Fuente: Natasha Roth-Rowland | +972Mag
Fecha: 24 de octubre de 2020
Durante más de un siglo, una pequeña lata azul ha servido como icono del apoyo judío de la diáspora al proyecto sionista. Producidas y distribuidas para recaudar dinero para el Fondo Nacional Judío (Keren Kayemet LeIsrael), fundado en 1901, las alcancías se colocaron en hogares judíos y escuelas diurnas en Europa y Estados Unidos, llenas de familias deseosas de participar en los esfuerzos del FNJ para comprar propiedades o plantas árboles en todo Israel.
Esta historia ha contribuido a la benevolente reputación del FNJ. Para muchos judíos, se asocia principalmente con árboles, parques y esfuerzos de conservación, aumentados por una fábula de pionero valiente en los primeros días de Israel. La propia organización ha trabajado con cuidado para cultivar una impresión de neutralidad.
Sin embargo, el impacto del FNJ en el paisaje en Israel-Palestina es mucho menos benigno de lo que sugiere esta narrativa. Como escribió Umar al-Ghubari hace unos años, la organización ha jugado un papel fundamental en la plantación sobre los restos de las aldeas palestinas destruidas. Este proceso de «enverdecimiento a través de un acto de aniquilación», en palabras de un judío sudafricano que en 2015 encabezó una delegación para disculparse por las donaciones del FNJ de la comunidad, ha sido fundamental para la capacidad de Israel de negar, distorsionar y reprimir la historia de la Nakba.
Esta historia, junto con las extensas operaciones del FNJ en los territorios ocupados, significa que su asociación de décadas con el grupo de colonos Elad (2), revelada por el periodista de investigación Uri Blau en +972 esta semana (1), no es la anomalía que muchos desearían que fuera. Como escribí en respuesta a ese informe, ambas organizaciones están preocupadas por seguir, más o menos descaradamente, el imperativo sionista de «máxima tierra, mínimo de árabes».
Dada el objetivo singular de Elad del control arqueológico en Jerusalén Este, las dos instituciones también comparten un enfoque arraigado en la idea de fortalecer la conexión judía con la tierra. Los árboles del FNJ y los colonos cavan, pero ambos intentan rehacer el territorio y las historias que se le atribuyen.
Como resultado, la presencia y la historia palestina están directamente en la línea de fuego. En ninguna parte eso es más evidente que en el caso de la familia Sumarin, que ha sido el objetivo de los esfuerzos combinados del FNJ y Elad para echarlos de su hogar en Jerusalén Este.
Esos esfuerzos han dado lugar a una campaña internacional en apoyo de la familia Sumarin, que pareció, al menos por un momento, haber tenido efecto. En el momento de publicar el artículo de Blau, una facción dentro del JNF había presionado con éxito para que se congelara el desalojo en el último momento. Ahora, sin embargo, parece que el FNJ ha retrocedido en su decisión y está permitiendo que proceda la expulsión de los Sumarins.
El papel del FNJ en desposeer a los palestinos y «enverdecer» las pruebas ha sido visible desde hace mucho tiempo a simple vista. La noticia de la cooperación de la organización con Elad continúa con ese historial. Queda por ver si esta última revelación finalmente opacará la pátina de las latas azules.
* Natasha Roth-Rowland es una estudiante de doctorado en Historia en la Universidad de Virginia, donde investiga y escribe sobre la extrema derecha judía en Israel-Palestina y en los Estados Unidos. Anteriormente pasó varios años como escritora, editora y traductora en Israel-Palestina, y sus trabajos han aparecido en The Daily Beast, London Review of Books Blog, Haaretz, The Forward y Protocols. Escribe con el apellido verdadero de su familia en memoria de su abuelo, Kurt, quien se vio obligado a cambiar su apellido a ‘Rowland’ cuando buscaba refugio en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.
(1) Los documentos revelan décadas de estrecha cooperación entre FNJ y Elad
https://www.972mag.com/exclusive-jnf-elad-jerusalem/
(2) Organización no gubernamental de extrema derecha judía -cuyo objetivo es judaizar toda la ciudad santa y construir el Tercer Templo judío en la explanada de las Mezquitas- que lleva a cabo una agresiva política de apropiación y adquisición de inmuebles. (N. del T.)
Traducción: Dardo Esterovich
Un artículo muy interesante y muy oportuno. Cuando echábamos moneditas en la alcancía del Keren Kayemet no pensábamos en que era para colonizar e irse apropiando de un país habitado por otros. Pero el mapita de la alcancía lo ponía bien claro.
Nos creíamos dueños de ese país porque un supuesto ser divino se lo había supuestamente prometido a un señor que supuestamente había vivido hace unos 4000 años y que, supuestamente, era antepasado nuestro.
Otros, no religiosos, lo creían porque unos antiguos hebreos improbables antepasados nuestros estuvieron allí durante un tiempo limitado y en zonas también limitadas. Pero allí hubo otros pueblos antes, otros al mismo tiempo y otros después, hasta la Biblia lo dice.
Pensábamos que lo merecíamos porque habíamos sufrido mucho. Este mismo artículo señala como el Keren Kayemet está siendo utilizado para hacer sufrir a otros ¿qué merecerían ellos? Porque ni siquiera con su aceptación de los hechos consumados parecemos dispuestos a transar.