2017

Asia - África - Oceanía, Internacionales, Portada

La globalización ha muerto

Autor: Álvaro García Linera*  25 de DIC 2016   El desenfreno por un inminente mundo sin fronteras, la algarabía por la constante jibarización de los Estados-nacionales en nombre de la libertad de empresa y la cuasi religiosa certidumbre de que la sociedad mundial terminaría de cohesionarse como un único espacio económico, financiero y cultural integrado, acaban de derrumbarse ante el enmudecido estupor de las élites globalófilas del planeta. La renuncia de Gran Bretaña a continuar en la Unión Europea –el proyecto más importante de unificación estatal de los últimos 100 años– y la victoria electoral de Trump –que enarboló las banderas de un regreso al proteccionismo económico, anunció la renuncia a tratados de libre comercio y prometió la construcción de mesopotámicas murallas fronterizas–, han aniquilado la mayor y más exitosa ilusión liberal de nuestros tiempos. Y que todo esto provenga de las dos naciones que hace 35 años atrás, enfundadas en sus corazas de guerra, anunciaran el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad, habla de un mundo que se ha invertido o, peor aún, que ha agotado las ilusiones que lo mantuvieron despierto durante un siglo. Y es que la globalización como meta-relato, esto es, como horizonte político ideológico capaz de encausar las esperanzas colectivas hacia un único destino que permitiera realizar todas las posibles expectativas de bienestar, ha estallado en mil pedazos. Y hoy no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes; lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tipo de tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica, ante un mundo que ya no es el mundo de nadie. La medida geopolítica del capitalismo Quien inició el estudio de la dimensión geográfica del capitalismo fue Marx. Su debate con el economista Friedrich List sobre el “capitalismo nacional” en 1847 y sus reflexiones sobre el impacto del descubrimiento de las minas de oro de California en el comercio transpacífico con Asia, lo ubican como el primer y más acucioso investigador de los procesos de globalización económica del régimen capitalista. De hecho, su aporte no radica en la comprensión del carácter mundializado del comercio que comienza con la invasión europea a América sino en la naturaleza planetariamente expansiva de la propia producción capitalista. Las categorías de subsunción formal y subsunción real del proceso de trabajo al capital con las que Marx devela el automovimiento infinito del modo de producción capitalista, suponen la creciente subsunción de la fuerza de trabajo, el intelecto social y la tierra, a la lógica de la acumulación empresarial, es decir, la supeditación de las condiciones de existencia de todo el planeta a la valorización del capital. De ahí que en los primeros 350 años de su existencia, la medida geopolítica del capitalismo haya avanzado de las ciudades-Estado a la dimensión continental y haya pasado, en los últimos 150 años, a la medida geopolítica planetaria. La globalización económica (material) es pues inherente al capitalismo. Su inicio se puede fechar 500 años atrás, a partir del cual habrá de tupirse, de manera fragmentada y contradictoria, aún mucho más. Si seguimos los esquemas de Giovanni Arrighi en su propuesta de ciclos sistémicos de acumulación capitalista a la cabeza de un Estado hegemónico: Génova (siglos XV-XVI), los Países Bajos (siglo XVIII), Inglaterra (siglo XIX) y Estados Unidos (siglo XX), cada uno de estos hegemones vino acompañado de un nuevo tupimiento de la globalización (primero comercial, luego productiva, tecnológica, cognitiva y, finalmente, medio ambiental) y de una expansión territorial de las relaciones capitalistas. Sin embargo, lo que sí constituye un acontecimiento reciente al interior de esta globalización económica es su construcción como proyecto político-ideológico, esperanza o sentido común, es decir, como horizonte de época capaz de unificar las creencias políticas y expectativas morales de hombres y mujeres pertenecientes a todas las naciones del mundo. El “fin de la historia” La globalización como relato o ideología de época no tiene más de 35 años. Fue iniciada por los presidentes Ronald Reagan y Margaret Thatcher, liquidando el Estado de bienestar, privatizando las empresas estatales, anulando la fuerza sindical obrera y sustituyendo el proteccionismo del mercado interno por el libre mercado, elementos que habían caracterizado las relaciones económicas desde la crisis de 1929. Ciertamente fue un retorno amplificado a las reglas del liberalismo económico del siglo XIX, incluida la conexión en tiempo real de los mercados, el crecimiento del comercio en relación al Producto Interno Bruto (PIB) mundial y la importancia de los mercados financieros, que ya estuvieron presentes en ese entonces. Sin embargo, lo que sí diferenció esta fase del ciclo sistémico de la que prevaleció en el siglo XIX fue la ilusión colectiva de la globalización, su función ideológica legitimadora y su encumbramiento como supuesto destino natural y final de la humanidad. Y aquellos que se afiliaron emotivamente a esa creencia del libre mercado como salvación final no fueron simplemente los gobernantes y partidos políticos conservadores, sino también los medios de comunicación, los centros universitarios, comentaristas y líderes sociales. El derrumbe de la Unión Soviética y el proceso de lo que Gramsci llamó transformismo ideológico de ex socialistas devenidos en furibundos neoliberales, cerró el círculo de la victoria definitiva del neoliberalismo globalizador. ¡Claro! Si ante los ojos del mundo la URSS, que era considerada hasta entonces como el referente alternativo al capitalismo de libre empresa, abdica de la pelea y se rinde ante la furia del libre mercado –y encima los combatientes por un mundo distinto, públicamente y de hinojos, abjuran de sus anteriores convicciones para proclamar la superioridad de la globalización frente al socialismo de Estado–, nos encontramos ante la constitución de una narrativa perfecta del destino “natural” e irreversible del mundo: el triunfo planetario de la libre empresa. El enunciado del “fin de la historia” hegeliano con el que Fukuyama caracterizó el “espíritu” del mundo, tenía todos los ingredientes de una ideología de época, de una profecía bíblica: su formulación como proyecto universal, su enfrentamiento contra otro

