Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna
Fecha: 1 de diciembre de 2019
La particularidad de la actual transición radica en la proliferación de operaciones dispuestas a socavar los proyectos de inclusión social, desarrollo productivo, soberanía política e integración regional, planteados en la campaña por el Frente de Todxs. Las acciones orientadas a condicionar al próximo gobierno no tienen antecedentes en cuanto a su diversificación y nivel extorsivo, si se las compara con otras transiciones políticas transitadas en Argentina. El objetivo básico consiste en restringir la capacidad decisoria futura del próximo gobierno, debilitando su vínculo con la base social que lo votó. Los poderes fácticos combinan la difusión de profecías distópicas, una cruzada de descrédito sobre potenciales funcionarios, chantajes más o menos explícitos y operaciones comunicacionales varias sujetas a claros mensajes extorsivos.
Los encargados operativos de tramitar las imposiciones son corporaciones empresariales, organizaciones de la sociedad civil –de apariencia autónoma e independiente— y delegaciones diplomáticas. Todos ellos pretenden circunscribir y limitar cualquier forma de empoderamiento popular, como prerrequisito para garantizar la continuidad del entramado neoliberal, funcional a los intereses monopólicos. Dentro de este entramado se destaca el conglomerado de dirigentes pertenecientes a la derecha de la colectividad judeo-argentina, emparentados políticamente con el Likud israelí, el partido que lidera el actual primer ministro Bibi Netanyahu. Como alfiles en las sombras aparecen la DAIA y a la AMIA, junto a varios dirigentes acólitos insertos en el universo del PRO. El plan de hostigamiento desplegado combina tres dimensiones prioritarias: la relativa al aparato judicial, la vinculada con el antisemitismo y la sustentada en el terrorismo internacional.
Para que dicha tarea sea más eficaz, ambas organizaciones intentan convencer a la sociedad argentina, con la colaboración de los medios hegemónicos, de que la única judeidad existente es la que ambas organizaciones pretenden expresar. Pese a congregar no más del 30 % de los integrantes de este colectivo, la derecha de la colectividad se desespera en presentarse como la identidad excluyente de una tradición que es evidentemente múltiple y plural. De hecho, una gran parte de la misma se percibe en las antípodas de sus marcos ideológicos y políticos. A pesar de esta debilidad la estrategia desplegada por el Likud se encuentra en fase de operativización, desplegada a través de tres ejes de intervención: dentro de la esfera de lo jurídico, en contacto con las percepciones del antisemitismo y en referencia explícita al contexto geopolítico:
- La utilización de los atentados sucedidos en 1992 y 1994, con el objetivo de extorsionar a los funcionarios judiciales y a la opinión pública en general para lograr una adscripción a los intereses de la lógica neoliberal, funcionales a Washington y a Tel Aviv. Esta operatoria se lleva a cabo a espaldas de los tres grupos de Familiares de las víctimas de los atentados, Memoria Activa, 18 J y APEMIA.
- La búsqueda de movilizar en forma espuria la sensibilidad de quienes cuestionan toda forma de discriminación. La tentativa busca endilgarle al nacionalismo popular un compacto perfil antisemita, con el objeto de alertar a las comunidades judías de todo el mundo –especialmente a la estadounidense, la más influyente a nivel global— de que el Frente de Todxs posee (y/o disimula) un claro posicionamiento judeofóbico.
- El intento por asociar al peronismo con el terrorismo internacional, toda vez que decida renunciar a los alineamientos demandados por Washington y Tel Aviv (verbigracia: el chavismo o Hezbolá, o cualquier otra organización que sea etiquetada como enemiga de u opuesta a los mandatos imperiales).
Trípode de acoso
Estas tres disposiciones han sido conceptualizadas por las usinas de análisis geopolítico del Likud, el partido político más numeroso de la derecha israelí, en la actualidad liderado por Bibi Netanyahu. Sus delegaciones diplomáticas, instaladas en América Latina, se apoyan en los sectores más conservadores al tiempo que trabajan por invisibilizar a las fracciones más progresistas de las respectivas comunidades judías locales. En referencia a la primera dimensión, uno de los encargados de encausar el hostigamiento es Waldo Wolff, quien se ha destacado como uno de los promotores de la candidatura de Patricia Bullrich a la presidencia del PRO.
En una de sus últimas declaraciones, referida a la asunción de lxs Fernández, aseveró que “la Argentina se encamina hacia su camino más oscuro desde el advenimiento de la democracia. Hay una mafia que va a agarrar la Justicia, los servicios de inteligencia y servicios de seguridad”. En ese marco, con la clara intención de reclutar socios para su cruzada, les exigió a sus colegas de la DAIA y la AMIA que impulsen una oposición abierta, similar a la efectivizada durante la última etapa del kirchnerismo, cuando no dudaron en recorrer embajadas para denunciar como “socios de terroristas” y “responsables de la muerte de Nisman” a Héctor Timerman y Cristina Fernández de Kirchner. De hecho, Sergio Bergman y Claudio Avruj –ambos funcionarios del gobierno macrista— fueron parte del entramando que contribuyó al encarcelamiento de Carlos Zannini y Fernando Esteche, por la firma del frustrado acuerdo con Irán. “Los valores no deben negociarse. Espero que no lo hagan”, advirtió Wolff ante sus colegas dirigenciales cercanos al Likud. En esa misma línea, el portal Vis a Vis (entre cuyos propietarios se encuentra Claudio Avruj) se encargó en los últimos días de acosar a Juan Martín Mena, por la misma causa del Memorándum. En dicho portal se lo catalogó de “ex espía” y de ser responsable de las “operaciones sucias” dentro de la AFI. Todas esas estigmatizaciones son claramente orientadas a cuestionar su potencial desembarco como funcionario gubernamental bajo la gestión de Axel Kicillof.
