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Y la utopía abandonó a Israel

Fuente: Juan Carlos Sanz | El País Fecha:  3 de JUN 2018 Decenas de jóvenes escuchan a un elenco de viejas glorias de la izquierda, pacifistas e intelectuales frente a la sede del Teatro Nacional de Israel, en la plaza de Habima en Tel Aviv, mientras un puñado de ultraderechistas les increpa desde la esquina del bulevar ­Rothschild, tras un cordón policial: “¡Marchaos a vivir a Gaza!”. Orillado por edificios de estilo Bauhaus, este paseo, donde se declaró hace 70 años la independencia del Estado hebreo, aún conserva el marchamo de la modernidad. “Hemos olvidado la historia, los valores del judaísmo”, musita desde su silla de ruedas Yael Dayan, exdiputada del partido laborista. “En [las protestas de] Gaza ha habido muchos muertos por los disparos de nuestros soldados”, desgrana con una mueca de dolor, tras haber leído en la tribuna el testimonio de un francotirador militar anónimo que combatió en el enclave palestino. Antigua vicealcaldesa de Tel Aviv, Yael, la hija de Moshe Dayan —el general que derrotó en seis días a tres Ejércitos árabes e inauguró la ocupación—, mantiene a los 78 años la intensidad de la mirada de las generaciones pioneras de Israel. “¡Fuera traidores!”, arrecian los gritos de los extremistas mientras hacen ondear banderas de la estrella de David, y los agentes los contienen con aire de aburrimiento. “También nos hemos vuelto racistas”, sostiene Dayan, conectada a un respirador. “Aunque nacimos como un país de inmigrantes perseguidos, el Gobierno ha intentado deportar a miles de refugiados africanos”. La veterana política ha venido a apoyar un acto público organizado por el movimiento de soldados veteranos Romper el Silencio, una de las organizaciones pacifistas que aspiran a ser la conciencia crítica de la sociedad hebrea, cada vez más escorada hacia el nacionalismo. “Solo unos pocos se atreven a decir hoy la verdad sobre la ocupación. El país ya no es el mismo”, sentencia Dayan, “pero no es tanto Israel el que ha cambiado como su liderazgo”. La compleja división política israelí se debe a la fragmentación provocada por un sistema electoral con fuerte proporcionalidad en el reparto de los 120 diputados de la Kneset (Parlamento), según el analista político Daniel Kupervaser. “Si se revisan resultados y sondeos, se aprecia la solidez de un bloque de la derecha, con 57 escaños, formado por el partido conservador Likud de Benjamín Netanyahu, y la extrema derecha de Avigdor Lieberman [actual ministro de Defensa], al que se suma el nacionalismo religioso de los colonos y los ultraortodoxos. Luego, hay un segundo bloque de fuerzas de centro, que incluye al laborismo, con 45 diputados, y, por último, un tercer grupo que suma 18 escaños, en el que están Meretz [izquierda pacifista] y los partidos árabes israelíes”. Los partidos de este último bloque están considerados como “inadmisibles” para conformar “una coalición sionista”, así que el centro solo puede gobernar con la derecha, explica Kupervaser. Así, en las elecciones legislativas de 2009 la dirigente liberal Tzipi Livni obtuvo más votos que Netanyahu, pero no pudo formar un Gabinete de coalición por el veto de los partidos conservadores. “El Likud de Netanyahu solo controla una cuarta parte del Parlamento”, advertía recientemente la liberal Livni en un encuentro con periodistas en Jerusalén. “Las alianzas pueden cambiar dentro de poco”. Sus palabras aludían a los casos de corrupción que planean sobre el primer ministro, Netanyahu, y amenazan con forzar su dimisión si el fiscal general le inculpa por fraude y soborno. Livni ha ocupado el cargo de viceprimera ministra, y ha sido la titular de Exteriores, Justicia y de otras carteras, convirtiéndose en la mujer que más ha ascendido en la pirámide del poder en la historia de Israel, tras Golda Meir, jefa de Gobierno entre 1969 y 1974. También encabezó las últimas negociaciones de paz con los palestinos, suspendidas hace cuatro años. Desde la oposición de centro-izquierda, cita los sondeos para apoyar sus argumentos: “La sociedad está mayoritariamente a favor de la solución de los dos Estados, aunque no sabe cuándo se podrá alcanzar. Solo unos pocos defienden un Estado binacional [la anexión de los territorios palestinos]”. El partido de Livni, Hatnuah, está asociado al laborismo en la denominada Unión Sionista. Coincidiendo con su 70º aniversario, en un mes Israel ha sentido el vértigo de una aceleración histórica. Ha habido una rápida sucesión de acciones y reacciones. En un alarde de protagonismo de Netanyahu, se presentó en televisión el archivo atómico secreto localizado por agentes del Mosad en Teherán, poco antes de la ruptura por parte de EE UU del acuerdo nuclear con Irán, y del ataque militar israelí a gran escala contra objetivos de la Guardia Revolucionaria de Irán en Siria. Pero el hito que ha marcado la conmemoración de la independencia ha sido sin duda el traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, que ha consolidado el alineamiento del presidente Donald Trump con los intereses estratégicos del Gobierno de Netanyahu. Mientras la hija del mandatario de EE UU Ivanka Trump inauguraba en su nombre la legación diplomática de la Ciudad Santa en un clima de euforia local, los disparos de los francotiradores del Ejército causaban la muerte de 62 manifestantes ante la valla de separación fronteriza. La Autoridad Palestina incluyó esos hechos en la denuncia por crímenes de guerra que días más tarde presentó en la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta misma semana, la escalada bélica entre Israel y Hamás —el movimiento islamista que gobierna de facto en el enclave— ha estado a punto de desbordarse, con el mayor lanzamiento de cohetes registrado desde la Franja, y los bombardeos más intensos de la aviación hebrea desde el fin de la guerra de 2014. Las repercusiones de esta crisis en Gaza han ido más allá de la condena a Israel en foros internacionales. El cantante brasileño Gilberto Gil ha cancelado su concierto en Tel Aviv ante la situación en la Franja. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha pospuesto indefinidamente una visita oficial alegando problemas de agenda. Otros artistas y políticos han decidido retrasar viajes previstos a Israel tras los incidentes del 14 de mayo. Pocas

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¿Por qué romper el silencio?