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La resolución de la ONU es un aliento de esperanza

Autor: Gideon Levy /Haaretz/Israel 25 de DIC 2016 Título completo: La resolución de la ONU es un aliento de esperanza en un mar de oscuridad y desesperación El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó por establecer un Estado judío (junto a un Estado árabe) en la Tierra de Israel. Sesenta y nueve años después, el 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por intentar salvarlo. La resolución 2334 que fue aprobada el viernes es una ráfaga de buenas noticias, un aliento de esperanza en el mar de oscuridad y desesperación de los últimos años. Justo cuando parecía que todo iba cuesta abajo – la creciente ocupación cada vez más apoyada por Estados Unidos, con Europa galopando a la derecha – junto con Hanukkah vino una resolución que enciende una delgada vela. Cuando parecía que los malvados continuarían siendo victoriosos, vinieron Nueva Zelanda y otros tres países y le dieron al mundo un regalo de Navidad. Así que gracias a Nueva Zelanda, Venezuela y Malasia. Es cierto que el árbol de Navidad que han suministrado, con todas sus luces brillantes, pronto será eliminado; Donald Trump ya está esperando en la puerta. Pero la huella quedará. Hasta entonces, este regocijo temporal es una alegría, a pesar de la resaca esperada. Por supuesto, debemos preguntarle al presidente estadounidense Barack Obama con furia: ¿Recién ahora estás haciendo algo? Y debemos preguntar a un mundo frustrante: ¿Qué pasa con las acciones? Pero es imposible ignorar la decisión del Consejo de Seguridad que establece que todos los asentamientos son ilegales por naturaleza. El primer ministro Benjamin Netanyahu puede llamar a sus embajadores, mientras que su ministro de la derecha Yuval Steinitz puede gritar que la resolución es «injusta» (el tiene sentido del humor). Y el líder de la oposición Isaac Herzog puede balbucear que «tenemos que combatir la decisión con todos los medios.» Pero no hay una persona en el mundo con conciencia que no se regocije por la resolución. Tampoco hay un israelí decente que debiera caer en la propaganda que llama a la resolución «anti-israelí», una definición que los medios de comunicación israelíes se apresuraron a adoptar con su característica servidumbre, por supuesto. Esta decisión ha llevado a Israel de nuevo a la sólida tierra de la realidad. Todos los asentamientos, incluso en los territorios que han sido anexados, incluso en Jerusalén oriental, por supuesto, son una violación del derecho internacional. En otras palabras, son un crimen. Ningún país del mundo piensa lo contrario. El mundo entero lo piensa -todos los llamados amigos de Israel y todos sus llamados enemigos- por unanimidad. Lo más probable es que las herramientas de lavado de cerebro en Israel, junto con los mecanismos de represión y negación, traten de socavar la decisión. Pero cuando Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia se unen en una declaración tan clara, esto será un trabajo difícil. Así que usted puede decir «el mundo entero está en contra de nosotros». Usted puede gritar «¡antisemitismo!» Usted puede preguntar «¿Qué pasa con Siria?» Al final esta verdad clara como el cristal permanecerá: El mundo piensa que los asentamientos son un crimen. Todos los asentamientos y todo el mundo. Es cierto que el mundo no levanta un dedo para que los asentamientos sean removidos, pero tal vez algún día esto suceda. Sin embargo, ya será demasiado tarde, demasiado tarde. La Resolución 2334 distingue artificialmente entre Israel y los asentamientos, ya que está dirigido a éstos, no a la ocupación. Como si la culpa de Amona estuviera en sus colonos y no en todos los israelíes. Este engaño demuestra cuánto el mundo sigue tratando a Israel con indulgencia y vacila en tomar medidas en su contra, como lo hizo con la conquista de Crimea por parte de Rusia, por ejemplo. Pero los israelíes que no viven en Amona, que nunca han estado allí, que no tienen ningún interés real en su destino – la mayoría de los israelíes según parece- tienen que preguntarse: ¿Realmente vale la pena? ¿Todo esto por unos cuantos colonos a los que no conocen y que realmente no quieren conocer? La resolución 2334 es, sobre todo para las orejas israelíes, como un reloj de alarma que asegura despertarte a tiempo, como una sirena que te dice que vayas al refugio antiaéreo. Es cierto que la resolución no tiene valor concreto; es cierto, la nueva administración estadounidense promete borrarla. Pero dos preguntas no dejará de lado: ¿Por qué los palestinos no merecen exactamente lo mismo que los israelíes merecen?, y ¿cuánto puede un país, con todo su poder de presión, armas y alta tecnología, ignorar al mundo entero? En este primer día de Jánuca y Navidad, podemos disfrutar, aunque sólo sea por un momento, de la dulce ilusión que la Resolución 2334 suscitará estas preguntas en Israel. Traducción: Dardo Esterovich

