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El fin de la ilusión reformista

Fuente: María Laura Carpineta | Revista Zoom Fecha: 19 de OCT 2018 Hace apenas un año, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad bin Salman, lanzó una campaña mundial para cambiar la imagen de su monarquía y convencer al mundo occidental de que era un líder reformista y moderno, que hablaba el idioma del desarrollo tecnológico, las inversiones y el comercio internacional, no el del radicalismo religioso y el autoritarismo. Gastó millones de dólares, se sacó fotos sonriente con los principales dirigentes políticos y empresariales de Estados Unidos y Europa, consiguió una portada que prometía apertura de género en Vogue y un artículo de un influyente columnista de New York Times que lo celebró como el cerebro de la Primavera Árabe saudita. Por un momento parecía que la campaña había funcionado, pero el velo se cayó en estos días cuando un periodista saudita desapareció dentro del consulado del reino en Estambul y a nadie le costó mucho creer la versión de que lo torturaron, asesinaron, descuartizaron y sacaron en valijas diplomáticas. Jamal Khashoggi, el hombre que el 2 de octubre pasado entró al consulado saudita en Estambul para conseguir un certificado de divorcio para casarse con su novia turca y luego desapareció, no era un veterano defensor de derechos humanos ni un histórico opositor de la monarquía de su país. Había sido asesor del príncipe Turki al Faisal cuando éste era embajador en Londres, jefe de redacción de uno de los diarios reformistas más importantes del país, Al Watan, y hasta había sido un simpatizante del Mohammad bin Salman cuando éste se convirtió en príncipe heredero, según contó el periodista Gabriel Sherman en un reciente artículo en Vanity Fair, en el que relató una conversación privada que tuvo con Khashoggi tras instalarse en Estados Unidos el año pasado. El periodista, que había sido parte de la élite saudita durante décadas pese a sufrir algunos roces por sus opiniones reformistas, decidió abandonar su país luego que le llegara la orden expresa de una persona muy cercana al príncipe heredero de callarse la boca. Una vez en Estados Unidos, entendió que la amenaza había sido más que real. Mohammad bin Salman ordenó la mayor purga palaciega de la historia de Arabia Saudita. Arrestó temporalmente a más de 200 figuras prominentes del reino y congeló sus fortunas. Uno de los detenidos fue el príncipe Turki al Faisal. “Cuando los arrestos comenzaron, enloqueci. Decidí que era tiempo de hablar”, le confió a Sherman. Así comenzó a escribir su columna en el diario The Washington Post y se convirtió en una voz crítica del liderazgo del príncipe heredero y, lo que es aún más importante, en un nombre conocido en el mundo del periodismo y de la política en la capital estadounidense. En algún momento antes de ingresar al consulado en Estambul, Khashoggi envió un artículo al diario estadounidense con el título “Lo que el mundo árabe más necesita es libertad de expresión”, que finalmente fue publicado este jueves. Pese a tener buenos contactos y un nombre conocido, sus columnas en The Washington Post no pudieron hacer frente a la multimillonaria campaña de publicidad que desplegó el sonriente y joven líder saudita en todos los grandes medios y los principales centros de poder de Occidente. Tampoco pareció afectar el secuestro del primer ministro libanés, Saad Hariri, a fines del año pasado en Riad -Hariri sorprendió al mundo al renunciar desde la capital saudita y quedarse dos semanas allí, casi sin aparecer en público, hasta que el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó y negoció personalmente su salida y vuelta al gobierno en Beirut- o el bloqueo militar y los bombardeos diarios que las fuerzas sauditas lanzan sobre su vecino, Yemen, y que están provocando la peor crisis humanitaria en el mundo hoy. “Desafortunadamente vivimos en un mundo en el que no hay justicia y las grandes potencias tienen intereses que son más importantes que el respeto a los derechos humanos. Por eso, hoy estamos poniendo a prueba a los aliados occidentales de Arabia Saudita, como Estados Unidos y Reino Unido, para ver cuán lejos irán para mantener sus doble estándar”, aseguró en diálogo con Zoom Affrah Nasser, una joven periodista yemení, actualmente exiliada en Suecia, que el año pasado ganó el Premio Internacional de Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas. “Hoy, el caso de Jamal (Khashoggi), le pone una cara humana a todos estos crímenes de guerra y violaciones al derecho humanitario cometidos en Yemen. El mundo entiende que la hambruna es el peor sufrimiento humano y que eso se está viviendo en Yemen. Pero la opinión pública no termina de comprender todos los detalles complejos que explican la guerra, todos los actores y sus responsabilidades. Por eso, una historia puede resonar -y en general lo hace-, tocar sus corazones y almas, y hacerlos actuar”, agregó la periodista de 33 años. La historia de la desaparición de Khashoggi resonó y sigue resonando. Por un lado, porque es un columnista de The Washington Post y el diario ha iniciado una cruzada por revelar la verdad. Por otro, porque la misma campaña de publicidad que instaló al príncipe heredero saudita en portadas y en el primetime televisivo, ahora le está pasando factura a través de sus aliados que, incómodos o miedosos de una posible asociación, se distancian como si se sintieran traicionados. Y, finalmente, porque todo lo que rodea la desaparición de Khashoggi parece salido de un libreto hollywoodense. Casi todo lo que se dice saber sobre el caso son versiones no oficiales. Lo único certero y que todos confirman es que Khashoggi entró al consulado saudita de Estambul el 2 de octubre pasado. Riad informó que el periodista hizo el trámite y abandonó el edificio, pero no tiene cómo comprobarlo de manera independiente porque ese día las cámaras de seguridad no funcionaban y las autoridades dieron el día libre a todos los empleados turcos de la sede diplomática. Sin embargo, la Policía turca sí consiguió la filmación de una cámara de seguridad