Fuente Amos Oz | El País Fecha: 02 de JUN 2018 A menudo me pregunto por qué organizaciones [israelíes] como Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora suscitan sentimientos de miedo, rabia y hostilidad en tantas personas. No solo gente de extrema derecha, sino también otros que se consideran en el centro del espectro político. Esa hostilidad no puede explicarse solo diciendo que todos los que se oponen a Romper el Silencio son racistas. Ni que están intentando callar nuestras voces; la gran mayoría de nuestros adversarios no lo hace. Ni siquiera podemos decir que todos nuestros oponentes odian a los árabes, porque, en su mayor parte, no es así. ¿Cuál es el problema entonces? Muy sencillo: la gente quiere sentirse a gusto consigo misma, y Romper el Silencio se lo impide. La gente quiere que el Estado de Israel tenga una buena imagen y, a su juicio, Romper el Silencio y B’Tselem hacen que la tenga mala. Es algo completamente humano. No tenemos por qué despreciar la necesidad natural del ser humano de sentirse bien. Es muy comprensible que la mayoría de los israelíes sienta bochorno e incomodidad cuando el Estado de Israel no tiene una buena imagen. Creen, equivocadamente, que los que promueven esa mala imagen son los que denuncian las distorsiones morales del país, del Gobierno y del Ejército. Les cuesta aceptar que el Estado de Israel, a veces, da muy mala imagen, no por culpa de los que denuncian esas distorsiones morales, sino por culpa de los que incurren en ellas. Una de las maravillas secretas de la tradición judía, una de las razones de que el pueblo judío no haya sido erradicado después de miles de años, mientras que otras naciones más grandes han desaparecido, es que en la nación judía siempre ha habido muchos valientes dispuestos a romper el silencio y a luchar para curar la degeneración moral y denunciar las distorsiones sociales y las injusticias. Podemos empezar por hablar del profeta Natán, el ejemplo por antonomasia de lo que es romper el silencio, y de cómo ensució la fama del rey David, el autor de los salmos, el antepasado del futuro Mesías. Aquel pequeño profeta se alzó y dijo al mundo —y a las futuras generaciones— que David había asesinado mediante artimañas y engaños a un hombre inocente, solo porque quería acostarse con su mujer. El profeta Jeremías, el profeta Amos y otros profetas también censuraron sin piedad a la familia real, a los ministros, a los grandes de su época, y muchas veces al pueblo en general, a toda la nación: mancillaron nuestro país, sin la menor duda. No tuvieron miedo de llamar a la injusticia, injusticia, y al derramamiento de sangre inocente, derramamiento de sangre inocente. Nunca se detuvieron a preguntarse si estaban proporcionando excusas a los que odiaban a Israel. En sus poemas, Hayim Nahman Bialik arrojó fuego y azufre sobre los dirigentes, los funcionarios y toda la nación judía. También Nathan Alterman y S. Yizhar rompieron el silencio y nunca vacilaron a la hora de condenar la injusticia y los asesinatos cometidos por los soldados de las Fuerzas Armadas israelíes, ni siquiera durante las celebraciones y la euforia que siguieron a la gran victoria en la guerra de los Seis Días. Lo mismo que A. B. Yehoshua, Hanoch Levin, David Grossman, Yitzhak Laor, Meir Shalev y una larga lista. Todos los que odian a Romper el Silencio deberían reflexionar sobre una cosa, al menos por un instante: que la fortaleza moral no es un lujo ni un mero adorno. La fortaleza moral es necesaria para la supervivencia de una nación, una sociedad y una persona. La fortaleza moral no es una especie de joya que guardamos en la caja fuerte y que nos ponemos solo en los días buenos para tener un aspecto mejor. La fortaleza moral no es una mercancía producida para la exportación, que se guarda en un cajón, por lo menos hasta que termine la guerra, hasta que vuelva la normalidad y el país viva 40 años de paz, de forma que solo entonces podremos blandir nuestra reluciente grandeza moral, exhibirla en el pecho y revelar al mundo lo maravillosos que somos. No. La fortaleza moral, especialmente en tiempos de guerra, es tan urgente como los primeros auxilios en un campo de batalla. El papel del acusador, a veces, es similar al del médico o el enfermero: su labor es como la del médico que abre un absceso y extrae el pus, para que no se extienda ni contamine todo el cuerpo. No debemos menospreciar a quienes desean sentirse bien. Pero quizá convendría familiarizarlos con algo que sabe casi el mundo entero, salvo los que quieren acallar la crítica aquí, en Israel: que una de las pocas razones por las que los israelíes pueden seguir sintiéndose un poco bien consigo mismos y ante otros países es que tenemos Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora, que hay una lucha permanente para alcanzar la justicia social y que seguimos teniendo una prensa más o menos libre o, por lo menos, seguimos peleando para mantenerla. Y sigue habiendo libertad de expresión, cada vez más amenazada, pero sigue habiéndola. Estas son las cosas que dan una buena imagen de Israel. Estas son las cosas que permiten que Israel siga teniendo defensores en todo el mundo, gente que todavía nos mira con esperanza e incluso admiración. A pesar de la fealdad y de la injusticia, a pesar de la ocupación y la explotación de los pobres y desfavorecidos de la sociedad israelí, yo sigo amando Israel. Lo amo incluso en los momentos en los que no puedo soportarlo. Lo amo por su larga tradición de acalorados debates internos y búsqueda de la justicia. Es una tradición que ahora está en peligro, es cierto, pero que se mantiene viva. Cuánta gente dice: “Muy bien, pero ¿por qué no podemos resolver nuestras diferencias discretamente? ¿Por qué tenemos que hacerlo ante los ojos de todo ese mundo hostil?”. Pues bien, porque los tiempos han cambiado, y los

