Por: GIDEON LEVY | Haaretz (4 NOVIEMBRE 2022)
Las secuelas de las elecciones han mostrado que la sociedad israelí se ha vuelto en parte religiosa y en gran medida racista 1/, siendo el odio a los árabes su principal combustible, sin nadie que se oponga a él.
¿Qué se pensaba que iba a pasar? ¿Qué pensaba la izquierda sionista, que se hundió en un coma profundo después de los Acuerdos de Oslo [de 1994]? ¿Que era posible volver al poder saliendo del coma? ¿Con las manos vacías? ¿Sin alternativa y sin liderazgo? ¿Solo sobre la base del odio a Netanyahu? Aparte de eso, esta izquierda sionista no tenía nada que ofrecer.
Nadie debería sorprenderse de lo que sucedió [la obtención de la mayoría de escaños en la Knesset -64 de 120 – de la coalición liderada por Benyamin Netanyahu del Likud y Itamar Ben-Gvir del Otzma Yehudit]. No podía ser de otra manera. Esto comenzó con la ocupación [en 1967] – perdón por esta mención aburrida y estereotipada 2/ -pero fue entonces cuando realmente comenzó. Tenía que dar lugar a un gobierno abiertamente racista y de “transfert” de los palestinos. Cincuenta años de propaganda contra las y los palestinos y maniobras de terror hacia ellos no pueden culminar en “un gobierno de paz”. Cincuenta años de apoyo casi total a la ocupación, por parte de la izquierda y la derecha sionistas, no podían terminar más que con Ben-Gvir como héroe popular 3/. Una ocupación interminable sólo podía llevar al gobierno de Benyamin Netanyahu-Itamar Ben-Gvir. Porque si tienes que tener una ocupación, entonces tienes que abrazar su versión auténtica, la que no tiene ningún problema con ella, es decir, la versión Ben-Gvir.
Era simplemente imposible proseguir con las ilusiones – judías y democráticas, una ocupación ilustrada, una ocupación temporal- y todo ese repertorio de frases desgastadas. Ha llegado el momento de la verdad, y eso es lo que Netanyahu y Ben-Gvir nos van a decir.
Ayer [2 de noviembre], Israel se despertó al amanecer de un nuevo día, en el que todos los tartamudeos y eufemismos ya pertenecen al pasado. A partir de ahora la ocupación no es más que ocupación. Lo mismo ocurre con la supremacía judía en Israel. Ahora el sionismo se promueve al rango de racismo abierto. Ayer, la muerte de la línea verde [frontera establecida el 4 de junio de 1967] también se declaró oficialmente: la ocupación está aquí y en todas partes. Cualquiera que pensara que lo que estaba sucediendo en Yitzhar [colonia israelí al sur de la ciudad de Nablus] solo se quedaba en Yitzhar estaba equivocado. Quien pensara que Yesha [cooperativa agrícola establecida en el Néguev inicialmente reclamándose del sionismo de izquierda] estaba allí y no aquí se equivocaba. Durante mucho tiempo, Yesha se ha acercado rápidamente a Israel, con sus arraigados nacionalismo y fundamentalismo. Durante todos estos años, nadie se ha levantado para detenerlo. Hoy es demasiado tarde. Hace dos días, esta dinámica ha concluido.
No tiene sentido continuar, ahora, una campaña de denuncia. Yair Lapid se ha apoderado de los votos laboristas, los laboristas no se fusionaron con el Meretz [la llamada formación de izquierda que tiene más escaños en la Knesset], Balad [formación nacionalista palestina] no se unió a la lista común. Todos estos elementos habrían sido solo analgésicos temporales para una enfermedad incurable. Incluso si todo esto no hubiera sucedido, nada del cuadro general habría sido diferente: la sociedad que se formó en este país es en parte religiosa y en gran parte racista, siendo el odio a los árabes su principal combustible, y no había nadie que se opusiera a ello.
Lo que sucedió hace dos días no comenzó hace dos días. Tal vez fue Golda Meir [primera ministra de marzo de 1969 a junio de 1974, anteriormente ministra de Trabajo y Seguridad Social de 1949 a 1956, luego de Asuntos Exteriores de 1956 a 1966] quien comenzó, tal vez Shimon Peres [muchas veces primer ministro, entre septiembre de 1984 y octubre de 1986, entre noviembre de 1995 y junio de 1996], pero de todos modos, ninguno de sus sucesores trató de actuar de otra forma para detener la marea. ¿Realmente alguien pensó que Yair Lapid [ministro de Asuntos Exteriores de junio de 2021 a finales de junio de 2022, luego primer ministro a partir del 1 de julio de 2022], un derechista moderado y hueco, lleno de buenas intenciones, era capaz de ofrecer una alternativa a Ben-Gvir? ¿Qué alternativa? ¿Matar suavemente? ¿Abrazar a Emmanuel Macron [en su recepción en el Elíseo el 22 de agosto de 2022]? Ahora Israel ha decidido que prefiere no ser amable cuando se trata de matar. El próximo gobierno evitará al menos hacer el paripé.
