Portada

Nacionales, Opinion, Portada

La grieta interna

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha 22 de FEB 2018 La política de comunicación del macrismo se basa en los mágicos principios de la “posverdad”, que privilegia el impacto emotivo de una información en desmedro de su veracidad. Fiel a esa tesitura –y con aproximadamente 400 mil personas movilizadas en la avenida 9 de Julio–, el Poder Ejecutivo hizo de cuenta que el miércoles nada había ocurrido. Para acentuar tal impostura hasta envió a sus principales funcionarios a recorrer los canales de TV. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, fue uno de los más activos. “La sociedad no quiere marchas, no quiere paros. Y necesita que a este gobierno le vaya bien para que le vaya bien a la Argentina”, supo decir ante todo micrófono que tuvo a tiro. El nieto pródigo del ideólogo desarrollista no era el de siempre. Venía de una semana difícil. El domingo había tenido que huir precipitadamente del Monumental, en medio del encuentro entre River y Godoy Cruz,  justo cuando miles de gargantas homenajeaban a la señora Alicia Blanco Villegas, madre del Presidente de la Nación. Y el lunes, durante la inauguración del restaurante instalado en un vagón en desuso por la luchadora social del PRO, Margarita Barrientos, el deck se derrumbó bajo sus pies y fue a parar al suelo junto con su protegida. Este episodio fue descripto por algunos analistas como una metáfora de la situación que en la actualidad atraviesa el oficialismo. Ya no es novedoso decir que la alianza Cambiemos dilapidó la fortaleza pública que supo exhibir en las elecciones legislativas de octubre a raíz de decisiones tan desgraciadas como la reforma previsional –con el consiguiente desborde represivo durante su escandalosa aprobación parlamentaria– y contingencias de la magnitud del affaire protagonizado por el ministro Jorge Triaca con su ex casera familiar. Pero a semejante panorama ahora se suma otra señal: el quiebre progresivo de su frente interno. Algo alarmante para un régimen basado en la coalición entre los medios monopólicos, los partidos de derecha, los sectores más poderosos del Poder Judicial y los capitanes de la economía concentrada. Absolución en tono de falsete Apenas cinco meses transcurrieron desde el 17 de agosto, cuando una obscena maniobra efectuada por operadores del PRO en el Consejo de la Magistratura –que incluyó la eyección previa de un miembro opositor y la calculada demora del presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, en tomarle juramento a su reemplazo– bastó para suspender y enjuiciar al camarista federal Eduardo Freiler. El hecho en sí fue un aviso a sus pares y, por ende, una demostración del control gubernamental sobre los otros poderes del Estado. Sin embargo, algo cambió: en las últimas semanas los tribunales fueron un semillero de fallos adversos a los deseos presidenciales. Jueces de primera instancia, camaristas e integrantes del fuero federal se plegaron a esta oleada. Y hasta la ultraconservadora Asociación de Magistrados se atrevió a reprochar ciertas ansias jurídico-políticas de la Casa Rosada. Cabe destacar que algunos de tales caprichos también fueron contrariados por referentes del oficialismo y por comunicadores alineados al Gobierno. Una tendencia critica que comienza a extenderse como una mancha venenosa. El primer signo de este fenómeno sucedió durante la primera mañana de febrero al convertirse Mauricio Macri en el primer presidente constitucional que recibe en su despacho a un policía acusado de “homicidio por exceso de la legítima defensa”. En aquella ocasión bendijo al suboficial Luis Chocobar con las siguientes palabras: “Quiero reconocer tu valentía y ofrecerte mi apoyo”. El aludido se sonrojó. Patricia Bullrich lo observaba con una expresión entre cariñosa y comprensiva. Ella sabía que el asunto causaría el beneplácito de un notable segmento del espíritu público. Y que las palabras del mandatario eran un mensaje para el juez Enrique Velázquez, quien había procesado al matador. Un duro golpe para las pulsiones punitivas de Macri fue que la Sala IV de la Cámara del Crimen –integrada por Rodolfo Pociello Argerich, Mariano González Palazzo y Marcelo Lucini– dispusieran un cambio en la calificación legal: el efectivo quedó procesado por “homicidio agravado por la utilización de un arma de fuego en exceso en el cumplimiento del deber”. Algo atónito, el Presidente entonces sólo dijo: “Como ciudadano, no entiendo cómo la Justicia dice que se excedió”. A esa altura Bullrich ya había instalado el tema de la “nueva doctrina”, un eufemismo que alude a la licencia policial para matar. Y fue nada menos que el dirigente radical –y miembro de Cambiemos–, Ricardo Gil Lavedra, quien salió al cruce de tan peligrosos disparates: “Hay que tener en claro que una mayor represión no trae seguridad sino violencia e inseguridad el conjunto de la gente”. Esa fue la opinión que vertió en varias entrevistas radiales y en una columna publicada por el diario La Nación. El asunto también mereció críticas por parte de columnistas orgánicos del macrismo, como Marcos Novaro y Pablo Duggan. De modo que la “insubordinación” de los mencionados integrantes de la Cámara del Crimen –quienes no se caracterizan por sus fallos “garantistas”– y la opinión de Gil Lavedra, junto a los cuestionamientos de ambos periodistas, iniciaron la corriente de disidencias conceptuales en una estructura partidaria hasta entonces asentada en el verticalismo impuesto por su líder. Los pasos perdidos A partir de entonces las fricciones internas comenzaron a sucederse con una inusitada frecuencia. Uno de sus ejes fue el bochornoso pedido de absolución de los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, además del ex comisario Jorge “Fino” Palacios, en el alegato del abogado José Console, que representaba al Poder Ejecutivo en el juicio por encubrimiento al atentado a la AMIA. Este salvataje –ordenado por el ministro de Justicia, Germán Garavano, por deseo de Macri y la supervisión de la vicepresidente Gabriela Michetti– se explica por la cercanía de dicho trío con el PRO, al punto de que, por ejemplo –según reveló Horacio Verbitsky en su portal El Cohete a la Luna–, la señora Silvina Rivarola O’Connor, casada con Barbaccia, es una íntima colaboradora de Garavano en el organigrama ministerial. Los efectos