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El día de la vergüenza

Fuente: Uri Avneri | Gush Shalom Fecha: 19 de MAY 2018 En el lunes sangriento, esta semana, cuando el número de muertos y heridos palestinos aumentaba por hora, me pregunté: ¿qué habría hecho si hubiera sido un joven de 15 años en la Franja de Gaza? Mi respuesta fue, sin dudarlo: me habría parado cerca del alambrado de la frontera y habría manifestado, arriesgando mi vida y mis extremidades a cada minuto. ¿Cómo estoy tan seguro? Simple: hice lo mismo cuando tenía 15 años. Fui miembro de la Organización Militar Nacional («Irgun»), un grupo clandestino armado llamado «terrorista». Palestina estaba en ese momento bajo la ocupación británica (llamada «mandato»). En mayo de 1939, los británicos promulgaron una ley que limita el derecho de los judíos a adquirir tierras. Recibí una orden para estar en un momento determinado cerca de la orilla del mar en Tel Aviv para participar en una manifestación. Tenía que esperar una señal de trompeta. Sonó la trompeta y comenzamos la marcha por la calle Allenby, que era la principal de la ciudad. Cerca de la sinagoga principal, alguien subió las escaleras y pronunció un discurso incendiario. Luego marchamos hasta el final de la calle donde se encontraban las oficinas de la administración británica. Allí cantamos el himno nacional, «Hatikvah», mientras algunos miembros adultos prendían fuego a las oficinas. De repente, varios camiones que transportaban soldados británicos se detuvieron y una salva de disparos resonó. Los británicos dispararon sobre nuestras cabezas y huimos. Recordando este evento 79 años después, se me pasó por la mente que los niños de Gaza son más grandes héroes que entonces. No huyeron. Se mantuvieron firmes durante horas, mientras que el número de muertos aumentó a 61 y el número de heridos por munición real a unos 1.500, además de 1.000 afectados por el gas. En ese día, la mayoría de las estaciones de televisión en Israel y en el extranjero dividiron su pantalla. A la derecha, los eventos en Gaza. A la izquierda, la inauguración de la Embajada de los Estados Unidos en Jerusalén. En el año 136 de la guerra sionista-palestina, esa pantalla dividida es la imagen de la realidad: la celebración en Jerusalén y el baño de sangre en Gaza. No en dos planetas diferentes, no en dos continentes diferentes, sino apenas a una hora de distancia. La celebración en Jerusalén comenzó como un evento tonto. Un grupo de hombres adecuados, inflados de auto-importancia, celebrando ¿qué, exactamente? El movimiento simbólico de una oficina de una ciudad a otra. Jerusalén es la manzana de la discordia. Todo el mundo sabe que no habrá paz, ni ahora, ni nunca, sin un compromiso allí. Para cada palestino, cada árabe, cada musulmán en todo el mundo, es impensable renunciar a Jerusalén. Es de allí, según la tradición musulmana, que el profeta Mahoma ascendió al cielo, después de atar su caballo a la roca que ahora es el centro de los lugares sagrados. Después de La Meca y Medina, Jerusalén es el tercer lugar más sagrado del Islam. Para los judíos, por supuesto, Jerusalén significa el lugar donde, hace unos 2000 años, se encontraba el templo construido por el rey Herodes, un cruel medio judío. Un remanente de una pared exterior aún se encuentra allí y es reverenciado como el «Muro Occidental». Solía llamarse el «Muro de las Lamentaciones», y es el lugar más sagrado de los judíos. Los estadistas han tratado de cuadrar el círculo y encontrar una solución. El comité de las Naciones Unidas de 1947, que decretó la partición de Palestina en un estado árabe y uno judío —una solución respaldada con entusiasmo por los líderes judíos— sugirió separar Jerusalén de ambos estados y constituirla como una unidad separada dentro de lo que se suponía que era de hecho un tipo de confederación La guerra de 1948 resultó en una ciudad dividida, la parte oriental fue ocupada por el lado árabe (el Reino de Jordania) y la parte occidental se convirtió en la capital de Israel. (Mi aporte más modesto fue luchar en la batalla por el camino que la une a Tel Aviv). A nadie le gustaba la división de la ciudad. Entonces mis amigos y yo ideamos una tercera solución, que ahora se ha convertido en un consenso mundial: mantener la ciudad unida en el nivel municipal y dividirla políticamente. Occidente como capital del Estado de Israel, Oriente como capital del Estado de Palestina. El líder de los palestinos locales, Faisal al-Husseini, vástago de una distinguida familia palestina local e hijo de un héroe nacional que fue muerto no lejos de mi posición en la misma batalla, aprobó esta fórmula públicamente. Yasser Arafat me dio su consentimiento tácito. Si el presidente Donald Trump hubiera declarado que Jerusalén Occidental era la capital de Israel y hubiera trasladado allí su embajada, casi nadie se hubiera emocionado. Al omitir la palabra «Oeste», Trump encendió un fuego. Quizás sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, y probablemente sin importarle nada. Para mí, el traslado de la embajada de EE. UU. no significa nada. Es un acto simbólico que no cambia la realidad. Si llega la paz, a nadie le importará un acto estúpido de un presidente estadounidense ya medio olvidado. ¡Inshallah! (Dios quiera) Así que estaban allí, este manojo de don nadies auto-suficientes, israelíes, estadounidenses y otros entre medio de ellos teniendo su pequeño festival, mientras que los ríos de sangre fluían en Gaza. Los seres humanos fueron asesinados de a docenas y heridos por miles. La ceremonia comenzó como una reunión cínica que rápidamente se volvió grotesca y terminó siendo siniestra. Nerón tocaba mientras Roma ardía. Cuando se intercambió el último abrazo y se realizó el último cumplido (especialmente a la agraciada Ivanka), Gaza siguió siendo lo que era: un enorme campo de concentración con hospitales severamente superpoblados, carentes de medicinas y alimentos, agua potable y electricidad. Se lanzó una ridícula campaña de propaganda mundial para contrarrestar la condena mundial. Por ejemplo: la historia que el terrorista Hamas había obligado

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60 muertos en Gaza y el fin de la conciencia israelí

