Medio Oriente

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Mapeo de los pueblos palestinos borrados y reemplazados por ciudades judías

Autor: Tom Pessah* / 972mag 29 de ENERO 2017 Un nuevo mapa busca proporcionar nueva información sobre las ciudades, pueblos y aldeas palestinas arrasadas y sustituidas desde el inicio del movimiento sionista. Es probable que los inmigrantes que vienen a Israel ignoren el nombre de «Mlabes», pero los israelíes están más familiarizados con él. Después de todo es el nombre de un periódico local, un joven cantante, un shawarma mixto y ??una división del movimiento de los exploradores israelíes. Sin embargo todo esto tiene algo en común: los distintos significados están asociados con la ciudad de Petah Tikva, al noreste de Tel Aviv. De acuerdo con la página web del archivo de la ciudad de Petah Tikva, Mlabes era el nombre de un pueblo que existía mucho antes del establecimiento de la ciudad. Aparece en un mapa elaborado por el ejército invasor de Napoleón alrededor de 1799. Hay evidencia arqueológica de colonización en el mismo lugar durante la época bizantina, así como por los cruzados. Una canción famosa del icónico cantante israelí Arik Einstein menciona que el pueblo fue visitado por los pioneros sionistas en 1878. De acuerdo con la canción no había pájaros que cantaban en este pantano, pero los pioneros perseveraron y fundaron Petah Tikva, la primera moshava (en hebreo «colonia») sionista. ¿Y Mlabes? El citado archivo dice que los propietarios querían deshacerse del lugar debido a las malas condiciones climáticas, inundaciones y pantanos. Lo vendieron, dice el sitio, y luego Mlabes desaparece de la narración. Un avance rápido hasta enero de 2017. En 1956 se estableció el pueblo beduino de Um el-Hiran, al este de Beer Sheva, después de que sus habitantes fueran desplazados de sus tierras originales por el Gobierno militar israelí. Ahora Israel está una vez más tratando de desplazarlos con el fin de reemplazar a su pueblo por una población judía. La policía llegó al pueblo totalmente armada, disparó al amado profesor de matemáticas del pueblo Yacoub Abu al-Qi’an porque, según los informes, trató de rescatar sus pertenencias personales de su casa a punto de ser demolida. Al-Qi’an, aparentemente, perdió el control del coche después de que le llegaron los disparos, golpeando a un policía. Tanto el agente de policía como al-Qi’an murieron, este último después de que le negasen tratamiento médico. ¿Qué tienen en común Mlabes en 1878 y Umm el-Hiran en 2017? Ambos son parte de un proceso gradual, a largo plazo, de la sustitución de las localidades palestinas por las designadas para judíos, todo ello dentro del marco del sionismo. Gracias a las actividades de la ONG israelí Zochrot -que se esfuerza por aumentar la conciencia de la Nakba- los israelíes son algo más conscientes hoy de una parte clave de este proceso que se produjo durante la guerra de 1948. Sin embargo hay una tendencia a ver la Nakba como una «catástrofe» aislada nacida de la guerra, de modo que el proceso de despojo a largo plazo se oscurece. Incluso Palestine Remembered -un sitio web que ofrece detalles de las ciudades palestinas, pueblos y aldeas que limpiaron de sus habitantes árabes – se centra casi exclusivamente en las localidades destruidas en 1948. Un nuevo mapa, confeccionado por la ONG israelí “Des-colonizar”, pretende llenar ese vacío. El mapa incluye varias etapas, cada una marcada por puntos de diferentes colores. En azul son las 57 localidades palestinas destruidas entre 1878 y 1948, cuando los sionistas compraron la tierra y se la sacaron a sus arrendatarios palestinos con el fin de despejar el camino a los colonos judíos. Algunos de estos agricultores recibieron una compensación; muchos fueron expulsados de la tierra por las autoridades estatales después de que los compradores sionistas hicieron acuerdos con los propietarios de tierras que no eran locales. Un grupo adicional de sitios en azul marca las 18 localidades judías destruidas en los disturbios que estallaron periódicamente en reacción al asentamiento sionista, especialmente en 1920, 1929 y 1936. De este modo el mapa demuestra que el proceso de destrucción también afectó a judíos, incluidos los miembros de comunidades judías anteriores al sionismo, como los judíos de Hebrón. Estos estratos también incluyen una intrigante serie de flechas que marcan una de las pieza más olvidadas de la historia: las 46 iniciativas de no agresión entre las localidades judías y palestinas entre 1947 y 1948. Estos acuerdos estaban destinados a proteger a ambos lados del conflicto y el desplazamiento. Por ejemplo los aldeanos chiítas de Hunin se opusieron al ataque contra sus vecinos en el kibbutz Manara y se negaron a cooperar. A pesar de esto el pueblo, junto con otras ciudades y pueblos de la Galilea oriental, fue limpiado cuando las fuerzas del Palmach comandadas por Yigal Allon llegaron a la zona en mayo de 1948. Según el historiador israelí Benny Morris, la toma de Hunin incluyó matanzas y violaciones. La historia de Hunin ejemplifica la segunda etapa en el mapa, las localidades marcadas en rojo. Fueron 615 localidades palestinas destruidas entre 1948 y 1952 por las fuerzas sionistas, en lo que se llegó a conocer como la Nakba, cuando la mayoría de la población palestina del país fue impelida a huir bajo el pretexto de una guerra. Esta capa también incluye 26 localidades judías destruidas durante la guerra por los ejércitos árabes invasores. Las localidades marcadas en verde, destruidas durante la guerra de 1967 y después, se compone de un capítulo poco conocido de la historia: las 194 localidades sirias destruidas durante la limpieza de los Altos del Golán, días después de su conquista en 1967. La expulsión resultante de 130.000 sirios hoy se considera tabú en Israel, al igual que pasaba con la Nakba. Pocos conocen los nombres de los pueblos cuyas ruinas aún pueden verse hoy en el Golán. Esta etapa también incluye 11 pueblos palestinos destruidos durante la guerra y después, así como 54 localidades palestinas en el valle del Jordán y en el sur de las colinas de Hebrón que, según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, se enfrentan a la expulsión. Otras 64 localidades

