Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com
Fecha: 28 de JUL 2018
Según un proverbio muy común en Israel, “cuando un imbécil arroja una piedra al pozo, mil genios no lograrán extraerla”. Llevándolo al campo político, se puede decir que cuando la imbecilidad del liderazgo de un país se sobrepone al sentido común, nadie se debe sorprender del surgimiento de peligrosas e innecesarias crisis socio-políticas con imprevisibles consecuencias futuras.
El desprecio e indiferencia hacia lo “no judío”, tan enraizado y generalizado en la sociedad israelí, principalmente en los alrededores de la capa dirigente del gobierno de Netanyahu, encegueció tanto a su gente de manera que, para perjudicar y agraviar a ciudadanos árabes israelíes, promulgaron la ley de Estado-Nación Judío. Este engendro tan racista y antidemocrático, necesariamente afectó a todo grupo étnico no judío de ciudadanía israelí. Sin lugar a dudas el golpe más incomprensible e injustificable lo recibieron los drusos israelíes.
La etnia drusa israelí se rebeló de inmediato. En una solicitada en los medios locales manifestaron claramente su sensación: “nos tiraron a una manada de perros”[1]. Quien mejor lo expresó fue Amal Assad, general retirado del ejército israelí. Y así se manifestó: “26 años serví al ejército del Estado Judío. Tengo el derecho de exigir que también es mío, al igual que es de ustedes los judíos. Después que erigimos esta casa junto a los judíos, la ley Estado-Nación Judío nos saca a los drusos de su casa y nos sepulta del otro lado del cerco” (sepultar fuera del cerco del cementerio es una de las ofensas más graves en el judaísmo por manifestar serias dudas del judaísmo del difunto o por ser discriminado por las instituciones judías. DK).
No es para menos. La colectividad drusa es parte inseparable de la sociedad israelí desde su independencia y toma parte positiva y muy activa en todos los ámbitos. Su lealtad al país es indiscutible, sus logros educacionales son un ejemplo y su predisposición a servir al ejército es mucho mayor que la de sus pares judíos[2]. Allí donde amplios sectores de judíos se escabullen para cuidar su sangre, la de los drusos se derrama en campos de batalla en defensa de Israel.
Da la impresión que, pese a su larga experiencia en la sociedad israelí y su prolongado servicio en el ejército, el general Assad aun no logró compenetrarse del verdadero significado de su condición de no judío en Israel. La expresión “Israel judío y democrático” es una falacia que escuda la supremacía judía ante cualquier valor democrático de vigencia universal que pretenda cercenar esa indiscutida y sagrada posición privilegiada.
Que no le quepa duda al general Assad. El proyecto de ley que obliga a palestinos a vender propiedades a judíos a precios fijados por el gobierno, tarde o temprano también le va a llegar el turno a viviendas y terrenos drusos. Presten atención a las declaraciones al respecto del parlamentario Bitan, mano derecha de Netanyahu: “No hay motivo alguno que una minoría de 120 mil habitantes reciba derechos especiales en la ley Estado-Nación Judío. Son solo 120 mil personas. Ellos tienen que respetar a la mayoría”[3]. Conclusión de las palabras de Bitan: la mencionada ley otorga “derechos especiales” solo a judíos: racismo puro.
Atento al embrollo que causó el extremismo que promovió la ley que puede hacer temblar pilares básicos de la existencia de Israel, Netanyahu se movilizó rápidamente para estabilizar la situación. Repentinamente se dio cuenta que su expresión “los drusos son carne de nuestra carne”[4] de años atrás se revela como uno más de sus vulgares y reiterados embustes.