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 16 de MAY 2018 ¿Cuándo llegará el momento en que la matanza masiva de palestinos importe algo a la derecha? ¿Cuándo llegará el momento en que la matanza de civiles golpee al menos al centro izquierda? Si 60 personas asesinadas no lo hacen, ¿tal vez 600? ¿6.000 los sacudirán? ¿Cuándo llegará el momento en que surja una pizca de sentimiento humano, aunque solo sea por un momento, hacia los palestinos? ¿Simpatía? ¿En qué momento alguien se detendrá y sugerirá compasión sin ser tildado de excéntrico o enemigo de Israel? ¿Cuándo habrá un momento en el que alguien admita que el matarife tiene, después de todo, alguna responsabilidad por la matanza, no solo por los matados, que son por supuesto responsables de su propia matanza? Sesenta personas asesinadas no le importaban a nadie, ¿tal vez 600 lo harían? ¿Qué hay de 6.000? ¿Israel encontrará todas las excusas y justificaciones entonces también? ¿Se echará la culpa a las personas asesinadas y sus «despachadores» incluso entonces, y no se escucharán ni una palabra de crítica, mea culpa, dolor, piedad o culpa? El lunes, cuando el recuento de muertos aumentó de forma alarmante, Jerusalén celebró la embajada* y Tel Aviv se regocijó por el premio de Eurovisión, parecía que ese momento nunca volvería. El cerebro israelí ha sido lavado irrevocablemente, el corazón sellado para siempre. La vida de un palestino ya no se considera que valga nada. Si 60 perros callejeros fueran asesinados a tiros en un día por soldados de las FDI**, todo el país estallaría en protestas. Los asesinos de perros serían enjuiciados, la nación de Israel habría dedicado oraciones a las víctimas, se diría un servicio de Yizkor*** para los perros sacrificados por Israel. Pero en la noche de la matanza de los palestinos, Sion se regocijó y se puso jubiloso: tenemos una embajada de EE.UU. y un premio de Eurovisión. Es difícil pensar en un eclipse moral más atroz. Tampoco es difícil imaginar el escenario inverso: 60 israelíes mueren en un día y las multitudes celebran la embajada en Ramala y se regocijan por un concierto en El Bire para animar a la ganadora del «A Star is Born» árabe, mientras que los presentadores de televisión y los entrevistados se ríen durante las transmisiones en vivo. Oh, esos animales palestinos, oh, los monstruos. La víspera de este lunes negro me encontré sentado en uno de los estudios de televisión junto a un risueño derechista. Risitas no es el término correcto, estaba a punto de estallar en carcajadas. Le hizo reír tanto la matanza en masa y le pareció aún más gracioso que alguien se horrorizara por ello. El periódico Israel Haiom abrió con la bendición «Shehecheyanu» en su título principal sobre otro asunto, sin darse cuenta de la oscura ironía. Iediot Ajaronot mantuvo una acalorada discusión sobre si los líderes de Hamas deberían ser eliminados ahora o no, quién está a favor del asesinato y quién está en contra. Imagina una discusión en un diario palestino: a favor o en contra de matar a Gabi Eizenkot La verdad es que Israel está bien preparado para masacrar a cientos y miles, y para expulsar a decenas de miles. Nada lo detendrá. Este es el final de la conciencia, la muestra de moralidad ha terminado. Los eventos de los últimos días lo han demostrado de manera decisiva. El camino ha sido trazado, la infraestructura para el horror ha sido lanzada. Docenas de años de lavado de cerebro, demonización y deshumanización han dado sus frutos. La alianza entre los políticos y los medios para suprimir la realidad y negarla ha tenido éxito. Israel está dispuesto a cometer horrores. Nadie se interpondrá en su camino por más tiempo. Ni desde adentro o desde afuera. Aparte de la hipocresía habitual, el mundo de la era Trump no moverá un dedo, incluso cuando Gaza se convierte, no lo quiera el cielo, en Ruanda. Incluso entonces, nuestros observadores y analistas recitarán que la IDF ha logrado sus objetivos, que la IDF mostró moderación, que es la más moral y «¿qué sugieres hacer en su lugar?». El jefe del ejército sería coronado como el hombre del año, el hombre moderado y bueno, la oposición twittearía sus aplausos. En la plaza de la ciudad se celebrará la victoria de la cantante «izquierdista», nadie pensaría siquiera en cancelar la fiesta, o al menos reservar un momento para los muertos. ¿Qué tiene eso que ver con nosotros? Es culpa de Hamas. Sesenta personas murieron en un día, y ni una pizca de dolor ha sido vista en Israel. A partir de ahora, nunca se verá. Traducción: Dardo Esterovich N. del T.: * La apertura de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén ** Fuerzas de Defensa de Israel *** Responso

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La decisión de Israel de disparar a los palestinos debería horrorizarnos, pero no sorprendernos