Nacionales, Opinion, Portada

«Los que critican al gobierno, o piden que se vaya, no son destituyentes o sediciosos»

Fuente: José Cornejo y Daniel Galvagno | APU Fecha: 20 de FEB 2018 El constitucionalista Eduardo Barcesat analizó las declaraciones del ex presidente de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, quien dijo «quería que este gobierno se fuera lo antes posible». Al respecto, reflexionó sobre el estado de las instituciones nacionales. AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué opina de las recientes declaraciones de Raúl Zaffaroni? Eduardo Barcesat: Hay que hacer un diagnóstico económico y otro político institucional. En lo económico se advierte que el plan ineluctablemente ha fracasado. No hay crecimiento ni “pobreza cero”. Estamos endeudados en una cifra ya superior al 50% del PBI. Recordemos que cuando se provocó la crisis en 2001 era el 46 %. Se achica el déficit fiscal pero contrayendo deuda en condiciones ruinosas con una entrega de nuestra soberanía legislativa y jurisdiccional y renunciando a toda forma de reclamo. ¿Y en el aspecto institucional? La parte institucional no le va en saga en cuanto a derrumbe del estado de derecho. Desde el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) (que quiso imponer dos jueces de la Corte Suprema) ya se demuestra que este gobierno iba a manejase de manera autocrática. Además de los DNU están los decretos simples. ¿Por qué? Es la picardía de las cacatúas togadas que asesoran al gobierno. Los decretos han abordado las cuatro materias que están taxativamente prohibidas por la Constitución: lo penal y procesal penal; lo tributario; el régimen de partidos políticos y el régimen electoral. Lo hacen por decreto simple para evitarse el control del Congreso. ¿Los decretos simples también exceden las temáticas vedadas? Peor, exceden y ni siquiera tienen intervención del Congreso. Pongo como ejemplo paradigmático el decreto en emergencia de la seguridad pública, de 2016, que modifica figuras y procedimientos penales, reinstala la pena de muerte a través de la Ley del Derribo. El bautismo de fuego fue el hundimiento de aquel pesquero chino, lo mandaron a pique con 38 personas a bordo. Cuatro fueron rescatados por el destructor que lo hundió y 34 por otro pesquero chino. Pudo haber sido un incidente internacional de lo peor. El 10 de enero, el gobierno firmó un DNU llamado megadecreto de 192 artículos. Deroga y modifica leyes vigentes. Al respecto, la Constitución señala en el artículo 99 inciso 3: «El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo». Uno hubiera deseado que algún fiscal hiciera la denuncia. ¿Usted hizo la denuncia? El Dr. Julián Domínguez, expresidente de la Cámara de Diputados y yo. El 1 de febrero la denuncia empezó a moverse, dado que el fiscal Ramiro González pidió medidas antes de ver si acusa. Además el ministro de Justicia Germán Garavano y su equipo incurrieron en prevaricato, es decir, han firmado el decreto a sabiendas que está en contra de la Constitución. Bueno este quiebre de la división de poderes significa que hemos abandonado el Estado de derecho. ¿No hay Estado de derecho en Argentina? No. La piedra fundamental del Estado de derecho, desde los padres de la Constitución de EE.UU. para acá es la división y el respeto del sistema de contrapesos entre los poderes. Esto está en la obra de Montesquieu. Lamentablemente la división de poderes ha sido afectada y también está afectado el Poder Judicial. Esto está confeso por el presidente (Mauricio Macri) cuando dice «necesitamos jueces que nos representen». Es decir, pide que sean hombres que trabajen para este gobierno. Ahora mire la ley 27, por el número se dará cuenta que fue sancionada casi inmediatamente posterior a la reforma de 1860 con la incorporación de la provincia de Buenos Aires a la Confederación Argentina. Esa ley establece taxativamente que el deber primero de los jueces es asegurar la observancia a la supremacía de la Constitución Nacional por sobre los actos de los otros poderes. Los tres primeros artículos de esa ley siguen vigentes. Entonces los que critican al gobierno, o piden que se vaya, no son destituyentes o sediciosos, lo que hacen es denunciar la conducta destituyente del propio gobierno. Porque quien ha generado la perdida de funcionalidad constitucional es el gobierno. Observe también el artículo 36 del deber de obediencia a la supremacía de la Constitución, uno de cuyos párrafos dice: “todos los habitantes de la Nación argentina tienen derecho a resistir los actos de violencia institucional de gobierno”. El argumento del gobierno es “dado que a nosotros nos votaron, ustedes no pueden criticarnos, de lo contrario son golpistas”. También votamos diputados y senadores y otras autoridades locales pero a todos ellos les exigimos con la misma vara es decir cumplir y hacer cumplir la Constitución. ¿Caracterizaría esto como una dictadura? Esto lo puse en los escritos que presentamos en sede judicial: si me gobiernan de una forma distinta a la que establece la Constitución, tengo que decir esto es un Estado de excepción. Recordemos además que las dictaduras más temibles llegaron con voto popular, el nazismo, a Mussolini. Otro de los argumentos mediáticos es que “los kirchneristas que violaban la Republica ahora exigen observancia”. Los tres gobiernos kirchneristas han sido respetuosos a la observancia de la división de poderes. Pecaron de déficit, de no introducir una reforma para controlar uno de los poderes que no es representativo ni republicano, el Poder Judicial. Mi crítica es que hay que pensar primero en la Constitución Nacional, no hacer parches. Por ejemplo, se introdujo un nuevo Código Civil y Comercial, cuya parte civil es bastante buena en lo que hace a la persona y cuestiones de familia. Pero en lo que hace a la parte económica, es deplorable, la postura de (Dalmacio) Vélez Sarsfield es de patriota frente al texto actual. No se pueden revisar los laudos arbitrales, ya sean nacionales o de organismos internacionales, entre los que está el CIADI, la Bolsa de Comercio de Londres o de Nueva York. Lo desvío: ¿qué opina de esos organismos? Yo fui asesor de la Procuración del Tesoro de 2011 a 2015. Fui a la mayoría de las

