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Dora Barrancos: “El gobierno pensó que con el aborto podía entretener a la población, pero le falló el cálculo”

Fuente: Aldana Huilén Ceijas | Revista Zoom Fecha: 11 de JUL 2018 “La ciudadanía supone soberanía. Si no hay decisión sobre el propio cuerpo, la ciudadanía está en mengua. El derecho al aborto es un derecho humano y básico”, explica Dora Barrancos. Entre metáforas y términos académicos, se hace entender con facilidad, rasgo que tal vez traiga de su trayectoria como docente: desde su juventud como maestra de escuelas públicas, hasta su larga experiencia como profesora en universidades nacionales. Fue una de las pioneras en el estudio de la historia de las mujeres y las sexualidades disidentes en Argentina desde fines del siglo pasado y se le forma una sonrisa amplia al hablar del “importante relevo generacional” que advierte en las feministas de esta época. En su casa porteña, las habitaciones son grandes y acogedoras, con ventanales que llegan hasta el techo y dejan entrar toda la luz de la media tarde. Se ubica en uno de los sillones de la sala de estar y se acomoda para hablar largo y tendido. Se presenta como “historiadora y socióloga”, pero su currículum es mucho más extenso que eso. En la década del 60, estudió la -por entonces- nueva carrera de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y fue parte de la “generación que quebrantó la menguada participación de las mujeres en la Universidad”. Durante la última dictadura militar, civil y religiosa, debió exiliarse a Brasil por su compromiso con la Juventud Peronista, espacio del cual se alejó cuando volvió al país, una vez repuesta la democracia. Reconoce que fue en Brasil donde se vinculó al movimiento feminista, a Michel Foucault y a la historia como campo de estudio. Después de obtener una maestría en Educación y un doctorado en Historia en instituciones brasileras, fue Directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Actualmente dirige el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en representación de las Ciencias Sociales y Humanas. En esta entrevista con Revista Zoom, recorre la historia de la lucha por el derecho al aborto, analiza la coyuntura política que habilitó el debate parlamentario y las próximas luchas en la agenda política del feminismo. ¿Cuándo podemos ubicar los inicios del debate por el derecho al aborto en Argentina? El debate sobre el aborto, como cuestión pública, es muy reciente. Ahora, que no hubiera debate público no quiere decir que no se debatiera. Cuando yo era joven, era muy común el punto de vista favorable al aborto que teníamos las de mi generación. Sin embargo, no tenía una expresión de gran debate público, que sólo pudo venir a tono después de la recuperación democrática, con el renacimiento de diversos cauces feministas. La agenda principal del feminismo fue la violencia y produjo una serie de leyes: la primera de violencia doméstica y la más reciente, que es contra todas formas de violencia, la 26.485. El aborto no estuvo entre los elementos más importantes de la agenda hasta que se formaron grupos específicos de feministas. Puedo recordar muchos núcleos, como puede ser el Foro por los Derechos Sexuales y Reproductivos, y después una Coordinadora por el Derecho al Aborto. Hasta que hubo un paso muy notable con los talleres sobre aborto en los Encuentros Nacionales de Mujeres. Yo creo que eso fue una contribución fundamental para su debate público. De los encuentros surgió la primera pro-forma de la campaña nacional, que coaguló en 2005 y que se extendió con muchísima fuerza. Así llegamos al debate en el Congreso, por primera vez en nuestra historia. ¿Hubo un cambio de paradigma para llegar a poner el aborto en la agenda del feminismo y de la política en general? Lo que sí cambió como paradigma en la segunda ola del feminismo, que arranca en los años 60, fue el reconocimiento del cuerpo. Las feministas se dieron cuenta de que tenían cuerpo y de que el cuerpo era el campo fundamental en donde se acertaban las claves de la lucha antipatriarcal. Se dieron cuenta de que la forzosa norma de ser madres era una forma de la violencia. ¿A qué se debe ese “renacimiento” del feminismo con la vuelta de la democracia? Entre las generaciones de los ´60 y ´70 y las actuales, ocurrieron grandes cambios sociales y culturales. Los cauces feministas se ensancharon de forma significativa para que otros sujetos se aliaran también a reclamar sus derechos. Me refiero a los sujetos de sexualidades disidentes, lo que fue una enorme contribución para la visibilidad y reconocimiento de esas personas que estaban también en las márgenes de la sociedad. Estos cambios culturales fueron muy profundos también en un orden: creo que hay un sentido más aguzado del derecho a la sexualidad en las más jóvenes. Se construyó una subjetividad contradictoria e insurgente con respecto al “establishment moral” que corresponde a la madre o a la abuela. Me parece que las jóvenes, aunque no hayan leído ni una página de feminismo teórico, tomaron esa clara decisión interna de: “conmigo no va a pasar lo mismo”. Las generaciones anteriores de mujeres tuvieron que pagar su sexualidad, evitarla, no ponerla en evidencia o no experimentarla. Usted desarrolló sobre derecho al pleno goce de la sexualidad. ¿Cómo se relaciona con el derecho al aborto? Toda mujer o cuerpo en condición de gestar que tiene relaciones heterosexuales, convive con la sombra de la posibilidad de un embarazo no deseado porque no existen métodos anticonceptivos infalibles. En el 80% de los casos, el embarazo es una contingencia y no la voluntad de la gestante. Cuando estaba en Brasil, tuve acceso a un trabajo que se hizo con mujeres de sectores populares y que reconocían que sólo con la menopausia se dieron el derecho a una sexualidad mucho más estridente, por así decirlo. Ahí viene una cuestión: el patriarcado implica la inhibición del goce sexual de las mujeres por el mandato reproductivo. El acto sexual, para ellas, es sólo para tener hijos. Para esta

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Ley de nacionalidad: separatismo y exclusión