Netanyahu llamó a una reunión urgente de parlamentarios drusos de la coalición gubernamental junto a varios ministros. En esa oportunidad, el Primer Ministro de Israel dio a entender que no tiene ninguna intención de modificar la ley Estado-Nación Judío. Como contrapartida, se propone ser muy dadivoso en dedicar millonarios presupuestos destinados a la etnia drusa, como así también, exonerar a este sector de la población (y no a árabes israelíes) de ley especial que permite la demolición de una masiva construcción ilegal en sus aldeas[5]. Igualdad a la judía: vista gorda a delincuencia de construcción ilegal judía en Cisjordania y drusa en Israel.
Drusos sorprenden a Netanyahu
Para la atención del liderazgo druso en Israel, las cartas están sobre la mesa. Solo hay cinco alternativas y la colectividad drusa deberá decidir su posición al respecto.
- Ante la ponencia ya presentada por representantes de la colectividad drusa en Israel, la Corte Suprema de Justicia deroga esta ley por afectar significativamente derechos humanos básicos. La chance de este desenlace es reducida dado el temor del alto tribunal ante las crecientes amenazas de intervención del ejecutivo por lo que denomina atribuciones excesivas de la Corte.
- El gobierno, ante presiones internas y externas, decide abolir la ley por iniciativa propia. Posibilidad muy remota.
- El gobierno enmienda la ley de manera que en su marco se conceden explícitamente “derechos especiales” solamente a los drusos, paralelos a aquellos ya otorgados a los judíos.
- El gobierno no modifica la ley, pero la colectividad drusa esta dispuesta a aceptar recompensas, tales como las propuestas por Netanyahu en la reunión antes mencionada.
- El gobierno no modifica la ley y la colectividad drusa rompe los vínculos históricos con el liderazgo judío.
Las dos primeras alternativas son las mas cómodas para la colectividad drusa. En ambos casos la situación retorna al principio sin modificaciones. Se debe resaltar que ambas alternativas son de bajas posibilidades de concretarse. La situación se complica seriamente ante las tres últimas alternativas.
La tercera opción, definir a los drusos como etnia privilegiada, les restaura su posición igualitaria con los judíos, pero necesariamente los convierte ante todo el mundo en cómplices y coparticipes junto al judaísmo de un proyecto discriminador y racista.
Aceptar las propuestas de Netanyahu de recompensas materiales (opción 4), justificadas principalmente por su activa participación en la defensa de Israel, conlleva un alto precio moral. Sera muy difícil convencer al mundo que se trata de un grupo étnico que se honra a si mismo y, muy factiblemente, se lo identifique como guiado por el mercenarismo. A decir verdad, si se confirma, no serán los primeros en manifestar y actuar con simpatía hacia Israel cuando se percibe fácilmente una corriente de dinero de fuentes judías en sentido contrario para solventar campañas electorales de sus líderes o cubrir gastos de proyectos de otro país.
La adopción de la última alternativa otorgaría un serio espaldarazo a la integridad moral de los drusos en Israel y, por supuesto, sería considerada un terremoto político. En su significado práctico los drusos perderían su carácter de “hermanos de los judíos” para convertirse en otra minoría discriminada más en Israel, con todas las implicancias que ello trae acarreado.
Si la Corte Suprema de Israel no los ayuda, probablemente la colectividad drusa de Israel se vea muy pronto frente a la disyuntiva de elegir entre honra propia, racismo o mercenarismo.
Ojalá me equivoque
NOTAS
[1] “100 oficiales drusos del ejército israelí en contra de la ley Estado-Nación Judío”, Ynet, 25-7-18
[2] “El alto porcentaje de alistamiento de drusos al ejército israelí bate récords”, Karmel.co.il, 4-4-17
[3] Presten atención judíos argentinos: la población drusa en Israel representa el 1,3% del total mientras que la judía en Argentina solo arriba al 0,7%. ¿Podrán los argentinos decir que Argentina no les pertenece a los judíos, o Argentina es más democrática que Israel en ese sentido?
