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La legitimidad del apartheid

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 29 de JUL 2018 La aprobación el último jueves de la denominada Ley Fundamental del Estado Judío supone la degradación de la ciudadanía plena para quienes no poseen la identidad hebrea. La legislación aprobada en el congreso unicameral israelí (denominado Kneset) legitima jurídicamente la segregación fáctica que se instituye dentro del territorio israelí desde hace decenios, e impone nuevas condiciones de avasallamiento sobre los habitantes de los territorios ocupados (militarmente) de Palestina. La norma busca consolidar los privilegios (ya consagrados de hecho) que disfrutan los ciudadanos de ascendencia judía por sobre otros colectivos, que representan –dentro del territorio israelí— un 20 por ciento de la población (entre Beduinos, Drusos y árabes musulmanes). Israel nunca aprobó una Constitución Nacional pero esta norma, aprobada el último jueves, es asimilable a esa trascendente arquitectura jurídica. Fue aprobada por mayoría simple de 62 votos contra 55 en contra y dos abstenciones. Su objetivo prioritario es la imposición de la preeminencia judía sobre cualquier otro componente étnico, lingüístico y/o confesional. Los votos mayoritarios que aprobaron la ley supremacista fueron aportados por la alianza que agrupa a los sectores de derecha junto con los religiosos ortodoxos, liderados por el premier Bibi Netanyahu. La ofensiva de estos sectores ha sido empoderada por el presidente Donald Trump, quien recientemente buscó legitimar la anexión de Jerusalén oriental a través de la instalación de su embajada en esa ciudad. La normativa no sólo identifica al Estado con una identidad específica de sus habitantes (segregando a quienes no la poseen) sino que anula el árabe como idioma oficial, postulado como tal desde la propia declaración de independencia de Israel, en 1948. Legitima, además, la prohibición de que árabes musulmanes puedan acceder a comprar propiedades dentro de conglomerados definidos como hebreos. El segregacionismo aparece como la continuidad de recurrentes políticas persecutorias que se expresan en diferentes espacios sociales. El último 16 de julio el congreso se expidió contra la posibilidad de que grupos pacifistas –conformados por judíos y musulmanes—entre ellos Breaking the Silence, puedan sensibilizar en las escuelas sobre abusos del ejército en los territorios ocupados de Palestina. Dos días después, el gobierno prohibió –por exigencia de los religiosos fundamentalistas— que los ciudadanos homosexuales puedan convertirse en padres a partir de gestación de embriones en cuerpos subrogados. El 19 de julio se detuvo a un rabino independiente (de la jerarquía local) por no someterse a los mandatos de la ortodoxia. Y el 20 de julio, Netanyahu recibió con pompa –en Jerusalén— al premier húngaro, Viktor Orbán, el máximo exponente de la derecha neonazi europea. El último 25 de julio, por presiones del entorno del Likud, fue despedido el dibujante del Jerusalén Post, Avi Katz, por caracterizar a Bibi Netanyahu y a sus acólitos en el formato zoológico que se encabeza esta nota. Uno de los máximos promotores de la normativa segregacionista, el diputado de derecha Avi Dichter, expresó con claridad el motivo de la norma: “Sancionamos esta ley para evitar que Israel sea un país para todos sus ciudadanos”. Solo uno de los diputados de la derecha no acompañó el proyecto: el hijo del ex primer ministro Menajen Beguin (Beny), quien advirtió que “el patriotismo no se demuestra cuando se impone por sobre los derechos humanos. Ese patriotismo se deteriora y se convierte en nacionalismo”. (Otorgándole asó al término “nacionalista” un carácter fascista). Por su parte, el líder de la bancada laborista, Isaac Herzog –hijo de Jaim, ex presidente de Israel— consideró que la aprobación destruye “el principio de igualdad” y supone un descrédito inaudito de Israel ante la comunidad internacional. Los cuestionamientos han empezado a emanar, incluso, de sectores conservadores, como el caso del presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder, quien, en una nota en el New York Times referida al debate de la ley segregacionista, afirmó: “Si las cosas continúan como hasta ahora, Israel tendrá que hacer una difícil elección: conceder plenos derechos a los palestinos y dejar de ser un Estado exclusivamente judío o rescindírselos por completo y dejar de ser una democracia”. El jueves pasado la derecha israelí eligió la última opción. Uno de los sectores que repudiaron la ley –los congresistas integrantes de la Alianza Conjunta (que agrupa a israelíes judíos antisionistas, musulmanes y árabes laicos)— advirtió a través de uno de sus voceros, el diputado comunista Yusef Jabarin, que el consentimiento con la normativa supone “una clara discriminación étnica hacia los ciudadanos árabes de Israel”. Otro de los diputados árabes, Issawi Frej (del partido progresista Meretz) cuestionó la terminología segregacionista utilizada y fue expulsado de la sala de la Knesset (parlamento israelí). Por su parte, el legislador Ayman Odeh enarboló una bandera negra. Mientras pronunciaba su alegato rompió una copia del proyecto y —junto a militantes del grupo Paz Ahora— definió la iniciativa como la “legalización del apartheid”. Todos ellos fueron conminados a abandonar la sala de sesiones. La integrante del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Hanan Ashrawi, expresó en un comunicado oficial que el proyecto de Estado-nación judío “otorga licencia a la discriminación, la limpieza étnica y el sectarismo a expensas del pueblo palestino”. La modificación del status de ciudadanía pretende utilizar al resto de los judíos del mundo como forma de apoyatura intangible de complicidad. Sin embargo, esta política no parece haber sido muy efectiva dado que muchos colectivos identitarios judíos –dentro y fuera de Israel— han repudiado abiertamente la ley segregacionista y han condenado el apartheid que promueve. A nivel local, el Llamamiento Argentino Judío se ha expedido reiteradamente ante los diferentes ejercicios represivos contra los palestinos y —en referencia a la ignominiosa ley segregacionista— tomó como propias los variados posicionamientos efectuados por los escritores judeo-israelíes Guideon Levy y Hamira Haas. [1] Esta última, en un valiente artículo publicado en el diario israelí Haaretz, el último 18 de julio profetizó: “Llegará el día en que la línea de crédito del Holocausto se agote. Llegará el día en que los líderes del colonialismo judío israelí serán enjuiciados. Llegará el