Fuente: Alberto Mazor | Amigos Argentinos de Paz Ahora Fecha: 10 de JUL 2018 La era del Israel unido —el Estado al cual hice aliá— se acabó. El proceso fue largo, pero el momento de concientización es corto, muy doloroso y se está desarrollando en estos mismos instantes. Israel está dividido igual o más que en cualquier otro momento de la era bíblica o moderna. El colectivo se convirtió en algo disgregado. No se puede hablar de un único país bajo ningún aspecto, ni nacional ni cívico. De una confederación de visiones, aspiraciones y puntos de vista poco firmes pero durables, la nación pasó a ser escenario de enfrentamientos, afrentas y de imposición de la voluntad individual. En toda la historia del pueblo judío es difícil hallar mayores niveles de hostilidad, desintegración y mutuo aborrecimiento. Muy rara vez en Israel la unidad de la ciudadanía fue tan débil como ahora. Aquel renacimiento del «judío en su propia tierra» está colapsando bajo el peso de los desacuerdos internos que esta nación supo moderar tan hábilmente durante siglos de exilio y en más de cien años de sionismo que materializaron la creación y el desarrolo del Estado. Esta escisión es obra de la ultraderecha nacionalista y mesiánica. Ningún gobierno, hasta ahora, decidió nunca lanzar una ofensiva legislativa sobre la nacionalidad sin tomar en cuenta reclamaciones jurídicas de la Fiscalía del Estado ni la existencia política misma de sus rivales de la oposición. Es cierto que siempre hubieron movimientos fuera del concenso central, desde los esenios a los falsos mesías y los kahanistas, pero esta es la primera vez que el poder silencia a un público tan extenso y amplio, y convierte el logro de la soberanía democrática en una corte de interesados solamente en el lugar que ocuparán en las listas primarias de sus partidos antes de las próximas elecciones. Y para eso, todo vale. Es precisamente esa ultraderecha nacionalista y mesiánica la que no duda un instante en usar la fuerza de su brazo político para hacer añicos a la nación. El sionismo humanista de Ajad Haam, Borojov y Buber aparece ahora como sospechoso de traición a la patria. Jueces de la Corte Suprema, fiscales, asesores jurídicos del Parlamento, generales de Tzáhal, profesores de universidades, directores de empresas, escritores, artistas, activistas por los derechos humanos y periodistas, entre muchos otros, son considerados una quinta columna. Los asentamientos, la bandera o el himno nacional se convirtieron en parámetros adecuados y casi únicos para medir el patriotismo de aquellos «enemigos potenciales» del pueblo judío y para amonestarlos severamente hasta lograr que se rindan a las nuevas resoluciones. Aprobando la Ley de Nacionalidad, que le garantiza al Estado judío poblaciones «limpias de árabes», muy pocos miembros de la actual coalición gubernamental serían capaces de firmar la Declaración de Independencia de Israel de 1948. Aquella mano tendida en señal de paz y buena vecindad fue amputada; la promesa de oportunidades igualmente justas, independientes de religión, raza o género, fue enterrada; el martillo de la ultraderecha se encuentra plenamente activo, mutilando el núcleo mismo de la división de poderes y destruyendo ante nuestros ojos perplejos los tres valores principales de la soberanía hebrea: libertad, justicia y paz. Si supuestamente los partidos de la oposición presentaran un proyecto de ley que obligue a enseñar meticulosamente la Declaración de Independencia en su totalidad en las escuelas, los verdaderos rostros de los «caballeros de los asentamientos, del apartheid, de la bandera o del himno» quedarían al descubierto. No es ninguna coincidencia que los portavoces de la ultraderecha —que no es nueva en su composición sino en la audacia descarada de su filosofía política totalitaria— tenga una enorme dificultad para obtener inspiración y apoyo de los creadores del sionismo y de los fundadores del Estado. Ni Herzl ni Jabotinsky ni Ben Gurión ni Begin hubieran aprobado las acciones de la coalición Netanyahu-Bennett-Liberman que desgarran a la nación. Si vivieran actualmente, serían considerados traidores y vendepatrias. Para todos ellos el Estado judío era un milagro, y la democracia su pan de cada día; ellos jamás podrían aceptar a esta ultraderecha que se convirtió en la precursora de un Israel fascista, separatista y excluyente. El fascismo, para aquellos que lo olvidaron, no está precisamente relacionado con la unidad cívica y la solidaridad nacional; al contrario, es su peor enemigo. Ya lo escribió el poeta israelí Natán Alterman: «Así es como se denomina al fascismo en todos los diccionarios, y a veces vale la pena llamar a las cosas por su nombre».

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A 100 años de la Reforma, ¿Por cuál Universidad luchamos?

