Fuente: Dardo Esterovich | La García
Fecha: 20 de FEB 2019
“Un joven de 35 años que hasta hace poco era un diputado casi desconocido se adueñó este martes de los titulares de los principales medios del mundo”. Así comienza una nota de la BBC Mundo del 26 de enero de este año sobre quién es Juan Guaidó. No aporta mayores datos salvo alguna información sobre sus orígenes de clase media, sus estudios de ingeniería en la Universidad (privada) Católica Andrés Bello donde hace sus primeas armas como dirigente estudiantil en actividades opositoras al gobierno de Chávez, distinguiéndose en acciones de calle.
Luego salta a su participación en la fundación en 2009 de Voluntad Popular junto a Leopoldo López y otros, a su elección como diputado, a su designación como presidente de la Asamblea Nacional este año y su autoproclamación como “presidente encargado”. En el medio queda todo un período que es ocultado, lo que justifica su condición de “casi desconocido”. Al momento de su autoproclamación en Venezuela un 81% respondió en una encuesta que no lo conocía. Pero donde no era un desconocido es en los sectores del Departamento de Estado y del Congreso que se ocupan de América Latina y en las agencias de inteligencia encubiertas como ONGs que, bajo pretexto de ayuda, participan de la desestabilización de gobiernos que no se someten a los dictados de EE.UU.
El golpe blando
Hace aproximadamente un cuarto de siglo EE. UU., para evitar ser acusados de patrocinar golpes de estados violentos y dictaduras como las que asolaron a varios países de América Latina y del Tercer Mundo, comenzó a aplicar una estrategia para reemplazarlos, conocida como “golpe blando”. Quien le dio el sustento teórico más acabado fue el politólogo estadounidense Gene Sharp, fundador de la Albert Einstein Institution y consiste esencialmente en hacer que una minoría parezca una mayoría, amplificando los reclamos, profundizando la crispación y los enfrentamientos de manera de esmerilar a verdaderos gobiernos de mayoría hasta hacerlos caer. Para esto utilizan la prensa hegemónica, los fakenews en las redes, el Poder Judicial como en Brasil o el parlamentario como en Paraguay. Cuando todo esto no da resultados se trata de forzar una intervención extranjera, como en Siria.
La propuesta de Sharp ha sido sintetizada en cinco pasos:
- 1ra etapa: ablandamiento: a) Matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales. b) Promoción del descontento. c) desabastecimiento, criminalidad, inseguridad, manipulación del dólar. d) Denuncias de corrupción.
- 2da etapa: deslegitimación: a) Manipulación de los prejuicios anticomunistas o anti-populistas. b) Campañas en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas. c) Acusaciones de totalitarismo y pensamiento único.
- 3ra etapa: calentamiento de calle: a) Fomento de la movilización de calle. b) Globalización de las demandas políticas y sociales. c) Generalización de todo tipo de protestas, exponenciando fallas y errores gubernamentales. d) Organización de manifestaciones, cortes y tomas de instituciones públicas.
- 4ta etapa: combinación de diversas formas de lucha: a) A lo anterior se agregan operaciones de guerra psicológica y acciones armadas para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad. c) Impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar los organismos de seguridad
- 5ta etapa: fractura institucional: a) Sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamiento militares, se obliga la renuncia del presidente. b) En casos de fracasos, se mantiene la presión de calle y se migra hacia la resistencia armada. c) Preparación del terreno para una intervención militar o el desarrollo de una guerra civil prolongada. c) Promoción del aislamiento internacional y el cerco económico.
La similitud de este plan de acción, con los hechos que están ocurriendo en Venezuela es paradigmática, lo convierten en un caso de manual, un espejo que nos devuelve la imagen de lo que sucede hoy. La quinta etapa está en pleno desarrollo en la patria de Bolívar.
El reclutamiento
Para llevar adelante un golpe blando es necesario una etapa de preparación que incluye el reclutamiento de cuadros locales entrenados en esas tácticas y coordinados por un comando único, generalmente a cargo de un servicio de inteligencia, travestidos en ONGs cuyas finalidades son “promover la democracia” o ayudar a fundaciones locales de derecha, y en la parte final, si se requiere de la fuerza, por el Pentágono.
Juan Guaidó pasó por ese proceso de reclutamiento y entrenamiento durante diez años.
El 5 de octubre de 2005 cinco líderes estudiantiles venezolanos de derecha llegaron a Belgrado, Serbia, dando comienzo a su entrenamiento para una insurrección. Legaron por cortesía del Centro de Acción y Estrategias No Violentas Aplicadas (CANVAS), financiado en su mayor parte la National Endowment for Democracy (NED un apéndice de la CIA. CANVAS es un grupo escindido de la Otpor (resistencia, en serbio) creado por estudiantes de la Universidad de Belgrado que tuvo una actuación muy promocionada en los acontecimientos que llevaron a la caída de Slobodan Milosevic durante 1999/2000.
Guaidó no formó parte de esta primera avanzada, pero sí durante muchos años actuó y se formó junto a Yon Goicochea que integró el grupo de los cinco. Este último tuvo una destacada actuación al frente movilizaciones estudiantiles a las que se le atribuyeron la derrota del chavismo en el primer referéndum por la reforma constitucional. Por estas acciones se le otorgó el Premio Milton Friedman por Promover la Libertad, del Instituto Cato, creado por los hermanos Koch, poseedores de una de las fortunas más grandes de EE.UU. y fuertes contribuyentes del Partido Republicano.
