Por: Malamud Benjamín (desde Córdoba)
La muerte de una mujer, o ser víctima de graves abusos o maltratos, como madre, hija, hermana, compañera, ciudadana multiplica el dolor en el espectro de sus relaciones, con serias repercusiones a lo ancho y a lo largo de todas esas vidas.
Las niñas o niños testigos de la violencia, víctimas de la misma o huérfanos constituyen un desafío para quienes cuidamos su salud y protegemos su desarrollo. Padecerán en lo inmediato trastornos en su salud y muy probablemente a lo largo de sus vidas si no reciben el apoyo resiliente adecuado.
La violencia contra las mujeres es y fue siempre un tema pediátrico y de todo el equipo de salud materno infantil. Muchas veces somos los primeros en advertir los síntomas o señales incipientes de esa violencia, ocultada por una crema facial o por una sonrisa forzada para esconder la depresión. Es el momento de actuar, de ayudarla a ella, de ayudar a la pareja a salir de las relaciones violencias y fundamentalmente a ser parte de la promoción de los derechos que tanto a la niñez como a las madres señalan con claridad que la violencia, en cualquiera de sus formas no se debe tolerar y si es necesario, denunciar.
Desde la SAP Córdoba, hace más de una década creamos a CIREDDNA, Comisión Intersectorial y Red en Defensa de los Derechos de Niños Niñas y Adolescentes. Queríamos ayudar a los miembros del equipo de salud a tomar consciencia de nuestra indelegable responsabilidad. Hoy, ante una nueva muerte de una mujer, aquí en La Falda donde residimos y convivimos, expreso en mi nombre y de con quienes compartimos la función pediátrica, de seguir bregando por el buen trato y una comunidad libre de violencias.
Hacemos llegar nuestro pesar y solidaridad a los familiares de Ivana Módica y todas y todos quienes han luchado por el esclarecimiento y el justo castigo responsable directo y también por un cambio del sistema preventivo de estas reiteradas violaciones a los DDHH.