Fuente: Carlo Raimundi | La Tecl@ Eñe Fecha: 09 de JUL 2018 En primer lugar, ¡cuántos matices diferencian nuestra mirada sobre los acontecimientos políticos cuando se los analiza desmenuzando la crónica de su propio momento y cuando se los analiza ya teniendo de ellos una perspectiva histórica! En el primer caso, tomando en cuenta lo que estaba sucediendo en el momento en que se producía la Reforma, se ven con mucha más claridad las contradicciones de esos procesos. Pero cuando se la analiza desde una perspectiva histórica, el pueblo, la historia, se apropian de hechos como éste y les dan su propia lectura. Se transforman así en parte de las grandes tendencias históricas y las contradicciones adquieren una dimensión menor. Vayamos al contexto de la Reforma Universitaria, el contexto de la Argentina agroexportadora, la Argentina que transitaba recién por las segundas y terceras generaciones de inmigrantes, después del proceso de conformación del Estado nacional oligárquico, construido en el marco del pensamiento liberal, ese pensamiento profundo sobre el cual se fueron formando generaciones de argentinos, el pensamiento impartido en las escuelas, el de los símbolos nacionales, el de las fechas patrias, el de los próceres desarraigados de su matriz política, descontextualizados. Se trataba de un pensamiento que asociaba la prosperidad de la Argentina con la grandeza de su sector latifundista. Hay aquí una combinación de las familias oligárquicas con las elites militares, que produjo una alianza de clase por la cual se explican todos los primeros años de la consolidación, de la identidad nacional a partir del pensamiento liberal. Más allá de sus matices internos, más allá de las marcadas diferencias entre Mitre y Roca, en términos históricos hay una continuidad del proyecto modernizador de la oligarquía. Este pensamiento profundo, a pesar de los grandes movimientos contraculturales a lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XXI, todavía está muy arraigado. Cuando se producen los acontecimientos del año 2008 por la Resolución de las retenciones, personas que no habían tenido a lo largo de su vida ningún tipo de relación con el campo, se sentían identificadas con él. En diciembre del año pasado asistimos a una reforma previsional que ya le quitó el 10% del poder adquisitivo a las jubilaciones debido al nuevo coeficiente, y aun cuando todos seremos alguna vez jubilados, no hubo movimientos que se pusieran cartelitos que dijeran “Todos somos jubilados”. Es decir, hubo movilización, hubo conmoción, pero no tan profunda como para lograr la misma identificación que ese pensamiento profundo había logrado con el campo. Esto es simplemente una mención de cómo sigue tan arraigado ese pensamiento liberal. Es decir, con la grandeza de la Argentina vinculada con la prosperidad de un determinado sector, y sobre todo con la renta de ese sector. La Reforma del año 1918 expresa no sólo un nuevo modelo de Universidad, sino que además está enmarcado en un nuevo pensamiento y en un nuevo modelo de sociedad. Y esto desde dos perspectivas. Desde una perspectiva más vinculada con el movimiento nacional en ciernes que expresaba el yrigoyenismo, y desde una perspectiva más internacionalista que era la perspectiva bolchevique, con un condimento latinoamericanista heredado de los valores provenientes de la revolución mexicana, de la revolución campesina por la distribución de la tierra. Allí convergen, se tocan lo nacional-popular con la izquierda ideológica, y después se vuelven a separar. Y se vuelven a separar en parte porque se institucionaliza la revolución mexicana, se aplaca ese fervor internacionalista de la revolución bolchevique con la muerte de Lenin y con la herencia en el stalinismo y no en Trotsky; no desaparece, pero se atenúa aquel espíritu universalista con que se inicia la revolución bolchevique. Después se va forjando el primer peronismo, que representa al sujeto obrero, y de alguna manera le pone un freno a la masificación de la revolución proletaria, entendida en términos marxistas y clasistas. Mirándola con cierta proyección histórica, hay una especie de apropiación de la Reforma Universitaria por parte del partido radical. Y un poco más tarde se bifurcarán los caminos de la Reforma, en cuanto a si ésta representará un modelo de Universidad liberal reservada a las clases medias o si representará un modelo de Universidad nacional y popular mucho más permeable al ingreso de las clases obreras. Si a la Reforma Universitaria se la interpreta como una institución en sí misma, yo creo que sigue un curso más parecido a la evolución que siguió el partido radical. En cambio, si se la interpreta como la expresión de una Universidad popular, tiene mucho más que ver con el otro modelo, el de los años setenta que nos explicaba el profesor Carnese[1], de las Universidades populares, y con el modelo de las Universidades del conurbano de estos últimos años. Aquel fervor latinoamericanista, antiimperialista que expresa Gabriel Del Mazo se deforma con el correr del tiempo. Los estudiantes reformistas apoyan la revolución del año 1955 porque había prevalecido la idea liberal de las clases medias por sobre el espíritu de lo nacional y popular y el ingreso de las clases obreras. Por eso es que el radicalismo niega la figura de Del Mazo y la figura de FORJA, que es el ensamble histórico de lo más genuino del yrigoyenismo como movimiento popular en los años 30 y principios de los 40, con el primer peronismo. La historia oficial del radicalismo ignora la figura de Del Mazo y fundamentalmente a la institución de FORJA, y ese rol de empalme que desempeñó en el movimiento popular. La historia oficial del partido radical se enorgullece de muchos dirigentes pero no así de Jauretche, ni de Scalabrini, ni de Manzi, niega esa parte de la historia que es la que interpreta el pensamiento más profundo y más genuino que expresaba el yrigoyenismo, no sólo en la figura de Yrigoyen sino en esa nueva estructura social de hijos de inmigrantes que todavía no eran proletariado industrial a nivel de masas pero que sí eran una expresión que se oponía al modelo oligárquico. Es decir,

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El caso Nisman (II)