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“Soy una hija de la ocupación israelí”

Fuente: Haaretz Fecha: 07 OCT 2018 ‘Soy una hija de la ocupación israelí’: escribió la adolescente palestina Ahed Tamimi a la revista Vogue sobre el tiempo que pasó en una prisión israelí La adolescente palestina Ahed Tamimi, quien estuvo encarcelada por Israel durante ocho meses después de que abofeteara a un soldado del ejército israelí, escribió una carta especial para la revista Vogue en la que abordó las dificultades para crecer en Cisjordania bajo la ocupación israelí. En la carta, que se publicó en el número de octubre de 2018 de Vogue Arabia, la adolescente de 17 años relató la historia de su controvertido arresto que la ha impulsado al estatus de ícono palestino en todo el mundo. «Soy una hija de la ocupación israelí. Siempre ha estado allí. Mi primer recuerdo real es el arresto de mi padre en 2004 y la visita a su prisión», escribió Tamimi. «En ese momento, tenía tres años», reveló. «El año pasado, cuando tenía 16 años, también fui arrestada, durante una redada nocturna, por abofetear a un soldado que estaba parado en nuestro patio. Fui sentenciada a ocho meses en una prisión israelí», escribió Tamimi, describiendo el incidente que fue captado por una cámara y se volvió viral. Tamimi agregó que si bien toda su joven la ha pasado a la sombra de la ocupación y los intentos políticos de su familia para resistirla, ella todavía quiere ser «una joven de 17 años». «Me gusta la ropa, me gusta el maquillaje. Me levanto por la mañana, miro mi Instagram, desayuno y camino por las colinas alrededor de la aldea [de Nabi Saleh]«, dijo sobre su vida cotidiana. Pero a pesar de sus esfuerzos por llevar una vida normal, «no soy una adolescente normal», reconoció Tamimi en su carta. «Mis dos padres han estado en la cárcel, igual que yo, y ahora mi hermano mayor, Waed, también está en prisión. Tamimi admitió que si viviera en un país diferente y no sintiera que tenía que dedicar su vida a la lucha contra la ocupación israelí, querría practicar deportes. «Quería ser futbolista, pero no juego porque no hay tiempo. En cambio, he estado involucrada en manifestaciones y confrontaciones con el ejército israelí desde que era niña». Tamimi, quien a menudo ha sido descripta desde niña como un póster de la resistencia contra la ocupación debido a su participación desde la primera infancia en las protestas, escribió que aunque entendía las críticas contra el activismo palestino, «¿por qué no criticar al ejército que se coloca frente a los niños?» «La gente no debería acusarnos; es la ocupación la que está mal». De su encarcelamiento, Tamimi escribió: «La vida tras las rejas fue muy difícil … Junto con las otras niñas, traté de formar grupos de estudio, pero la administración de la prisión no alentó esto y disolvió la clase. En lugar de eso, leímos libros, y logré aprobar mis exámenes finales en prisión. Solo a mi familia inmediata se le permitió visitarme, y eso se limitó a 45 minutos a través de una barrera de vidrio cada dos meses». Tamimi usó la revista para recordar a los lectores que, si bien era una cosa bien conocida que ella había sido encarcelada, había otros niños en las cárceles israelíes «cuyas historias nadie sabe». Tamimi admitió que ella «se convirtió en un símbolo de la ocupación» y «una portavoz de la causa palestina», y dijo que el peso de la responsabilidad no era fácil de llevar. «Tengo una sentencia en suspenso durante los próximos cinco años; si digo algo que a ellos no les gusta, puedo ser encarcelada por otros ocho meses. Debo pisar con cuidado», agregó Tamimi. «La gente a menudo me pregunta dónde encuentro mi fuerza y mi coraje para hacer frente a la ocupación, pero estoy experimentando una situación que me obliga a ser fuerte», escribió Tamimi sobre lo que la inspiró a seguir protestando contra Israel. También dio crédito a sus padres de quienes escribió «sigue siendo mi mayor inspiración». La adolescente palestina lamentó el estancamiento que percibió en la lucha contra la ocupación. «No veo ninguna señal de mejora. Al contrario, los asentamientos continuarán expandiéndose y habrá aún más puestos de control; eso es lo que veo dentro de tres años en Cisjordania. Sin embargo, todavía aspiramos a que un día vivamos en una Palestina libre. Dos estados nunca sucederán». Pero a pesar de esto, Tamimi también relató algunos sueños y esperanzas para su futuro personal. «Ahora que he terminado la escuela secundaria, quiero estudiar derecho, aunque no sé dónde. Tengo un sueño de trabajar internacionalmente, dentro de cinco años, haciendo la defensa en un alto nivel para Palestina y hablando en la Corte Penal Internacional en La Haya «. Tamimi también reflexionó sobre cómo sería su vida «si no hubiera una ocupación». La adolescente escribió que si pudiera tener esa vida alternativa, se mudaría a Acre, «viviría junto al mar e iría a nadar. Solo he estado una vez, aunque el agua está a solo 30 km de mi casa». Tamimi ha estado en el extranjero con su familia en las últimas semanas. En una visita a España, fue honrada por el club de fútbol del Real Madrid que le regaló una camiseta personalizada. También visitó Túnez, donde se reunió con el presidente tunecino. Traducción: Dardo Esterovich Nota original https://bit.ly/2PlhOEg

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Nace un monstruo

Fuente: Atilio Borón | www.atilioboron.com.ar Fecha: 05 OCT 2018 En una taberna maloliente de los barrios bajos del Munich de la primera posguerra un cabo desmovilizado del ejército imperial austriaco –fracasado como pintor y retratista- trataba de ganarse la vida apostando con los borrachos del local a que no lograban acertarle sus escupitajos desde una distancia de tres metros. Si los esquivaba, ganaba; cuando no, debía pagar. Entre una y otra tentativa vociferaba tremendos insultos antisemitas, maldecía a bolcheviques y espartaquistas y prometía erradicar de la faz de la tierra a gitanos, homosexuales y judíos. Todo en medio de la gritería descontrolada de la clientela allí reunida, pasada de alcohol, y que repetía con sorna sus dichos mientras le arrojaban los restos de cerveza de sus copas y le tiraban monedas entre insultos y carcajadas. Años después, Adolfo Hitler, pues de él estábamos hablando, se convertiría, con esas mismas arengas, en el líder “del pueblo más culto de Europa”, según más de una vez lo asegurara Friedrich Engels. Quien en esos momentos -años 1920, 21, 23- era motivo del cruel sarcasmo entre los parroquianos de la taberna resucitaría como una especie de semidiós para las grandes masas de su país y la encarnación misma del espíritu nacional alemán. Salvando las distancias algo parecido está ocurriendo con Jair Bolsonaro, quien encabeza cómodamente las encuestas de la primera vuelta de la elección presidencial de Brasil. Sus exabruptos reaccionarios, sexistas, homofóbicos, fascistas y su apología de la tenebrosa dictadura militar brasileña del 1964 y sus torturas provocaban generalizada repulsa en la sociedad. En el mejor de los casos lo consideraban tan sólo un bufón, un hazmerreír nostálgico de los tiempos del régimen que se abatió sobre el Brasil entre 1964 y 1985.  Por eso, durante dos años su intención de voto nunca superó el 15 o 18 por ciento. Las encuestas de las últimas dos semanas, sin embargo, muestran un espectacular crecimiento de su candidatura. La más reciente le asigna un 39 por ciento de intención de voto. Sabemos que hoy las encuestas de opinión pública tienen enormes márgenes de error; también que pueden ser operaciones mediáticas de la burguesía brasileña dispuesta a instalar en Brasilia a cualquiera que impida el “retorno del populismo petista” al poder. Pero también sabemos, como lo afirma una nota reciente de Marcelo Zero, en Brasil, que la CIA y sus aliados locales han desatado una apabullante avalancha de “fake news” y noticias difamatorias de los candidatos de la alianza petista que encontró un terreno fértil en las favelas y barriadas populares de las grandes ciudades de ese país. (“Tem dedo da CIA nas eleicoes do Brasil”, en www.brasil247.com) Esos sectores fueron sacados de la pobreza extrema y empoderados por la gestión de Lula y Dilma. Pero no fueron educados políticamente ni se favoreció su organización territorial o de clase. Quedaron como masas en disponibilidad, como dirían los sociólogos de los años sesenta.  Quienes sí los están organizando y concientizando son las iglesias evangélicas con quienes se ha aliado Bolsonaro, promoviendo un discurso conservador duro, hipercrítico del “desorden” causado por la izquierda en Brasil con sus políticas de inclusión social, de género, de respeto a la diversidad, a los LGBTI y su “mano blanda” con la delincuencia, su obsesión por los derechos humanos “sólo para los criminales.” Uno de sus recursos para atraer a los favelados a la causa de la derecha radical es mandar supuestos encuestadores para preguntarles si les gustaría que a su hijo José le cambiaran de nombre y le llamaran María, para exacerbar la homofobia. La respuesta es unánimemente negativa, e indignada. La  prédica del ex capitán sintoniza nítidamente con ese conservadorismo popular hábilmente estimulado por la reacción. En ese clima ideológico sus escandalosos y violentos disparates, como los de Hitler, decantan como un razonable sentido común popular y podrían catapultar a un monstruo como Bolsonaro al Palacio del Planalto que, como dato adicional habría que recordar que le prometió a Donald Trump autorizar la instalación de una base militar de EEUU en Alcántara, en el estratégico promontorio del Nordeste brasileño que es el punto más cercano entre las Américas y África, cosa a la que se negaron los gobiernos petistas. Si llegase a triunfar sería el comienzo de una horrible pesadilla, no sólo para el Brasil sino para toda América Latina.

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Cómo sonaría el primer discurso veraz de Netanyahu en la ONU

