¿Derrota?
Fuente: Alejandro Grimson | Anfibia Fecha: 19 de DIC 2017 El gobierno ganó la votación, pero el rechazo a la reforma previsional fue generalizado. La oposición a la iniciativa oficial encontró en la opinión pública, en las calles, en las cacerolas y dentro del parlamento a un arco político muy diverso que actuó coordinado. Las escenas repetidas de represión policial hacen crujir la idea de “derecha moderna”. Ante los grupos de tirapiedras, es el Estado el que debe actuar dentro de la ley y garantizar el derecho de miles a protestar, mientras las organizaciones populares deberán encontrar los mecanismos para aislar a infiltrados y marginales que desplazan la confrontación política y social. Hasta el olor ha cambiado en las protestas sociales. Antes, los puestos de choripán y bondiola tendían a dominar espacios importantes cercanos a las plazas. El jueves 14 muchos vendedores ambulantes perdieron todo y ya no aparecieron por el Congreso el lunes 18. Ahora, son los olores de los gases los que dominan movilizaciones carentes de parrillitas. Y de cochecitos y de familias. En El Eternauta, los “Ellos” han tomado armados la Plaza del Congreso. La imagen de Oesterheld no es tan diferente de la de miles de gendarmes armados hasta los dientes. Los que no estaban en aquella historiera eran los “loquitos” a los que haremos referencia al final de esta nota. Con el impulso de su desempeño electoral en octubre, el gobierno le dio un giro a su “gradualismo”. Pasada la prueba, con una oposición fragmentada y con la siguiente elección a la mayor distancia posible, apretó a fondo el acelerador. Su objetivo se sintetizó en varias leyes: previsional, laboral, tributaria y presupuesto 2018. Sus métodos fueron “el diálogo” con el peronismo de gestión y con el triunvirato de la CGT. La ley laboral pareció a la vez acordada con la CGT, aunque modificada y postergada para 2018. Bastante confuso. La tributaria, que significa una redistribución regresiva, resulta tan abstracta para la población que la oposición en su mayoría se mantuvo en silencio. La reforma previsional desestabilizó el mapa político. Hasta una semana atrás el gobierno había construido dos enemigos internos. Con la invención del “enemigo mapuche” avanzó con gran éxito. Toda la capacidad de movilización que hubo por Santiago Maldonado viró silencio de sepulcro sobre Rafael Nahuel. Otra vez, incluso para los sectores más sensibles a la defensa de los derechos humanos, los muertos indígenas tienen un peso menor, más débil (y es tema para una nota futura). Además, con las detenciones y el pedido de desafuero librados por Bonadío qué duda podía caber acerca de cómo se proponía pensar al kirchnerismo. Si un “traidor a la patria” no fuera un enemigo literal, ¿quiénes se enfrentarían en las guerras? Aunque sean guerras que sólo existieron en la imaginación de un juez. Ambos temas tendrán larga vida, pero dejaron de ser el eje con la irrupción del proyecto previsional. Es que así como las cuestiones impositivas son complicadas de entender, el manotazo del dinero de la seguridad social resultó como una cuenta sencilla de la escuela primaria. El rechazo social fue generalizado. Incluso se resquebrajó seriamente el consenso mediático. Las posiciones de diversos periodistas y de figuras de la relevancia de Mirtha Legrand muestran que hay algo más complejo que se juega cuando la mayoría de la población de opone a un proyecto. Y se quebró, por primera vez desde la asunción de Macri, la división entre la unidad de la movilización popular altamente diversa y la división constante en el plano de la representación política. Me explico: las grandes movilizaciones de 2016 y 2017 fueron por distintas demandas sindicales, sociales, de derechos humanos, contra la violencia de género, de las universidades, científicos, estudiantes secundarios, de economías regionales. Cada una de esas protestas fue políticamente heterogénea: en cada movilización hubo sectores muy diversos. Pero mientras en el plano social la movilización por los derechos era plural y unitaria, nada de eso acontecía en el plano de la representación política. Ni en el plano electoral, ni en el plano parlamentario. Allí dominaba una fuerte división y una creciente fragmentación. La oposición a la ley previsional encontró en la opinión pública, en las calles y dentro del parlamento a un arco político muy diverso actuando de modo coordinado y conjunto. La necesidad de que los eventos de la protesta social encontraran una canalización política tuvo por primera vez una respuesta. Y la sesión del jueves 14 no pudo concretarse, produciendo la primera derrota relevante en el Congreso para el gobierno nacional. La aprobación final, en la madrugada del martes 19, por 127 a 116 votos no expresa un triunfo contundente del gobierno. En este punto se pueden hacer diferentes preguntas: ¿Hay una nueva estrategia del bloque kirchnerista? ¿Hay un nuevo posicionamiento del Frente Renovador? Si fuera así, ¿se debe al contexto postelectoral, a la gravedad del proyecto o a sus figuras parlamentarias? Los resultados electorales del 22 de octubre generaron celebraciones y autoconfianza en el gobierno. Le dieron aire, espacio para avanzar. Dio inicio al gradualismo acelerado, con el mandato de “ahora o nunca”. En dos años no tendrían derecho a quejarse de lo que no hubieran conseguido después de sus logros en las urnas y de la fragmentación de la oposición. Desde su óptica, las buenas noticias podían prolongarse en el fallo de Bonadío, en el Pacto con los Gobernadores, en el acuerdo con la CGT por la Reforma laboral, en la reunión de la OMC y –por poco– en el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea. Forzando la interpretación de los datos, el oficialismo se dispuso a celebrar los resultados de las pericias de Santiago Maldonado (como si el pibe hubiera estado paseando por la costa del río Chubut) o la declaración del gobierno iraní que contradice a Interpol. Una borrachera interpretativa. Las borracheras de los éxitos electorales pueden marear a ganadores de izquierda o de derecha. Los buenos resultados electorales dejan la pelota en manos del ganador. Pero cuando es impulsada con