Gaucho banking

Fuente: Horacio Verbitsky | El cohete a la luna
Fecha: 05 de MAY 2019

La supresión de las bandas de no intervención cambiaria y la autorización del FMI para controlar transitoriamente la cotización del dólar mediante la venta a precio vil de reservas fue aprobada por el representante de Estados Unidos en el organismo multilateral, David Lipton, e implica un regreso a los días de Luis Caputo, que quemó en pocos días 15.000 millones de dólares sin conseguir la finalidad propuesta. Los diez puntos del presunto consenso que el presidente Maurizio Macrì ofreció al Peornismo Sin Votos, completan la operación Apariencias de Normalidad. La intención de aislar a CFK requeriría de una masa crítica electoral que ninguna de las altas partes contratantes puede aportar.

Caputo fue despedido por Christine Lagarde, porque la carta del FMI no permite malversar de ese modo los aportes del organismo. Lo hizo con una entrevista en el Financial TimesAllí dijo que esperaba en la Argentina una política monetaria “clara, transparente, con información adecuada y debida para los operadores del mercado y una mejor comunicación”.

Pero ahora un poder superior, dispuesto a sostener al gobierno fallido de Maurizio Macrì en todo lo que esté a su alcance, para que no conduzca a la Argentina hacia una situación tan crítica como la que vive Venezuela, le indicó a Lipton que aceptara el insistente reclamo de los argentinos. Lagarde bebe de su propia medicina, marca Trump.

Es improbable que el experimento termine bien. La oligarquía argentina fue desde el comienzo un socio complicado para los centros financieros internacionales. Siempre amó vincularse, con ellos, en una sofisticada versión de la dialéctica entre amo y esclavo. En 1888 la revista británica The Banker publicó el artículo “Gaucho Banking”: “En materia monetaria, la imaginación de los argentinos no tiene límites”, dijo. Tanto que dos años después arrastraron al borde de la quiebra al Banco de los hermanos Baring, en el crash de 1890, la primera gran crisis de deuda de un mercado emergente, según la definición de Gerardo della Paolera y Alan M. Taylor.

Sarmiento supo preverlo, al advertir el fracaso de su programa de colonización de lo que hoy llamamos Tercer Mundo por el capital imperialista. En 1886 lo resumió, con una paráfrasis despiadada del Himno Nacional. “México, Ecuador, Perú, Venezuela, están acribillados de deudas, empréstitos, y declarados más o menos insolventes en la bolsa de Londres. La República Argentina puede exclamar con orgullo:

Calle Esparta su virtud,
sus hazañas calle Roma.
Silencio que al mundo asoma
la gran deudora del sur”.

El viajero francés Jules Huret escribió en 1911: “Hay una élite de hombres, entre el Jockey Club y el Club del Progreso, entre Florida y la Plaza de Mayo, que irradia hacia todos los centros de la actividad nacional. Tiene los ojos puestos sobre las buenas oportunidades de compra y venta de tierras, los datos confidenciales de la Bolsa y los precios que le llegan. Conoce las grandes empresas que se van a crear, las concesiones forestales que restan por otorgar, los proyectos de construcciones de fábricas, de molinos, los ingenios, las concesiones de ferrocarriles, de puertos, los contratos proyectados para proveer maquinarias y herramientas, las grandes obras públicas a emprender. Esta elite sabe todo esto y cuenta con los medios más seguros —y a veces los más oscuros y torcidos— para adelantarse a los competidores, bajo el ojo vigilante del capitalismo inglés y del capitalismo belga”. Un siglo después, además, está en el gobierno.