Fuente: David Iud | Llamamiento Argentino Judío Fecha: 08 de JUL 2018 EL FALLO DE CÁMARA QUE RESUELVE LA APELACIÓN – CRÍTICA Del fallo de Cámara, firmado por los Dres. Irurzun y Bruglia, lo que más ha trascendido es la ratificación que se hace de que la muerte de Nisman fue un homicidio. El fallo, de 39 carillas, tiene dos votos, el del Dr. Irurzun (algo más de 28 carillas) y el del Dr. Bruglia (algo más de 9 carillas, la carilla restante es la parte resolutoria). De las 28 carillas que ocupa el voto del Dr. Irurzun, 14 carillas (la mitad) están dedicadas a robustecer la teoría del “homicidio”, antes resuelta por el Dr. Ercolini. Es necesario puntualizar que solo el Dr. Irurzun se refirió a la cuestión de la calificación como “homicidio” de la muerte del Fiscal. El Dr. Bruglia, en cambio, en un corto párrafo de escasas seis líneas, zanja la cuestión diciendo que considera el fallo de Ercolini “debidamente fundado” (pg. 30 del fallo publicado por CIJ en su web oficial) En su voto, el Dr. Irurzun, como antes dijimos, hace una extensa revisión de los hechos enfilada a robustecer la conclusión del Dr. Ercolini (homicidio). Da cuenta del escenario externo al expediente desde los primeros días a partir del hecho. Dice el Dr. Irurzun “Externamente -pero gravitando directamente sobre el proceso-, diversos funcionarios, especialistas y opinólogos hacían públicas sus creencias en torno al devenir del sumario con un no acreditado conocimiento de los elementos obrantes en él”. Es lo que yo he preferido llamar “afirmaciones tácitas” calificando el hecho como homicidio y relacionándolo con la denuncia presentada por Nisman. (pg. 4 del auto de procesamiento publicado en la web oficial del CIJ) Más adelante (pg. 6 de lo publicado por el CIJ) trascribe el párrafo en el que Ercolini atribuye a Lagomarsino “haber prestado la colaboración necesaria…” que más arriba citáramos. Da cuenta de los diversos intervalos temporales en los que, según diversos informes, se ubicaría la “data de muerte” (pgs. 8 a 10 de lo publicado por el CIJ), sin mayores discrepancias entre los diversos informes (Unidad Médico Forense, Depto. Tanatología de la Morgue Judicial e Informe de Gendarmería). Entre las pgs. 11 y 13 del auto publicado por el CIJ, el Dr. Irurzun reseña los diversos estudios realizados sobre las manchas hemáticas halladas en las manos del Dr. Nisman y en la escena del hecho. Aparecen allí discrepancias entre los dictámenes del Cuerpo Médico Forense y el Estudio de Gendarmería. El voto del Dr. Irurzun adhiere a lo dicho por Ercolini diciendo, en la pg. 13 del fallo de Cámara que “Si bien las discrepancias existentes entre los estudios ordenados por la jurisdicción, y los realizados por las querellas y la defensa se da en puntos cruciales, la interpretación final -como bien refirieran los especialistas- corresponde a la sede judicial, toda vez que son los magistrados quienes, encontrándose en contacto con los restantes elementos colectados y siguiendo las reglas de la sana crítica, se encuentran en posición de examinar tanto sus carencias como su fuerza convictiva, pudiendo incluso dejar de lado sus conclusiones en la medida en que la labor pericial se trata de una prueba más y no la única” En la pg. 14 del fallo publicado por el CIJ, el Dr. Irurzun se refiere a otras circunstancias de la escena del hecho: la ausencia de huellas dactilares de personas extrañas al departamento y la ausencia de registros de comunicaciones entrantes y salientes de mensajería “whatsapp” de la cuenta de Nisman en el lapso que va entre el 17 de enero a las 10:31:21 y el domingo 18 de enero a las 7:54:16. También la ausencia de registros “de llamadas telefónicas, almacenadas o borradas en el período comprendido entre el 9 de mayo de 2014 a las 10:46:19 y el día 18 de enero de 2015 a las 13:46:45” (estamos hablando de un lapso de 8 meses y 9 días). También el juez da precisiones sobre ausencia de registros de mensajes SMS y de navegación en Internet usando su teléfono La aparición de estos intervalos temporales con registros inexistentes en su teléfono, es incongruente con numerosos testimonios que dan cuenta de comunicaciones sostenidas por el Fiscal, y de registros surgidos de la compañía proveedora de telefonía celular. De allí que es correcto concluir que existieron comunicaciones, y que estas fueron borradas de la memoria del teléfono. O las borró Nisman o las borró otra persona. En la pg. 15 de su fallo (versión publicada por el CIJ) el Dr. Irurzun hace una valoración de esta prueba. Las presunciones acerca de lo irrazonable que sería que las hubiese borrado el propio Nisman, parecen acertadas, para quien mira la sentencia y conoce fallos anteriores, pero no el expediente (como es mi caso). Parece acertada la hipótesis del juez, que, por cierto, sería congruente con un homicidio: quien borró los registros, sería la persona o la organización que cometió el presunto homicidio. Lo que es extraño es que en la sentencia estén totalmente ausentes otros indicios. Desde mi propia sana crítica –con las limitaciones que he expuesto, no tuve el expediente a la vista-, deberían haberse valorado en conjunto. Porque en el fallo del juez, no solo hay una hipótesis respecto de la naturaleza del hecho, homicidio, también hay una hipótesis sobre el móvil del crimen, según el juez, la amenaza que para el gobierno de ese entonces era la denuncia formulada por el fiscal. Esta presunción es clave, si esta presunción no estuviera, el Expediente debería haber quedado en la Justicia Ordinaria, y nunca debió haber pasado al fuero de excepción, la Justicia Federal. Recordemos que el incidente de competencia (entre la querella, que quería el fuero federal, y las defensas que querían que continúe entendiendo el fuero penal nacional ordinario) lo resolvió la Corte en un corto decisorio de solo 11 carillas, el 20/9/2016. Dice el considerando 8º de ese fallo que “aun en ese caso, la evidente incidencia en el normal

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Día de la Independencia: ¡La Patria está en peligro!

La conmemoración de las fechas patrias siempre fue motivo para que queden expuestas dos visiones diferentes de país. Al momento mismo de los acontecimientos, éstas fueron el resultado de dos modelos en pugna: el 25 de Mayo se trataba de romper los lazos coloniales y reemplazar la autoridad del Rey de España y reemplazarla por un gobierno criollo y el 9 de Julio, concluir lo que “Mayo” había dejado pendiente: la Independencia. En ambos casos hubo que vencer la resistencia de quienes querían continuar con el modelo colonial y con quienes dudaban de la oportunidad de declarar la independencia temerosos de la reacción de España que estaba dispuesta a recuperar sus excolonias americanas con el apoyo de la Santa Alianza europea. Todo ese período estuvo signado por la pugna entre un modelo emancipador y otro conciliador con el viejo modelo, no faltando quienes actuaran para reemplazar a España por Inglaterra, la potencia europea fortalecida tras la derrota de Napoleón y que ya contaba con un incipiente desarrollo capitalista. Los acontecimientos posteriores —el largo período del caudillismo y las luchas intestinas hasta Caseros y los acontecimientos posteriores hasta la consolidación del régimen oligárquico en la década del 80 del siglo XIX, en el cual finalizan los enfrentamientos armados que marcaron ese período— fueron la expresión de una sangrienta pugna entre dos modelos de país. Las clases sociales triunfantes impusieron un relato único acorde con sus intereses; una especie de un “fin de la historia” de esa época, augurando un dominio que se extendería indefinidamente en el tiempo. Al igual que en nuestro tiempo ese “fin” es una falacia. Poco a poco los sectores derrotados por la oligarquía terrateniente —en una nueva situación de la consolidación del capitalismo y el imperialismo colonialista como sistema mundial— entraron en pugna con el régimen oligárquico y empezaron a concebir modelos distintos de país y a la par un relato distinto al discurso dominante. Así, ante cada celebración “oficial” de una fecha patria se le yuxtaponían las conmemoraciones de los sectores populares que reivindicaban un modelo de país revolucionario para su época, en abierto desafío a los sectores conservadores herederos de sus antecesores en la historia. ¿Y qué pasa aquí y ahora? Esa pugna entre los dos modelos se hizo más evidente porque los hechos la hacen incontrovertible. Estamos frente a un nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia. El gobierno de Cambiemos, al igual que el 25 de Mayo reciente, minimiza la conmemoración, rehuye de darle la relevancia que merece, teme el contacto con el pueblo, suspende actos oficiales y trata de que pase lo más inadvertido posible. Su accionar de todos días lo muestra impulsando un modelo neoliberal de país que lo está llevando al colapso y hunde en la desesperación a los sectores más humildes. Más aún, cuando el presidente Macri se atrevió a expresar su interpretación de la gesta emancipadora lo único que se le ocurrió fue disculparse ante el rey de España por la angustia que debieron sentir los congresales de Tucumán al momento de declarar la Independencia. A esto nos oponemos los sectores que aspiramos a otro modelo de país, en el cual no sea el mercado el que determine —en una especie de maltusianismo social— el destino de los argentinos, sino que el Estado regule y le imponga reglas para que seamos una sociedad inclusiva y justa. Lo que no le escapamos a la convocatoria popular para exaltar el espíritu patriótico de nuestro pueblo y no patriotero como acostumbra la derecha. Un modelo que dé continuidad a la gesta de la Independencia ante los nuevos peligros a los que nos conduce Cambiemos con la firma del acuerdo con el FMI, el ministerio de colonia financiera del imperialismo, que conlleva a la dependencia política y económica que quiebra nuestra soberanía para diseñar políticas propias acordes a los intereses de los argentinos. De los dos modelos en pugna, el que adhiere y se considera heredero de los sectores patrióticos y populares de Mayo, Julio y de todas las luchas por una patria soberana que le sucedieron, el que no le teme al pueblo, convoca a repetir las concentraciones multitudinarias como las que tuvieron lugar el último 25 de Mayo que congregó a 1.000.000 de personas en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires y a miles en plazas de otras ciudades del país, para repetir el llamado de alerta: ¡La Patria está en peligro! ¡No al acuerdo al FMI! El LLAMAMIENTO Argentino Judío fiel continuador del espíritu de nuestros antepasados que llegaron al país trayendo consigo los valores de justicia y equidad de la milenaria tradición judía y formaron parte de las luchas del pueblo argentino por una sociedad más justa, decimos ¡La Patria no se rinde!!!

