Medio Oriente

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Por qué hoy me da vergüenza ser israelí

Fuente: Daniel Barenboim | La Nación Fecha: 23 de JUL 2018 En 2004 pronuncié un discurso en el Knesset, el Parlamento Israelí, en el que hablé sobre la Declaración de la Independencia del Estado de Israel. La definí como «una fuente de inspiración para creer en los ideales que nos transformaron de judíos en israelíes». Dije también que «este documento notable expresaba un compromiso: «El Estado de Israel promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura»». Los padres fundadores del Estado de Israel que firmaron la Declaración entendían que el principio de igualdad era el cimiento de la sociedad que estaban construyendo. También se comprometían, y nos comprometían a nosotros, «a buscar la paz y las buenas relaciones con todos los pueblos y estados vecinos». Setenta años después, el Gobierno israelí aprobó una nueva ley que reemplaza el principio de igualdad y los valores universales por el nacionalismo y el racismo. Me provoca un profundo dolor que deba hoy hacerme las mismas preguntas que formulé hace 14 años cuando hablé en el Knesset: ¿Podemos ignorar la brecha intolerable que existe entre aquello que prometía la Declaración de la Independencia y lo que se realizó, la brecha entre la idea y las realidades de Israel? ¿Coincide con la Declaración de la Independencia la situación de ocupación y de dominio de otro pueblo? ¿Tiene algún sentido la independencia de uno a costa de los derechos fundamentales del otro? ¿Puede el pueblo judío, cuya historia es testimonio de sufrimiento incesante e implacable persecución, permitirse ser indiferente a los derechos y el sufrimiento de un pueblo vecino? ¿Puede el Estado de Israel permitirse el sueño irreal de un final ideológico al conflicto, en lugar de buscar una solución pragmática, humanitaria, basada en la justicia social? Catorce años después, sigo creyendo que, a pesar de todas las dificultades objetivas y subjetivas, el futuro de Israel y su lugar en la familia de las naciones ilustradas dependerá de nuestra capacidad para cumplir la promesa de los padres fundadores, tal como está inscripta en la Declaración de la Independencia. Sin embargo, nada cambió realmente desde 2004. Por el contrario, tenemos ahora una ley que confirma a la población árabe como ciudadanos de segunda clase. Es entonces una forma muy clara de apartheid. No creo que el pueblo judío haya vivido veinte siglos, entre persecuciones y el sufrimiento de crueldades infinitas, para convertirse ahora en opresores e infligir la crueldad a los otros. Esta nueva ley hace exactamente eso. Por eso hoy me da vergüenza ser israelí.

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Gaza pasa de la «prisión más grande del mundo» a la «celda de aislamiento más grande del mundo»

Fuente: Editorial Haaretz Fecha: 13 de JUL 2018 Israel debería reabrir el cruce de Kerem Shalom y esforzarse por ayudar a reconstruir la Franja Los dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza serán transferidos de «la prisión más grande del mundo», como a veces se llama la Franja, a la celda de aislamiento más grande del mundo. El primer ministro y el ministro de defensa, con el consentimiento del jefe de gabinete del ejército, tomaron la decisión final de cerrar el cruce de Kerem Shalom, el único conducto por el cual los habitantes de Gaza pueden obtener bienes y exportar algunos de los suyos. Solo comida y medicinas se permitirán. Sacar esta cruel decisión de la baraja de trucos de Israel para poner fin a la lucha contra la Franja atestigua no solo la frustración del país más poderoso de Oriente Medio ante el fracaso de su guerra contra las cometas incendiarias, sino sobre todo su huida de una solución que incluso el ejército creía que podría reducir las confrontaciones. Israel ha adoptado una táctica centrada en un bloqueo hermético de varios años de duración acompañado de ataques aéreos, con el objetivo de obligar a Hamás a detener los ataques a Israel. Supuestamente, este es el último paso antes de disparar directamente contra civiles o del asesinato selectivo del liderazgo de Hamás. Nadie discute que Israel no puede aceptar diariamente los cotidianos incendios deliberados en los campos de las comunidades del Negev, un trastorno que amenaza las vidas de sus residentes judíos y causa millones de shekels en daños y perjuicios. Pero el completo desprecio por las propuestas que ya están sobre la mesa, como ayudar a desarrollar la Franja, una recuperación económica significativa, una tahadiá a largo plazo —el cese de hostilidades— y la generosa asignación de permisos de trabajo israelíes, significa que Israel está atrapado en el ilusión de que solo una solución militar traerá calma. Este engaño fue creado después de la Operación Margen Protector en 2014 que llevó a casi cuatro años de relativo silencio. También condujo a la ociosidad diplomática y una sensación de complacencia, que a su vez dio a luz a esta enloquecida ebriedad del poder. Aparentemente Israel espera que los habitantes de Gaza, que están bien versados ??en la miseria, ejerzan presión sobre los líderes de Hamás para que, con un gesto de la mano, ponga fin a los ataques contra Israel. En otras palabras, lo que las operaciones militares brutales no lograron, el aislamiento lo hará. Pero es muy poco probable que éste sea el resultado. Incluso si Israel ha dejado de temer a la presión internacional, aumentar la presión sobre Gaza puede empujar a Hamás a una respuesta violenta, y tal vez incluso a otra ronda de conflicto militar a gran escala. Sin embargo esto no es un decreto divino. Israel podría y debería revocar su decisión inmoral de bloquear las puertas de Gaza; lanzar un esfuerzo para coordinar con Hamás, a través de Egipto o cualquier otro país dispuesto a ayudar; reemplazar sus respuestas militares pavlovianas con una política de desarrollo y rehabilitación y ver a Hamás como parte de la solución. De lo contrario, el Gobierno no podrá convencer al público de que hizo todo lo posible para evitar la guerra. Traducido del inglés por J. M.  

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Ley de nacionalidad: separatismo y exclusión

Fuente: Alberto Mazor | Amigos Argentinos de Paz Ahora Fecha: 10 de JUL 2018 La era del Israel unido —el Estado al cual hice aliá— se acabó. El proceso fue largo, pero el momento de concientización es corto, muy doloroso y se está desarrollando en estos mismos instantes. Israel está dividido igual o más que en cualquier otro momento de la era bíblica o moderna. El colectivo se convirtió en algo disgregado. No se puede hablar de un único país bajo ningún aspecto, ni nacional ni cívico. De una confederación de visiones, aspiraciones y puntos de vista poco firmes pero durables, la nación pasó a ser escenario de enfrentamientos, afrentas y de imposición de la voluntad individual. En toda la historia del pueblo judío es difícil hallar mayores niveles de hostilidad, desintegración y mutuo aborrecimiento. Muy rara vez en Israel la unidad de la ciudadanía fue tan débil como ahora. Aquel renacimiento del «judío en su propia tierra» está colapsando bajo el peso de los desacuerdos internos que esta nación supo moderar tan hábilmente durante siglos de exilio y en más de cien años de sionismo que materializaron la creación y el desarrolo del Estado. Esta escisión es obra de la ultraderecha nacionalista y mesiánica. Ningún gobierno, hasta ahora, decidió nunca lanzar una ofensiva legislativa sobre la nacionalidad sin tomar en cuenta reclamaciones jurídicas de la Fiscalía del Estado ni la existencia política misma de sus rivales de la oposición. Es cierto que siempre hubieron movimientos fuera del concenso central, desde los esenios a los falsos mesías y los kahanistas, pero esta es la primera vez que el poder silencia a un público tan extenso y amplio, y convierte el logro de la soberanía democrática en una corte de interesados solamente en el lugar que ocuparán en las listas primarias de sus partidos antes de las próximas elecciones. Y para eso, todo vale. Es precisamente esa ultraderecha nacionalista y mesiánica la que no duda un instante en usar la fuerza de su brazo político para hacer añicos a la nación. El sionismo humanista de Ajad Haam, Borojov y Buber aparece ahora como sospechoso de traición a la patria. Jueces de la Corte Suprema, fiscales, asesores jurídicos del Parlamento, generales de Tzáhal, profesores de universidades, directores de empresas, escritores, artistas, activistas por los derechos humanos y periodistas, entre muchos otros, son considerados una quinta columna. Los asentamientos, la bandera o el himno nacional se convirtieron en parámetros adecuados y casi únicos para medir el patriotismo de aquellos «enemigos potenciales» del pueblo judío y para amonestarlos severamente hasta lograr que se rindan a las nuevas resoluciones. Aprobando la Ley de Nacionalidad, que le garantiza al Estado judío poblaciones «limpias de árabes», muy pocos miembros de la actual coalición gubernamental serían capaces de firmar la Declaración de Independencia de Israel de 1948. Aquella mano tendida en señal de paz y buena vecindad fue amputada; la promesa de oportunidades igualmente justas, independientes de religión, raza o género, fue enterrada; el martillo de la ultraderecha se encuentra plenamente activo, mutilando el núcleo mismo de la división de poderes y destruyendo ante nuestros ojos perplejos los tres valores principales de la soberanía hebrea: libertad, justicia y paz. Si supuestamente los partidos de la oposición presentaran un proyecto de ley que obligue a enseñar meticulosamente la Declaración de Independencia en su totalidad en las escuelas, los verdaderos rostros de los «caballeros de los asentamientos, del apartheid, de la bandera o del himno» quedarían al descubierto. No es ninguna coincidencia que los portavoces de la ultraderecha —que no es nueva en su composición sino en la audacia descarada de su filosofía política totalitaria— tenga una enorme dificultad para obtener inspiración y apoyo de los creadores del sionismo y de los fundadores del Estado. Ni Herzl ni Jabotinsky ni Ben Gurión ni Begin hubieran aprobado las acciones de la coalición Netanyahu-Bennett-Liberman que desgarran a la nación. Si vivieran actualmente, serían considerados traidores y vendepatrias. Para todos ellos el Estado judío era un milagro, y la democracia su pan de cada día; ellos jamás podrían aceptar a esta ultraderecha que se convirtió en la precursora de un Israel fascista, separatista y excluyente. El fascismo, para aquellos que lo olvidaron, no está precisamente relacionado con la unidad cívica y la solidaridad nacional; al contrario, es su peor enemigo. Ya lo escribió el poeta israelí Natán Alterman: «Así es como se denomina al fascismo en todos los diccionarios, y a veces vale la pena llamar a las cosas por su nombre».

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La farsa del principiante/comediante Jared Kushner