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Sí, podemos

Autor: Uri Avneri/Gush Shalom 7 de ENERO 2017 Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los bombarderos alemanes aterrorizaron a Gran Bretaña, un pequeño grupo de valientes aviadores los enfrentaba todos los días. Su esperanza de vida estaba numerada en días. Una vez, un genio en el ministerio de propaganda ideó un cartel: «¿Quién tiene miedo de la Luftwaffe alemana?» Cuando se colocó en una de las bases de la Royal Air Force, una mano anónima escribió debajo: «Firmar aquí». En cuestión de horas, todos los aviadores habían firmado. Éstos eran los hombres sobre los cuales Winston Churchill dijo: «¡Nunca tantos debieron tanto a tan pocos!» Si alguien hoy diseñara un cartel preguntando «¿Quién tiene miedo de los colonos?» Yo sería el primero en firmar. Tengo miedo. No por mí. Por el Estado de Israel. Por todo lo que hemos construido durante los últimos 120 años. Últimamente, más y más personas en Israel y en todo el mundo han estado diciendo que la «solución de dos Estados» está muerta. Finito. Kaput. Los colonos finalmente la han matado. La paz ha terminado. No hay nada que podamos hacer al respecto. Sólo podemos sentarnos en nuestro cómodo sillón delante del televisor, suspirar profundamente, beber nuestra copa y decirnos: «¡Los asentamientos son irreversibles!» ¿Cuándo lo escuché por primera vez? Hace unos 40 años —o hace 50 años—, el conocido historiador israelí Meron Benvenisti lo usó por primera vez. Los asentamientos, proclamó, han dado lugar a una situación «irreversible». No hay solución de dos estados, sobre la que mis amigos y yo estábamos insistiendo. Lo sentimos, es irreversible. En ese momento, había menos de cien mil colonos en Cisjordania, la Franja de Gaza e incluso algunos en el Sinaí. Ahora, este eslogan se puede escuchar en todas partes. Irreversible. La gran masa de los colonos ha hecho de la solución de dos Estados una ilusión. Se dice que ahora hay unos 450 mil colonos en Cisjordania y otros 150 mil en Jerusalén Oriental ocupada. No pueden ser removidos sin una guerra civil, de judíos contra judíos. Así que dejemos de hablar de la solución de dos estados. Pensemos en otra cosa. ¿Una solución de un solo estado? ¿Un estado del apartheid? ¿Ninguna solución en absoluto? ¿Un conflicto eterno? No creo que haya un problema humano que no tenga solución. No creo que la desesperación sea una buena consejera, aunque puede ser cómoda. No creo que nada en la vida sea «irreversible». Excepto la muerte. Si uno se enfrenta a un problema que parece irresoluble, uno tiene que mirarlo, analizarlo y considerar las posibles salidas. Se dice que el general Bernard Montgomery, comandante británico en el norte de África, tenía una foto de su adversario, el legendario general alemán Erwin Rommel, en su escritorio de su cuartel general. Para sus asombrados visitantes, explicaba: «Quiero preguntarme a cada momento: ¿Qué estará pensando?» Si tratamos de imaginar a los colonos, vemos ante nosotros una masa de 650 mil fanáticos, creciendo en número cada día. Realmente espantoso. Pero no es aterradoramente real. No existe una masa de colonos. Hay varios tipos de colonos. Si queremos idear un medio para superar este problema, primero tenemos que desmontarlo. Veamos los diversos grupos, uno por uno. Primero están «los colonos de calidad de vida». Ellos van a Cisjordania, encuentran un lugar rodeado de pintorescos pueblos árabes y se establecen allí en tierras que probablemente pertenecen a algún aldeano árabe. Miran por la ventana a hermosos minaretes y olivos, escuchan el llamado a la oración y son felices. Consiguen la tierra por nada o casi nada. Vamos a llamarlos “Grupo 1”. Puesto que no son fanáticos, no será demasiado difícil reasentarlos en Israel. Encontrar un lugar agradable, darles un montón de dinero, y se mueven sin demasiados problemas. Luego están los «asentamientos de la frontera». Allí los colonos viven en pueblos y aldeas muy cerca de la antigua Línea Verde, la frontera pre-1967 que sigue siendo la frontera legal del Estado de Israel. La mayor parte de los colonos viven allí. Existe un acuerdo tácito entre Israel y los palestinos de que estos asentamientos serán incluidos en el «intercambio de territorios» previsto por prácticamente todos los que se ocupan de la «solución de dos Estados». La base es un intercambio de 1 a 1, de igual valor. Por ejemplo, a cambio de los «bloques de asentamientos», Israel podría ceder territorio junto a la Franja de Gaza. Los hijos e hijas de las familias dentro de la Franja, el área más abarrotada del mundo, recibirían la oportunidad de construir sus hogares allí, cerca de sus familias. Llamemos a este tipo de colonos «Grupo 2». A este grupo pertenecen muchos de los colonos ultra-ortodoxos, que realmente no se preocupan por la locación. Sólo tienen familias muy grandes, siguiendo el mandamiento de Dios. También necesitan vivir juntos en comunidades atestadas, ya que muchos mandamientos de su credo exigen que se agrupen en instituciones específicas. Los ultra-ortodoxos («haredim» en hebreo, que quiere decir los «temblorosos» ante Dios) viven en ciudades terriblemente superpobladas en Israel, Jerusalén Oeste, Bnei-Brak, etc. Necesitan más tierra y el gobierno está dispuesto a complacerlos, pero más allá La Línea Verde. Uno de estos lugares es Modi’in Illit, frente a la aldea árabe de Bil’in, donde durante muchos años sus habitantes han maniafestado cada viernes contra la toma de tierras. Por último, pero no menos importante, están los colonos ideológicos, los fanáticos, los que fueron enviados allí por Dios mismo. Vamos a llamarlos “Grupo 3”. Constituyen el corazón del problema. Eliminar este núcleo duro es un trabajo muy difícil y peligroso. Lo difícil depende de varios factores. En primer lugar: la opinión pública. Mientras estos colonos sientan que el grueso del público en general israelí los apoya, sólo podrán ser removidos por la fuerza bruta. Pero la mayoría de los soldados y policías pertenecen precisamente al mismo público en general. Esta batalla sólo puede ser ganada si es precedida por un cambio en la opinión pública. Para lograr esto, se necesita mucho trabajo

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Kerry se confiesa y el pueblo judío se envilece

