Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser
Fecha: 15 de agosto de 2020
Una visión personal de las motivaciones que impulsaron a Netanyahu, el liderazgo de los Emiratos Árabes Unidos (UAE) y a Trump a arribar a un acuerdo de normalización de las relaciones entre Israel y UAE que incluye una cláusula que deja sin efecto los planes israelíes de imposición de soberanía israelí en parte de los territorios de Cisjordania.
UAE
UAE, es un importante e influyente estado árabe de carácter moderado que ya de 20 años atrás se posiciona inamoviblemente detrás de la propuesta de la Liga Árabe para la solución del conflicto palestino israelí. Según esta iniciativa, todos los países de la Liga Árabe están dispuestos a reconocer a Israel e instaurar plenas relaciones diplomáticas a cambio de la creación de un Estado Palestino sobre la base de los limites del 4 de junio de 1967.
LOS ARTĺFICES DEL ACUERDO
Paralelamente, y mayormente en secreto que llegó a oídos de muchos, se fueron desarrollando intensas relaciones de cooperación entre UAE e Israel en materia comercial, tecnologías y probablemente de seguridad. En este último sentido, UAE ve con el mismo prisma lo que considera la amenaza regional de la expansión iraní, y como consecuencia, a la posibilidad de formalizar relaciones con Israel se le asignó la importancia y urgencia correspondiente.
El apremio del peligro iraní, junto al reconocimiento que la anexión israelí de Cisjordania rompería toda posibilidad de normalización formal futura con Israel, determinó una llamativa, aunque no muy significativa modificación en sus posiciones. La urgencia de la toma de decisiones llevó a UAE a preferir dar un paso reversible (normalizar relaciones con Israel) a cambio de abortar un futuro paso irreversible de Israel (imposición de soberanía israelí en partes de Cisjordania). La condición de la iniciativa árabe a la solución del conflicto palestino israelí de reconocer el estado de Israel a cambio de destinar los territorios de Cisjordania a un estado palestino se convirtió en ex post en vez de ex ante. En la real politik se sabe que de reconocimiento y relaciones diplomáticos se puede retroceder, de imposición de soberanía es muy difícil, por no decir imposible.
TRUMP Y NETANYAHU
Trump comprendió rápidamente que los festejos de la presentación del plan de paz del siglo de tan solo meses atrás son parte del pasado y no dejaron rastro alguno. Hoy está claro que el destino de este documento es terminar en un oscuro sótano con los archivos de la historia. Los palestinos lo rechazaron de plano mientras que Israel esquivó discutir sobre el tema, y menos aún reconocerlo. Al mejor estilo de un usurpador de tierras, Netanyahu solo se dedicó a usarlo como excusa para dar un manotazo histórico y ampliar la soberanía israelí sobre territorios de Cisjordania.
Hoy Trump, acorralado por sondeos de intención de voto que le pronostican un serio revés, busca denodadamente otro gran logro a nivel internacional, otro show que le haga retornar al liderazgo de la confrontación presidencial.
Durante los últimos meses dos acontecimientos influyeron significativamente en la predisposición de Trump de continuar con sus políticas favorables a Israel cumpliendo sin discusión ni condicionamiento las exigencias de la poderosa Coalición Judía Republicana conducida, entre otros, por el magnate Sheldon Adelson (The Guardian 6-4-2019).
El proyecto de armar un frente de Israel junto a los países árabes moderados en contra de la expansión iraní en la región se encontró con una condición insuperable. Quien mejor la definió fue justamente Yousef Al Otaiba, Embajador de UAE en USA, en un articulo que curiosamente fue publicado originalmente en el diario Yediot Aharonot de Israel. En dos palabras del título dio a entender las opciones de Trump y Netanyahu: “Normalización o anexión” (Ynet, 12-6-2020).
Dos semanas atrás se dio a conocer públicamente el surgimiento de repentinas y graves tensiones entre Trump y Sheldon Adelson, el magnate judío estadounidense que figura al tope de los que aportan financieramente al partido republicano y a las campañas de Trump, aparte de su estrecha relación personal e ideológica con Netanyahu. Según un conocido medio informativo de USA, “Trump discutió acaloradamente con el mega donante Adelson” reprochando la baja predisposición a movilizar fondos para su campaña electoral (Politico.com, 8-8-2020). En esa oportunidad, el autor de esta nota publicó en su Twitter que nadie se debe sorprender de un repentino giro de 180 grados en las decisiones de Trump relacionadas con Netanyahu o Israel. Llegó la hora de pasar factura.