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 30 de JUN 2018 El denominado “acuerdo de paz del siglo” entre Israel y Palestina, tal como lo denomina Trump, no es más que una farsa diplomática que se expone en numerosos actos con diferentes escenas y en distintas salas. Todo este show está destinado a mantener el statu quo, proyectar a palestinos como obstáculo de la paz y, finalmente, bajar el telón después que Netanyahu haya ganado otros 4 años. Todo comenzó a fines de 2015 cuando los aspirantes republicanos a la presidencia de EE. UU se reverenciaron ante la posibilidad de movilizar dinero judío para su proselitismo. A sabiendas que “los magnates judíos-estadounidenses financian campañas elecorales principalmente a candidatos republicanos”, en esta oportunidad todos ellos se presentaron ante la “Coalición Judía Republicana” (CJR)[1] y juraron su apoyo incondicional, no a intereses de su país, sino a intereses israelíes. En ese insólito y anti democrático acto, Trump declaró: “Yo puedo hacer la paz entre Israel y Palestinos en 6 meses”[2]. Con la toma del mando presidencial, Trump anunció la denominación de su yerno, Jared Kushner, como asesor presidencial y encargado de concretar el “acuerdo de paz del siglo”, de David Friedman, como embajador en Israel y Jason Greenblatt, como su enviado a Medio Oriente. En su equipo para la paz en Medio Oriente, por casualidad, todos son judíos. Los dos primeros con profundas vinculaciones e intereses personales con la colonización judía en Cisjordania, mientras que el tercero, está clara y públicamente identificado con ese proyecto judío. Nada más acertado que el refrán “poner los gatos a cuidar la leche”. En esa oportunidad Trump alabó a Kushner afirmando que “si mi yerno no logra traer la paz en Medio Oriente, nadie lo puede lograr”[3]. Obedeciendo al tradicional y enraizado servilismo estadounidense a intereses israelíes sin la mínima vinculación a intereses de su país, a Trump solo le bastó un corto tiempo para concretar un histórico, aunque controversial sueño judío: reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Ante tan significativo y unilateral viraje posicional de quien pretende ser reconocido como mediador objetivo, el liderazgo palestino resolvió poner fin a los contactos con la administración estadounidense. Es de suponer que cualquier mediador que racionalmente es consciente de la importancia de su función daría por terminado su cometido cuando una de las dos partes de un conflicto lo declara persona non grata y se desvincula totalmente del proceso de mediación. Pero, como se anticipó, el objetivo del “acuerdo de paz del siglo” no es el que está detrás de su nombre, sino que se trata de un show destinado a ganar tiempo. El propósito principal no cambió. No hay motivos serios para abandonar el proyecto. Retornando a mi artículo anterior[4], ningún avance para un hipotético acuerdo de paz palestino-israelí será posible hasta que no se logre, o se imponga como primer paso, neutralizar y desmantelar totalmente el poder de influencia saboteadora de Hamas y otros grupos extremistas en el pueblo palestino y la del movimiento colonizador judío en Cisjordania y sus aduladores fundamentalistas en el pueblo judío. Nada de eso es materia de las negociaciones de los mediadores estadounidenses. Por el contrario, Kushner, su director, recurre a variantes totalmente disparatadas. En una sorprendente entrevista de días atrás a un medio palestino, el asesor del presidente estadounidense aseguró que la negativa a negociar de Mahamud Abbas no representa ningún obstáculo para continuar avanzando en el plan de paz que será publicado a la brevedad. Si el liderazgo palestino continúa boicoteando este proyecto, finalmente EE. UU terminará por dejarlos de tener en cuenta para dirigirse directamente al pueblo palestino[5]. En verdad, aún no está claro si semejante dislate es consecuencia de su condición de principiante en diplomacia o se trata de un comediante profesional capaz de embaucar pueblos enteros. De todos modos, no se puede dejar de mencionar que Kushner pasó por alto trágicos y escandalosos fracasos de quienes en esta región intentaron “cambiar liderazgos” para resolver problemas. Basta rememorar los esfuerzos israelíes de fines de la década del 70 del siglo pasado para promover y apoyar la consolidación de Hamas como movimiento social para convertirlo en alternativa del liderazgo de Al Fatah en el pueblo palestino. Cuando Begin y Sharon intentaron en 1982 imponer a las falanges maronitas como gobierno amigo en Líbano, el tiro les salió por la culata. El resultado de la fallida invasión a ese país terminó con la creación de Hesbollah. ¿Dónde están hoy Al Fatah y las falanges maronitas del Líbano, y donde Hamas y Hesbollah?  Mas vale no hablar de los grandes logros de su compatriota Bush hijo, cuando invadió Irak y derrocó a Sadam Hussein. No se necesita la prolongada experiencia de un avezado estratega para entender que la supremacía militar estadounidense junto a la israelí les permite adoptar conjuntamente políticas que presionan y provocan mucho sufrimiento y dolor a la población palestina. Aun a sabiendas que ese tipo de medidas no logra modificar en lo más mínimo la conducta del pueblo palestino y sus líderes, ni se obtiene ningún avance significativo, en última instancia su continuidad es el resultado de ser uno de los medios de satisfacer una perversión racista muy desarrollada en la sociedad israelí. Solo vasta una corta mirada a los sucesos de las últimas 5 décadas. Lo que Kushner y la mayoría de la sociedad israelí no entiende es que la bomba atómica (según fuentes extranjeras), la aviación más moderna del mundo, los submarinos alemanes y demás sofisticaciones de poderío son solo chatarra frente a los palestinos. Ellos aprendieron del gran error de 1948. Hoy, no se los puede matar ni deportar. Con que solo digan “no” hasta que no acepten sus condiciones, con su reconocida paciencia de generaciones y sin moverse del lugar, los palestinos imponen a Israel y EE.UU. un equilibrio estratégico. Al igual que todos los planes de paz propuestos por la administración estadounidense durante las últimas décadas, si no se limpian las minas dispersadas por Hamas y el movimiento de colonización judío, también

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No dejaremos de filmar, no dejaremos de escribir