Autor: Daniel Kupervaser 30 de DICIEMBRE 2016 El duelo mediático entre John Kerry y Benjamín Netanyahu que prosiguió a la votación en el Consejo de Seguridad de ONU se convirtió en el canto del cisne de los interminables roces entre los gobiernos del Primer Ministro israelí y Obama durante los 8 últimos años. De esta batalla entre “caballeros” se pueden obtener algunas conclusiones muy interesantes. Paradójicamente, todo comenzó como en un idilio repleto de coincidencias a principios del año 2009. Discursos de los máximos dirigentes de ambos países, ámbitos académicos de prestigio internacional y, finalmente, un objetivo idéntico: solucionar el conflicto palestino-israelí por medio de la formula “dos estados para dos pueblos”. Pese al optimismo que reinaba en el ambiente, este autor pronosticó desde un principio que esa fantasía utópica seria sepultada a poco tiempo de su concepción y antes de su parto. “Hoy, a cuatro meses de los famosos discursos que crearon tantas expectativas, a tan solo un mes de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas, marco programado para la apertura de las negociaciones palestino-israelíes, se puede afirmar sin mayores riesgos de equivocación que el estado palestino es un mortinato. Murió sin conocer el mundo. Le dieron tantas cachetadas y lo asfixiaron hasta que lo mataron antes que nazca”[1]. En estos días, como lo dice un reconocido analista de Medio Oriente, “Kerry se acordó un poco tarde. La solución de dos estados no está en peligro, ella ya murió”[2]. A esto se le puede agregar que, solo por conveniencia, algunos de los actores centrales de esta farsa se esfuerzan por demostrar que agoniza en sus últimos momentos de vida, pero el corazón aun late. La performance de Kerry en representación del gobierno de Obama fue patética en su aparición en conferencia de prensa destinada a dejar como herencia histórica los principios prácticos de la implementación de la solución de dos estados. La imagen que se proyectó no puede ser interpretada de otra manera más que la de un pobre feligrés que se arrodilla en el confesonario frente a su párroco para confesarle que pecó durante 8 años defendiendo y protegiendo a delincuentes internacionales que se ocuparon de usurpar tierras a campesinos que tenían bajo su dominio por la fuerza de las armas. Más vale tarde que nunca. Al menos se debe admirar su sinceridad. Está reconociendo delante todo el mundo que durante 8 años todas sus peroratas estaban destinadas a servir intereses israelíes escondiendo los verdaderos acontecimientos detrás de las bambalinas. El canciller Kerry, tácitamente, da a entender que el silencio hasta ahora de la administración de la potencia número uno del mundo es el resultado de la dominación por parte del poder de Jerusalén que tiene la suficiencia de manipular su país con la inmensurable capacidad de injerencia de instituciones judías locales. La aparición de Netanyahu ante las cámaras, como réplica a la de Kerry, se convirtió en uno de los mejores ejemplos de implementación de la estrategia de disuasión de Israel. Lejos de refutar las claras acusaciones de campaña oficial de rateo de tierras, la furia del Primer Ministro de Israel se encargó de desbaratar todo intento futuro que esta actitud de Obama pueda en alguna oportunidad futura convertirse en antecedente de algún otro sirviente de Israel que habitando la Casa Blanca no entienda bien las reglas de juego. En su réplica, Netanyahu se basó en dos argumentos básicos. En el primero afirmó que “El discurso de Kerry fue una gran decepción. Se ocupó obsesivamente de las colonias israelíes en vez de ocuparse de la raíz del conflicto: el rechazo palestino a reconocer Israel como Estado Judío bajo los límites que sean”[3]. Como segunda motivación, Netanyahu no admite que se critique a Israel. “Medio Oriente entero arde en llamas, países enteros se desmoronan, el terrorismo arrasa con todo, y durante toda una hora el Canciller Americano ataca a la única democracia en Medio Oriente que se mantiene estable en la región”[4]. Como se mencionó en artículos anteriores, el segundo argumento es ridículo pues asume a Israel como delincuente, solo que hay otros más sanguinarios. El primero es más disparatado aún. Es inadmisible la exigencia de reconocer a Israel como Estado Judío, desde el momento en que los Tratados de Paz firmados con Egipto y Jordania se firmaron solamente con el Estado de Israel sin ningún agregado. Está claro que esa condición de Netanyahu esconde oscuros propósitos racistas respecto de ciudadanos israelíes no judíos, o simplemente es un pretexto para eternizar el status quo. Netanyahu y el liderazgo del pueblo judío propone esperar pacientemente otros 20 días para poner todo el peso de su futuro en manos de Donald Trump, “nuestro maestro, rabino y Rey de los Mesías, por siempre jamás”. El pueblo judío ya no necesita las Tablas de Moisés. Ahora dispone de un nuevo manantial divino que alimenta de justicia la nueva escala de valores del judaísmo moderno. Un nuevo presidente estadounidense que asume los próximos días con un oscuro curriculum de racismo, xenofobia, sexismo, machismo y dudosas relaciones con grupos neo nazis. Las direcciones comunitarias judías de la diáspora no pueden quedar fuera de este juego sucio. El mismo Congreso Judío Mundial aprovecha la condición de ciudadanos judíos estadounidenses de sus miembros para convertirlos en agentes de intereses foráneos y así movilizarlos detrás de este objetivo israelí. “Toda la comunidad judía y el establishment judío están luchando activamente en contra de cualquier nuevo paso que todavía el gobierno norteamericano este decidido a dar sobre este tema. El asunto no se terminó con la última resolución”[5]. Desprecian a Trump, pero para cuidar los intereses de Israel en su conquista de Cisjordania no tiene ningún problema en codearse con el nuevo presidente tapándose la nariz. Si se pudiera adjudicar esta problemática conducta a Netanyahu y su coalición, siempre existiría una alternativa de cambio. Esto es una ilusión. Lamentablemente, se trata de un problema que afecta a la gran mayoría de la sociedad israelí y el pueblo judío, probablemente, por muchos años, y tal vez generaciones.

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Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible…