Las prolongadas y conocidas vacilaciones de la administración de Washington respecto de la solicitud de autorización de Netanyahu a su plan de anexión en Cisjordania (desde enero de 2020) en el día de ayer repentinamente se convirtieron en una imposición: abandonar la idea de anexión de territorios de Cisjordania. “El tema ya no está sobre la mesa”, afirmó Trump (Twitter Barak Ravid, 14-8-2020).
Acorralado ante la posibilidad de perder el apoyo de Trump, a Netanyahu no le quedó otra alternativa más que tratar de vender el acuerdo a sus seguidores como un gran logro de paz que se consigue por la fuerza. Los colonos judíos y la extrema derecha de Israel comprendieron la realidad y lo definieron como una grave traición a sus promesas electorales.
¿Y EL CONFLICTO CON LOS PALETINOS?
Si bien el acuerdo entre Israel y UAE se considera otro duro golpe al liderazgo palestino, sería un grave error cantar victoria tan temprano. El único logro de la intervención de UAE fue abortar el plan de anexión, por un tiempo todavía no claro, pero el conflicto continúa en la interminable fase del statu quo, con la lejana esperanza de algunos ilusos, entre ellos UAE, que algún día se encuentre el camino que pueda materializar la solución de dos estados para dos pueblos basados en la separación territorial.
Como ya lo acentué en artículo anterior, esto es una utopía (“Si la izquierda quiere sobrevivir, debe cambiar su consigna”, D. Kupervaser, 27-5-2020). El statu quo inevitablemente va a conducir a la constitución de un estado binacional judío-palestino. La posición política de la mayoría de la sociedad Israel no va a permitir la constitución de un estado palestino independiente y los palestinos no se van a mover del lugar, no se van a esfumar ni se los puede desterrar.
Quien realmente se preocupe por el destino futuro de Israel y tiene el propósito de evitar el trágico desenlace de un estado binacional, debe ser justamente el liderazgo israelí. Para este propósito se exige una tajante y clara separación territorial y desmantelamiento de parte o toda la colonización civil judía en Cisjordania (manteniendo la responsabilidad de la seguridad por un largo periodo en manos de Israel). Caso contrario, la constitución de un estado binacional depende única y exclusivamente de la decisión del liderazgo palestino, Sencillamente disolución de la Autoridad palestina junto con devolución de armas, control y poder a Israel. Paso siguiente, exigencia de ciudadanía a Israel.
Es de suponer que Israel podrá sobreponerse al peligro iraní pues dispone de fuerzas, tecnología y aliados suficientes. En el enfrentamiento con el peligro y trágicas consecuencias del estado binacional, la fuerza y tecnología son factores prácticamente irrelevantes. Hace falta mucha visión de futuro y una gran valentía que permita tomar decisiones históricas, lo que aparentemente escasea en Israel. La normalización de relaciones con estados árabes moderados es un gran logro para Netanyahu e Israel, pero la inercia del statu quo con los palestinos va a terminar con el estado judío.
Ojalá me equivoque.
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 15-8-2020
http://daniel.kupervaser.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
– Estas relaciones sacan a la luz algo que ya existía, unos intereses económicos comunes y un eje anti iraní Estados Unidos/Israel/Países árabes sunníes.
– Que los palestinos no les importan a sus «hermanos árabes» no es novedad, ya desde 1948 cada uno ha priorizado sus propios intereses.
– La teocracia iraní es detestable pero su «expansionismo» suena a excusa. Si tienen más poder es gracias al expansionismo invasor de otros, el de Estados Unidos en Irak que «regaló» el país a los chiíes pro iraníes y el de Israel en el Líbano que provocó el surgimiento de Hezbollah.
– Tiene razón Kupervaser, lo mejor para Israel sería un estado palestino. Imponer en exclusividad un «estado judío» parecía fácil en el tiempo de Herzl, el de los imperios coloniales, pero en el siglo XXI quizá tenga éxito pero se ve menos fácil a largo plazo. Porque ¿por qué tantos judíos que se dicen sionistas no están dispuestos a vivil allí? Herzl se hubiera sentido decepcionado.