La pandemia y el fin de la era neoliberal

Fuente: Atilio A. Boron | Blog de Atilio A. Boron Fecha: 10 de abril de 2020 El coronavirus ha desatado un torrente de reflexiones y análisis que tienen como común denominador la intención de dibujar los (difusos) contornos del tipo de sociedad y economía que resurgirán una vez que el flagelo haya sido controlado. Sobran las razones para incursionar en esa clase de especulaciones, ojalá que bien informadas y controladas, porque si de algo estamos completamente seguros es que la primera víctima fatal que se cobró la pandemia fue la versión neoliberal del capitalismo.  Y digo la “versión” porque tengo serias dudas acerca de que el virus en cuestión haya obrado el milagro de acabar no sólo con el neoliberalismo sino también como la estructura que lo sustenta: el capitalismo como modo de producción y como sistema internacional. Pero la era neoliberal es un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar. ¿Qué ocurrirá con el capitalismo? Bien, de eso trata esta columna. Simpatizo mucho con la obra y la persona de Slavoj Zizek pero esto no me alcanza para otorgarle la razón cuando sentencia que la pandemia le propinó “un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista” luego de lo cual, siguiendo la metáfora cinematográfica, éste debería caer muerto a los cinco segundos. No ha ocurrido y no ocurrirá porque, como lo recordara Lenin en más de una ocasión, “el capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer.” El capitalismo sobrevivió a la mal llamada “gripe española”, que ahora sabemos vio la luz en Kansas, en marzo de 1918, en la base militar Fort Riley, y que luego las tropas estadounidenses que marcharon a combatir en la Primera Guerra Mundial diseminaron el virus de forma incontrolada. Los muy imprecisos cálculos de su letalidad oscilan entre 20, 50 y 100 millones de personas, por lo cual no es necesario ser un obsesivo de las estadísticas para desconfiar del rigor de esas estimaciones difundidas ampliamente por muchas organizaciones, entre ellas la National Geographical Magazine . El capitalismo sobrevivió también al tremendo derrumbe global  producido por la Gran Depresión, demostrando una inusual resiliencia –ya advertida por los clásicos del marxismo- para procesar las crisis e inclusive y salir fortalecido de ellas. Pensar que en ausencia de aquellas fuerzas sociales y políticas señaladas por el revolucionario ruso (que de momento no se perciben ni en Estados Unidos ni en los países europeos) ahora se producirá el tan anhelado deceso de un sistema inmoral, injusto y predatorio, enemigo mortal de la humanidad y la naturaleza, es más una expresión de deseos que producto de un análisis concreto. Zizek confía en que a consecuencia de esta crisis para salvarse la humanidad tendrá la posibilidad de recurrir a “alguna forma de comunismo reinventado”. Es posible y deseable, sin dudas. Pero, como casi todo en la vida social, dependerá del resultado de la lucha de clases; más concretamente de si, volviendo a Lenin, “los de abajo no quieren  y los de arriba no pueden seguir viviendo como antes”, cosa que hasta el momento no sabemos. Pero la bifurcación de la salida de esta coyuntura presenta otro posible desenlace, que Zizek identifica muy claramente: “la barbarie”.  O sea, la reafirmación de la dominación del capital recurriendo a las formas más brutales de explotación económica, coerción político-estatal y manipulación de conciencias y corazones a través de su hasta ahora intacta dictadura mediática. “Barbarie”, István Mészarós solía decir  con una dosis de amarga ironía, “si tenemos suerte.” Pero, ¿por qué no pensar en alguna salida intermedia, ni la tan temida “barbarie” (de la cual hace tiempo se nos vienen administrando crecientes dosis en los capitalismos realmente existentes”) ni la igualmente tan anhelada opción de un “comunismo reinventado”? ¿Por qué no pensar que una transición hacia el postcapitalismo será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos: la desfinanciarización de la economía, la desmercantilización de la sanidad y la seguridad social, por ejemplo y otros más vacilantes, tropezando con mayores resistencias de la burguesía, en áreas tales como el riguroso control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de  la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad)? ¿Por qué no pensar en “esos muchos socialismos” de los que premonitoriamente hablaba el gran marxista inglés Raymond Williams a mediados de los años ochenta del siglo pasado? Ante la propuesta de un “comunismo reinventado” el filósofo sur-coreano de Byung-Chul Han salta al ruedo para refutar la tesis del esloveno y se arriesga a decir que «tras la pandemia, el capitalismo continuará con más pujanza.” Es una afirmación temeraria porque si algo se dibuja en el horizonte es el generalizado reclamo de toda la sociedad a favor de una mucho más activa intervención del estado para controlar los efectos desquiciantes de los mercados en la provisión de servicios básicos de salud, vivienda, seguridad social, transporte, etcétera y para poner fin al escándalo de la híperconcentración de la mitad de toda la riqueza del planeta en manos del 1 por ciento más rico de la población mundial. Ese mundo post-pandémico tendrá mucho más estado y mucho menos mercado, con poblaciones “concientizadas” y politizadas por el flagelo a que han sido sometidas y propensas a buscar soluciones solidarias, colectivas, inclusive “socialistas” en países como Estados Unidos, nos recuerda Judith Butler, repudiando el desenfreno individualista y privatista exaltado durante cuarenta años por el neoliberalismo y que nos llevó a la trágica situación que estamos viviendo. Y además un mundo en donde el sistema internacional ya ha adoptado, definitivamente, un formato diferente ante la presencia de una nueva tríada dominante, si bien el peso específico de cada uno de sus actores no es igual. Si Samir Amin tenía razón hacia finales del siglo pasado cuando hablaba de la  tríada formada por Estados Unidos, Europa y Japón hoy aquella la constituyen Estados Unidos, China … Sigue leyendo La pandemia y el fin de la era neoliberal