Economía y poder político

En un trabajo presentado en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de Estocolmo el 17 de mayo de 1983, Jorge Schvarzer y Jorge Federico Sábato (el hijo mayor del escritor, que fue ministro tardío de Raúl Alfonsín), expusieron sobre Funcionamiento de la economía y poder político en la Argentina: trabas para la democracia. De ese trabajo y de la imponente investigación de Sábato de 1979, Notas sobre la formación de la clase dominante en la Argentina moderna (1880-1914) se desprende que:

  1. Siguiendo una lógica capitalista y en las condiciones materiales del mercado mundial de entonces, un mismo núcleo de empresarios de la oligarquía diversificó sus actividades, buscando maximizar ganancias no con la especialización productiva y los aumentos de productividad, sino aprovechando mediante una alta disponibilidad de capital líquido, las fluctuaciones en los precios relativos de distintas actividades. Eso produjo un espectacular crecimiento de toda la economía hasta que cambiaron las condiciones del mercado mundial.
  2. Al vincular con el nivel de precios del mercado internacional a los invernadores, los frigoríficos extranjeros los diferenciaron del resto de los ganaderos, que cobraban según los precios internos. De este modo consolidaron su poder como fracción privilegiada.
  3. La fiebre de la ganancia rápida y de la toma de beneficios de un sector económico para colocar en otro, generó y consolidó fortunas, y arruinó a quienes no supieron aprovechar las oportunidades y eludir los riesgos de una economía mutante. “La especulación constituyó en la Argentina un fenómeno prolongado, con lo cual se convirtió en un dato más o menos permanente de los comportamientos económicos básicos”. Quien un siglo más tarde aún no lo haya comprendido tendrá serias dificultades para prever los acontecimientos.
  4. Con esta configuración social, el crecimiento capitalista no descansó en “la acumulación ampliada en una actividad productiva entre cuyas fases se dan procesos de intermediación, sino en la acumulación ampliada en una actividad de intermediación entre cuyas fases se dan procesos productivos”. El factor clave no es el capital productivo sino el capital dinero, lo cual otorga “un papel central a las actividades específicas en las que el capital dinero es el factor decisivo: el comercio y las finanzas”.
  5. Las permanentes y agudas fluctuaciones de precios absolutos y relativos en el mercado de bienes y servicios ”ofrecieron por más de un siglo excelentes oportunidades para captar ganancias extraordinarias”, lo cual imprimió un tinte especulativo a toda la organización económica y le otorgó un carácter estructural, que a través de la clase dominante se impuso en el conjunto de la burguesía argentina.

Aunque estos trabajos no lo digan, el Estado fue funcional a la consolidación de ese modelo. En los años de expansión jugaron un rol estratégico la guerra al indio, el reparto de tierras, las concesiones ferroviarias, el endeudamiento público para financiar la infraestructura exportadora. Al agotarse la frontera agropecuaria y desmejorar los términos del intercambio, la regulación de los mercados y acuerdos como el Pacto Roca-Runciman, descargaron los costos de la readecuación sobre otros sectores de la sociedad.

Las afinidades ostensibles entre el funcionamiento de la vieja oligarquía y el de los Grupos Económicos que crecieron vertiginosamente durante la dictadura militar, es un dato que no deberían olvidar quienes están tentados de considerarlos como eventual motor de modernización capitalista de la democracia argentina, sobre todo ahora, cuando por primera vez no son ellos la fracción hegemónica del capital, ya que Macrì representa a y se apoya en el capital financiero internacional, las empresas petroleras y energéticas.

La candidatura de Roberto Lavagna, quien desde hace décadas es el más fiel vocero del Grupo Techint, de la familia Rocca, es la expresión de este sector desplazado, que en 2015 apostó a Sergio Massa. Arcor y el Grupo Clarín completan la troika de conducción de ese sector, que también explora los planes V y H, para impedir que el derrumbe de Cambiemos de lugar al regreso de Cristina.

Schvarzer y Sábato sabían que ni los años de caos y estancamiento económico perjudicaron a las clases dominantes, que “incrementaron sustancialmente su riqueza en términos absolutos” ni las décadas en que más aumentó el PBI, redundaron en un correlativo incremento de sus ingresos.

