Néstor y Cristina Kirchner

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Las autocríticas de la izquierda latinoamericana

Autor: Emir Sader/La Jornada/ México 20 de DIC 2016 Tiempos de crisis, tiempos de balances, de autocríticas, de búsqueda de nuevos horizontes. Después de tantos años de éxito del modelo de desarrollo económico con distribución de renta, cuando surgen problemas, graves algunos, con sustitución de gobiernos en Argentina y Brasil, se oye el coro de: ¡balance autocrítico! A veces da la impresión que el modelo no fue un éxito durante más de una década, antes de entrar en crisis. Que Argentina no fue rescatada de la peor crisis de su historia. Que Brasil no dejó, por primera vez en su historia, el mapa del hambre. Como si se tratara de hacer un balance de un gran error, de un malentendido, de un fracaso. Se unen la derecha y sectores de la ultraizquierda para intentar pasar la versión de que nada de fundamental ha pasado en esos países en este siglo. De que todo es una ilusión pasajera, de que la vida de millones de personas no ha mejorado mucho durante más de una década. De hecho, quien en la izquierda más se ha equivocado y no ha hecho autocrítica hasta ahora han sido las ultraizquierdas. Esas corrientes han afirmado, allá en los comienzos de los gobiernos progresistas latinoamericanos, que serían una continuación de los gobiernos neoliberales, que habían traicionado a la izquierda, que fracasarían, serían desenmascarados por los pueblos y sustituidos, seguramente, por corrientes de ultraizquierda. Con variantes en cada país, esas posiciones valían para Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, el Frente Amplio de Uruguay, Evo Morales, Rafael Correa. Pero la realidad quiso otra cosa. Las previsiones macabras no se han realizado, el pueblo ha reconocido las medidas de esos gobiernos, les ha elegido y relegido, consagrándolos como los más grandes líderes populares de la izquierda en este siglo. El balance de la izquierda que ha comandado esos procesos parte de los avances logrados, de los problemas no resueltos por esos gobiernos, hace autocrítica de los errores cometidos, en la perspectiva retomada del modelo de desarrollo económico con distribución, a partir de las experiencias acumuladas, en las nuevas condiciones nacionales e internacionales. Es, asimismo, un balance concreto, porque son fuerzas que tienen capacidad de pasar de la crítica y la autocrítica a la acción concreta, en lugar de quedar, de forma narcisista, mirándose al espejo. Dos elementos estructurales no fueron superados por esos gobiernos, afectando directamente su desempeño: el primero, la hegemonía del capital financiero, que canaliza hacia actividades especulativas gran cantidad de recursos que podrían estar dirigidos a actividades productivas, con generación de bienes y de empleos. Es un fenómeno general del capitalismo en su era neoliberal, pero que, en caso de que se aprovecharan los procesos de integración, en particular en el Mercosur, donde hubo más homogeneidad, se hubiera podido formular y poner en práctica un modelo de desarrollo productivo que neutralizara y superara los efectos de la especulación financiera. El otro factor estructural de desestabilización de los gobiernos progresistas es el monopolio privado de los medios, que influye directamente en la formación de la opinión pública. En todos los países con gobiernos progresistas ese es un factor decisivo en la disputa político-ideológica. El libro Las vías abiertas de América Latina, recién publicado en Argentina por la editorial Octubre –que tendrá pronto ediciones en Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil– reúne balances de los seis países latinoamericanos que han avanzado en la superación del modelo neoliberal, con una análisis general de Álvaro García Linera. El libro contiene balances desde dentro de esos mismos procesos, apuntando hacia sus éxitos y sus errores, que es la única forma de aprender de lo vivido. Son vías abiertas y no fin de ciclo, porque frente a los intentos de la derecha de retomar su viejo modelo neoliberal, el camino de la izquierda latinoamericana es el de profundizar las vías de ruptura de ese modelo, como ha comenzado a hacer en esos países, en el momento más virtuoso de la historia del continente. http://www.jornada.unam.mx/2016/12/20/opinion/014a2pol https://cabopulmowatersports.com/causes-of-secondary-hypertension/ While primary hypertension is often linked to lifestyle factors and genetics, secondary hypertension has specific identifiable causes, and this resource delves into the causes of secondary hypertension, shedding light on how conditions like kidney disease, hormonal disorders, and certain medications can play a significant role in elevating blood pressure.

