EL DILEMA DE VENEZUELA

Para encontrar un ejemplo que rozó transformaciones socialistas sin afectar las libertades democráticas, sería necesario remontarse cincuenta años atrás y analizar la épica que vivió Chile bajo el gobierno de Salvador Allende. Por eso todo el campo de izquierda, el arco progresista de América Latina y del mundo, no tuvo ninguna duda para apoyarlo y tampoco para condenar el siniestro régimen militar implantado al derrocarlo por la fuerza. No está pasando lo mismo con Venezuela. El gobierno de Allende mejoró en menos de tres años la calidad de vida de los segmentos más postergados de la sociedad chilena, pero no pudo crear los soportes políticos necesarios para limitar las acciones golpistas de los sectores cuyos privilegios había afectado. El chavismo, por sus fracasos socioeconómicos, ha padecido una emigración creciente que supera la cantidad de ocho millones de sus ciudadanos en una población de veintiocho millones, o sea más de la cuarta parte de la misma. Entre tantas otras, esa es una muestra evidente de que no pudo ganar las últimas elecciones. Tuvo que resistir el cambio de gobierno con mecanismos ostensiblemente fraudulentos que han incrementado un estado de inestabilidad crónica. Por eso, a pesar de que mucho tuvo que ver con ese resultado económico, el ataque que las potencias imperiales y la plutocracia mundial desataron sobre Venezuela para impedir que una experiencia de reformas de corte e ingredientes socialistas o estatalistas, pudiera ser un buen ejemplo para el resto del planeta, no ha logrado generar un grado de adhesión semejante al que recibió hace cincuenta años Chile. Los gobiernos que encabezan los planes para derrocar a Maduro, son peores en muchos aspectos socioeconómicos que el régimen que están combatiendo y no es la vigencia de la democracia la causa por la cual lo agreden. Más bien se han caracterizado por avalar y seguir respaldando varias dictaduras en el mundo. No hay más que un interés geopolítico equivalente al que inversamente tienen otras naciones no muy recomendables si hay que hablar de democracia, como son Rusia y China, con sus diferencias en materia de logros económicos y movilidad social ascendente. La realidad es que como ha sucedido con otras experiencias renovadoras encaradas en América Latina después del 2000, por ahora solo Mexico, Brasil , Chile, Uruguay y Colombia, conforman un faro bastante relevante para mostrar que otro mundo es posible. Y por su población y producción, no son poca cosa en el hemisferio. No es el caso de Ecuador. Peru y nuestro país, donde la falta de respuesta adecuada a necesidades populares, abrió una vía lamentablemente sólida para el retorno de las derechas. Venezuela está indudablemente más cerca de esa alternativa y no es de buen pronóstico que haya decido retener el gobierno con los métodos que viene usando, aún con el rechazo que puede producir para el progresismo, la variante que pretende sustituirlo. Dificil y dilemático es para el arco progresista, para la izquierda de todos los matices, adoptar una conducta independiente que le permita tomar distancia tanto de un régimen de perfiles autoritarios injustificables, como de aquellos que lo combaten.

9 de enero de 2025 – Autor: Luis Kon

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio