Aportes a la Cultura Judía

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El día que fui ashkenazi

Trabajos premiados del Concurso de Narrativa Breve de la vida judía en la Argentina Por: Bartlevy Esa fría mañana de junio, la llovizna tenue caída desde la madrugada había empapado el barrio en pocas horas. Desde la ventanilla del auto, camino al Templo en el cual Elías, ahora en un cajón encabezando el cortejo, había pasado todos los sábados y festividades de los últimos cincuenta años de su vida, se veían los negocios aún cerrados y a algunas personas tratando, sin éxito, de guarecerse mientras esperaban el colectivo. El hombre, ingresando ya en la fragilidad de todo recuerdo, había llevado una vida limpia, de mucho laburo esmerado y constante y de jubilado sufriendo injustas estrecheces. Murió convencido del valor de la palabra y de que el esfuerzo tiene su recompensa, con una candidez digna del santo o del ingenuo. Después de haber sufrido tantas carencias en su infancia en La Boca, en esa comunidad sefaradí pequeña y humilde, se había acostumbrado a agradecer cada uno de los pequeños placeres que fue conquistando, los cuales otras personas, más favorecidas o menos agradecidas que él, hubieran considerado tonterías sin valor: el afecto de su familia, el sabor del café y el cigarrillo, un campeonato de la azul y oro, la ópera, el gol de Maradona a los ingleses. Todos eran tesoros dignos de un rey, que Adonai le había concedido en su inmensa misericordia. Creo que él lo hubiera dicho así, pero no estoy seguro. Es decir, no sé si creía en Dios, pero sí sé que creía ciegamente en Beethoven. Cuando me conoció, fui el goy que salía con su hija, y no se había hecho, aún, a esa idea, el día que anunciamos que viviríamos juntos sin casarnos. Pasó del asombro a la aceptación rápidamente, aunque nunca dejó de mirarme como a un bicho raro que festejaba Navidad y respetaba el viernes Santo sin entusiasmo ni convicción, pero con regularidad inquebrantable. En ese punto, a lo mejor, pienso ahora, después de tanto tiempo, nos parecíamos bastante. Los ritos, las tradiciones, nacieron para ser respetadas. Por encima de cualquier reflexión o sensatez, como todo lo religioso. El judaísmo, en su caso, y el catolicismo, en el mío, nos daba la incierta seguridad de que nunca estaríamos del todo solos. Por ese motivo, esa mañana fría y lluviosa, el cortejo iba a paso lento hacia el Templo. Buscando, sin sentido, algo de sentido para una muerte injusta. Porque debemos convenir en que algunas muertes hacen del mundo un lugar peor. Cuando llegamos, el cortejo se detuvo y bajamos los varones. Chiche, siempre decidido, se anticipó a la morosidad del resto y dijo, sin dirigirse a nadie en particular: “dejá, yo me encargo” y desapareció por una de las puertas laterales. Mientras esperábamos, calándonos hasta las tripas, recordé algunas cosas que se contaban de Chiche, una especie de primo segundo de todos. Decían que era muy gracioso (y lo era), que había manejado un colectivo toda su vida, que una vez se había desviado del recorrido nada más que para alcanzar a Elías hasta su casa, que había nadado en las calles de Mar del Plata en las inundaciones de los años cincuenta, que en cada aniversario de la muerte de Gardel daba un pequeño y sentido discurso en su homenaje en el monumento del cementerio de Chacarita. Cuando contaban esas cosas, él callaba y, así, disfrutaba el crecimiento de su modesta leyenda. Después de una breve eternidad, apareció Chiche con alguien que era, a todas luces, el Rabino, quien dijo algunas palabras en árabe que no entendí. Nos miró a todos, con parsimonia. Diez varones tristes, ensopados de lluvia, ateridos, esperando junto al cuerpo de un hombre bueno. Habló en voz muy alta y ceremoniosa, y me miró, como estudiándome. Nueve de nosotros murmuraron unas palabras que seguían pareciéndome árabes. Bajé la cabeza para disimular mi mutismo, mi turbación. Sin embargo, pude sentir que el Rabino nos observaba, hablando con un tono que pasaba del desconcierto al enojo. Había advertido que éramos 10 varones y, al mismo tiempo, éramos 9. No había solución posible. Ante nuestro silencio, infinitesimal, el Rabino me señaló. Chiche me miró, miró al Rabino y dijo, con firmeza: — Siga nomás. Este es ashkenazi. No entiende nada. El resto asintió con la cabeza. El Rabino dudó un instante. Luego pareció reconfortado, me sonrió beatíficamente y comenzó el rezo. Esa mañana gélida y aciaga, fue escenario y testigo de un acto de justicia. Y de una gran mentira piadosa.

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A 79 años del levantamiento del ghetto de Varsovia

