aborrecemos las divisiones sociales, la injusticia y la desigualdad (…?) Es una creencia no sólo en la sociedad, sino en el bien que el gobierno puede hacer”. Luego, el programa tory enuncia cuantiosas inversiones hasta 2020 en infraestructura, vivienda, rutas y trenes. Ningún beneficio fiscal para clases medias y muchas alusiones a regulaciones y restricciones a los privados. Esta nueva matriz conservadora se completa con un rígido control de la inmigración de un modo también poco thatcherista: castigando con más impuestos a las empresas que contraten inmigrantes. Todo iba sobre ruedas para May hasta que alguien leyó que se obligaba a los mayores con demencia senil propietarios de viviendas de más de 160 mil euros a cubrir con el valor de sus inmuebles los costos del cuidado del servicio público. En estos días, en Londres, hemos escuchado hablar tanto del impuesto a la demencia (dementia tax) como del Brexit. Semejante gaffe en una plataforma que ponía por primera vez en décadas mucho énfasis en lo social obligó a May a dar una brusca marcha atrás tan poco creíble que le costó el primer resbalón importante en las encuestas, pero sobre todo conllevó el costo de generar dudas sobre los límites de su capacidad intelectual y política. Nuevos viejos laboristas. En el campo laborista también hubo corrimiento, en este caso para abandonar la Tercera Vía de aires neoliberales concebida por Blair casi en paralelo con Bill Clinton. Pero la ruptura fue más previsible considerando las ideas más radicales con que Corbyn conquistó su partido, fáciles de emparentar con otras izquierdas europeas (Podemos o Syriza). El manifesto laborista (“For the Many, Not the Few) ofrece propuestas muy diferentes a las que sostuvo el partido en los 90, como la de renacionalizar los ferrocarriles, las empresas de energía y los servicios de agua, además de crear bancos de desarrollo y darles más poder a los sindicatos. En ese contexto, Corbyn quiere comprometer al Estado en una segunda gran industrialización del país y elevar el salario mínimo a 16 euros/hora. Aunque personalmente Corbyn cedió en sus propuestas más radicales (abolir la monarquía o desterrar la energía nuclear), los laboristas basan su programa económico en subir los impuestos al 5% que más gana para financiar grandes reformas de la salud, la asistencia social y la educación, y un plan de infraestructura multimillonario en diez años. El éxito de los programas electorales siempre depende de la calidad de los liderazgos. Lo nuevo en esta Gran Bretaña de 2017 es que las aguas que vemos correr

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Cincuenta años, cincuenta mentiras