[4] “Netanyahu: los drusos son carne de nuestra carne”, Ynet, 30-11-13
[5] “En vez de modificar la ley, Netanyahu prometió a los drusos evitar demolición de construcciones ilegales y dedicar presupuestos”, Haaretz, 26-7-18
NOTA RELACIONADA:
Nota relacionada: Militares drusos israelíes repudiaron la ley del “Estado-Nación”
Carta del General de Brigada Amal Assad al Primer Ministro Netanyahu a raíz de la «Ley de la nacionalidad»:
Sr. Primer Ministro
Mi nombre es Amal Assad, soy ciudadano del Estado de Israel y no soy judío. Soy un druso residente de Isfiya.
Estas fueron las palabras de introducción de la carta que le envié hace poco menos de cuatro años, después de la decisión que usted tomó en el gobierno de continuar el proceso legislativo de la terrible ley de la nacionalidad.
Le escribí una carta abierta en la que quería señalar las implicaciones destructivas de esta ley y el daño severo que causa a los ciudadanos no judíos de Israel.
Como no he obtenido respuesta, permítame recordarle que le he pedido que responda algunas preguntas sencillas, preguntas que se han agudizado después de la legislación que en forma urgente usted lideró en altas horas de la noche.
¿Qué significa «un estado nación del pueblo judío»? Si no soy judío, ¿este no es mi país? ¿Quiere decir que hay ciudadanos que son «dueños» y el país les pertenece y otros que son «inquilinos», los cuales son no-judíos y no tienen ninguna sentido de pertenencia con su tierra natal?
¿De dónde saca Ud. la «jutzpá» de determinar que el país le pertenece a los judíos? ¿En qué se basa el reclamo al derecho y a la propiedad de los judíos sobre la tierra? Si sólo se trata de fe mesiánica en la promesa divina, ¿por qué no espera a que venga el Mesías? (¿O es usted, señor primer ministro, también el Mesías de los judíos, dueños de la tierra?).
¿Acaso Ud. y el grupo de ministros que siguen sus dictados (o que Ud. sigue el dictado de ellos) realmente creen que tienen el derecho de determinar quién posee la tierra o simplemente están cubriendo vuestras vergüenzas para poder determinar que «El Estado considera que el desarrollo de la colonización judía es de valor nacional y trabajará para fomentar y promover el establecimiento y la consolidación de la misma», aunque sea a costa de los derechos de los ciudadanos no judíos, por no hablar de los palestinos de los territorios ocupados.
Y cuál es su intención, señor primer ministro, al afirmar que «el ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional en prerrogativa exclusiva del pueblo judío.» ¿Eso significa que los ciudadanos no judíos del Estado no serán definidos como un grupo nacional? ¿Y qué se inscribirá bajo la cláusula de nacionalidad en el registro de civil, «no judío»? ¿O tal vez es suficiente escribir «no»? ¿Y tal vez para facilitar la identificación y evitar que erróneamente se conceda privilegios a la población que vale menos, será conveniente promulgar una ley que requiera que los árabes musulmanes porten un pedazo de tela rojo para ser reconocible, o de color verde para identificar al árabe cristiano y uno de color amarillo para reconocer a la distancia a un druso?
El coro de tontos seguidores, aduladores y mentirosos siguen haciendo la ridícula afirmación de esta despreciable legislación expresa el espíritu de las palabras de los fundadores como se expresa en la Declaración de la Independencia. Usted, señor Primer Ministro, también cree que puede convencernos de que:
• «Estado nación del pueblo judío» refleja fielmente la visión de un «Estado judío basado en la libertad, la justicia y la paz según lo previsto por los profetas de Israel»
• «El Estado considera que el desarrollo de la colonización judía es de valor nacional y trabajará para fomentar y promover el establecimiento y la consolidación de la misma» expresa la verdadera visión de «fomentar el desarrollo del país en beneficio de todos sus habitantes»
• La falta de mención en la Ley de la nacionalidad de los residentes no judíos de Israel expresa fielmente la visión de un estado que «mantendrá la completa igualdad de derechos sociales y políticos para todos sus ciudadanos, independientemente de su religión, raza o sexo»
A Ud. señor primer ministro se le atribuye la habilidad de ser un orador convincente, pero dudo que su talento será suficiente en este casos, ya que como lo he advertido hace años, la Declaración de la Independencia fue redactada cuidadosamente por líderes visionarios que asumieron la responsabilidad de hacer frente a nuestra compleja realidad, en tanto la Ley de la nacionalidad fue redactada por funcionarios carentes de inspiración y de visión, los cuales actuaron como si se les exigiera redactar un contrato para la transferencia fraudulenta de la propiedad de la tierra.
