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Carta del Maestro Tabárez

Fuente: Óscar Washington Tabárez | www.cta.org.ar Fecha: 26 de JUN 2018 El Director Técnico de la selección Uruguaya de fútbol Maestro Tabárez escribió la siguiente carta: Rusia, 22 de junio de 2018. Queridos compatriotas, nos encontramos en un momento definitorio para el país, para nuestros jóvenes y nuestro futuro. En estos días vamos a jugar uno de los partidos más importantes. Es necesario el apoyo, el respaldo y la solidaridad de cada uno de los uruguayos. Si no conseguimos buenos resultados ahora, y no cumplimos con la expectativa y las esperanzas de miles y miles de uruguayos, vamos a tener que esperar años para poder revertir la situación. Este junio, no es un junio cualquiera. En este mes nos jugamos el futuro de nuestros jóvenes. Es la oportunidad para cumplir con lo prometido, y meter el gol más importante: darle a nuestros jóvenes mejores condiciones de estudio, poner a la educación pública en las mejores ligas de los ránking internacionales. Es el momento de cumplir con lo prometido y llegar al 6% del PBI para la Educación Pública. Como Maestro sé el esfuerzo, dedicación y compromiso que cada docente realiza en las aulas, en esa cancha tan difícil de jugar. En esa cancha los rivales y las dificultades son enormes. La mala alimentación de los estudiantes, la falta de estímulos y motivación, la falta de materiales didácticos para trabajar, las dificultades de aprendizaje, la sobrepoblación, y ante todo la falta de reconocimiento de esta labor tan importante para construir una sociedad mejor. Por eso, el partido que debemos apoyar es el que se juegan los docentes y los estudiantes en la próxima rendición de cuentas. De nada sirve ser campeones del mundo si nuestros jóvenes no saben dónde queda Rusia, o porque en el seleccionado francés hay tantos jugadores nacidos en África o con padres africanos. De nada sirve ser campeones si a nuestros jóvenes no les transmitimos que lo que ellos hacen lo valoramos y creemos que tienen un futuro esperanzador. Tenemos la responsabilidad y la obligación de decirles a todos los jóvenes y niños del Uruguay que creemos en ellos y que vale la pena apostar por su futuro, y si es necesario hacer más esfuerzos para darle lo que ellos merecen lo vamos hacer. El momento es ahora, entonemos el himno bien fuerte para decir «sabremos cumplir». Deben cumplir con lo prometido, 6% del PBI para la Educación Pública. Un fraternal y respetuoso saludo a todos los docentes de Uruguay. Óscar Washington Tabárez

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La derecha latinoamericana dijo a qué vino

Fuente: Emir Sader | La Jornada Fecha: 26 de MAY 2018 Después de años duros, en que parecía que el neoliberalismo había venido para quedarse en América Latina, fuerzas populares han logrado construir programas de gobierno antineoliberales, ganar elecciones y protagonizar los años más virtuosos de nuestra historia, en algunos de nuestros países. Pero la derecha, aun derrotada, no ha dejado de maniobrar para intentar frenar a esos procesos, que representan el desenmascaramiento de todo lo que la derecha había dicho que era nuestro destino inevitable. Planteaba distintas cosas, pero su política económica siempre era el viejo modelo centrado en los ajustes fiscales, como medicamento contra la enfermedad de los gastos estatales. Tras el periodo de gobiernos posneoliberales, la derecha ha vuelto a la carga, conquistando el gobierno en Argentina mediante elecciones, logrando el poder en Brasil mediante un golpe. Y tuvo la posibilidad de decir a qué vino, porque peleó tanto, con todas sus fuerzas, legales e ilegales, para retornar al gobierno. ¿Qué es lo que tiene que proponer y realizar en América Latina? En verdad, no fue necesario aguardar ese retorno, porque podemos saber lo que la derecha latinoamericana tiene que proponer ante la situación de países como México, gobernado hace tantas décadas por la derecha, con su modelo neoliberal ya hace por lo menos dos décadas y media. Las preferencias a favor de Andrés Manuel de López Obrador para volverse el próximo presidente de México es el resultado directo del fracaso de los gobiernos de PRI y PAN, que se han alternado en el gobierno, sin cambiar la política económica neoliberal, llevando México a una situación catastrófica, desde todos los puntos de vista. El país que iba a marcar la senda para los otros países del continente, habiendo sido el primero en firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos (y con Canadá, en ese caso) representa, al contrario de lo propuesto, el fracaso de esos tratados y esas políticas. Los dos partidos de derecha sumados no tienen las preferencias de López Obrador, que aparece como la ruptura con la corrupta oligarquía tradicional en México. Pero el retorno de la derecha al gobierno en Argentina y en Brasil podría significar una actualización de las propuestas de la derecha. Sin embargo, en los dos países se ha aplicado el mismísimo modelo que ya había fracasado en los años 90. El mismo diagnóstico de que los problemas de nuestras economías son los gastos excesivos del Estado tuvieron el mismo tipo de respuesta: la centralidad del ajuste fiscal. Con las desastrosas consecuencias apraejadas: profunda y prolongada recesión, desempleo, recorte, desindustrialización de la economía, fuga de capitales, alza del déficit público. ¿A eso vinieron las derechas en Argentina y en Brasil? ¿Eso prometen? ¿Por ello han luchado contra los gobiernos populares, valiéndose de acusaciones falsas, campañas de mentiras, cerco a los gobiernos desde los medios y desde los capitales especulativos? Ello demuestra, para México, Colombia, Bolivia y otros países que están o tendrán procesos electorales, lo que pueden esperar de los partidos y candidatos de derecha en América Latina, cualesquiera que sean sus promesas. En Venezuela se llegó a prometer la dolarización de la economía. En Brasil se privatizan los mejores bienes nacionales, los de Petrobras. En Argentina se vuelve a la entrega a los brazos del Fondo Monetario Internacional, volviendo a comprometer el futuro del país. Las alternativas de retomar el desarrollo económico con distribución de renta suponen la ruptura con el modelo neoliberal, lo cual solamente gobiernos de izquierda pueden hacer, como se ha demostrado en este siglo. De la capacidad de la izquierda para unificarse donde está dividida, a superar los obstáculos jurídicos donde la derecha se vale contra líderes de izquierda, de la reformulación de los proyectos que han resultado, adecuándolos a las condiciones internas y externas actuales, y del rescate de los valores solidarios, cooperativos, humanistas, depende una solución positiva de la crisis actual que afecta a todo el continente.

