Fuente: Adrián Murano| El Destape Web
Fecha: 21 de diciembre de 2020
“Cristina tiene el papel de llevar al debate público lo que nosotros venimos pensando, fantaseando y pergeñando de una forma más tímida. Cristina nos pone un norte, lo que hay que hacer, pero no es sencillo llevarlo adelante. Nos pone en esa situación complicada. De eso trabaja, Cristina”. El sábado por la tarde, en el cierre del VII encuentro nacional de Salud, el gobernador Áxel Kicillof ofreció la mejor definición sobre el rol de Cristina Fernández en la coalición de gobierno: sacar a dirigentes y funcionarios de la zona de confort que ofrecen las poltronas de los despachos.
El gobernador lo dijo en alusión al llamado de la vicepresidenta a reformar el sistema de Salud, uno de los tabúes más oscuros y delicados a los que un gobierno se podría enfrentar. El propio Kicillof, que en los inicios de su carrera de economista hizo una investigación profunda sobre el tema, trazó las dificultades que presentará esa batalla. “En el plano de la salud hay intereses poderosísimos y prácticamente imperceptibles, que operan subrepticiamente -describió el gobernador-. La clave para enriquecerse y hacer de la salud un negocio es hacerlo de manera oculta. Y eso involucra inmensas complicidades. Detrás de lo que conocemos como ‘la salud’ -la aparatología, los medicamentos, los diagnósticos- hay negocios multimillonarios, espanta saber el dinero que mueve el negocio de la salud” concluyó Kicillof.
El llamado a reformar el sistema de salud argentino formó parte del discurso de Cristina en el acto del Frente de Todos en el ex estadio único de La Plata, rebautizado esa misma tarde como “Estado Único Diego Armando Maradona”. Los medios del sistema de poder interpretaron el acto como una “marcada de cancha” pública de la vicepresidenta al presidente, Alberto Fernández, por poner al consumo como motor de la recuperación económica o plantear que los funcionarios que no funcionan se busquen “un laburo mejor”. Nada que Cristina no hubiese dicho antes, porque como bien describió Kicillof: “De eso trabaja, Cristina»: de marcar objetivos delicados.
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Gobernar es afectar intereses. Los gobiernos, en tal caso, se definen por qué intereses afectan o protegen. Imposible conformar a todos en un país con la mitad de sus habitantes bajo la línea de pobreza, seis de cada diez hogares con problemas de ingresos y siete de cada diez jóvenes en la marginalidad económica y laboral. Un país así -como la Argentina- requiere de modificaciones “de raíz”, como pidió Cristina, en el encuentro nacional de Salud. “Después de la pandemia estamos ante otro mundo, otro país en materia sanitaria -dijo la ex presidenta-. Por lo tanto las soluciones parciales, los parches, no sirven. Debemos imaginar algo muy diferente”, arengó Cristina, como antesala de su propuesta a crear un Sistema Integrado de Salud que involucre al sector público, al privado de medicina prepaga y a las Obras Sociales.
Claro que, como recordó Kicillof en ese encuentro, en política rige el principio de acción y reacción: cuando se toca al poder fáctico hay réplica. Y el vuelto no es en caramelos. Parte del Poder Judicial custodia a los dueños del dinero, al igual que los principales medios de comunicación. Esa estructura fraguó el lawfare, que goza de imperturbable vitalidad, militó contra la cuarentena y ahora opera contra la campaña de vacunación. Total normalidad.
El Ejecutivo se ampara en la asimetría de recursos mediáticos para justificar sus problemas de comunicación. “Yo a veces siento que hablo con un megáfono y enfrente me responden con el sistema de sonido de una banda de heavy metal” le dijo el presidente a la madre de la plaza Taty Almeyda, en El Destape radio. Atentos a esa percepción presidencial, los empresarios Daniel Vila y José Luis Manzano -del grupo mediático América- elevaron una propuesta de “plan canje”: el control de la energética Edenor a cambio de una línea editorial “albertista” en sus medios de comunicación ¿Win-win?
La relación con las corporaciones es materia de debate interno en el Frente de Todos. También hay diferencias de criterios sobre las prioridades, la audacia y la velocidad en la agenda de gobierno. Pero el acto en La Plata fue un modo de ratificar la unidad como método de convivencia y táctica electoral. Los números convalidan el esfuerzo. Un estudio de opinión pública de la consultora Proyección señala que el oficialismo casi duplica en intención de votos a la oposición. “En cuanto a la representación del electorado -detalla el informe-, el Frente de Todos agrupa un 40.9% y Juntos por el Cambio 22,5%, mientras que un 27,4% no se siente representado por ‘Ninguno’”. El detalle: la encuesta de Proyección se concentra en la provincia de Buenos Aires, un territorio clave para la vida política argentina.
Pobreza, desempleo e inseguridad lideran las preocupaciones en el distrito, donde Kicillof mantiene una alta ponderación. Un 59,8% destacó positivamente algún área de gestión del Gobierno Provincial. Entre las áreas con mejor desempeño se posicionan Salud, Desarrollo Social y Obra Pública.
El líder opositor con mejor imagen en territorio bonaerense es Horacio Rodríguez Larreta, que gobierna otra jurisdicción. El fenómeno no es casual: con un presupuesto que supera varias veces a los municipios vecinos del conurbano, Larreta gobierna un distrito rico rodeado de carencia estructural. Es natural que muchos bonaerenses consideren que los brillos porteños son mérito de la gestión, y no, como fue, del malogrado diseño de un país federal con rasgos unitarios.
En el gobierno porteño creen que la buena performance de Larreta en las encuestas bonaerenses llevaron al oficialismo a corregir el 1,5% de coparticipación que Mauricio Macri le regaló a la Ciudad. Es probable: en ocasiones, como suele ocurrir con el bacheo, las buenas acciones políticas surgen de la especulación electoral.