Durante años, una izquierda y un centro a la deriva que carecen de liderazgo y coraje han intentado desesperadamente postrarse ante la derecha y parecerse a ella. Esto tenía que terminar con Ben-Gvir y con el nacionalista Shas [partido religioso ultraortodoxo creado en 1984]. No había otra salida posible.
Durante años, las y los israelíes han hablado del “pueblo elegido”, del Holocausto después del cual todo está permitido, de los árabes que quieren tirarnos al mar, de nuestro derecho a la tierra debido a los relatos bíblicos, del Ejército de Defensa de Israel (Tsahal) como el ejército más moral del mundo, de David contra Goliat, de los árabes israelíes como una quinta columna ¿Qué pensábamos que saldría de todo esto? Ben-Gvir, de hecho, se tomó su tiempo. Podría haber conseguido su gran éxito hace mucho tiempo. Esto es lo que sucede cuando tienes un Bolsonaro y no tienes un Lula frente a él. Esto es lo que sucede cuando los gritos de “Muerte a los árabes”, que ahora se repetirán en las escuelas durante la reunión matutina, no fueron recibidos con un solo grito de “Libertad para los árabes”. Ahí es donde comenzó y donde termina. (Artículo publicado en el sitio web del diario Haaretz, el 3 de noviembre de 2022; traducción al francés de la redacción A l’Encontre)
Notas
1/ Varios analistas han calificado la evolución política de Israel como marcada por un “ethno-nationalismo” dominante. (Red. A l’Encontre)
2/ Una de las facetas de la realidad de la ocupación se describe hoy de esta manera, incluso por un diario como 24 heures, el 1 de noviembre de 2022. Solo citaremos este pasaje: “Ataque de formas muy variadas, a veces coordinados entre diferentes colonias o puestos avanzados, con la policía y el ejército israelíes cercanos, como confirmó un informe de la ONG israelí Breaking the Silence publicado el verano pasado. Sin contar las amenazas de los colonos armados a las y los palestinos y el acoso moral y psicológico diario que les empuja a irse”. (Red. A l’Encontre)
3/ Según el Jerusalem Post del 2 de noviembre, de fuentes de Otzma Yehudit, la formación de Itamar Ben-Gvir y Bazalel Smotrich, este último quiere “expulsar por barco y avión a quienes atacan a los soldados de la Tsahal”, es decir, a cualquier palestino que manifieste cualquier resistencia a la ocupación o a la discriminación dentro del Estado hebreo, todo esto presentado bajo el ángulo de una “lucha contra el terrorismo”. Ben Gvir agregó que había que expulsar a Ayman Odeh, árabe israelí, líder del Partido Comunista y presidente de la coalición electoral Lista Árabe Unida. Entre sus otros objetivos se encuentran los miembros de ONG “extranjeras” que analizan la realidad israelí y denuncian las diversas formas de represión que afectan a las y los palestinos. Ben Gvir apunta al Ministerio del Interior y a uno o dos ministerios relacionados con el sector de la “seguridad”. (Red. A l’Encontre)
3/11/2022
A l’encontre
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
Gideon Levy, por su decencia y por su cotidiano coraje al ponerse cotidianamente en la mira de los intolerantes por defender sus convicciones, sería más que merecedor del Premio Nobel de la Paz.
Por eso es que llevo tiempo sin comentar este espléndido artículo, no quería que nadie fuese a creer que mi intención es criticarlo. Pero me parece importante decir lo siguiente:
– «El odio a los árabes como principal combustible de la sociedad israelí». Es muy humano el intentar justificarnos con el odio y la denigración de nuestras víctimas. Para los nazis éramos «Untermenschen», infrahumanos.
– «La izquierda israelí». Durante muchísimo tiempo el sionismo era la ideología de los judíos de derecha. Los de izquierda eran anti sionistas, ya fuese sin identificación judía como León Trotsky o Rosa Luxemburgo, o con identificación judía como los del Bund en Europa y los del ICUF entre nosotros. Pero entre el triunfalismo de la Guerra de los Seis Días y la implosión de la Unión Soviética, se ha ido imponiendo la, para mí, indeseable identificación entre sionismo y judaísmo.
– Una anécdota personal que me parece ilustrativa. Mi madre perdió a manos de los nazis a sus padres y a su marido. Un día, ya con muchos años, me dijo algo en principio loable: «No tengo nada contra los alemanes de hoy, a mí Steffi Graf no me ha hecho nada». Pero lo coronó con una muestra de su muy lamentable fanatismo sionista: «Pero odio a los árabes».