Nacionales, Politica, Portada

La ambigüedad de la Unidad

Fuente: Ricardo Aronskind* | La Tecla Eñe Fecha: 19 de FEB 2018 La unidad opositora como imperativo se plantea en estrecha relación con el daño que el régimen macrista le hace al país, lo cual tiene mucho sentido. Entre los criterios para delimitar el campo opositor, que en 2019 debería tener la suficiente potencia electoral como para desplazar a Cambiemos, se escucha decir: “el límite es Macri”. Por lo tanto será necesario ponerse de acuerdo sobre una cuestión central: ¿qué es Macri? Creemos que “lo Macri” se puede definir de tres formas muy diferentes, lo que a su vez define perspectivas políticas muy distintas. Si el problema es con Macri como persona, o grupo familiar y de negocios, se puede solucionar sin demasiado esfuerzo. Hay muchas otras personas y grupos dispuestos a ejecutar el mismo proyecto económico-social que el actual presidente. E incluso de una forma más elegante e inteligente: Vidal, Urtubey, Rodríguez Larreta y tantos otros. El propio Massa, cuando fue a Davos para que “los inversionistas” lo conozcan como hombre “serio” (o sea, favorable a los intereses empresarios), parecía estarse proponiendo como la “alternativa peronista” a Macri, dentro del esquema neoliberal.  En esta definición de “lo Macri”, cualquier cosa sería válida para “ganarle” en 2019, pero serían esperables muy pocos cambios en relación al “cambio” actual. Si el problema, en cambio, es con la Alianza Cambiemos, en tanto construcción política, el tipo de desafío que se plantea es otro. Se trata de discutir qué se le critica al actual esquema político. Y tiene otro tipo de peligros. Puede pasar lo que ocurrió con la Alianza,  que después de una década de hacer anti-menemismo, llevó a la victoria a De la Rúa, que continuó prolijamente con los mismos lineamientos económicos menemistas (subordinación a las finanzas y a las multinacionales) y ¡hasta desembocó en Cavallo! Eso sí, sin Menem. La Alianza renunció a discutir el modelo socio-económico de base, y trasladó todo el peso argumentativo a “la corrupción menemista”. Había que cambiar un personal político “corrupto” por uno honesto para gestionar… el mismo modelo económico-social. Fue la mejor forma de garantizar la continuidad “renovada” del régimen antinacional y antipopular que se construyó en los ´90. El riesgo de adoptar este enfoque “de aparato” es que todo el énfasis se ponga en la captura de espacios en el sector público, cargos y control de fondos, sin una visión clara de qué país se quiere construir. Es la opción que hizo la UCR cuando se alió con el PRO para llevar a Macri al poder: no importa para qué, necesitamos ganar. El aparato político demanda puestos, más allá del para qué. Hay una tercera lectura: el macrismo visto como la forma circunstancial que adopta una alianza social entre diversos intereses económicos locales y externos, para ejercer el monopolio del poder en Argentina, y subordinar al resto de los sectores a la lógica de sus negocios particulares. El macrismo es la tercera versión de un proyecto que apareció en 1976, y reapareció en 1989. Si este es el significado de “Macri es el límite”, la propuesta de Unidad tendrá enfrente al poder real, su construcción será más dificultosa y más exigente, y unos cuantos interesados en prebendas fáciles y rápidas seguramente perderán el interés en participar en el convite. Entender la historia: El 2003 es irrepetible: la aparición de Néstor Kirchner en el gobierno de la Nación fue una carambola histórica. De pronto llegó a la cúspide del poder formal una pareja que no respondía al consenso conservador previo, y que estaba dispuesta a construir poder autónomo y dar la batalla por un proyecto mucho más avanzado de lo que toleraba el poder real. Luego de 12 años de dura confrontación para remover del poder a esos “indeseables”, todos los sectores conservadores del país están avisados: “eso” no puede volver a pasar. La derecha macrista se muestra hoy mucho más combativa contra el polo popular que lo que fue la Alianza. El gobierno, aliado con los medios hegemónicos y parte del poder judicial, aparece decidido a reducir a la verdadera oposición a la impotencia mediante la demonización mediática, la persecución judicial y la represión abierta. Pero también los dirigentes peronistas conservadores no quieren volver a pasar por confrontaciones en las que no creen, ni subordinarse a conducciones cuyas metas sobrepasan largamente su (chato) horizonte de ideas. Cuesta creer que esa dirigencia quiera participar en un frente que se oponga en serio al proyecto de sociedad macrista. Sin embargo, lo que aparece como novedoso en el actual escenario, es que el actual proyecto conservador neoliberal tiende a arrasar ese lugar del conservadorismo popular peronista, invitándolo a rendirse e incorporarse a las filas del pan-macrismo. La trituración política de Massa, el silencio completo de Randazzo, o la derrota de peronistas conservadores a manos de clones neoliberales en las provincias es una señal de lo que está ocurriendo.  Si este fuera un modelo de “crecimiento” los peronistas conservadores podrían soñar con un espacio propio. Pero como es un modelo de desposesión de los sectores populares, su posibilidad de supervivencia política se reduce cada día. Los componentes de la unidad: No cabe duda que hay que buscar una amplia confluencia popular, pero no se puede construir a condición de que desaparezcan de escena los espacios políticos con vocación transformadora. En ese sentido, la resistencia a Cristina Kirchner, el veto a su figura no debe ser pensado simplemente como falta de realismo político (¡37% de los votos en provincia de Buenos Aires sin recursos ni medios!), sino como liso y llano boicot a la construcción de un espacio realmente alternativo al macrismo. Hay, por supuesto, críticas válidas a Cristina por estilos, actitudes, decisiones que tomó. Pero no cabe duda que el problema que tienen muchos dirigentes peronistas nacionales, provinciales o gremiales con Cristina es que puesta en la circunstancia histórica de subordinarse frente al “campo”, a “Clarín”, a los “buitres” o a la embajada norteamericana, no se rindió. Estos son puntos de profunda discrepancia. Los que contestan que frente a todo

