Venezuela: 20 años bajo ataque
Fuente: Dardo Esterovich | Convergencia N° 73 Fecha: abril 2019 Golpe negro Los acontecimientos que se están desarrollando en la República Bolivariana de Venezuela tienen a Estados Unidos como protagonista principal. Tal es la importancia que les asigna el gobierno estadounidense que Donald Trump ha formado un equipo de cinco halcones integrado por Elliott Abrams, John Bolton, Mike Pompeo, Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone –todo un gabinete de crisis- para conducir su propósito de terminar con la presidencia del Nicolás Maduro y el chavismo, “limpiar” su patio trasero de gobiernos insumisos y fundamentalmente para apoderarse de la primera reserva petrolera comprobada del mundo y las importantes reserva de oro y minerales estratégicos como el coltán y otros. En el año 1998, el triunfo en las elecciones presidenciales del comandante Hugo Chávez y las primeas medidas adoptada por el nuevo gobierno, pusieron en alerta a los EE.UU. que venía ejerciendo un dominio ininterrumpido de la explotación petrolera venezolana desde principios del siglo XX. La conspiración para terminar con el experimento chavista es tan vieja como el chavismo mismo. Fracasado el golpe contra el presidente Hugo Chávez del 11 de abril de 2002 el imperialismo estadounidense y la derecha vernácula optaron por atacar al corazón de economía venezolana, la industria petrolera. Estas acciones respondían a la negativa de Chávez de retirar un paquete de 47 leyes adoptadas bajo la Ley Habilitante, prevista en la Constitución. Estas leyes introducían cambios profundos en diversas áreas, especialmente en la económica. Con ese fin el gobierno decretó la Ley Orgánica de Hidrocarburos, que incrementaba al 30% la tributación de las transnacionales en las actividades de extracción petrolífera, y fijaba en el 51% la participación mínima del Estado en sociedades mixtas con petroleras extranjeras. Otra ley que le quitaba el sueño a la oligarquía local es la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, que permitía expropiar latifundios y beneficiaba a los campesinos que buscaban cultivar pequeñas extensiones de tierra. El golpe negro, en alusión al color del hidrocarburo, comenzó con un lockout convocado por la patronal agrupada en Fedecámaras para el lunes 2 de diciembre de 2002. Su duración inicialmente sería de 24 horas, pero se extendió hasta convertirse en una huelga indefinida en plena temporada navideña. A este accionar se unieron la alta gerencia de la petrolera estatal PDVSA y un sector altamente remunerado de sus técnicos y trabajadores, que temían perder los privilegios que la corrupción generalizada les proporcionaba. Hay que señalar que no se presentó ningún pliego reivindicativo salarial ni de condiciones de trabajo. El reclamo se limitaba a la derogación de las leyes dictadas por el gobierno y a la renuncia de Chávez. Adhirieron la burocrática Confederación de Trabajadores de Venezuela, la Coordinadora Democrática que agrupaba a los partidos de oposición y medios de comunicación privados. El hecho culminante de la escalada ocurrió dos días después cuando el capitán del tanquero de PDV Marina, Pillín León, fondea su barco en el canal de navegación del Lago Maracaibo, a lo cual se suman luego otros tanqueros. Se interrumpe así totalmente el transporte de hidrocarburos desde esa cuenca, En tierra se le fueron sumando gerentes y operadores de las refinerías, profesionales y técnicos de las áreas de informática, personal de distintas áreas con capacidad real para perturbar seriamente el funcionamiento de la principal industria nacional lo que en cierta medida consiguieron ya que las dificultades en la provisión de combustible provocaron una parálisis de las actividades en muchas ramas de la economía. El 21 de diciembre de 2002 el gobierno logra recuperar el Pillín León, en una acción de abordaje con fuerzas de Marina, e instala una tripulación que no había adherido al paro que lleva el tanquero a puerto seguro y a los pocos días, cargado, comienza a llevar petróleo a las refinerías. Fue el comienzo de la derrota del golpe. En enero del 2003, los empleados y obreros que no pararon acompañado por simpatizantes del gobierno recuperan las refinerías y playas de carga de combustibles y los camiones comenzaron a distribuirlos a las estaciones de servicio. El gobierno logra recuperar el control de PDVSA. El proyecto de provocar un «golpe de Estado petrolero” fue abandonado el 3 de febrero de 2003, luego de dos meses de duración. En el aspecto macroeconómico las consecuencias fueron muy negativas: la inflación se disparó, al igual que el desempleo y el Producto Interno Bruto (PIB) del país registró una caída de 15,8 % durante el cuarto trimestre de 2002, y de 24, 9%, durante el primer trimestre de 2003. En el sector petrolero la caída del PIB fue de 25,9% y 39,3% respectivamente. Las consecuencias también fueron nefastas para la población y el país. Hubo escasez de alimentos y gasolina durante y después del paro. Golpe oscuro Lo que está ocurriendo actualmente en Venezuela guarda similitud con lo ocurrido con el golpe negro. Comienza el intento de derrocar a Maduro con la autoproclamación del presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó(1) como presidente interino el 23 de enero de este año. Guaidó programa para el 23 de febrero un golpe intentando introducir por la fuerza desde Colombia y Brasil, una pseudo ayuda humanitaria sin la anuencia del gobierno venezolano ni de organismos internacionales de ayuda como la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Estos organismos se negaron a participar denunciando la intencionalidad política de ese intento. Guaidó, EE.UU. y el Grupo de Lima, formado por países sudamericanos afines a la política imperialista estadounidense, presionaron sobre las Fuerzas Armadas Bolivarianas para lograr su defección y que reconocieran a Guidó como presidente. No tuvieron éxito. Solo medio centenar de efectivos, muchos de ellos prófugos por robo de armas y otros delitos, todos de baja graduación y tropa, cruzaron la frontera con Colombia. Una acción militar iniciada por éstos y paramilitares colombianos, como estaba planificada, resultó imposible quedando así frustrada también una posible intervención militar extranjera que era una “opción que estaba sobre la mesa” como repetían insistentemente Trump, Abrams, Bolton, Pompeo y otros funcionarios. El intento de introducir los camiones por Colombia y Brasil fracasó