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México regresa a América Latina

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 01 de JUL 2018 Este domingo se realizan las elecciones en México. La totalidad de los pronósticos coinciden que el ganador será Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO o “El Peje”. Ese resultado –de no ser alterado por las aceitadas maquinarias electorales ilícitas— supondría la primera vez en 70 años que se consagra como Jefe de Estado un candidato que proviene de un partido de izquierda. El 7 de octubre de este año se desarrollarán las elecciones en Brasil, donde el PT, incluso sin la candidatura de Lula, aparece como el partido con mayores expectativas de voto. Las recientes elecciones en Colombia, donde por primera vez en 60 años llegó a segunda vuelta un candidato progresista, se suma a un fenómeno donde las alianzas neoliberales vuelven a ser cuestionadas con fuerza desde diversos sectores sociales y empiezan a mostrarse con deslices de debilidad vacilante. Las secuelas de estas dos compulsas electorales, de México y de Brasil, tendrán un gran impacto en el proceso electoral argentino de 2019, y generarán un nuevo vínculo de Latinoamérica con EE. UU. Para las elecciones del 1 de julio están inscriptos 89 millones de mexicanos. Casi 5 millones de ellos son jóvenes –entre 18 y 21 años– que podrán votar por primera vez. Además de la elección presidencial, se eligen gobernadores, senadores nacionales, legisladores federales, regionales, alcaldes y concejales. En total es una disputa por 18.311 cargos públicos en las distintas instancias, entre ellos 500 diputados y 128 senadores. Los cuatro aspirantes que lograron acceder a la candidatura presidencial son José Antonio Meade, postulado por la coalición Todos por México, alianza formada por el actual partido gobernante, el PRI (Partido Revolucionario Institucional), junto a dos pequeños partidos, la Nueva Alianza (PANAL, que sustenta una impronta neoliberal) y el Verde Ecologista de México (PVEM), que –al igual que varios de sus parientes en otros países latinoamericanos– se suma a cualquier conglomerado que estipule alguna medida genérica de cuidado del medio ambiente. Otro de los candidatos es Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente, creada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD) –otrora el agrupamiento político de izquierda del cual proviene AMLO, hoy parte del centro de espectro político—, en alianza con el Movimiento Ciudadano (MC) y el PAN (ambos conglomerados de derecha). Al igual que lo sucedido en la Argentina durante los años ’90, cuando Menem utilizó el PJ para llevar a cabo políticas neoliberales, el PRD ha sido inficionado por la misma experiencia, situación que motivó el abandono de AMLO de esa configuración política. El tercer candidato es un independiente: Jaime Rodríguez Calderón, alias “El Bronco”, gobernador del Estado de León y antiguo integrante del PRI. Su pretensión electoral original tenía como motivación disputarle caudal electoral a MORENA, pero el desarrollo de los acontecimientos llevó a que sus potenciales votantes aparezcan más ligados a la coalición Por México al Frente. Por su parte, AMLO conformó la coalición Juntos Haremos Historia donde se ha sumado su propia organización, MORENA, a los aportes de PT (Partido del Trabajo) y el Partido del Encuentro Social (PES), una agrupación evangelista conservadora que priorizó la faceta de honestidad (y lejanía de las mafias) del Peje, a quien nombran de esa manera en referencia al pejelagarto, un animal que es una combinación entre pez y lagarto, originario de Tabasco, su estado natal. López Obrador es hijo de comerciantes, estudió Ciencia Política y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y entre 1977 y 1982 volvió a Tabasco para convivir en las comunidades chontales, territorio de un pueblo originario de origen Maya, con quienes desarrolló programas de mejora agrícola y la generación de una línea de créditos –sin garantía— destinados a la construcción de viviendas, supletorias de la choza en las cuales vivía la comunidad desde siglos atrás. Durante los años ’90 AMLO volvió a activar junto a los chontales y encabezó varias protestas contra los daños ecológicos provocados por los pozos petroleros instalados en las cercanías de sus comunidades. La pobreza no se apaga con NAFTA Los sectores de la derecha neoliberal del continente vienen asumiendo con preocupación manifiesta el probable triunfo de López Obrador, luego de haber fracasado en su intentona de deslegitimación a través de su asociación con Hugo Chávez y Nicolás Maduro. La feroz campaña que lo tuvo como destinatario fue producida en Miami y tuvo como leit-motiv su caracterización como populista, etiqueta con la que la derecha latinoamericana denomina a todo lo que no es neoliberal. El sexenio de gobierno de Peña Nieto ha finalizado con un incremento colosal de la violencia, la corrupción y la pobreza. Según guarismos oficiales del instituto de demografía mexicano, el 43,6 por ciento de la población –54 millones de personas—viven en situación de pobreza y 26 millones de ellos con carencias alimenticias severas. Una gran parte de la economía del país depende de las trasnacionales automotrices y de empresas extranjeras que se implantan en territorio mexicano con el único objetivo de abonar salarios paupérrimos en relación con los que deben pagar en sus metrópolis. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, también conocido como NAFTA por sus siglas en inglés) ha beneficiado a un sector minoritario de la sociedad,  exiguas contribuciones que el gobierno de Trump busca limitar para repatriar capitales hacia EE. UU. México, que había intentado una política de sustitución de importaciones hasta los años ’80, se enfrentó al problema crónico de quienes lo intentan: la carencia de divisas. Para solucionar ese cuello de botella –a diferencia de Japón o Corea del Sur (entre otros)—, apeló a la solución facilista neoliberal de extranjerizar su economía beneficiando prioritariamente al sector trasnacional, lo que motivó una ampliación de las desigualdades sociales, una mayor dependencia de la economía norteamericana y una profundización del vínculo delictivo con las mafias del narcotráfico de los EE. UU., sin tener desarrollado un sistema de seguridad pública adecuado a esa apertura. La inversión extranjera creció –desde que se aprobó el NAFTA— en más de 300% y las