Economia, Nacionales, Portada

El loop del debate por el dólar

Fuente: Claudio Scaletta | El Destape Web Fecha: 18 de FEB 2018 En dos meses el dólar pasó de menos de 18 pesos por unidad a más de 20. Como cada vez que la cotización sube un escalón, es decir, como cada vez que se produce una nueva devaluación significativa, regresa la discusión sobre costos, beneficios, causas y efectos. Un eterno loop de argumentos erróneos en el debate económico local. ¿Por qué determinadas discusiones siempre regresan? ¿La teoría económica no resolvió el debate? La respuesta es “sí”. Los macroeconomistas argentinos trataron prolíficamente la cuestión cambiaria y existen abundantes conclusiones en función de los objetivos de política. Un buen ejemplo es el capítulo 10 de “Doctrinas económicas, desarrollo e independencia”, el trabajo de Marcelo Diamand de 1971. O para no retroceder casi medio siglo, el reciente libro de la Universidad Nacional de Moreno, editado por Florencia Medici, “Discusiones sobre el tipo de cambio. El eterno retorno de lo mismo”, de 2017. La razón por la que el debate siempre regresa no se encuentra en sus dificultades teóricas, más bien sencillas, sino en aquello que, a la vez, es una de las definiciones centrales del problema: el precio del dólar (o “nivel del tipo de cambio”) es una “variable distributiva”, una variable que determina la distribución del ingreso al interior de la sociedad. El debate regresa eternamente, entonces, porque no es meramente técnico, sino un problema de economía política, una ciencia que se ocupa, entre otras cosas, de cómo se distribuye el excedente generado en el momento de la producción. Y dado que se discute cómo se distribuye el ingreso, el debate está cruzado todo el tiempo por intereses muy potentes. Como se sabe, la clase de los empresarios siempre demanda, bajo distintos formatos, tres cuestiones principales: menores impuestos, salarios bajos y dólar alto.Buena parte de la teoría económica convencional o vulgar apunta a justificar estas demandas, las que son traducidas por los medios de comunicación en sentido común. Es necesario, entonces, detenerse en los componentes de la construcción de este sentido. El dólar es una variable distributiva porque cuando aumenta su precio, los salarios en pesos bajan en dólares, a la vez que los exportadores reciben más pesos por sus ventas. El resultado neto es una transferencia desde los salarios a los exportadores. Esta relación no está socialmente oculta, no es desconocida ni negada, pero se afirma que ello sería bueno en tanto serviría para resolver “la solvencia externa de la economía”, es decir sería útil para aliviar o evitar el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos, hoy en niveles récord. El argumento parece de sentido común, se encarecen las importaciones a la vez que se vuelve más caro viajar al exterior y dolarizar carteras (fugar divisas), lo cual es por un tiempo cierto. Pero luego se agrega un cuarto elemento que no se verifica en la realidad: la mejora de la competitividad de la economía. Se supone que si se devalúa bajan los costos de producción internos en dólares, lo que permitiría aumentar las exportaciones. El argumento parece lógico, pero que no se verifica en la realidad. Las estadísticas muestran que las devaluaciones no mueven las cantidades exportadas. No hace falta repasar toda la serie histórica que lo verifica. En 2016 comenzó con una potente devaluación del 40 por ciento, pero las exportaciones no variaron, permanecieron estancadas. Sólo se registró una liquidación inicial de los saldos que estaban esperando la devaluación, pero nada más. Ello se debe a que, a diferencia de lo que sucede en países más desarrollados, las exportaciones locales no compiten por precios en el mercado internacional, sino que son tomadoras de los precios externos. En consecuencia, el cambio de costos de producción internos sólo significa “efecto riqueza” para el exportador, no aumento de cantidades vendidas. Luego, por tratarse mayoritariamente de commodities, el efecto riqueza tampoco tiene como contrapartida automática inversiones para aumentar la producción futura. Ergo, en materia de cuentas externas la devaluación sólo es una protección muy transitoria para las importaciones (incluidos los servicios turísticos como los viajes de residentes al exterior) y la salida de capitales. Pero el problema no se limita a la insuficiencia de esta foto, sino especialmente al proceso de ajuste que se pone en marcha tras la devaluación. Las estadísticas sí registran que las devaluaciones siempre provocan recesiones o como mínimo, si son pequeñas, frenan la evolución del PIB. Otra vez, 2016 es el ejemplo cercano. La explicación se encuentra en la pérdida del poder adquisitivo del salario por dos razones, al margen de su evidente e inmediata menor valuación en dólares. La primera es que los productos de la canasta salarial coinciden bastante con la canasta de exportaciones. La segunda es porque alrededor de la mitad de los insumos de la producción local se importan. Por lo tanto, producida la devaluación comienza un proceso inflacionario, primero de origen puramente cambiario, el ajuste de los precios locales a los internacionales, y luego por puja distributiva, los trabajadores comienzan a demandar subas salariales. El problema se agrava cuando, como en el presente, existen combustibles y tarifas dolarizadas que trasladan semiautomáticamente la devaluación a precios. El final de la película es que después de una suba del dólar (o devaluación del peso) los precios de toda la economía crecen más o menos rápidamente, generando inflación y licuando los pocos beneficios iniciales (barrera cambiaria a las importaciones y freno a la fuga) por lo que es un error conceptual afirmar que un tipo de cambio alto “recompone la sustentabilidad externa”. Puede ser un viejo sueño de la economía convencional, pero los problemas estructurales de la economía no pueden, lamentablemente, resolverse por la vía cambiaria. Explicitada la secuencia inflacionaria que se abre a partir de la devaluación, es evidente que su “éxito” relativo se mide por el tiempo que los precios demoran en acomodarse a la nueva paridad (el llamado pass through), en la capacidad de los asalariados de recobrar la pérdida de poder adquisitivo y en la concomitante capacidad de la economía de retomar el crecimiento. La de 2001-2002, por ejemplo, fue una “devaluación exitosa” porque luego