A propósito del ghetto Por: Elina Malamud (Adherente del Llamamiento) | Página/12 (19 de abril de 2022) No parecés, me dijeron más de una vez cuando yo explicaba que era judía, y siempre me embargaba la loca o sutil percepción de que esa frase –que hoy día ya nadie repite– pretendía ser un halago… En estas reminiscencias andaba mientras abría el cajón de la mantelería heredada para preparar la mesa del primer séder de Pesaj, la primera cena de las Pascuas judías en las que desde hace tres mil años –día más, día menos– recordamos que fuimos esclavos en Egipto y, por mandato de nuestro dios, transmitimos a las generaciones que nos siguen el relato de aquella epopeya tan discutida y complicada de manera que no nos carcoma el olvido. A los ateos no nos complica repetirlo cada año porque Él, aun siendo novedoso en su concepción de sí mismo, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos de la dialéctica materialista y, aunque mandón e impiadoso, no nos excomulga desde su divina y eterna majestad a cambio de que le sigamos la corriente como si existiera. Me miraba, desde el cajón de marras, el mantel de zephir celaco a cuadros azules y blancos, que mi mamá tendía sobre una larga mesa para servir el chocolate de cumpleaños, en mi infancia lejana. Recordar mi cumpleaños me trae a la memoria que nací apenas un par de años después del Armisticio que se firmó en la madrugada del 9 de mayo, quiero decir de la rendición de la Alemania nazi, del fin de la Segunda Guerra Mundial. Y no fue un tiempo casual. Mis padres cargaban con cierta indolencia para el alborozo y el optimismo, propia de algunos inmigrantes del Este de Europa y, siempre atenciosos a los hechos globales, se negaban a traer más judíos o judías al mundo mientras fueran ciertas algunas noticias de la guerra europea que leerían quién sabe cómo y dónde, con un asombro extraño, escarchado entre el pasmo y la incredulidad. Relaté en varias ocasiones pasajes pavorosos o de prodigiosa valentía sucedidos en aquella guerra, tal vez la más escalofriante de la historia humana. Me viene a la mente la imagen de Lena Gartenstein cerrando, llena de rabia, la puerta de su casa de Varsovia y guardándose la llave en el bolsillo cuando debió trasladarse al ghetto. El 19 de abril de 1943 –fecha de celebración de las Pascuas judías de ese año– oyó, desde el pequeño departamento donde dos muchachas polacas la habían escondido, el estruendo de la rebelión en el ghetto del que había escapado unos días antes; sintió el olor de los incendios y la explosión final que lo redujo a escombros. Cuando todo terminó, salió a la calle y simplemente se puso a caminar, contemplando o sin contemplar las ruinas de Varsovia, ya sin ninguna llave ni ningún mantel a cuadros que pudiera encontrar en un cajón cuando quisiera recordar su pasado. En esta página he instituido memoria de esa guerra, de las rebeliones y también de los judíos que escapaban de otros ghettos para esconderse en los bosques y unirse a los partisanos o simplemente para sobrevivir; de cómo Alexander Pechersky atisbó, tras la arboleda del lager de Sobibor, el humo en el que volaban las almas incineradas de los que acababan de llegar con él al campo de exterminio. Ya los judíos contamos tantas veces la Jurbn –la destrucción–  que acabó con los templos bíblicos y con la sinagoga de Varsovia y siguiendo la tradición de Pésaj, seguimos relatando nuestras grandezas, nuestras tragedias y nuestras rebeliones para mantenerlas en la memoria colectiva. Pero, ¿qué significa guardar la memoria de aquellos años de desquicio de la humanidad que recordamos cada mes de abril cuando evocamos el levantamiento del Ghetto de Varsovia? Ya no es suficiente memorar el hambre, el apiñamiento, la caza del hombre, la tisis y la muerte o la obstinación en sobrevivir y mantenerse humanos. Porque el ghetto no brotó de un huevo sorpresivamente roto. Hubo un camino recorrido por gentes humanas que consideraron más que admisible, tal vez hasta meritorio, avanzar hacia el Este de su casa, con el derecho autoconcedido de vaciar territorios, en una escalada de clasificación del otro con los cánones raciales inventados por el positivismo. ¿Cómo pasó? Sería suficiente volver los ojos atrás para sentir el resentimiento decimonónico de los campesinos ante el abuso señorial, ahogado más que contenido por el pastor luterano y enquistado en sus almas agobiadas, de manera que confundieran la realidad de la explotación con la culpa por propios pecados; aplaudir el empoderamiento de los trabajadores en la socialdemocracia alemana, primera organización obrera de Europa y ejemplo de las que surgirían, pero que aprobó, con nacional patriotismo, los empréstitos necesarios para la Primera Guerra y fue culpable del bárbaro asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. En esa Alemania humillada por el tratado de Versalles, muerta de frío porque el carbón se iba a Francia, el desconcierto ante el futuro, la inflación descontrolada, el elevado costo de vida llevaron a la población al borde de la sublevación. Surgió entonces el dirigente necesario, carismático, que aunque defenestró a la casta —política– y su sistema liberal parlamentario, entró en su juego para destruir la democracia desde dentro, como el peligroso fantoche pelucón que hoy lo imita, practicando sus muecas y sus tonos de voz frente al espejo. Buscó un enemigo que fuera culpable de las pesadumbres del pueblo y lo encontró en el gitano, en el judío, en el que percibía su sexo de manera peculiar, en el que tenía un cuerpo que se salía de las normas, en los adeptos a religiones humanistas o a las artes centenarias, en los propios eslavos y, para ellos, decretó las leyes raciales que justificaban desocupar Europa de esperpentos subhumanos. Armó grupos paramilitares contra las organizaciones obreras, contra los comunistas y los piqueteros que llevaban a sus hijos a las marchas cuando tendrían que estar en la escuela, y con ellos estrenó los protocampos de concentración cuando apenas mediaban

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SPINOZA Y LA CULTURA JUDÍA ARGENTINA