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha 30 de SEPT 2018 A la luz de las respuestas extranjeras desinteresadas a mi discurso ante la Asamblea General el jueves, di el paso inusual de pedirle a la Secretaría de las Naciones Unidas permiso para volver a hablar. Prometí entregar, por primera vez en mi vida, un discurso que contiene solo la verdad. Agradezco a la secretaría por conceder mi solicitud. Distinguidos delegados, cada año estoy aquí como primer ministro de Israel y trato de distraerlos y engañarlos a ustedes, al mundo y a los ciudadanos de mi país. Todos mis discursos siempre se centraron en un tema: Irán, Irán e Irán. He traído ayudas visuales, he sacado trucos, he revelado inteligencia real e imaginaria, todo para distraerte. Muchos de ustedes, en primer lugar, los Estados Unidos, han caído en la trampa que les puse, e Irán se ha convertido en el enemigo de la humanidad. Hoy quiero decirles la verdad: Irán es mucho menos peligroso de lo que imaginé. Israel tiene la fortaleza para defenderse de ella; el acuerdo nuclear fue bueno y mejor que todas las alternativas. Olvídense de las ridículas imágenes que les mostré. Realmente hay una operación de limpieza de mantas en Maher Alley en Teherán, como les dije, pero por supuesto saben que en Israel hay instalaciones mucho más peligrosas que la que está cerca de la fábrica de limpieza de alfombras, de la que nadie habla. Me paro aquí todos los años con la intención de asustar a los ciudadanos de Israel también. Es cierto que el ejército israelí advierte de peligros más inmediatos y amenazantes que Irán, pero Israel los creó, con mis políticas y las de mis predecesores, y no tengo intención de suicidarme políticamente para resolverlas. Y entonces los distraigo de ellas. La Franja de Gaza, distinguidos delegados, está por explotar. El experimento humano que Israel ha estado realizando durante años ha llegado a su fase más crítica. Dos millones de personas han perdido su razón de ser y están gritando desde detrás de la valla en la que los hemos encarcelado. Nadie los escucha, a menos que lancen sus débiles armas hacia Israel. Pronto lo harán de nuevo. La responsabilidad de la próxima guerra en Gaza, distinguidos delegados, recaerá por completo en Israel. Es el carcelero, el torturador y el conductor a la desesperación. Prometí que esta vez no mentiría. Podría abrir Gaza al mundo, permitir a sus habitantes una vida de libertad y prosperidad, pero elegimos encarcelarlos. Eso es conveniente para nosotros y no les importa. Esto es lo que hacemos en Cisjordania también. Nunca, queridos delegados, tuve la intención de poner fin a la ocupación, ni tengo la intención de hacerlo ahora. Entiendan esto. Todo lo que hago es perpetuar el status quo y hacer que los palestinos sean tan miserables que al menos algunos de ellos se irán. Ustedes  me permite hacer esto y les agradezco. Israel es el estado de los judíos, solo de los judíos. Y continuaremos consagrando esto en las leyes. En mi discurso anterior, me jacté de la irrigación por goteo y la igualdad entre judíos y árabes. Como siempre, les oculto que hay 4 millones de personas que viven bajo nuestro dominio que no tienen derechos, y ustedes continúan comprando el fraude democrático de Israel. También mentí cuando me jacté de que mi país no es racista. No les conté sobre los eritreos y me jacté de los etíopes. ¿Por qué no les preguntan a los etíopes si viven en un país racista? De esa forma, sabrás la verdad. les oculté cómo revolvíamos la olla en Siria. No les dije que Estados Unidos está en nuestro bolsillo, por eso despreciamos a Europa, pero temblamos a partir de Vladimir Putin. No les dije que pueden ser antisemitas, siempre y cuando respalden la ocupación. Pruébennos. El viernes, distinguidos delegados, el ejército israelí mató a siete manifestantes en Gaza, incluidos dos niños, e hirió a unos 500 más. Muéstrennos otro país que hace tal cosa y sus ciudadanos continúan viviendo como de costumbre, viajando al extranjero y llenando los restaurantes, que están en el 11 ° lugar en el índice de felicidad global y que en su descaro incluso creen que son una luz para el naciones Muéstrennos otra sociedad que sea tan insensible y arrogante. Esa es la verdad, distinguidos delegados. Solo una vez, quería decírtelo. Traducción: Dardo Esterovich Nota relacionada ¿Este es el almacén nuclear secreto iraní?  