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 01 de JUNIO 2017 Supongamos que la ocupación esté justificada. Digamos también que Israel no tiene elección. Ni siquiera la llamemos ocupación. Digamos que fue reconocida por el derecho internacional y que el mundo la aplaudió. Supongamos que los palestinos están agradecidos por su presencia. Sin embargo, todavía existe un pequeño problema: todo se basa enteramente en mentiras. Desde el principio hasta el final, todo es un paquete de mentiras. No hay una palabra de verdad asociada con ella. Si no fuera por estas mentiras, habría colapsado en su podredumbre hace mucho tiempo. Si no fuera por estas mentiras, es dudoso que alguna vez hubiera sucedido. Estas mentiras, de algunas de las cuales la derecha se enorgullece («por el bien de la Tierra de Israel es permisible mentir»), son suficientes para hacer que cualquier persona decente retroceda con repulsión. Uno no necesita de sus otros horrores para convencerse de esto. Comenzó con la cuestión de cómo llamar a los territorios. En la Radio de Israel se decidió usar el término «territorios temporalmente retenidos». Esta fue la mentira No. 1, dando a entender que la ocupación era temporal y que Israel tenía la intención de evacuar esos territorios, que éstos eran solamente una moneda de cambio en la búsqueda de paz. Esta es probablemente la mayor mentira y es ciertamente la más decisiva. Es la que ha permitido la celebración de su aniversario jubilar. La verdad es que Israel nunca pensó en terminar con la ocupación. Su presunta temporalidad sólo puso al mundo a dormir con su engaño. La segunda gran mentira fue el argumento de que la ocupación sirve a los intereses de seguridad de Israel, que es una medida de autodefensa de una nación indefensa acosada por enemigos. La tercera mentira fue el «proceso de paz», que en realidad nunca tuvo lugar, y que en todo caso sólo pretendía comprar más tiempo a la ocupación. Esta mentira tenía muchas patas. El mundo era un cómplice, continuamente mintiéndose a sí mismo. Hubo discusiones, presentaciones de mapas (todos ellos semejantes), se llevaron a cabo conferencias de paz con numerosas rondas de conversaciones y cumbres, con enviados corriendo hacia adelante y hacia atrás, y mayormente con charlatanería vacía. Todas ellas estaban basadas en una mentira, que era la suposición de que Israel incluso contemplaba poner fin a la ocupación. La cuarta mentira, obviamente, es el emprendimiento de los asentamientos. Este proyecto nació y se crió en una mentira. Ni un solo asentamiento se estableció  honestamente, comenzando con la estadía de una noche en el Park Hotel en Hebrón, continuando con la de los «campos de trabajo», «campamentos de protección», «excavaciones arqueológicas», «reservas naturales», «espacios verdes” “zonas de protección del fuego” «relevamiento de tierras», los puestos avanzados y las expansiones. Todas estas fabricaciones cometidas entre guiño y  guiño, culminando con la mayor mentira en este contexto, la de «tierras estatales», una mentira que sólo se puede comparar con la de los «ausentes actuales» referida a los palestinos de Israel. Los colonos mintieron y los políticos mintieron, el ejército y la Administración Civil en los territorios mintieron,  todos mintieron al mundo y a sí mismos. Desde la protección de una torre de antena creció un mega-asentamiento y de un fin de semana en ese hotel de Hebrón creció la peor de las calamidades. Los miembros del gabinete que ratificaron, los miembros de la Knesset que hicieron un gesto con la cabeza y los guiños, los oficiales que firmaron y los periodistas que blanquearon, todos sabían la verdad. Los norteamericanos que «condenaron» y los europeos que se «enfurecieron», la Asamblea General de la ONU que «convocó» y el Consejo de Seguridad que «decidió», ninguno de ellos tuvo la intención de seguir con ninguna acción. El mundo también se está mintiendo a sí mismo. Esta manera es conveniente para todos. También es conveniente emitir las mentiras cotidianas que cubren los crímenes cometidos por las Fuerzas de Defensa de Israel, la Policía de Fronteras, el Shin Bet, el Servicio Penitenciario y la Administración Civil, todo el aparato de ocupación. Es conveniente usar un lenguaje desinfectado, el idioma del ocupante tan apreciado por los medios de comunicación, el mismo lenguaje que utilizan para describir sus excusas y justificaciones. En Israel no hay blanqueo como el que describe la ocupación y no hay otra amplia coalición que se expanda y la apoye con tal devoción. La única democracia en el Medio Oriente que emplea una tiranía militar brutal y el ejército más moral que mata a más de 500 niños y 250 mujeres en un verano, ¿puede alguien concebir una mentira más grande que esta? ¿Puede alguien pensar en un mayor autoengaño que la opinión predominante en Israel, por la cual todo esto se nos impuso, que no queríamos esto, que los árabes tienen la culpa? Y todavía no hemos mencionado la mentira de los dos estados y la mentira acerca de Israel que busca la paz, las mentiras sobre la Nakba de 1948 y la «pureza» de nuestras armas en esa guerra, la mentira sobre que el mundo entero está contra nosotros y la mentira sobre que ambos lados son culpables. Desde  que Golda Meir emitiera el que «nunca perdonaremos a los árabes por obligar a nuestros hijos a matarlos» a «una nación no puede ser un ocupante en su propia tierra», las mentiras son seguidas por otras mentiras. No se ha detenido hasta el día de hoy. Cincuenta años de ocupación, cincuenta sombras de mendacidad. ¿Y ahora? ¿Otros cincuenta años? Traducción: Dardo Esterovich  

