Fuente: Amira Hass | Haaretz
Fecha: 09 FEB 2019
Título completo:
Gantz, hijo de un sobreviviente del Holocausto, menciona Bergen-Belsen pero ignora que Gaza también es un campo de concentración
Si Benny Gantz tuviera coraje, él mismo iría a La Haya
El 30 de enero escribió Anshel Pfeffer en Haaretz: «Benny Gantz menciona con frecuencia a su madre, sobreviviente del campo de concentración de Bergen-Belsen. Mi madre también sobrevivió a Bergen-Belsen. La madre del exjefe de personal del ejército israelí lo alentó a continuar luchando en Gaza, pero no para dejar de enviar alimentos a sus habitantes. (Para aclarar las cosas: Israel no envió y no envía alimentos a los palestinos. La comida se compra a precio completo a los comerciantes y productores israelíes. Lo que Israel puede hacer es evitar que los alimentos y otros productos esenciales ingresen a Gaza, como lo ha hecho más de una vez). Mi madre se rebeló contra los generales, sus guerras contra los palestinos y el tráfico de la memoria de los judíos asesinados».
Si Gantz tuviera el coraje, él mismo iría a La Haya, al tribunal del distrito holandés. El juez tendría que decidir si el tribunal holandés tiene la autoridad para escuchar una demanda civil contra el exjefe de personal israelí por crímenes de guerra en Gaza en 2014: el asesinato de seis miembros de una familia en un bombardeo. El abogado de Gantz argumentaría que el juez debería rechazar la demanda porque el tribunal no tiene jurisdicción y, en cualquier caso, Gantz tiene inmunidad porque hizo lo que hizo por el Estado de Israel, en el marco de su función nombrado por el Estado. Esta es también la razón por la cual Israel paga su representación legal.
Demandar por crímenes de guerra a personas específicas que cumplían funciones oficiales se basa en el concepto de que los seres humanos, incluso los soldados y ciertamente su comandante supremo, son criaturas capaces de pensar y, por lo tanto, son responsables de sus acciones. No solo están siguiendo órdenes. Una demanda civil por un crimen de guerra cometido en otro país se basa en el concepto de que los valores universales existen y que cuando se viola el derecho internacional, un tercer Estado tiene el derecho de juzgar.
Si Gantz tuviera el coraje, dejaría su nuevo asiento de la Knesset (o gabinete) durante uno o dos días y se detendría en La Haya ante el demandante Ismail Ziada. Pero incluso si Gantz no va, dos programas de desarraigo, injusticia y trauma se cruzarán allí. Europa dejó claro a los padres de Gantz, que nacieron en Hungría y Rumania, que no eran queridos allí. De hecho, que no merecían vivir. No fueron asesinados y llegaron a este país. En Israel nos convertimos en los vencedores y continuamos vengándonos de aquéllos que no tienen nada que ver con la expulsión y el asesinato de los judíos.
Gantz nació en el moshav Kfar Ahim, en la tierra de la arruinada aldea palestina de Qastina. Los padres de Ziada nacieron en el pueblo de Faluja. Partes de Kiryat Gat están construidas en sus tierras. La distancia entre Qastina y Faluja es de 18,1 kilómetros. La distancia entre Faluja y el campamento de refugiados donde nació Ziada, al-Bureij, es de unos 40 kilómetros.
En febrero de 1949, como parte del acuerdo de alto el fuego con Egipto, la brigada egipcia que había estado rodeada en el «hueco de Faluja» se retiró. Los habitantes de la aldea permanecieron allí, junto con los de Iraq al-Manshiyeh y unos 1.000 refugiados palestinos de otras aldeas. Algunas de las personas de Faluja ya habían huido de los bombardeos israelíes en octubre de 1948. El Gobierno militar que se estableció no solo les prohibió regresar, sino que hizo todo lo posible por aterrorizar a los que quedaron para que huyeran. El hombre que inició la campaña terrorista fue Yigal Allon y concretada por Itzjak Rabin, según el sitio web Zochrot, basado en el historiador Benny Morris. En otras palabras: Israel dejó claro a los padres y abuelos de Ziada que no merecían seguir viviendo en el lugar donde nacieron y donde sus familias habían vivido durante cientos de años, y si valoraban sus vidas, deberían buscar otro lugar para vivir.
La Franja de Gaza es hoy un campo de concentración, pero no como Bergen-Belsen. Las diferencias son claras y conocidas. Esta periodista se opone a los paralelos que carecen de información, conocimiento y comprensión, diseñados con fines de provocación, pero también se opone a crear jerarquías de sufrimiento que, ya sea oculta o abiertamente, justifican cualquier sufrimiento que no alcance el «clímax» (que nosotros, los judíos definimos). Aquí, el uso del término «campo de concentración» se basa en la necesidad de liberarse de los vínculos lingüísticos del período nazi.
En la Franja de Gaza, que está cerrada como un campamento confinado y separado, viven unos 2 millones de personas en uno de los lugares más densamente poblados del mundo. Alrededor del 70 por ciento de ellos son descendientes de refugiados expulsados de sus hogares. La ausencia de libertad de movimiento los condenó a una vida de desempleo, tristeza, pobreza, enfermedad, depresión, agua y suelo contaminados y dependencia de una caridad cada vez menor. Y así es incluso sin los bombardeos e incursiones militares.
Bergen-Belsen como campo de prisioneros, y posteriormente como campo de concentración y exterminio de judíos, fue desmantelado después de unos cuatro años de existencia, con la derrota del Tercer Reich. El campo de concentración que es Gaza ha existido en condiciones cada vez más duras durante casi tres décadas. Contrariamente a la propaganda israelí, fue creado antes de los atentados suicidas, antes de Oslo. Antes de que Hamás se hiciera cargo y desarrase sus capacidades militares. Israel tiene un objetivo político en mente al convertir a Gaza en un campo de concentración gigante: separarlo del resto de los palestinos para que se convierta en una entidad separada, privada de historia, raíces y pertenencia. Como jefe de personal, Gantz era un socio pleno de este crimen, incluido el asesinato de la madre de Ismail Ziada, su cuñada, su sobrino y tres hermanos.
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
En primer lugar, toda mi admiración para Amira Hass y para otros valientes como Gideon Levy que ponen su humanidad y sus principios por delante de lo que ha de significar para ellos el tener que vivir en un ambiente envenenado por el odio como el que tras décadas de lavado de cerebro ha terminado por ser en gran parte Israel.
Ella no lo menciona aquí, pero el periodista británico Robert Fisk relata que ella le ha contado que su lucha por la verdad y la justicia se basan en una experiencia de su madre. Que, cuando la bajaron del tren para trasladarla justamente al campo de concentración de Bergen-Belsen, notó la indiferencia de los alemanes que presenciaban la triste caravana.
Por ello fue que Amira Hass decidió que nunca sería indiferente a ningún sufrimiento humano. En eso reside el mejor judaísmo, no en crear nuevos campos de concentración aunque no sean de exterminio sistemático sino lento.