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Entre dos fuegos

Fuente: Horacio Verbitsky | El Cohete a la Luna Fecha: 01 JUL 2018 El gobierno de la Alianza Cambiemos adelgaza sus opciones, constreñido como está por las exigencias contradictorias del FMI y de los sectores sociales que resisten sus políticas de transferencia de ingresos. No es un determinismo inevitable sino la consecuencia de decisiones políticas que el presidente Maurizio Macrì adoptó libre y voluntariamente, motivadas en parte por intereses y en parte por anteojeras ideológicas. Conformar a ambos es imposible, porque se disputan los mismos recursos para fines distintos y por definición excluyentes. Lo previsible es un tironeo constante, en busca de esa conciliación imposible entre propósitos antagónicos, en el que a cada avance de un lado seguirá la reacción del otro. En otra escala, ese tipo de equilibrio inestable acompañó las dos décadas que median entre el golpe eclesiástico con ejecución castrense de 1955 y el golpe militar con sostén clerical de 1976, ambos con un fuerte componente empresarial, lo mismo que el intermedio de 1966. En aquellas dos décadas, se enfrentaron por la definición de políticas y por la participación en el ingreso nacional dos coaliciones económico-sociales, una formada por el sector agropecuario y las finanzas, otra por industriales y trabajadores. Los ciclos eran más largos y los antagonismos políticos no coincidían con la situación económica. La producción industrial, los niveles de empleo y remuneración eran más satisfactorios que los actuales, pero la inclusión del país en la lógica de la guerra fría exacerbó los enfrentamientos. El programa económico del golpe del ’55 no pudo aplicarse por la dura oposición social y también política encarnada en el peronismo, cuya supresión llegó a ser un propósito compartido por el conjunto de las clases dominantes, incluso aquellas que resultarían perjudicadas por su imposición a la fuerza a partir de 1976, luego del último intento fallido por otros medios, con el rodrigazo del año anterior. La globalización y dentro de ella la financierización, acortan los plazos y agudizan todas las contradicciones. Por eso, el tironeo entre intereses contrapuestos puede adquirir un ritmo paroxístico, favorecido por la caída a pique de la credibilidad del gobierno, la certidumbre de que no habrá reelección posible en 2019 y la duda acerca de si el actual gobierno llegará al término de su mandato. Las discusiones políticas a lo sumo especulan acerca de la posibilidad de un recambio dentro del PRO, en torno de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, del que ella misma no está convencida. Vidal y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta evaluaron a principios de este año que Macrì no podría aspirar a un segundo periodo sólo si la crisis económica adquiriera impulso y profundidad de catástrofe y que, en tal caso, tampoco habría oportunidades para ellos. Eso no quita que el porteño y la bonaerense prodiguen gestos de diferenciación, tanto en la política económica que conduce a la hecatombe como en las opciones políticas y el personal que cada uno considera necesario para capear el temporal.  Si bien no han cambiado su evaluación del semestre pasado, tampoco son fundamentalistas en ese sentido y según se presenten las cosas, están dispuestos a considerar alternativas. Pichetto y el plan del yo no fui Simultáneamente y no por casualidad, el Opoficialismo que tiene como emblema al Senador Miguel Pichetto, ha comenzado a contemplar la peor hipótesis para el gobierno. No hará nada para apresurar el final que prevé, porque teme las consecuencias colectivas y desea evitar que se cargue en su cuenta un nuevo naufragio como el de Raúl Alfonsín en 1989 y el de Fernando De la Rúa en 1999. “Esta gente no precisa ayuda para derrapar. Hay que prepararse para lo que venga después”, sostienen en la mayor reserva Pichetto y su aliado Diego Bossio. (A propósito de Bossio, el periodista de la revista Noticias Juan Luis González confirmó que el miércoles 20 una mujer le arrojó un vaso de agua mientras él lo entrevistaba en el restaurante del Museo Evita, y hablaban sobre Cristina Fernández de Kirchner. Pero negó que Bossio dijera que la ex presidente se hacía “la rata cruel” y que la mujer lo llamara traidor. “Le tiró el agua y se fue sin mediar palabra”.) Por eso, dicen, no bajaron a la sesión en minoría en la que el Frente para la Victoria y la izquierda reclamaron el envío al Congreso del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional. Pero tampoco se sumarán al Gran Acuerdo Nacional que Macrì intenta convocar en torno de las pautas que Nicolás Dujovne acordó con Christine Lagarde. El paro general que la CGT no pudo menos que declarar pese a la aversión de los triunviros a toda medida de fuerza, la recalificación de la Argentina como mercado emergente por el juez y parte Morgan Stanley (seguida por una nueva disparada del dólar hasta rozar los 30 pesos, pese a que entre el BCRA y el Tesoro quemaron otros 450 millones de dólares) son pruebas elocuentes de la completa falta de confianza de unos y otros en las promesas y propósitos de Macrì. Luego del paro, los triunviros, acompañados por Gerardo Martínez, que maneja las relaciones internacionales de la CGT, y  el economista de Víctor De Gennaro en la menor fracción de la CTA, Claudio Lozano, mantuvieron una cordial teleconferencia con los encargados de poner en caja a la Argentina en el FMI. El Fondo operó el plan oficial de un acuerdo económico-social, la recurrente fantasía de una Moncloa argenta en la que los perjudicados legalicen el atraco. Cuando resta poco más de un tercio del fallido mandato presidencial en curso, cada vez que Macrì se acerca a un micrófono o una cámara para reiterar generalidades tranquilizadoras, esa imagen hoy inquietante se superpone con la de la campaña de 2015, cuando sostuvo que contener la inflación era muy fácil y que en cuanto él asumiera la presidencia y el país saliera del cepo, lloverían las inversiones. Hay al respecto preguntas que sólo la historia podrá responder:  ¿Es un ingenuo voluntarista? ¿Es un

