Las elecciones de medio término en Estados Unidos

Fuente: Dardo Esterovich | Convergencia
Fecha: 05 de DIC 2018

¿Voto judío o voto demócrata de estadounidenses judíos?

Las elecciones de medio término realizada en EE. UU. fueron consideradas como un plebiscito de la controversial gestión de Trump. Por eso las expectativas estaban centradas en un rechazo o una aprobación clara del electorado. Esto no sucedió o por lo menos no es tan evidente. Si se analiza los resultados desde el punto de vista numérico hay que prestar atención a la elección de Representantes ya que fue la única que abarcó todo el territorio estadounidense. Se renovó en su totalidad la Cámara de representantes, 435 curules. Los demócrata obtuvieron 232 escaños (la mayoría se obtiene con 218) contra 198 de los republicanos, recuperando la Cámara que hacía 8 años estaba en poder de los republicanos. En cantidad de votos los demócratas a nivel nacional obtuvieron 58.990.609 (53.1%) votos contra 50.304.975 8 (45.2%) de los republicanos, una diferencia algo más de 8.6 millones de votos (7.9%). Esta clara y contundente victoria demócrata en la Cámara de Representantes no se pudo repetir en el Senado donde los republicanos conservaron la mayoría e incluso la ampliaron en un par de escaños. Para el Senado la elección abarcó una extensión territorial más limitada ya que se renovó un tercio de sus miembros, 35 asientos de los 100. La elección era más difícil para los demócratas ya que debían renovar 26 mandatos de los 35 en juego. Los republicanos renovaron todos sus puestos mientras que los demócratas no lo consiguieron, lo que permitió que los republicanos ampliaran el estrecho margen de un voto que tenían en el Senado a cuatro (52 a 48).

Al lograr retener el senado, los republicanos conservaron una importante cuota de poder. No se produjo la ola azul –color distintivo de los demócratas- que muchos pronosticaban. Si bien los republicanos terminaron debilitados, retuvieron para las definiciones de la política doméstica e internacional el suficiente poder aunque más limitado. y tendrán que negociar con los demócratas sobre muchos temas de significativa importancia.

Mientras que Trump pudo unificar detrás suyo a los sectores del Partido Republicano que les fueron reacios en las presidenciales, los demócratas llegaron a estas elecciones sin haber podido cerrar totalmente la crisis interna producto de la derrota en las presidenciales del 2016, sin que aparezca un líder presidenciable para el 2020. Muchos de los candidatos a Representantes electos cuestionan el aparato partidario demócrata y son más afines a la corriente que lidera el senador Bernie Sanders.

Las mujeres tuvieron un rol fundamental en la resistencia a Trump y obtuvieron un inédito número de representantes –más de 100- , aumentando dramáticamente las no blancas que se presentaron como progresistas y algunas como socialistas. Negras, morenas musulmanas, africanas, lesbianas, indígenas y otras minorías estigmatizadas ganaron sus elecciones: la neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez, la dirigente negra de Massachusetts Ayanna Pressley, las dos primeras legisladoras musulmanas, Rashida Tlaib de Michigan y Ilhan Omar de Minnesota; y las dos primeras congresistas indígenas, Deborah Haaland de Nuevo México y Sharice Davids de Kansas. Tanto la latina Ocasio-Cortez como Tlaib son miembros del grupo Socialistas Democráticos de America.

Hubo también elecciones para gobernador en 36 estados. Los republicanos ganaron 20 y los demócratas 16, pero 7 estados cambiaron de mando a favor de los demócratas.

Se rompieron muchas otras barreras invisibles este martes. El primer gobernador abiertamente homosexual del país salió elegido en Colorado: Jared Polis, de origen judío. Los demócratas lograron importantes victorias en Michigan y Wisconsin, zonas del cinturón industrial denominado Rust Belt (cinturón oxidado) que en 2016 votaron por Trump.

Es interesante analizar las encuestas a boca de urna, tan difundidas en EE.UU. Tomaremos las realizadas por la cadena de televisión NBC News y la de CNN entre la población en general y la encomendada por JSteet para la población estadounidense que se asume como judía. Se utilizó un cuestionario muy amplio que se segmentan en diferente categorías con preguntas que se vienen repitiendo en su mayoría para cada elección. No se consideraron los votos para pequeños partidos, por lo que la suma de los porcentajes no alcanza al 100%. Tomaremos las categorías más relevantes.