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La planta insolente del Comando Sur

Fuente: Luis Britto García* | luisbrittogarcia.blogspot.com Fecha: 18 de MAY 2018 Alguna vez dije que vivíamos en la época del imperialismo humanitario y el genocidio filantrópico. Prueba de ello, el plan Masterstroke, del almirante Kurt Tidd, comandante en jefe delSouth Command, sección del ejército de una potencia del Norte que nada tiene que hacer en nuestro Sur (http://www.voltairenet.org/article201091.html.). Lo publica Voltairenet; lo comenta Stella Calloni, especialista en operaciones de genocidio, y su contenido es coherente con anteriores políticas y documentos de Washington.  Si el dueño del circo “no descarta” la intervención armada contra Venezuela, es creíble que los payasos disparen papelillo. El solo título, “Plan to overthrow the Venezuelan Dictatorship” (Plan para derrocar la dictadura venezolana), es ya una confesión delictiva. En términos  de la Carta de la ONU y de la de la OEA, ningún Estado puede ni debe intervenir en las cuestiones internas de otro, y mucho menos derrocar su gobierno. A confesión de parte, relevo de pruebas. Tidd confiesa desvergonzadamente en el texto  la implicación de su gobierno en las acciones contra Venezuela: “Es tiempo de que Estados Unidos pruebe, con acciones concretas, que está implicado en el proceso de derrocar la dictadura venezolana, lo cual significará un punto decisivo”. Pero también admite con mayor cinismo todavía que ese proceso no va a ser cumplido por venezolanos, pues las fuerzas opositoras “no tienen el poder de poner fin a la pesadilla”, ya que “las disputas internas, la supremacía de los favoritismos particulares, la corrupción similar a la de sus rivales, su escaso arraigo, no les garantizan la oportunidad de aprovechar la situación y dar los pasos necesarios”. Mayor desprecio no puede caber hacia los opositores en cuyo beneficio se pretende destruir un país. Esta oposición perniciosa es además minoritaria, pues  el plan está dirigido contra “los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan a los gobernantes actuales” –o sea, la mayoría democrática. El almirante  desarrolla su plan para exterminarla:“-Obstruir completamente las importaciones, y al mismo tiempo, desalentar a los potenciales inversionistas extranjeros a fin de contribuir a hacer más crítica la situación de la población -sobre todo en lo relativo al combustible, esencial para cualquier intento de recuperación de la economía nacional”. A fin de agravar la crisis que supuestamente quiere solucionar, el humanitario Comando Sur propone: “Alentar la insatisfacción popular incrementando la escasez y el alza en precio de los alimentos, medicinas y otros bienes, con la intención de provocar la deserción de los ciudadanos por todas las fronteras, poniendo en riesgo así la seguridad nacional de los países fronterizos. Causando víctimas y haciendo responsable al gobierno de ellas. Exagerando ante el mundo la crisis humanitaria a la cual ha sido sometido el país”. No se olvidan detalles: hay que estructurar un plan para lograr la profusa deserción de los más calificados profesionales, a fin de “dejarlo absolutamente sin profesionales”, lo que agravará todavía más la situación interna, y culpar de ello al gobierno. Un “Golpe Maestro” no ahorra crímenes: “Incrementar la inestabilidad interna hasta un nivel crítico  intensificando la descapitalización del país, la fuga de las divisas extranjeras y el deterioro de su base monetaria, provocando la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que incrementen su deterioro y que simultáneamente provoquen a los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan a los gobernantes actuales- y a aquellos que están en mejor situación, a ver su status social como amenazado”. No se le escapa al aprovechado almirante que a pesar de todas estas fechorías,  una oposición minoritaria, sin poder, “de escaso arraigo”, sumida en “disputas, favoritismos y corrupción” seguramente será incapaz de arrebatarle el gobierno a la mayoría democrática. Por tanto, se impondrá la democracia minoritaria con los métodos más antidemocráticos: “Usar a los oficiales del ejército como una solución alternativa o definitiva… endureciendo las condiciones dentro de las Fuerzas armadas para que ejecuten un golpe antes de que acabe el año  2018”. Pero Estados Unidos y cierta oposición llevan veinte años fraguando un golpe de Estado   que nunca cuaja. Habrá entonces que derrocar al gobierno con fuerzas foráneas.  A tal fin, urge Tidd “Apelar a los aliados domésticos, así como a otras personas insertas desde el exterior en la escena nacional a fin de que generen protestas, motines e inseguridad, saqueos, robos, asaltos y secuestros de transportes de naves y de otros medios de transporte, con la intención de sumergir al país en una crisis a través de las fronteras y otras posibles vías, dificultando de tal modo la Seguridad Nacional de los países fronterizos. Causando víctimas y haciendo al gobierno responsable de ellas. Magnificando ante el mundo la crisis humanitaria a la cual el país ha sido sometido”. “Avanzar en la instalación en bases de aeroplanos de combate y helicópteros, vehículos blindados, posiciones de inteligencia, y unidades militares especiales y logísticas (de policía y militares, fiscales de distrito y prisiones)”. O, para hablar más claro: la imposición por la fuerza bruta de ejércitos de ocupación extranjeros, pues los estadounidenses generosamente están dispuestos a sacrificar como carne de cañón ciudadanos de otros países latinoamericanos: “Comprometer a Brasil, Argentina,  Colombia y Panamá para contribuir con un mayor número de tropas, para utilizar su proximidad geográfica y su experiencia en operaciones en regiones selváticas. Fortalecer su condición internacional con la presencia de unidades de combate de los Estados Unidos de América y los países citados, bajo el comando de un Estado Mayor conjunto dirigido por Estados Unidos”. Los estadounidenses estarán allí para fortalecer y comandar: que los desechables hispanos se quemen el pecho por ellos. Se engañan entonces los opositores que anhelan  una fotogénica invasión de rubios marines airosamente uniformados. Estados Unidos utiliza actualmente en sus guerras sucias los más inmundos mercenarios. Planea Tidd “Reclutar paramilitares principalmente en los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y el Norte de  Santander, áreas densamente pobladas por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y ahora regresan huyendo del régimen, para intensificar las actividades desestabilizadoras en la frontera común entre ambos países. Hacer uso del espacio vacío dejado por las FARC, la beligerancia del ELN y las actividades en el área del Clan del Golfo. Preparar la involucración