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Un Estado paralelo en la Patagonia

Autor: Juan Grabois /Tiempo Argentino 30 de DIC 2016   Se armó su propio Cantri con una pileta enorme.Maneja las fuerzas de seguridad, el intendente y el Concejo Deliberante como si fueran empleados. Aprieta testigos y amenaza a la población. Se queda con los títulos de propiedad de la gente. Se apropia de recursos públicos y los maneja ‘a piacere’. Corta rutas a punta de pistola. No cumple con las leyes. Todas sus operaciones son irregulares. Hasta aquí, el relato coincide con el que nos han contado sobre Milagro Sala, pero el protagonista de esta historia no es una coya sino un magnate inglés, la séptima fortuna del Reino Unido. Se llama Joseph Lewis, Joe para los amigos. En su entorno no hay Shakira en jogging sino atléticos ejecutivos de traje Armani. Su holding está integrado por empresas como Hidden Lake y algunas offshore; no por cooperativas con nombres grasa tipo Pibes Villeros. El gobernador de Río Negro, su base operacional, lo defiende a capa y espada. El intendente del Bolsón, Bruno Pogliano, fue contador suyo hasta antes de asumir. Su exvocera personal, Dalina Pinacho, es hoy jefa en Radio Nacional. Lewis también comparte el rancho y el helicóptero con el presidente Mauricio Macri. El ingeniero no es el único afortunado: Joe recibe a políticos, empresarios y periodistas con quienes goza de la exclusiva vista del lago que nos robó a todos los argentinos. Obvio, Lewis no está preso, goza de buena prensa y a nadie se le ocurre plebiscitarlo. Una vez, sí, plebiscitaron su proyecto y perdió por el 79% de los votos. Joseph tuvo un sueño y empezó de abajo. Quería su propio Estado en la Patagonia. Pergeñó un plan y lo va llevando adelante. Buscó amigos, encontró aliados, siempre supo untar manos ávidas de libras esterlinas. Empezó encerrando el Lago Escondido, fue desarrollando la infraestructura colonial y ahora dio el batacazo con la aprobación municipal para el desarrollo del proyecto Laderas. A Joe nunca lo amilanaron los obstáculos. Arrasó con todos: leyes, fallos judiciales, dos reservas naturales, bosques, lagos, ríos, mapuches, criollos, instituciones, plebiscitos. Es un hombre de tesón que supo levantarse frente a cada derrota. Tuvo su primer revés importante en 2009 cuando el Superior Tribunal de Justicia (STJ) ordenó «asegurar el acceso al lago Escondido con adecuada señalización y asegurando la transitabilidad» por el camino conocido como del Tacuifí. Desde luego, la gobernación debía ejecutar la sentencia, pero Alberto Weretilnek nunca cumplió y el lago sigue siendo el parque acuático privado del caballero inglés. La del STJ era una sentencia firme y, desde luego, ante el incumplimiento, hubo protestas ciudadanas en distintos puntos del país. En ese contexto, su testaferro, Van Ditmer, afirmó: «Vamos a defender la propiedad privada con el Winchester en la mano, con sangre si hace falta». Más allá de su concepto amplio de propiedad privada, cumplió su amenaza cada vez que las organizaciones comunitarias intentaron acceder al Lago. Lewis supo tener una política de «responsabilidad social» que