Definición de antisemitismo en la diáspora: entre placebo para judíos a membresía para líderes locales

Fuente:  Daniel Kupervaser| Blog de Daniel Kupervaser

Fecha: 20 de junio de 2020

El último tiempo la sociedad argentina fue testigo de una intensa presión ejercida por parte de instituciones judías centrales frente a distintos organismos gubernamentales en los niveles nacionales, provinciales y municipales. El esfuerzo se centralizó en lograr la adopción por parte de esas autoridades de la definición de antisemitismo tal como la promulgó la Alianza Internacional para la Rememoración del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés).

Esta campaña obtuvo significativos éxitos y es de suponer que continuará en ese camino. Aun así, es de suponer que esta adopción de definición no logre reducir en lo mínimo los incidentes catalogados antisemitas que justamente se han multiplicado geométricamente los últimos años. Todo lo contrario, lo más probable es que los fomentará.

Fuera de unos pocos extremistas (Irán, Hamas y Hesbollah) que demandan borrar del mapa a Israel, la gran mayoría de las protestas en el mundo se originan como respuesta a las políticas expansionistas del Estado Judío que públicamente envuelve en el proyecto a los judíos del mundo. Ya de tiempo atrás, gran parte del mundo comprendió que criticar a Israel, los judíos y el judaísmo es lo mismo y es legítimo. Días atrás esta visión recibió un serio respaldo con la resolución de la Corte Europea de DDHH que dictaminó la inexistencia de trasfondo racial en manifestaciones a favor de boicotear productos israelíes en Europa (“La máxima corte de DDHH de Europa respalda al movimiento de boicot contra Israel”, Telam, 11-6-2020).

Basta analizar una sola frase de la definición para convencerse. Según su original, toda crítica que implique “aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado o exigido a ningún otro país democrático” será interpretada como antisemitismo. Con seguridad todo argentino se pregunta: si me comporto de la misma manera con Bolivia, por ejemplo, no cometo ningún delito. Entonces, ¿por qué se le asigna un privilegio a los judíos e Israel? ¿Con qué derecho imponen una excepcionalidad judía con graves penalidades? El hecho que exijan privilegios frente al resto de la sociedad argentina tendrá como resultado final un incremento significativo de aquellos en los que predomina una sensación de aversión hacia Israel y el judaísmo.

Pero no solo vale la pena analizar el seguro fracaso de esta campaña de las instituciones judías. Es muy necesario poner de relieve los verdaderos motivos que lleva a las dos partes, instituciones judías e instancias gubernamentales, a promover un proyecto que ambos saben muy bien que esta destinado al fracaso, al menos en las intenciones declaradas. Lo que vale la pena señalar son las intenciones ocultas detrás de los verdaderos objetivos.

Pese a que el proyecto de adopción de la definición de antisemitismo se apoya, aparentemente, en un noble propósito, en la práctica no es más que una maniobra en donde se entrelazan objetivos distintos y no necesariamente comunes de los grupos interesados que lo firman.
El liderazgo judío argentino cumple con dos de sus principales metas. En primer lugar, se preocupa en proyectar hacia la colectividad judía local su intensa dedicación en combatir el antisemitismo, esta vez por medio de una nueva “vacuna”, que con seguridad creará en la sociedad argentina los necesarios anticuerpos que impidan el surgimiento o al menos recrudecimiento de lo que denominan antisemitismo. Lo que ese liderazgo judío no quiere reconocer es que esa vacuna, en realidad, no es mas que un placebo que les hace creer a los judíos que están vacunados, aunque en la realidad, al inocular un elemento inerte, continuarán expuestos permanentemente a actos de protesta contra Israel y los judíos.

En segundo lugar, materializando este plan, el liderazgo judío se encarga de proyectar hacia la sociedad que lo circunda la imagen que su colectividad es un significativo factor de poder que vale la pena tenerlo en cuenta, mucho más de lo que refleja el peso específico de sus miembros. Pese a tratarse de un acto meramente declarativo y muy poco eficaz para el objetivo que lleva su nombre, el hecho en sí refleja la aptitud de un componente cuantitativamente diminuto en la sociedad (menos del 0,5%) de imponer a las autoridades una agenda apropiada a los intereses de su comunidad.

¿Cuál es el motivo que lleva a funcionarios gubernamentales de países de la diáspora a aceptar ser participes de esta maquinación? Muy sencillo. Lo que esta declaración de aceptación de la definición de antisemitismo les ofrece no es mas que membresía en el club de fans de Israel. Esta predisposición a aplacar las críticas a Israel les otorga una posición preferencial que en un futuro próximo puede traducirse en beneficios o ventajas a obtenerse de Jerusalén o de la Casa Blanca donde se sabe que el servilismo estadounidense hacia Israel le permite a este último abrir cualquier puerta.

El liderazgo judío comete un grueso error en su conducta frente a la sociedad argentina. En vez de promover la adopción de normas severas que eviten todo tipo de discriminación a todos sus distintos componentes sociales, nuevamente buscan diferenciarse y ubicarse por encima de los demás. Si las autoridades por intereses le sonríen, no esperen que la sociedad los aplauda, todo lo contrario.

Muy probablemente en pocas semanas estos acuerdos entre instituciones judías y gobiernos argentinos tendrán que enfrentarse con su primera prueba de fuego. Como es de suponer, Israel materializará la anexión unilateral de partes de Cisjordania, la imposición por la fuerza de soberanía israelí y la sumisión sin derechos civiles de población nativa, todo ello con el argumento de un mandato divino. Es de suponer que el mundo se rebelará con masivas manifestaciones y amenazantes consignas, también en Argentina. Será interesante observar si, ante protestas por la imposición de soberanía foránea sobre ese territorio conquistado por la fuerza, los distintos niveles del gobierno argentino ven un acto antisemita, o se trata de una manifestación idéntica a la de los argentinos ante la misma actitud de Inglaterra sobre las Malvinas.

Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 20-6-2020http://daniel.kupervaser.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD

1 comentario en “Definición de antisemitismo en la diáspora: entre placebo para judíos a membresía para líderes locales”

  1. Kurt Brainin

    Un artículo muy positivo que es de agradecer entre tanta desinformación mal intencionada.
    Porque ni sionismo es lo mismo que judaísmo ni toda crítica del sionismo o de Israel es antisemita. Según eso los miembros del Bund, por ejemplo, habrían sido antisemitas. Y se trata de una pretensión que recuerda demasiado a la «campaña anti argentina» a la que la dictadura atribuía los reclamos por los desaparecidos.
    Eso sí ¿por que sería yo un «judío de la diáspora» cuando es altamente improbable que ningún antepasado mío haya estado jamás en Palestina? El «retorno» es un mito religioso utilizado por el sionismo para justificarse y que se basaría en una supuesta «expulsión» por los romanos que nunca sucedió. Siglos antes de que el primer romano se asomara por allí ya había colonias judías en todo el Mediterráneo y la ciudad del mundo con más judíos no era Jerusalén sino Alejandría.
    La «diáspora» se basó mucho más en conversiones que en una emigración. Y actualmente todo judío que vive fuera de Israel es porque le da la gana y/o cree que le conviene, nadie le impide «retornar» a esa supuesta «tierra prometida».

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