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Manifestaciones en Israel

Fuente: La Arena | www.laarena.com.ar Fecha: 29 de MAYO 2017 Más de 20.000 personas se congregaron en Tel Aviv para rechazar medio siglo de ocupación en los territorios palestinos. El lema fue “Dos naciones una esperanza”. La izquierda israelí logró congregar a miles de personas en Tel Aviv en una la manifestación con el lema “Dos naciones una esperanza: en contra de 50 años de ocupación”, para rechazar medio siglo de ocupación de los territorios palestinos. La protesta, liderada por la ONG pacifista israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora), reivindicaba con eslóganes escritos y gritados que “cincuenta años es suficiente” y “judíos y árabes se niegan a ser enemigos”. Según los organizadores, acudieron 30.000 personas, cifra que varios medios, como los diarios Haaretz y Times of Israel, rebajaron a 15.000. El evento comenzó con un vídeo en el que el asesinado primer ministro israelí y Nobel de la Paz, Isaac Rabin, decía que tiene que haber dos países para dos pueblos, en un volumen atronador y entre la emoción de los manifestantes. Después, los muchos artistas y políticos invitados iban tomando posiciones sobre el escenario para abordar la cuestión que los reunía: la defensa de la solución de los dos estados, por la que apuesta la comunidad internacional para resolver el conflicto entre israelí, y que pasa por el fin de la ocupación y la creación de una Palestina independiente. “Conectar todos” El dirigente de la plataforma política Campo Sionista y líder de la oposición, Isaac Herzog, expuso convencido de que “un país con dos pueblos no es judío”, como pretende defender Israel con un proyecto de ley que es revisado en el parlamento y que define el país, en el que los árabes son una minoría del 20%, como “hogar nacional del pueblo judío”. “Tenemos que poner el ego a un lado y conectar, todos, en un gran bloque político que no quiere un estado binacional, que no quiere media democracia”, afirmó ante la marea de pancartas y globos que llenaban la plaza, citado por la agencia de noticias EFE.Con la manifestación, parte de los ciudadanos israelíes lanzaron su mensaje a las puertas de que el próximo 5 de junio se cumplan los 50 años del inicio de la Guerra de los Seis Días, en la que Israel ocupó parte del Golán sirio, Cisjordania, Gaza y el Este de Jerusalén, que los palestinos reivindican como la capital de su estado. “Liberados” Una posición que choca frontalmente con la de las autoridades israelíes, que celebraron la efeméride esta semana, siguiendo el calendario hebreo. Fue precisamente durante la ceremonia de inicio de los eventos conmemorativos, el pasado domingo en la Ciudad Vieja de Jerusalén, cuando Netanyahu, afirmó: “Hace cincuenta años volvimos al corazón de nuestra capital y nuestro país, y hace cincuenta años no conquistamos, sino liberamos”. Entretanto, poco antes del inicio de la protesta más de 800 presos palestinos en cárceles israelíes suspendieron la huelga de hambre que mantenían desde hace 40 días, tras alcanzar un acuerdo con el Servicio de Prisiones de Israel, que aceptó restablecer las dos visitas familiares mensuales, una de las reivindicaciones que reclamaban, informó el liderazgo palestino y el IPS.

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Crímenes y delitos de Donald Trump