America Latina, Internacionales, Portada

Regímenes de excepción no toleran líderes populares

Fuente: Emir Sader | La Jornada Fecha: 14 de FEB 2018 Los regímenes de excepción son el tipo de sistema político que corresponde a los gobiernos de restauración liberal. En Argentina, en Brasil y en Ecuador se revelan como el modelo político compatible con administraciones que reaccionan en contra de los gobiernos populares, antineoliberales. Son sistemas políticos basados en la judicialización de la política, como forma de criminalizar a los líderes populares, así como a los movimientos sociales y a las formas alternativas de medios de comunicación. Una alianza entre los medios monopolistas de comunicación, los partidos de derecha, sectores del Judicial y de la policía, son el bloque político que implementa los regímenes de excepción. Un rasgo típico de esos regímenes de excepción es la persecución a los líderes populares, pero que representan como defensa de los programas antineoliberales, de extensión de los derechos sociales y políticos a todos, de soberanía nacional, de crecimiento económico y de expansión del mercado interno de consumo de masas. Típicos de la coyuntura política actual son los intentos de excluir de la posibilidad de que los líderes más populares que esos países han tenido en este siglo, puedan volver a postularese para ser presidentes de nuevo. Lo que ha pasado recientemente en Ecuador es una expresión más de que regímenes que adhieren a proyectos antipopulares y antidemocráticos tienen como obsesión excluir la posibilidad de enfrentarse a candidaturas que representan exactamente lo que ellos tratan de contradecir. Lo que confirma que el gobierno de Lenín Moreno traiciona el mandato que ha recibido es que nada de lo que hace –incluso el referendo– estaba en su esquema de candidatura y deja de defender lo que estaba en ese programa. Pone la responsabilidad de la situación económica en los supuestos gastos excesivos del gobierno de Rafael Correa, precisamente como dice la derecha ecuatoriana. Y como hacen las derechas de Argentina y de Brasil. Para defender ese tipo de posición, no puede enfrentarse a Correa, que representa exactamente lo opuesto. Entonces tiene como objetivo central, su exclusión como posible candidato que proponga la retomada del programa más exitoso de la historia de Ecuador. Así como la derecha boliviana se empecina en intentar que Evo Morales pueda ser de nuevo candidato. Saben que no pueden enfrentarlo en campaña democrática, por ello les gustaría excluirlo de la contienda. A la vez que desarrolla la campaña mediática –en la prensa tradicional y en Internet– más sucia que Bolivia ha conocido, similar a la que hizo en la campaña del referendo con la absurda invención de una supuesta amante e hijo clandestino de Evo. Trata de rebelar a sectores de clase media que se sienten incomodados por la afirmación de los derechos de la masa indígena del pueblo boliviano, por ello desarrollan campañas racistas, de discriminación, con mentiras y acusaciones falsas. Saben que es la única manera de conquistar apoyos para disputar con Evo Morales, responsable por el gobierno que ha transformado de la manera más extraordinaria a Bolivia. Al igual que en Argentina se busca criminalizar a Cristina Kirchner, para intentar excluirla, vía judicial, de la política, de la posibilidad de que dispute la presidencia del país y vuelva a ejercer plenamente su liderazgo popular, sin las absurdas acusaciones con que intentan ensuciar su prestigio y su apoyo popular. Conforme el gobierno de Macri va perdiendo apoyo, resultado sobre todo de su política económica antipopular, favorable a los bancos, necesita intensificar los ataques a Cristina, para buscar que no se imponga la comparación central en el país, entre el gobierno antineoliberal de ella y el gobierno neoliberal de Macri. Lula es objeto de la más monstruosa campaña de persecución política, paralela al apoyo popular expreso en todas las encuestas, haciendo que sea el único líder brasileño en condiciones de pacificar el país, retomando un proyecto que ha hecho la economía crecer con distribución de renta, como Brasil nunca había conocido. Se suceden los procesos, al mismo tiempo que explotan los escándalos en contra de los mismos jueces que lo acusan, de utilizar auxilios habitación, aún teniendo fastuosas casas propias, como forma de superar el techo de salarios que podrían recibir. Sérgio Moro lo justifica como forma de aumentar los sueldos milionarios que ya tienen. Se suman así las persecuciones a Lula, a Evo Morales, a Rafael Correa, a Cristina, como formas de intentar excluir, vía judicial e intentos de destrucción de la imagen pública de esos líderes, de la disputa política. Esto es otro rasgo de los regímenes de excepción que se han instalado en Argentina, en Brasil y que ahora surgen en Ecuador y que es el proyecto de la derecha en Bolivia. La izquierda, el movimento popular, todos los que defienden la democracia en nuestros países, tienen que empeñarse a fondo en la resistencia en contra de los regímenes de excepción, en la denuncia de su carácter antidemocrático, en su objetivo de restauración neoliberal. De ese enfrentamiento depende el futuro del continente por mucho tiempo

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Un leve golpe a la arrogancia israelí