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Dilema de los drusos en Israel: honra propia, racismo o mercenarismo

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 28 de JUL 2018 Según un proverbio muy común en Israel, “cuando un imbécil arroja una piedra al pozo, mil genios no lograrán extraerla”. Llevándolo al campo político, se puede decir que cuando la imbecilidad del liderazgo de un país se sobrepone al sentido común, nadie se debe sorprender del surgimiento de peligrosas e innecesarias crisis socio-políticas con imprevisibles consecuencias futuras. El desprecio e indiferencia hacia lo “no judío”, tan enraizado y generalizado en la sociedad israelí, principalmente en los alrededores de la capa dirigente del gobierno de Netanyahu, encegueció tanto a su gente de manera que, para perjudicar y agraviar a ciudadanos árabes israelíes, promulgaron la ley de Estado-Nación Judío. Este engendro tan racista y antidemocrático, necesariamente afectó a todo grupo étnico no judío de ciudadanía israelí. Sin lugar a dudas el golpe más incomprensible e injustificable lo recibieron los drusos israelíes. La etnia drusa israelí se rebeló de inmediato. En una solicitada en los medios locales manifestaron claramente su sensación: “nos tiraron a una manada de perros”[1]. Quien mejor lo expresó fue Amal Assad, general retirado del ejército israelí. Y así se manifestó: “26 años serví al ejército del Estado Judío. Tengo el derecho de exigir que también es mío, al igual que es de ustedes los judíos. Después que erigimos esta casa junto a los judíos, la ley Estado-Nación Judío nos saca a los drusos de su casa y nos sepulta del otro lado del cerco” (sepultar fuera del cerco del cementerio es una de las ofensas más graves en el judaísmo por manifestar serias dudas del judaísmo del difunto o por ser discriminado por las instituciones judías. DK). No es para menos. La colectividad drusa es parte inseparable de la sociedad israelí desde su independencia y toma parte positiva y muy activa en todos los ámbitos. Su lealtad al país es indiscutible, sus logros educacionales son un ejemplo y su predisposición a servir al ejército es mucho mayor que la de sus pares judíos[2]. Allí donde amplios sectores de judíos se escabullen para cuidar su sangre, la de los drusos se derrama en campos de batalla en defensa de Israel. Da la impresión que, pese a su larga experiencia en la sociedad israelí y su prolongado servicio en el ejército, el general Assad aun no logró compenetrarse del verdadero significado de su condición de no judío en Israel. La expresión “Israel judío y democrático” es una falacia que escuda la supremacía judía ante cualquier valor democrático de vigencia universal que pretenda cercenar esa indiscutida y sagrada posición privilegiada. Que no le quepa duda al general Assad. El proyecto de ley que obliga a palestinos a vender propiedades a judíos a precios fijados por el gobierno, tarde o temprano también le va a llegar el turno a viviendas y terrenos drusos. Presten atención a las declaraciones al respecto del parlamentario Bitan, mano derecha de Netanyahu: “No hay motivo alguno que una minoría de 120 mil habitantes reciba derechos especiales en la ley Estado-Nación Judío. Son solo 120 mil personas. Ellos tienen que respetar a la mayoría”[3]. Conclusión de las palabras de Bitan: la mencionada ley otorga “derechos especiales” solo a judíos: racismo puro. Atento al embrollo que causó el extremismo que promovió la ley que puede hacer temblar pilares básicos de la existencia de Israel, Netanyahu se movilizó rápidamente para estabilizar la situación. Repentinamente se dio cuenta que su expresión “los drusos son carne de nuestra carne”[4] de años atrás se revela como uno más de sus vulgares y reiterados embustes. Netanyahu llamó a una reunión urgente de parlamentarios drusos de la coalición gubernamental junto a varios ministros. En esa oportunidad, el Primer Ministro de Israel dio a entender que no tiene ninguna intención de modificar la ley Estado-Nación Judío. Como contrapartida, se propone ser muy dadivoso en dedicar millonarios presupuestos destinados a la etnia drusa, como así también, exonerar a este sector de la población (y no a árabes israelíes) de ley especial que permite la demolición de una masiva construcción ilegal en sus aldeas[5]. Igualdad a la judía: vista gorda a delincuencia de construcción ilegal judía en Cisjordania y drusa en Israel. Drusos sorprenden a Netanyahu Para la atención del liderazgo druso en Israel, las cartas están sobre la mesa. Solo hay cinco alternativas y la colectividad drusa deberá decidir su posición al respecto. Ante la ponencia ya presentada por representantes de la colectividad drusa en Israel, la Corte Suprema de Justicia deroga esta ley por afectar significativamente derechos humanos básicos. La chance de este desenlace es reducida dado el temor del alto tribunal ante las crecientes amenazas de intervención del ejecutivo por lo que denomina atribuciones excesivas de la Corte. El gobierno, ante presiones internas y externas, decide abolir la ley por iniciativa propia. Posibilidad muy remota. El gobierno enmienda la ley de manera que en su marco se conceden explícitamente “derechos especiales” solamente a los drusos, paralelos a aquellos ya otorgados a los judíos. El gobierno no modifica la ley, pero la colectividad drusa esta dispuesta a aceptar recompensas, tales como las propuestas por Netanyahu en la reunión antes mencionada. El gobierno no modifica la ley y la colectividad drusa rompe los vínculos históricos con el liderazgo judío. Las dos primeras alternativas son las mas cómodas para la colectividad drusa. En ambos casos la situación retorna al principio sin modificaciones. Se debe resaltar que ambas alternativas son de bajas posibilidades de concretarse. La situación se complica seriamente ante las tres últimas alternativas. La tercera opción, definir a los drusos como etnia privilegiada, les restaura su posición igualitaria con los judíos, pero necesariamente los convierte ante todo el mundo en cómplices y coparticipes junto al judaísmo de un proyecto discriminador y racista. Aceptar las propuestas de Netanyahu de recompensas materiales (opción 4), justificadas principalmente por su activa participación en la defensa de Israel, conlleva un alto precio moral. Sera muy difícil convencer al mundo que se trata de un grupo étnico que se honra a si mismo y,