Fuente: Amy Goodman y Denis Moynihan | Democracy Now Fecha: 19 de MAYO 2017 El presunto intento del presidente Donald Trump de socavar la investigación del FBI sobre su ex asesor de seguridad nacional, el teniente general Michael Flynn, y su posterior despido del director del FBI, James Comey, ha inspirado un sin fin de especulaciones en los medios de comunicación hegemónicos sobre la posibilidad de que sea sometido a juicio político. Sin duda, las pruebas presentadas por el periódico The New York Times, junto con todo lo ocurrido durante los primeros meses de gobierno de Trump, amerita una investigación independiente. Tal vez, como en el escándalo de Watergate de 1974, que forzó al presidente Richard Nixon a renunciar caído en desgracia para evitar el proceso de juicio político y destitución, el encubrimiento del delito termine siendo mayor que el delito mismo. ¿Pero qué pasaría si a Donald Trump se le hiciera rendir cuentas por sus verdaderos delitos, como matar civiles en ataques con aviones no tripulados, causarles sufrimiento o la muerte a los refugiados al negarles asilo y conducir el planeta hacia una catástrofe climática? ¿Qué sucedería si Donald Trump mantuviera sus promesas de campaña, tan indignantes como incendiarias, que, de ser implementadas, en su mayoría constituirían crímenes? Lamentablemente, el poder presidencial excesivo, y a menudo letal, ahora se considera algo normal. A los pocos días de asumir el cargo, el presidente Trump, durante una cena con su yerno Jared Kushner y otros asesores, aprobó un operativo militar del equipo especial SEAL 6 de la Marina estadounidense en Yemen. El ataque le costó la vida al integrante de los SEAL “Ryan” Owens, así como la pérdida de un helicóptero estadounidense. ¿Pero qué se supo de las bajas civiles? Pese a las declaraciones del gobierno de Trump de que la ofensiva recopiló amplios datos para inteligencia, han surgido informes de al menos 30 muertes de civiles; entre ellos, varios niños. Según Reuters, autoridades militares de Estados Unidos dijeron: “Trump aprobó su primera operación encubierta de antiterrorismo sin suficiente información de inteligencia, apoyo terrestre ni preparativos de respaldo adecuados”. Esto fue solamente un operativo militar en Yemen entre miles, en una devastadora guerra civil exacerbada por el armamento y apoyo de Estados Unidos a Arabia Saudí, que está arrasando Yemen. Trump visitará Arabia Saudí esta semana, el primer país extranjero al que irá como presidente. Donald Trump es el comandante en Jefe, y su orden casual en medio de esa cena condujo a la muerte violenta de decenas de personas inocentes. ¿Acaso no se trata de un crimen? A mediados de abril, el ejército estadounidense lanzó una bomba sobre un presunto objetivo del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por su sigla en inglés) en Afganistán, que estos días no atrae la atención de los medios, a pesar de que la guerra más larga en la historia de Estados Unidos ha llegado a su 17º año, con promesas de Trump de extenderla y enviar miles de tropas terrestres más al terreno. Pero esta no era una bomba común. Trump dejó caer sobre territorio afgano lo que el Pentágono ha calificado como “la madre de todas las bombas” (MOAB, por su sigla en inglés). La bomba GBU-43/B es la mayor bomba no nuclear del mundo. Se encuentra en el arsenal estadounidense desde principios de la guerra en Irak, pero nunca se había usado hasta que el comandante en jefe Donald J. Trump asumió el cargo. El Dr. “Hakim” es un médico que ha hecho trabajo humanitario en Afganistán durante más de una década. Hakim trabaja en Voluntarios por la Paz en Afganistán, un grupo interétnico de jóvenes afganos dedicados a crear alternativas no violentas a la guerra. Recientemente dio su opinión sobre el primer despliegue de la MOAB en una entrevista con Democracy Now!. En declaraciones desde Kabul, se mantuvo de espaldas a la cámara por temor a sufrir represalias si era identificado: “Creo que es un insulto llamarla ‘La Madre de Todas las Bombas’. Esta mañana, cuando estaba hablando con un integrante de Voluntarios por la Paz en Afganistán, Ali, él dijo: ‘¿Alguna madre le haría eso a la Madre Tierra? ¿O se lo haría a algún niño?’ El efecto es lo que el ejército estadounidense o lo que los ejércitos de todo el mundo quieren infligirles a los ciudadanos comunes; es decir, miedo, pánico, hambre, ira”. Los medios de comunicación hegemónicos han asumido un tono más opositor desde que Donald Trump asumió el cargo, sin embargo, vuelven a alinearse cuando Trump se involucra en acciones militares. Entonces, los medios declaran, que Trump está actuando como un “presidente”. El mismo artículo del periódico The New York Times que sostenía que Trump interfirió en la investigación sobre las relaciones entre Flynn y Rusia contenía otra sorprendente revelación. El medio informó que “según uno de sus asesores, el señor Comey debería considerar encarcelar a los periodistas por publicar información clasificada”. La libertad de prensa es la base de nuestra sociedad democrática. Trump también se ha comprometido a ampliar las leyes de difamación para que sea más fácil perseguir a quienes lo critican. Rod Rosenstein, vicefiscal general, acaba de nombrar al ex director del FBI Robert Mueller como asesor especial para supervisar la investigación en curso de la presunta influencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016. Mueller debería evaluar los hechos enérgicamente y hacer públicas sus conclusiones. Pero la investigación completa de los crímenes de Donald Trump debería ir mucho más lejos. Traducción: Inés Coira

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«Necesitamos directas ya y de un plan popular de emergencia»