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La guerra de los mundos

Fuente: Andrés Ferrari Haines* | Página 12 Fecha: 22 de SEPT 2018 La adecuada comprensión del conflicto entre EEUU y China requiere descartar dos falsas interpretaciones: una, que se trata de una “guerra comercial”; otra que se genera por la personalidad peculiar del Presidente de Estados Unidos y que, además, va a contrapelo de los deseos en su propio país. Claro que Trump puede pesar y que el combate se inicia a partir decisiones económicas en su aspecto comercial. Pero el fundamento de la disputa es mucho más profundo y por lo tanto se trata de una cuestión que será duradera y que podrá manifestarse en otros aspectos además del comercial. El fondo del enfrentamiento es un conflicto insoluble sobre visiones o proyectos distintos del orden mundial que son incompatibles, aunque puedan llegar a convivir. Mientras la futurología de la trayectoria del conflicto está siempre abierta y difusa, es pertinente su análisis, que aquí toca solamente la visión de EEUU del mismo. A pesar de la expresión “guerra comercial” que definiría el conflicto, Trump anunció, en diciembre pasado, los cambios en su política comercial. En el documento de la futura estrategia de Seguridad Nacional China es calificada como competidora estratégica y como un país que desafía los valores y la influencia de Estados Unidos. Trump anuncia que aplicará medidas comerciales contra sus rivales – es decir, China – que hacen violaciones en este ámbito. Pero el informe también acusa a Pekín de cuestionar las normas internacionales y manifestó la preocupación del fracaso de décadas de esfuerzos de Estados Unidos para permitir que China se integre en el orden internacional y se liberalizara. Los líderes del Partido Comunista de China fueron acusados de intentar extender las características del sistema autoritario del país, de robo de propiedad intelectual y buscar la expansión de su modelo de economía. En resumen, China fue acusada de país ‘revisionista’ que pretende modelar el mundo de acuerdo a sus valores e intereses que son diferentes de los norteamericanos – o sea, establecer un orden mundial diferente al diseñado luego de la Segunda Guerra Mundial por Estados Unidos. Así, lo que se debe entender es cómo la “guerra comercial” es en realidad para Estados Unidos un conflicto de Seguridad Nacional y de definición de Orden Mundial. Se entiende que el orden mundial actual surgió de la Paz de Westfalia de 1648 que puso fin a la desgastante Guerra de 30 años en la cual prácticamente toda Europa se confrontó sin tregua. En realidad, era una continuidad de diversas confrontaciones que hacían parte de la vida cotidiana europea desde hacía siglos, que se venían agudizando fuertemente desde que Carlos de Habsburgo unificó gran parte del continente y procuró conquistar – mediante el proyecto de Monarquía Universal – el resto de Europa respaldado por la inmensa plata que extraía del recién conquistada América. Westfalia así sancionó el acuerdo que había sido una mera tregua en la Paz de Augsburgo (1555) entre católicos y protestantes que estipulaba Cuius regio, eius religió – a grosso modo “a tal rey, tal religión”. Es decir, el principio de no-intervención en asuntos internos de un Estado, concepto de soberanía que se considera — no sin controversias — está detrás el sistema moderno internacional de Estados-Nación. No que esto se haya respetado, en la práctica después de 1648; más bien lo contrario, no sólo se hizo más frecuente, sino también los conflictos se convirtieron de mayor envergadura en todos los sentidos hasta su ápice con la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas que, al transformar al siervo feudal en ciudadano-soldado en defensa de la “patria”, definió la transformación moderna de la soberanía de Westfalia como autodeterminación de los pueblos. Entre Westfalia y la caída de Napoleón (1815) con generosidad conceptual podrían señalarse unos pocos Estados europeos en ese sentido moderno (Holanda, Inglaterra-Reino Unido, Portugal, Suiza). Desde entonces, el proceso se acentúa luego de sobrepasar el Sistema Mitternich acordado en el Tratado Viena entre los Ancien Régimes europeos que sólo consiguieron contornarlo hasta mediados del siglo XIX.  Pero en el continente americano esa transformación social la inauguró Haití y tomó fuerza después en el resto de América Latina. Claro, el caso inicial fue Estados Unidos en 1783 cuyo pueblo había cortado la sujeción colonial británica. Así, el concepto del Estado-nación como expresión de un pueblo libre se encuentra íntimamente ligada a la visión de orden mundial estadounidense. Woodrow Wilson intentó aplicarlo en la fallida Liga de las Naciones después de la Primera Guerra Mundial y luego fue incorporado a la actual Naciones Unidas tras la Segunda. Según expresa la Carta de Naciones Unidas, todos los miembros son de “igualdad soberana” más allá de su tamaño o poder por lo que “nada puede autorizar la intervención en asuntos que son básicamente dentro de la jurisdicción doméstica de cualquier Estado”. Este concepto de “a cada pueblo, su Estado-nación” fue impulsado por EEUU en las descolonizaciones europeas y tras la caída de la Unión Soviética. Pero la continuidad entre el concepto de orden mundial de Westfalia y el actual promovido por EEUU presenta una importante diferencia. Como observa, en su “Orden mundial: Reflexiones sobre el carácter de las naciones y el curso de la historia” (2014), el perspicaz Henry Kissinger Westfalia constituyó una acomodación práctica a una realidad: ningún Estado conseguía dominar al resto porque existía un control mutuo de todos los demás frente al que les amenace su existencia con su expansión (la “Razón de Estado” del Cardenal Richelieu). Es decir, el reconocimiento que existía un balance o equilibrio de poder entre los Estados europeos. Aquí, Kissinger apunta que no hubo una motivación moral detrás de Westfalia. Aquí entiende Kissinger que reside una diferencia crucial entre este proyecto de Orden Mundial europeo del que germinaría en el “Nuevo Mundo”: el Orden Mundial surgido desde Estados Unidos no reconocía enemigos y procuraba la convivencia pacífica entre todos los Estados. Así, mientras el modelo europeo generó políticas externas calculistas en base al interés nacional, la política externa de EEUU sería fundamentalmente moral. En este aspecto, los estadounidenses se consideran diferentes al resto del mundo y portadores de una moral superior que deben preservar y extender por todo el planeta. El requisito de convivencia pacífica mundial para Estados Unidos no consistiría en un cierto equilibrio de poder, si no en la verificación de ciertos

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Ahora Israel tiene una ley racial

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 21 de SEPT 2018 Incluso si  tuviera hasta el final de los tiempos, Israel y la nación judía nunca podrán compensar a la nación palestina por todos los daños que le han causado. No podría por el daño material ni el daño intelectual, el daño físico ni el daño espiritual. No podría por el saqueo de sus tierras y propiedades, ni por su libertad y dignidad pisoteadas. No podría por el asesinato y el duelo, ni por las personas heridas o discapacitadas, sus vidas irrevocablemente arruinadas. No podría para los cientos de miles de inocentes que fueron torturados y encarcelados, ni podría para las generaciones a las que se les negó una oportunidad justa de llevar una vida normal. No hay nada como Iom Kipur para expresar esto. Israel, por supuesto, nunca ha considerado entrar en un proceso de compensación, reparación y toma de responsabilidad. No se puede esperar nada de un ocupante que se hace llamar la víctima, que culpa a todos menos a sí mismo por cada injusticia que comete. Pero incluso esto no es suficiente para eso. Ocasionalmente, se rompe otro récord: el estado, las organizaciones o individuos en Israel y el mundo judío demandan a los palestinos por los daños causados por actividades terroristas. Por ejemplo, Shurat HaDin Israel Law Center, una organización sin fines de lucro que se llama a sí misma una «organización judía de derechos humanos», mueve cielo y tierra en Israel y en el extranjero para demandar a personas y organizaciones palestinas en nombre de las víctimas judías. Este acto despreciable y detestable, según el cual la víctima es el criminal y solo la sangre judía es roja y, por lo tanto, merecedora de reparación, ocasionalmente tiene sus éxitos, principalmente en relaciones públicas. Mientras que Israel evita pagar cualquier compensación por su destrucción sistemática y asesinato en los territorios palestinos desde 1948, hay quienes todavía tienen la increíble audacia de exigir una compensación a los palestinos. La Franja de Gaza fue destruida por Israel una y otra vez, horriblemente, pero Israel nunca ha ayudado a su rehabilitación. Israel mató a decenas de miles de personas, incluidas innumerables personas inocentes, incluidos niños, mujeres y ancianos, a lo largo de los años y se pide a los palestinos que paguen una indemnización. Como parte de esta locura, las casas propiedad de judíos antes de 1948 son devueltas a sus dueños originales a través del sistema legal israelí, desposeyendo a personas que vivieron allí por décadas. Al mismo tiempo, la propiedad palestina robada o abandonada desde 1948 nunca ha sido devuelta a sus propietarios legales. En Silwan y Sheikh Jarrah en Jerusalén Este y en otros lugares, las banderas israelíes se multiplican, junto con los cientos de palestinos que quedaron sin hogar después de ser expulsados de sus hogares -para vergüenza- por orden de los tribunales igualitarios y justos del Estado de Israel. Si alguien alberga en su corazón la intención de  entender cuán desquiciado está el sistema legal israelí por la corrupción moral, y cuán lejos está de los principios fundamentales de igualdad y justicia, aquí está la prueba. Pero todo esto no es suficiente. Esta semana se estableció un nuevo récord. El juez del Tribunal de Distrito de Jerusalén, Moshe Drori, dictaminó que un judío que resultó herido en un ataque terrorista tiene derecho a una compensación adicional, porque es judío, sin pruebas de ningún daño, según la ley del estado-nación, que establece que el gobierno se esforzará para proteger el bienestar de los judíos. El círculo ha sido cerrado, completado y perfeccionado. Ahora es una ley racial real, de acuerdo con la interpretación inevitable del tribunal de la ley estatal nacional. A partir de ahora, existen dos tipos de sangre en Israel: sangre judía y sangre no judía, también en los libros de leyes. El precio de estos dos tipos de sangre también es diferente. La sangre judía no tiene precio, debe protegerse de todas las formas posibles. La sangre no judía es terriblemente barata, puede derramarse como agua. Una situación que existía hasta ahora solo de facto, con diferentes estándares y castigos para judíos y otros, es a partir de hoy de jure por resolución judicial. Setenta años de nacionalismo y racismo hacia las víctimas ahora reciben su respaldo legal apropiado. La ley del estado-nación, que dijeron que era solo declarativa, en la interpretación correcta de Drori, se ha ganado su verdadero significado: es la ley básica para la superioridad de la sangre judía. A partir de ahora, Israel tiene una ley racial. Traducción: Dardo Esterovich https://www.haaretz.com/opinion/.premium-now-israel-has-a-race-law-1.6492061