Como enseña el maestro Eduardo Basualdo, sus intereses no están asociados al crecimiento global de la economía ni a la estabilidad política, lo cual inhibe de confundirlos con la burguesía nacional que bajo el primer peronismo produjo para el mercado interno, con sus intereses vinculados a la ocupación y al pago de salarios, y con integración y algunos desarrollos tecnológicos propios. Aunque su producción central esté ahora en la industria, son la réplica exacta de la vieja oligarquía: dispersan riesgos en diversas actividades, mediante el comercio y las finanzas disponen de liquidez para beneficiarse con los cambios bruscos de precios relativos (de lo cual el subibaja tasas-dólar es apenas un ejemplo obvio), y culminan su proceso de acumulación con la dolarización y la fuga del espacio nacional. Los bancos extranjeros que prestaron a estos grupos durante la dictadura, para que se enriquecieran con la diferencia de tasas, cumplieron la misma función de los frigoríficos hace un siglo respecto de los invernadores.

Si algo sagrado preserva cada acuerdo con el FMI es la fuga del excedente producido en el país. Lo que se fuga, agrega Basualdo, no es el consumo (que las clases dominantes mantienen en el más alto nivel), sino la inversión. Esta es la hemorragia que la línea del FMI quiere obturar y que los gobiernos de Macrì y Trump insisten en mantener abierta, cada uno por sus propias razones, que en ambos casos pueden describirse como Plan V, por Venezuela y por Vidal.

Pantalla partida

Mike Pompeo y John Bolton son los funcionarios del gobierno de Donald Trump que abogan por formas abiertas de intervención en Venezuela, donde un levantamiento militar circunscripto liberó al detenido líder opositor Leopoldo López. El levantamiento, que fue reprimido por las fuerzas oficiales que permanecieron subordinadas al presidente Nicolás Maduro Moro, y que no concitó la adhesión popular que sus promotores esperaban, se produjo al mismo tiempo que el contundente paro general dispuesto en la Argentina por las CTA y el sector de la CGT que integra la Corriente Federal, el SMATA y Camioneros. Pese a la decisión del sindicato de transportistas UTA de no adherir al paro, se notó que circularon menos colectivos porque una línea interna, heredera del fallecido líder del MTA Juan Carlos Palacios, enfrentó a la conducción de Roberto Fernández. El MTA, que hace treinta años conducían Palacios y Hugo Moyano protagonizó el primer enfrentamiento público con el gobierno neoliberal de Carlos Menem.

El mismo martes 30, The Economist simplificó la explicación, alegando que con una huelga general de dos días, la crisis argentina se desplaza de los mercados a las calles. En un artículo titulado Días de ira en la Argentina dice: “Con el país sufriendo una dolorosa recesión miles marcharán sobre la Casa de Gobierno, en demanda de un cambio de la política económica y la finalización del gobierno de Maurizio Macrì”.

Para la publicación inglesa que se edita desde hace 175 años, los mercados “temen que la agenda de reformas de Macrì se vaya a pique en las elecciones de este año, en las que podría perder frente a su predecesora, la populista Cristina Fernández de Kirchner”. El remate es demoledor porque apunta en forma directa a uno de los tópicos principales de la publicidad del macrismo: “Según los cálculos de Wall Street, invertir en la Argentina hoy es casi tan riesgoso como en Venezuela. El Presidente insiste en que no hay vuelta atrás, pero sus adversarios gritan lo contrario”. Las pantallas partidas entre Caracas y Buenos Aires en los canales de noticias no ayudan a Macrì. A varios presidentes argentinos les ha ocurrido que soñaban con España o Alemania pero sus tribulaciones eran las de Bolivia (antes de Evo Morales).

Pompeo es el único director de la CIA que pasó de esa organización de inteligencia al Departamento de Estado, a cargo de las relaciones exteriores. En los 242 años de historia de Estados Unidos sólo 16 fueron de paz con el resto del mundo, por la voluntad de imponer sus principios a otros países por la fuerza. Así se lo recordó a Trump en un encuentro reciente su predecesor Jimmy Carter, hoy de 94 años, quien gobernó entre 1977 y 1981. Carter, quien fue el único presidente de su país que completó su mandato sin guerra, ataque militar u ocupación llamó a Estados Unidos “la nación más guerrera en la historia de la humanidad”.