Fuente: Peter Beinart | FORWARD Fecha: 15 de MAY 2018 El otro día, un conocido, políticamente a mi derecha, me hizo una pregunta. Me preguntó qué aconsejaría que Israel hiciera cuando se enfrentara a miles de palestinos, algunos probablemente empeñados en tratar de atravesar violentamente la valla que separa la Franja de Gaza del resto de Israel. (Digo «el resto de Israel» porque creo que Gaza aún permanece bajo la ocupación israelí.) Le dije que no sé. No lo sé porque no soy un planificador militar ni un experto en control de multitudes. Y como no sé, evité criticar a las FDI por usar «fuerza desproporcionada». Estoy perfectamente dispuesto a reconocer que, en el momento en que miles de manifestantes convergieron en la cerca, ninguna de las opciones de Israel fueron buenas. Pero es la pregunta incorrecta. A mediados y finales de la década de 1960, se produjeron disturbios una y otra vez en los barrios negros de las ciudades estadounidenses. Desde una perspectiva de control de multitudes, la policía se enfrentó a una decisión difícil: cómo evitar que las personas destruyan propiedades e incluso cometan actos violentos sin usar fuerza letal. Pero si alguien en ese momento preguntara: «¿Qué debería hacer la policía?», Hubieran estado haciendo una pregunta incorrecta. La pregunta correcta no era «¿Cómo debería responder la policía de Estados Unidos a los disturbios?», Sino debería de ser: «¿Cómo deberían responder los líderes de Estados Unidos a los agravios que produjeron los disturbios en primer lugar?». Lo mismo ocurre con Gaza. Mucho antes de que los soldados israelíes decidieran disparar contra los manifestantes, los líderes israelíes decidieron impedir que los agricultores de Gaza exportaran espinacas, papas y frijoles. Decidieron prohibir a los pescadores de Gaza pescar más de seis millas náuticas. Decidieron prohibir a los estudiantes en Gaza que salgan de la Franja para estudiar, para impedir que los cónyuges se unieran legalmente a sus esposos o esposas en Cisjordania, para impedir que los nietos vayan a los funerales de sus abuelos. Decidieron prohibirles a las personas en Gaza importar las piezas de repuesto necesarias para reconstruir la red eléctrica de la Franja. Estas no fueron decisiones tomadas en segundos por jóvenes soldados asustados. Eran políticas formuladas por políticos en oficinas con aire acondicionado. Esos políticos respondieron a la victoria de Hamas en las elecciones legislativas de 2006 al ayudar a torpedear a un gobierno de coalición palestino que hubiera dejado a Mahmoud Abbas como el presidente de la Autoridad Palestina. Rechazaron las negociaciones con Hamas hasta que el grupo cumpliera las condiciones -entre ellas la aceptación de los acuerdos anteriores y el apoyo a la solución de los dos estados- que el actual gobierno de Israel no cumple. En su lugar, eligieron una política de castigo colectivo: una política que castigaba a la población de Gaza por ser gobernada por Hamas. Más de una década después, Hamas sigue a cargo. Pero Gaza, que apenas tiene electricidad o agua potable, está a punto de convertirse, según las Naciones Unidas, en «inhabitable». Hace una semana, Hamas volvió a plantear la idea de una tregua a largo plazo con Israel. No lo hizo porque dejó de ser una organización autoritaria con una historia de terrorismo que rechaza el derecho de Israel a existir. Lo hizo porque está geopolíticamente aislado. No obstante, una tregua a largo plazo constituiría un avance. Una tregua similar ha existido desde principios de la década de 1950 entre Corea del Norte y Corea del Sur. Si Israel hubiera aceptado la oferta y tomado medidas para aliviar el bloqueo (algunos aspectos de los cuales tienen poco que ver con la seguridad), las muertes de ayer podrían no haber sucedido. Pero Benjamin Netanyahu, según las noticias, no respondió. No respondió por la misma razón por la que intensificó la construcción de asentamientos y rechazó un estado palestino cerca de las líneas de 1967: porque ve a los palestinos no como seres humanos con derechos inherentes, sino como un enemigo a ser subyugado. Decenas de palestinos están muertos, y miles más heridos, no por las decisiones que Israel tomó en un solo día, sino por las decisiones que tomó durante muchos años. Cada político estadounidense, y cada líder judío estadounidense, que ha defendido esas decisiones —quién ha defendido la política descerebrada y sin sentido de Israel hacia Gaza— está implicado en la masacre de ayer. Diferentes opciones son posibles. Siempre han sido posibles. Pero requieren ciudadanos, tanto en Israel como en América, dispuestos a exigir que sus líderes los hagan, antes de que más palestinos acaben muertos.

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Netanyahu afirma que Irán mintió sobre su programa nuclear, pero Israel ha estado mintiendo durante décadas

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 03 de MAY 2018 Dejemos de lado nuestra incomodidad al ver la actuación de Office Depot* del primer ministro. Esa es una cuestión de estilo y gusto. Pero es imposible ignorar los nuevos registros que Israel sigue estableciendo, una y otra vez, por falta de autoconciencia, o uno podría decir doble moral e hipocresía. Los israelíes realmente creen que es impactante descubrir cómo Irán mintió descaradamente al mundo, del mismo modo que realmente creen que es terrible cuando las dictaduras disparan balas contra los manifestantes, cuando los regímenes tiránicos encarcelan a los oponentes políticos sin juicio, cuando los estados del apartheid mantienen dos sistemas penales , cuando los residentes de las dictaduras son retenidos en su propio país como en una jaula, cuando las personas son perseguidas por su religión o nacionalidad, cuando las sociedades cierran sus puertas a los refugiados, cuando los países se burlan del derecho internacional. La “nación de la moralidad” no puede permanecer indiferente ante tan impactantes desarrollos. Y, de hecho, se conmociona periódicamente, y en ocasiones incluso expresan una protesta. Hasta que se trata de sí mismo. Cuando Benjamin Netanyahu demostró con carpetas de archivos que Irán mintió sobre su programa nuclear, ninguna persona pensó que Israel debería haber sido el último país del mundo en tenr el valor de quejarse de esto. Después de todo, ¿cómo ha actuado Israel en este mismo tema durante décadas? El archivo nuclear de Irán parece sin duda una biblioteca que presta libros al vecindario en comparación con el archivo nuclear de Israel. Pero Israel no firma convenciones, no permite inspecciones y miente. Se burla y guiña un ojo: 60 años de continuas mentiras nucleares. De hecho, nunca ha dicho una sola palabra verdadera sobre su programa nuclear. Todo es para fines pacíficos, tal como Irán afirma que es su programa nuclear. El reactor Dimona fue construido para salvar vidas con un tomógrafo PET/CT ** en el departamento de medicina nuclear del Hospital Ijilov. Israel tiene permitido mentir. Israel es un caso especial. «Israel no será el primer país en introducir armas nucleares en el Medio Oriente», dijo Shimon Peres. Estaba orgulloso de hacer esta afirmación, que fue el fraude del siglo***. ¿Cuál es la política de ambigüedad nuclear de Israel sino una serie de negativas para decir la verdad? Cada vez que alguien trata de exponer las mentiras nucleares de Israel, ya sea en Israel o en el extranjero, es denunciado como un enemigo y un traidor. Solo las mentiras de Irán deben estar expuestas. Los científicos nucleares israelíes ganan el Premio de Defensa de Israel. El Dr. Mohsen Fakhrizadeh, según el diario Yedioth Ahronoth, es una «mente peligrosa» y un «Dr. Strangelove, un conferenciante codiciado de día y un agente secreto por la noche» (…)  «el presidente del departamento de la muerte». ¿Y qué hay de sus contrapartes israelíes? ¿Son Janusz Korczak? ¿O la Madre Teresa? ¿El admirado Prof. Ernst David Bergmann no dio conferencias durante el día y trabajó como agente secreto por la noche? ¿Yuval Neeman no era el Dr. Strangelove? ¿Y el Prof. Israel Dostrovsky no trabajó para los departamentos de la muerte? Sin duda, todos estaban involucrados en la preservación de especies raras de flores silvestres en peligro de extinción. ¿Cuál es la diferencia entre ellos y el terrible Dr. Fakhrizadeh, a quien Israel sin duda asesinará algún día? La diferencia es enorme. Está bien que lo hagamos. Después de todo, somos un caso especial. Simplemente nos estamos defendiendo. Estamos en peligro de ser destruidos. Siempre estamos en peligro de ser destruidos, por Teherán, por supuesto, pero también por las cometas de Gaza (que es por lo que está permitido que ejecutemos a los barrilete). ¿Pero quizás el régimen en Teherán también siente que está en peligro de ser destruido? ¿Quizás también sabe que los regímenes con armas nucleares son regímenes con una póliza de seguro de vida? ¿Puede Israel, un país bastante violento y agresivo -de hecho, uno de los más violentos y agresivos del mundo de hoy- convencer a alguien de que las armas nucleares están a salvo en sus manos? ¿En manos de Netanyahu y del ministro de Defensa Avidgor Lieberman en un mal día? ¿En las manos de sus sucesores? Necesitamos combatir el programa nuclear de Irán en la medida de lo posible, a pesar de que aparentemente es menos peligroso que su descripción histérica aquí. Pero también deberíamos examinar periódicamente la joroba por nuestra propia espalda. Netanyahu trató de conmocionar al mundo demostrando que Irán mintió. Pero si el mundo se hubiera escandalizado por las mentiras de Teherán, las mentiras de Jerusalén también hubieran tenido que conmocionarlo. Porque cuando se trata de mentiras nucleares, no hay diferencia entre ellos. De hecho, la mentira de Israel es más grande. Traducción: Dardo Esterovich   * Cadena internacional de de tiendas de artículos de oficina. El autor utiliza esta metáfora por el despliegue utilizado carpetas de archivo y de CD durante la disertación. (N del T) **Tomógrafo con tecnología nuclear (N del T) ** *Este autor tiene motivos para hacer esta afirmación: fue desde 1978 a 1982 ayudante de Shimon Peres (N del T).