algún tiempo le granjeó la simpatía de parte de la población de El Bolsón y que esgrimen sus defensores para mostrar que tan malo no es. Roba pero hace. Puso unas canchitas de fútbol y una escuelita. Una obra bastante menor a la de Milagro Sala y bastante más floja de papeles. Su jefe de responsabilidad social renunció espantado cuando entendió para qué clase de ‘mostro’ estaba trabajando, pero a nadie le interesa demasiado lo que tiene para decir. Con la asunción de Macri en la Presidencia, el «Estado Paralelo» de Lewis dio un salto de calidad. Apuraron el tranco al grito de ‘vamos por todo’ y en abril ya estaban desmontando la tercera reserva de cipreses más importante del mundo para que pase un cable de alta tensión. Se olvidaron de pedir autorización, ningún estudio de impacto ambiental, concesión vencida, contratista habilitado únicamente para operar en «venta de chacinados y carnes rojas»… A ningún organismo oficial se le ocurrió denunciarlo. A su carnicero contratista, Lewis le dio una retroexcavadora nueva, mucha plata y garantías de impunidad. El tipo, con un poco de vergüenza, le dio para adelante y el tajo que recorre la reserva ya tiene más de nueve kilómetros. Desde las organizaciones lo denunciamos hace más de seis meses. No a él, pobre hombre, sino al gobernador, Lewis y cía. El fiscal Arrien y el juez Burgos se están tomando su tiempo para decidir si realizan algún acto procesal, mientras dilatan los plazos pidiendo informes y mandando el expediente de acá para allá. El relato del ‘lewisismo’ era que el electroducto iba a abastecer de energía al Bolsón. Joe nos iba a vender la energía que se robaba del Río Escondido a precio diferencial por ser renovable. Las maravillas de la desregulación del mercado energético. Un negocio extraordinario aunque, por su volumen, relativamente chico. Pero el objetivo real es bastante más ambicioso y siniestro. Lo que parecía una teoría conspirativa de los ambientalistas de El Bolsón se comprobó. La traza del electroducto, oh casualidad, pasa por la Pampa de Luden donde, contra toda norma, Lewis proyecta consolidar su Estado Paralelo. La Pampa de Luden es un monumento natural que cuadriplica en superficie la Ciudad de Buenos Aires. Lewis quiere instalar ahí un centro de sky, una cancha de golf, comercios, un lago artificial y, desde luego, algunos ricachones para completar el proceso de colonización. Desde ya, esta ciudad amurallada necesita energía: no están arruinando la Reserva para vender electricidad renovable al interconectado nacional sino para canalizar la energía hacia la nueva colonia. También necesita agua: el agua que hoy mantiene viva la Reserva de Biósfera Andino Norpatagónica y la población campesina de Mallín Ahogado. La semana pasada, en una escandalosa sesión que provocó la más masiva movilización popular que recuerda la comarca, el Concejo Deliberante dominado por el PRO, la UCR y los ediles de Weretilneck, custodiados por una pequeña pero aguerrida patota, aprobaron el loteo de Laderas SA. Horas antes, esa banda había secuestrado y golpeado ferozmente dentro del edificio

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