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Trump bajo el fantasma de Chávez

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 19 de MAY 2018 El domingo 20 tendrán lugar las elecciones presidenciales en Venezuela. El proceso electoral se ha desarrollado en el marco de una feroz ofensiva de Estados Unidos para quitarle legitimidad, deteriorar su economía —a través del bloqueo económico y el ahogo financiero— y amenazar su soberanía mediante provocaciones militares fronterizas. Los candidatos que disputan la presidencia para el periodo 2019-2025, son cuatro: Nicolás Maduro, Henri Falcón (propuesto por una alianza compuesta por Avanzada Progresista, Copei y el Movimiento Al Socialismo, MAS). El tercer candidato es el pastor evangélico Javier Bertucci (Esperanza por el Cambio). Cierra la lista Reinaldo Quijada (Unidad Patriótica Popular). El resto de los partidos opositores se sumaron a un boicot promovido desde Washington y Miami, pese a que todos sus referentes habían llegado a un acuerdo político de participación en las elecciones con el MUD (Mesa de Unidadad Democrática), como resultado de acuerdos políticos alcanzados bajo la mediación del ex jefe de gobierno español José Luis Zapatero. Fue este último quien informó a los medios, mediante una carta pública, el 7 de febrero de 2018, mostrando su sorpresa y desazón frente al abandono de las conversaciones de Santo Domingo, en las que se debatían los formatos de participación electoral y se había alcanzado un principio de acuerdo de todas las partes. En aquella ocasión Zapatero señaló que: “De manera inesperada para mi, el documento no fue suscrito por la representación de la oposición”. A última hora, los referentes del MUD habían sido comisionados desde Miami –específicamente a través de integrantes del staff del senador Marco Rubio— para evitar cualquier compromiso con el chavismo. Frente a esta certidumbre, Rodríguez Zapatero señaló en su carta pública dirigida a la comunidad internacional: (…) Es por ello que le pido, pensando en la paz y la democracia, que su organización suscriba formalmente el acuerdo que le remito, una vez que el gobierno [de Maduro] se ha comprometido a respetar escrupulosamente lo acordado”. El MUD no suscribió los acuerdos de Santo Domingo porque el gobierno de Trump y su encargado de monitorear las políticas de América Latina –Marco Rubio— lo impidieron, exigiendo a sus líderes el abandono de las conversaciones so pena de limitar o suprimir el financiamiento otorgable a la oposición al chavismo, a futuro. El MUD está conformado por los partidos Acción Democrática, Voluntad Popular y Primero Justicia y desde esa renuncia se sumaron a la tarea de deslegitimar el proceso electoral, llamando al boicot de las mismas. Las elecciones de este domingo están enmarcadas en una guerra no convencional entablada por las compañías petroleras, las elites económicas de Caracas articuladas con corporaciones trasnacionales —gran parte de ellas refugiada hoy en Miami—, el Comando Sur del Pentágono y el Grupo de Lima, integrado por países miembros de la OEA a instancias de Estados Unidos. Uno de los voceros y activistas de este grupo es Mauricio Macri, quien ha repetido en los últimos meses que no reconocerá el resultado de las elecciones. Mas de 20 millones de electores están convocados a sufragar en el marco de una situación económica crítica que incluye hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, cortes de agua y luz, migraciones hacia países vecinos y altas tasas de delincuencia persistentes. Estos penosos desajustes son parte de una estrategia liderada por el Pentágono, cuyas especificaciones tácticas han sido filtradas en 2012. Se trata del Manual de Entrenamiento de las Fuerzas Especiales, conocido como TC-1801, inscripto en la doctrina de Guerra No Convencional del Departamento de Estado. [1] Guerras No Convencionales Esa guía de acción operativizada –entre otros destinatarios— contra la República Bolivariana de Venezuela, dice textualmente: “Las intenciones en los esfuerzos de guerra no convencional de los Estados Unidos buscan explotar las vulnerabilidades políticas, militares, económicas y psicológicas de un poder hostil, mediante el desarrollo y el sostenimiento de fuerzas de resistencia que cumplan con los objetivos estratégicos de los Estados Unidos”. [2] Eso supone tanto la “producción de fragilidad” como el aprovechamiento de las debilidades endógenas del país a ser atacado. Hugo Chávez fue el iniciador, dentro de América Latina, de una oposición frontal al neoliberalismo, con posterioridad a su implantación a sangre y fuego con el golpe de estado contra Salvador Allende en 1973. Su liderazgo motorizó proyectos de integración regional y el acompañamiento del “No al ALCA” en conjunto con Néstor Kirchner, Lula y Evo Morales en 2005. Esa Guerra No Convencional (GNC) incluye aspectos políticos, mediáticos, jurídicos, económicos y financieros. Uno de sus soportes es el que cuestiona el sistema electoral que llamaron a boicotear. Sin embargo, las razones institucionales no parecen ser de fondo a la hora de cuestionar a Caracas e intentar incluso (frustradamente) su reciente expulsión de la OEA. La preocupación de Estados Unidos sobre el sistema electoral de Venezuela no parece ser compatible –por ejemplo— con los cuestionamientos dirigidos a sus aliados de las autocracias teocráticas del Golfo Pérsico donde no abundan los modelos de representación política, desde hace casi un siglo. Ese rasero no se hace visible frente a los sistemas institucionales de los países cuya estructura y fortaleza militar generan respeto, como es el caso de la República Popular China. Tampoco,  frente a ninguna de las dictaduras sangrientas (presentes y pasadas) con las que Washington ha entablado beneficiosas relaciones económicas, políticas y diplomáticas. El Departamento de Estado nunca ha solicitado la expulsión de la OEA del Chile de Pinochet, de la Argentina de Videla, ni de la Guatemala de Efraín Ríos Montt, donde se asesinaron a 200.000 personas, mayoritariamente integrantes de pueblos originarios. El Departamento de Estado monitorea los sistemas políticos de acuerdo con el beneficio o perjuicio para sus intereses estratégicos y geopolíticos. En ninguna ocasión han juzgado un sistema sobre la base de meros parámetros institucionales, basados en el derecho local o internacional. El problema de Washington con Caracas no es de representaciones o de votos. Es de políticas emancipatorias que desafían los intereses que Estados Unidos considera parte de su patio trasero. La doble vara 