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Por qué hoy me da vergüenza ser israelí

Fuente: Daniel Barenboim | La Nación Fecha: 23 de JUL 2018 En 2004 pronuncié un discurso en el Knesset, el Parlamento Israelí, en el que hablé sobre la Declaración de la Independencia del Estado de Israel. La definí como «una fuente de inspiración para creer en los ideales que nos transformaron de judíos en israelíes». Dije también que «este documento notable expresaba un compromiso: «El Estado de Israel promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura»». Los padres fundadores del Estado de Israel que firmaron la Declaración entendían que el principio de igualdad era el cimiento de la sociedad que estaban construyendo. También se comprometían, y nos comprometían a nosotros, «a buscar la paz y las buenas relaciones con todos los pueblos y estados vecinos». Setenta años después, el Gobierno israelí aprobó una nueva ley que reemplaza el principio de igualdad y los valores universales por el nacionalismo y el racismo. Me provoca un profundo dolor que deba hoy hacerme las mismas preguntas que formulé hace 14 años cuando hablé en el Knesset: ¿Podemos ignorar la brecha intolerable que existe entre aquello que prometía la Declaración de la Independencia y lo que se realizó, la brecha entre la idea y las realidades de Israel? ¿Coincide con la Declaración de la Independencia la situación de ocupación y de dominio de otro pueblo? ¿Tiene algún sentido la independencia de uno a costa de los derechos fundamentales del otro? ¿Puede el pueblo judío, cuya historia es testimonio de sufrimiento incesante e implacable persecución, permitirse ser indiferente a los derechos y el sufrimiento de un pueblo vecino? ¿Puede el Estado de Israel permitirse el sueño irreal de un final ideológico al conflicto, en lugar de buscar una solución pragmática, humanitaria, basada en la justicia social? Catorce años después, sigo creyendo que, a pesar de todas las dificultades objetivas y subjetivas, el futuro de Israel y su lugar en la familia de las naciones ilustradas dependerá de nuestra capacidad para cumplir la promesa de los padres fundadores, tal como está inscripta en la Declaración de la Independencia. Sin embargo, nada cambió realmente desde 2004. Por el contrario, tenemos ahora una ley que confirma a la población árabe como ciudadanos de segunda clase. Es entonces una forma muy clara de apartheid. No creo que el pueblo judío haya vivido veinte siglos, entre persecuciones y el sufrimiento de crueldades infinitas, para convertirse ahora en opresores e infligir la crueldad a los otros. Esta nueva ley hace exactamente eso. Por eso hoy me da vergüenza ser israelí.

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Gaza pasa de la «prisión más grande del mundo» a la «celda de aislamiento más grande del mundo»

Fuente: Editorial Haaretz Fecha: 13 de JUL 2018 Israel debería reabrir el cruce de Kerem Shalom y esforzarse por ayudar a reconstruir la Franja Los dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza serán transferidos de «la prisión más grande del mundo», como a veces se llama la Franja, a la celda de aislamiento más grande del mundo. El primer ministro y el ministro de defensa, con el consentimiento del jefe de gabinete del ejército, tomaron la decisión final de cerrar el cruce de Kerem Shalom, el único conducto por el cual los habitantes de Gaza pueden obtener bienes y exportar algunos de los suyos. Solo comida y medicinas se permitirán. Sacar esta cruel decisión de la baraja de trucos de Israel para poner fin a la lucha contra la Franja atestigua no solo la frustración del país más poderoso de Oriente Medio ante el fracaso de su guerra contra las cometas incendiarias, sino sobre todo su huida de una solución que incluso el ejército creía que podría reducir las confrontaciones. Israel ha adoptado una táctica centrada en un bloqueo hermético de varios años de duración acompañado de ataques aéreos, con el objetivo de obligar a Hamás a detener los ataques a Israel. Supuestamente, este es el último paso antes de disparar directamente contra civiles o del asesinato selectivo del liderazgo de Hamás. Nadie discute que Israel no puede aceptar diariamente los cotidianos incendios deliberados en los campos de las comunidades del Negev, un trastorno que amenaza las vidas de sus residentes judíos y causa millones de shekels en daños y perjuicios. Pero el completo desprecio por las propuestas que ya están sobre la mesa, como ayudar a desarrollar la Franja, una recuperación económica significativa, una tahadiá a largo plazo —el cese de hostilidades— y la generosa asignación de permisos de trabajo israelíes, significa que Israel está atrapado en el ilusión de que solo una solución militar traerá calma. Este engaño fue creado después de la Operación Margen Protector en 2014 que llevó a casi cuatro años de relativo silencio. También condujo a la ociosidad diplomática y una sensación de complacencia, que a su vez dio a luz a esta enloquecida ebriedad del poder. Aparentemente Israel espera que los habitantes de Gaza, que están bien versados ??en la miseria, ejerzan presión sobre los líderes de Hamás para que, con un gesto de la mano, ponga fin a los ataques contra Israel. En otras palabras, lo que las operaciones militares brutales no lograron, el aislamiento lo hará. Pero es muy poco probable que éste sea el resultado. Incluso si Israel ha dejado de temer a la presión internacional, aumentar la presión sobre Gaza puede empujar a Hamás a una respuesta violenta, y tal vez incluso a otra ronda de conflicto militar a gran escala. Sin embargo esto no es un decreto divino. Israel podría y debería revocar su decisión inmoral de bloquear las puertas de Gaza; lanzar un esfuerzo para coordinar con Hamás, a través de Egipto o cualquier otro país dispuesto a ayudar; reemplazar sus respuestas militares pavlovianas con una política de desarrollo y rehabilitación y ver a Hamás como parte de la solución. De lo contrario, el Gobierno no podrá convencer al público de que hizo todo lo posible para evitar la guerra. Traducido del inglés por J. M.  