Entrevista a Diego Tatián sobre una escena intelectual atravesada por el autor de Ética POR: DIEGO SZTULWARK | El Cohete a la Luna (6 de febrero de 2022) En varios de los trabajos de Diego Tatián, doctor en Filosofía, docente y prolífico autor, aparecen referencias preciosas a escritores y editores como Manuel Sadosky y Gregorio Weinberg, León Dujovne, Gregorio Bermann, Samuel Glusberg, Oscar Cohan, Alberto Gerchunoff y Bernardo Verbitsky, animadores de una escena cultural de libros, teatro, revistas y conferencias. En conversación con El Cohete, le preguntamos sobre ellos. —En tu libro Lecturas imaginarias hacés referencia a Samuel Glusberg (seudónimo de Enrique Espinoza –compuesto por la españolización del nombre de Heine y del apellido de Spinoza– y autor de Spinoza, águila y paloma) como “protagonista de la cultura judía de izquierda”. También evocás a Alberto Gerchunoff, fundador de la Sociedad Hebraica Argentina, militante socialista y autor de la autobiografía Entre Ríos, mi país, en la que los judíos recién llegados de Europa conciben a la Argentina como una “república de hombres libres”. ¿Qué clase de izquierda era esa, y cómo funciona en ella la condición de la migración judía a la Argentina? —En la primera mitad del siglo XX hubo una acción cultural e intelectual muy importante por parte de escritores y filósofos judíos, que no fue marginal en la república de las letras porteña ni carecía de vinculaciones con los grupos que animaban la vida literaria de Buenos Aires, como Sur, Boedo, etc. En el caso de Gregorio Bermann, desarrolló su vida intelectual en Córdoba. Aunque llegó a esa provincia poco después de la Reforma Universitaria, fue una de las plumas más relevantes de esa máquina colectiva de escribir que fue la cultura reformista, introductor del psicoanálisis y corresponsal de Freud, combatiente voluntario de la República en la Guerra Civil Española, referente de la izquierda política por muchos años y en los ’60, hacia el final de su vida, compañero de ruta del grupo Pasado y Presente. Imagino que esa acción además producía efectos importantes hacia el interior de la comunidad judía y libraba una batalla contra el judaísmo más conservador. Spinoza pudo haber sido el nombre que organizó esa contienda (una fractura que en el terreno político llega hasta nuestros días). En el caso de Glusberg, es explícito el seudónimo, que compone el nombre de pila del gran poeta de la izquierda hegeliana y el apellido españolizado de un judío laico proscripto y maldito. Glusberg publica en 1932 una novela breve de Alberto Gerchunoff llamada Los amores de Spinoza, en la que recrea la leyenda de un amor no correspondido del filósofo con la hija de su maestro de latín. Sería interesante estudiar –creo que no hay un estudio suficiente sobre esto– el impacto que tuvo en los intelectuales judíos argentinos la llegada al país de Rodolfo Mondolfo en 1939, expulsado de Italia por su condición de socialista, y principalmente por judío, tras haber sido sancionadas las leyes raciales de Mussolini. Glusberg publica la traducción de algunos artículos de Mondolfo sobre Spinoza en la revista Babel, de la que era editor. En ese mapa, sacando a Bermann –ideológicamente inscripto en una izquierda más radical–, creo que este grupo de intelectuales judíos, con matices importantes, comulgaron con un socialismo democrático y pacifista. Gerchunoff más orgánicamente, ya que se afilió muy joven al Partido Socialista; Glusberg a través de la acción editorial y cultural en medios socialistas. —En tu introducción a la memorable obra de León Dujovne, Spinoza, mencionás su labor docente (en la UBA), periodística, ensayística y de traductor, su adhesión al socialismo y su amistad con Jorge Luis Borges. ¿Qué importancia tuvo su Spinoza en la filosofía argentina? —Editado en cuatro volúmenes por el Instituto de Filosofía de la UBA entre 1941 y 1944, el Spinoza de Dujovne fue la gran introducción de la filosofía spinozista en el mundo de habla española. Su tesis principal es que la herejía de Spinoza tiene raíces en el judaísmo antiguo, es la expresión de un judaísmo marginado, y que su Ética es también una alta expresión de la cultura judía. Dujovne era un políglota, trabajó con prácticamente toda la bibliografía existente hasta ese momento, en todas las lenguas. El destino de su biblioteca es curioso. Cierta vez le comenté a Horacio González –quien me dijo haber asistido a algunas clases de Dujovne, según él, un profesor aburrido– que estaba buscando desde hacía tiempo los volúmenes de su mítica obra sin poder hallarlos. Creo que fue a fines de los ’90 o comienzos de los 2000. Me sugirió que fuera a la librería Romano, cuando aún existía en la calle Lavalle. Fui ese mismo día. Apenas entré, había un largo contenedor en el centro, con libros ordenados de lomo. Todos eran de o sobre Spinoza. El libro de Dujovne que había ido a buscar no lo encontré; lo que encontré fue su biblioteca personal, ni más ni menos. Los libros tenían la firma de Dujovne y el sello de la Biblioteca de la Universidad Bar Ilan de Buenos Aires, donde seguramente fueron donados tras su muerte en 1984. Cuando Bar Ilan cerró al no poder contar con el financiamiento del Banco Mayo, presumo que vendió la biblioteca, y los libros de Dujovne que formaban parte de ella, a las librerías de viejo. Una pena que no se conservase íntegra. En la Biblioteca de la Sociedad Hebraica (que lleva el nombre de Alberto Gerchunoff) hay joyas de la bibliografía spinozista antigua, muchas de ellas donadas por el bibliómano polaco Jacob Shatzky. No estoy seguro de cuándo es esa donación, pero tal vez también pudo ser aprovechada por Dujovne para su trabajo. La reedición completa del Spinoza de Dujovne (en dos volúmenes) fue una de las últimas publicaciones de la Biblioteca Nacional cuando Horacio González era su Director. Han transcurrido setenta años desde su publicación original, pero no ha perdido su importancia para el spinozismo en lengua castellana. —Bernardo Verbitsky fue jefe de redacción de la revista Davar, Manuel Sadosky y Gregorio Weinberg dirigieron la colección de Clásicos Fundamentales para la Editorial Lautaro, Gregorio Bermann escribió también sobre Spinoza

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“Madre, me caso el 22, y no es judío”

Acerca de Alejandra Pizarnik Por: Héctor Gurvit (miembro del Llamamiento) – 21 de febrero de 2022 El día 25 de setiembre de 2021, sábado, en la Ciudad de Avellaneda, se realizó un homenaje a Alejandra Pizarnik. Como parte del acto, se inauguró una placa en la llamada esquina Pizarnik, en Lambaré y Necochea, Quinta Galli, donde vivía con sus padres. En esa actividad participaron personalidades de la Ciudad y organizaciones que nuclean a escritores locales en todos los géneros de la literatura: EDEA (Encuentro de Escritores de Avellaneda), REIA (Reunión de Escritores Independientes de Avellaneda), SADE Sur bonaerense, entre otras. Con palabras de Darcy Tortonese, poeta e investigadora de Avellaneda, quien fuera compañera de la escuela secundaria de Pizarnik, se dio inicio al encuentro con la evocación de momentos emotivos y divertidos de su adolescencia. También hicieron uso de la palabra la poeta Raquel Fernández, la novelista Ana Beatriz Romasco, entre otros y otras. Sin embargo, en esta nota desarrollaremos un perfil poco referido, de lo que fue Alejandra, de su personalidad y algunos datos que muestran otros aspectos interesantes de su vida. Cuando vuelvo a rescatar de la biblioteca las poesías completas de Pizarnik, reflexiono sobre lo que ella pensaba de sí misma, que era gorda, que tenía asma, que tartamudeaba, que tenía en la cara ciertas marcas, producto del acné y la contrastamos con su fotografía, parece que estuviéramos viendo una imagen producida. No se corresponde con su autopercepción. Unos ojos claros, el pelo cortado a la usanza francesa de los años ‘60, el cigarrillo… Creo que fue (cuesta hablar en pasado) una de esas mujeres a las que, los machos en proceso de deconstrucción, les decimos interesante, con signos de admiración. Hubiera sido fascinante poder conversar con ella. Sin embargo, sería un monólogo. No cualquiera le resultaba atrayente. Eran sus amigos: Julio Cortázar, Aurora Bernárdez, Olga Orozco, Ítalo Calvino, entre otros y otras.  Decir que Alejandra Pizarnik es la poeta maldita de la Argentina es ingresar en lo que siempre se dice acerca de su vida. Es preferible pensar a Pizarnik como una mujer compenetrada en sus escritos. La imagino en su casa, en Avellaneda, en Lambaré 114, en su pequeño escritorio de tapa verde, acompañada de lápices de colores y de su máquina de escribir cursiva. Todo lo que se dice de Pizarnik, o los documentales que hablan de ella, lo hacen desde la tragedia. Como si eso fuera lo importante. Es preferible hablar de Pizarnik desde lo que escribe, de lo que ella “piensa” (si vale el tiempo verbal). Y para saberlo, si es que verdaderamente queremos conocerla, hay que leer sus diarios. Hay quienes, aún admirando su poesía, no quieren leerlos. Afirman que es ultrajar su intimidad. Vivió entre 1936 y 1972. Veamos todo lo que pasó en aquellos años. Una enumeración incompleta: Segunda Guerra Mundial. La Shoá. Perón, del 45 en adelante. El mayo francés de 1968. Los Beatles y los Rolling Stone. Los Hippies. La revolución cubana, el Che, Argelia. Aquellos años fueron una avalancha de sucesos que marcaron significativamente la historia del mundo. En ningún pasaje de sus diarios se hace mención a estos ni a otros hechos de su tiempo. Acaso unos tan relevantes como los otros.  En cuanto a mí, se me ocurren cuestiones políticamente incorrectas. A veces la comparo, una caprichosa comparación, con Ana Frank, porque ambas vivieron afuera del mundo. Por su edad, y por lo que escriben, que refieren en contados momentos al drama exterior y sin embargo no dejan de estar presentes. Ambas están afuera, de distinta manera claro, pero afuera. Ambos son diarios. Pizarnik vivía una vida concentrada en la literatura y desconcentrada del mundo. Para ella el mundo se dividía entre los que escriben y los que leen, mas allá no había nada. Pizarnik, como ya lo dijimos, está en sus diarios, unos cuadernillos que fueron escritos para que se lean. De otro modo los hubiera destruido. Hay, en ellos, una oración que resulta reveladora de su relación con el entorno. Dice: “leo la historia del surrealismo, al llegar al capítulo dedicado al marxismo y a la situación social, económica, etcétera de nuestra época, cierro violentamente el libro y lo guardo, me horrorizo de mi falta de interés, no puedo remediarlo, denme al hombre, no a las masas”. Más adelante agrega: “Yo, yo, yo, yo. Soy la mujer más egoísta del mundo. No sólo vivo por y para mí, sino que exijo de los demás que den elementos que en mí no hallo, elementos que se refieren a mí, siempre a mí”. Y en otro tramo: “me parece imposible encontrar belleza en cualquier tema argentino”. Y en 1970, cuando Levingston asume, reemplazando a Onganía dice: “cabe agregar que afuera hubo o hay un golpe de estado o algo parecido”. Veamos ahora lo que Pizarnik pensaba de la poesía: “escribo como puedo, jamás sería capaz de escribir un soneto ni una apología al jardín de esa plaza, jamás sabría componer un alejandrino ni calcular una rima, no lo lamento porque D.M. tampoco podría hacer ninguno de mis poemas. Me sorprende la rima, me sorprende y me disgusta, tiene algo de mágico, algo de melodioso que no carece de atractivo, pero después de Vallejo, todo lo demás, es llanto casual”. La mayoría de los nombres propios, en su diario, se referencian con las iniciales. Y cómo dice ella que escribe. “el método que utilizo para escribir es éste, escribo sin pensar, todo lo que venga de allá, lo guardo. Al día siguiente releo lo escrito y pienso, supero los reparos. Si no fuera por estas líneas muero asfixiada”, y sigue: “cada palabra debe estar llena de polvo, de cielo, de amor, de orín, de violetas, de sudor y de miedo, cada palabra, cada palabra ha de ser gastada, pulida, retocada, sufrida”. Y cuando habla de las sensaciones, de cómo se manifestaba en lo sexual dice: “es muy tarde, estoy excitada, deseo un cuerpo junto al mío, cualquiera, cualquier sexo, cualquier edad, eso es lo

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Purim: ¿Siempre hay motivos para festejar?

