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El rey está desnudo

Fuente: Graciana Peñafort | El cohete a la luna Fecha: 1 de diciembre de 2019 A Gastón Aita lo conocí sin conocerlo en la casa de mi amigo Pablo Slonimsqui. Marichu, su mujer, abrió la puerta que conduce a las escaleras infinitas de su casa y en uno de los primeros escalones había una hermosa y extraña escultura, con un hombre caricatura con pico de pájaro. Fue amor. La casa de Pablo es además de una inmensa y adorable biblioteca, el refugio amoroso de un número indeterminado de perros y gatos, y también la galería no oficial de la obra de Gastón Aita. Tan bellas como perturbadoras, sus esculturas, nacida de cosas que la gente desecha, personajes que recuerdan a los goblins de Laberinto, esa genial película de los ’80. Me impacta cómo Aita trabaja la piel de sus esculturas. Son pieles mórbidas, correosas, grisáceas, que le dan el toque de decadencia que representan sus personajes. Son piezas grotescamente hermosas. Tan decadentes y grotescas como las imágenes que vemos desfilar desde el Poder Judicial argentino. Pero estas no tienen belleza alguna. Y tampoco gracia. Empiezo a escribir esta nota antes que concluya la declaración de Carlos Stornelli ante el juez Ramos Padilla, en Dolores. No es que me guste escribir sin que los hechos estén consumados, pero mi némesis personal, Horacio Verbitsky, me ha pedido que entregue las notas con un margen razonable de tiempo, que sea compatible con la vida –sobre todo la de Horacio y la del santo de Marcelo Figueras—, así que aquí estoy: no precisamente feliz, pero sí haciendo algo que me gusta mucho, como es escribir estas notas. Dios te da, Dios te quita. Entiendo que la decisión de Carlos Stornelli de presentarse a brindar su declaración indagatoria es correcta. Sé que no es la que hubiese deseado el fiscal, pero una serie de eventos desafortunados terminaron de convencerlo. Creo que el más determinante es aún desconocido a los ojos de buena parte de la opinión publica. El 10 de noviembre de este año el periodista Raúl Kollman publicó la noticia respecto a que el fiscal expresó su voluntad de concurrir a declarar el “día en que se enteró que tres de los cinco fiscales que componen el consejo evaluador votarían por aconsejar el inicio de un proceso de destitución. No se trataba de un dictamen vinculante, pero al procurador ya no le quedaría margen para manipular las cosas”. Después de un prolongado proceso, cuyos plazos se extendieron hasta el absurdo, a principios de noviembre se supo que a decisión de los fiscales era promover la destitución de Stornelli debido a su rebeldía contumaz. Pero no fue esa la explicación del fiscal. Como señaló la periodista Catalina D´Elia,“la explicación formal de por qué después de seis llamados a indagatoria Stornelli aceptará ahora recorrer los 200 kilómetros que lo separan de Dolores para volver de allí con un más que probable procesamiento es que la Causa Cuadernos está a salvo”. Lo que la periodista no dice y el fiscal tampoco, es a salvo de qué exactamente. En efecto, tramos importantes de la causa N° 9608/2018, conocida como Cuadernos, se encuentra elevada ya a juicio oral. Quedan aún en etapa de instrucción capítulos interesantes, como por ejemplo la nunca concretada declaración de Eskenazi, que fuese reclamada a Bonadío en diciembre de 2018 por la Cámara de Apelaciones, y la situación de los arrepentidos de Techint, milagrosamente salvados por la Cámara de Apelaciones. Es precisamente por esta circunstancia que los abogados defensores, en el marco de esta causa, seguimos recusando a Stornelli., También parece prudente señalar que no entiendo de qué modo la elevación a juicio oral pondría a salvo la causa. En una incomprensible sentencia que me notificaron hace horas, Bonadío señala que “cabe destacar que para dictar un auto de procesamiento no es necesario comprobar con certeza plena la materialidad de un hecho y su autoría penalmente responsable, sino la existencia de los presupuestos que justifiquen la realización de un juicio”. Entonces vuelvo a preguntar: si no hay certeza, ¿qué es lo que estaría a salvo ahora que la causa se elevó a juicio, que no estaba hace nueve meses cuando Stornelli entro en rebeldía? En lo legal visible, absolutamente nada. Pero sí voy a arriesgar como hipótesis que en estos meses de rebeldía Stornelli intentó arreglar las cosas, para sobrevivir a las consecuencias de sus propios actos. Porque se ha dispuesto la libertad de la mayoría de los detenidos en la causa Cuadernos, que a decir verdad solo continúa con dos detenidos en complejos penitenciarios: Julio De Vido y Roberto Baratta. Al resto, sea por vía de excarcelación o por vía de detención domiciliaria, se los ha sacado de la cárcel. Control de daños, que le dicen. También y en la misma lógica se ha dispuesto que respecto a algunos personajes importantes se dicte la falta de mérito, es decir no sujetos al juicio oral en lo inmediato. Los pasillos de Py dan cuenta además de reuniones celebradas bajo el auspicio de un juez de instrucción, entre Stornelli y abogados que intervienen en la causa Cuadernos, a los fines de acercar posiciones. No puedo mencionar con quiénes se reunió, porque no son más que rumores. Pero cuando analizo la conducta de los abogados, los rumores cobran verosimilitud. Hace no mucho le pregunté a un juez, al que por cierto estimo, por qué seguían en Comodoro Py sosteniendo la insostenible situación de Stornelli. Me miró raro —no supe leer lo que me decían sus gestos— y contestó: “Porque nos da lástima”. Yo le pregunté si no le daban lástima los detenidos arbitrariamente. No me contestó y con enorme habilidad cambió de tema. Supe que no debía insistir, pero aun hoy espero que Comodoro Py me dé una respuesta. En estas épocas tan horribles que hemos vivido, mi escala de pretensiones se ha degradado mucho. Sigo pidiendo justicia y aplicación de las leyes, pero tengo plena conciencia de que no serán los jueces de instrucción de Comodoro Py quienes ordenen el desastre