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Ley de nacionalidad: separatismo y exclusión

Fuente: Alberto Mazor | Amigos Argentinos de Paz Ahora Fecha: 10 de JUL 2018 La era del Israel unido —el Estado al cual hice aliá— se acabó. El proceso fue largo, pero el momento de concientización es corto, muy doloroso y se está desarrollando en estos mismos instantes. Israel está dividido igual o más que en cualquier otro momento de la era bíblica o moderna. El colectivo se convirtió en algo disgregado. No se puede hablar de un único país bajo ningún aspecto, ni nacional ni cívico. De una confederación de visiones, aspiraciones y puntos de vista poco firmes pero durables, la nación pasó a ser escenario de enfrentamientos, afrentas y de imposición de la voluntad individual. En toda la historia del pueblo judío es difícil hallar mayores niveles de hostilidad, desintegración y mutuo aborrecimiento. Muy rara vez en Israel la unidad de la ciudadanía fue tan débil como ahora. Aquel renacimiento del «judío en su propia tierra» está colapsando bajo el peso de los desacuerdos internos que esta nación supo moderar tan hábilmente durante siglos de exilio y en más de cien años de sionismo que materializaron la creación y el desarrolo del Estado. Esta escisión es obra de la ultraderecha nacionalista y mesiánica. Ningún gobierno, hasta ahora, decidió nunca lanzar una ofensiva legislativa sobre la nacionalidad sin tomar en cuenta reclamaciones jurídicas de la Fiscalía del Estado ni la existencia política misma de sus rivales de la oposición. Es cierto que siempre hubieron movimientos fuera del concenso central, desde los esenios a los falsos mesías y los kahanistas, pero esta es la primera vez que el poder silencia a un público tan extenso y amplio, y convierte el logro de la soberanía democrática en una corte de interesados solamente en el lugar que ocuparán en las listas primarias de sus partidos antes de las próximas elecciones. Y para eso, todo vale. Es precisamente esa ultraderecha nacionalista y mesiánica la que no duda un instante en usar la fuerza de su brazo político para hacer añicos a la nación. El sionismo humanista de Ajad Haam, Borojov y Buber aparece ahora como sospechoso de traición a la patria. Jueces de la Corte Suprema, fiscales, asesores jurídicos del Parlamento, generales de Tzáhal, profesores de universidades, directores de empresas, escritores, artistas, activistas por los derechos humanos y periodistas, entre muchos otros, son considerados una quinta columna. Los asentamientos, la bandera o el himno nacional se convirtieron en parámetros adecuados y casi únicos para medir el patriotismo de aquellos «enemigos potenciales» del pueblo judío y para amonestarlos severamente hasta lograr que se rindan a las nuevas resoluciones. Aprobando la Ley de Nacionalidad, que le garantiza al Estado judío poblaciones «limpias de árabes», muy pocos miembros de la actual coalición gubernamental serían capaces de firmar la Declaración de Independencia de Israel de 1948. Aquella mano tendida en señal de paz y buena vecindad fue amputada; la promesa de oportunidades igualmente justas, independientes de religión, raza o género, fue enterrada; el martillo de la ultraderecha se encuentra plenamente activo, mutilando el núcleo mismo de la división de poderes y destruyendo ante nuestros ojos perplejos los tres valores principales de la soberanía hebrea: libertad, justicia y paz. Si supuestamente los partidos de la oposición presentaran un proyecto de ley que obligue a enseñar meticulosamente la Declaración de Independencia en su totalidad en las escuelas, los verdaderos rostros de los «caballeros de los asentamientos, del apartheid, de la bandera o del himno» quedarían al descubierto. No es ninguna coincidencia que los portavoces de la ultraderecha —que no es nueva en su composición sino en la audacia descarada de su filosofía política totalitaria— tenga una enorme dificultad para obtener inspiración y apoyo de los creadores del sionismo y de los fundadores del Estado. Ni Herzl ni Jabotinsky ni Ben Gurión ni Begin hubieran aprobado las acciones de la coalición Netanyahu-Bennett-Liberman que desgarran a la nación. Si vivieran actualmente, serían considerados traidores y vendepatrias. Para todos ellos el Estado judío era un milagro, y la democracia su pan de cada día; ellos jamás podrían aceptar a esta ultraderecha que se convirtió en la precursora de un Israel fascista, separatista y excluyente. El fascismo, para aquellos que lo olvidaron, no está precisamente relacionado con la unidad cívica y la solidaridad nacional; al contrario, es su peor enemigo. Ya lo escribió el poeta israelí Natán Alterman: «Así es como se denomina al fascismo en todos los diccionarios, y a veces vale la pena llamar a las cosas por su nombre».