Por: Rab. Andy Faur | Página del Judaísmo Laico y Humanista Tengo que confesarlo. Me gustan las festividades judías, sus relatos, sus mensajes, sus costumbres, pero por sobre todo por los valores que de ellas se pueden rescatar: humanistas, progresistas, universales, nobles y ecuménicos. Esto es válido hasta que llega Purim… Con Purim hay un gran problema de identificación para aquellos judíos cuya visión de la cultura judía es laica, crítica, humanista y no sectorial. La historia de la festividad / Meguilat Ester Purim se festeja el 14 y el 15 del mes de Adar (último mes del calendario bíblico, que comenzaba en Nisan) y recuerda la salvación de los judíos (una vez más…) de manos de sus enemigos. Esta vez es del malvado Haman – otra de las sempiternas reencarnaciones del genocida bíblico Amalek y del rey persa Ajashverosh (Asuero), que quisieron exterminar a los judíos que vivían en el Imperio Persa y su capital Shushán. La historia de lo sucedido en Purim (estimada allá por el siglo V a.e.c.) llega a nosotros a través del Libro de Ester, conocida en hebreo como Meguilat Ester, que es parte del Tanaj o Biblia Hebrea (Antiguo Testamento). Ésta aparece como una de las cinco Meguilot, en la última sección del mismo, denominada Ktuvim o Hagiógrafos. La tradición judía desarrolló con el paso de lo siglos la costumbre de leer cada una de estas Cinco Meguilot en una fiesta determinada, cada una con su particular explicación y contexto.De tal modo: Meguilat Ester se lee en Purim, Shir Hashirim (el Cantar de los Cantares) en Pesaj, Meguilat Rut en Shavuot, Meguilat Eijá (Lamentaciones) en Tishá Beav y Kohélet (Eclesiastés) en la fiesta de Sucot. Meguilat Ester, relato corto de solo diez capítulos, narra la historia de Mordejai el judío y su prima (a la que criócomo una hija) la reina Ester y de cómo lograron salvar a los judíos del edicto de exterminio decretado por el Rey Ajashverosh, a la sazón esposo de Ester, elucubrado por su demoníaco asesor Haman. Algunas curiosidades Meguilat Ester es la única parte del texto bíblico, que no aparece en el Canon Palestinense encontrado en Qumrán, más conocido como los Rollos del Mar Muerto. Como el resto de los nombres de los meses del calendario hebreo, también Adar proviene del idioma acadio/babilónico cuyo origen puede deberse al nombre del dios babílonico Ad’er o de la palabra Addaru, que significa oscuro, probablemente relacionada con la época del año en el que se ubica el mes, a finales del invierno boreal. Ishtar , diosa babilónica de la fertilidad y Marduj, dios jefe de los cielos, eran los nombres de dos de los principales dioses del Panteón babilónico de la época. Coincidentemente ambos, tienen un parecido asombroso con los nombres de los héroes de nuestro relato y, casualmente, Hamán era el nombre acadio del Diablo del Infierno… Purim no aparece entre las festividades de la Torá, denominadas Jaguéi Mideoraita y la lectura de Meguilat Ester, al igual que el encendido de las velas de Januká, son parte de las siete Mitzvot Derabanan, siete preceptos decretados por sabios de épocas posteriores. Identificación y Valores Las festividades judías traen consigo una serie de relatos, historias, leyendas y personajes con los cuales los judíos, generación tras generación, se identifican con los mismos. Pero en Purim… ¿Con qué personaje o valor nos podemos identificar en particular?¿Con Mordejai el judío, que lo poco que sabemos de él es que deambulaba por los alrededores del palacio del Rey espiando y chusmeando, hasta su llegada al puesto de visir?¿Con Ester que formó parte del harén del rey persa ocultando su identidad judía, y cuyo verdadero nombre era Hadassa, pero utilizaba el de Ester, nombre persa común entre los judíos más asimilados de las clases altas de Persia de aquellas épocas? Según lo relatado en la Meguilá, Ester era una joven que hacía caso a todo lo que le decían sin dudar o cuestionar, que se sometió sumisamente a los deseos del todopoderoso rey de Persia (que ni siquiera era judío) y se convirtió en su obediente esposa favorita, hasta su valiente “despertar” como judía. Me permito citar fuentes importantes de la cultura judía respecto al tema. En el Talmud de Babilonia, Tratado de Taanit 29:1, aparece lo siguiente: “Cuando comienza Adar, aumentamos las alegrías”.Y en el Libro de Ester: Cap. 9:15 “…y los judíos que residían en Shushán se reunieron el día catorce del mes de Adar y mataron a trescientos hombres en Shushán..”. (9:16) “… y también se agruparon los demás judíos que vivían en las provincias del rey, y pelearon por sus vidas, y tuvieron descanso de sus enemigos luego de haber matado entre los que les odiaban a setenta y cinco mil…”. (9:17) “…el día trece del mes de Adar. Y el día catorce del mismo descansaron y lo hicieron día de fiesta y de alegría…” Una vez que el edicto de muerte del mismo rey Asuero en contra de los judíos fue reemplazado por otro mandato real que permitía a los judíos defenderse y matar a aquellos que quisieran atacarlos, Mordejai se encontraba ya en el lugar de consejero del rey, reemplazando al difunto Hamán y Ester gozaba de los favores del rey que le promete: “… hasta la mitad del reino te será concedida…”. En esta instancia, cuando ambos (Mordejai y Ester) estaban en la cima del poder, no pudieron o no quisieron detener la masacre de miles de persas y otros pueblos dispersos por el reino, que se iban a levantar o se levantaron contra los judíos y que estos, en un acto de autodefensa o venganza (ninguno de estos puntos queda muy claro de la lectura del texto) mataron por millares, incluyendo mujeres y niños… ¿Motivo de regocijo?También los diez hijos de Haman fueron muertos en estos eventos y es ésta la única vez que se los nombra en el relato. ¿Acaso los hijos son también responsables de los actos de sus padres? ¿Fue un acto de venganza o quizás

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‘Solo judíos’: la mayoría de los judíos europeos no pertenecen a ninguna denominación, revela un nuevo estudio

Por: Judy Maltz | Haaretz (2 de febrero de 2022) Foto: Una menorá de Hanukkah iluminada en Berlín, en 2021 La investigación entre 12 comunidades también encuentra que los judíos europeos tienen más probabilidades de verse a sí mismos como una minoría religiosa que como una minoría étnica, incluso si no son observantes. La memoria del Holocausto juega un papel mucho más importante en la identidad judía europea que el apoyo a Israel o la creencia en Dios, según un nuevo estudio publicado el miércoles. “Las identidades judías de los judíos europeos: qué, por qué y cómo”, del Instituto para la Investigación de Políticas Judías con sede en Londres sobre la identidad judía europea, encontró que los judíos europeos tienen más probabilidades de verse a sí mismos como una minoría religiosa que como una minoría étnica, incluso aunque la mayoría no son practicantes de la religión. Los hallazgos se basan en datos recopilados de más de 16.000 judíos que vivían en 12 países de la Unión Europea en el momento de la encuesta. Si bien la mayoría de los judíos europeos asisten a un seder de Pésaj y ayunan en Yom Kippur , no asisten a la sinagoga con regularidad, no comen comida kosher ni guardan Shabat . Según los hallazgos, es mucho más probable que los judíos europeos más jóvenes sean ortodoxos o ultraortodoxos que sus contrapartes mayores. Una comparación de países muestra que Bélgica tiene la mayor proporción de judíos ortodoxos en Europa, mientras que España tiene la mayor proporción de judíos reformistas. Los hallazgos se basan en datos recopilados en 2018, como parte de un estudio encargado por la UE sobre las percepciones y experiencias judías del antisemitismo, que nunca se publicó anteriormente. El análisis de datos fue realizado por el Prof. Sergio DellaPergola, ampliamente conocido como el decano de los demógrafos judíos, quien se desempeña como presidente de la Unidad de Demografía Judía Europea de JPR, y el Dr. Daniel Staetsky, investigador principal de JPR y director de su European Jewish Demography Unit. Unidad de Demografía.- Anuncio -https://02de4228f80c575a6d2fb270e97159c0.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html Los datos se recopilaron en los siguientes países: Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, España, Suecia y Reino Unido. De estos, Francia y el Reino Unido tienen las comunidades judías más grandes y Dinamarca la más pequeña. “Hay mucho material de reflexión aquí, con implicaciones potencialmente significativas para la educación judía y el desarrollo comunitario en el futuro”, dijo el Dr. Jonathan Boyd, director ejecutivo de JPR, en un comunicado que anuncia la publicación del estudio. Estos son algunos de los hallazgos clave: ■ Entre los judíos europeos, el 5 por ciento se identifica como haredi (ultraortodoxo), el 8 por ciento como ortodoxo y el 15 por ciento como reformista/progresista. La mayoría, sin embargo, no se identifica con ninguna de estas denominaciones. De hecho, encabezando la lista de «modos de expresión del judaísmo personal» está «simplemente judío» (38 por ciento), seguido de «tradicional» (24 por ciento). Por el contrario, según una Encuesta Pew reciente de judíos estadounidenses , publicada en mayo, la gran mayoría de los judíos estadounidenses (63 por ciento) se identifican con una de las siguientes tres denominaciones: reformistas (37 por ciento), conservadores (17 por ciento) y ortodoxos ( 9 por ciento). Los judíos europeos más jóvenes (de 16 a 29 años) tienen más probabilidades de observar la religión que los judíos europeos mayores (70 años o más). De hecho, el 22 por ciento de los judíos europeos jóvenes se identifican como haredi u ortodoxos, en comparación con solo el 5 por ciento de los judíos europeos mayores, quienes tienen muchas más probabilidades de identificarse como «solo judíos» (49 por ciento).- Anuncio -https://02de4228f80c575a6d2fb270e97159c0.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html El estudio encontró diferencias sorprendentes en este sentido entre los 12 países. Mientras que los judíos haredi representan el 31 por ciento de la población judía total de Bélgica (debido principalmente a su gran concentración en Amberes), comprenden menos del 1 por ciento de las poblaciones judías de Dinamarca, Suecia y España. Los judíos ortodoxos representan alrededor del 10 por ciento del total en Bélgica, Francia, Italia y el Reino Unido, pero solo el 1 por ciento en Hungría. Mientras tanto, los judíos progresistas/reformistas representan el 20 por ciento o más del total en España, Alemania y los Países Bajos, pero solo el 8 por ciento en Bélgica y el 5 por ciento en Hungría. ■ “Recordar el Holocausto ” y “combatir el antisemitismo ” encabezan la lista de los elementos más esenciales de la identidad judía europea. Cuando se les preguntó qué aspectos de su identidad judía eran «muy importantes» para ellos, el 78 por ciento de los encuestados marcó «recordar el Holocausto» y el 73 por ciento marcó «combatir el antisemitismo». Un poco más de la mitad de los encuestados (51 por ciento) marcó «apoyar a Israel» (casi el mismo porcentaje que «compartir festivales judíos con la familia»), mientras que solo un tercio marcó «creer en Dios» (casi la misma fracción que «donar a Israel»). caridad»).  – Anuncio -https://02de4228f80c575a6d2fb270e97159c0.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html ■ Incluso si no llevan una vida religiosa, es más probable que los judíos europeos se vean a sí mismos como una minoría religiosa que como una minoría étnica. En la encuesta, se preguntó a los encuestados si se consideraban judíos por motivos de religión, cultura, educación, etnia, parentesco o cualquier otra razón. Entre los que marcaron una sola respuesta, la religión fue la primera opción (35 por ciento), seguida por la paternidad (26 por ciento), la cultura (11 por ciento) y la herencia (10 por ciento). Solo el 9 por ciento de los encuestados verificó el origen étnico (con otro 3 por ciento verificó la crianza). Los encuestados del Reino Unido, Bélgica, Italia y España tenían más probabilidades de describirse a sí mismos como judíos por religión que los encuestados de Hungría, Polonia, Suecia y los Países Bajos. ■ Entre los judíos europeos, los belgas poseen la identidad judía más fuerte y los polacos la más débil. Se pidió a los encuestados que calificaran su nivel de identidad judía en una escala del uno al 10. La puntuación media en Bélgica fue de 8,8, mientras que en Polonia fue de 6,4. Los siguientes en la fila después de Bélgica fueron España e Italia (ambos 8,3), Francia (8,1)