Todos los domingos, Carter pronuncia un sermón en la iglesia bautista de su ciudad natal, Plains, en Georgia. En una de sus intervenciones más recientes contó su diálogo con Trump. El Presidente le planteó su temor de que la economía china dejara atrás a la estadounidense. El ex Presidente, que presionó a las dictaduras de Pinochet y Videla para que cesaran su política de represión clandestina en campos de concentración, la tortura y el asesinato de los detenidos, le respondió que buena parte del éxito de China se debía a su política exterior pacifista, ya que no entró en guerra con nadie luego de su invasión a Vietnam en 1979. Durante su gobierno se normalizaron las relaciones de Estados Unidos con China.

Carter calculó que mientras China invertía en la construcción de 29.000 kilómetros de ferrocarriles de alta velocidad, Estados Unidos dilapidó 3 billones de dólares (trillions, en inglés) en gastos militares. Tal vez sea el doble. Según un estudio divulgado en noviembre último por la Universidad Brown, que realizó su Instituto Watson de Asuntos Públicos e Internacionales, en las guerras libradas desde 2001 en Irak, Afganistán, Siria y Pakistán, Estados Unidos gastó 5,9 billones de dólares (trillions). “Es más de lo que uno puede imaginar. China no desperdició ni un centavo en guerras, por eso están delante nuestro casi en todo. La diferencia es que si uno pone 3 billones en infraestructura, le sobran 2 y tendríamos trenes de alta velocidad, puentes que no se derrumben, rutas bien mantenidas y nuestro sistema educativo sería tan bueno como el de Corea del Sur o Hong Kong”.

El poder y la gloria

No es eso lo que planea el gobierno de Trump. Hace dos semanas, el 15 de abril, Pompeo mantuvo un diálogo con los estudiantes de la Universidad A&M de Texas, una de las mayores y más antiguas universidades estatales de Estados Unidos y campo de reclutamiento de funcionarios para la CIA. En un clima de extrema cordialidad, habló de la política exterior que conduce, en un diálogo con los alumnos:

¿Cómo combina condenas con concesiones diplomáticas con un gobierno polémico como el de Arabia Saudita?

—Ningún Secretario de Estado puede tener desde el primer día un conocimiento profundo sin reconocer que el mundo es muy duro. No valoramos con suficiente consistencia y fervor qué glorioso es estar aquí, en los Estados Unidos (…).Hay muchos lugares muy duros en el mundo. Por supuesto, no son todos iguales. Cada uno presenta diferentes desafíos. Un comentario al margen, pero en términos de cómo uno piensa un problema, esto me recuerda, cuando yo era un cadete, la consigna en el Colegio Militar de West Point era: “No mentirás, no engañarás, no robarás ni tolerarás a quien lo haga”. Yo fui director de la CIA: mentíamos, engañábamos, robábamos. Todo eso hacíamos. Era como si… hasta teníamos cursos completos sobre… (Aplausos.)

Esto es un recordatorio de qué glorioso es el experimento norteamericano. Cuando hay que tratar con esos países, hay que reconocer que no son todos lo mismo. Algunos de esos lugares difíciles y asquerosos, quieren ser socios de los Estados Unidos.

Sólo que todavía no han llegado al lugar correcto. Sólo han empezado a mejorar sus instituciones. Algunos sólo están haciendo la mitad de lo que deberían. Pero están tratando de avanzar en la dirección correcta.

Esto plantea formas muy distintas de pensar cómo debe tratarlos Estados Unidos. Estados Unidos debe ayudarlos, nunca debemos dejar de llamarlos al orden. Debemos ser coherentes.

El Departamento de Estado emite cada año un informe sobre derechos humanos. Es un compendio de malas acciones en todo el mundo en los últimos 12 meses. Un tomazo. Pero hay que mirarlo. Llamamos al orden a nuestros amigos, a nuestros adversarios y a quienes están en el medio.

Tenemos que encontrar un lugar para esos países que no están a la altura de nuestros estándares en derechos humanos, trabajamos con ellos para corregir eso, les exigimos que asuman su responsabilidad en la medida de lo posible y así asegurarnos que esas cosas no vuelvan a ocurrir.

¿Qué lugar ocupará la Argentina de Macrì en esa lista de países asquerosos con los que de todos modos Estados Unidos se propone trabajar?

 

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