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La farsa del principiante/comediante Jared Kushner

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 30 de JUN 2018 El denominado “acuerdo de paz del siglo” entre Israel y Palestina, tal como lo denomina Trump, no es más que una farsa diplomática que se expone en numerosos actos con diferentes escenas y en distintas salas. Todo este show está destinado a mantener el statu quo, proyectar a palestinos como obstáculo de la paz y, finalmente, bajar el telón después que Netanyahu haya ganado otros 4 años. Todo comenzó a fines de 2015 cuando los aspirantes republicanos a la presidencia de EE. UU se reverenciaron ante la posibilidad de movilizar dinero judío para su proselitismo. A sabiendas que “los magnates judíos-estadounidenses financian campañas elecorales principalmente a candidatos republicanos”, en esta oportunidad todos ellos se presentaron ante la “Coalición Judía Republicana” (CJR)[1] y juraron su apoyo incondicional, no a intereses de su país, sino a intereses israelíes. En ese insólito y anti democrático acto, Trump declaró: “Yo puedo hacer la paz entre Israel y Palestinos en 6 meses”[2]. Con la toma del mando presidencial, Trump anunció la denominación de su yerno, Jared Kushner, como asesor presidencial y encargado de concretar el “acuerdo de paz del siglo”, de David Friedman, como embajador en Israel y Jason Greenblatt, como su enviado a Medio Oriente. En su equipo para la paz en Medio Oriente, por casualidad, todos son judíos. Los dos primeros con profundas vinculaciones e intereses personales con la colonización judía en Cisjordania, mientras que el tercero, está clara y públicamente identificado con ese proyecto judío. Nada más acertado que el refrán “poner los gatos a cuidar la leche”. En esa oportunidad Trump alabó a Kushner afirmando que “si mi yerno no logra traer la paz en Medio Oriente, nadie lo puede lograr”[3]. Obedeciendo al tradicional y enraizado servilismo estadounidense a intereses israelíes sin la mínima vinculación a intereses de su país, a Trump solo le bastó un corto tiempo para concretar un histórico, aunque controversial sueño judío: reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Ante tan significativo y unilateral viraje posicional de quien pretende ser reconocido como mediador objetivo, el liderazgo palestino resolvió poner fin a los contactos con la administración estadounidense. Es de suponer que cualquier mediador que racionalmente es consciente de la importancia de su función daría por terminado su cometido cuando una de las dos partes de un conflicto lo declara persona non grata y se desvincula totalmente del proceso de mediación. Pero, como se anticipó, el objetivo del “acuerdo de paz del siglo” no es el que está detrás de su nombre, sino que se trata de un show destinado a ganar tiempo. El propósito principal no cambió. No hay motivos serios para abandonar el proyecto. Retornando a mi artículo anterior[4], ningún avance para un hipotético acuerdo de paz palestino-israelí será posible hasta que no se logre, o se imponga como primer paso, neutralizar y desmantelar totalmente el poder de influencia saboteadora de Hamas y otros grupos extremistas en el pueblo palestino y la del movimiento colonizador judío en Cisjordania y sus aduladores fundamentalistas en el pueblo judío. Nada de eso es materia de las negociaciones de los mediadores estadounidenses. Por el contrario, Kushner, su director, recurre a variantes totalmente disparatadas. En una sorprendente entrevista de días atrás a un medio palestino, el asesor del presidente estadounidense aseguró que la negativa a negociar de Mahamud Abbas no representa ningún obstáculo para continuar avanzando en el plan de paz que será publicado a la brevedad. Si el liderazgo palestino continúa boicoteando este proyecto, finalmente EE. UU terminará por dejarlos de tener en cuenta para dirigirse directamente al pueblo palestino[5]. En verdad, aún no está claro si semejante dislate es consecuencia de su condición de principiante en diplomacia o se trata de un comediante profesional capaz de embaucar pueblos enteros. De todos modos, no se puede dejar de mencionar que Kushner pasó por alto trágicos y escandalosos fracasos de quienes en esta región intentaron “cambiar liderazgos” para resolver problemas. Basta rememorar los esfuerzos israelíes de fines de la década del 70 del siglo pasado para promover y apoyar la consolidación de Hamas como movimiento social para convertirlo en alternativa del liderazgo de Al Fatah en el pueblo palestino. Cuando Begin y Sharon intentaron en 1982 imponer a las falanges maronitas como gobierno amigo en Líbano, el tiro les salió por la culata. El resultado de la fallida invasión a ese país terminó con la creación de Hesbollah. ¿Dónde están hoy Al Fatah y las falanges maronitas del Líbano, y donde Hamas y Hesbollah?  Mas vale no hablar de los grandes logros de su compatriota Bush hijo, cuando invadió Irak y derrocó a Sadam Hussein. No se necesita la prolongada experiencia de un avezado estratega para entender que la supremacía militar estadounidense junto a la israelí les permite adoptar conjuntamente políticas que presionan y provocan mucho sufrimiento y dolor a la población palestina. Aun a sabiendas que ese tipo de medidas no logra modificar en lo más mínimo la conducta del pueblo palestino y sus líderes, ni se obtiene ningún avance significativo, en última instancia su continuidad es el resultado de ser uno de los medios de satisfacer una perversión racista muy desarrollada en la sociedad israelí. Solo vasta una corta mirada a los sucesos de las últimas 5 décadas. Lo que Kushner y la mayoría de la sociedad israelí no entiende es que la bomba atómica (según fuentes extranjeras), la aviación más moderna del mundo, los submarinos alemanes y demás sofisticaciones de poderío son solo chatarra frente a los palestinos. Ellos aprendieron del gran error de 1948. Hoy, no se los puede matar ni deportar. Con que solo digan “no” hasta que no acepten sus condiciones, con su reconocida paciencia de generaciones y sin moverse del lugar, los palestinos imponen a Israel y EE.UU. un equilibrio estratégico. Al igual que todos los planes de paz propuestos por la administración estadounidense durante las últimas décadas, si no se limpian las minas dispersadas por Hamas y el movimiento de colonización judío, también