Aportes a la Cultura Judía, Aportes de adherentes

Soledad Acuña y yo, o los nazis en Bariloche

Por: Diana Estrin (miembro del llamamiento)* A la memoria de mi madre que dejó Polonia a los diez años “porque era el país más antisemita de todos”. Sí, ya sé que es bastante sabido que muchos nazis se establecieron en Bariloche. También sé que es conocido el hecho de que Erich Priebke fue descubierto allí en 1994, cuando tenía casi 80 años. Y sé también  que es sabido por algunos que  Acuña cursó el secundario en la escuela  alemana de Bariloche que él dirigía, la Primo Capraro, donde se graduó en  1992 y compartió la foto de fin de año con el consabido nazi. Sí, todo eso lo sé. Sin embargo quiero compartir mi experiencia ad hoc en Los Angeles, California, en el Museo del Holocausto en 1994, cuando Erich Priebke fue descubierto en Bariloche y juzgado en Italia. Pasaron 17 meses hasta que fue extraditado. Después que se lo descubrió en Argentina, Alemania e Italia solicitaron la extradición para juzgarlo. Ocurrió cuando yo viajaba a EEUU por cuestiones de trabajo, cuando combinaba mi práctica de psicoanálisis con mi trabajo en el campo del arte aplicado a la moda y el periodismo free-lance. En cada viaje me quedaba tres días en Los Angeles antes de ir a Nueva York. Trabajaba algunas horas y el resto del tiempo visitaba los maravillosos museos y galerías. Dio la casualidad que la ciudad estaba llena de posters que decían “Ahora el odio y la discriminación tienen un lugar” (NOW HATE AND BIGOTRY HAVE A PLACE): EL MUSEO DEL HOLOCAUSTO. Y hacia allí fui. La sede está cerca de Beverly Hills. Llegué a horario y la guía –son voluntarias- estaba en la explanada esperando a los visitantes. Nos señaló que el Museo tenía dos puertas de entrada: una decía “para gente prejuiciosa” y la otra decía “para gente sin prejuicios”. Supuestamente teníamos que elegir por cuál entrar y ella, esa viejita judía, nos sacó rápidamente de dudas: solo podíamos entrar por la primera porque -nos invitó a pensar-  no existe la gente sin prejuicios, todos discriminamos a alguna persona, a algún sector, a alguna comunidad, a algún grupo humano, a algún vecino, a los porteros, a los administradores, lo sepamos o no. Más vale pensarlo y estar advertido. Entramos y nos entregaron a cada uno un documento que correspondía a alguien que había estado en un campo de concentración. Al final del recorrido nos enteraríamos de cuál había sido su destino.  (La niña de mi pasaporte había muerto a los 15 años en un campo). Me apresuré a ir a la recepción, me presenté como periodista free-lance de Argentina y pedí un press-pack, es decir un sobre con información sobre el museo destinado a la prensa. Cuando dije “de Argentina” noté un movimiento raro entre la gente. Alguien tomó un teléfono y a los dos minutos se me acercó desde el fondo un hombre joven y muy buen mozo. Me dijo “acabo de volver de Argentina” mientras me daba la mano. Yo ya había entregado mi tarjeta. Le pregunté si le había gustado Bs. Aires y me respondió “no estuve en Buenos Aires”. En ese momento sin mucho esfuerzo junté dos ideas y le dije “¿Bariloche”? Me dijo que sí. ¿Nazis”? dije. Sí, fue su respuesta. Acto seguido me invitó muy calurosamente a una conferencia de prensa que daría esa misma tarde a las 3. No podía ir, muy lamentablemente, no había nada que me hubiera interesado tanto como ser testigo. Volaba esa noche a Nueva York y tenía compromisos previos que no podía deshacer, todavía no habían entrado los celulares a mi vida. Me dio su tarjeta donde se leía Rick Eaton,  y me dijo que viera el noticiero de las 7 del canal ABC. Me senté a ver el noticiero antes de ir al aeropuerto y nada. Lo llamé, me atendió el contestador, dejé un mensaje, siempre dejo el mismo “It’s Diana from Argentina” y a los 5 minutos Eaton mismo me llamaba. Comentó que había habido un problema y que se había postergado el informe para la mañana siguiente. Algo me había adelantado sobre el hecho de que había estado reunido con un jerarca nazi en Bariloche, de los nervios no recuerdo exactamente la conversación. Le pregunté cómo había llegado él al nazi y me dijo que haciéndose pasar por un millonario americano que quería donar un millón de dólares a la causa del nacional-socialismo, eso sí, con la condición de entregárselos a Priebke en persona que ya había sido identificado por Donaldson el periodista “del canal ABC en Bariloche mismo, cuando se acercó a un tipo y le preguntó “Ud. es Reinhard Kopps”? No, contestó el sujeto,  “Soy Laufer…. Hace tiempo fui Kopps”  y olvidándose que tenía el micrófono prendido en su solapa le dijo al periodista como en secreto “no tenés que hablar conmigo, vos buscás al pez gordo que es Priebke”. Donaldson lo buscó a Priebke y este sin ningún problema declaró ser el responsable de la masacre de las fosas ardeatinas (ver encuentro en alemán en youtube). 50 años después se sentía a salvo.  Pareciera que en todo momento se sintió a salvo, entre los suyos, en familia. Para hacerla corta, porque estamos escribiendo sobre Soledad Acuña, la ministra de educación de Larreta aunque tengamos que pasar por Priebke que fue el responsable del asesinato de 335 detenidos italianos en las fosas ardeatinas. Los partisanos habían hecho el día anterior, el 23 de marzo de 1944, un atentado poniendo explosivos en un camioncito con basura que explotó cuando pasaron las SS y así mataron  a 33 militares alemanes.  Hitler dio la orden de matar 10 italianos por cada alemán. Buscaron entre los detenidos en varias cárceles y comisarías y también buscaron supuestos partisanos por la calle, hasta chicos de quince años. Los llevaron hasta unas minas abandonadas y los fueron haciendo entrar de a cinco mientras les disparaban a la nuca. Priebke iba anotando los nombres de cada fusilado que caía sobre los cuerpos de los que

Actividades del Llamamiento, Aportes a la Cultura Judía

Cine debate político y social: «Los Invisibles»

Cine debate político y social del Llamamiento. Referentes: Alicia Rabovich, Liliana Fijtman y Víctor Gurvit El viernes 19 de noviembre tuvimos el zoom de cine debate para recrear con nuestras apreciaciones la película de este mes “Los invisibles”. Fueron invitados especiales Marcelo Seltzer, abogado e integrante de la Comisión Jurídica del Llamamiento y una invitada sorpresa que nos conmovió profundamente. Marcelo: comenzó aportando que la película tiene muchos disparadores. Desde 1914, con la guerra y la Shoá y más adelante, el cine ha sido siempre un vehículo para interpretar la historia. Con la serie Holocausto se giró la mirada de los perpetradores hacia las víctimas. Durante el juicio de Auschwitz, en cambio, estaba puesta en los victimarios. Hubo silencio en la posguerra. La declaración de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad en Alemania generó un debate que profundizó los planes de estudios. Hubo otros films que trataron el tema de las víctimas, tales como La decisión de Sophie, Portero de Noche, Un juicio a Dios. A continuación hizo un breve desarrollo acerca de la progresión de leyes y medidas antisemitas del régimen nazi desde 1933, que dieron cuenta de un crescendo macabro. Si los hubo, fue porque aún en Polonia hubo salvadores. “Si los polacos no hubieran delatado hubieran sobrevivido muchos más. Los que se fueron a los bosques, los partisanos, se tenían que proteger de los polacos, bielorusos, ucranianos, rumanos. En los vagones estaban sentados los lituanos y ametrallaban a los que querían escapar”. Quedó sola de una familia de 80 personas, por eso se fue. Recomienda que vayan a conocer el Nuevo Museo del Holocausto. Hay una pared de salvadores. En los Cuadernos de la Shoá que emitía la organización Generaciones de la Shoá, el primer número, casi un libro, fue dedicado a los salvadores. A ella también la salvaron. Estuvo en una barraca con mujeres francesas y belgas militantes que la protegieron. Escuchar a Lea fue emocionante y produjo comentarios en ese sentido de algunos participantes, quienes además hicieron diversos aportes: Catalina Frey recomendó mucho la película. No sabía que se habían salvado en Berlín mismo. Mónica Streger destacó que el valor de la película es que habla de la resistencia de los judíos, un aspecto que además del tema de los salvadores, es novedoso. José Adasko aportó que muchos de los salvadores están entre los Justos entre las Naciones, tales como Hellen Jacob.Silvia Leicher dijo que sus padres se salvaron porque vinieron antes, que ellos conocieron a un polaco funcionario que no quiso entregar a los judíos y fue ejecutado. “Había en Polonia un antisemitismo racial. Engels dice que el “antisemitismo es el socialismo de los imbéciles”. Lea expresa su voz “Siempre hay los que se exponen para salvar a otros, son los que afrontan el miedo, porque el miedo paraliza. Yo muchas veces me pregunté que hubiera hecho…Supongo que no me hubiera quedado pasiva”Compañeres, esta fue la última reunión por este año. Nos encontraremos el próximo para continuar con cine debate. Les deseamos muchas felicidades y un 2022 con salud y justicia social. Hasta entonces!