Autor: Ben White / Middle East Monitor 27 de DIC 2016   Título completo: Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible sin acabar con la ocupación israelí Mientras Israel y sus defensores promueven un marco despolitizado de mejoras económicas para los palestinos bajo la ocupación, un nuevo documento de la ONU es de lectura obligada. El mes pasado el Equipo de la ONU en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) publicó un informe de 180 páginas sobre “el estado de desarrollo en Palestina cuando la ocupación israelí entra en su año 50”. [El informe] “ Leave No One Behind: A Perspective on Vulnerability and Structural Disadvantage in Palestine” [No dejar a nadie atrás: una perspectiva sobre la vulnerabilidad y la desventaja estructural en Palestina] se centra en particular “en los grupos de palestinos más vulnerables y desfavorecidos y en las limitaciones a las que se enfrentan” y “analiza los factores que llevan a esta vulnerabilidad”. La conclusión principal del informe es categórica y un toque de atención para todas aquellas personas que todavía creen que es posible promover el “desarrollo” palestino sin abordar la actual ocupación colonial de Israel. “Cualquier discusión sobre el desarrollo en Palestina debe empezar con el hecho de que la limitación mayor y más visible al desarrollo palestino en la ocupación”, afirma el informe. Para la mayoría de los palestinos, continúa, “prácticamente no hay ninguna esfera de la vida que no toque la ocupación”. El informe añade además que “las herramientas para cambiar radicalmente esta vulnerabilidad fundamental no están en manos de los palestinos que hacen las políticas de desarrollo ni del Grupo de Desarrollo de la ONU”. Esto se debe a que “solo se puede acabar con esta vulnerabilidad acabando con la ocupación militar de Palestina” o “a corto plazo, mitigando sus medidas más perniciosas”. En otras palabras, “el desarrollo (y la ayuda humanitaria) solo puede mitigar los efectos de la ocupación”. El informe afirma que la ocupación israelí “tiene impacto sobre el movimiento de personas y mercancías, fragmenta el territorio geográfica y sociopolíticamente, estanca el crecimiento económico y restringe el uso palestino de recursos críticos, como la tierra, el agua y los minerales”. Y añade que “con los mismos instrumentos pone obstáculos para que la Autoridad Palestina (AP) elabore políticas, su gobernanza y preste de servicios”. Los políticos y diplomáticos deberían conocer este conciso y elocuente resumen. La conclusión es clara: sin voluntad política de presionar a Israel para que acabe su ocupación entregar ayuda monetaria a la AP o para proyectos de desarrollo en los TPO es igual que tirar dinero a un pozo sin fondo. El informe aborda una serie de formas específicas que tiene la ocupación israelí de tierras palestinas de obstaculiza el desarrollo, de las cuales lo que sigue no es sino una muestra. En primer lugar, están las restricciones israelíes al movimiento de personas y mercancías que “se implementa por medio de un complejo sistema de checkpoints, permisos, bloqueos militares de carreteras, colonias, carreteras circunvalación [de las colonias], regímenes legales paralelos y el Muro [de Separación]”. Estas restricciones “han fragmentado el paisaje palestino” y “han creado comunidades aisladas, han minado la cohesión social, roto una identidad común y reducido la actividad económica dentro y entre las fracturadas poblaciones palestinas del territorio”. Las restricciones al movimiento de mercancías, por ejemplo, “perjudican gravemente a la economía palestina y su potencial de crecimiento” y contribuyen a limitar “la capacidad de funcionamiento del sector privado, por no hablar de su capacidad para prosperar y generar empleo”. El informe señala que cuando Israel impuso en los TPO su régimen de comercio exterior y fiscal “se permitía el flujo de mano de obra y de productos palestinos a Israel bajo restricciones no recíprocas» y las importaciones a los TPO “estaban sujetas a las estructuras y cuotas arancelarias israelíes”. A consecuencia de ello “los productores palestinos vieron cómo se cortaban progresivamente sus relaciones con su socios comerciales tradicionales y tuvieron que reorientar el comercio hacia la economía israelí”. Con el tiempo “los exportadores palestinos perdieron gran parte de su ventaja competitiva, mientras que los productos israelíes disfrutaban de un acceso sin obstáculos a los mercados palestinos”. En segundo lugar, además de controles discriminatorios del movimiento y de las trabas comerciales, la colonización israelí de los recursos naturales obstaculiza aún más el desarrollo palestino. Según el informe, “las colonias, zonas militares y reservas naturales israelíes, y el Muro [de Separación] constituyen el 44 % de toda Cisjordania, incluido el 70 % de la llamada ‘Zona C’, en el 30 % de la cual “la construcción está fuertemente restringida”. Esto se debe a que el régimen de planificación de Israel en la Zona C y en el ocupado Jerusalén Oriental es “discriminatorio y restrictivo”, afirma el informe, y contrariamente al derecho internacional humanitario, “no está ideado para beneficiar a la población protegida”. El sector agrícola está limitado por “restricciones a los recursos esenciales de la tierra y del agua” , mientras que de forma similar el sector industrial “está profundamente afectado por las limitaciones a la tierra disponible y por las posibilidades limitadas de abrir canteras y extraer minerales”. Además de la colonización de la tierra, “Israel controla todos los recursos compartidos de agua superficial y subterránea”, utiliza el 85 % de estos y deja solo el 15 % para uso palestino. “Las restricciones relacionadas con el agua afectan a los medios de vida de las comunidades al aumentar la pobreza e incrementar aún más la vulnerabilidad”. En tercer lugar, fundamental desde el punto de vista de cómo la comunidad internacional se ha comprometido hasta la fecha con esta cuestión, incluso “los intentos palestinos de superar estos muchos obstáculos al desarrollo están igualmente circunscritos por la ocupación”. Así, por ejemplo, “el gobierno palestino no tiene control de sus fronteras (tierra, mar o aire) ni de sus ingresos aduaneros”. Carece de “acceso y de prerrogativa política sobre la Zona C”, el 60 % de Cisjordania, y su “espacio fiscal” también está sujeto a restricciones (por ejemplo,

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La resolución de la ONU es un aliento de esperanza

