El precio de la anexión

Fuente: Editorial  Haaretz
Fecha: 14 de ABR 2019

El primer ministro Benjamín Netanyahu declaró en vísperas de la elección que pretendía lograr la anexión de «todos los puntos de asentamiento» en Judea y Samaria. Netanyahu mencionó la anexión «por acuerdo», y él probablemente no quiso decir el acuerdo de los palestinos, sino el de Estados Unidos. La Casa Blanca no respondió a su declaración, ya sea para no dañar su campaña o simplemente porque es verdad. En el pasado, la administración estadounidense tomó distancia de tales declaraciones.

A primera vista, esto es solo otra de las promesas de elecciones infundadas que Netanyahu dispersó durante su campaña en un intento de desviar los votos de sus socios de la derecha. Esta declaración puede haber sido la que le costó a Naftali Bennett y Ayelet Shaked, los líderes de Hayemin Hehadash, los 1.300 votos que necesitaban para superar el umbral electoral, y en esto, hay algo de justicia poética: las promesas de Netanyahu de anexar los territorios destruyó las carreras de los dos políticos que encabezaron el grupo de la Knesset que presionaron para el cumplimiento de esas promesas.

Estas promesas no convulsionaron especialmente a la opinión pública en Israel por varias razones posibles. Eran marginales en comparación con el tema principal de la elección: Netanyahu, sí o no. También es posible que la mayoría de los israelíes judíos apoyen la anexión o se muestren indiferentes, ya que Netanyahu les hizo perder la fe en la solución de dos estados y toda esperanza de un acuerdo con los palestinos.

Sin embargo, en los Estados Unidos, las palabras de Netanyahu provocaron una tormenta, especialmente en el Partido Demócrata, donde ahora se está librando una batalla entre el antiguo establishment proisraelí y el ala creciente del partido que tiene enérgicas reservas sobre Netanyahu y quiere reevaluar la situación del apoyo acrítico que la administración le da. El alcance de este daño se puede ver en una carta publicada durante el fin de semana por cuatro miembros judíos del Congreso con estrechos vínculos con AIPAC. La anexión, escribieron, destruirá la solución de dos estados y podría dañar los lazos entre Israel y los Estados Unidos.

Los demócratas no están tomando a la ligera la promesa de Netanyahu. Después de que Trump reforzó la campaña de Netanyahu al reconocer la anexión de los Altos del Golán por parte de Israel, y ante la preocupación de que el «acuerdo del siglo» del presidente pretende provocar una negativa palestina, allanando el camino para la anexión, es razonable sospechar que las promesas de Netanyahu no son palabras vacías, sino un plan de acción real que pondrá en peligro el futuro del proceso de paz. Es posible que la impresionante victoria de Netanyahu le haya inculcado la arrogancia que ahora lo empujará a cumplir su viejo sueño de frustrar finalmente cualquier posibilidad de establecer una entidad palestina independiente. La anexión de «todos los puntos de asentamiento» dividirá Cisjordania y dejará a los palestinos encarcelados para siempre entre los asentamientos y las vías de acceso que conducen a ellos.

Sin embargo, el sueño de Netanyahu niega la realidad de que la anexión dañará la posición de Israel, especialmente en Europa, perpetuará el conflicto e incluso provocará una nueva ronda de derramamiento de sangre y, sobre todo, empujará a Israel por la pendiente resbaladiza en cuya parte hay un régimen un apartheid en todos los sentidos de la palabra.

Traducción: Dardo Esterovich

1 comentario en “El precio de la anexión”

  1. Kurt Brainin

    Anexión, expulsión. Más anexión, más expulsión. La tierra prometida nunca estuvo vacía, ni siquiera cuando Yahvé se la prometió a Abraham, si hemos de creer a la Biblia.
    Herzl lo sabía, el 12/6/1895 anotó en su diario que habría que encontrar una forma discreta de librarse de los árabes que poblaban Palestina. Pero no se lo puede culpar demasiado, era un europeo del siglo XIX cuando los imperios coloniales eran lo «normal» y los «natives» no contaban como seres humanos iguales que nosotros.
    Pero ahora estamos en el siglo XXI y lo que alguna vez fue «normal» ahora es criticable.
    No parece muy adecuado calificar a todas las críticas a Israel de antisemitas. Sobre todo cuando muchos de los antisemitas de verdad (fundamentalistas protestantes USA, partidos y gobiernos de ultraderecha europeos) figuran entre los mejores amigos de Israel y Netanyahu está a los abrazos con ellos.
    Los argentinos de origen judío haríamos bien en reflexionar y tomar ejemplo de los judíos de Estados Unidos. Hasta los más sionistas, a través de JStreet, están por el fin de la ocupación y la creación de un estado palestino. Y votaban a Obama cuando era el enemigo a humillar y destruir por Netanyahu y el AIPAC.

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