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 17 de JUN 2018 Vamos a violar esta ley con orgullo. Tenemos la obligación de violar esta ley, como cualquier ley con una bandera negra ondeando sobre ella. No dejaremos de documentar. No dejaremos de fotografiar. No dejaremos de escribir, con todas nuestras fuerzas. Las organizaciones de derechos humanos harán lo mismo y como ellos, esperamos testigos oculares palestinos, quienes, por supuesto, serán castigados más que nadie. Según la propuesta de ley aprobada el domingo por el Comité Ministerial de Legislación [aunque también pidió que se cambie la redacción], las personas que documentan las acciones de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania pueden ser encarceladas por hasta cinco años, bajo ciertas circunstancias. Una buena iniciativa, MK Robert Ilatov, “demócrata” del conocido “partido de la libertad” Israel Beiteinu*. Tu ley demuestra cuánto tiene que esconder la IDF, cuánto tiene que avergonzarse, qué hay que ocultar, hasta el punto en que incluso la cámara y el bolígrafo se han convertido en sus enemigos. Ilatov contra el terrorismo de las cámaras e Israel contra la verdad. En un momento en que la Policía de Israel equipa a sus oficiales con cámaras corporales, que han demostrado su eficacia cuando se trata de reducir la violencia policial-según la fuerza- Israel está tratando de quitar las cámaras de los territorios ocupados, el verdadero escenario de las desgracias.Entonces la verdad no será expuesta y la injusticia será minimizada. Sin las cámaras, el asunto de Elor Azaria** no habría existido; sin cámaras habrá muchos más Azarias. Este es exactamente el objetivo de la ley: tener muchos Azarias. No es que la documentación logre evitar nada. Las FDI y el público ya no se entusiasman mucho con las violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra en los territorios, y la mayoría de los periodistas ya no se interesan por ellos. Pensar que romper huesos con una piedra frente a las cámaras de una red estadounidense causó un escándalo durante la primera intifada. Hoy en día, nadie se molesta por imágenes similares; de hecho, es dudoso incluso si se haría un esfuerzo para publicarlos. Pero los soldados de Israel aprendieron a tratar la cámara y la pluma como el enemigo. Si una vez presentamos nuestras credenciales de prensa en los puestos de control, hoy los escondemos para que los soldados no nos atrapen en todas nuestras iniquidades. Una vez incluso fuimos arrestados. Cubrir la ocupación hoy ya implica violar la ley. Los israelíes tienen prohibido ingresar al Área A [controlada por los palestinos] y los periodistas deben «coordinar» su ingreso con la Oficina del Portavoz de las FDI. Pero como no existe el periodismo con coordinación, excepto el periodismo de los corresponsales militares en Israel, ignoramos esta orden ridícula, nos quedaremos en los puestos de control, engañaremos, nos infiltraremos, usaremos tácticas de derivación e iremos a todas partes en Cisjordania. ¿Dónde estabas, pregunta el soldado después de cada visita a Hebrón? En Kiryat Arba, ¿qué hiciste allí? Tenemos amigos allí. Debido a que es un puñado de periodistas insignificantes que todavía se molestan en ir, las autoridades cierran los ojos. Pero la tecnología y la ONG B’Tselem han dado a luz a un nuevo enemigo: cámaras de video que se entregan a voluntarios palestinos y, a su vez, teléfonos celulares, en manos de todos los palestinos o de los voluntarios de MachsomWatch. De repente es más difícil encubrir y mentir. De repente, es imposible inventar fácilmente cuchillos y otros peligros imaginarios después de cada asesinato inútil. ¿Quién nos salvará? Ilatov y su propuesta de ley, que por supuesto se han ganado el aliento de otro conocido “demócrata”, el ministro de Defensa Avigdor Lieberman. 2003, cuando soldados de las FDI dispararon fuego vivo sobre el auto blindado con placas israelíes que manejábamos en Tul Karm, adornado con carteles de «prensa», la entonces portavoz de la IDF, Brig. General Miri Regev***, preguntó al editor en jefe de Haaretz, quien trató urgentemente de poner fin al incidente: «¿Qué están haciendo allí?» Desde entonces, Israel no ha dejado de hacer esta pregunta. Ahora bien, la Knesset podría tomar medidas: no solo contra la prensa, con la que todavía tiene precaución, sino principalmente contra las organizaciones de derechos humanos y los residentes palestinos, los últimos testigos para el enjuiciamiento contra la ocupación. Israel les está diciendo: simplemente no hay evidencia incontrovertible. En las notas explicativas del proyecto de ley, dice, justificadamente, que los testigos de la fiscalía y los testigos presenciales tienen la intención de «romper el espíritu de los soldados y residentes israelíes». Este es exactamente el objetivo: romper el espíritu que ve a Azaria como una víctima y héroe, que piensa que el asesinato de 120 personas desarmadas es legal, y no quiere saber, escuchar o ver lo que se hace todos los días en todos nuestros nombres, en el patio trasero de nuestro país. Próximamente: una ley prohibirá las críticas a la IDF. Ilatov ya lo está redactando; la mayoría de los israelíes están ciertamente a favor. Por supuesto, nos negaremos a aceptarlo también. * Partido político encabezado por el actual Ministro de Defensa de Israel ** Elor Azaria, soldado israelí que asesinó de un balazo en la cabeza a un palestino herido que estaba en el suelo custodiado por otros soldados. Fue condenado por un tribunal militar a 18 meses y, recientemente, a los 9 meses fue indultado por el Comandante en Jefe de las FDI *** Actual Ministra de Cultura y Deportes que protagonizó el escándalo con el traslado de sede a Jerusalén del suspendido amistoso de fútbol que debían disputar los seleccionados argentino e israelí. Traducción: Dardo Esterovich

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Gracias, Messi, por hacer lo correcto en el momento adecuado