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Mujeres judías y árabes marchan por la paz en Jerusalén

Fuente:  Ofer Laszewicki Rubin | Aurora Fecha: 20 de SEPT 2018 Mujeres judías y árabes de la organización “Women Wage Peace” (WWP) marcharon este jueves por las calles de Jerusalén para exigir la vuelta a las negociaciones y poner fin al conflicto entre Israel y Palestina. El colectivo, formado en 2014 tras la última guerra de Gaza, está compuesto por miles de mujeres de todo el territorio que organizan continuas marchas, encuentros caseros y foros de debate para intentar reavivar las esperanzas de paz. La manifestación, que se inició frente a la puerta de Yaffo de la ciudad antigua de Jerusalén, contó con miles de participantes. La cantante Yael Deckelbaum, compositora de varias canciones relacionadas con el movimiento, se encargó de calentar motores desde un pequeño escenario, desde donde también se leyeron manifiestos reivindicativos. Entre las consignas de las concentradas podían leerse eslóganes como “solo un acuerdo de país traerá la seguridad”, “mujeres seculares y religiosas demandan un acuerdo o político”, o “si es posible”, junto a una imagen de los ex mandatarios de Egipto e Israel, Anwar Sadat y Menachem Begin, estrechándose la mano tras la firma del histórico acuerdo de paz entre ambas naciones. Marta Roytman afirmó a Aurora que acudió a la concentración “porque no podemos sentarnos y no hacer nada cuando sabemos que nuestros hijos están acá, y los hijos del pueblo con el que tenemos conflicto también son hijos importantes y queridos para ellos. Yo creo que las madres podemos influir de forma positiva y lo que estamos pidiendo es iniciar conversaciones, esperanza, hacer algo”. Junto a ella, Golde Shaim señaló que en la zona viven “varias religiones, y yo no creo, como madre, que ninguna madre de ninguna religión quiere guerra para sus hijos. Todos creemos en la paz”. Marieta Oppenheimer, por su parte, quiso hacer hincapié en el pluralismo del movimiento de mujeres: “hay de la derecha y de la izquierda, religiosas y no religiosas, o sea todo el espectro político. Eso a mí me parece la fuerza de este movimiento, lo más importante y lo más lindo”. Su compañera Esther Diner recordó cual es la influencia de WWP: “en realidad el ejemplo nuestro es Liberia, las mujeres en Liberia lograron llegar a la paz en una situación que era un conflicto entre católicos y musulmanes. Dos mujeres decidieron encontrarse como comunidad, y exigieron que se firme la paz». Preguntada sobre el papel que ejercen durante periodos de tensión, Diner puntualizó: “y demostrar que también en momentos difíciles nosotras no tenemos miedo”. Para Natalia Katz la clave es seguir movilizándose: “creo que la manera es seguir moviendo, seguir actuando, seguir reuniendo gente de todo el espectro político, de todo el espectro social, y sobre todo hacer la paz y lo que es la coexistencia en el día a día. Es una frase un tanto cliché, pero la paz es el camino, así que en ese estamos”.