Esto quedó certificado el 19 de enero, cuando ya se sabía que se iba a autoproclamar el 23, Goicochea escribió en Tweeter: “Hoy, en Caricuao. Llevo 15 años trabajando con @jguaido. Confío en él. Conozco la constancia y la inteligencia con la que se ha construido a sí mismo. Está haciendo las cosas con bondad, pero sin ingenuidad. Hay una posibilidad abierta hacia la libertad”.
Guaidó después de graduarse en la Universidad Católica Andrés Bello, en el año 2007 se traslada a Washington DC donde se inscribe en el Programa de Gobernabilidad y Gestión Política de la Universidad George Washington. Es el comienzo de su propia formación individual y ese mismo año participa de las acciones tendientes a obstaculizar la reforma constitucional. Antes había tenido participación en las protestas por la no renovación de la licencia a RCTV por el rol cómplice que jugó esa emisora durante el golpe contra Chávez en 2002.
El grupo de activistas surgidos de esas experiencias se llamaban a sí mismo “Generación de 2007” que luego llevaron la batuta en las guarimbas de 2014 y 2017. En ese grupo radical de derecha que integraba Guaidó, actuaban de forma destacada Freddy Guevara y Yon Goicoechea. Es el que llevo las tácticas asimiladas de Otpor a las calles de Caracas.
Pero las calles no era el único ámbito donde actuaban. En 2009 fundaron un partido político, Voluntad Popular, integrando las instancias directivas del mismo. Fue encabezado por Leopoldo López educado en Princeton y partícipe de varios programas de la NED.
Constituyeron el ala dura de la coalición opositora, la Mesa de Unidad Democrática (MUD). En noviembre de 2010, según intercepciones de los servicios de seguridad venezolanos, se realizaron en el hotel “Fiesta Mexicana”, en la capital de México, unas jornadas de capacitación dictadas por la Optor donde participó Guaidó junto a otros activistas. Allí se diseño una estrategia para derrocar al presidente Chávez.
El golpe
Las circunstancias hicieron que debiera asumir el rol que está jugando, quizá antes de lo que él mismo o sus mandantes lo tuvieran previsto. Llegó a ese lugar expectante casi por azar, por la conjunción de dos circunstancias que lo favorecieron. La primera, por un acuerdo de rotación entre los cuatro mayores partidos de la oposición. En el año 2019 le tocaba presidir la Asamblea Nacional a su partido Voluntad Popular (VP). La segunda, la participación de la dirigencia de VP en las guarimbas (cortes de calles con acciones violentas) que azotaron a Venezuela desde el febrero de 2014, hizo que gran parte de ésta se encuentre en prisión o exiliados:
Leopoldo López, máximo dirigente de Voluntad Popular, encabezó la exigencia de “La Salida” que no era otra cosa que la renuncia del presidente Nicolás Maduro, quien había asumido un nuevo mandato el 10 de enero tras haber triunfado en las elecciones del año anterior. El saldo fue de 43 muertos y más de 800 heridos, la mayoría simpatizantes del chavismo. Acusado por su responsabilidad en estos hechos, fue condenado y se encuentra en prisión domiciliaria. Carlos Vecchio, el N° 2 del partido, por estos mismos hechos se encuentra exiliado en EE.UU. El diputado Freddy Guevara, a quien le hubiera correspondido asumir la presidencia de la Asamblea Nacional, tuvo que buscar asilo en la embajada de Chile en Caracas después del fracaso de la ola de protestas antigubernamentales de abril y julio de 2017 que dejaron unos 126 muertos. En la línea de mandos le hubiera correspondido al diputado Juan Andrés Mejía pero Guaidó fue el seleccionado porque, además de ser un cuadro fiel preparado por EE.UU, había razones de clase ya que Mejía pertenecía a las clases altas mientras Guaidó a la clase medio y, siendo mestizo como una gran parte de la población venezolana, se parecía más a la mayoría. Esto era un factor clave porque el prestigio de Voluntad Popular estaba totalmente deteriorado por su participación abierta en los hechos de violencia.
En estas circunstancias Juan Guaidó asume el 5 de diciembre la presidencia de la Asamblea Nacional, declarada en desacato por el Tribunal Superior de justicia de Venezuela por haber reincorporado tres diputados elegidos fraudulentamente, después de haberlos desafectados acatando una disposición del Consejo Nacional Electoral venezolano.
En diciembre de 2018, Guaidó cruzó la frontera y viajó a Washington, Colombia y Brasil para coordinar el plan para realizar manifestaciones masivas durante la toma de posesión del presidente Maduro. La noche anterior a la ceremonia de juramentación de Maduro, el vicepresidente Mike Pence y la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, llamaron a Guaidó para ratificarles su apoyo.
Una semana después, los senadores Marco Rubio y Rick Scott y el representante Mario Díaz-Balart, del lobby del exilio cubano radicados en Florida, se reunieron con el presidente Trump y el vicepresidente Pence en la Casa Blanca. A petición de ellos, Trump acordó que si Guaidó se declaraba a sí mismo presidente, lo respaldaría. El Secretario de Estado Mike Pompeo se reunió con Guaidó el 10 de enero, según el Wall Street Journal.
El 21 de enero, dos días antes del golpe, la esposa de Guaidó envió un video en el que exhortaba a los militares que se levantaran contra Maduro. El 23 de enero, se juramenta como “presidente designado” ante una manifestación pública de la oposición, en un acting contrario a lo establecido por la Constitución y fuera de todo protocolo.
El 8 de febrero, Juan Guaidó, no descartó, en una entrevista con la agencia AFP, autorizar una intervención militar de Estados Unidos o una fuerza extranjera en el país, de ser necesario, para que Nicolás Maduro cese de usurpar el poder. Con este acto de cipayismo extremo se termina de entender por qué fue ungido para ser el “presidente designado” … por EE.UU.