En el padrón masculino (48% de total) los republicanos ganan 51% a 47% y en el femenino (52% del total) los demócratas ganan 59% a 40%. Trump sigue conservando fielmente el voto masculino blanco mientras que la oposición de las mujeres a Trump, por sus declaraciones misóginas, ha sido determinante en el triunfo de los demócratas. Los jóvenes también eligieron a los demócratas: de 18 a 45 años (35% del padrón) por 61% a 36% y los de 45 años y más (65% del padrón) se dividieron casi por partes iguales, 49% demócratas, 50% republicanos. Por raza, entre los bancos (72% del padrón) ganan los republicanos 54% a 44% mientras que entre los afroamericanos, hispanos, asiáticos y otros (28% del padrón) triunfan los demócratas 76% a 22%. Por educación, con universitaria completa (41% del padrón) gana los demócratas 59% a 39%, y entre los que tienen universitaria no completa (59% del padrón%) empatan 49% a 49%. Los de mayor nivel de educación prefieren a los demócratas. Por ingresos, debajo de los u$s 50.000 (38% del padrón) ganan los demócratas 59% 38%, entre u$s 50.000 y u$s 99.999 (29% del padrón) ganan los demócratas 52% a 47% y por encima de u$s 100.000 (33% del padrón) ganan los republicanos 52% a 47%. La población de menores ingresos prefieren a los demócratas.

Voto por religión: Protestantes y otros cristianos (47% del padrón) ganan los republicanos 56% a 42%. Católicos (26% del padrón) demócratas 50% republicanos 49%. Judíos (2% del padrón) ganan los demócratas con más amplitud que los de otras religiones 79% a 17%. Otras religiones (8% del padrón) ganan los demócratas 73% a 35%. Ninguna religión (17% del padrón) gana los demócratas 70% a 28%. Sorprende el número de quienes declararon no profesar ninguna religión en un país donde los templos de todas las religiones, no solo son lugares de culto sino también aglutinadores sociales.

Pasemos a las encuestas encargada por JStreet y conducida por la consultora GBA Strategies en todo el país. El encuestado debió responder a 60 preguntas de las que tomaremos las respuestas más relevantes. Los números a nivel nacional son bastantes similares a los NBC News y CNN: Los judíos estadounidenses votaron a favor de los demócratas por 76% a 19% de los republicanos que comparado con 2016 cuyo resultado fue de 70% a 29%, significaron en un mayor margen de ventaja. La mayoría de los judíos tienen una opinión desfavorable (74% a18%) respecto a Trump por su mensaje racista y contra los inmigrantes, y por su dubitativa en condenar a los supremacistas blancos. Fue repudiado por una gran cantidad de judíos durante su tardía visita a la sinagoga de Pittsburg después de la matanza de 11 personas y el 72% incluso afirma que los comentarios y políticas de Trump son “muy o algo” responsables del tiroteo.

Sobre la situación general del país el 74% los votantes judíos creen que el país va en la dirección equivocada y el 26% en la correcta; el 75% piensan que Trump está haciendo un mal trabajo como presidente contra el 25% que piensa lo contrario. Estos porcentajes de rechazo son superiores a los de la población en general.

La mitad de los judíos estadounidenses se describen a sí mismos como liberales (35%) o progresistas (16%), en comparación con el 13% que se consideran políticamente conservadores. Un 36% se asumen moderados. Estos valores políticos se reflejan en la identidad partidista de los judíos: el 71 por ciento dice que son demócratas, el 21 por ciento republicanos y el 9 por ciento independientes.

Al igual que en la población en general de los EE. UU., la economía ha retrocedido como la principal preocupación, y el principal problema de los judíos en 2018 fue la atención médica: el 43% lo considera uno de sus dos principales problemas para decidir su voto, segundo la violencia con armas de fuego (28%) seguidos por el Seguro Social y Medicare (21%), la economía (19%) y la inmigración (18%). Israel se mantiene al final de la lista de prioridades, 4%, que es una disminución respecto del 9% en 2016 y lo ubica en el puesto 12 en una lista de 14 temas.

Las actitudes hacia el acuerdo con Irán siguen siendo positivas, y a los votantes judíos no les gusta la decisión de Trump de retirarse. El acuerdo recibe el 71%.de apoyo contra 28% de oposición, que es un notable mejora desde 2016, cuando fue de 63% de apoyo contra 37% de oposición. Los votantes judíos se oponen enérgicamente a la retirada de Trump del acuerdo (33% apoya / 67% se opone).