Hace cuatro años Ud. no me contestó, pero esta semana no me respondió con una carta sino con sino con un acto de legislación grosero y ofensivo que asesta un golpe a la comunidad a la que pertenezco, a todo ciudadano israelí no judío y a todos los cada judío de Israel y de la diáspora que son dueños de conciencia. Legislación que expande el olor de este gobierno por todo el mundo democrático. Entonces no hay necesidad de su respuesta, señor Primer Ministro: es de esperar que sus actos «lo acerquen y sus actos lo alejen». (Nota del traductor- Fuente de esta dicho: Mishná-Tratado Testimonios, Cap. 5 Mishná 7)*
No puedo hablar en nombre de todos los damnificados, pero en lo que a mí y a muchos de los miembros de la comunidad drusa se refiere, me gustaría decirle a Ud. y al grupo de legisladores y ministros que metieron mano en un asunto que les queda grande: Serví como combatiente y comandante en el ejército israelí durante 26 años. Antes y después de mí jóvenes drusos lucharon en todas las guerras, en todas las batallas y en todos los frentes. Por tanto, puedo dirigirles la mirada decirles que esto lo hacemos porque nos alistamos para defender a nuestro país y a nuestra patria. Nuestro vínculo con esta tierra no es menor que el de cualquier ciudadano judío israelí porque este es nuestro país y nuestra patria desde hace cientos de años.
Un gobierno aparece y un gobierno desaparece (es de esperar) y y no serán ustedes los que determinen cuál es nuestro sentido de pertenencia a este país. Un gobierno que intenta definirnos como ciudadanos de segunda clase se define a sí mismo como un gobierno de tercera clase o algo peor.
* «Tu conducta fijará tu lugar, de acuerdo a tus acciones y tu comportamiento, las personas se relacionarán a ti»
Esta abominable ley pone una vez más en claro el carácter en el fondo racista del sionismo, el cual no comienza con Netanyahu sino que ya había comenzado con Herzl.
Porque ¿qué otra cosa puede haber detrás del concepto de «estado judío»? ¿Qué diríamos si se nos considerara ciudadanos de segunda en una Argentina proclamada «estado católico»?
Que un típico burgués europeo del siglo XIX, época de los imperios coloniales, considerara como Herzl que un estado judío en Palestina sería «una avanzada de la civilización europea contra la barbarie asiática» no llama demasiado la atención.
Pero que hayamos llegado al siglo XXI con un racismo projudío que supuestamente debiera solucionar el racismo antijudío que siempre habíamos sufrido es algo distinto.
Estoy convencido de que, llevado por los criterios de su época, Herzl nos llevó por un camino equivocado. Por mucho que a veces nos parezca positiva su intención redentora después de tanto sufrimiento.
En cuanto a los drusos, les está sucediendo algo parecido que a los beduinos. Estos también fueron utilizados por Israel como rastreadores en el ejército pero, como no son judíos, no hay el menor escrúpulo en dejarlos de lado.
Sería muy bueno para Israel, para todos los judíos y para el mundo en general que Israel se decidiera de una vez a ser un estado democrático de todos sus ciudadanos. Como son todos los estados realmente democráticos que hay en el mundo.