Autor: Gideon Levy /Haaretz/Israel 25 de DIC 2016 Título completo: La resolución de la ONU es un aliento de esperanza en un mar de oscuridad y desesperación El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó por establecer un Estado judío (junto a un Estado árabe) en la Tierra de Israel. Sesenta y nueve años después, el 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por intentar salvarlo. La resolución 2334 que fue aprobada el viernes es una ráfaga de buenas noticias, un aliento de esperanza en el mar de oscuridad y desesperación de los últimos años. Justo cuando parecía que todo iba cuesta abajo – la creciente ocupación cada vez más apoyada por Estados Unidos, con Europa galopando a la derecha – junto con Hanukkah vino una resolución que enciende una delgada vela. Cuando parecía que los malvados continuarían siendo victoriosos, vinieron Nueva Zelanda y otros tres países y le dieron al mundo un regalo de Navidad. Así que gracias a Nueva Zelanda, Venezuela y Malasia. Es cierto que el árbol de Navidad que han suministrado, con todas sus luces brillantes, pronto será eliminado; Donald Trump ya está esperando en la puerta. Pero la huella quedará. Hasta entonces, este regocijo temporal es una alegría, a pesar de la resaca esperada. Por supuesto, debemos preguntarle al presidente estadounidense Barack Obama con furia: ¿Recién ahora estás haciendo algo? Y debemos preguntar a un mundo frustrante: ¿Qué pasa con las acciones? Pero es imposible ignorar la decisión del Consejo de Seguridad que establece que todos los asentamientos son ilegales por naturaleza. El primer ministro Benjamin Netanyahu puede llamar a sus embajadores, mientras que su ministro de la derecha Yuval Steinitz puede gritar que la resolución es «injusta» (el tiene sentido del humor). Y el líder de la oposición Isaac Herzog puede balbucear que «tenemos que combatir la decisión con todos los medios.» Pero no hay una persona en el mundo con conciencia que no se regocije por la resolución. Tampoco hay un israelí decente que debiera caer en la propaganda que llama a la resolución «anti-israelí», una definición que los medios de comunicación israelíes se apresuraron a adoptar con su característica servidumbre, por supuesto. Esta decisión ha llevado a Israel de nuevo a la sólida tierra de la realidad. Todos los asentamientos, incluso en los territorios que han sido anexados, incluso en Jerusalén oriental, por supuesto, son una violación del derecho internacional. En otras palabras, son un crimen. Ningún país del mundo piensa lo contrario. El mundo entero lo piensa -todos los llamados amigos de Israel y todos sus llamados enemigos- por unanimidad. Lo más probable es que las herramientas de lavado de cerebro en Israel, junto con los mecanismos de represión y negación, traten de socavar la decisión. Pero cuando Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia se unen en una declaración tan clara, esto será un trabajo difícil. Así que usted puede decir «el mundo entero está en contra de nosotros». Usted puede gritar «¡antisemitismo!» Usted puede preguntar «¿Qué pasa con Siria?» Al final esta verdad clara como el cristal permanecerá: El mundo piensa que los asentamientos son un crimen. Todos los asentamientos y todo el mundo. Es cierto que el mundo no levanta un dedo para que los asentamientos sean removidos, pero tal vez algún día esto suceda. Sin embargo, ya será demasiado tarde, demasiado tarde. La Resolución 2334 distingue artificialmente entre Israel y los asentamientos, ya que está dirigido a éstos, no a la ocupación. Como si la culpa de Amona estuviera en sus colonos y no en todos los israelíes. Este engaño demuestra cuánto el mundo sigue tratando a Israel con indulgencia y vacila en tomar medidas en su contra, como lo hizo con la conquista de Crimea por parte de Rusia, por ejemplo. Pero los israelíes que no viven en Amona, que nunca han estado allí, que no tienen ningún interés real en su destino – la mayoría de los israelíes según parece- tienen que preguntarse: ¿Realmente vale la pena? ¿Todo esto por unos cuantos colonos a los que no conocen y que realmente no quieren conocer? La resolución 2334 es, sobre todo para las orejas israelíes, como un reloj de alarma que asegura despertarte a tiempo, como una sirena que te dice que vayas al refugio antiaéreo. Es cierto que la resolución no tiene valor concreto; es cierto, la nueva administración estadounidense promete borrarla. Pero dos preguntas no dejará de lado: ¿Por qué los palestinos no merecen exactamente lo mismo que los israelíes merecen?, y ¿cuánto puede un país, con todo su poder de presión, armas y alta tecnología, ignorar al mundo entero? En este primer día de Jánuca y Navidad, podemos disfrutar, aunque sólo sea por un momento, de la dulce ilusión que la Resolución 2334 suscitará estas preguntas en Israel. Traducción: Dardo Esterovich

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Obama desnudó a Netanyahu e Israel

Autor: Daniel Kupervaser 24 de DIC 2016 La decisión de Obama de no hacer uso del derecho de veto en la última votación del Consejo de Seguridad de ONU no es más que un toque de diana para despertar a un pueblo y su dirigencia borrachos del poder que tienen en sus manos. Esta toma de posición de quien abandona la Casa Blanca dejó al descubierto que Israel tiene mucho poder de injerencia en el mundo, pero carece totalmente de todo argumento serio para sustentar su política de conquista territorial, colonización y opresión en los territorios conquistados en 1967. Esto es verdad también desde el primer centímetro de los límites de junio de 1967, por si la denominada izquierda israelí pretende jugar con el derecho a anexar unilateralmente a Israel ciertos bloques de colonias so pretexto que existe un amplio consenso en la sociedad israelí. Hasta el día anterior todo hacía pensar que Netanyahu es capaz de dominar el mundo. Desde su oficina, sin Cancillería (como Canciller a cargo la ha destrozado) movilizó a Trump y organizaciones judías de EE. UU, los eternos e incondicionales sirvientes de Netanyahu, no importa el motivo. El nuevo presidente de EE.UU. no dudó y de inmediato dio a entender al presidente egipcio Al-Sisi, promotor de la resolución en ONU, que los intereses futuros de Egipto en EE.UU. y el mundo son más importantes que aquellos de los palestinos. En cuestión de horas la propuesta fue retirada. Lo que Netanyahu no tuvo en cuenta es que otros cuatro integrantes del Consejo de Seguridad adoptaron la propuesta y la elevaron a votación al día siguiente dejando al premier israelí solo a las buenas de Obama. Los ataques de Netanyahu y su Embajador en la ONU en contra de esta institución y Obama personalmente no tienen el mínimo sustento lógico ni moral. Las Naciones Unidas no son más que el reflejo de la comunidad internacional de países que un buen día, todos ellos, prácticamente sin excepción, decidieron decir basta a la política arrogante y prepotente de Israel. El nuevo gobierno británico, a quien se califica de pro sionista que se comprometió a luchar en contra del antisemitismo y BDS, también alzó la mano deslegitimando los asentamientos judíos en Cisjordania. En su intento de defender su política conquistadora, hasta el día de hoy Israel no encontró ningún razonamiento que no choque con normas internacionales básicas de defensa de derechos humanos o que tenga un carácter mínimamente convincente. Ante esta infranqueable carencia, Israel dejó de lado las Tablas de la Ley del Monte Sinaí, pisoteó normas de las Convenciones Internacionales sobre territorios conquistados en conflicto y, durante las últimas cuatro décadas, encontró protección únicamente en los personajes elegidos para habitar la Casa Blanca y la Colina del Capitolio. Para Israel y el judaísmo, Temis y Dice, las Diosas de la justicia, ya no residen en Grecia, sino que se reencarnan alternativamente en el cuerpo de los presidentes electos en EE.UU. Ante la falta de argumentos objetivos, la oficina del Primer Ministro de Israel se la rebuscó con ataques más bien emocionales o viscerales. En un comunicado oficial se catalogó la conducta de Obama como una traición al romper el viejo vínculo con Estados Unidos que prometía una eterna defensa a Israel en organismos internacionales. Acusó la decisión de vergonzosa pues no hacen nada para frenar la masacre de medio millón de personas en Siria y prefieren lanzarse bochornosamente en contra de Israel[1]. Digamos, Israel reconoce que comete delitos, lo único que argumenta es que hay criminales más sanguinarios. Más llamativa es la réplica de ciertos senadores estadounidenses republicanos, curiosamente identificados con intereses de Israel. Tanto Lindsey Graham como Ted Cruz, reclamaron tomar medidas drásticas con ONU, incluyendo un corte en los aportes presupuestarios estadounidenses a esa institución[2]. Pareciera que estos parlamentarios estadounidenses tienen muy buena experiencia de cómo el dinero es capaz de hacer inclinar la balanza en la toma de decisiones políticas. ¿Sera que sus posiciones tan extremas en favor de intereses foráneos, en este caso Israel, que aparentemente contribuye muy poco a intereses estratégicos estadounidenses, obedecen a aporte de dinero a políticos? Los medios informan que ambos parlamentarios fueron acreedores a donaciones importantes en dinero a sus campañas proselitistas del bolsillo de un multimillonario judío estadounidense muy identificado con los intereses de Israel[3]. Tanto Netanyahu como Trump. prometen modificar conjuntamente la situación creada con esta resolución del Consejo de Seguridad. A decir verdad, este objetivo no se presenta nada fácil, hasta se podría decir que se crearon nuevas circunstancias con una realidad significativamente diferente y con muchas dificultades de hacerla retroceder[4]. Da la impresión que lo que fue no existe más y probablemente no retorne. De otra manera es muy difícil entender la furia de Netanyahu. No debe haber un ejemplo que exponga más claramente la situación de Israel en su relación con democracias de occidente que la conducta del gobierno de la Republica Oriental de Uruguay y su Cancillería. Tan solo semanas atrás, Rodolfo Nin Novoa, Ministro de RR.EE. de ese país, fue condecorado con un premio especial en medio de halagos y festejos tanto en nombre de Israel como de la comunidad judía uruguaya por su contribución a las excelentes relaciones entre ambos países. En la votación del Consejo de Seguridad de ayer, Uruguay se adhirió al resto de los países para votar en lo que se considera unanimidad en contra de los asentamientos de Israel. Tal como ocurrió con la votación de UNESCO de meses atrás, Israel y los judíos de la diáspora deben tener claro que la posición de prácticamente todos los países del mundo respecto a Israel se la puede resumir con estas pocas palabras: AMISTAD SI – SERVILISMO NO SEGURIDAD SI – COLONIZACION Y OPRESION NO Solo ciertos personajes en cumplimiento de funciones gubernamentales o parlamentarias estadounidenses todavía tienden a interpretar esta realidad de forma distinta. Ojalá me equivoque     [1] “Israel rechaza resolución de ONU”, Haaretz, 23-12-16 [2] “Trump a la resolución de ONU”, Walla, 23-12-16 [3] “Las