Fuente: Jaoana Tavares | Brasil de fato Fecha: 18 de MAYO 2017 João Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y del Frente Brasil Popular, analiza en el escenario político brasileño, el papel de Globo, las divisiones en el campo golpista y habla sobre la necesidad de construir un gobierno de transición y la construcción de un proyecto popular para Brasil. ¿Cuál es el interés de O Globo en divulgar esos audios y por qué ellos insisten con elecciones indirectas? La red Globo se transformó en el principal partido de la burguesía brasilera (PBB). Ella cuida de los intereses del capital utilizando su fuerza de manipulación de la opinión pública y articulando los sectores ideológicos de la burguesía, o sea, el poder judicial, algunos fiscales, la prensa en general, etc. Ellos saben que Brasil (y el mundo) vive una crisis económica, social y ambiental causada por el modus operandi del capitalismo. Y eso aquí en Brasil se transformó en una crisis política, porque la burguesía precisaba tener hegemonía en el congreso y en el gobierno federal, para poder aplicar un plan de colocar todo el peso de la salida de la crisis sobre la clase trabajadora. Por lo tanto, O Globo es la mentora y gestora del golpe. Sin embargo, la salida Temer fue un tiro en el pie, ya que su banda, como reveló Eduardo Cunha, era un bando de lumpens, oportunistas y corruptos, que no estaban preocupados con el proyecto burgués de país, sino solo con sus billeteras. La operación carne podrida fue otro tiro en el pie, que ayudó a desacreditar esa banda del Pmdb, pues varios de ellos estaban involucrados y provocaron a un sector de la burguesía agro-exportadora. Ahora ellos necesitan construir una alternativa a Temer. La forma de salir se decidirá en las próximas horas y días, si por una renuncia, si lo detienen en el Tribunal Supremo Electoral o si aceleran el pedido de impeachment en el Congreso. Y en las próximas semanas decidiremos a quién colocar en el lugar. Muchos factores incidirán y el resultado no será algún plan maquiavélico de algún sector, mismo de la Globo, sino que será el resultado de la lucha de clases real, de cómo las clases se comportarán en las próximas horas, días y semanas. ¿Cómo se organiza el campo golpista? El campo golpista está dividido desde 2014. Y eso nos ayuda. Porque en los golpes anteriores, de 1964, y después en el gobierno de Fernando Hernique Cardoso de 1994, la burguesía estaba unida, tenía un comando único, tenía un proyecto de país y tenía una retaguardia importante en la capital estadounidense. Ahora ellos no tienen proyecto para el país. Perdieron la retaguardia gringa pues se alineaban con Hillary Clinton. Quieren salvar sólo sus intereses económicos particulares. Como dice el sociólogo tucano (N.E. por el tucán que tiene el logo del PSDB, el partido de Cardoso y Aécio) Jose de Souza Martins, “la reforma previsional y laboral son las medidas capitalistas que aumentan la explotación de los trabajadores pero son contradictorias con un proyecto capitalista de país”. Ellos no tienen comando único. Están divididos entre el poder económico (Meireles, JBS) el grupo de lumpens del PMDB (Juca, Padilha, Temer, Moreira Franco), que tienen el poder de las leyes, y comienzan a tener fisuras, como el caso de Renan. Y el grupo ideológico de Globo – poder judicial. Hay muchas contradicciones internas entre ellos. Y por eso también ellos no tienen claro, ahora, a quien colocar en el lugar de Temer. Lo ideal para ellos sería proscribir a Lula, tener un gobierno de transición, que fuese aceptado por la mayoría de la población, podría hasta ser la ministra Carmen Lucia (N.E. Presidenta del Supremo Tribunal Federal), hasta octubro de 2018, y ahí intentar ganar las elecciones. Además, esa división aparece también en las candidaturas de ellos, aún no consiguieron construir un FHC, un Collor. Están tanteando a la opinión pública presentando a Doria (N.E. Intendente de San Pablo, empresario perfil Macri), Huck (N.E: Luciano Huck es un presentador televisivo), etc., pero ellos saben por las encuestas de opinión pública que son inviables y sólo pospondría aún más la crisis política. ¿Qué pueden hacer los trabajadores y organizaciones populares en este momento? Nosotros estamos debatiendo, ya desde el año pasado, en el ámbito de los más de 80 movimientos populares y organizaciones políticas que forman parte del Frente Brasil Popular, que la salida que interesa a la clase trabajadora son un conjunto de medidas complementarias. Primero sacar a los golpistas y suspender todas las medidas legislativas que vienen tomando contra el pueblo. Después tener un gobierno de transición, que convoque a elecciones presidenciales para octubre de 2017. Y que se discuta una forma de hacer una reforma política inmediata, que garantice la voluntad del pueblo, y se elija un nuevo congreso. Y el nuevo gobierno, asuma el compromiso, ya en campaña de convocar para 2018 a una asamblea constituyente exclusiva, a parate del congreso, para constituir un nuevo modelo democrático de régimen político – electoral en el país. Paralelamente a eso, construimos un PLAN POPULAR DE EMERGENCIA, que priorizó más de 70 medidas de emergencia que el gobierno de transición y el nuevo gobierno deberían impelemntar, que en nuestra opinión, sacaría al país de la crisis económica, social y política. Y después, durante la campaña electoral, discutir un nuevo proyecto de país, que tome en cuenta la necesidad de reformas estructurales de mediano y largo plazo, como la reforma tributaria, la reforma de los medios de comunicación, la reforma agraria, los cambios en el pago de los intereses y del superávit primario y la propia reforma del poder judicial. Pero para que todo eso suceda, los trabajadores, las masas, necesitan urgentemente ganar las calles. La fuerza del pueblo sólo se ejerce en las calles, en las movilizaciones, ocupaciones y presión de masa. Creo que en las próximas horas y días habrán varios plenarios para debatir fechas concretas de movilización. De nuestra parte, creemos que

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Palestina. ¿Quién pasará a la historia, el carcelero o el huelguista de hambre?