Aportes a la Cultura Judía, Cultura, Historia, Lectura recomendada por compañeres, Portada

Januká – una mirada alternativa

Intrigas y poder detrás de la Janukiá: la lucha por el control del tiempo Rab. (laico) Andy Faur | Judaísmo Laico (1/12/2018) ¿Cúales fueron los motivos de fondo que desataron la Rebelión de los Macabeos contra los griegos y los judíos helenizados?. ¿Qué relación hay entre Januká y los Rollos del Mar Muerto?. ¿Cómo influyeron estos sucesos en el judaísmo hasta el día de hoy? Esta nota se basa en conjeturas expuestas por la prof. Rajel Elior del Departamento de Filosofía  judía de la Universidad Hebrea de Jerusalem, que muchos de sus colegas no comparten. La hipótesis de Elior que analizaremos a continuación, que sostiene que los Rollos del Mar Muerto no pertenecen a la secta de los Esenios, se basa en el hecho de que en los propios manuscritos, los “Esenios” como tales, no son nombrados en ningún momento y sólo son conocidos a través de los relatos en griego de Flavio Josefo o de Filón de Alejandría, sin tener ninguna otra fuente o prueba de la existencia de los mismos. Historia y Arqueología: distintas lecturas A partir del año 1947 se descubre uno de los tesoros históricos-arqueológicos más importantes y relevantes para el estudio de los textos sagrados del judaísmo. Son hallados los Rollos del Mar Muerto o de Qumrám, casi mil textos en su mayoría de tinte sagrado, parte de ellos textos bíblicos y parte composiciones de índole sectaria. Según gran parte de los investigadores del tema, estos rollos pertenecen a los Esenios, grupo judío sectario de la época del Segundo Templo, que se retiró a vivir una vida ascética y célibe en la zona de Qumrám, en el Desierto de Judea. Para ser miembro de esta hermética comunidad se necesitaban años de formación y estudio, así como ceder todos los bienes personales a la misma. Estas hipótesis, avaladas por la mayoría de los historiadores del tema, sitúan su existencia entre el s. II a.e.c. (Rebelión de los Macabeos) y el s. I e.c (Destrucción del Templo), que coinciden con las fechas de los eventos que se relatan en esta nota. El antiguo orden y el tiempo En términos históricos/religiosos generales, el orden bíblico antiguo concluye con la conquista griega del Reino de Judea a manos del rey de origen sirio-heleno, Antíoco IV Epifanes en el año 175 a.e.c. Este rey impone un nuevo orden político y administrativo sobre Judea, así como un nuevo calendario de base lunar, contrario al calendario bíblico antiguo manejado por los Cohanim/Sacerdotes del Templo, que era de origen solar. En el orden bíblico, el año comienza siempre en primavera, y su primer mes es el de Nisan (el de la salida de los judíos de Egipto), como se lo denomina en la posterior literatura talmúdica. Como es sabido, en el calendario tradicional actual, Nisan es el séptimo mes del año judío. El calendario que impuso el régimen griego empezaba en el mes Díos – paralelo al mes de Tishrei del calendario hebreo y que cae siempre en otoño. La dinastía de los Cohanim hasta esta época provenía, según la tradición, de los descendientes de Tzadok (de aquí el nombre de Tzdukim/Saduceos), primer Cohén Gadol (Sumo Sacerdote) del Templo y que, de acuerdo a la genealogía bíblica, eran descendientes de Aharón HaCohén y sus hijos. Jonio ben Shimón es el último representante de este antiguo orden sacerdotal. El período de dominio helénico en Judea es una época turbulenta, compleja y de grandes cambios en el judaísmo. Se imponen nuevas reglas, se subvierten tradiciones y normas, y sobre todo, cunde la anarquía a nivel de autoridades y poderes. En esta coyuntura de luchas de poder e intrigas palaciegas, Jasón hermano de Jonio aprovecha un momento político favorable y se hace del cargo de Sumo Sacerdote, apartando del Templo a Jonio y al resto de los Cohanim “históricos”, no sin antes haber ofrecido una importante dádiva a Antíoco IV y comprometiéndose a realizar reformas administrativas, impositivas y por supuesto imponer a sus súbditos el nuevo y helenizado calendario lunar. Es importante remarcar que éste no era un capricho de Antíoco o de algún movil antijudío en especial, sino que era parte del nuevo orden administrativo imperial para cobrar impuestos en forma sistemática y realizar eventos importantes del calendario griego en todos sus dominios. Es sabido que parte de los Cohanim de la dinastía bíblica estaban dispuestos a cierta cooperación en temas administrativos e impositivos con los griegos, pero por ningún motivo estaban dispuestos a cambiar la herencia del calendario solar. El Templo, desde tiempos inmemoriales funcionaba de acuerdo a éste y cambiarlo representaba para ellos una transgresión al orden divino, imposible de aceptar. Este hecho, dramático por cierto, logra que por primera vez después de casi mil años de continuidad, se rompa este antiquísimo orden y alguien externo al manejo del Templo nombre al Cohén HaGadol, en contra de la antigua tradición bíblica. A partir de este antecedente, el importante cargo de Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalem ya no se transmitirá en forma dinástica, sino que estará supeditado a negociaciones, conspiraciones y constelaciones políticas determinadas. Jasón dura tres años en el puesto, le sucede Menelao y finalmente Alkemos, estos dos últimos nada tenian que ver con la dinastia sacerdotal antigua. Estos son los tres sacerdotes conocidos como los “Sacerdotes Helenizados”, que ocuparon el puesto de Sumo Sacerdote entre el 175 y el 159 a.e.c. La rebelión de los Asmoneos/Macabeos y las luchas por el poder En los años 168/167 a.e.c., Antíoco Epifanes impone por la fuerza restricciones a los ritos básicos judíos de aquellos tiempos (obligar a comer cerdo o prohibir el estudio de la Torá, la realización del Brit Mila o el cumplimiento del Shabat), con la clara intención de helenizar a la población bajo su dominio, es decir asimilarlos por la fuerza a la cultura y las costumbres griegas. Los “sacerdotes helenizados” no sólo cooperan con la ejecución de dichas imposiciones sino que tambíen profanan el Templo con prácticas paganas y rituales contrarios a la tradición judía. Judíos helenizados (que es interesante mencionar que componian la mayor parte de los pobladores de Judea de entonces), Templo profanado y sacerdotes corruptos que impusieron y llevaron a la práctica tambíen el nuevo calendario griego, son el trasfondo turbulento en donde se gesta la Rebelión Macabea (167-164 a.e.c.). En una primera etapa, luego de tres años de lucha tenaz

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