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 11 de FEB 2018 La arrogancia israelí podría no haber terminado el sábado, pero seguramente se resquebrajó. De repente, se hizo evidente que Israel no está solo en el Medio Oriente, que incluso su inmenso poder militar tiene sus límites. Podría haber un lado positivo, si Israel acepta que no puede vivir para siempre con la espada, ni siquiera con aviones avanzados. Tal vez el F-16 abatido derribe la doctrina según la cual todo puede y debe resolverse por la fuerza; primero que nada la fuerza, siempre la fuerza, solo la fuerza. Décadas de supremacía aérea -ya menudo, como en Líbano y la Franja de Gaza, exclusividad aérea- han llevado a Israel a comportarse como si no solo fuera el poder más fuerte en los cielos de Medio Oriente, sino el único. El sábado, esta suposición llegó a su fin. Israel no está solo en el cielo y el precio es doloroso. El lado cómico fue cuando Israel afirmó que el dron iraní había violado su soberanía. Israel puede violar cualquier  soberanía, sobrevolando Líbano, bombardeando Siria, Sudán y, por supuesto, Gaza indefensa, pero solo el dron iraní violó la soberanía. Nada podría haber sido más predecible que el derribo del avión el sábado. A pesar de todos los esfuerzos por disimularlo, el avión «cayó» e Israel recibió un golpe leve en el ala. Después de docenas de incursiones aparentemente exitosas en Siria, estaba claro que sucedería. Un omnipotente avión israelí será derribado. Nadie pensó en lo que sucedería después y a dónde podría conducir eso. Borracho de éxito, Israel aumentó la frecuencia de los bombardeos, pensando que su fuerza aumentaba con cada uno de ellos. Nadie dijo una palabra. Nadie dijo «paren». El ataque aéreo no se ha inventado para que no tenga el  soporte de “pared a pared” aquí. ¿Estamos bombardeando? No hay nada mejor Siria está sangrando, después de todo, ¿qué podría ser malo? Pocos saben si todos los ataques aéreos fueron necesarios, y si el beneficio superaba el daño. Todos se callaron o vitorearon. Estos bombardeos también causan daños y tienen un costo acumulado. A veces, en realidad estimulan al enemigo, a veces siembran el deseo de venganza. Y cuando los comentaristas israelíes dicen durante meses que ninguno de los dos bandos quiere guerra, es hora de preparar los refugios antiaéreos; ellos dicen eso antes de cada guerra. El verdadero peligro de una acumulación militar iraní al otro lado de la frontera no debe tomarse a la ligera. Es peligroso y atemorizante. Las parcelas expansionistas iraníes son preocupantes. Pero no todo se puede resolver, ciertamente, con bombardeos. Esto debe ser reconocido. En Israel, con un ejército de expertos que solo pueden repetir lo que se les dictó, un tema como los ataques aéreos en Siria ni siquiera se plantea para su discusión. En Israel tampoco hay una oposición significativa a nada. El sábado también, el centro-izquierda estalló en vítores de aliento y apoyo, como lo hace después de cada bombardeo y antes de cada guerra. Tampoco la política general de Israel sobre Irán ha sido alguna vez discutida. La nación del ejército y la espada siempre está en contra de los acuerdos y en favor de cada guerra. En Israel, la única oposición es a los acuerdos. Para el primer ministro y la derecha gobernante, cada acuerdo es un Acuerdo de Munich. Pocos se opusieron a la campaña del Primer Ministro Benjamin Netanyahu contra el acuerdo nuclear iraní. Es dudoso que Israel haya visto algún beneficio de ello. El Churchill israelí llevó al país al borde de un abismo. Es difícil, por supuesto, saber qué hubiera pasado si Israel hubiera apoyado el acuerdo, pero el hecho es que Israel ahora enfrenta el peligro de una guerra con Irán. No es mucho peor que eso. La arrogancia tiene su precio. Es la arrogancia lo que dice que se puede permitir que la Franja de Gaza se muera de hambre y que Cisjordania permanezca indefensa, simplemente porque somos fuertes. Es la arrogancia lo que determina que solo Israel puede armarse interminablemente, y todos los demás deben inclinar la cabeza en rendición para siempre. Y luego, un hombre cae de un avión una noche, o una mañana, e Israel repentinamente se despierta a la realidad: no está solo, no es omnipotente y ciertamente no puede depender para siempre únicamente de su poderío militar. Traducción: Dardo Esterovich Nota original: A Slight Bump to Israeli Arrogance

