NO SE MUERE QUIEN NO ES OLVIDADO

Por: Larry Levy

Dardo no se fue. Dardo está.

Dardo es todo un legado sin fecha de vencimiento.

Con él compartimos la felicidad de ver nacer al Llamamiento. Brindamos a lo grande con el elixir del entusiasmo después de llenar FOETRA. Compartimos los primeros éxitos poniendo en la escena política el esfuerzo de muchos y las voces de tantos.

Les sacamos la ficha (y el cuero) a todas las personalidades (¿personajes?) a quienes les llevamos una muestra gratis de los judíos “diferentes”, los de adoquín, vereda y funyi… un mensaje que rompe con los faraones para poner en valor la libertad y no la huída. Ese mensaje que prueba de manera irrefutable que no hay Goliat que resista a un David armado con buenos argumentos. Dardo, además, tenía la receta magistral para transformar la adversidad en el vino de Pesaj.

Con él gastamos muchas cafeterías de Villa Crespo con reuniones interminables y en discusiones memorables. Nos peleamos mucho, pero nos amigamos más.

No había horario para el Llamamiento, tampoco para las confidencias y el secreteo.

Inteligente, polémico, perseverante, habil negociador, luchador, cascarrabias… te sonreía para aprobarte y, a la vez, era capaz de clavarte una mirada penetrante y crítica cargada de enojo. Negociador incansable, en fin…

Después de mi alejamiento de la vida activa del Llamamiento intentó varias veces convencerme para volver. Siempre poniendo una dosis de afecto y ternura envueltos entre argumentos de política dura, de una racionalidad mentirosa. Y yo, cada vez que lo intentaba, le afanaba una sonrisa irónica.

No lo despido porque Dardo no se va a ninguna parte, se queda con nosotros. Propongo que la primera sede que tenga el Llamamiento lleve el nombre de Dardo Esterovich.

¿Escuchaste Dardo? No jodas. Te lo merecés.

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