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No dejaremos de filmar, no dejaremos de escribir

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 17 de JUN 2018 Vamos a violar esta ley con orgullo. Tenemos la obligación de violar esta ley, como cualquier ley con una bandera negra ondeando sobre ella. No dejaremos de documentar. No dejaremos de fotografiar. No dejaremos de escribir, con todas nuestras fuerzas. Las organizaciones de derechos humanos harán lo mismo y como ellos, esperamos testigos oculares palestinos, quienes, por supuesto, serán castigados más que nadie. Según la propuesta de ley aprobada el domingo por el Comité Ministerial de Legislación [aunque también pidió que se cambie la redacción], las personas que documentan las acciones de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel en Cisjordania pueden ser encarceladas por hasta cinco años, bajo ciertas circunstancias. Una buena iniciativa, MK Robert Ilatov, “demócrata” del conocido “partido de la libertad” Israel Beiteinu*. Tu ley demuestra cuánto tiene que esconder la IDF, cuánto tiene que avergonzarse, qué hay que ocultar, hasta el punto en que incluso la cámara y el bolígrafo se han convertido en sus enemigos. Ilatov contra el terrorismo de las cámaras e Israel contra la verdad. En un momento en que la Policía de Israel equipa a sus oficiales con cámaras corporales, que han demostrado su eficacia cuando se trata de reducir la violencia policial-según la fuerza- Israel está tratando de quitar las cámaras de los territorios ocupados, el verdadero escenario de las desgracias.Entonces la verdad no será expuesta y la injusticia será minimizada. Sin las cámaras, el asunto de Elor Azaria** no habría existido; sin cámaras habrá muchos más Azarias. Este es exactamente el objetivo de la ley: tener muchos Azarias. No es que la documentación logre evitar nada. Las FDI y el público ya no se entusiasman mucho con las violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra en los territorios, y la mayoría de los periodistas ya no se interesan por ellos. Pensar que romper huesos con una piedra frente a las cámaras de una red estadounidense causó un escándalo durante la primera intifada. Hoy en día, nadie se molesta por imágenes similares; de hecho, es dudoso incluso si se haría un esfuerzo para publicarlos. Pero los soldados de Israel aprendieron a tratar la cámara y la pluma como el enemigo. Si una vez presentamos nuestras credenciales de prensa en los puestos de control, hoy los escondemos para que los soldados no nos atrapen en todas nuestras iniquidades. Una vez incluso fuimos arrestados. Cubrir la ocupación hoy ya implica violar la ley. Los israelíes tienen prohibido ingresar al Área A [controlada por los palestinos] y los periodistas deben «coordinar» su ingreso con la Oficina del Portavoz de las FDI. Pero como no existe el periodismo con coordinación, excepto el periodismo de los corresponsales militares en Israel, ignoramos esta orden ridícula, nos quedaremos en los puestos de control, engañaremos, nos infiltraremos, usaremos tácticas de derivación e iremos a todas partes en Cisjordania. ¿Dónde estabas, pregunta el soldado después de cada visita a Hebrón? En Kiryat Arba, ¿qué hiciste allí? Tenemos amigos allí. Debido a que es un puñado de periodistas insignificantes que todavía se molestan en ir, las autoridades cierran los ojos. Pero la tecnología y la ONG B’Tselem han dado a luz a un nuevo enemigo: cámaras de video que se entregan a voluntarios palestinos y, a su vez, teléfonos celulares, en manos de todos los palestinos o de los voluntarios de MachsomWatch. De repente es más difícil encubrir y mentir. De repente, es imposible inventar fácilmente cuchillos y otros peligros imaginarios después de cada asesinato inútil. ¿Quién nos salvará? Ilatov y su propuesta de ley, que por supuesto se han ganado el aliento de otro conocido “demócrata”, el ministro de Defensa Avigdor Lieberman. 2003, cuando soldados de las FDI dispararon fuego vivo sobre el auto blindado con placas israelíes que manejábamos en Tul Karm, adornado con carteles de «prensa», la entonces portavoz de la IDF, Brig. General Miri Regev***, preguntó al editor en jefe de Haaretz, quien trató urgentemente de poner fin al incidente: «¿Qué están haciendo allí?» Desde entonces, Israel no ha dejado de hacer esta pregunta. Ahora bien, la Knesset podría tomar medidas: no solo contra la prensa, con la que todavía tiene precaución, sino principalmente contra las organizaciones de derechos humanos y los residentes palestinos, los últimos testigos para el enjuiciamiento contra la ocupación. Israel les está diciendo: simplemente no hay evidencia incontrovertible. En las notas explicativas del proyecto de ley, dice, justificadamente, que los testigos de la fiscalía y los testigos presenciales tienen la intención de «romper el espíritu de los soldados y residentes israelíes». Este es exactamente el objetivo: romper el espíritu que ve a Azaria como una víctima y héroe, que piensa que el asesinato de 120 personas desarmadas es legal, y no quiere saber, escuchar o ver lo que se hace todos los días en todos nuestros nombres, en el patio trasero de nuestro país. Próximamente: una ley prohibirá las críticas a la IDF. Ilatov ya lo está redactando; la mayoría de los israelíes están ciertamente a favor. Por supuesto, nos negaremos a aceptarlo también. * Partido político encabezado por el actual Ministro de Defensa de Israel ** Elor Azaria, soldado israelí que asesinó de un balazo en la cabeza a un palestino herido que estaba en el suelo custodiado por otros soldados. Fue condenado por un tribunal militar a 18 meses y, recientemente, a los 9 meses fue indultado por el Comandante en Jefe de las FDI *** Actual Ministra de Cultura y Deportes que protagonizó el escándalo con el traslado de sede a Jerusalén del suspendido amistoso de fútbol que debían disputar los seleccionados argentino e israelí. Traducción: Dardo Esterovich