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“El mayor límite de los gobiernos progresistas fue no haber profundizado la participación popular”

Fuente: Lucio Garriga y Gerardo Szalkowicz | Nodal Fecha: 04 de MAY 2018 Entrevista a Isabel Rauber, filósofa e investigadora argentina. La recomposición de los proyectos conservadores en América Latina se explica en parte por su dominio de los poderes fácticos y los aciertos y artimañas que han desplegado, pero también por las debilidades y los límites de los gobiernos progresistas y populares. Isabel Rauber –filósofa, investigadora y docente argentina- es una de las interpretadoras más lúcidas de este cambio de escenario en la región. Marca tres dilemas claves: la política de alianzas, el empoderamiento popular y la matriz productiva, tópicos que desarrolla en esta entrevista. Además, analiza el conflicto social en Nicaragua y la nueva etapa que se abrió en Cuba con la asunción de Miguel Díaz-Canel quien, según Rauber, “encabeza el proceso de evolución en la revolución”. -¿Por dónde ves las principales razones del cambio en el escenario político en América Latina en los últimos años? ¿Cuáles son los límites que mostraron los gobiernos progresistas y populares? – Creo que uno de los problemas fundamentales que tuvieron los gobiernos populares es haberse estancando luego del primer período. Esos gobiernos asumieron después de largos períodos neoliberales, como consecuencia de levantamientos populares y luchas sociales. Hubo un período inicial en el que había tareas urgentes que resolver como la comida, la educación, un mínimo de infraestructura. Ese período se termina más o menos en los primeros 10 años, es decir, resueltos esos dramas urgentes de sobrevivencia había que profundizar los procesos hacia cambios de raíz, cambios desde abajo. Esos cambios de raíz implicaban acelerar la disputa con los poderes hegemónicos de siempre. Y ahí creo que predominó, en casi todos los procesos, una actitud de pensar que podían conservar el gobierno acordando con los sectores del poder. El caso más emblemático es Brasil, donde el PT gobernó en acuerdo con un Parlamento que acumuló el poder suficiente hasta terminar inventando un proceso para tumbar a Dilma y ahora encarcelar a Lula. – Alguna vez lo llamaste “cogobernar con los adversarios” – No está mal hacerlo en determinados momentos, pero son momentos que se agotan. No se puede gobernar así 12 años porque lo que se agota es el pueblo. Sobre todo un pueblo que no participa en las decisiones. Las movilizaciones en Brasil sobre el “pase libre” ya habían sido un indicativo, y ¿cuál fue la conclusión del PT? Que eran sectores medios impulsados por Estados Unidos. Basta de tener una visión tan paranoica de la política. El adversario siempre va a estar presente en las debilidades porque quiere disputar el poder. El problema es por qué ocurre lo que ocurre y cuál es tu actitud con lo que está ocurriendo. Es decir, salvo en casos muy puntuales, no te podés aliar con el adversario para resolver los problemas fundamentales. La segunda cuestión es el empoderamiento de los pueblos, que implica que los pueblos se hagan cargo de las políticas de gobierno y para que se hagan cargo tienen que decidir. Los pueblos no son carne de cañón que sólo salen a manifestarse. Tienen organizaciones de base, tienen capacidad de interpretación, de conocimiento, de saber y de poder territorial. Por lo tanto, se necesita que el Estado abra las compuertas para la participación del pueblo en la toma de decisiones, lo que llamamos un “empoderamiento creciente”. Si un pueblo decide que quiere vivir de una forma no hay campaña de prensa posible que le diga que ha sido engañado porque actuó y decidió con plena conciencia. La fuente mediática más poderosa que tenemos es la conciencia de cada persona sobre cómo quiere vivir. Creo que el mayor límite de los gobiernos progresistas fue no haber profundizado la participación popular. Una tercera pata es el tema de la producción de formas alternativas que salieran del marco del extractivismo, y en el sentido económico se quedaron en lo que podríamos llamar un neodesarrollismo de izquierda que pensó que el extractivismo si sirve para financiar un plan social está bien. Está bien para los primeros 10 años, porque los gobiernos tienen que funcionar, pero ¿se apostó y se apoyó realmente a los modelos alternativos en lo que hace a la energía, a otras formas de producción? Muy débilmente. No es que los gobiernos progresistas retrocedieron, estas cuentas pendientes, estos agujeros negros, son los que han intervenido en las caídas. – ¿Cómo analizás la situación que se dio en Nicaragua en las últimas semanas? – Nicaragua es otro emergente de una problemática común, más allá de las características particulares de cada país. Me parece importante evaluar los procesos analizando siempre cómo se da la participación popular en la toma de decisiones. Es decir, ¿hay un empoderamiento real o hay un desplazamiento del lugar de los sectores históricos del poder por una cúpula que, aunque se diga de izquierda, no garantiza que se trate de un proceso real de cambio. Hay que recordar que el detonante de las protestas en Nicaragua es un cambio en los impuestos, una propuesta de reducción de las jubilaciones del 5% y un aumento de un impuesto interno. Fue como una bomba de tiempo que estalló en la ciudadanía. Luego el gobierno se autocritica y quita la medida. Pero la pregunta es: ¿por qué tomó la medida? No quiero escuchar explicaciones técnicas, estoy saturada de escuchar a tecnólogos y tecnócratas que explican cómo eso hacía falta. La pregunta es: ¿a quién le hacía falta? En segundo lugar, si es tan necesario ¿por qué no se construyó en consenso con los sectores del pueblo? ¿O no es un gobierno del pueblo? El problema es que siempre estamos con lo mismo, el déficit de la participación popular en la toma de decisiones. Los gobiernos creen que pueden decidir desplazando el protagonismo popular. Creo que hay una gran debilidad en ese sentido en la construcción del proceso político en Nicaragua. Por supuesto que el imperialismo se ha metido y financia también, pero esos son los códigos de la política y es sabido que