America Latina, Internacionales, Portada

Quimeras del Tiranosaurio Rex

Fuente: Jorge Elbaum |  elcohetealaluna.com Fecha: 11 de FEB 2018 La relación entre Estados Unidos y América Latina está atravesada por la crisis política instaurada desde la asunción del gobierno de Donald Trump y la contradicción de una política aislacionista sustentada por el gobierno estadounidense, en un mundo que tiende hacia la multipolaridad. La reciente gira del jefe del departamento de Estado, Rex Tillerson, puso en evidencia la confusa y contradictoria política exterior expuesta por Trump en Davos, al cuestionar el modelo de globalización de las inversiones, despreciar los mecanismos diplomáticos como formato de resolución de conflictos internacionales y reiterar su lema (provocador) de unilateralidad despótica, titulada America First. En este contexto se enmarcó el recorrido de Tillerson. El periplo fue prologado por un sintomático discurso en la Universidad de Austin, Texas, de la cual el actual secretario de Estado es egresado. En ese encuentro adelantó los ejes de su visita a la región, orientados básicamente por tres preocupaciones: (a) Restituir el prestigio de Washington en un espacio que continúan considerando como su patio trasero; (b) Contribuir al cerco económico, político y diplomático sobre la Venezuela chavista, y (c) Recuperar parte del terreno perdido frente a la paciente y persistente avanzada de Rusia y China en la región. La desabrida gira del vicepresidente Mike Pence en agosto de 2017 (que incluyó Colombia, Chile, Argentina y Panamá) y la recurrente andanada de fraseología supremacista utilizada por el empresario devenido en primer mandatario, contribuyó al constante derrumbe de la imagen de Washington entre los latinoamericanos. Los sondeos actuales muestran la máxima caída histórica en ese rubro: el último número de la revista Foreign Policy ubicó en un 24 por ciento la aceptación de las políticas exteriores ligadas con la región y la encuestadora Gallup sitúa la consideración positiva del gobierno de Donald Trump —entre los latinoamericanos— en un piso histórico del 16 por ciento, según los datos difundidos a fines de enero por la investigadora Elizabeth Keating. Desde que asumió Trump, las temáticas del muro con México y el supremacismo WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant: blanco, anglosajón y protestante) han restringido el vínculo con sus vecinos al sur del Río Bravo. El desprecio recurrente hacia los migrantes se vio ahondado recientemente ante la incendiaria pregunta retórica, proferida por Donald Trump en enero de este año, en el marco de los debates sobre los cambios en la legislación de migraciones: “¿Para qué queremos a esta gente de países de mierda?”. Con similar timing que su jefe, Tillerson instigó a los militares venezolanos a dar un golpe de Estado, antes de visitar a sus vecinos del sur. Las soluciones del incendio Su excéntrica apología bélica fue enunciada mediante un giro lingüístico carente de sutileza: “La forma en que habitualmente se solucionan los problemas en América Latina es con un golpe militar. Luego ordenan el país”. Casi de forma inmediata el general en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Vladimir Padrino, rodeado de los comandantes de las distintas instituciones castrenses, brindó una respuesta a la solicitud de Tillerson: “La FANB rechaza de manera radical tan deplorables declaraciones que constituyen además un nefasto acto de injerencismo. En Venezuela no aceptaremos jamás que algún gobierno o potencia extranjera intervenga bajo ninguna forma”. El mismo general señaló más adelante que la gira de Tillerson se asemeja a “un juego de torero mediocre en una infeliz tarde” que tiene el objeto de “persuadir a los gobiernos latinoamericanos para intervenir en Venezuela”. Durante la gira del vicepresidente estadounidense Pence se pretendió orientar el vínculo continental en un formato de sociedad comercial cooperante, pero el vicepresidente viajero tuvo que dedicar gran parte de su periplo a minimizar un oportuno Twit de Trump en el que amenazaba con una invasión militar a la Venezuela de Maduro. La relación entre Caracas y el actual jefe de la diplomacia estadounidense está enmarcada —además— en el conflicto puntual entre la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) y EXXONMobil, la corporación trasnacional que fue dirigida por actual jefe de la diplomacia de EE.UU. entre 2006 y 2016. La empresa liderada por Tilleson demandó a la PDVSA ante el tribunal arbitral del Banco Mundial por un monto de 20.000 millones de dólares en 2007, después que la venezolana de energía —en tiempos de Hugo Chávez— nacionalizó la Faja del Orinoco. En ese año la República Bolivariana decidió no renovar los contratos con EXXON en Cerro Negro y La Ceiba. Luego de diez años de enfrentamientos legales, en marzo de 2017 el tribunal arbitral del Banco Mundial laudó a favor de Venezuela advirtiendo que la demanda de EXXON incluía irregularidades y excluyó a la petrolera estatal venezolana de pagar indemnización alguna. Según analistas internacionales, la derrota de EXXON —y de su CEO, Tillerson— fue la peor capitulación legal de su historia. El literal fracaso de Tillerson en conseguir seguidores para la aventura golpista en Venezuela quedó en evidencia, además, con la advertencia realizada por varios presidentes acerca de la potencial guerra civil que podría generar cualquier escalada militar y su potencial ola expansiva de violencia regional. Las declaraciones de Tillerson fueron rechazadas incluso por el canciller del gobierno de facto brasileño, Aloyso Nunes, quien advirtió que cualquier cambio debe ser tramitado únicamente “mediante el pueblo venezolano”. La desilusión de Tillerson sólo pudo ser compensada gracias a un puntual éxito pírrico: a través de una operación realizada en Bogotá, logró que gran parte de la oposición venezolana se abstenga de firmar las actas de los acuerdos de paz que se tramitan en República Dominicana, avalado por su presidente Danilo Medina. Dichos convenios fueron negociados durante las seis jornadas previas, con el objeto de consensuar un cronograma electoral. El jueves 8, mientras concluía la gira de Tillerson, el mediador y garante de los acuerdos de paz celebrados en Santo Domingo, Luis Rodriguez Zapatero —ex primer mandatario español por el PSOE, alguien insospechado de chavismo— declaró: “De manera inesperada el documento no fue suscripto por la representación de la oposición”. En la perspectiva de los funcionarios que rodeaban a Tillerson, el impedimento de lograr

America Latina, Internacionales, Portada

Carta de José Luis Rodríguez Zapatero a la comunidad internacional y oposición venezolana

Fuente: Prensa Web RNV | aporrea.org Fecha: 08 de FEB 2018 «Esta petición la formulo desde mi convicción profunda en la necesidad de este acuerdo y desde mi compromiso por el cumplimiento del mismo», esta es parte de la carta escrita por el ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, quién fungió como mediador entre la oposición y el Gobierno Bolivariano por un lapso de dos años para solucionar las diferencias políticas entre las partes. La publicación ésta dirigida a la comunidad internacional y al pueblo venezolano, en donde dejó por sentada su posición respecto a la negativa de la oposición en firmar el acuerdo, que ya fuera estudiado y trabajado por ese largo tiempo, vale recordar que la delegación de la oposición venezolana firmó un pre acuerdo el pasado 31 de enero en Santo Domingo. Lea la carta integra del ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero Caracas, 07 Feb.- Santo Domingo, D.N, 7 de febrero de 2018 Muy señor mío: Después de trabajar sin descanso durante dos años por una convivencia pacifica, democrática, de superación de los problemas económicos y sociales de Venezuela, y con el espíritu de reconciliación entre todos los venezolanos, y tras un esfuerzo ingente de diálogo, auspiciado en los últimos meses por el esfuerzo ejemplar del presidente y el canciller de República Dominicana, con el acompañamiento de un grupo de países amigos, se culminó en un consenso básico para un gran acuerdo, que supone una esperanza real y valiente para el futuro de Venezuela, concretado en un documento presentado a las partes que da respuesta a los planteamientos esenciales discutidos durante meses, a saber, el acuerdo en un proceso electoral con garantías y consenso en la fecha de los comicios, la posición sobre las sanciones contra Venezuela, las condiciones de la Comisión de la Verdad, la cooperación ante los desafíos sociales y económicos, el compromiso por una normalización institucional y las garantías para el cumplimiento del acuerdo, y el compromiso para un funcionamiento y desarrollo plenamente normalizado de la política democrática. De manera inesperada para mi, el documento no fue suscrito por la representación de la oposición. No valoro las circunstancias y los motivos, pero mi deber es defender la verdad y mi compromiso es no dar por perdido el lograr un compromiso histórico entre venezolanos. Es por ello que le pido, pensando en la paz y la democracia, que su organización suscriba formalmente el acuerdo que le remito, una vez que el gobierno se ha comprometido a respetar escrupulosamente lo acordado. Esta petición la formulo desde mi convicción profunda en la necesidad de este acuerdo y desde mi compromiso por el cumplimiento del mismo. Espero su respuesta favorable; Recibas un cordial saludo, FDO JOSE LUIS RODRIGUEZ ZAPATERO   Notas relacionadas: Acuerdo de Convivencia Democrática por Venezuela Sabotaje a la democracia en Venezuela    