Fuente: Uri Misgav | Haaretz Fecha: 12 JUN 2018 A altas horas de la noche, cerca de la medianoche, hubo un suspiro colectivo de alivio en las casas de un gran número de israelíes decentes. Dadas las circunstancias, no hay más remedio que comparar eso con los familiares gritos de alegría que emanan de las ventanas cuando se marca un gol espectacular en la red, agradecido hasta las lágrimas, en el minuto 89 del juego. No podemos ignorar esta alegría o sentirnos avergonzados al respecto. Llega el momento en que una persona que ama a su país entiende que vale la pena darle una bofetada para devolverle la razón. Y, por supuesto, es mejor que eso suceda mediante la cancelación de un partido de fútbol y no debido a un ataque sorpresa en la línea de fortificaciones. Por supuesto, es demasiado temprano para decir si la cancelación del juego entre los equipos nacionales de fútbol de Argentina e Israel será recordada como un evento decisivo, o simplemente otro «pequeño temblor en el ala»; pero si lo será como uno cuyo valor es claro: la dispersión de la nube de euforia, presunción, arrogancia y agresividad con que han actuado el Israel oficial y muchos de los habitantes del país en el último mes. Y aún mejor, este globo se rompió con una aguda puñalada de Lionel Messi, probablemente el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Messi es un héroe nacional en Israel, el último tema de admiración. Sería difícil etiquetarlo como un enemigo antisemita de Israel como Roger Waters. Tampoco tiene importancia la cuestión de si él y sus compañeros de equipo profundizaron en consideraciones políticas, o si simplemente no tenían ganas de servir como marionetas ornamentales en una arena hirviente y controvertida solo una semana antes de su primer partido en la Copa del Mundo. El resultado final es que se trata de una derrota diplomática y de relaciones públicas. Una farsa que se convirtió en un fiasco, encabezada por la ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, cuya sed de poder y arrogancia se le subió a la cabeza, con comentarios como: «Messi vendrá y besará el Muro de las Lamentaciones» y «Ya veremos quién le da la mano a quién”. Como parte de la justicia poética, bailó y habló ella misma locamente en la Quinta Avenida en Manhattan en el desfile “Celebrando a Israel” el domingo pasado, horas antes del anuncio de la cancelación. Impresionada y desesperada, se apresuró a poner en acción al viajero frecuente primer ministro Benjamin Netanyahu en París, atrayéndolo a tomar parte activa en la vergüenza. Era difícil no sonreír con satisfacción frente a sus esfuerzos por presionar al presidente de Argentina, quien se vio obligado a explicarle a Netanyahu que en su país republicano la federación de fútbol es un organismo independiente y el gobierno no puede darle órdenes. (Después de todo, ¿de qué sirve un equipo nacional si no podemos controlarlo?) Argentina nunca ha sido conocida como un brillante ejemplo de democracia o como un bastión de los derechos humanos, pero esta vez tuvo el honor de hacer lo correcto en el momento correcto: decir «no más». Obtener un pequeño precio de un pequeño país que se ha confundido y cree que puede hacer lo que quiera. Los provocativos bombardeos en Siria, las arrogantes fotos en los cielos sobre Beirut; la presentación de los archivos nucleares iraníes por Netanyahu, puso un dedo en el ojo de Teherán; la celebración de la cancelación del acuerdo nuclear; la mudanza de la Embajada de EE. UU. a Jerusalén; la parálisis diplomática; y sobre todo esto, las matanzas y heridos en masa de los manifestantes a lo largo de la cerca fronteriza con la Franja de Gaza, sin disculparse o incluso lamentarse, mientras la población bailan en la plaza en honor a la victoria de Eurovisión y el Tribunal Supremo autorizaba oficialmente las reglas de enfrentamiento. Alguien tuvo que interferir un poco con la normalización de la ocupación y su banalización del bloqueo, y ciertamente con la gran politización del deporte y la jutzpá (En idish: audacia insolente. N. del T.) de mover el juego a Jerusalén. Ahora Regev está llorando por las «amenazas de las organizaciones palestinas» y en los medios que sirven como portavoz de Netanyahu están de luto por el hecho de que «Argentina se rindió al terrorismo». Pero la verdad es que Israel se ha impuesto este autogolpe. Mientras tanto, Jibril Rajoub se ha apresurado a dejar en claro que los palestinos no tendrían problemas si el juego contra Argentina se hubiera llevado a cabo en Haifa como estaba previsto, y la Unión Europea de Radiodifusión ya ha advertido que en el concurso de Eurovisión no permitirá interferencia política y su celebración en Jerusalén está en duda. Este parece ser el único idioma que entienden aquí. Entonces, aunque nuestros corazones están con aquellos que gastaron su dinero en boletos revendidos a precios exorbitantes, no tenemos más remedio que decir: Gracias, Messi. Traducción: Dardo Esterovich

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Acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina

Fuente: Daniel Kupervaser | Daniel.kupervaser.com Fecha: 12 de JUN 2018 En condiciones climáticas un poco más favorables, después que la tormenta amainó, es hora de presentar algunas acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina. En relación con este trasfondo, Raanan Rein, conocido historiador israelí de origen argentino, afirmó que “Hay una larga historia de utilización de los eventos deportivos internacionales por parte de los gobiernos autoritarios para legitimar su control. En 1978, la dictadura argentina, tras haber tomado el poder por medio de un golpe militar dos años antes, dedicó considerables esfuerzos a usar el Mundial de Fútbol para legitimar su dictadura, tanto ante la sociedad argentina como ante el mundo”[1]. Probablemente Messi y sus compañeros no viven desconectados del mundo. Seguramente fueron informados a tiempo de una previa y clara advertencia del Canciller argentino en estos términos: “cuando ellos cambiaron la sede del partido entre Argentina e Israel de Haifa a Jerusalén la Cancillería le advirtió a AFA que por el status que tiene esta última ciudad, bajo la órbita del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esa decisión podía generar una alta sensibilidad política por el conflicto histórico que existe allí y no era conveniente”[2]. A este preámbulo se le agregaron las declaraciones de Miri Regev, Ministra de Deportes de Israel, quien claramente dio a entender su intención de usar a Messi en beneficio de la visión política de Israel en relación con Jerusalén como el aspecto más importante del amistoso de fútbol. Regev afirmó que “en el momento que nosotros luchamos por el traspaso de embajadas a Jerusalén, no hay lugar a preguntas. Uno de los jugadores más populares del mundo por supuesto que conviene verlo jugar en Jerusalén. ¿Hay otra propaganda mejor que esa?”[3]. Es de suponer que, bajo esas condiciones, Messi tomó la decisión de no proyectar una imagen pasiva, similar a la de Daniel Passarella de 1978. No en vano, antes de las declaraciones de Regev se publicaron trascendidos según los cuales Messi manifestaba su oposición a estrechar la mano de Netanyahu. Las bravuconadas de Jibril Rajoub, líder de la federación de Futbol de Palestina, proponiendo la quema de la camiseta número 10 de Argentina, y una reducida manifestación en Barcelona frente a la concentración del seleccionado argentino mostrando una camiseta argentina manchada de sangre, se convirtieron en el argumento oficial israelí. Para Miri Regev, las amenazas de muerte a Messi fueron el causante de la cancelación del encuentro[4]. Avigdor Liberman, ministro de seguridad de Israel afirmó que “es una lástima que las estrellas del futbol argentino no supieron sobreponerse a la presión de los incitadores que odian a Israel”[5]. No para sorprenderse, una masiva campaña israelí de tildar a futbolistas argentinos como miedosos y cobardes tomó gran proporción de inmediato. Aun así, y seguramente con consultados liberados de responder visceralmente, dos diferentes sondeos de opinión de los mismos días en Israel informaron de un insólito resultado que tira por el suelo la argumentación oficial. La mayoría absoluta de la población local señala a la conducta de la ministra Regev como el principal factor que dañó la imagen de Israel, justamente por poner el acento en los aspectos políticos del encuentro[6]. Este resultado no es casual. Bajo la misma interpretación oficial israelí, se puede decir que Jerusalén trasmite una sensación muy parecida de miedo y cobardía con las repetidas advertencias de viaje de su Cancillería a ciudadanos israelíes. Prácticamente no hay grandes diferencias conceptuales entre la advertencia del Canciller argentino a su selección de fútbol, o la sensación de componentes del combinado argentino, frente a las sugerencias de viaje del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel de, por ejemplo, alejarse del centro de ciudades importantes de Nicaragua (abril 2018), evitar de viajar a determinadas regiones de Colombia (febrero 2018), y muchas más[7]. A nivel internacional, la diplomacia israelí fue movilizada de inmediato para exponer su versión oficial. Ilan Sztulman, Embajador de Israel en Argentina, declaró en una entrevista radial que “el motivo de la cancelación no fue político, ni la selección tenía un problema con el Estado de Israel. Simplemente tuvieron miedo”[8]. Esta actitud catapultó reacciones de judíos de la diáspora por medio de las redes sociales, especialmente aquellos del continente americano. Esta campaña incluyó graves ofensas al seleccionado argentino, perversas imprecaciones y hasta confesiones que muy bien se pueden interpretar como identificación con Israel más que con el país de ciudadanía. Las imprecaciones y confesiones Esta actitud junto a la clara falta de atención de los causantes, lamentablemente, refuerzan nuevamente la sensación que los judíos de la diáspora se guían principalmente por la doble lealtad, conducta que las direcciones judías locales la consideran insulto antisemita. Sin lugar a dudas, la medalla de oro a la arrogancia en este acontecimiento le corresponde a DAIA. En sus esfuerzos por sermonear a la sociedad argentina y mantenerse como factor de poder político, enviaron una carta en la cual “solicitan una reunión con la Comisión Directiva de AFA a fin de trasmitirle personalmente cuáles son los valores que hoy tratan de erguirse en todo el mundo civilizado, frente a la amenaza de los grupos extremistas”[9]. Da la impresión que DAIA se refiere, entre otros, a sus programas de educación, aparentemente muy rentables, que tratan la temática de discriminación e inclusión”. Como se sabe, estos artificios esconden muy cuidadosamente ciertos valores que guían al Estado Judío, al que DAIA tanto respalda. Solo a título de ejemplo vale la pena mencionar el mantenimiento de 300 mil palestinos nativos de Jerusalén Oriental sin ciudadanía ni derechos civiles básicos después que Israel conquistó, anexó y estableció su soberanía en ese lugar. Un claro ejemplo de apartheid dirigido por judíos que para DAIA no existe. Consenso generalizado: Rajoub le ganó a Regev Hoy está claro que la intención de la ministra Regev de usar a Messi para una gran victoria mediática, término en un resonante fiasco con graves secuelas futuras, sobre todo, para la colectividad judía argentina. Ojalá me equivoque. Referencias [1] “1978 – 2018: Mundiales de fútbol en contextos

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Y la utopía abandonó a Israel