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A un mes de las presidenciales en Venezuela: los votos en tiempos de guerra

Fuente: Marco Teruggi* | La Tecla Eñe Fecha: 21 de ABR 2018 El 20 de mayo habrá elecciones presidenciales en Venezuela. Parecía impensable, o casi, hace un año atrás, cuando el país era una sucesión de trincheras, asaltos y plomo con el Palacio de Miraflores como objetivo. También lo era sostener que el chavismo llegaría con tres elecciones ganadas —constituyente, municipales, gobernaciones— los pronósticos a su favor, que Nicolás Maduro tendría ante sí a un pastor evangélico, Javier Bertucci, y un traidor recientemente derrotado en las urnas, Henry Falcón. La política no es matemáticas y Venezuela no encaja en manuales. La derecha llega con una superposición de derrotas, incapacidades estructurales, descrédito en las masas. Pocos creen en su dirigencia agrupada en el Frente Amplio Venezuela Libre, Soy Venezuela, o como pieza solitaria en campaña. Los primeros son la reagrupación de pedazos rotos de la Mesa de Unidad Democrática, desde Acción Democrática hasta Primero Justicia, Voluntad Popular, con la incorporación subordinada de partes de lo que fue denominado chavismo crítico, con la intención de mostrar una nueva amplitud. Su planteo público es recuperar la democracia, lograr elecciones justas. En privado apuestan centralmente a la estrategia golpista/intervencionista. Los segundos, principalmente Vente Venezuela y Antonio Ledezma, sostienen que no habrá solución posible a través de la vía electoral. Esos dos agrupamientos no presentan candidatos para el 20 de mayo. Falcón decidió aprovechar ese vacío para lanzarse como pieza solitaria -¿al vacío también?- con su propuesta de dolarización de la economía. El cuadro nacional, las miserias opositoras, son importantes para entender por qué el chavismo tiene mayores oportunidades en votos. La derecha no tiene liderazgos genuinos, alternativa de país, su violencia del 2017 volvió a poner sobre la mesa quiénes son. El problema es que el centro de gravedad del conflicto no reside en Venezuela. El análisis de los derroteros opositores permite entender una parte menor del asunto. Sus decisiones no son muchas veces suyas, en particular cuando es financiada de manera directa, como los 16 millones de dólares que recientemente le aprobó el gobierno norteamericano —eso es solo lo público—. El epicentro del conflicto está en el frente internacional, dirigido por los Estados Unidos, con sus aliados de la Unión Europea, y los gobiernos subordinados del continente. Ahí se planifican las tácticas, la dirección central de los ataques, la construcción de sus escenarios, actores, ángulos de tiro. Así como el enfrentamiento ha desbordado el cuadro nacional y tiene centro de operaciones en el exterior, también la lógica del conflicto del enemigo abandonó lo democrático —una tendencia en marcha en el continente— y se encuentra en los territorios de la guerra no convencional que busca periódicamente desenlaces por la vía que sea posible. Las elecciones presidenciales deben analizarse en ese cuadro. La apuesta seguramente sería electoral en caso de haber tenido con qué. Los Estados Unidos, al leer la debilidad de la derecha, optaron por vaciarlas. Rompieron la mesa de diálogo con el gobierno en República Dominicana a principios de año, apostaron por aumentar el bloqueo sobre la economía de manera articulada con sus aliados/subordinados con la amenaza del embargo petrolero, continuar el intento de aislamiento diplomático, demonización comunicacional mundial, y preparar nuevos asaltos en función de cómo evolucionen las variables que impactan en simultáneo. Todas las posibilidades están en desarrollo. Retirarse de las presidenciales no significa que no desarrollen política para ese escenario. La estrategia del vaciamiento es la del no reconocimiento internacional de los resultados, y el argumento de la pérdida de legitimidad de origen del gobierno ya que estaría basado en un fraude. Eso abriría las puertas a nuevas acciones que serían legales al estar frente, ahora sí, a una dictadura. Ese planteo ha venido en desarrollo desde el año pasado, con el ensayo fracasado del gobierno paralelo, del cual queda el Tribunal Supremo de Justicia ilega—por completo desconocido entre la gente en Venezuela— que según la derecha sería el auténtico. No es casualidad que haya vuelto a aparecer mediáticamente en estas semanas, de la mano con la prófuga ex Fiscal General —que se fotografía con el ex presidente colombiano Álvaro Uribe— y la Asamblea Nacional en desacato, con la línea de enjuiciamiento del presidente para no reconocerlo —nuevamente— y, afirman, destituirlo. Se trata de una acción pensada para el frente exterior: ¿cómo piensan materializarlo en lo nacional? No es la única política ante las elecciones: la otra es intentar actos de fuerza para conmocionar al país. El caso más reciente es la operación Gedeón II, donde fue desmantelada una célula que preparaba acciones con explosivo sobre puntos neurálgicos como el Consejo Nacional Electoral, y la comandancia de la Guardia Nacional Bolivariana, ligada a su vez con la trama de Oscar Pérez —presentado como mártir por la mediática internacional— quien en julio pasado había disparado sobre el Ministerio de Relaciones Interiores Justicia y Paz y lanzado granadas sobre el Tribunal Supremo de Justicia. No se trata solamente de vaciar sino de llegar a los comicios en las peores condiciones, impedirlas, y, de darse, que haya la menor participación posible. La pregunta es qué pasará luego del 20 —con una posible victoria de Maduro— además del recrudecimiento de las líneas de ataque en marcha. Algunos indicios se han dado en estas semanas. Uno de ellos es el intento detenido de conspiración dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, donde fueron arrestados seis tenientes coroneles, un primer teniente y dos sargentos, pertenecientes al Movimiento de Transición a la Dignidad del Pueblo, con fuerza en el Batallón Ayala, uno de los principales del país, situado en Caracas. La apuesta hacia el formato clásico de Golpe de Estado está presente, lo financian, lo invocan voceros y medios de la derecha. Otra hipótesis de resolución sería una acción de fuerza a través de vías fronterizas, con montaje de escenarios de falsa bandera, que abrirían las puertas a una escalada, o con el argumento de la crisis humanitaria. Antonio Ledezma, en línea con Julio Borges, se lo imploraba al vicepresidente norteamericano en Lima, el mismo día

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Doce presidentes estadounidenses después, ¡Cuba sigue enhiesta y altiva!