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Gracias, Messi, por hacer lo correcto en el momento adecuado

Fuente: Uri Misgav | Haaretz Fecha: 12 JUN 2018 A altas horas de la noche, cerca de la medianoche, hubo un suspiro colectivo de alivio en las casas de un gran número de israelíes decentes. Dadas las circunstancias, no hay más remedio que comparar eso con los familiares gritos de alegría que emanan de las ventanas cuando se marca un gol espectacular en la red, agradecido hasta las lágrimas, en el minuto 89 del juego. No podemos ignorar esta alegría o sentirnos avergonzados al respecto. Llega el momento en que una persona que ama a su país entiende que vale la pena darle una bofetada para devolverle la razón. Y, por supuesto, es mejor que eso suceda mediante la cancelación de un partido de fútbol y no debido a un ataque sorpresa en la línea de fortificaciones. Por supuesto, es demasiado temprano para decir si la cancelación del juego entre los equipos nacionales de fútbol de Argentina e Israel será recordada como un evento decisivo, o simplemente otro «pequeño temblor en el ala»; pero si lo será como uno cuyo valor es claro: la dispersión de la nube de euforia, presunción, arrogancia y agresividad con que han actuado el Israel oficial y muchos de los habitantes del país en el último mes. Y aún mejor, este globo se rompió con una aguda puñalada de Lionel Messi, probablemente el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Messi es un héroe nacional en Israel, el último tema de admiración. Sería difícil etiquetarlo como un enemigo antisemita de Israel como Roger Waters. Tampoco tiene importancia la cuestión de si él y sus compañeros de equipo profundizaron en consideraciones políticas, o si simplemente no tenían ganas de servir como marionetas ornamentales en una arena hirviente y controvertida solo una semana antes de su primer partido en la Copa del Mundo. El resultado final es que se trata de una derrota diplomática y de relaciones públicas. Una farsa que se convirtió en un fiasco, encabezada por la ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, cuya sed de poder y arrogancia se le subió a la cabeza, con comentarios como: «Messi vendrá y besará el Muro de las Lamentaciones» y «Ya veremos quién le da la mano a quién”. Como parte de la justicia poética, bailó y habló ella misma locamente en la Quinta Avenida en Manhattan en el desfile “Celebrando a Israel” el domingo pasado, horas antes del anuncio de la cancelación. Impresionada y desesperada, se apresuró a poner en acción al viajero frecuente primer ministro Benjamin Netanyahu en París, atrayéndolo a tomar parte activa en la vergüenza. Era difícil no sonreír con satisfacción frente a sus esfuerzos por presionar al presidente de Argentina, quien se vio obligado a explicarle a Netanyahu que en su país republicano la federación de fútbol es un organismo independiente y el gobierno no puede darle órdenes. (Después de todo, ¿de qué sirve un equipo nacional si no podemos controlarlo?) Argentina nunca ha sido conocida como un brillante ejemplo de democracia o como un bastión de los derechos humanos, pero esta vez tuvo el honor de hacer lo correcto en el momento correcto: decir «no más». Obtener un pequeño precio de un pequeño país que se ha confundido y cree que puede hacer lo que quiera. Los provocativos bombardeos en Siria, las arrogantes fotos en los cielos sobre Beirut; la presentación de los archivos nucleares iraníes por Netanyahu, puso un dedo en el ojo de Teherán; la celebración de la cancelación del acuerdo nuclear; la mudanza de la Embajada de EE. UU. a Jerusalén; la parálisis diplomática; y sobre todo esto, las matanzas y heridos en masa de los manifestantes a lo largo de la cerca fronteriza con la Franja de Gaza, sin disculparse o incluso lamentarse, mientras la población bailan en la plaza en honor a la victoria de Eurovisión y el Tribunal Supremo autorizaba oficialmente las reglas de enfrentamiento. Alguien tuvo que interferir un poco con la normalización de la ocupación y su banalización del bloqueo, y ciertamente con la gran politización del deporte y la jutzpá (En idish: audacia insolente. N. del T.) de mover el juego a Jerusalén. Ahora Regev está llorando por las «amenazas de las organizaciones palestinas» y en los medios que sirven como portavoz de Netanyahu están de luto por el hecho de que «Argentina se rindió al terrorismo». Pero la verdad es que Israel se ha impuesto este autogolpe. Mientras tanto, Jibril Rajoub se ha apresurado a dejar en claro que los palestinos no tendrían problemas si el juego contra Argentina se hubiera llevado a cabo en Haifa como estaba previsto, y la Unión Europea de Radiodifusión ya ha advertido que en el concurso de Eurovisión no permitirá interferencia política y su celebración en Jerusalén está en duda. Este parece ser el único idioma que entienden aquí. Entonces, aunque nuestros corazones están con aquellos que gastaron su dinero en boletos revendidos a precios exorbitantes, no tenemos más remedio que decir: Gracias, Messi. Traducción: Dardo Esterovich

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Acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina