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El uso del antisemitismo como herramienta política contra dirigentes y partidos populares

Fuente: Dardo Esterovich | Revista Convergencia Fecha: 07 SEPT 2018 El uso de las acusaciones de antisemitismo como herramienta en la vida política en distintos países donde la colectividad judía tiene una presencia relativamente importante es ya un fenómeno global. Recientemente en Gran Bretaña se ha desatado una tormenta alrededor del nuevo código de conducta sobre el antisemitismo adoptado tras meses de discusión en un sub-comité especial y aprobado luego por el Comité Nacional Ejecutivo del Laborismo (NEC). Esto ha dado lugar a una reacción desmesurada de la dirigencia de la colectividad judía inglesa expresada en un virulento editorial conjunto de los tres principales periódicos de la comunidad: Jewish Chronicle, The Jewish News y Jewish Telegraph. Los periódicos explican que decidieron tomar un paso sin precedente para hablar como una sola voz a través de un editorial conjunto “debido a la amenaza existencial a la vida judía en este país que plantearía un gobierno liderado por Jeremy Corbyn” y agrega: “la mancha y la vergüenza del antisemitismo ha pasado por la oposición de Su Majestad desde que Jeremy Corbyn se convirtió en líder en 2015”. ¿En qué fundamenta tan drástica postura? En que el NEC no adoptó en su totalidad el texto de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA) para la definición de antisemitismo adoptada en un plenario del 26 de mayo de de 2016 en Bucarest. Veamos que dice la Alianza en el texto adoptado. En primer lugar la declaración consta de dos partes: Una, la definición propiamente de antisemitismo y otra donde propone 11  ejemplos de conductas que pueden considerarse antisemitas. El documento está precedido por la advertencia de que no es legalmente vinculante y que se trata de una “definición de trabajo” es decir, es un trabajo en progreso y un documento para ser estudiado, no un estatuto de gobierno o una pieza de derecho internacional. En ese contexto el NEC analizó el documento de trabajo de la Alianza y adoptó la definición de antisemitismo del mismo y la mayoría de los 11 ejemplos de conductas pero estimó que era mejor separar las partes del documento que sugieren que las críticas a Israel podrían, en ciertas circunstancias, volverse antisemitas ya que alguna de ellas pondrían en riesgo la libertad de expresión. El intento del NEC de crear una política contra el antisemitismo que equilibre las necesidades de la comunidad judía con la necesidad de la libertad de expresión resultó ser la gota que colmó el vaso para el oficialismo judío. Un grupo de diputados laboristas judíos, entre ellas la veterana Margaret Hodge -opositora interna de Corbyn-, se alinearon con el establishment comunitario y exigieron la adopción de la totalidad del documento de la IHRA. Incluso 68 rabinos británicos que no acordaron con casi ningún otro tema, político o religioso, sacaron una declaración donde exigen que el partido laborista debe escuchar a la comunidad judía para definir el antisemitismo, sustrayéndola de todo análisis crítico. Que en el laborismo británico hubo actitudes antisemitas de algunos de sus miembros no cabe ninguna duda. Esto explica en cierta manera la necesidad de sacar un documento con un nuevo código de conducta sobre el antisemitismo. Pero la ofensiva desatada responde a otros intereses y tiene que ver con la posibilidad en muchos años de que un dirigente laborista comprometido con los intereses populares se convierta en el próximo primer ministro británico rompiendo con la corriente conservadora del neoliberalismo inaugurada por Thatcher y seguida por Major, Blair, Cameron y May vigente durante los últimos treinta años. En una nota publicada en The Guardian titulada “Extirparé los antisemitas del laborismo, no hablan por mí”, Corbyn comienza reconociendo que “nadie puede, ni debe, tratar de descartar o menospreciar las preocupaciones expresadas por tantas personas y organizaciones judías sobre lo que ha estado sucediendo en el partido que me enorgullece dirigir. Ni por un momento acepto que un gobierno laborista representaría cualquier tipo de amenaza, y mucho menos una “amenaza existencial”, a la vida judía en Gran Bretaña, como lo afirmaron recientemente tres periódicos judíos. Ese es el tipo de retórica sobrecalentada que puede surgir durante los debates políticos emocionales. Pero sí reconozco que hay un problema real que los laboristas están trabajando para superar. Y acepto que, si cualquier parte de nuestra comunidad nacional se siente amenazada, ansiosa o vulnerable, no solo debe tomarse al pie de la letra, sino que todos debemos asegurarnos de que esos temores desaparezcan”. Agrega más adelante: “Fuimos demasiado lentos en el procesamiento de casos disciplinarios de abuso antisemita, principalmente en las redes, por parte de miembros del partido… La dirección laborista ha visto ejemplos de negación del Holocausto, crueles estereotipos de los banqueros judíos, teorías de conspiración que achacan el 11-S a Israel, e incluso a un individuo que parecía creer que Hitler había sido malentendido. Las personas que tienen esos puntos de vista no tienen cabida en el Partido Laborista. Pueden ser pocos: el número de casos en los últimos tres años representa menos del 0.1 por ciento de la membrecía laborista de más de medio millón. Pero uno es demasiado”. Luego aborda el tema de la discrepancia con algunos de los ejemplos de conducta de la IHRA señalando que adoptaron textualmente 7 de los 11 y la re-escritura de los otros 4 fueron un intento de contextualizarlos y hacerlos legalmente herméticos para su uso como parte de los procedimientos disciplinarios, pero que conservan el espíritu original. Dice al respecto Corbyn: “Nuestras diferencias reales son, de hecho, muy pequeñas: realmente equivalen a la mitad de un ejemplo de los 11, tocando la libertad de expresión en relación con Israel. Desafortunadamente, este ejemplo en particular, que trata de Israel y el racismo, a veces ha sido utilizado por quienes quieren restringir las críticas a Israel que no son antisemitas”. Profundizando en esta deriva dice más adelante: “En la década de 1970, algunos de la izquierda argumentaban erróneamente que “el sionismo es racismo”. Eso estaba mal, pero afirmar ahora  que “el antisionismo es racismo” también está

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Durante años creí en los Acuerdos de Oslo, pero resultó un engaño