Fuente: Sergio Rodriguez Gelfenstein | AVN Fecha: 20 de ABR 2018 Han hecho todo lo posible, legal e ilegalmente, han quemado cañaverales, han introducido plagas a los animales, las plantas y las personas, organizaron, armaron y financiaron una invasión militar que el pueblo cubano derrotó en menos de 72 horas un día como hoy hace 57 años, han promovido deserciones y riesgosas migraciones ilegales, han robado cerebros, han intentado asesinar a sus dirigentes centenares de veces , han mantenido un bloqueo ilegal e inhumano por casi 60 años, se sostienen de manera ilegítima en la base naval de Guantánamo contra la voluntad del pueblo cubano, han gastado miles de millones de dólares en la subversión, el sabotaje y el terrorismo, pero no lograron su objetivo: no sacaron ni a Fidel ni a Raúl del poder, ellos se fueron por voluntad propia y por decisión del pueblo cubano. Hoy Raúl se retira de su cargo de presidente de Cuba y lo hace por la puerta ancha de la historia, reconocido, admirado y querido por su pueblo, igual como lo hizo Fidel. Doce presidentes desde Eisenhower hasta Trump, fracasaron en el intento: los Castro hicieron revolución, hicieron patria, hicieron socialismo, hicieron internacionalismo y triunfaron. La pequeña Cuba, aislada durante décadas por sus pares latinoamericanos, bloqueada hasta hoy por la obsesión imperial, tuvo fuerzas para salir adelante y todavía le quedaron restos para transmitir amor, solidaridad, educación, cultura y salud por los infinitos rincones del planeta, donde por cierto regaron con la sangre de sus mejores hijos los campos, las ciudades, las montañas y los desiertos de África, el Medio Oriente, el Caribe y América Latina y vale preguntarse ¿qué riqueza se trajeron de vuelta?. Ninguna, absolutamente nada material, solo el honor de saldar su propia deuda con la humanidad como dijera Fidel en algún momento. Acaso Fidel y Raúl pensaron que iban a ser presidentes cuando aquella mañana irredenta del 26 de julio de 1953 arriesgaron sus vidas para iniciar el camino de la liberación, acaso se amilanaron cuando fueron juzgados «en tan difíciles condiciones» y teniendo que defenderse, considerando que jamás «contra un acusado se había cometido tal cúmulo de abrumadoras irregularidades»… y salieron adelante. Hoy, cuando Raúl ha dejado de ser presidente de Cuba, al igual que Fidel, puede exclamar a viva voz que la historia lo absolvió, abandonando la más alta magistratura, pero dejando un país soberano, digno y respetado en el concierto internacional, más por la fortaleza de sus ideas, por la reciedumbre de sus mujeres y sus hombres y por su amor a la patria, que porriquezas materiales que la naturaleza no le proveyó. La cárcel, esa prisión fecunda que transformaron en escuela de formación revolucionaria, solo sirvió para acrecentar su confianza en el camino emprendido. La creación de una organización que diera continuidad a la epopeya del Moncada, ocupó todos los esfuerzos y desvelos, ninguno de ellos estuvo dedicado a pensar en qué harían cuando fueran presidentes. El exilio mexicano, la preparación para regresar a la patria y a la lucha, el Granma: 82 combatientes en aquella exigua nave que puso proa hacia la isla querida y hacia la lucha. ¡En el 56 seremos libres o seremos mártires! ¿Estaban pensando en ser presidentes? No, el futuro era la libertad o la muerte y nuevamente lo asumieron sin dudar y cuando después del desembarco, y tras el desastroso combate de Alegría de Pío, en Cinco Palmas logran reunirse 8 combatientes, Raúl entre ellos, y 7 fusiles, Fidel afirmó categórico ¡Ahora si ganamos la guerra!. ¿Es que acaso estaban pensando en la presidencia? La lucha pasó por momentos difíciles, los combates eran permanentes y continuos, pero el apoyo de los campesinos también crecía. No había tiempo de pensar en la presidencia. El escenario de los combates fue aumentando, el influjo del Ejército rebelde se ampliaba con los días y en marzo de 1958, Raúl, que no había pensado en la presidencia, fue ascendido a comandante y se le encargó salir del abrigo protector de la Sierra Maestra para crear el Segundo Frente, en la zona nororiental el país. Tuvo que partir de cero para crear las bases revolucionarias de un territorio que comenzó a ser liberado. Dos años y 13 días después del encuentro entre Fidel y Raúl, en Cinco Palmas, el 1° de enero de 1959, la revolución triunfante inició el cambio en la fisonomía de la isla. Ese día Fidel dijo que «La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros…». Alguien puede suponer que en ese momento estaba pensando en la presidencia. Acaso, ¿les tembló el pulso en Playa Girón?, ¿estaba Fidel cavilando sobre la presidencia cuando desde un obús autopropulsado frente a los barcos de la armada de Estados Unidos, dirigió directamente los combates que permitieron rechazar la invasión mercenaria?…y podríamos poniendo ejemplos, pero el espacio no lo permitiría, el transcurrir del proceso revolucionario muestra de manera fehaciente que los cubanos fueron resolviendo cada problema que se les presentaba en el tiempo y de la manera mejor, según sus propios criterios. Por cierto, como todo proceso social, lo hicieron con aciertos y con errores. Ahora que en Cuba hay un nuevo presidente, me voy a permitir recordar algunos párrafos de un artículo referido a la llamada transición en Cuba, que escribí en diciembre de 2016, tras el fallecimiento de Fidel. Según la información que manejo de fuentes directas, la llamada transición en Cuba comenzó en realidad en septiembre de 1986, «…en febrero de ese año se celebró el III Congreso del Partido Comunista (PCC) y solo un mes antes, Fidel había cumplido 60 años. Es evidente que las reflexiones realizadas por las altas autoridades cubanas respecto de esos dos hechos, y seguramente otros más, llevaron a la conclusión de que había llegado el momento de comenzar a pensar en la necesidad ineludible de preocuparse con mucha antelación por la continuidad de la revolución cubana en el tiempo, dando paso a una fase permanente y continua de formación de cuadros que hiciera que el natural proceso de finitud de la