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Oficialismo estadounidense judío reprime la libertad de expresión

Autor: Peter Beinart/Haaretz/ 07 de DICIEMBRE 2016) Título completo: El oficialismo estadounidense judío reprime la libertad de expresión para silenciar a los críticos del sionismo Según la nueva Ley del Senado del «Acto de Conciencia del Antisemitismo» Henrietta Szold, Hannah Arendt y Martin Buber también podrían definirse como antisemitas. Cada año que pasa el oficialismo estadounidense judío plantea una mayor amenaza para la libertad de expresión en los Estados Unidos. La razón es simple. Cada año que pasa el control israelí sobre Cisjordania crece permanentemente. Y así, cada año que pasa, más progresistas estadounidenses cuestionan el sionismo. Después de todo si el Estado judío condena de forma permanente a millones de palestinos de Cisjordania a vivir como no ciudadanos, en la legislación militar, sin la libre circulación o el derecho al voto para el Gobierno que controla sus vidas, no es de extrañar que el número de estadounidenses que detestan la discriminación, aprecian la igualdad y se sienten incómodos con lo que ocurre, crezca. Y cuantos más estadounidenses expresan su incomodidad, más trabajan las organizaciones judías estadounidenses para clasificar el antisionismo como antisemitismo, que es castigado por ley. El último ejemplo es la Ley de la conciencia del antisemitismo, que el Senado aprobó por unanimidad el 2 de diciembre. La Ley –impulsada por el AIPAC, la Liga Anti-Difamación y las federaciones judías de EE.UU.- instruye al Departamento de Educación de Derechos Civiles para seguir “la definición de antisemitismo establecida por el Enviado Especial de Vigilancia y Lucha Contra el Antisemitismo del Departamento de Estado en la hoja informativa emitida el 8 de junio de 2010″. Suena bastante inocua. Hasta que nos fijamos en lo que dice la hoja informativa. Siguiendo la definición urdida por el disidente soviético devenido al ala de extrema derecha israelí Natan Sharansky, la hoja de datos define el antisemitismo entre otras cosas como “negar al pueblo judío su derecho a la libre determinación y negar a Israel el derecho de existir». Esto es una locura. En todo el mundo numerosos pueblos desean la «libre determinación.» Los kurdos han estado buscando su propio estado desde finales del siglo XIX, más o menos el mismo período en que eclosionó el sionismo de los judíos. También la querían los vascos. Los sijs se han estado agitando por su propio país, en el Punjab, desde la creación de la India. Los igbos del este de Nigeria, concretamente crearon uno, Biafra, durante tres años entre 1967 y 1970. Existen argumentos razonables a favor de estos esfuerzos por la libre determinación. También hay argumentos razonables a favor de exigir a los kurdos, vascos, sijs e igbos vivir en países multiétnicos con base a una identidad nacional que sustituya a la propia. De cualquier manera la intolerancia no tiene nada que ver con ello. Si oponerse al deseo de un pueblo por la autodeterminación te hace intolerante a ese grupo, entonces un montón de líderes judíos estadounidenses deben reportarse a la oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación ahora mismo. Después de todo los palestinos quieren su propio estado. Muchos líderes judíos estadounidenses se oponen a ello. ¿Por qué no están esos fanáticos líderes bajo el mismo principio que están intentando transformar en ley? La verdad es que el sionismo político -la creencia de que judíos deben disfrutar de la mayor seguridad y la libre expresión en su propio Estado- siempre ha sido motivo de controversia, incluso entre los judíos. A principios del siglo XX muchos judíos ortodoxos llamaron al sionismo una violación de la ley judía. Muchos judíos estadounidenses reformistas argumentaron que los judíos eran una fe, no un pueblo, y por lo tanto no tenían otra patria que no fuera Estados Unidos. Otros prominentes pensadores judíos -incluyendo a Judah Magnes, que fundó la Universidad Hebrea, Henrietta Szold, que fundó Hadassah y los filósofos Hannah Arendt y Martin Buber– argumentaron que un Estado judío despojaría a los palestinos y llevaría a la guerra. En cambio argumentaron a favor de un estado binacional. Eso no les hizo antisemitas. A medida que avanzaba el siglo XX estos argumentos contra el sionismo se desvanecieron. El Holocausto reforzó el asunto de un país de refugio judío. Israel se convirtió en un hecho establecido y en muchos sentidos en un éxito extraordinario. Luego, en 1993, el presidente de la OLP Yasser Arafat declaró que «La OLP reconoce el derecho del Estado de Israel a existir en paz y seguridad». En 2002, la Liga Árabe se ofreció a «firmar un acuerdo de paz con Israel» si se retraía a las líneas de 1967 y daba una «justa» y «acordada» solución a los refugiados palestinos. Una vez que los líderes palestinos y árabes incluso declararon públicamente que podrían aceptar un Estado judío junto a uno palestino, el histórico debate sobre el sionismo disminuyó. Estando ya en el siglo XXI nunca nació un Estado palestino (un fallo del cual ambas partes son culpables). Ese fracaso, combinado con décadas de crecimiento de los asentamientos israelíes, ha convencido a muchos progresistas de que ahora es imposible un Estado palestino. Por lo tanto, en su opinión, la única manera de que los palestinos de Cisjordania pueda conseguir sus derechos se encuentra en un estado que incluya Cisjordania, la Franja de Gaza y al propio Israel, que no privilegie a los judíos. Este no es mi punto de vista. A pesar de todo sigo considerando la solución de dos estados más realista que la alternativa binacional. Pero usted no tiene que ser un antisemita por estar en desacuerdo. El antisionismo nunca murió. Siempre ha habido personas -judías y no judías- que se oponen a cualquier tipo de Estado judío dentro de cualquier frontera. Pero el antisionismo está creciendo debido a que la profundización de control israelí de Cisjordania hace que sea más difícil conciliar el sionismo con los derechos humanos básicos de los palestinos. Ante el creciente número de estadounidenses que niegan que el sionismo sea compatible con la democracia liberal, grupos de judíos estadounidenses oficialistas podrían tratar de hacer al sionismo más

