¿Termina como en 1995 o como en 2001?
Fuente: Julian Zícari* | Página 12 Fecha: 29 de MAY 2018 Durante la década que rigió la convertibilidad el país tuvo dos crisis severas, una en 1995 y otra en 2001. Ambas pusieron bajo presión al sistema y llevaron a que los gobiernos a cargo de capearlas recurrieran al Fondo Monetario Internacional como prestamista de última instancia. Los resultados fueron totalmente opuestos en uno y otro caso. En 1995, tras sufrir una recesión de un año, la economía se recuperó y volvió a crecer durante dos años. En cambio, la crisis de 2001 no pudo revertirse y terminó en un terrible hundimiento. ¿Por qué se obtuvieron resultados tan distintos? La crisis de 1995 tuvo una causa clara. Estados Unidos comenzó una fuerte suba de su tasa de interés generando como consecuencia algo similar a lo que está ocurriendo hoy: muchos capitales especulativos decidieron dejar las economías periféricas -en especial las latinoamericanas- y refugiarse en destinos más seguros para captar las altas tasas. Tal huida de capital llevó a la economía mexicana a devaluar en diciembre de 1994. Lo sucedido en México pareció un anticipo de lo que podría ocurrir en Argentina, por lo que las corridas bancarias y cambiarias se hicieron sentir con fuerza, proyectando un derrumbe de la convertibilidad y de la economía. Para enfrentar el shock externo, el entonces presidente Menem y su ministro Cavallo recurrieron al FMI para obtener un salvataje, algo similar a lo que está intentando el macrismo en la actualidad. A su vez, se aplicó un fuerte programa de ajuste a partir de marzo de 1995, que incluyó el aumento del IVA, el despido de empleados estatales y la promesa de más privatizaciones. Lo llamativo fue que apenas dos meses después se realizaron las elecciones presidenciales (mayo de 1995), con la economía en recesión y el desempleo arriba del 18 por ciento, y pese a ello la población ratificó a Menem en la Casa Rosada. En suma, la mayoría demostró estar dispuesta a pagar cualquier precio con tal de mantener la convertibilidad, tolerando el ajuste. Años después, la situación volvió a ser complicada. La economía entró en recesión en 1998, se fue cerrando el flujo de fondos externos y se sembraron dudas sobre la continuidad de la convertibilidad. Por eso, en diciembre de 2000 el presidente De la Rúa cerró un acuerdo con el FMI para despejar temores y así obtuvo el Blindaje, con el cual pretendía cubrir las necesidades financieras del gobierno por los años siguientes. Eso demostró no ser suficiente y a mediados de 2001 se debió renegociar parte de la deuda externa con los acreedores, realizándose el megacanje. A su vez, al igual que Menem en 1995, el tándem De la Rúa-Cavallo buscó demostrar su compromiso con el pago de deuda y aplicó un gigantesco ajuste en julio, con la “ley de déficit cero”. Gracias a este “esfuerzo”, el FMI premió al país con el “salvataje” en septiembre de 2001, otorgándole otros 8 mil millones de dólares para terminar con las dudas frente a la crisis. El final de la historia de 2001 es conocida: apenas tres meses después del “salvataje” llegó el corralito, los saqueos y la rebelión popular que le puso fin a Cavallo y De la Rúa. ¿Por qué esta vez el resultado fue diferente? La respuesta no hay que buscarla en lo que hizo el FMI, ya que en 1995 asistió a Menem con 2300 millones de dólares y en 2001 con 10.600 millones. Es decir, en la crisis que terminó por estallar su intervención fue cinco veces más “generosa” y sin embargo todo explotó. La clave para la respuesta está en la capacidad de la tolerancia popular frente al ajuste: en 1995 la población pareció avalarlo, ya que ratificó a Menem en las elecciones. En cambio, en 2001 la población respondió con el “voto bronca”, con los piqueteros, los sectores medios activos y un sindicalismo que no dio tregua. En 2001 ya no hubo tolerancia a las políticas de ajuste. Por ello, para saber si el programa de recortes y de flexibilización laboral que el FMI busque imponerle al macrismo tendrá éxito o no, debemos preguntarnos si la población estará dispuesta a movilizarse o será pasiva. Esa es la cuestión hacia el futuro. *Julián Zícari: Autor del libro Camino al colapso. Cómo llegamos los argentinos al 2001.