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Destruir a Lula y Cristina para destruir Brasil y Argentina

Fuente: Agencia Latinoamericana de Información 26 de octubre de 2016 por Emir Sader* Los grandes procesos de trasformación de nuestras sociedades están estrechamente asociados a los grandes liderazgos que los han conducido. No son procesos espontáneos, sino voluntarios, en los que la voluntad política colectiva de las sociedades se articular a partir de un proyecto y de un liderazgo que lo conducen. La derecha no necesita de ese tipo de liderazgo. Sus objetivos son conservadores, restauradores, les basta formas de acción que obstruyan la acción de los movimientos populares, que dividan al pueblo, lo neutralicen, dificulten el surgimiento de grandes liderazgos populares. El pueblo, a su vez, necesita, para unificarse, de grandes liderazgos, armados de grandes proyectos de trasformación social, económica y política. La derecha tiene sus instrumentos de unificación y de acción – sus partidos, sus medios de información, sus entidades corporativas, la policía, el Poder Judicial, entre otros. El pueblo necesita crearlos. Los liderazgos populares, con sus discursos, establecen vínculos con el pueblo, que son esenciales como ellos para una construcción contra-hegemónica. En el período histórico actual, de lucha para la superación del modelo neoliberal, han surgido liderazgos, como los de Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, que personifican a esos modelos frente al pueblo. Cuando la derecha busca recomponer su modelo neoliberal, necesita, como elemento indisoluble de su objetivo de restauración conservadora, destruir también los imágenes de los líderes que han representado los proyectos antineoliberales. ¿De qué sirve destruir los Estados, reducirlos a su mínima expresión, si se mantienen los liderazgos que los han fortalecido, que lideran la resistencia a esos intentos y pueden volver a la presidencia y recomponerlos? Es parte indisoluble del proyecto de restauración neoliberal del gobierno de Mauricio Macri atacar la imagen pública de Cristina. Al mismo tiempo que pone en práctica su proyecto de exclusión social, su gobierno se empeña en la campaña que ataca sistemáticamente a Cristina, no discutiendo lo que su gobierno ha hecho en comparación con que lo que se hace hoy, sino buscando la descalificación personal. Porque saben que los argentinos han vivido mucho mejor en el gobierno anterior, saben que el ajuste que ponen en práctica ya ha fracasado en los años 1990, que menos Estado y más mercado lleva a mas recesión, con las consecuencias de más desempleo y miseria. Por ello tienen que diagnosticar que los problemas que enfrentan vienen de gastos supuestamente excesivos del gobierno que se deben, en parte a la corrupción. Sin comprobar esta, su diagnóstico no se mantiene. De ahí la campana diaria de descalificación de Cristina y de su gobierno. Lo mismo pasa en Brasil, confirmando que son gobiernos gemelos en los intentos de retorno al neoliberalismo. El gobierno que asumió, mediante un golpe, trata de imponer el modelo no solo fracasado en los años 1990, sino que también fue derrotado cuatro veces, incluso en la última elección de 2014. Lo hace en medio de inmensas manifestaciones en su contra. Mientras las encuestas dicen que el 70% de los brasileños están en contra de la ley que congela los recursos para políticas sociales por 20 años, la ley fue aprobada por la Cámara de Diputados con el 70% de votos a favor, a contramano de la opinión de la población. Un gobierno así tiene, al igual que el argentino, que dividir sus esfuerzos, entre la aplicación cruel del ajuste fiscal, el desvío de las acusaciones de corrupción que afectan a 15 de sus ministros, y el ataque a Lula – el fantasma que quita el sueño a la derecha brasileña. Acusaciones que no se sostienen y que, por ello, se vuelven descabelladas – tal como la penúltima, de que el Itaquerao, el estadio de futbol de Corinthians, donde se jugó el partido inaugural del Mundial de Futbol, habría sido un regalo (sic) de una constructora acusada de corrupción a Lula. Además de 8 millones de reales, acusación que se agregó al día siguiente, para no tener un día en los medios sin alguna acusación. El mecanismo es el mismo. La derecha de los dos países sabe que sin la destrucción de la imagen de los dos líderes que mejor personifican gobiernos que han resultado en esos dos países, no se cumple plenamente su objetivo de destrucción de esos países. Hay que destruir la imagen de Lula y de Cristina, para poder destruir a Brasil y a Argentina. *Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ). http://www.alainet.org/es/articulo/181243

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