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El látigo de la coalición de Netanyahu llama a revocar la ciudadanía del director de B’Tselem

Fuente: Michael Schaeffer Omer-Man / 972mag / Traducido del inglés para Rebelión por J. M. 29 de OCTUBRE 2016 Un alto responsable del Likud, enojado porque Hagai El-Ad exigió un decreto de la ONU para poner fin a la ocupación, admite que no hay vía legal para despojarlo de su ciudadanía, por el momento. La organización israelí de derechos humanos dice que las amenazas no la detendrán. ¿Cómo reacciona la única democracia de Oriente Medio con activistas de derechos humanos que relatan la realidad del país? Con la amenaza de revocar su ciudadanía, por supuesto. «He examinado si, legalmente hablando, puedo pedir al ministro del Interior revocar la ciudadanía del director ejecutivo de B’Tselem», declaró el presidente de la coalición del Parlamento israelí, David Bitan, quien se muestra como el látigo de la coalición del Likud que gobierna Benjamin Netanyahu. «Que yo sepa, no hay ninguna vía legal para hacerlo hoy», dijo Bitan al Canal 2 de la televisión israelí el viernes (hebreo). «Pero hay que despojarle de su ciudadanía». El Director Ejecutivo de B’Tzelem, Hagai El-Ad, fue invitado la semana pasada a explayarse, en una sesión especial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sobre los asentamientos ilegales de Israel, junto con un representante de Paz Ahora de los EE. UU. En su discurso, publicado aquí en su totalidad, El-Ad dijo que la complacencia internacional ha sido un importante factor que permite a Israel mantener su ocupación militar sobre millones de palestinos durante casi 50 años. «Los derechos de los palestinos deben concretarse», declaró El-Ad en su intervención en el Consejo de Seguridad, exhortando al organismo internacional: «La ocupación debe terminar; el Consejo de Seguridad de la ONU debe actuar; y el momento es ahora». En su llamado a revocar la ciudadanía de El-Ad, el Presidente de la Coalición Bitan censuró, «un ciudadano israelí […] yendo al Consejo de Seguridad y demandando sanciones contra Israel y sus ciudadanos». B’Tselem y su director han sido el blanco de las campañas de perversas incitaciones en los últimos años, la más notoria de los cuales etiquetó a El-Ad y otros como agentes extranjeros, de alguna manera vinculados a los ataques de los palestinos. Otras difamaciones se refirieron a que las organizaciones de derechos humanos israelíes están sirviendo a financiadores europeos antisemitas en detrimento de su propio país. El propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se unió a los ataques contra B’Tselem después del discurso de El-Ad en las Naciones Unidas, diciendo que la organización y su director son parte de «un coro de calumnias» contra Israel. El ataque del primer ministro a la organización de los derechos humanos más prominente de Israel le valió una reprimenda por parte del gobierno de Estados Unidos, que salió en defensa de B’Tselem y otros grupos de iguales objetivos. B’Tselem publicó el viernes el siguiente comunicado en respuesta a la declaración de Bitan: “Por casi 50 años los palestinos no han tenido ni ciudadanía ni derechos. Ahora, el presidente de la coalición, el representante del primer ministro, quiere revocar la ciudadanía de cualquier persona que habla en contra de esa realidad. Tales amenazas no detendrán a B’Tselem ni a los cientos de miles de israelíes que se oponen a la ocupación. «Bitan está tratando de acumular un poco más de capital político a expensas de B’Tselem, una organización que durante años ha estado haciendo todo lo posible para garantizar y proteger los derechos humanos en nuestra afligida región», respondió Zehava Galon, líder del izquierdista partido Meretz. «Pero este tipo de declaraciones son peligrosas e invitan a la violencia». Como escribí a principios de este año, -cuando el gobierno israelí aprobó una ley que distingue a las organizaciones de derechos humanos en base a su financiación externa-, el efecto acumulativo de la persecución por parte del oficialismo sobre los grupos de derechos humanos retrata a las personas que trabajan para poner fin a la ocupación, por la lucha por la igualdad, la libertad y los valores democráticos, como disidentes que quieren subvertir el Estado de Israel mismo: “En ausencia de cualquier esperanza para la resolución del conflicto, con estallidos de violencia cada vez más frecuentes y previsibles, y, como el futuro de la región se convierte en terriblemente inestable, los israelíes se han volcado hacia diferentes tipos de políticas de línea dura. En el carácter de la actual política de Israel, el sionismo se ha transformado en una ideología absolutista de la supremacía judía en la que la disidencia debe ser enfrentada con mano de hierro, y quienes se oponen a la ocupación (que mayormente se percibe como preocuparse más por los palestinos que por los judíos) es semejante a algo cercano a la traición. Sin alternativas para ofrecer, la elite política del país se ha puesto a la tarea. Foto: El director Ejecutivo de B’Tselem, Hagai El-Ad  pronuncia un discurso durante una sesión especial del Consejo de Seguridad de la ONU, 14 de octubre de 2016. (Captura de pantalla) http://972mag.com/netanyahus-coalition-whip-wants-to-revoke-btselem-directors-citizenship/122741/