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Se profundiza la restauración conservadora

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 08 de ABR 2018 Lula anunció desde el sindicato metalúrgico de San Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo, que se entregaría, aceptando el confinamiento reclamado por el juez Moro, quien dictaminó su prisión en un proceso jurídico kafkiano. Dos instancias judiciales le atribuyeron a Lula la propiedad de un departamento otorgado a cambio de hechos de corrupción ligados a Petrobras. La confirmación la hizo frente a miles de seguidores después de participar en una misa en recuerdo de su compañera fallecida en febrero de 2017, Marisa Leticia Rocco. Lula se dirigió a sus seguidores asegurando que el “crimen que cometí fue sacar a millones de la pobreza”. Advirtió que “hay millones de Lulas para andar por mí y no tienen cómo pararlos, no tienen cómo parar mi sueño” y que “el golpe empezó con Dilma y termina con la decisión de que Lula no sea candidato a la presidencia”. La detención de Lula, decidida por dos instancias judiciales y avalada por la denegación de sendos hábeas corpus que rechazaron la suspensión de la detención preventiva, posee indudables similitudes con de la novela inconclusa de Franz Kafka que se llama El proceso. El protagonista del relato, Josef K, es arrestado allí y deambula por despachos judiciales por razones que no logra comprender y que lo sumergen en una pesadilla burocrática. No logra encontrar la ventanilla adecuada y percibe que la justicia es un páramo inaccesible. El telón de fondo –silenciado o eufemizado— es el control social y el disciplinamiento a todos aquellos que se atrevan a tergiversar las reglas de juego del poder. El texto se inicia con una muy famosa y citada frase: “Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido”. Las analogías regionales, incluida Argentina y otras latitudes de este subcontinente, no son sólo coincidencias. Lula Da Silva es el sucedáneo de otros líderes de América Latina que a principios del siglo XXI decidieron desafiar al modelo hegemónico neoliberal. Pero se encontraron con la resistencia de un establishment político y económico que pretendía/pretende darle continuidad a la aplicación de planes de ajuste destinados a maximizar inversiones y a garantizar la contínua y creciente valorización financiera. El teatro del enfrentamiento, dispuesto por los grupos empresarios, no es la política. Parte de las usinas de medios de comunicación, en una primera etapa, y se traslada casi inmediatamente a los pasillos tribunalicios. La tercera fase se consolida con la supremacía de los lenguajes y las acciones represivas, las proscripciones, las prisiones políticas y las ejecuciones enmarcadas en prolijas justificaciones penales. La exigencia de detención reclamada por el Juez Moro —el equivalente brasileño de Bonadío— para que Lula se presente ante la policía de Curitiba, capital del Estado de Paraná, es el epílogo de todas las fases previas: monopolios mediáticos brasileños liderados por la Red O ‘Globo —el equivalente brasileño de Clarín— inocularon con paciencia el veneno discursivo de la difamación larvada y buscan desplegar sospechas sobre el sistema político en su conjunto y, específicamente, sobre aquellos dirigentes que se muestran más permeables a modelos de distribución económica y pluralización de derechos. Difamación sociedad anónima “O´Globo pivotea el golpe”. Medios que sabotean gobiernos que no responden a sus intereses empresarios. La editorial del matutino O´Globo del último 6 de abril, titulado “Prisión de Lula refuerza el Estado de Derecho”, expresa el trayecto efectivizado por ese medio para obstruir el probable acceso del líder metalúrgico a una nueva gestión presidencial. En el cuerpo del editorial se ahonda en una lápida limada con esmero: “…El momento del país es otro, y la prisión contra Lula confirma, por sí sóla, que los cimientos republicanos de la democracia brasileña se han fortalecido”. Uno de los más afamados periodistas de esta red, Ricardo Noblat, también redactor de la revista Veja, enmarcó un poco más las expectativas de los más concentrados grupos de poder al compartir en su cuenta de Twitter: “Según algunos ministros, las elecciones de este año no están plenamente garantizadas”. Las fases orientadas al derribamiento de Lula aparecen acompañadas con la sistemática búsqueda por restarle relevancia a la actividad política –como práctica social— mediante la asociación simbiótica con una lógica de componendas y negociados. La ofensiva mediático-discursiva sumó en el último mes una calculada colaboración internacional de quienes tampoco ven con simpatía al líder obrero: una serie de ocho capítulos producida por la plataforma Netflix titulada O Mecanismo, que retrata la corrupción dentro de la empresa Petrobras y representa a Lula como un vulgar mercader ajeno a los intereses de los sectores populares. En uno de los diálogos de la tira se pone en boca del dirigente metalúrgico una célebre frase mafiosa, enunciada originalmente por el senador conservador –opuesto al PT— Romero Jucá: “Hay que parar la sangría”. Dicha sentencia había sido solicitada en referencia al encarcelamiento de sus colegas por la causa Odebrecht (que también tiene entre sus acusados al titular de Agencia Federal de Inteligencia argentina, Gustavo Héctor Arribas). Lula adelantó que denunciará a Netflix por cómo lo retrata esa serie y cómo se busca manipular a sus espectadores en vísperas de la elección presidencial de octubre próximo. La sistemática siembra de desconfianza y odio brindó sus frutos semanas atrás, en plena Caravana petista por el Estado de Paraná. El 27 de marzo dos vehículos fueron tiroteados y cuatro proyectiles alcanzaron a la comitiva, sin que se registraran víctimas. Los disparos que impactaron en los micros, de dos calibres diferentes, provinieron de ambos lados de la carretera lo que sugiere una emboscada. El gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, afirmó que Lula “está cosechando lo que sembró” y que “acabó siendo víctima” de una polarización que incentivó. Alckmin expresó con claridad el sentir de las elites biempensantes, acostumbradas a una jerarquización social indiscutible, para quienes todo debate sobre la distribución de la riqueza se constituye ipso facto en un ejercicio subversivo de polarización condenable. En otra de las paradas de