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 13 de MAYO 2017 Al final, la historia juzgará. Y ¿a quién recordará la historia, a Gilad Erdan o a Marwan Barghouti? El comerciante de neumáticos de Ramat Aviv Guimel (antes Savion), que vive, por cierto, en una calle con el nombre de un asesino judío, o el activista del Centro de Detención de Khison (antes prisión de Hadarim)? ¿Al carcelero o al prisionero? ¿Al que ocultó los dulces o a la persona que se los comió? ¿Al ministro o al “archi-asesino”, como le llamó el corresponsal de Canal 2 Moshe Nussbaum? ¿Cuál de los dos lucha por una causa más justa? ¿Cuál de ellos de hecho lucha? ¿Cuál de ellos ha sacrificado algo en el curso de su vida? Y ¿quién es responsable de más derramamiento de sangre? ¿A quién le interesa más la paz? Al final, la historia juzgará. En realidad, la historia decidió hace mucho tiempo. Erdan ni siquiera será una nota al pie de página. Como ministro responsable de la Policía y la policía de fronteras de Israel, también es responsable del derramamiento de sangre que causen. En cuanto a Barghouti, ha trabajado a favor de la paz mucho más que Erdan, hasta que perdió la esperanza y con razón. Erdan lleva el pelo mejor cortado, su traje es de diseño y su reloj de lujo brilla en la oscuridad. La última vez que vi a Barghouti llevaba un Casio barato. Ambos estudiaron ciencias políticas y Erdan también estudió derecho. Ha tenido, sin duda, mejor educación. Erdan fue a una escuela secundaria religiosa y Barghouti no. Erdan trabajó para la Asociación de Constructores, Bargouti, no. Ambos tienen cuatro hijos y Erdan les dedica más tiempo, porque puede verlos. A la misma edad que Erdan estudiaba en su yeshiva, Barghouti se sumó a la lucha palestina. A la misma edad que Erdan era un oficial adjunto, Barghouti ya había sido detenido por primera vez. Cuando Erdan condenó los Acuerdos de Oslo, Barghouti llamaba a las puertas en Israel y trataba de convencer a la gente de la importancia de la paz. Erdan puede ser el “hombre de la década en la lucha contra los accidentes de tráfico” (como la organización de la seguridad vial O Yarok le ha llamado), pero el hombre de la década en la lucha de verdad es Barghouti. Erdan nunca ha luchado por nada en su vida, a excepción de su puesto en las listas de la Knesset. Diputado de la Knesset en cinco legislaturas y ministro de tres gobiernos, nunca ha sacrificado nada en el altar por una idea. Ni siquiera ha luchado por la radiotelevisión pública que tanto le costó crear; se plegó, se quedó en silencio y débilmente sucumbió, intimidado por el primer ministro Benjamin Netanyahu. Erdan no es del tipo de los que están dispuestos a pagar un precio personal por nada. Barghouti ha sacrificado su vida, su familia y su destino por las ideas más elevadas. Barghouti es un luchador por la libertad. Erdan lucha en las primarias de su partido. Barghouti es un gato callejero. Erdan es un perrito faldero. Barghouti está en huelga de hambre, y Erdan le tendió una trampa. Hay que atribuirle el mérito a Erdan y al Servicio de Prisiones de Israel. No tienen vergüenza, ni siquiera la más mínima. Adelante carceleros, grabarle, vosotros que os hacéis los héroes a costa de los más débiles. Seguir grabando en los retretes, en los cuartos de baño y debajo de ellos, y transmitir los cortes en horario de máxima audiencia. Poner una trampa de ratón y publicitar todas vuestras capturas, almas miserables. Les va a encantar en las agrupaciones del partido Likud. Erdan vs Barghouti. “No puedo dar detalles sobre quién la puso [la cámara]. Cuando me jubile podré revelarlo”, dijo el ministro Tortit, como estuviera guardando un secreto. El John Le Carré israelí también elogió el “trabajo de inteligencia” del Servicio de Prisiones de Israel. ¡Menudo trabajo de inteligencia! No puede haber nada más patético, ni lo habrá. El hombre que es responsable de una fuerza policial que enseña a los niños a asegurarse de la muerte de un hombre herido indefenso o cómo lanzar a perros contra seres humanos está, naturalmente, también orgulloso de la labor heroica del Servicio de Prisiones en la Operación Tortit. 1-0 a favor de Erdan. El archi-carcelero venció al archi-terrorista. Barghouti se comió la oblea; la batalla está decidida. Barghouti no está en huelga de hambre, porque dio un mordisco. Pero en un día de huelga de hambre, incluyendo la de Tortit, Barghouti ha sacrificado más que Erdan en toda su vida por algo. Y en un solo día de huelga de hambre Barghouti está luchando por una causa más justa que cualquier problema sobre el que Erdan haya pensado, incluyendo su lucha contra los accidentes de tráfico. ¡Salud, Erdan, el héroe del momento! La historia se acordará de Barghouti. Traducción: Enrique García