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La difícil construcción de una coalición del orden

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 01 de JUL 2018 El Fondo Monetario Internacional no tiene mayorías propias en el congreso argentino. Por eso el gran problema para la derecha es la ausencia de una coalición del orden, un bloque político de la responsabilidad y la gobernabilidad. Si eso pudiera construirse -o reconstruirse bajo la forma en que funcionó en los primeros meses del gobierno de Cambiemos, con el concurso de renovadores y federales para la aprobación de leyes que hoy se revelan claves de la política oficial que hoy hace agua- irían creándose las condiciones para una transición ordenada entre el “populismo irresponsable” y la “política seria”, que no es otra cosa, esta última, que la administración firme del orden neoliberal. Nada de eso parece importarle a un sector de los economistas del establishment que critican al gobierno por el supuesto gradualismo y hasta el populismo de sus políticas. Unos y otros, voceros directos de los grupos concentrados y ceos de esos mismos grupos en función de gobierno, entienden la política bajo la forma de una serie de planillas con números; lucen bien cuando se exhiben en el powerpoint pero no tienen el mismo encanto cuando se convierten en orientación política real. Poco les importa en sus análisis las consecuencias sociales de esos esquemas. Siempre hay un largo plazo virtuoso del derrame de las ganancias y la felicidad general. Un largo plazo que no llega nunca. La reconstrucción del gran partido transversal del orden no tendrá viento de cola en los próximos meses ni en el más optimista de los cálculos de la derecha. Ya quedó demostrado en la extraordinaria demostración de fuerza del movimiento obrero y popular del último lunes: hasta los promotores más enérgicos del diálogo y la responsabilidad en el interior de la CGT formaron parte del paro y dejaron al descubierto un estado de ánimo social cuyo desarrollo será una cuestión decisiva en el próximo período. ¿Cómo se hace para pedir comprensión y acompañamiento entre dirigentes sindicales y sociales, gobernadores, intendentes y parlamentarios cuando el gobierno ha decidido unilateralmente un acuerdo con el Fondo, cuyo contenido es el ajuste, la recesión, el freno de la obra pública, el achicamiento del presupuesto nacional y el de las provincias, la pérdida de empleo y que, aunque el texto del memorándum no lo diga, convivirá con altas tasas de inflación por lo menos hasta fin de año, según los propios voceros gubernamentales? Para el sistema político en su conjunto —incluidos algunos segmentos de la alianza Cambiemos que empiezan a insinuar rebeldías respecto del rumbo— el costo de ofrecerse como garante del orden en medio de semejante huracán antipopular, acompañado de sombríos pronósticos macroeconómicos que vienen de la ortodoxia más pura, empieza a resultar muy caro. Sin embargo, la sesión de la cámara de diputados impulsada para exigir el tratamiento parlamentario del ominoso acuerdo funcionó en minoría: ni el massismo ni el sector peronista de Argentina Federal asistieron. El hecho es revelador de que un sector del peronismo camina en un angosto desfiladero; no puede acompañar al gobierno en un curso que no promete otra cosa que privaciones populares, conflictos y potenciales situaciones de ingobernabilidad, tampoco puede ceder la iniciativa al espacio que conduce Cristina y que, en esta ocasión confluyó con las fuerzas de izquierda. Lo que eso está demostrando es que junto al cuadro de estancamiento e inestabilidad económica hay otra variable que entra en juego: los cálculos electorales. El centrismo justicialista procura combinar oposición dura —sobre todo en lo declamativo— al plan del gobierno y el fondo con el esfuerzo táctico por intentar el aislamiento de las fuerzas más consecuentes en el enfrentamiento a ese plan. Un minué difícil de bailar porque será difícil para este sector la construcción de un espacio electoral competitivo sobre la base de acompañar una acción política cuyo juicio en las urnas será la cuestión central del proceso político que desemboca en las presidenciales de octubre de 2019. Para encontrar ese espacio se procura construir una cartografía política que reconoce tres fracciones: el fundamentalismo neoliberal (Macri y su gobierno de la mano del FMI), un populismo extremo (el kirchnerismo) y un “centro nacional” que se ofrece como garante de la responsabilidad. Hay que decir que el esquema se alimenta de una versión, tan difundida como disparatada, que presenta los años de los gobiernos kirchneristas (particularmente los últimos cuatro) como una versión extrema e ideologizada, predispuesta al conflicto innecesario y penetrada por una visión sectaria de la política. No es este el espacio para un análisis crítico de ese relato, pero no puede dejar de decirse  que es él mismo pura ideología. La conflictividad que vivió el país a partir del otoño de 2008, y que está lejos de haber desaparecido, no es el resultado de una voluntad del gobierno de entonces sino del antagonismo planteado por los sectores más poderosos del país contra una política que estuvo lejos de cualquier obsesión socializante, que simplemente tuvo como brújula una distribución más justa del excedente que produce el país. Muchas de las profundas reformas indispensables en la perspectiva de un nuevo ciclo popular y democrático no pudieron ser concretadas durante ese período; pero bastó simplemente la decisión de ejercer el poder democrático sin la mediación de los grandes lobbys locales y globales para producir una furia que no reparó en brutalidad política y mediática orientada a la recuperación plena del poder a como diera lugar. El problema no es, entonces, mediar entre dos extremos. Es asumir un antagonismo real, que está en la política y no en la imaginación de sectarios o de extremistas. Si hiciera falta mostrarlo alcanza con el texto del acuerdo con el Fondo que además de cláusulas leoninas y coloniales tiene la audacia de calificar como “incautación” la resolución de recuperar para el estado nacional los fondos de pensión privatizados en la anterior orgía neoliberal que vivimos en la década del noventa. Una recuperación aprobada legislativamente tal cual lo establece la constitución nacional y es lo contrario

