Las jefas

Autor: *Alejandro (Coco) Garfagnini/La García
23 de DIC de 2016

“Péguenme a mí cobardes” y pasó por entre la gendarmería y se fusionó con su pueblo. Cristina y sus ovarios desbarataban un dispositivo represivo contra militantes perfectamente planificado por el gobierno nacional.
“Pongan la bandera venezolana”, gritaba Delcy Rodriguez irrumpiendo en una sala de la Cancillería argentina después de haber forcejeado con la policía. Delcy y sus ovarios destrozaban el plan sigilosamente elaborado por el gobierno nacional para expulsar a Venezuela del Mercosur.
“Suspendieron un juicio de lesa humanidad para sentarme acá por una tirada de huevos”. Empezó Milagro Sala ante el desconcierto del Tribunal. Y siguió. “A Gerardo Morales le molesta que los negros nos hayamos organizado y no bajemos la cabeza”. Y volvió a la carga. “También podría decir que Morales por ser amigo de Blaquier es genocida y no lo digo”. Los medios nacionales la mostraban en directo, sin interpretadores. Era Milagro y sus ovarios en una sala del Tribunal Oral Federal que enmudeció. Y seguía incomodando a fiscales y acusadores. “No tengo vergüenza de ser negra y coya. No les voy a dar el gusto de llorar”.
No estaba en los planes de nadie que esa mujer chiquita, flaquita y desmejorada por la cárcel, esa mujer que hace un año viene soportando la persecución de sus compañeros y la destrucción de su obra se presentara con tanta dignidad y fortaleza ante un Tribunal Federal.
Quizás el que más la conozca sea el propio Gerardo Morales. Por eso no tuvo el coraje de estar presente como denunciante, confirmando que le tiene miedo y que tanta coherencia y convicciones son muy peligrosas para su régimen.
A esta causa contra Milagro se la llama, la causa de los huevos, deberían llamarla a partir de hoy la causa de los ovarios.
Cristina, Delcy y Milagro podrían ser políticamente más correctas, ser menos confrontativas, reconocer errores aunque sea para quedar bien con un sector del periodismo, mostrarse dialoguistas, dejar de hablar de proyectos de país y suprimir esas palabras tan irritantes como patria, pueblo, dignidad, militantes, etc., etc. Seguir el camino de muchos que entendieron que hacer política es adecuarse. Adecuarse: adaptarse, amoldarse, acomodarse, todos sinónimo de este verbo tan utilizado para hacer política en la actualidad.
Si se adecuaran seguramente Cristina dejaría de ir a Comodoro Py; Delcy tendría la aceptación de la diplomacia golpista y Milagro estaría en libertad construyendo viviendas sociales.
Pero son mujeres, jefas y ejemplos, para ellas la política es no adecuarse a los poderosos.
En la entrada de la sede de la Tupac Amaru colgaremos un pequeño cartel que diga: Aquí no se hace política, aquí está prohibido adecuarse.
* Coordinador Nacional de la Tupac Amaru

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