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Lula, sin crimen ni pruebas ni ‘habeas corpus’

Fuente: Emir Sader | blogs.publico.es Fecha: 05 ABR 2018 En los últimos días la derecha brasileña había entrado en un estado de desesperación. Después de imponer en la agenda política la posibilidad de la prisión de Lula, descontando una decisión que creían segura del Supremo Tribunal Federal de Brasil, sus sueños habían empezado a debilitarse. Un conteo preliminar de los votos del tribunal parecía favorecer a Lula, sugiriendo un quiebra del consenso de Curitiba que se había impuesto hasta ese momento. Un consenso jurídicamente absurdo por una condena sin crimen ni pruebas. Configura claramente una persecución política, basada en el lawfare –el uso unilateral de leyes para la perseguir a adversarios políticos–. Nadie tiene dudas de que el juez Sergio Moro es un adversario político feroz de Lula, que le ha negado todo tipo de recursos, que lo trata de forma racista y discriminatorio, que frecuenta, de forma amigable, fiestas con dirigentes de los partidos de derecha, ninguno de los cuales ha sido tan siquiera acusado por el juez y sus colegas. El clima era de gran expectativa. Una Revista semanal de la derecha advertía que si Lula recibía el hábeas corpus se terminaba el caso Lava Jato, confesando que ese operativo anticorrupción dependía de la violación de la Constitución que dice expresamente que la prisión de un acusado solo se daría una vez concluidos todos los recursos. Pasa que el mismo STF, involucrado en el clima de arbitrariedades que la Lava Jato había impuesto al país, había decidido, en varios casos, por la prisión antes que se agotaran todos los recursos. Pero, rompiendo con esa práctica, había anticipado que, en el caso de Lula, volvería a hacer valer el precepto constitucional, concediendo el hábeas corpus. En los días previos a la sesión de ayer los medios habían usado todos sus recursos para intentar crear un clima de presión sobre el STF, desde el anuncio de movilizaciones de docenas de personas como si fueran miles, hasta publicar editoriales exigiendo la prisión de Lula. Quedó claro que solo por la vía judicial pueden impedir que Lula vuelva a ser presidente de Brasil. Como elemento nuevo, oficiales de las FF.AA. pasaron a manifestarse abiertamente en favor de la prisión de Lula. Hasta el mismo comandante en jefe del Ejercito se sumó al coro, diciendo que la institución no aceptaría que la Justicia sea tolerante con la corrupción. Esto representa la repolitización de las FF.AA., que se han otorgado una amnistía, al final de la dictadura, que representa precisamente la tolerancia total con todos los crímenes que los militares han cometido en los 20 años de dictadura. “Intolerancia con la corrupción” debería significar la anulación esa amnistía y el pasar a juzgar a todos los crímenes de la dictadura. Pero ahora es solo una frase que se sumar a la persecución política de Lula y nada más. Las reacciones negativas han venido de varios lados, incluso de la red Globo. En una editorial, ese medio criticó al comandante en jefe de la Fuerza Aérea y de otros sectores de la opinión pública por aceptar la impunidad respecto a políticos de derecha, como Michel Temer y Aecio Neves, entre otros, mientras que, súbitamente, muestran preocupación por el caso de Lula. El clima ha vuelto a ser tenso en Brasil y en todo el país, fomentado por los medios, en particular por la red Globo, que actuó como si se estuviera en las vísperas del golpe de 1964. Cerró su principal noticiero con la amenaza del golpista del comandante en jefe del Ejército – antes de decir lo contrario al día siguiente. En ese clima el STF se ha vuelto a reunir. El voto de Edson Fachin -que fue abogado del MST- recibió el apoyo del movimiento para su nombramiento -en contra del habeas corpus y el de Gilmar Mendes, a favor-. Todo trascurrió con normalidad hasta el voto decisivo de la jueza Rosa Weber, sobre quien habían recaído mas fuertemente las presiones de la derecha. Incluso del mismo Sergio Moro, que no contento en hablar todo el tempo fuera – lo cual prohibido por ley – estuvo en un largo programa de entrevistas en una TV de derecha y centró su discurso en contra de esa juíza. El efecto termino siendo decisivo. Ella cambió la posición que había tenido en la sesión anterior. Votó en contra del habeas corpus, lo cual permitió que la votación terminara en empate. Con ello la presidenta del STF, Carmen Lucia, militante en contra de Lula, desempató y así fue rechazado el habeas corpus a Lula. Caben todavía recursos y, aún siendo rechazados, como se espera, queda la decisión política en manos de Sergio Moro, de definir si decreta la prisión de Lula. Lo cual produciría una inmensa conmoción, por ser el único líder político nacional en Brasil, por tener 40 por ciento de apoyo en las encuestas con la perspectiva de triunfar en primera vuelta y el enorme apoyo popular, como lo han confirmado sus Caravanas por todo el país. Una fantástica farsa jurídica alrededor de un departamento que nunca fue de Lula, que acaba de ir a subasta, con lo recaudado para la empresa que es la real propietaria del inmueble. Con ello se generó un proceso absurdo, sin pruebas, con una condena en base a las “convicciones” de quienes lo acusan como enemigo político. Se entraría en un período todavía más turbulento de la vida política brasileña si Lula fuese preso. De ahí a que, a lo mejor, no se atrevan, pero mantengan lo que más le importa a la derecha brasileña: tratar de impedir que Lula sea candidato a la presidencia del país. Artículos relacionados: Injusticias Ayer perdió, Ayer ganó

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