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Venezuela: no callar, pero para decir la verdad Fuente: Atilio Borón

Fuente: Atilio Boron | Blog de Atilio Boron Fecha: 12 de MAYO 2017 En varios trabajos recientes diversos analistas y observadores de la vida política latinoamericana han reprochado a los intelectuales y militantes de izquierda su silencio ante lo que está ocurriendo en Venezuela. Ese silencio, dicen, sólo refuerza los peores rasgos del gobierno de Nicolás Maduro. Este reclamo lo hizo hace unas pocas semanas un destacado intelectual venezolano, Edgardo Lander, y más recientemente, en una producción especial de Página/12, lo reiteraron dos colegas de Argentina: Roberto Gargarella y Maristella Svampa.[1] Nadie podría estar más de acuerdo que el autor de estas notas sobre la necesidad de hablar acerca de lo que realmente está aconteciendo en Venezuela. Tras las huellas de los fundadores del materialismo histórico Gramsci decía, con toda razón, que “la verdad siempre es revolucionaria”. Y el aforismo del fundador del PCI es más importante hoy que nunca antes, cuando el virus posmoderno ha instituido a la “posverdad” ¡como un criterio de verdad!, abriendo paso a cuantas tergiversaciones y mistificaciones puedan ocurrírsele a quienes precisamente quieren ocultar tras una cortina de sofismas y falsedades lo que está sucediendo en nuestras sociedades —y muy especialmente en Venezuela— y, de ese modo, favorecer a los planes de la contrarrevolución en marcha. Desafortunadamente las buenas intenciones de Gargarella y Svampa de hablar sobre Venezuela y decir lo que allí está sucediendo termina con una frustración. Y esto es así porque en su nota no hablan de lo que en verdad ocurre en ese país sino que reproducen con pequeñas variantes el relato que la oposición ha construido para decir lo que ella necesita que se diga que está ocurriendo en Venezuela. Esa narrativa tramposa, que desfigura a sabiendas la realidad para promover su agenda restauradora, ha contado con la inestimable ayuda de los sempiternos agentes sociales y políticos de la reacción, que jamás se equivocan al elegir amigos y enemigos: los medios hegemónicos a nivel mundial (vulgo: “prensa libre”), perros guardianes del orden capitalista; la internacional de la derecha dirigida, con dinero de Estados Unidos, por José M. Aznar y Álvaro Uribe y toda su parafernalia de políticos y periodistas comprados y tanques de pensamiento alquilados y, por si lo anterior no bastara, apoyada también por el gobierno de Estados Unidos desde el nacimiento mismo de la Revolución Bolivariana. No sorprende por lo tanto constatar que en las tres o cuatro páginas escritas por nuestros autores se acumulen numerosos errores de apreciación así como llamativas ausencias. Comencemos por estas. Ausencias Primera ausencia: el gobierno de Estados Unidos. Un análisis sobre cualquier país de las Américas que no mencione ni una sola vez —no digamos analice, apenas mencione— al gobierno de Estados Unidos y al imperialismo es insanablemente erróneo. De allí jamás podría brotar un análisis correcto de la situación. Es un error tan grave e irreparable —obliterado empero por el prejuicio que informa al paradigma dominante en las ciencias sociales contemporáneas— como el que cometería un astrónomo que al analizar al sistema solar obviara cualquier mención o análisis del papel de Júpiter en la dinámica global del sistema, haciendo caso omiso del hecho que su masa equivale a casi dos veces y medio la suma del total de los demás planetas que componen el sistema. ¿Qué diríamos de nuestro astrónomo? Que pese a sus buenas intenciones no tiene nada serio para decir; es más, no puede tener nada serio para decir, porque su análisis ha soslayado lo principal. No lo único que importa pero sí lo más importante. A estas alturas del siglo veintiuno me dispenso de la necesidad de explicar, por archiconocido, lo que es el imperialismo y como actúa en lo que amablemente sus agentes y voceros califican como “nuestro patio trasero.” El capitalismo contemporáneo lo que ha hecho es exacerbar hasta lo indecible su carácter imperialista y no sólo en Latinoamérica. Recuerden el escarmiento sufrido por el pueblo griego cuando se “equivocó” al rechazar el brutal programa de ajuste que le proponía la Troika en Europa, “error” que fue corregido en una reunión a puertas cerradas en Bruselas; o la gigantesca multa que el banco francés Paribás tuvo que pagar por transgredir una ley del Congreso de EEUU que penalizaba a cualquier institución bancaria del mundo, estadounidense o no, que mediara en las relaciones comerciales entre Irán, Sudán y Cuba con el resto del mundo. Es decir, la ley estadounidense es la ley del mundo. O las casi mil bases militares que Estados Unidos tienen en todo el mundo, caso absolutamente único en la historia. Eso es un imperio, desde Roma hasta hoy. Y el centro hegemónico del imperio es Estados Unidos, “la nación indispensable” para mantener vivo al capitalismo en la faz de la tierra. Por supuesto, sus teóricos y estrategas prefieren obviar el término imperialista por su desagradable olor, pero la realidad del imperialismo es inocultable y por eso se esmeran en referirse a ella con nombres más amables. Los expertos del Pentágono y del Departamento de Estado, la CIA o el Consejo Nacional de Seguridad prefieren hablar de “primacía”, “superioridad” y, los más audaces, de “hegemonía” porque son conscientes que palabras como imperio o imperialismo son indigestas para el delicado estómago de la opinión pública estadounidense. El eufemismo puede jugar con las palabras e intentar enturbiar la visión de la cosa, pero esta sigue allí. No por casualidad uno de los más incisivos estrategos del imperio, Zbigniew Brzezinski, inicia su más reciente libro sobre la situación actual de Estados Unidos en el sistema internacional con una sorprendente sección dedicada a la “declinante longevidad de los imperios”, tácita asunción de que Estados Unidos lo es pues de lo contrario no se entiende la razón por la cual ese autor se enfrasca en una discusión que es marginal al objetivo de su trabajo.[2] De lo anterior se sigue que los imperios —aunque se autodenominen, como en el caso de Estados Unidos, “líder del mundo libre” o “primacía americana”— forjan una relación radicalmente asimétrica con los países