El segundo capítulo también tiene al ex vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, como uno de sus promotores. A través de una nota enviada a la Agencia Judía de Noticias (AJN), señaló: “No tengo dudas de que la dirigencia judía argentina va a interpelar al Presidente electo Alberto Fernández”. En esa misma lógica, la coautora del libro Asesinaron al Fiscal Nisman, Delia Sisro, impulsó la demonización de todos los integrantes de la colectividad judía que pudieran sentirse identificados con las tradiciones nacionales, populares y latinoamericanistas. En su opúsculo se atribuye la portación de un judeómetro (innovador dispositivo para medir la judeidad genuina), a partir del cual se interroga retóricamente: “¿De qué modo se pueden forzar ciertas cosas para que convivan? ¿Se puede ser judío y cualquier cosa?” Ante la curiosidad unánime de sus múltiples talleristas y lectores, Sisro se responde: “No podemos ser judíos y cualquier otra cosa, porque a veces esa otra cosa entra en contradicción con los valores que supuestamente tenemos”. Para Sisro, dirigente de la derecha de la colectividad, esa otra cosa es la identificación con el nacionalismo popular, residencia unívoca del antisemitismo.
Respecto al tercer eje, uno de los voceros oficiosos de la delegación diplomática israelí adujo que existe una relación tensa con el Presidente electo dadas sus dudas sobre la continuidad del decreto firmado por Macri referido a la organización libanesa chiita Hezbolá. Un indicio del malestar del Likud –afirmaron en la delegación diplomática— es que Netanyahu no saludó al Presidente electo. Las condicionalidades de la derecha israelí, sostienen, demandarán continuar con una política internacional funcional a sus intereses. De lo contrario, el gobierno de lxs Fernández integrará el colectivo de los países socios del terrorismo. En esos considerandos, sin embargo, nada se especifica acerca de la problemática de Malvinas, frente a la cual Tel Aviv siempre vota al compás del Reino Unido, en obvia connivencia con Estados Unidos. Estos tres países conforman la minoría intensa que se opone, anualmente, dentro de la Asamblea de las Naciones Unidas, a la soberanía argentina de las Islas Malvinas.
A cantarle a Montoto
Este mismo criterio fue subrayado el último 30 de septiembre por el ex ministro de defensa israelí Moshé Yaalom, quien volvió a reclamar a la Argentina un apoyo explícito respecto a su enfrentamiento con Irán. En declaraciones a medios internacionales exigió a la Argentina el aislamiento de Teherán. Para hacer más explícito su posicionamiento, cuestionó a la Vicepresidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner, quien sólo pretendía viabilizar las indagatorias a los acusados para poder elevar la causa a juicio oral y público. El vocero argentino del Likud, Wolff, fue más imperativo: “Yo no puedo coincidir con los que se abrazan con quienes nos pusieron dos bombas (…) la línea ideológica del espacio que ganó es proclive a mantener relaciones cercanas a quienes se abrazan a Hezbolá«. En este mismo marco, empresarios y dirigentes —que han hecho excelentes negocios durante el gobierno macrista— dieron a entender que una reducción de los intercambios comerciales con Israel será interpretada como un literal apoyo a sus enemigos geopolíticos. Uno de los vectores más importantes de las importaciones provenientes de Tel Aviv es Mario Montoto, quien se benefició con variados contratos en el cuatrienio. De hecho, en la última semana obtuvo una licitación por un monto de alrededor de 4.000 millones de pesos por la contratación de servicios de monitoreo. La factura, con cargo para las arcas públicas hasta 2021, fue firmada por la jefatura de gabinete de ministros a solicitud de la cartera de Justicia y Derechos Humanos donde revista Claudio Avruj.
Los tres elementos, el jurídico, el judeofóbico y el geopolítico, funcionarán en los próximos cuatro años con el propósito de arrinconar al gobierno popular. La fracción de la colectividad judía opuesta a los dictados del Likud –aquellos que se sienten identificados con las tradiciones populares— deberá redoblar el esfuerzo por lograr mayor visibilidad y denunciar el sistemático robo de representatividad. Probablemente tengan que recurrir al lúcido pensamiento de Emmanuel Levinas, quien advirtió con insistencia acerca del contenido central de la ética: la batalla por la humanidad no puede concederle la legitimidad a quienes encarnan el egoísmo, la supremacía y la insensibilidad como sus improntas constitutivas. Si no se asume a lxs otrxs como nuestrxs hermanxs y, paralelamente, no se enfrenta a quienes lxs humillan —nos recuerda el filósofo lituano— la vida no tiene sentido. Difícil que lo entiendan quienes hacen del sometimiento su mandato supremo.
¿Es el Likud el único villano? Creo que ni siquiera la secuencia Bégin-Sharon-Netanyahu tiene la exclusividad.
Algo anduvo mal desde hace mucho tiempo cuando en los años 20 la dirigencia sionista eligió apoyarse en la fuerza del Imperio Británico en vez de prestar oídos a una entidad como la Brit Shalom, entre cuyos miembros y simpatizantes figuraban personalidades como Martin Buber, Jehuda Magnes y Albert Einstein, que decía que no se podía colonizar Palestina sin ponerse de acuerdo con los árabes que la habitaban.