Fuente: Juan Carlos Sanz | El País Fecha:  3 de JUN 2018 Decenas de jóvenes escuchan a un elenco de viejas glorias de la izquierda, pacifistas e intelectuales frente a la sede del Teatro Nacional de Israel, en la plaza de Habima en Tel Aviv, mientras un puñado de ultraderechistas les increpa desde la esquina del bulevar ­Rothschild, tras un cordón policial: “¡Marchaos a vivir a Gaza!”. Orillado por edificios de estilo Bauhaus, este paseo, donde se declaró hace 70 años la independencia del Estado hebreo, aún conserva el marchamo de la modernidad. “Hemos olvidado la historia, los valores del judaísmo”, musita desde su silla de ruedas Yael Dayan, exdiputada del partido laborista. “En [las protestas de] Gaza ha habido muchos muertos por los disparos de nuestros soldados”, desgrana con una mueca de dolor, tras haber leído en la tribuna el testimonio de un francotirador militar anónimo que combatió en el enclave palestino. Antigua vicealcaldesa de Tel Aviv, Yael, la hija de Moshe Dayan —el general que derrotó en seis días a tres Ejércitos árabes e inauguró la ocupación—, mantiene a los 78 años la intensidad de la mirada de las generaciones pioneras de Israel. “¡Fuera traidores!”, arrecian los gritos de los extremistas mientras hacen ondear banderas de la estrella de David, y los agentes los contienen con aire de aburrimiento. “También nos hemos vuelto racistas”, sostiene Dayan, conectada a un respirador. “Aunque nacimos como un país de inmigrantes perseguidos, el Gobierno ha intentado deportar a miles de refugiados africanos”. La veterana política ha venido a apoyar un acto público organizado por el movimiento de soldados veteranos Romper el Silencio, una de las organizaciones pacifistas que aspiran a ser la conciencia crítica de la sociedad hebrea, cada vez más escorada hacia el nacionalismo. “Solo unos pocos se atreven a decir hoy la verdad sobre la ocupación. El país ya no es el mismo”, sentencia Dayan, “pero no es tanto Israel el que ha cambiado como su liderazgo”. La compleja división política israelí se debe a la fragmentación provocada por un sistema electoral con fuerte proporcionalidad en el reparto de los 120 diputados de la Kneset (Parlamento), según el analista político Daniel Kupervaser. “Si se revisan resultados y sondeos, se aprecia la solidez de un bloque de la derecha, con 57 escaños, formado por el partido conservador Likud de Benjamín Netanyahu, y la extrema derecha de Avigdor Lieberman [actual ministro de Defensa], al que se suma el nacionalismo religioso de los colonos y los ultraortodoxos. Luego, hay un segundo bloque de fuerzas de centro, que incluye al laborismo, con 45 diputados, y, por último, un tercer grupo que suma 18 escaños, en el que están Meretz [izquierda pacifista] y los partidos árabes israelíes”. Los partidos de este último bloque están considerados como “inadmisibles” para conformar “una coalición sionista”, así que el centro solo puede gobernar con la derecha, explica Kupervaser. Así, en las elecciones legislativas de 2009 la dirigente liberal Tzipi Livni obtuvo más votos que Netanyahu, pero no pudo formar un Gabinete de coalición por el veto de los partidos conservadores. “El Likud de Netanyahu solo controla una cuarta parte del Parlamento”, advertía recientemente la liberal Livni en un encuentro con periodistas en Jerusalén. “Las alianzas pueden cambiar dentro de poco”. Sus palabras aludían a los casos de corrupción que planean sobre el primer ministro, Netanyahu, y amenazan con forzar su dimisión si el fiscal general le inculpa por fraude y soborno. Livni ha ocupado el cargo de viceprimera ministra, y ha sido la titular de Exteriores, Justicia y de otras carteras, convirtiéndose en la mujer que más ha ascendido en la pirámide del poder en la historia de Israel, tras Golda Meir, jefa de Gobierno entre 1969 y 1974. También encabezó las últimas negociaciones de paz con los palestinos, suspendidas hace cuatro años. Desde la oposición de centro-izquierda, cita los sondeos para apoyar sus argumentos: “La sociedad está mayoritariamente a favor de la solución de los dos Estados, aunque no sabe cuándo se podrá alcanzar. Solo unos pocos defienden un Estado binacional [la anexión de los territorios palestinos]”. El partido de Livni, Hatnuah, está asociado al laborismo en la denominada Unión Sionista. Coincidiendo con su 70º aniversario, en un mes Israel ha sentido el vértigo de una aceleración histórica. Ha habido una rápida sucesión de acciones y reacciones. En un alarde de protagonismo de Netanyahu, se presentó en televisión el archivo atómico secreto localizado por agentes del Mosad en Teherán, poco antes de la ruptura por parte de EE UU del acuerdo nuclear con Irán, y del ataque militar israelí a gran escala contra objetivos de la Guardia Revolucionaria de Irán en Siria. Pero el hito que ha marcado la conmemoración de la independencia ha sido sin duda el traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, que ha consolidado el alineamiento del presidente Donald Trump con los intereses estratégicos del Gobierno de Netanyahu. Mientras la hija del mandatario de EE UU Ivanka Trump inauguraba en su nombre la legación diplomática de la Ciudad Santa en un clima de euforia local, los disparos de los francotiradores del Ejército causaban la muerte de 62 manifestantes ante la valla de separación fronteriza. La Autoridad Palestina incluyó esos hechos en la denuncia por crímenes de guerra que días más tarde presentó en la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta misma semana, la escalada bélica entre Israel y Hamás —el movimiento islamista que gobierna de facto en el enclave— ha estado a punto de desbordarse, con el mayor lanzamiento de cohetes registrado desde la Franja, y los bombardeos más intensos de la aviación hebrea desde el fin de la guerra de 2014. Las repercusiones de esta crisis en Gaza han ido más allá de la condena a Israel en foros internacionales. El cantante brasileño Gilberto Gil ha cancelado su concierto en Tel Aviv ante la situación en la Franja. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha pospuesto indefinidamente una visita oficial alegando problemas de agenda. Otros artistas y políticos han decidido retrasar viajes previstos a Israel tras los incidentes del 14 de mayo. Pocas

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¿Por qué romper el silencio?