Fuente: Daniel Kupervaser | Daniel.kupervaser.com Fecha: 12 de JUN 2018 En condiciones climáticas un poco más favorables, después que la tormenta amainó, es hora de presentar algunas acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina. En relación con este trasfondo, Raanan Rein, conocido historiador israelí de origen argentino, afirmó que “Hay una larga historia de utilización de los eventos deportivos internacionales por parte de los gobiernos autoritarios para legitimar su control. En 1978, la dictadura argentina, tras haber tomado el poder por medio de un golpe militar dos años antes, dedicó considerables esfuerzos a usar el Mundial de Fútbol para legitimar su dictadura, tanto ante la sociedad argentina como ante el mundo”[1]. Probablemente Messi y sus compañeros no viven desconectados del mundo. Seguramente fueron informados a tiempo de una previa y clara advertencia del Canciller argentino en estos términos: “cuando ellos cambiaron la sede del partido entre Argentina e Israel de Haifa a Jerusalén la Cancillería le advirtió a AFA que por el status que tiene esta última ciudad, bajo la órbita del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esa decisión podía generar una alta sensibilidad política por el conflicto histórico que existe allí y no era conveniente”[2]. A este preámbulo se le agregaron las declaraciones de Miri Regev, Ministra de Deportes de Israel, quien claramente dio a entender su intención de usar a Messi en beneficio de la visión política de Israel en relación con Jerusalén como el aspecto más importante del amistoso de fútbol. Regev afirmó que “en el momento que nosotros luchamos por el traspaso de embajadas a Jerusalén, no hay lugar a preguntas. Uno de los jugadores más populares del mundo por supuesto que conviene verlo jugar en Jerusalén. ¿Hay otra propaganda mejor que esa?”[3]. Es de suponer que, bajo esas condiciones, Messi tomó la decisión de no proyectar una imagen pasiva, similar a la de Daniel Passarella de 1978. No en vano, antes de las declaraciones de Regev se publicaron trascendidos según los cuales Messi manifestaba su oposición a estrechar la mano de Netanyahu. Las bravuconadas de Jibril Rajoub, líder de la federación de Futbol de Palestina, proponiendo la quema de la camiseta número 10 de Argentina, y una reducida manifestación en Barcelona frente a la concentración del seleccionado argentino mostrando una camiseta argentina manchada de sangre, se convirtieron en el argumento oficial israelí. Para Miri Regev, las amenazas de muerte a Messi fueron el causante de la cancelación del encuentro[4]. Avigdor Liberman, ministro de seguridad de Israel afirmó que “es una lástima que las estrellas del futbol argentino no supieron sobreponerse a la presión de los incitadores que odian a Israel”[5]. No para sorprenderse, una masiva campaña israelí de tildar a futbolistas argentinos como miedosos y cobardes tomó gran proporción de inmediato. Aun así, y seguramente con consultados liberados de responder visceralmente, dos diferentes sondeos de opinión de los mismos días en Israel informaron de un insólito resultado que tira por el suelo la argumentación oficial. La mayoría absoluta de la población local señala a la conducta de la ministra Regev como el principal factor que dañó la imagen de Israel, justamente por poner el acento en los aspectos políticos del encuentro[6]. Este resultado no es casual. Bajo la misma interpretación oficial israelí, se puede decir que Jerusalén trasmite una sensación muy parecida de miedo y cobardía con las repetidas advertencias de viaje de su Cancillería a ciudadanos israelíes. Prácticamente no hay grandes diferencias conceptuales entre la advertencia del Canciller argentino a su selección de fútbol, o la sensación de componentes del combinado argentino, frente a las sugerencias de viaje del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel de, por ejemplo, alejarse del centro de ciudades importantes de Nicaragua (abril 2018), evitar de viajar a determinadas regiones de Colombia (febrero 2018), y muchas más[7]. A nivel internacional, la diplomacia israelí fue movilizada de inmediato para exponer su versión oficial. Ilan Sztulman, Embajador de Israel en Argentina, declaró en una entrevista radial que “el motivo de la cancelación no fue político, ni la selección tenía un problema con el Estado de Israel. Simplemente tuvieron miedo”[8]. Esta actitud catapultó reacciones de judíos de la diáspora por medio de las redes sociales, especialmente aquellos del continente americano. Esta campaña incluyó graves ofensas al seleccionado argentino, perversas imprecaciones y hasta confesiones que muy bien se pueden interpretar como identificación con Israel más que con el país de ciudadanía. Las imprecaciones y confesiones Esta actitud junto a la clara falta de atención de los causantes, lamentablemente, refuerzan nuevamente la sensación que los judíos de la diáspora se guían principalmente por la doble lealtad, conducta que las direcciones judías locales la consideran insulto antisemita. Sin lugar a dudas, la medalla de oro a la arrogancia en este acontecimiento le corresponde a DAIA. En sus esfuerzos por sermonear a la sociedad argentina y mantenerse como factor de poder político, enviaron una carta en la cual “solicitan una reunión con la Comisión Directiva de AFA a fin de trasmitirle personalmente cuáles son los valores que hoy tratan de erguirse en todo el mundo civilizado, frente a la amenaza de los grupos extremistas”[9]. Da la impresión que DAIA se refiere, entre otros, a sus programas de educación, aparentemente muy rentables, que tratan la temática de discriminación e inclusión”. Como se sabe, estos artificios esconden muy cuidadosamente ciertos valores que guían al Estado Judío, al que DAIA tanto respalda. Solo a título de ejemplo vale la pena mencionar el mantenimiento de 300 mil palestinos nativos de Jerusalén Oriental sin ciudadanía ni derechos civiles básicos después que Israel conquistó, anexó y estableció su soberanía en ese lugar. Un claro ejemplo de apartheid dirigido por judíos que para DAIA no existe. Consenso generalizado: Rajoub le ganó a Regev Hoy está claro que la intención de la ministra Regev de usar a Messi para una gran victoria mediática, término en un resonante fiasco con graves secuelas futuras, sobre todo, para la colectividad judía argentina. Ojalá me equivoque. Referencias [1] “1978 – 2018: Mundiales de fútbol en contextos

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