Por: Liliana Fijtman
El viernes 15 de octubre nos reunimos a debatir la película de este mes de cine-debate del Llamamiento: El divorcio de Viviane Amsalem de los directores Ronit y Shlomi Elkabetz, que fuera nominada al Globo de Oro como mejor película extranjera en 2014. Tuvimos como invitados especiales a Fabiana Martínez Ailan, Licenciada en Teología y Religiones Comparadas y Marcelo Seltzer, Abogado e Integrante de la Comisión Jurídica del Llamamiento.
Fabiana comenzó destacando el clima de opresión que vive la protagonista, plasmado asimismo en la escenografía de un tribunal decadente y explica que hay una diferencia entre la letra escrita y la práctica efectiva de las religiones donde se da el poder de la interpretación y estas son distintas en culturas diferentes y también en tiempos disímiles.
Hay significados que dan sentido a estas prácticas. Hay una postura para entender las religiones desde la teología negativa, esto es, la religión no es una institución que marque las leyes de nuestro comportamiento. Es más, en un principio las religiones significaron una oposición frente al poder dominante, eran disidentes. No se trata de apología ni de detracción, es solamente abrir una brecha que en este caso tiene que ver con ejercer un espacio de libertad sobre el propio futuro. La película expresa un poder muy grande sobre los cuerpos y la subjetividad femenina. Aquí la ley terrenal y la celestial se conjugan. Hay una diferencia entre religión y patriarcado aunque estén mezclados desde hace mucho. En la película se cosifica a la mujer, se niegan sus intenciones y deseos.
Los dispositivos de poder pueden ser resistidos. Es pertinente la perspectiva de género para el análisis de las instituciones de la religión y del poder instituído.
Marcelo agradece la posibilidad de estos encuentros cuyas distintas visiones enriquecen el pensamiento. Se identifica con el personaje del abogado, en su rol protector y se queda con una sensación de impotencia frente a una pared casi inexpugnable. Se acordaba de Graciana Peñafort cuando relata los últimos días de Héctor Timerman. Si bien, todo es modificable en Derecho, cuando se trata de religión todo es más permanente. Diferencia lo que sucede en Israel, de lo que pasa en Argentina, donde en treinta días una pareja hoy está separada y desde 2015 sin necesidad de esbozar causales. Con la voluntad de terminar la relación de una de las partes es suficiente, sin más. Y sin embargo, destaca que esto no fue porque sí. Llevó tres siglos de lucha de las mujeres. El matrimonio tutela derechos, sobre todo los del hombre. Modificar eso llevó tres siglos. Ahora bien, ¿estos cambios llegaron para quedarse? Nada nos está dado, todo depende de las luchas.
En Israel es así: la mujer que no logra el divorcio es una mujer no permitida, pasa a ser innombrable y sus hijos pierden derechos. Los movimientos en Israel apenas han logrado la pena de cárcel cuando el marido se niega a darle el divorcio.
La película produjo una participación activa en el debate. Surgieron narraciones de situaciones personales vividas en Israel. Hanna Fleischmann aclaró que Israel es un Estado Nación religioso y que la película no está hablando de una situación al interior de un matrimonio ortodoxo, sino que al no existir matrimonio civil, este es el divorcio para todos, creyentes y no creyentes. En Israel, las mujeres son objetos para los hombres. Empieza con la menstruación. La boda debe realizarse en fecha fértil en el ciclo femenino para propiciar el embarazo. Allí el derecho de la mujer no existe. La ley no deja elegir nada a la mujer. Esa ley vale allá, es distinto si una persona tiene domicilio aquí. Las religiones lo que hacen es encasillarnos en los binarismos. La lucha es difícil para las mujeres.
Finalmente, Marcelo recuerda la imperiosa necesidad de la lucha, que nada está dado de antemano.
Todavía no tenemos el dato de la próxima película. Les enviaremos como siempre el link para verla a la brevedad posible. Nos encontraremos en noviembre para debatirla. Los esperamos!