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La farsa del principiante/comediante Jared Kushner

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 30 de JUN 2018 El denominado “acuerdo de paz del siglo” entre Israel y Palestina, tal como lo denomina Trump, no es más que una farsa diplomática que se expone en numerosos actos con diferentes escenas y en distintas salas. Todo este show está destinado a mantener el statu quo, proyectar a palestinos como obstáculo de la paz y, finalmente, bajar el telón después que Netanyahu haya ganado otros 4 años. Todo comenzó a fines de 2015 cuando los aspirantes republicanos a la presidencia de EE. UU se reverenciaron ante la posibilidad de movilizar dinero judío para su proselitismo. A sabiendas que “los magnates judíos-estadounidenses financian campañas elecorales principalmente a candidatos republicanos”, en esta oportunidad todos ellos se presentaron ante la “Coalición Judía Republicana” (CJR)[1] y juraron su apoyo incondicional, no a intereses de su país, sino a intereses israelíes. En ese insólito y anti democrático acto, Trump declaró: “Yo puedo hacer la paz entre Israel y Palestinos en 6 meses”[2]. Con la toma del mando presidencial, Trump anunció la denominación de su yerno, Jared Kushner, como asesor presidencial y encargado de concretar el “acuerdo de paz del siglo”, de David Friedman, como embajador en Israel y Jason Greenblatt, como su enviado a Medio Oriente. En su equipo para la paz en Medio Oriente, por casualidad, todos son judíos. Los dos primeros con profundas vinculaciones e intereses personales con la colonización judía en Cisjordania, mientras que el tercero, está clara y públicamente identificado con ese proyecto judío. Nada más acertado que el refrán “poner los gatos a cuidar la leche”. En esa oportunidad Trump alabó a Kushner afirmando que “si mi yerno no logra traer la paz en Medio Oriente, nadie lo puede lograr”[3]. Obedeciendo al tradicional y enraizado servilismo estadounidense a intereses israelíes sin la mínima vinculación a intereses de su país, a Trump solo le bastó un corto tiempo para concretar un histórico, aunque controversial sueño judío: reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Ante tan significativo y unilateral viraje posicional de quien pretende ser reconocido como mediador objetivo, el liderazgo palestino resolvió poner fin a los contactos con la administración estadounidense. Es de suponer que cualquier mediador que racionalmente es consciente de la importancia de su función daría por terminado su cometido cuando una de las dos partes de un conflicto lo declara persona non grata y se desvincula totalmente del proceso de mediación. Pero, como se anticipó, el objetivo del “acuerdo de paz del siglo” no es el que está detrás de su nombre, sino que se trata de un show destinado a ganar tiempo. El propósito principal no cambió. No hay motivos serios para abandonar el proyecto. Retornando a mi artículo anterior[4], ningún avance para un hipotético acuerdo de paz palestino-israelí será posible hasta que no se logre, o se imponga como primer paso, neutralizar y desmantelar totalmente el poder de influencia saboteadora de Hamas y otros grupos extremistas en el pueblo palestino y la del movimiento colonizador judío en Cisjordania y sus aduladores fundamentalistas en el pueblo judío. Nada de eso es materia de las negociaciones de los mediadores estadounidenses. Por el contrario, Kushner, su director, recurre a variantes totalmente disparatadas. En una sorprendente entrevista de días atrás a un medio palestino, el asesor del presidente estadounidense aseguró que la negativa a negociar de Mahamud Abbas no representa ningún obstáculo para continuar avanzando en el plan de paz que será publicado a la brevedad. Si el liderazgo palestino continúa boicoteando este proyecto, finalmente EE. UU terminará por dejarlos de tener en cuenta para dirigirse directamente al pueblo palestino[5]. En verdad, aún no está claro si semejante dislate es consecuencia de su condición de principiante en diplomacia o se trata de un comediante profesional capaz de embaucar pueblos enteros. De todos modos, no se puede dejar de mencionar que Kushner pasó por alto trágicos y escandalosos fracasos de quienes en esta región intentaron “cambiar liderazgos” para resolver problemas. Basta rememorar los esfuerzos israelíes de fines de la década del 70 del siglo pasado para promover y apoyar la consolidación de Hamas como movimiento social para convertirlo en alternativa del liderazgo de Al Fatah en el pueblo palestino. Cuando Begin y Sharon intentaron en 1982 imponer a las falanges maronitas como gobierno amigo en Líbano, el tiro les salió por la culata. El resultado de la fallida invasión a ese país terminó con la creación de Hesbollah. ¿Dónde están hoy Al Fatah y las falanges maronitas del Líbano, y donde Hamas y Hesbollah?  Mas vale no hablar de los grandes logros de su compatriota Bush hijo, cuando invadió Irak y derrocó a Sadam Hussein. No se necesita la prolongada experiencia de un avezado estratega para entender que la supremacía militar estadounidense junto a la israelí les permite adoptar conjuntamente políticas que presionan y provocan mucho sufrimiento y dolor a la población palestina. Aun a sabiendas que ese tipo de medidas no logra modificar en lo más mínimo la conducta del pueblo palestino y sus líderes, ni se obtiene ningún avance significativo, en última instancia su continuidad es el resultado de ser uno de los medios de satisfacer una perversión racista muy desarrollada en la sociedad israelí. Solo vasta una corta mirada a los sucesos de las últimas 5 décadas. Lo que Kushner y la mayoría de la sociedad israelí no entiende es que la bomba atómica (según fuentes extranjeras), la aviación más moderna del mundo, los submarinos alemanes y demás sofisticaciones de poderío son solo chatarra frente a los palestinos. Ellos aprendieron del gran error de 1948. Hoy, no se los puede matar ni deportar. Con que solo digan “no” hasta que no acepten sus condiciones, con su reconocida paciencia de generaciones y sin moverse del lugar, los palestinos imponen a Israel y EE.UU. un equilibrio estratégico. Al igual que todos los planes de paz propuestos por la administración estadounidense durante las últimas décadas, si no se limpian las minas dispersadas por Hamas y el movimiento de colonización judío, también

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