Aunque los estadounidenses judíos no votan teniendo en cuenta a Israel, sin duda tienen un fuerte vínculo emocional con él. Del 65% que se siente vinculado emocionalmente, 32% se siente muy y 33% algo. Un 23% no se siente muy vinculado y un 12% para nada vinculado. A pesar que una mayoría tiene sentimientos favorables a Israel, estos sentimientos son compartidos con la preocupación por las políticas del gobierno israelí y el apoyo cada vez menor al Primer Ministro Netanyahu:

La diferencia entre la opinión favorable y la negativa hacia el Primer Ministro cayó de +30 en 2014 a +12 en 2016, y ahora ha caído a un mínimo +3 (35% favorable / 32% desfavorable). El 35% dice que las políticas de Netanyahu no han tenido ningún impacto en sus relaciones con Israel.

Una gran mayoría cree que Israel debe suspender la construcción de asentamientos fuera de los bloques de asentamientos básicos (49%) o suspender toda la construcción de asentamientos en Cisjordania (27%). Un 23% cree que puede construir en cualquier área. Más personas dicen que la política del gobierno israelí hacia los palestinos les ha provocado sentimientos más negativos (29%) que positivos (17%) sobre Israel; un 54% no se sienten diferentes.

Entre los que han escuchado sobre la política israelí discriminatoria hacia la población no-ortodoxa, el 22% dice que los ha hecho sentirse más positivos con respecto a Israel, 50% más negativos y 28 % no diferentes.

La mayoría de los judíos estadounidenses, 84%, piensan que alguien puede ser “pro israelí” incluso si critican las políticas del gobierno. El 16% piensa lo contrario. Este hallazgo es consistente con que los votantes judíos quieren que los EE. UU. juegue un papel activo para ayudar a resolver el conflicto, incluso si esto implica desacuerdos públicos con israelíes y árabes (64%) o ejercer presión sobre ambas partes (60%) para que hagan los compromisos necesarios para lograr la paz.

Existe un amplio consenso para acordar un status final detallado y completo con los palestinos a partir de donde las negociaciones se detuvieron, que incluye un estado palestino en Cisjordania y Gaza; un regreso a las fronteras de 1967 con intercambios de tierras; que los barrios judíos y el Muro Occidental en Jerusalén permanezcan bajo control israelí, mientras que los barrios árabes en Jerusalén se conviertan en parte del nuevo estado palestino; compensación económica para los refugiados palestinos y el regreso de un número consensuado de refugiados a Israel. El 78% de los votantes judíos apoyarían este acuerdo, un 22% no. Esta es una mejora significativa con respecto a 2016 (70% de apoyo) y es consistente con la última elección a medio plazo en 2014 (76% de apoyo).

Los judíos estadounidenses levanta alarmas sobre la era Trump. Las grandes mayorías dicen que están más preocupadas por los siguientes temas desde que Trump se convirtió en presidente: antisemitismo (81%), sentimiento antiinmigrante (80%), racismo (79%) y extremismo de derecha (79%). Estos problemas van al núcleo de los valores judíos y la experiencia judía estadounidense. Es particularmente significativo que el 78% crea que el antisemitismo ha aumentado en los últimos años.

Conclusiones finales

Mientras los demócratas ganan una clara mayoría en la Cámara de Representantes (impulsada por ganancias suburbanas) y los republicanos aumentan sus escaños en el Senado (impulsados por ganancias en los estados del “cinturón de óxido”), la elección de 2018 refuerza la división cultural y política en los Estados Unidos. Los partidarios de Trump en la América rural y los oponentes de Trump en las ciudades y los suburbios están altamente motivados y viven en diferentes burbujas. En medio de esta división, y las políticas profundamente polarizadas que la acompañan, los judíos estadounidenses se han alineado aún más con el campo demócrata.

El movimiento de los judíos hacia los demócratas está arraigado en la retórica y las políticas incendiarias de Trump. Pero el movimiento también refleja las diferencias políticas de los judíos estadounidenses con Trump, y su abrazo con Netanyahu no mitiga a la oposición judía, en parte porque su doble mensaje a los extremistas también son escuchados por los judíos, y en parte porque los judíos simplemente no comparten su posiciones de halcón. Siendo que Israel no es determinante en el voto de los estadounidense judíos y sí lo son las tradiciones de su experiencia democrática y progresista en EE.UU., apoyando históricamente a los sectores y partidos liberales y de izquierda, con movimientos propios de carácter socialistas como los Workmen´s Circle o el Bund, se concluye que la imagen que se quiere instalar de una colectividad ganada por la derecha representada emblemáticamente por AIPAC, la ADL y otras instituciones, es una típica usurpación de representatividad como también ocurre en otros países y en el nuestro.

 

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