Fuente Amos Oz | El País Fecha: 02 de JUN 2018 A menudo me pregunto por qué organizaciones [israelíes] como Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora suscitan sentimientos de miedo, rabia y hostilidad en tantas personas. No solo gente de extrema derecha, sino también otros que se consideran en el centro del espectro político. Esa hostilidad no puede explicarse solo diciendo que todos los que se oponen a Romper el Silencio son racistas. Ni que están intentando callar nuestras voces; la gran mayoría de nuestros adversarios no lo hace. Ni siquiera podemos decir que todos nuestros oponentes odian a los árabes, porque, en su mayor parte, no es así. ¿Cuál es el problema entonces? Muy sencillo: la gente quiere sentirse a gusto consigo misma, y Romper el Silencio se lo impide. La gente quiere que el Estado de Israel tenga una buena imagen y, a su juicio, Romper el Silencio y B’Tselem hacen que la tenga mala. Es algo completamente humano. No tenemos por qué despreciar la necesidad natural del ser humano de sentirse bien. Es muy comprensible que la mayoría de los israelíes sienta bochorno e incomodidad cuando el Estado de Israel no tiene una buena imagen. Creen, equivocadamente, que los que promueven esa mala imagen son los que denuncian las distorsiones morales del país, del Gobierno y del Ejército. Les cuesta aceptar que el Estado de Israel, a veces, da muy mala imagen, no por culpa de los que denuncian esas distorsiones morales, sino por culpa de los que incurren en ellas. Una de las maravillas secretas de la tradición judía, una de las razones de que el pueblo judío no haya sido erradicado después de miles de años, mientras que otras naciones más grandes han desaparecido, es que en la nación judía siempre ha habido muchos valientes dispuestos a romper el silencio y a luchar para curar la degeneración moral y denunciar las distorsiones sociales y las injusticias. Podemos empezar por hablar del profeta Natán, el ejemplo por antonomasia de lo que es romper el silencio, y de cómo ensució la fama del rey David, el autor de los salmos, el antepasado del futuro Mesías. Aquel pequeño profeta se alzó y dijo al mundo —y a las futuras generaciones— que David había asesinado mediante artimañas y engaños a un hombre inocente, solo porque quería acostarse con su mujer. El profeta Jeremías, el profeta Amos y otros profetas también censuraron sin piedad a la familia real, a los ministros, a los grandes de su época, y muchas veces al pueblo en general, a toda la nación: mancillaron nuestro país, sin la menor duda. No tuvieron miedo de llamar a la injusticia, injusticia, y al derramamiento de sangre inocente, derramamiento de sangre inocente. Nunca se detuvieron a preguntarse si estaban proporcionando excusas a los que odiaban a Israel. En sus poemas, Hayim Nahman Bialik arrojó fuego y azufre sobre los dirigentes, los funcionarios y toda la nación judía. También Nathan Alterman y S. Yizhar rompieron el silencio y nunca vacilaron a la hora de condenar la injusticia y los asesinatos cometidos por los soldados de las Fuerzas Armadas israelíes, ni siquiera durante las celebraciones y la euforia que siguieron a la gran victoria en la guerra de los Seis Días. Lo mismo que A. B. Yehoshua, Hanoch Levin, David Grossman, Yitzhak Laor, Meir Shalev y una larga lista. Todos los que odian a Romper el Silencio deberían reflexionar sobre una cosa, al menos por un instante: que la fortaleza moral no es un lujo ni un mero adorno. La fortaleza moral es necesaria para la supervivencia de una nación, una sociedad y una persona. La fortaleza moral no es una especie de joya que guardamos en la caja fuerte y que nos ponemos solo en los días buenos para tener un aspecto mejor. La fortaleza moral no es una mercancía producida para la exportación, que se guarda en un cajón, por lo menos hasta que termine la guerra, hasta que vuelva la normalidad y el país viva 40 años de paz, de forma que solo entonces podremos blandir nuestra reluciente grandeza moral, exhibirla en el pecho y revelar al mundo lo maravillosos que somos. No. La fortaleza moral, especialmente en tiempos de guerra, es tan urgente como los primeros auxilios en un campo de batalla. El papel del acusador, a veces, es similar al del médico o el enfermero: su labor es como la del médico que abre un absceso y extrae el pus, para que no se extienda ni contamine todo el cuerpo. No debemos menospreciar a quienes desean sentirse bien. Pero quizá convendría familiarizarlos con algo que sabe casi el mundo entero, salvo los que quieren acallar la crítica aquí, en Israel: que una de las pocas razones por las que los israelíes pueden seguir sintiéndose un poco bien consigo mismos y ante otros países es que tenemos Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora, que hay una lucha permanente para alcanzar la justicia social y que seguimos teniendo una prensa más o menos libre o, por lo menos, seguimos peleando para mantenerla. Y sigue habiendo libertad de expresión, cada vez más amenazada, pero sigue habiéndola. Estas son las cosas que dan una buena imagen de Israel. Estas son las cosas que permiten que Israel siga teniendo defensores en todo el mundo, gente que todavía nos mira con esperanza e incluso admiración. A pesar de la fealdad y de la injusticia, a pesar de la ocupación y la explotación de los pobres y desfavorecidos de la sociedad israelí, yo sigo amando Israel. Lo amo incluso en los momentos en los que no puedo soportarlo. Lo amo por su larga tradición de acalorados debates internos y búsqueda de la justicia. Es una tradición que ahora está en peligro, es cierto, pero que se mantiene viva. Cuánta gente dice: “Muy bien, pero ¿por qué no podemos resolver nuestras diferencias discretamente? ¿Por qué tenemos que hacerlo ante los ojos de todo ese mundo hostil?”. Pues bien, porque los tiempos han cambiado, y los

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