Fuente:  Gideon Levy | Haaretz Fecha:  09 de SEPT 2018 Mientras las manos se sacudían con gran pompa en el césped de la Casa Blanca, las balas silbaban a mi alrededor. Cuando Yitzhak Rabin estrechó la mano de Yasser Arafat, yo llevaba un casco de acero y una chamarra antiaérea. No hay nada metafórico en esta descripción; a mediados de septiembre de 1993, estaba en Sarajevo asediado y sangrando. Cuando parecía que estaban haciendo las paces en Washington, yo estaba en el punto más álgido de una guerra. Llegué a la paz tardíamente. Dos días antes de irme para cubrir la guerra en Bosnia, escribí en Haaretz: «Los cielos no se cayeron hace dos días cuando el primer ministro Yitzhak Rabin firmó una carta reconociendo a la OLP, pero nadie saltó dentro de la fuente en la plaza de la ciudad en un exceso de alegría. Este evento, que no es menos importante que la visita del presidente egipcio [en 1977], evidentemente excita a los israelíes mucho menos. La derecha religiosa radical está molesta, la izquierda se está pellizcando con incredulidad, y la mayoría de los israelíes están más preocupados de cómo este progreso diplomático afectará sus acciones en la bolsa que con el futuro de la casbah en Nablus» (Haaretz, 12 de septiembre, 1993). Unas seis semanas después de la ceremonia, a principios de noviembre de 1993, me reuní con el comandante de los Halcones de Fatah para los campos de refugiados en el centro de la Franja de Gaza. Raafat Abed estaba escondido en el campo de refugiados de Nuseirat; incluso después de la firma, todavía estaba en la lista de los buscados de Israel. Había huido por su vida del servicio de seguridad Shin Bet y de las Fuerzas de Defensa de Israel y estaba durmiendo en una cama diferente cada noche. «Hemos detenido la lucha armada por ahora», me dijo en ese momento. «Estamos obedeciendo órdenes». Recuerdo cómo salí de Gaza por el puesto de control de Erez agitando teatralmente como una ola mi mano. Adiós Gaza, adiós y adiós; no volveremos a usted de nuevo, ciertamente no para cubrir la ocupación. La ocupación había terminado, pensamos. Su final ya era visible en el horizonte. Recuerdo las alegres conferencias de paz de finales de los 90, desde Valencia en España hasta Rodas en Grecia, el viaje inolvidable a Europa con una delegación de legisladores, la mitad de los cuales eran miembros de la Knesset y la otra mitad miembros del consejo legislativo del futuro estado palestino. Estuvieron Marwan Barghouti y Yehudah Harel de los Altos del Golán, el difunto David Tal de Shas, Dedi Zucker y Haim Ramon en una imagen de gran esperanza que aún cuelga sobre mi escritorio. Había esperanza entonces, pero se archivó rápidamente, para no regresar. Esa fue la última vez que alguien habló aquí sobre la paz. Y es solo en retrospectiva que resultó ser una visión engañosa. Yo creía en Oslo. Pensé que Israel quería sincera y honestamente abrir un nuevo capítulo con el pueblo palestino. Hubo muchos como yo. No había prestado atención a los detalles, realmente no veía la imagen completa. Aborrecí a los escépticos que estaban echando a perder la fiesta con sus oscuras y airadas predicciones, aquellos para quienes nunca es suficiente. Realmente quería creer en Oslo. Para aquellos que habían experimentado la realidad que lo precedió, cuando Abie Nathan, activista por la paz, permaneció en la cárcel por reunirse con representantes de la Organización de Liberación de Palestina, el apretón de manos con Arafat no fue más que un sueño. También creía en los motivos de los pacificadores israelíes, que realmente y honestamente querían poner fin a la ocupación en un momento en que todavía era posible hacerlo con relativa facilidad. Pasaron muchos años antes de que despertara del sueño y comprendiera que había caído en una trampa. Podría ser que nadie la colocó intencionalmente, pero no obstante fue una trampa. Yasser Arafat y una gran parte del pueblo palestino también cayeron en ella. Como si Rabin no se hubiera encogido por su apretón de manos con Arafat. Incluso en ese momento, no pensé que no era así como haces las paces. Había más sangre palestina en manos de Rabin que sangre judía en las manos de Arafat. Si alguien hubiera tenido que avergonzarse de la ceremonia de Washington, en realidad era el líder palestino. Arafat estaba estrechando la mano del hombre que capturó las ciudades árabes de Lod y Ramle en 1948, con todo lo que sucedió allí en ese momento, y que más tarde les rompió los huesos en la primera Intifada. Arafat estrechó la mano de la persona que había expulsado y ocupado a su pueblo. Sin embargo, la angustia de Rabin era aparentemente genuina y podría ser perdonado por no contenerse. Lo que no era perdonable, sin embargo, era lo que no estaba incluido en los acuerdos. El pecado original de los Acuerdos de Oslo fue y sigue siendo que no fueron lo suficientemente lejos. Eso hubiera implicado abordar la presencia de asentamientos judíos cuyo alcance que en ese momento era inconmensurablemente más pequeño de lo que es ahora. El hecho de que su destino no haya sido debatido, su estado no haya sido decidido, y lo peor de todo, que no se decidió al menos detener la construcción de asentamientos, es la prueba de las intenciones reales y la valentía de los estadistas israelíes. Los asentamientos se establecieron para arruinar cualquier esfuerzo como Oslo. Ignorar ese problema fue un error crítico. El hecho de que los palestinos hayan accedido a esto demuestra que ellos también cayeron en la trampa. Cualquiera que construya aunque sea un balcón en Cisjordania lo hace con la intención de que nunca sea evacuado. Quienes no acordaron detener los asentamientos en los territorios decían esencialmente que no teníamos la intención de abandonarlos nunca, pero después pasaron años para que esta idea penetrara mis pensamientos. Los Acuerdos de Oslo han perpetuado la ocupación. Le han dado a

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