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«Israel se ha convertido en un país extremadamente derechista, fundamentalista y religioso»

Fuente: Cristina Armunia Berges | eldiario.es Fecha: 01 de MAY 2018 La lucha contra la ocupación israelí necesita un cambio. Esta es la tesis central de Jerusalén, la ciudad imposible, libro en el que el doctor en Historia Israelí Contemporánea y activista Meir Margalit da las claves para entender a los opresores y a los oprimidos. El libro recibió el Premio Catarata de Ensayo. ¿Cómo es ser un disidente en Israel? Esta es una pregunta que me han hecho más de una vez, pero cada vez me cuesta más definirlo porque cada vez es más difícil. Este país se ha convertido en un país extremadamente derechista, fundamentalista, religioso. Me da vergüenza decirlo, pero es un país fascista en gran medida. Por lo tanto, ser un disidente de izquierdas es cada vez más difícil y más peligroso. En particular, cuando tú vives en una ciudad como Jerusalén que es el epicentro de la derecha israelí. Es mucho más sencillo ser izquierdista en Haifa o Tel Aviv. Cada vez es más complicado. Hay mucha gente joven que conozco que me dice ‘nosotros te apoyamos y estamos contigo, pero por favor no nos pidas que nos identifiquemos abiertamente porque esto nos puede costar muy caro’. Podemos tener problemas en el trabajo y en el barrio. La gente nos mira con mala cara. Todo esto influye en la gente joven. Gente más madura dice, bueno sigo adelante porque no tenemos de qué temer. Pero, efectivamente, no es un buen momento para la gente pacifista de izquierda. ¿Cree que pronto llegará el momento en el que no pueda seguir expresándose libremente? Si lo que tú me estás preguntando es si yo hoy puedo expresarme libremente como lo hacía años atrás, la respuesta es no. A día de hoy, ya me tengo que cuidar muchísimo de lo que digo. Yo tengo un trabajo académico y, si había épocas en las que todavía podía decir todo lo que pensaba, ahora tengo que medir mis palabras. La respuesta es que si esto sigue por este camino, llegaremos al día en el que tendremos que sopesar varias veces nuestras palabras antes de abrir la boca. ¿En qué momento decide que quiere formar parte del movimiento pacifista? A mí me gustaría decir que soy pacifista desde el momento en el que salí del vientre de mi madre, desde que empecé a mamar. Creo que las raíces están en mi infancia. Pero si tuviera que marcar un momento concreto diría que fue después de haber sido herido en la guerra de Yom Kipur, en octubre de 1973. Fue después de estar internado un par de meses y ver cosas sumamente dramáticas: padres que pierden a sus hijos, hijos que pierden a sus padres, mujeres que pierden a sus maridos… A partir de ese momento, empecé a entender que cada ideología tiene su precio. El precio del Gran Israel, el precio que estamos pagando por mantener territorios conquistados, es demasiado alto, y creo que a partir de ese momento empecé de forma gradual a hacer este cambio que me llevó de las posiciones de la derecha israelí a las izquierdas pacifistas. Al comienzo del libro cuenta que concibe esta obra como una herramienta para mejorar las estrategias de lucha. ¿Cuál es la estrategia de los pacifistas? No tengo la fórmula exacta de lo que habría que hacer, pero lo que tengo claro es que no todos son conscientes de que después de 50 años de ocupación esto ha calado muy profundamente dentro de la misma sociedad palestina. Los palestinos, en particular cuando comparan su situación con lo que está pasando en los países limítrofes, sobre todo los jerosolimitanos (habitantes de Jerusalén Este) que tienen un nivel económico mejor que el que tienen sus hermanos en la Cisjordania, hoy se están planteando en qué medida prefieren ser libres bajo la Autoridad Palestina o seguir viviendo bajo la ocupación israelí. En otras palabras, los palestinos se preguntan bajo qué régimen van a tener mejores condiciones de vida, bajo qué condiciones pueden asegurarles a sus hijos un plato de comida cada noche. Esto puede sonar mal. Pero dada la dramática situación en la que vive el mundo árabe en esta zona, el hecho de que la gente ya se da cuenta de que pasaron 50 años y parece que esto seguirá por lo menos otros 50 años más, sumando también que el presidente americano haya trasladado la Embajada a Jerusalén y que los europeos están más impotentes que nunca… los palestinos normales dicen ‘señores hay que resignarse con lo que tenemos y dar gracias de que podamos alimentar a nuestros hijos cada día’. Esto significa que nosotros, las izquierdas que luchamos por la paz y contra la ocupación, tenemos que hacernos alguna reflexión. Parte de mis amigos siguen luchando con las mismas estrategias que han utilizado en los últimos 50 años y creo que esto es ya un poco anacrónico. ¿A qué se refiere? Yo precisamente estoy ahora trabajando mucho con materiales de Paulo Freire, el pedagogo brasileño que escribió la brillante teoría sobre la pedagogía de los oprimidos. Hay que trabajar más el tema de la concienciación, en particular en la generación joven. En estos momentos, tenemos que basarnos en teorías postcolonizadoras y también en esta pedagogía. ¿Cómo recibieron los pacifistas los dos últimos movimientos de Donald Trump, trasladar la embajada a Jerusalén y congelar fondos para la UNRWA? Los palestinos de Jerusalén se preguntan cuál es el cambio, se preguntan qué podría cambiar en su situación cotidiana. Ellos entienden que esto no va a influir para mal en su situación cotidiana por lo tanto les da lo mismo. Los palestinos de Cisjordania junto con nosotros, los pacifistas israelíes, vemos en esta acción algo así como un acto de terrorismo, un acto de terrorismo estratégico. Están los que ponen bombas y los que trasladan embajadas a Jerusalén. Este es el último clavo en el ataúd del proceso de paz. Van a pasar muchos años hasta que se pueda volver a hablar de paz.