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Un debate inusual. El embajador de Palestina y el LLAMAMIENTO

Fuente: Página12 / Por Eduardo Jozami  24 de OCTUBRE 2016 No tengo noticias de que un debate como éste se haya producido anteriormente. El embajador de Palestina y un dirigente importante de la comunidad judía. Dos miradas que uno podría imaginar contradictorias, porque, más allá de las buenas intenciones, un día de noviembre de 1947 llevó a unos a la gloria y a los otros al desastre. La resolución de las Naciones Unidas que recomendaba la partición del territorio terminó en el éxodo creciente de gran parte de la población palestina. Para unos fue la realización de una utopía largamente acariciada, el pueblo errante, discriminado a lo largo de los siglos, volvía 200 años más tarde a constituirse como Estado en un territorio. Después de la Shoah, de las cámaras de gas del nazismo, la culpa de Occidente era demasiado grande como para detenerse en todas las implicancias que podía tener la creación del nuevo Estado, visto fundamentalmente como una reparación más que merecida por el sufrimiento judío. Lo que pocos advirtieron entonces fue que se iniciaba un período de siete décadas que no conocería la paz. La mayoría de los palestinos –el principal grupo ocupante de ese territorio– debió abandonarlo. Para unos, el sueño realizado, para otros, la catástrofe, “la Nakbah” como se la nombra en árabe. Con esta referencia a la fecha que consagraba el anhelo de unos y la desdicha para otros, Luis Kon, el moderador, integrante del Llamamiento Argentino Judío, dio comienzo al debate “Paz en Medio Oriente y convivencia en la Argentina”. Husni Abdel Wahed, embajador de Palestina, se apresuró a señalar que no existía posibilidad ninguna de problemas en la convivencia, que no había condiciones para que el conflicto mesoriental se trasladara a la Argentina. Sin discrepar con esta apreciación de fondo, Jorge Elbaum, presidente del Llamamiento, denunciaría más tarde que no son pocos los que quieren importar a la Argentina –hizo referencia a la posición de la DAIA y la AMIA en el caso Nisman y el Memorándum con Irán– conflictos que no tienen razón de ser en el país. “Somos un pueblo multiétnico, multicultural y multirreligioso”, dijo el embajador definiendo el proyecto palestino de un Estado laico. Y en tanto subrayó el orgullo que sentían los palestinos de que cristianos, judíos y musulmanes formaran parte de su historia, consideró que Israel había instalado un régimen de apartheid en su territorio. “En Hebron –dijo– los palestinos deben llevar un número, lo que no puede sino recordar los campos de concentración del nazismo.” También hizo referencia a las denuncias hechas por varios intelectuales israelíes sobre los síntomas de facistización en la sociedad de su país. En respuesta a una pregunta acerca del crecimiento de la islamofobia en la sociedad francesa y el efecto de los recientes atentados, Abdel Wahed afirmó que la acción de ISIS perjudicada notablemente a los palestinos contribuyendo a una invisibilización de sus reclamos: “Para nosotros, ISIS es como el fundamentalismo israelí. No hay fundamentalismos buenos”. El representante palestino reivindicó los acuerdos de Oslo –con sus defectos y virtudes– que habían abierto una “ventana de esperanza” a comienzos de los años ‘90. Condenó el asesinato de Yzak Rabin, principal gestor del acuerdo, señalando que aunque había luchado duramente contra los palestinos, en su momento tuvo la comprensión necesaria para advertir que el problema requería una solución. Con respecto a Yasser Arafat, el otro artífice del acuerdo, afirmó que hoy no quedan dudas de que fue asesinado, responsabilizando por ello al ex primer ministro Ariel Sharon. Sostuvo que el entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, al sentenciar “hay que deshacerse de los obstáculos” estaba instando al gobierno israelí a seguir ese camino. Más adelante, el embajador cuestionó severamente la instalación de asentamientos israelíes en el territorio asignado por los acuerdos a los palestinos, política que caracterizó como colonial. Aunque su referencia a la cuestión no la incluyó, la información proporcionada por un reciente estudio (Instituto de Investigación Aplicada, de Jerusalén), dice que entre 1990 y 2012 el territorio palestino anexionado por los asentamientos israelíes ha pasado de 69 a 194,7 kilómetros cuadrados, al tiempo que el número de colonos israelíes creció de 240 mil a 693 mil, cifra que representa un incremento del 189 por ciento y que ha ido aumentando desde entonces. Jorge Elbaum no dejó dudas desde el comienzo de que compartía las líneas generales de la intervención que lo precedió: “Yo no soy la contraparte del embajador”. Reivindicó los 1500 argentinos judíos desaparecidos por la dictadura y subrayó el aporte de tantos judíos a las tradiciones nacional populares y progresistas argentinas. Enfatizó la polisemia del término judío, señalando que debían ser considerados como tales aquellos que se sentían unidos a una fe religiosa y también los judíos ateos, como Einstein o Freud: “No hay una única manera de ser judío”. Elbaum resaltó además la tradición humanista del judaísmo que en el texto del Antiguo Testamento manda no olvidar que “fuiste esclavo en Egipto”, lo cual no se concilia con la opresión de otros pueblos: “Hoy existe un millón de árabes sin derechos al interior de Israel”, sostuvo. También reivindicó otra tradición, la de lucha y autodeterminación de los pueblos, en los ejemplos de quienes resistieron hasta el fin en el gueto de Varsovia y de aquellos defensores de Masada que frente a la invasión romana prefirieron morir antes de convalidar la derrota. Y se preguntó entonces “¿qué tiene que ver el ser judío con la política de la derecha israelí?”, señalando que ésta es “la política internacional de las derechas que se sirve de algunos grupos de las comunidades judías”. Luego de destacar la influencia que tiene el lobby de un poderoso sector de capitales judíos sobre la política internacional de los Estados Unidos, destacó que más de 300 mil judíos norteamericanos viven absolutamente ajenos y sin sentirse identificados con quienes se arrogan su representación. “No es diferente a la situación en Argentina –dijo Elbaum– porque sólo una minoría elige a los dirigentes de las organizaciones

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