Autor: Nota Editorial de Haaretz
22 de FEBRERO 2017
Hay muchas diferencias significativas entre el sistema legal y el sistema político. Uno de ellos es que en la corte, se supone que se deben presentar argumentos racionales, libres de fanfarronería, que ayuden a los jueces a llevar a cabo un juicio justo basado en hechos debidamente probados y en las normas legales pertinentes.
Pero la sentencia excepcionalmente indulgente dictada el martes (21/2) en el caso del soldado Elor Azaria —18 meses de cárcel, más una sentencia suspendida y una degradación de rango— representa una seria desviación de las esperadas normas del sistema legal por el tribunal militar que intervino en el caso.
Mientras que el veredicto, en el cual el tribunal condenó a Azaria por homicidio, fue construido de manera ejemplar con las normas fundamentales del estado de derecho, la sentencia del martes parece que fue adaptada como una especie de compromiso político y mancha las normas fundamentales que guían al sistema de justicia militar.
Un ejército que impone una sentencia de apenas un año y medio en la cárcel a un soldado que mató a un terrorista que ya estaba mortalmente herido no sólo envía un mensaje de desprecio por la vida humana, sino también uno que amenaza a la población palestina de los Territorios, porque los soldados que llevan a cabo funciones policiales allí son ahora propensos a tener los dedos ligeros en el gastillo, y el ejército se abstendrá de demandarlos a pagar cualquier cuenta verdadera.
El tribunal militar no es el único culpable en la parodia del acorde final del caso. Para empezar, la acusación militar, que se limitó a buscar una condena indulgente, además de una larga lista de políticos de derecha que intentaron incitar al público contra el sistema legal, también influyeron en el resultado final. Y ahora, aquellos que ven a un héroe en cada soldado que dispara el gatillo sobre un palestino, independientemente de si lo hizo legal o ilegalmente, están instando a que incluso esta sentencia nominal impuesta a Azaria sea suavizada, y que el soldado sea indultado o que su sentencia sea conmutada.
Sin embargo, el daño causado por la mancha que el tribunal militar ha vertido sobre generaciones de juristas que se esforzaron por inculcar los principios del estado de derecho en las filas de las Fuerzas de Defensa de Israel no termina ahí. La sentencia no se limitó a capitular al populismo de la derecha política al incluir consideraciones irrelevantes. También, en gran medida, constituyó una declaración de que la era de la pureza de las armas ha terminado en las FDI, la pureza misma de las armas que lleva a los políticos a jactarse de las FDI y lo llaman «el ejército más moral del mundo».
Traducción: Dardo Esterovich