Nacionales, Opinion, Portada

«La unidad opositora en las calles va a seguir, hay que ver si la dirigencia política puede representarla»

Fuente: Enrique de la Calle | Ag. Paco Urondo Fecha: 07 de FEB 2018 El antropólogo Alejandro Grimson dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la situación de la oposición al macrismo. «La unidad es posible si quienes participen aceptan que la discusión programática está antes que el debate por la conducción política». APU: ¿Cómo ve el debate en torno a la unidad de la oposición al macrismo? Alejandro Grimson: Desde que asumió Mauricio Macri veo un gran proceso de movilización social por diferentes temas: violencia contra las mujeres, trabajo, reforma previsional, derechos humanos, contra los tarifazos, etc. Han habido movilizaciones muy importantes protagonizadas por sectores muy diversos de la sociedad. Ninguna de esas movilizaciones fue de un solo sector político. Tampoco en el caso de las últimas, contra la reforma previsional. Confluyeron allí muchos actores que van más allá del peronismo, sea de la izquierda clásica o popular, y también «independientes», que no se definen políticamente. APU: En principio, ¿todos se definen opositores al macrismo? AG: Lo defino como oposición al neoliberalismo, sea la variante macrista o cualquier otra. Son movilizaciones contrarias a cualquier intento de restauración en ese sentido y buscan garantizar derechos. Ahí hubo unidad. Uno de los cantos más impresionantes en las últimas marchas fue «unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode». Ese fue un cantito que estuvo muy presente y tiene que ver con un deseo extendido: la idea de que la unidad que está en las calles tenga una representación política. Pasa que por ahora ningún sector político puede representar esa diversidad. Ahí aparece el primer problema: ¿es posible representar políticamente a la unidad que hay en las calles? Creo que es posible pero todo el mundo que participe de esa unidad debe aceptar que la discusión programática está antes que el debate por la conducción política. Primero debe haber unidad programática, que exprese la diversidad de reclamos que hay en las calles. APU: ¿Cree que el macrismo también leyó ese nivel de movilización existente en la sociedad, y por eso se inclinó por el «gradualismo» antes que por ajuste más ortodoxo? AG: Sí, porque el macrismo antepone la política a la economía. Por eso está tan preocupado ahora por las encuestas que circulan. Tienen en claro sus objetivos económicos pero también quiere ganar elecciones. Eso se le complicó en diciembre pasado. Hasta el momento funcionó así Cambiemos. APU: Hay que ver hasta cuándo puede anteponer la política a la economía… AG: Claro, porque eso depende de factores internos y externos, vinculados a las tasas y a la situación financiera internacional. De cualquier modo, se trata de procesos que están abiertos, hay que ver qué pasa con las paritarias de este año, donde la respuesta de la opinión pública también va a ser dispar a ese proceso. Por eso digo que la situación está abierta. El Gobierno salió golpeado del debate previsional y ahora sumó otros temas como lo de Triaca, el ARA San Juan, Etchevehere. APU: Vuelvo a la pregunta por la unidad: ¿Usted piensa en una unidad que trascienda al peronismo? AG: Hay que construir un gran frente contra el neoliberalismo. En ese marco, puede haber sectores minoritarios del peronismo que queden afuera o subordinados a ese programa. Es muy difícil que sectores tradicionales de la izquierda se integren por su propia concepción política. Eso lo sabemos. Eso es así. Pero es importante invitar a todos los sectores. APU: Analizó recién las movilizaciones de resistencia contra el neoliberalismo. ¿Por qué cree que ese programa neoliberal mantiene importantes niveles de adhesión?  AG: Hay varios elementos para explicar por qué el kirchnerismo perdió las elecciones de 2015. Por un lado, está la explicación más clásica, que tiene que ver con los factores de poder. La restricción externa, el poder de los medios, la Justicia, etc. Más allá de esos análisis hay otros elementos. En 2013, escribí en Página 12 que de seguir así en términos políticos se podía perder. Porque entendí que no se puede gobernar sin construir hegemonía, sin articular alianzas, sin ampararse en una base social más heterogénea. A todos los poderes reales que ya conocemos hay que sumarle esos errores políticos. Si eso no se entiende caemos en el problema de volver a repetirlos. No se pueden discutir las diferencias políticas en términos morales. El otro que piensa diferente no es un traidor. Eso tiene que ver con el bajo nivel de muchos cuadros políticos. APU: ¿Ese quiebre político es responsabilidad de los cuadros políticos o por detrás hay una fractura social que explica esas diferencias? AG: Si nos quedamos solo con el análisis de los liderazgos políticos no entendimos nada. Lo digo mirando para adelante: la unidad se construye no tanto sumando dirigentes diversos como construyendo una alternativa de gobierno. Para eso hay que recorrer un largo camino. Mirado hacia atrás surge ese balance: si no era Sergio Massa hubiese sido otro, como lo fue Francisco de Narváez. Los procesos siempre son más profundos, no tienen que ver con un nombre. El kirchnerismo terminó perdiendo en muchas ciudades de todo el país. Y tampoco tiene que ver solo con el kirchnerismo: eso pasó en toda la región. Como sea, me parece que 2011 fue un año clave, porque el error de caracterización del 54% fue devastador para la gestión política del Frente para la Victoria. Fue un error interpretar ese 54% como voto kirchnerista. Por definición, si uno saca ese porcentaje siempre se trata de un voto diverso. Ahí abajo hay muchas cosas. Pasa lo mismo con el 51% que sacó el macrismo. Ningún proyecto político construye una mayoría homogénea. APU: Como cierre: ¿usted coincide con aquellos que sostienen que la unidad se va a dar antes en las calles que en la superestructura política? AG: La unidad en las calles va a seguir. Hay que ver si la dirigencia política logra representar esa unidad que se da en las calles y que es diversa, o será que esa unidad busca sus propios representantes políticos. Lo mejor que

Scroll al inicio