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Ese es el espíritu, Sra. Portman, pero es solo un comienzo

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 22 de ABR 2018 El anuncio de Natalie Portman de su decisión de boicotear la ceremonia del Premio Génesis fue un tremendo disparo en el brazo. Aquí está, viniendo de las alturas del glamour, de una amante de Israel como ella, judía, de habla hebrea, nacida en Israel, una ciudadana de Israel y una fuente de orgullo para Israel, que tiene mucho que perder. No es una antisemita o una fundamentalista, no es una de extrema derecha o una de izquierda radical, no es Roger Waters, ni siquiera una del BDS. Justo del centro, desde el corazón del centrismo judío: la crítica a Israel, las «heridas de un amigo» bíblico, incluso una especie de boicot. Mientras que los artistas israelíes «izquierdistas» temen al rapero de extrema derecha «La Sombra» y especialmente a su propia sombra, una artista de su calibre va y hace una declaración clara sobre Israel. Junto con la conciencia, se necesita una gran dosis de coraje para dar ese paso, especialmente ante el Hollywood judío, sionista y despiadado, que no perdonará ni olvidará a Portman. La derecha israelí tampoco la perdonará por esto: el ministro de guerra (contra el movimiento BDS), el ministro de Seguridad Pública Gilad Erdan, se apresuró a publicar una carta explicando la situación a Portman. Lo que está sucediendo en Gaza no se debe a nosotros, todo se debe a Hamas. La habitual propaganda de mentiras y tonterías, el mismo día en que los francotiradores del ejército israelí mataban a sangre fría a otro joven de 15 años y se hacía pública en todo el mundo la foto de Mohammed Ayoub sangrando en las arenas de Gaza. Rápidamente resultó que Erdan, como muchos otros, estaba seguro de que la masacre de los manifestantes en Gaza era lo que encendía el fuego en el vientre de Portman. Pero ese no fue el caso. La aclaración de Portman mitigó la fuerza del paso que ella había dado: «Elegí no asistir porque no quería aparecer apoyando a Benjamin Netanyahu», escribió. Un gran paso adelante y un pequeño paso atrás. Netanyahu es realmente un problema, pero él no es el problema sobre el cual Portman, como persona de buena conciencia y sionista, debe hacer que se escuche su voz. Netanyahu es Israel. Portman ha recorrido un largo camino, no solo entre su primera película y su Oscar, sino también entre la carta que publicó en Harvard Crimson hace 16 años defendiendo a Israel y negando sus condiciones de apartheid, y el paso que dio el viernes. El cambio en ella, que aparentemente ha tenido lugar en muchos judíos, es una buena noticia, como lo es su coraje. Pero el camino todavía es largo. Portman no escribió que ella no vendría por «la violencia, corrupción, desigualdad y abuso de poder». Ni una sola palabra sobre el pecado original, la ocupación. Tampoco se dirige la protesta de Portman en la dirección correcta. Es autoprotector culpar a Netanyahu por todo. Al igual que la mayoría de los judíos liberales (e israelíes), Portman considera que Netanyahu es la raíz de todos los males. ¿Y qué hay de sus predecesores, los que sembraron las semillas de la destrucción y las matanzas en Gaza y Líbano, que impusieron un cierre cruel a Gaza, que fortalecieron la ocupación en Cisjordania y triplicaron el número de colonos? ¿Ella no estrecha la mano solo a Netanyahu? El poder de Portman en las redes sociales es enorme. El viernes por la mañana, su declaración en Instagram ya tenía 100,000 «Me gusta». Los judíos dieron un suspiro de alivio, al igual que muchos israelíes. Portman está en contra de BDS y Netanyahu, pero ella sigue celebrando «la comida israelí, sus libros, su arte, cine y danza». Con todo respeto, Sra. Portman, la comida, la danza y el cine israelíes también están contaminados por la ocupación en mayor o menor medida. Todos tenemos la culpa de eso. La manera de terminarla, que es la primera y esencial condición para hacer de Israel un país más justo, pasa por pasos valientes como el que tomó, pero deben abordarse el núcleo del infierno y no solo sus bordes; el foco del cáncer y no solo sus metástasis. Deben convertirse en pasos prácticos, como los que exige el movimiento BDS. Esa es la única forma de sacar a Israel de su complacencia. Humildemente me quito el sombrero por su valor, Sra. Portman. Su dirección es la correcta; sin viento de cola de gente como usted, nada aquí cambiará. Pero es solo un comienzo. Traducción: Dardo Esterovich Nota original: https://www.haaretz.com/opinion/.premium-that-s-the-spirit-ms-portman-but-it-s-just-a-start-1.6014090

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Perturbación e indiferencia en la sociedad civil israelí

Fuente: Leonardo Senkman | Nueva Sion On Line Fecha: 18 de ABR 2018 No hubo convocatorias a manifestarse contra la represión del Ejército israelí en Gaza, donde la alianza de derecha liderada por Netanyahu desconoce el derecho de resistencia no armada de miles de manifestantes palestinos. En Israel, hoy en día son pocos los que cuestionan la orden de reprimir a tiros para salvaguardar “la infraestructura de seguridad del sur del país”. Las protestas más lucidas provienen de periodistas como Akiva Eldar y Shlomo Avineri,  que repudian la actual conducción política y militar, y denuncian la falta total de desobediencia de soldados y oficiales. Luego del tercer viernes consecutivo en que alrededor de 10 mil jóvenes, mujeres y adultos de Gaza marcharon desarmados para protestar a cien metros del cerco fronterizo alambrado de púas, los israelíes se imaginaban que con casi 1.300 palestinos heridos de bala y 27 muertos por francotiradores de Tzahal en las últimas dos semanas de protestas masivas en el sur, los gazeños  abandonarían la Marcha del Retorno. Aún no querían saber, además, que 1.554 manifestantes habían recibido tratamiento por inhalación de gases lacrimógenos o lesiones por gránulos de acero recubiertos de goma en la represión. A diferencia del segundo viernes, la tercera marcha desde su inicio quedó relegada en los medios por noticias sobre la inminente represalia de USA, Francia y Reino Unido contra Siria por el último ataque químico de Assad. Muchos israelíes sintieron alivio antes del Shabat al enterarse por TV de que el número de víctimas palestinas esta vez fue “insignificante” respecto  al de la semana pasada. Mis vecinos respiraban tranquilos: apenas se difundió la información de “un solo muerto”. La contabilidad de bajas letales fue esa jornada casi inexistente comparada con los muertos que, desde el viernes sangriento de la noche de Pesaj, cayeron por balas de Tzahal. En el luctuoso balance, la única víctima fatal se diluía entre los muchos niños gaseados del genocidio perpetrado en Siria. Todavía no se informaba de los 969 palestinos heridos según fuentes sanitarias palestinas (233 heridos por fuego real ,13 heridos por balas de goma y 419 hospitalizados: 20 mujeres y 67 menores de 18 años). De modo similar al resto de la población civil israelí, ninguno de los vecinos fue convocado  a protestar contra la represión violenta de Tzahal que desconoce el derecho de resistencia no armada de miles de manifestantes palestinos. Muy pocos cuestionan que militares y políticos hayan impartido la orden de reprimir a tiros para salvaguardar “la infraestructura de seguridad del sur del pais”; y casi nadie se pregunta si realmente los manifestantes desarmados de Gaza eran todos “violentos terroristas incendiarios que utilizan bombas molotov, queman neumáticos viejos y banderas de Israel” para poner en peligro a la población civil judía. La total negación del derecho de resistencia no armada no fue cuestionada por la sociedad civil cuando el ministro de defensa Liberman amenazó: “Si Hamás no detiene la violencia, Israel tomará represalias atacando posiciones de Hamas en lo más profundo de Gaza”. Sin embargo, las protestas más lucidas de valientes periodistas israelíes surgen entre aquellos que denuncian la actual falta total de desobediencia de soldados y oficiales de Tzahal a la ilegítima orden de disparar contra población civil palestina. Así, Akiva Eldar comparó la desobediencia de varios oficiales que se habían negado a disparar contra palestinos durante la ley marcial en campos de la aldea Kfar Kassem en octubre 1956, en contraste a la completa indiferencia actual en la frontera sur con Gaza. Al citar fragmentos de la sentencia del juez Benjamín Halevy  para castigar a los responsables procesados  de la gendarmería fronteriza por el fusilamiento de 47 árabes israelíes (entre ellos, 17 niños y jóvenes, además de 9 mujeres), Eldar recuerda juicios emblemáticos: «El hallmark de la ilegalidad manifiesta es que debe sobrevolar como una bandera negra sobre la orden ilegal dada (…). No es importante la ilegalidad formal, oscura o parcialmente oscura, ni la ilegalidad que pueden discernir solo los eruditos leguleyos, sino la clara y obvia violación de la ley, la ilegalidad que perfora el ojo y conmociona el corazón, si el ojo no está ciego ni el corazón es impenetrable ni corrupto (…) para anular el deber del soldado de obedecer una orden ilegal y sancionarle responsabilidad penal por su acción». (Akiva Eldar,  “The case for dissent in the IDF”, Al Monitor, 10.4.18). Por su parte, el legendario periodista y político pro palestino que estuvo entre los fundadores del Tzahal en 1948, Uri Avneri, repudia hoy a la actual conducción militar y política del Ejército en comparación con aquellos camaradas de armas suyos que lucharon juntos para la defensa y creación del estado de Israel. Avneri escribe: “Yo, soldado número 44.410 del Ejército de Israel, por este medio me desvinculo de los francotiradores de élite del ejército que asesinan a manifestantes desarmados a lo largo de la Franja de Gaza, y de sus comandantes, que les imparten órdenes, hasta el comandante en jefe. No pertenecemos al mismo Ejército, ni al mismo Estado. Apenas pertenecemos a la misma raza humana. ¿Mi gobierno está cometiendo ‘crímenes de guerra’» a lo largo de la frontera de la Franja de Gaza? No lo sé. No soy un jurista. Parece que los funcionarios de la Corte Penal Internacional creen que los actos de nuestros soldados constituyen crímenes de guerra. Exigen una investigación internacional. Para mí, esta no es una cuestión judicial. Es un crimen, no sólo contra los manifestantes desarmados. También es un crimen contra el Estado de Israel, contra el pueblo de Israel y contra el Ejército israelí. Como fui miembro de ese ejército el día de su fundación, creo que también es un crimen contra mis camaradas y contra mí” (Uri Avneri, “Eyless in Gaza”, Gush Shalom, 14.4.18). Muy significativamente, la indignación y condena de Avneri surge por su condición de haber sido un soldado y combatiente de Tzahal; Avneri se abstiene de rebelarse desde su condición de ciudadano moral y hacer un llamado a la sociedad civil

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