Fuente: Gideon Levy | Haaretz
Fecha: 05 MAR 2019
Tal vez Mogadishu se convierta en la fuente de la esperanza. Esta ciudad devastada por la guerra fue el lugar de nacimiento de la congresista estadounidense más prometedora de la actualidad.
Ilhan Omar no solo es una de las dos primeras mujeres musulmanas en la Cámara de Representantes, sino que puede anunciar un cambio dramático en ese cuerpo. «Hamas ha entrado en la Casa», Roseanne Barr se apresuró a gritar; «Un día negro para Israel», tuiteó Donald Trump. Ni Hamas ni un día negro, sino un rayo de esperanza en el Capitolio.
Tal vez, por primera vez en la historia, alguien se atreva a decir la verdad al pueblo estadounidense, absorbiendo acusaciones mordaces de antisemitismo, sin inclinar la cabeza. Las posibilidades de que esto suceda no son grandes; el motor salvaje del lobby judío y de los «amigos» de Israel ya está haciendo todo lo posible para pisotearla.
El presidente mencionó retirarla del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y el Congreso tenía previsto aprobar una resolución, la segunda en un mes, contra proferir «expresiones antisemitas», dirigida específicamente a las declaraciones de Omar.
¿Cuándo los estadounidenses y los europeos dejarán de correr asustados cada vez que alguien grite «antisemitismo»? ¿Hasta cuándo lograrán Israel y el establishment judío explotar (el existente) antisemitismo como un escudo contra la crítica? ¿Cuándo se atreverá el mundo a distinguir entre la crítica legítima de una realidad ilegítima y el antisemitismo?
La brecha entre estas dos es grande. Hay un antisemitismo que hay que combatir, y hay críticas contra Israel y el establishment judío que es imperativo apoyar. Las manipulaciones ejercidas por la máquina de propaganda israelí y el establishment judío han logrado que los dos temas sean idénticos.
Este es el mayor éxito del hasbará del gobierno israelí: diga una palabra crítica sobre Israel y se lo calificará de antisemita. Y etiquetado como antisemita, tu destino es obvio. Omar tiene que romper este ciclo maldito. ¿La joven representante de Minnesota está preparada para ello? ¿Puede soportar a los centros de poder que ya se han movilizado contra ella con toda su fuerza?
Tal vez es importante que ella sepa que hay personas en Israel cruzando los dedos por ella.
Su éxito y el de sus colegas en el Congreso, Rashida Tlaib de Michigan y Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, podrían ser las primeras golondrinas que anuncian la llegada de la primavera. Esta es la primavera de expresar libremente opiniones sobre Israel en EE.UU. Cortez ya preguntó esta semana por qué no es condenada la intolerancia dirigida a otros grupos al igual que las declaraciones en contra de Israel.
¿Qué, después de todo, ha dicho Omar? Que los activistas pro-israelíes exigen «lealtad a un país extranjero»; que los políticos estadounidenses apoyan a Israel por el dinero que reciben del grupo de presión pro-israelí AIPAC, y que «Israel hipnotizó al mundo». ¿Qué es incorrecto en estas declaraciones? ¿Por qué describir la realidad es considerado antisemita?
Los judíos tienen un inmenso poder en los EE. UU., mucho más allá del tamaño relativo de su comunidad, y el apoyo ciego que brinda su establishment a Israel plantea preguntas legítimas con respecto a la doble lealtad. Su poder se deriva de su éxito económico, sus habilidades organizativas y la presión política que ejercen. Omar se atrevió a hablar de esto.
Solo imagine lo que sentirían los israelíes y los judíos si los estadounidenses musulmanes tuvieran el mismo poder político, económico y cultural que tienen los judíos. Tal poder, sobre todo la intoxicación con ese poder que se ha apoderado del establishment judío, tiene un precio. Omar y sus colegas lo están recogiendo.
Debido al lobby de Israel, en los Estados Unidos no saben la verdad sobre lo que está sucediendo aquí. Los miembros del Congreso, senadores y moldeadores de la opinión pública que son trasladados aquí hasta la saciedad, ven solo la victimización israelí y el terror palestino, que aparentemente surgieron de la nada: los islamistas, los cohetes Qassam y los globos incendiarios. Ni una palabra sobre ocupación, expropiación, refugiados y tiranía militar. Preguntas tales como a dónde va el dinero y si sirve a los intereses estadounidenses se consideran herejía. Al hablar de Israel no hay que hacer preguntas ni plantear dudas.
Este ciclo tiene que ser roto también. No está bien y no es bueno para los judíos. Omar ahora está tratando de introducir un nuevo discurso en el Congreso y en la opinión pública. Gracias a ella y sus colegas, existe la posibilidad de un cambio en Estados Unidos. Desde Israel le enviamos nuestros deseos de éxito.
¿Cuándo se atreverá el mundo a distinguir entre la crítica legítima de una realidad israelí ilegítima y el antisemitismo?
Traducción: Dardo Esterovich
Este artículo nos da pie para enaltecer a dos personas decentes y heroicas: Ilhan Omar que se enfrenta a las insoportables presiones que sufre en Estados Unidos todo quien se atreve a dudar un instante de la santidad del estado de Israel y Gideon Levy que no alcanzo a imaginar como puede soportar su vida cotidiana como supuesto «traidor» en Israel.
Coincide en el tiempo con la indecente respuesta de Netanyahu a las correctísimas manifestaciones de la actriz Rotem Sela sobre que los ciudadanos árabes de Israel merecen tener los mismos derechos que los judíos. Netanyahu ha dicho que Israel es el estado de los judíos y de nadie más.
¿Qué diríamos nosotros si alguien dijera que la Argentina es solo de los católicos?
A ver si nos damos cuenta de una vez de que el fanatismo y victimismo con que a veces nos comportamos nos llevan directamente al más insoportable racismo. Y ¿a qué futuro?
Tiene razón Gideon Levy, el apoyo incondicional de los Estados Unidos no es nada bueno para Israel; todo lo contrario, lo lleva por muy mal camino.
Amigos argentinos de origen judío, apliquemos nuestra capacidad de razonar y reflexionemos sobre lo que es realmente «bueno para los judíos».
Sin duda que ni los Guideon Levy ni este falso llamamamiento progresista que calla sobre el sufrimiento en Venezuela es buenos para nadie. Solo oportunismo politico de los que nunca llegan al poder
Tiene usted mucha razón, señor Steiner. Confieso mis culpas al haber olvidado que Nicolás Maduro es el más sanguinario tirano que ha visto la humanidad y también al no tener en cuenta que llegar al poder es el más fiel baremo para evaluar la moralidad de una opinión.