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Resistencia del pueblo venezolano

Fuente: Adolfo Pérez Esquivel* Fecha: 28 de ABRIL 2017 Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano que no cede en su embestida con el objetivo de derrocar al gobierno electo democráticamente. Tarea para la cual cuenta con cómplices, internos y externos, entre ellos, el Presidente Macri de Argentina. La oposición venezolana se niega al diálogo con el gobierno. No han respetado las instancias propuestos por la UNASUR y facilitadas por el Papa Francisco, junto con varios ex presidentes a fin de llegar a acuerdos que garanticen la Paz social, y que ayuden a encontrar soluciones a las dificultades que vive el pueblo, que hoy sufre el desabastecimiento económico provocado por las grandes empresas. Los golpistas están montando una fuerte campaña internacional denigrando y acusando al gobierno venezolano de ser una “dictadura”, pero la realidad venezolana no es un hecho aislado en Latinoamérica. Hay crisis impuestas por los EEUU, que no quiere perder su influencia y control continental, y busca impedir la autodeterminación de los pueblos a través de golpes blandos que hagan retroceder en las conquistas sociales, culturales y políticas que tantos esfuerzos costó alcanzar. Ya pasó en Honduras, Haití, en Paraguay y en Brasil, los golpes blandos exitosos. Los medios de comunicación están al servicio de los grandes intereses económicos y políticos, buscan desacreditar al gobierno venezolano propagando noticias falsas para provocar el deterioro general. Pero el pueblo veenzolano debe reclamar a todos sus represnetantes, del oficialismo y la oposición, que haya diálogo entre ellos y organizaciones sociales, iglesias, partidos políticos, sindicatos, movimientos estudiantiles, organizaciones empresariales, con el objetivo de encontrar alternativas superadoras de la violencia que vive el pueblo venezolano. Diálogo para no perder las conquistas sociales alcanzadas por la revolución bolivariana en las últimas décadas. No hay democracia perfecta, pero toda democracia es perfectible, es el gran desafío en nuestro continente. Si los pueblos participan y son protagonistas de sus propias vidas y constructores de su propia historia, va a encontrar su propio camino sin someterse al coloniaje de la gran potencia. * Premio Nobel de la Paz

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